Durante décadas, la ropa fabricada para mujeres ha carecido de bolsillos con espacio suficiente. Mientras que la ropa masculina tiene amplias bolsas para guardar el celular y la cartera, en los bolsillos de la ropa para mujeres apenas caben un par de monedas. Es eso, o los pantalones de mezclilla tienen un par de costuras que simulan bolsillos, con las que no queda de otra que guardarse el teléfono y las llaves en cualquier otra parte.
Pero, ¿de dónde salió esta desigualdad en el diseño textil? ¿Por qué la ropa para mujer no tiene bolsillos decentes?
En un libro titulado The Pocket: A Hidden History of Women’s Lives, 1660-1990 (El bolsillo, una historia oculta de la vida de las mujeres 1660-1990), Arianne Fenetaux y Barbara Burman señalaron que el asunto de los bolsillos data del siglo XVII. En ese entonces, una especie de bolso que se ata a la cintura era una de las prendas más populares, no solo por su utilidad sino por la privacidad que daba a las mujeres.
Sin embargo, todo cambió en el siglo XIX, cuando las siluetas de los vestidos cambiaron y los críticos de moda empezaron a reprobar el uso del bolsillo atable. Fue así como nacieron los bolsos de mano, que empezaron como un minúsculo accesorio llamado “ridículo”. Como señala Rachel Lubitz en Mic, su tamaño era inversamente proporcional al estatus de la mujer que lo llevaba: era tan pequeño que en él no cabía dinero, y era sabido que las mujeres no debían meterse en asuntos financieros.
“Las frustraciones y limitaciones del acceso de las mujeres al dinero y a la propiedad se reflejaban en el tamaño restringido de sus bolsos”, escribió Burman.
El siglo XX trajo consigo la invención de los pantalones de mezclilla y, con ella, bolsillos para las mujeres que los usaban. Sin embargo, después de la Segunda Guerra Mundial, cuando los blue jeans se popularizaron entre las clases privilegiadas, el tamaño de las bolsas se redujo considerablemente: los bolsillos añadían volumen a esas áreas que las mujeres debían “disimular” como la cadera y el trasero, por lo que se volvieron más pequeños o se eliminaron de forma definitiva. (Vía: Vox)
Si bien durante las décadas de los 70 y 80 se puso de moda la ropa “masculina” para las mujeres y esto significó un regreso de los bolsillos de gran tamaño, los 90 vieron nacer el culto a los bolsos de diseñador: descendientes del mencionado ridículo pero en distintas formas y colores, como esas bolsas Coach que estaban en todas partes y, por su gran demanda, eran falsificadas alrededor del mundo.
Más tarde, en el inicio del siglo XXI se impuso la moda de los jeans a la cadera: pantalones con el tiro tan bajo que era prácticamente imposible añadirles bolsillos. Una vez más, la apariencia se priorizó encima de la practicidad en el diseño textil, como se puede observar en este video de Britney Spears:
Hoy en día, los bolsillos de las mujeres siguen siendo, en promedio, 48% más cortos y 6.5% más angostos que los de los hombres, como reveló un estudio publicado en The Pudding. No obstante, con la consigna ‘Lo personal es político‘ cada vez más extendida, los bolsillos están dejando de ser un aspecto inocuo de las prendas femeninas para ser una muestra de que la desigualdad afecta incluso la forma en que transportamos nuestras pertenencias.
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