Hábitos instalados en la sociedad mexicana han provocado una severa violencia estructural contra las mujeres. Su manifestación, sea sutil o palpable, abarca ya no solo espacios históricamente conocidos como laborales, familiares, escolares o de pareja. Con el uso de las tecnologías y la apertura natural de los espacios en línea, estas violencias se han trasladado a los entornos digitales en un intento por reducir la visibilidad de las mujeres, extensiones en donde sus voces se ven significativamente amplificadas.
Al menos 9 millones de mujeres en México reportan haber experimentado algún tipo de acoso en línea, principalmente entre 20 y 29 años de edad. El número podría ser aún más alto si tomamos en cuenta que las cifras oficiales representan en sí un reto para el estudio, medición y atención del fenómeno de la violencia en línea contra las mujeres.
Como primeros acercamientos oficiales, los resultados arrojados tanto por el Módulo de Ciberacoso 2015 (MOCIBA)* como por el Programa Anual CDMX Ciudad Segura y Amigable para las Mujeres y las Niñas, coinciden en diversas formas de ataques y acoso vivido por las mujeres. En particular, la violación a la intimidad y la vida privada mediante la divulgación de imágenes íntimas sin su consentimiento; el monitoreo de su actividad virtual y el robo o usurpación de su identidad; la ridiculización y denigración de las mujeres a través de mensajes amenazantes, intimidatorios o difamatorios con la intención de afectar su integridad.
Los fotomontajes incriminatorios en actos sexuales con funcionarios denunciados y la exigencia de recursos económicos a cambio de no difundir contenido íntimo, son algunos ejemplos que impactan severamente en el estado físico, emocional y psicosocial de las mujeres.
La categorización de las diversas formas de agresión y violencia permite aproximarnos al problema —véase las 13 formas de agresión con perspectiva de género—, sin embargo, existe una implícita caracterización de fondo que permanece poco visible. Aquella que intermedia como fuente de las agresiones y los ataques: estereotipos otorgados a las mujeres que se conciben como inalterables. En consecuencia, la exposición y opinión de las mujeres en lo privado y en lo público resulta perturbador y reactivo ante cualquier acto reivindicativo.
Así lo hemos logrado documentar diversas organizaciones** en el informe presentado a la Relatora de Naciones Unidas sobre Violencia contra las Mujeres. Por un lado, las mujeres periodistas, investigadores, defensoras, activistas y que manifiestan discursos feministas son agredidas a través del uso de las tecnologías con la intención de callarlas, desaparecerlas y limitar sus actividades. Columnistas y articulistas que han cuestionado el sistema de poder en México han sido objeto de campañas de desprestigio y difamación a través de las redes sociales.
Una de las seis tendencias preocupantes, identificadas en el informe referido, es justamente aquella relacionada con el ejercicio de las redes sociales y la tecnología para denunciar agresiones experimentadas en la vía pública. El resultado es una ola masiva de violencia en su contra donde muchas de las amenazas recibidas son potencialmente materializables.
Los mensajes amenazantes e intimidatorios, generalmente con contenido sexual, dan cuenta de los estereotipos de género asignados a las mujeres que usan la plataforma de internet para expresarse. Por ejemplo, en uno de los casos presentado en el informe referido, las menciones en los tuits proferidos contra una mujer periodista contenían amenazas de agresión física, contenido sexual, expresiones machistas relacionadas con asignaciones de tareas del hogar y de familia, así como críticas sobre su físico para finalmente difundir información sensible sobre su ubicación y horarios de trabajo incitando a las personas a presentarse físicamente en el lugar y agredirla.
Otras dos de las seis tendencias identificadas consiste en extorsionar bajo amenaza de difundir imágenes íntimas sin consentimiento y las campañas de desprestigio contra académicas y defensoras de derechos humanos. Los fotomontajes incriminatorios en actos sexuales con funcionarios denunciados y la exigencia de recursos económicos a cambio de no difundir contenido íntimo, son algunos ejemplos que impactan severamente en el estado físico, emocional y psicosocial de las mujeres. El temor y los daños en su entorno físico tienen un grave efecto en su integridad y en el ejercicio de sus derechos humanos.
Los beneficios de las tecnologías, así como del carácter democratizador de internet, le pertenecen a todas las personas. La reducción de la participación de las mujeres en las plataformas digitales, producida por el acoso y las agresiones que viven al expresarse en línea, merma la construcción de su identidad en una plataforma que se presume segura.
Por ello, el movimiento internacional por una red segura (SID2018) #internetsegura o #saferinternet, celebrado el pasado 6 de febrero, demostró la necesidad de permitir que la red sea un espacio donde las mujeres puedan ser ellas mismas, organizarse, exponer sus caras y sus cuerpos sin que sean agredidas. Llamaron a reconocer el problema y exigieron tanto a los gobiernos como a las empresas (Facebook, Twitter, Google, etc.) abstenerse de desestimar el problema como si no tuviera efectos reales en la vida de las mujeres, construir soluciones que les involucren y recordar que la red es nuestra*** #internetesnuestra.
Por lo tanto, el fenómeno de la violencia contra las mujeres en línea es un problema público. Así lo plasmamos en el informe «La Violencia en Línea contra las Mujeres en México» y puntualizamos las preocupaciones clave relacionadas con las respuestas que han dado las autoridades y las empresas para combatir el problema: legislaciones penales que estigmatizan expresiones de las mujeres o las culpabilizan; riesgos latentes en el desarrollo legislativo que restringirían otros derechos como la libertad de expresión, la privacidad y los derechos sexuales de las mujeres; potenciales efectos de censura en las plataformas en línea y; finalmente, observaciones a los mecanismos de reporte y bloqueo de la empresas donde se vive la violencia.
El problema es real e inminente. Las redes sociales y la colaboración entre grupos de mujeres continuarán siendo de uso estratégico para darle luz a nuestras ideas, cultivemos una #internetsegura donde puedan expresarse todas las mujeres.
Este texto tuvo información obtenida del informe «La violencia en línea contra las mujeres en México», presentado a la Relatora de Naciones Unidas sobre Violencia contra las Mujeres como respuesta al llamado internacional de presentar información relacionada con este fenómeno con el fin de elaborar un informe en la materia. Llamado disponible en http://www.ohchr.org/EN/Issues/Women/SRWomen/Pages/OnlineViolence.aspx
* INEGI (2016) Cuestionario. Módulo sobre Ciberacoso (MOCIBA 2015). Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de las TIC en Hoga- res (ENDUTIH) 2015.
** ARTICLE19 Oficina para México y Centroamérica, Asociación para el Progreso de las Comunicaciones, CIMAC Noticias, Derechos Digitales, Iniciativa Mesoamericana de Mujeres Defensoras de Derechos Humanos, JASS Asociadas por lo Justo Mesoamérica, La Sandía Digital, Luchadoras, Red en Defensa de los Derechos Digitales (R3D), Red Nacional de Defensoras de Derechos Humanos en México (RNDDHM), SocialTIC, SonTusDatos (Artículo 12, A.C.).
*** #TweetChat organizado por @Luchadoras en la plataforma de Twitter con #internetsegura en el marco del #SID2018 Safer Internet Day, disponible en:https://twitter.com/luchadorasmx?lang=en
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