Considerada la primera mujer fotógrafa de la historia, la botánica Anna Atkins fue una científica pionera y creativa, que en pleno siglo XIX decidió transformar las algas en un objeto artístico. Dos siglos más tarde, la obra de esta mujer victoriana, que ilustró la botánica marina, es exhibida en museos de todo el mundo.
Anna Children nació el 16 de marzo de 1799 en Kent, Reino Unido. Tras la temprana muerte de su madre, fue criada por su padre viudo, un respetado científico, secretario de la Royal Society y bibliotecario asociado al British Museum, que despertó la curiosidad de la niña en la ciencia. Gracias a él y a Andrea Hart, la gestora de la Biblioteca de Colecciones Especiales del Museo de Historia Natural de Londres e íntima amiga de la familia, Anna recibió una excelente base científica, algo totalmente inusual para las mujeres de su tiempo, que no solían tener acceso a la educación. Con mano para el dibujo, ilustró la traducción de su padre del libro de Jean-Baptiste de Monet Lamarck, Genera of Shells, en 1823.
En 1825, al contraer matrimonio, se mudó al pequeño pueblo de Halstead, donde desarrolló su pasión por la botánica, recolectando, secando y almacenando plantas, y elaborando herbarios. Pero Anna estaba especialmente interesada en la calificación de los tipos de algas, que había ido recolectando en la costa del sudeste de Inglaterra y en los lagos que había alrededor de Kent, llegando a atesorar una amplia colección. Aunque ya existía un manual de plantas marinas en su tiempo que proporcionaba un listado y descripciones de numerosos especímenes nuevos, faltaban imágenes. Atkins consideró que era clave ilustrarlas para identificar diferentes especies y decidió elaborar su propia versión ilustrada de las algas británicas.
Gracias a la cianotipia, inventada por John Herschel, quien le enseñó esta técnica fotográfica y la animó a usarla, Anna pudo documentar y catalogar las algas, plantas y flores británicas como nadie había hecho hasta aquel momento. Publicado en fascículos durante diez años, su monográfico Photographs of British Algae, está reconocido como el primer libro impreso e ilustrado con fotografías. Mediante un innovador uso de las tecnologías de su tiempo, logró demostrar el enorme potencial que la fotografía podía tener para los libros de ciencia. Todos aquellos sugerentes cianotipos se encuentran recopilados en el libro ilustrado Sun Gardens.
Ciencia y arte
Por sus pioneras contribuciones al mundo de la botánica, en 1839 fue elegida miembro de la Sociedad Botánica de Londres, una de las pocas instituciones científicas que permitía la entrada de mujeres. Aunque sin duda sorprendió al creativo ambiente científico de la Inglaterra victoriana, nadie pareció interpretar que el particular trabajo fotográfico que Anna había hecho era algo más que ciencia.
Sus imágenes tenían verdadera intención: Atkins había dispuesto las algas en el papel formando una cuidadosa composición, a menudo buscando la simetría. Algunos especímenes estaban colocados por pares, como si fueran mitades idénticas, y las algas más voluminosas parecían madejas abstractas. Hasta los pies de foto escritos a mano aumentaban la calidad estética de aquellas deliciosas fotografías en cían negativo. Aún con ello, el nombre de la científica y sus aportaciones desaparecieron por completo de la historia tras su muerte.
No sería hasta la década de los 70, que el historiador Larry Schaff descubrió el trabajo de Atkins y comenzó a reivindicarla, no solo como una pionera de la fotografía, sino también como la primera persona que publicó un libro ilustrado fotográficamente. Con el paso de las décadas, la historia del arte se decidió a revisitar su publicación sobre botánica marina y, finalmente, aquel exquisito y precursor trabajo llegó a los museos. En 2004, modestamente pudieron verse algunos fotogramas en una exposición comisariada por la Univerisad de Yale, Ocean Flowers: Impressions from Nature in the Victorian Era, y nuevamente en el Museum of Modern Art de Nueva York, junto al trabajo de otras fotógrafas pioneras en Pictures by Women: A History of Modern Photography. En 2017, el trabajo de Atkins llegó a las salas del Rijksmuseum, que le dedicó un hueco en una exposición retrospectiva de la fotografía del siglo XIX y finalmente en 2019, en Blue Prints: The Pioneering Photographs of Anna Atkins, la New York Public Library recogía por primera vez su obra fotográfica al completo, corroborando que Akins puede ser considerada la primera mujer fotógrafa de la historia.
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