Antiesclavista, activista por los derechos de las mujeres y considerada la primera astrónoma profesional de Estados Unidos, Maria Mitchell se convirtió en la tercera mujer en descubrir un cometa, después de Maria Winkelmann y Caroline Herschel. Fue en 1847 cuando, tras escrutar durante horas el cielo nocturno a través de su telescopio, identificó el que, a partir de entonces, se convertiría en “el cometa de Miss Mitchell”.
Nacida bajo el signo de Leo el 1 de agosto de 1818 en la isla de Nantucket –en la península de Cape Cod de Massachussets–, Maria crece en una comunidad cuáquera que defiende –de forma revolucionaria para la época– el acceso igualitario a la educación para niños y niñas. Estimulada por su padre en la afición a la observación de los astros, Mitchell recibe desde muy temprana edad lecciones privadas de astronomía, una disciplina muy valorada en la isla, pues los barcos balleneros dependían en ese momento de los instrumentos astronómicos para orientarse.
A pesar de que es algo inusual para su tiempo –recordemos que estamos a principios del siglo XIX–, Mitchell tiene acceso a la educación en la escuela fundada por su padre, donde a los 16 años ya ejerce de ayudante y a los 18 se convierte en la primera bibliotecaria del Ateneo de Nantucket, donde sigue instruyéndose en matemáticas avanzadas y mecánica celeste, además de alemán y latín. Apasionada de la educación y con voluntad de compartir conocimientos, en 1835 abre su propia escuela. Comprometida con la causa antiesclavista, allí acepta tanto a niños blancos como negros, algo absolutamente impensable cuando la segregación racial está todavía en su punto álgido.
Con la vista en las estrellas
Mitchell acostumbra a observar el cielo nocturno desde el tejado de la casa de su familia. Se lo conoce por segmentos como las líneas de la palma de su mano. Por eso, el 1 de octubre de 1847, cuando observa una luz blanca que no había visto antes, es consciente de que está frente a un cuerpo celeste totalmente inédito. Pero temiendo ser menospreciada por ser mujer, es su padre quien contacta con los expertos, incluido el director del Observatorio de Harvard, para verificar su descubrimiento.
Mitchell se convierte así en la tercera mujer en descubrir un cometa y, por ello, los herederos del rey de Dinamarca, Frederik VI, gran aficionado a la astronomía, le otorgan una mellada que su antecesor había ofrecido a todo el que descubriese un nuevo cometa. Los trámites para obtenerla, con la dificultad de ser mujer, se alargan más de un año.
Sin embargo, tras el descubrimiento y la recepción del prestigioso galardón europeo, Mitchell se convierte en una celebridad nacional y es la primera mujer en ser admitida en sociedades científicas como la American Academy of Arts and Sciences y la American Association for the Advancement of Science (AAAS), cuya membresía estaba reservada, hasta ese momento, exclusivamente a los hombres. También viaja por Estados Unidos y por Europa, reuniéndose con algunos de los más famosos astrónomos de su tiempo, que ansían conocerla y visita algunos de los observatorios más avanzados, como el de Cambridge o el del Vaticano en Roma, considerados los más antiguos del mundo .
Legado y activismo
Asentada como profesional, Mitchell pasa a ejercer como profesora de astronomía en la prestigiosa Universidad de Vassar en el estado de Nueva York, donde es nombrada directora del observatorio. En aquel momento, esta institución era una universidad privada exclusivamente femenina. Siempre dispuesta a luchar contra las injusticias sociales y vinculada a los movimientos feministas de su tiempo –como la American Association for the Advancement of Women–, durante su estancia como profesora entre los años 1865 y 1888, demanda la igualdad salarial entre profesores y profesoras.
La famosa contribución de Mitchell a la historia de la astronomía, logró que aumentasen considerablemente las inscripciones de estudiantes en matemáticas y astronomía en la Universidad de Harvard entre 1865 y 1888. El legado que dejó a sus estudiantes femeninas y en el universo educativo de su tiempo, promoviendo la igualdad salarial es imborrable. El cometa que descubrió y que originalmente llevaba su nombre, ahora es conocido simplemente como C/1847 T1.