Este año tiene un significado especial el 25N.
Nunca ha sido un día de fiesta ni de celebración, más bien todo lo contrario: es un día para la reivindicación, para mostrar nuestra fuerza en la calle y también hemos hecho del 25N una ocasión anual para reflexionar, en múltiples encuentros y jornadas, sobre los avances, los retrocesos y peligros que acechan nuestra lucha por alcanzar la igualdad real entre mujeres y hombres.
El ascenso de la extrema derecha y su acceso a algunos Parlamentos autonómicos, Ayuntamientos y ahora también al Parlamento nacional, pone en riesgo la continuación de políticas proigualdad que se vienen llevando a cabo por el Gobierno Socialista y muchas otra medidas que están pendientes de adoptar para el total desarrollo del Pacto de Estado contra la Violencia de Género, o toda la legislación que debe adoptarse para dar cumplimiento íntegramente al Convenio de Estambul, a lo que estamos obligados tras la ratificación del mismo en el año 2014.
Esta extrema derecha nos tiene en su punto de mira a las mujeres. Quieren hacer de nosotras, otra vez, mujeres protegidas por ellos, los pechoman. Pero nosotras no necesitamos ni queremos esa protección, que es la del viejo y católico Código Civil, que nos obligaba a obedecer a nuestros protectores. Esa fase la sufrimos y la superamos, con nuestra lucha, exclusivamente.
Esa protección-posesión ha causado muchas muertes y es el paradigma de la desigualdad. Hemos de estar alerta, por tanto y siendo nosotras muchas y siendo fuertes como lo somos, nada hay que temer.
Otro ataque que estamos sufriendo con desmesura este año es el del lobby proxeneta, que no tiene suficiente con que España sea el burdel de Europa, lo que debería hacer que nuestros gobernantes tomaran cartas seriamente en el asunto, que ahora quiere ampliar el negocio, colonizando nuestras universidades con publicidad descarada de la prostitución.
Este año, además alrededor del 25N y espero yo que no sea con dinero del Pacto del Estado contra la Violencia de Género, que vaya usted a saber, se están organizando jornadas sobre el negado para mí “trabajo sexual” en unas 20 universidades públicas y privadas. La última que yo conozca se celebrará en Zaragoza, en la Facultad de Ciencias Sociales, el día 12 de diciembre, si alguien no lo remedia. Porque se me invitó a participar sin advertirme de que también estaría la presidenta del sindicato proxeneta Otras. Y cuando me he enterado, me he negado a compartir mesa con el proxenetismo. Han decidido que dicha persona debe estar y yo en mi libertad, decido no participar y también en mi libertad, hago mi crítica y manifiesto mi tremenda decepción porque en una universidad pública, con dinero público, se difunda a los jóvenes que están formándose, que la prostitución es un trabajo como cualquier otro, de manera que comprar sexo, ser putero, esclavizar mujeres, ejercer violencia sobre ellas, se normaliza. La prostitución es un gran negocio que requiere muy poco dinero y que proporciona enormes beneficios. Es el tercer negocio ilegal que mayor dinero proporciona, detrás del narcotráfico y la venta ilegal de armas. Y ese negocio se hace a costa en un 100% de la explotación de las mujeres que son prostituidas, es decir, aquellas mujeres para las que, en su inmensa mayoría, su último recurso de sobrevivencia es ser prostituidas.
La mayor parte de la prostitución en España proviene de la trata de mujeres y niñas; cerramos los ojos a esta dura realidad, pero la encontramos de frente siempre que salimos de casa. Si los hombres no compraran sexo, no habría prostitución y desaparecería la trata. ¿No es ésta una razón suficiente para optar sin ambages por el camino hacia la abolición? No se puede ser socialista ni progresista sin ser abolicionista, así está probado en varios Congresos, el último el 39.
Espero que el nuevo Gobierno, que deseo se constituya a la mayor brevedad, ponga en marcha el mecanismo legal para la aprobación de una ley contra la trata de seres humanos con fines de explotación sexual y que sancione a los compradores de sexo, como han hecho los países nórdicos, hace ya años, Suecia en 1999. Legislaron criminalizando todo el proxenetismo, sancionando a los compradores de sexo y orquestaron importantes recursos para las mujeres prostituidas que decidieran salir de la prostitución- Este modelo ha sido seguido por varios países (Islandia, Noruega, Finlandia, Francia, Irlanda) por su buen resultado. desde la perspectiva de los derechos humanos de las mujeres, no desde el punto de vista del negocio del sexo, claro está.
Por el contrario, Alemania y Holanda adoptaron políticas regulacioncitas, legalizadoras que han traído como consecuencia un aumento del negocio tanto para el proxenetismo como para los propietarios de locales destinados al negocio el sexo. El capitalismo y el liberalismo han sido la mezcla perfecta para el desarrollo exponencial de este negocio que vive de la explotación de las mujeres pobres.
En estas jornadas seudouniversitarias a las que me refiero más arriba, no se practica un debate intelectual sobre el posicionamiento de cada persona acerca de la prostitución: si abolicionista, regulacionista, prohibicionista o cualquiera que sea, lo que en la Universidad tendría cabida, toda vez que el debate es nuclear en esa institución. Pero no. Se pone sillón y micrófono a representantes de los proxenetas, que defienden el negocio del sexo, el proxenetismo.
La prostitución es violencia sexual. La prostitución no es ningún trabajo, es explotación de la pobreza de las mujeres. La trata de seres humanos con fines de explotación sexual existe porque hay una demanda, en España desbocada, de mujeres prostituidas.
El movimiento feminista ha sido y es mayoritariamente abolicionista. Desde el S XIX, que Concepción Arenal y Margarita Nelken ya se declararon abolicionistas o, ya en el S XX, Clara Campoamor que, a comienzos del siglo, fundó la Asociación Española del Abolicionismo.
Ya es triste que a los cien años tengamos que seguir defendiendo y luchando por la abolición de la prostitución. Pero no nos engañemos, detrás de las mujeres prostituidas está la enorme desigualdad entre mujeres y hombres. Luchar por la igualdad es luchar contra el sistema prostitucional, que esclaviza mujeres.
Esta es mi reflexión para este 25N./ Altamira Gonzalo
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