El triunfo de Kamala Harris no es individual, es el resultado colectivo de décadas de luchas feministas y raciales por el reconocimiento básico de derechos políticos, civiles y sociales: desde el derecho a la educación o el derecho a acceder de manera igualitaria a bienes y servicios básicos hasta el derecho a votar y ser votada.
EL 2021 inicia con un nuevo comienzo para la historia del feminismo. Se rompe una vez más el techo de cristal con la llegada de una mujer al segundo cargo más importante de Estados Unidos y probablemente del mundo. El triunfo de Kamala Harris no es individual, es el resultado colectivo de décadas de luchas feministas y raciales por el reconocimiento básico de derechos políticos, civiles y sociales: desde el derecho a la educación o el derecho a acceder de manera igualitaria a bienes y servicios básicos hasta el derecho a votar y ser votada. El mensaje es contundente: seré la primera, pero no la última. Nuestro presente y el futuro son más igualitarios que ayer y eso abre nuevas posibilidades y oportunidades a grupos minoritarios en Estados Unidos y en el mundo que antes no tenían representación.
Kamala fue la primera mujer afroamericana y de ascendencia del sur de Asia en convertirse en fiscal de distrito en San Francisco, fiscal general en California, la primera senadora de color por ese estado y la primera mujer, en más de 200 años, en ocupar la vicepresidencia de los EEUU. ¿Qué significa su llegada a la vicepresidencia? La posición formal tiene entre otras responsabilidades: desempatar votaciones en el Senado, participar en el Consejo de Seguridad Nacional, así como asesorar y representar al Presidente y al gobierno de los EEUU. No son tareas menores, sin embargo el poder simbólico de su llegada y las expectativas sobre su influencia en las políticas públicas que puedan impulsar desde la Casa Blanca son mucho más relevantes.
Kamala representa el combate a la discriminación y la promesa de defensa a ultranza de una agenda feminista, que no podrá quedarse en el símbolo como mujer afroamericana en el poder, sino que deberá traducirse en políticas públicas específicas para ampliar las oportunidades sociales, políticas, económicas y culturales de niñas y mujeres en el país, así como en acciones transversales de género y de combate a la discriminación racial estructural en todas las políticas públicas que impulse la administración Biden-Harris. El trabajo en favor de una igualdad sustantiva también se verá reflejado en el ejercicio del presupuesto.
El cambio de administración es muy contrastante. Donald Trump ejerció el poder cobijado por todas las características de un sistema patriarcal que defiende una estructura del poder jerárquico, impositivo y misógino, que no sólo invisibilizaba a las mujeres si no que las humillaba en su entorno inmediato y socialmente. Kamala entra para romper con estos estereotipos del poder, a cambiar las reglas sobre los roles de genero, a transformar con una capacidad indudable la vida de millones de mujeres en el mundo y a dar una lección al mundo de que el futuro será feminista o no será.
Ante la llegada de Kamala, la estructura de reglas formales e informales bajo las que se construyó el poder serán replanteadas. Por primera vez, el rol que desempeñará la pareja de la Vicepresidenta, Doug Emhoff, “el segundo caballero”, replanteará los roles de género dentro del gobierno más poderoso del mundo. Sin duda, desafiará la fragilidad masculina, pero obligará a quitarle superficialidad a los roles de género impuestos socialmente en la historia universal.
¿Qué mensaje nos deja Kamala Harris?
“A la niñez de este país, sin importar su género, nuestro país les está enviando un mensaje claro: sueñen con ambición, lideren con convicción y véanse de una manera que tal vez los otros no puedan simplemente porque nunca la han visto antes”. Estas palabras en su discurso dejan una nueva visión para niños y niñas que ya no verán esto como un suceso inesperado o fuera de lo común, para ellos la igualdad será parte de su cotidianidad sin importar su sexo, raza, religión, condición o género.
La llegada de Kamala es el efecto de una lucha histórica que deja asomar los primeros frutos, consecuencia de la perseverancia y resistencia que han enarbolado cientos de miles de personas que lucharon por los derechos de las mujeres y por el reconocimiento del hecho innegable de que todas las personas somos iguales ante la ley. Kamala nos demuestra que cuando se construye una política de causas, “no se trata de uno, se trata de nosotros”.
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