Asimismo, Francesco Carella, especialista regional en migración de la OIT, enfatizó que estas mujeres migrantes enfrentan una doble vulnerabilidad, tanto por su condición de migrantes como por su género. Durante su trayecto migratorio, son víctimas frecuentes de violencia y acoso, y al llegar a su destino, sufren de hipersexualización, además de enfrentarse a una sobrecarga de responsabilidad por el trabajo doméstico y de cuidado no remunerado, especialmente si migran en familia.
Carella mencionó el caso de las mujeres migrantes venezolanas, que representan más del 50% de los más de 6,5 millones de personas que han salido del país en los últimos años. Aunque suelen tener un perfil más cualificado que los hombres, enfrentan dificultades para acceder a oportunidades laborales acordes con su formación, terminando muchas veces en empleos para los cuales están sobrecualificadas.
Trabajo forzoso
La OIT también alertó sobre el riesgo de trabajo forzoso al que están expuestas las personas migrantes, con un riesgo tres veces mayor que las personas no migrantes. Según Moreira, los beneficios ilegales derivados del trabajo forzoso de migrantes alcanzan los 37.000 millones de dólares, siendo la explotación sexual comercial forzada, a la que están más expuestas mujeres y niñas, una de las principales formas de explotación.
Un informe reciente de Médicos Sin Fronteras reveló un preocupante aumento en las agresiones sexuales a migrantes en el paso por la selva del Darién, que separa Colombia y Panamá, una ruta que más de medio millón de personas utilizaron en 2023. Este dato pone de relieve la urgencia de abordar adecuadamente los desafíos que enfrentan las mujeres migrantes en la región.
FUENTE: Con información de AFP