Mientras que a 37% de las mujeres encontradas culpables de un delito se les condena a más de 20 años de cárcel, a 50% de los hombres le dan una pena menor a 10 años.
“Cuando yo veo aquí en la cárcel que llegan muchas compañeras con sus parejas, las sentencias no son iguales. Los hombres porque son hombres les dan 20 años y a la mujer porque es mujer le dan 50. Y luego resulta que a ellos les ponen más atención, tienen más derechos, más beneficios y nosotras, por muchas generaciones, fuimos olvidadas”.
María del Carmen Alvarado dice estas palabras con conocimiento de causa, pues ya lleva 16 años internada en un centro de reinserción femenil en el Estado de Jalisco. Ser testigo de cómo funcionarios en toda la cadena de procuración e impartición de justicia violentan y castigan más severamente a las mujeres que cometieron un delito que a sus contrapartes masculinas, la motivó a estudiar Derecho dentro de prisión; “a decir ‘ya no más’, yo quiero ayudar a mis compañeras”.
Lo que esta mujer de 54 años ha vivido por experiencia no es exclusivo de un centro de reinserción o de una entidad en el país. De acuerdo con un estudio de la organización México Evalúa, la prisión preventiva es una medida que se impone a tres de cada 10 hombres (30 por ciento) pero a una de cada dos mujeres (50 por ciento) en todo el país.
Al momento de la detención, más hombres que mujeres contaron con un defensor o tuvieron la oportunidad de conocer por boca del juez de qué se les acusaba, indica el mismo informe.
Y en el caso de las sentencias, a 37 por ciento de las mujeres encontradas culpables de un delito se les condenó a más de 20 años de cárcel, en tanto que a la mitad de los hombres se les aplicó una pena de menor a diez años.
“Muchísimas mujeres son castigadas con más dureza que los hombres”, dice Sara Lovera, periodista feminista.
El problema incluso va más allá de México. Gabriela Ramírez, integrante del Centro de Información de la ONU en México, explica que a través de los años el organismo internacional ha identificado, en primer lugar, que las mujeres “no tenemos el mismo acceso a la justicia que los varones en muchos países”.
Un segundo elemento “es la desproporcionada victimización a partir del abuso sexual o físico, o de las agresiones antes del encarcelamiento”.
La especialista agrega que en América Latina creció la población penitenciaria femenil 40.8 por ciento en los últimos años, por delitos que generalmente tienen que ver con posesión de drogas o por abortar.