En pleno 2022, el número de mujeres involucradas en temas de la inteligencia artificial aún es muy bajo, comparado con los hombres.
Ada Lovelace es considerada por todo el mundo como la primera programadora de la historia. Ella, en 1840 creó el primer programa, que sentó bases de lo que muchos años después se consideraría como la disciplina de la programación de computadoras. Disciplina que muchos años después cambiaría el rumbo de la historia.
A lo largo de la historia del cómputo, múltiples mujeres han contribuido de maneras muy significativas al desarrollo de la disciplina, y, sin embargo, en pleno 2022, la cantidad de mujeres involucradas en temas de la inteligencia artificial aún son muy pocas comparadas con los hombres. La diferencia entre hombres y mujeres en la IA es una de las más grandes manchas que la disciplina tiene.
De acuerdo con la consultora Deloitte, en Estados Unidos menos de 22 por ciento de los puestos relacionados a inteligencia artificial están ocupados por mujeres. Y en México, la situación es muy similar. En una encuesta que hizo la revista Software Guru, apenas 20 por ciento de la fuerza laboral relacionada al tema de datos estaba conformada por mujeres. La UNAM muestra que, en carreras afines a inteligencia artificial, su matrícula obedece a las mismas proporciones de 80/20. Lo cual quiere decir que desde que eligen las carreras, el sesgo contra las mujeres es bastante marcado en disciplinas tecnológicas. Este sesgo obviamente después resulta en lugares donde las mujeres pueden ser víctimas desde hostilidad hasta franco acoso. Vale la pena recordar muchas de las historias de terror de las facultades de Ingeniería más famosas del país.
En conclusión, en México y el mundo, existe una brecha de género muy fuerte en el tema de ciencia de datos e inteligencia artificial. Brecha que simplemente se ve amplificada conforme vamos subiendo más en la estructura organizacional. En el Sistema Nacional de Investigadores (SNI), en las áreas tecnológicas, la proporción se mantiene en los investigadores nivel I (80/20), pero para el nivel 3, la proporción se convierte en 10 a 1, es decir, una mujer comparado a 10 hombres con el nivel más alto en áreas tecnológicas. Este patrón se repite en los altos puestos directivos relacionados a datos, donde yo he visto que hay muy pocas mujeres y sin embargo no hay un índice que lleve la medición en México.
Al existir estas brechas, podemos generar una triste conclusión: la estrategia en temas de IA, en México y en el mundo, está siendo dictada y mandada por hombres, lo cual resulta preocupante, siendo que es una disciplina que va a afectar la vida de hombres y mujeres por igual, y resulta desesperanzador que se dicte únicamente desde la perspectiva masculina. Si vamos a hacer modelos y sistemas que afecten a todos los ciudadanos, necesitamos que siempre exista una perspectiva de todas las personas afectadas.
No hay tiempo ni espacio en esta columna de puntualizar las razones endémicas y sistémicas por las cuales existen estas diferencias entre hombres y mujeres en la disciplina. Las hay históricas, las hay de discriminación y las hay de formación. Cabe mencionar que un servidor está convencido que este tipo de disciplinas se les deben de fomentar a las niñas desde temprana edad, ya que como lo vimos, la disparidad comienza a verse desde que están estudiando en la universidad. Tratar de atender directamente la disparidad en el campo laboral es un paliativo que jamás va a solucionar el problema de raíz. Debemos asegurarnos que las niñas tengan las mismas oportunidades que los niños para tener una curiosidad nata por los temas tecnológicos.
Lo que nos queda como país y como profesionales de la disciplina, es tratar de abrir la mayor cantidad de puertas posibles a nuestras colegas, que, en mi experiencia personal, tienen todas las capacidades que cualquier hombre pudiese tener. Asegurarnos que los ambientes de trabajo sean seguros y equitativos, para que, en un futuro, seamos una disciplina verdaderamente justa y equitativa.
Esta nota fue realizada por EL FINANCIERO.
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