Justo cuando el mundo pareciera haber evolucionado, la violencia de género todavía se hace presente como un bache que entorpece el camino hacia una sociedad moralmente avanzada. Si bien, hasta hace relativamente poco, esta problemática solía hallarse entre el listado de tabúes que diariamente colocan a las mujeres y niñas en situación de riesgo, hoy en día rompe con la etiqueta de enemigo silencioso, para situarse abiertamente en el dominio público.
Volviéndose tema de vital importancia ante la búsqueda de equidad en cuanto a derechos humanos se refiere, concientizarnos sobre su existencia y aprender a reconocerla, también suma a la causa, erigiéndose como acciones fundamentales para esta ardua lucha que hoy en día sigue preocupando al feminismo.
Por ello, el día de hoy exploramos brevemente aquellos casos más recientes de violencia de género que están dando de qué hablar, cuya problemática central no debería salir de la mira hasta resolverse de raíz.
“Qué la vergüenza cambie de lado”: el Caso Pelicot
A principios de septiembre del 2024, el caso de la francesa, Gisèle Pelicot, no solo conmocionó a Francia, también enardeció el debate sobre la violencia masculina como un problema sistemático que permea en distintos ámbitos, afectando a mujeres de todas las edades y en todo el mundo.
Y es que tras haber sido drogada por su propio esposo en repetidas ocasiones, con el fin de dejarla inconsciente y, así, permitir que fuera violada por decenas de hombres durante poco más de una década, una vez más se abre el debate sobre la seguridad de las mujeres en sus propios hogares y frente a personas que parecieran ser de su entera confianza.
Con la valiente decisión de mostrar su rostro públicamente y mantener el juicio con acceso abierto, Gisèle Pelicot se ha convertido en un símbolo de resistencia contra la violencia sexual normalizada que durante años ha venido aquejado a millones de mujeres en distintas épocas y desde múltiples culturas.
He ahí que la frase “Que la vergüenza cambie de lado”, ha servido como estandarte, a manera de poderoso recordatorio y llamado de lucha, no solo para la propia Gisèle, también para crear una conciencia social que realmente señale y condene a quienes deben pagar las consecuencias de sus actos como perpetradores de violencia, y así liberar del yugo a las víctimas que injustamente cargan con la culpa sobre los hombros.
El enemigo en casa: la violenta partida de Rebecca Cheptegei
A poco tiempo de haberse celebrado los Juegos Olímpicos de 2024, el deceso de la atleta ugandesa, Rebecca Cheptegei, llamó la atención del mundo más allá del deporte. Se trató de un ataque de parte de su expareja, Dickson Ndiema Marangach, quien irrumpió en la casa de la deportista mientras ésta se encontraba en la iglesia con sus hijas, para sorprenderla a su regreso con un ataque que le causaría la muerte, luego de arrojarle cinco litros de combustible y prenderle fuego.
Tristemente, una situación que no solo se suma al fallecimiento de otras atletas como Agnes Tirop en 2021 y Damaris Mutua en 2022, cuyas parejas fueron identificadas como los principales sospechosos; también se enlista entre los muchos casos de violencia doméstica que, según estadísticas e informes gubernamentales, sufren casi 34% de las niñas y mujeres entre los 15 y 49 años en Kenia, lugar donde Cheptegei vivía y entrenaba.
Sin duda, un caso que una vez más etiqueta la violencia doméstica como un delito generalizado que pone en peligro la vida y que afecta a miles de mujeres, debido a su carácter coercitivo y controlador por parte de parejas y ex parejas.
El silencio de las mujeres afganas: un oscuro panorama
Son dos años los que ya se han cumplido desde que el régimen Talibán llegó por segunda vez al poder en Afganistán, pero el retroceso social pareciera completamente abismal.
Porque después de la toma de poder, los talibanes rápidamente hicieron sentir su control, en especial sobre las niñas y mujeres afganas, restituyendo e imponiendo la sharía como el sistema legal y código de conducta absolutos. Una doctrina que si bien pareciera mantener cierto rigor al ser la base del derecho islámico, realmente está sujeta a múltiples interpretaciones, las cuales no siempre juegan a favor de los derechos humanos femeninos, perpetuando así la violencia disfrazada de rasgo religioso y cultural.
Desde restringir el acceso de las mujeres a la educación, el trabajo y el libre tránsito; hasta mermar su libertad de expresión y proceder, son solo algunos de los muchos atropellos que ponen el tema bajo el escrutinio global, convirtiéndolo en un asunto de violencia de género al cual prestarle total atención. Y sobre todo ahora, que las mujeres afganas se encuentran dispuestas a luchar por aquellos derechos que saben que les corresponden.
La violencia machista: el inquilino perpetuo en ‘La Casa de los Famosos’
Si algo es un hecho, es que la reciente edición del programa de televisión mexicana, ‘La Casa de los Famosos’, ha dado de qué hablar debido a sus repetidas polémicas relacionadas con la violencia de género. Porque cierto es que en medio de insultos y amenazas que parecieran de ‘poca importancia’, el reality show continúa perpetuando la normalización de conductas violentas machistas.
Entre los últimos ejemplos surge el comentario del concursante Adrián Marcelo, quien después de que una de las concursantes fue expulsada durante la sexta gala de nominaciones, aprovechó para exclamar : “una mujer menos para maltratar”. Una frase que si bien muchos tacharían como sarcasmo, realmente deja ver entre líneas el tipo de pensamiento que conforma el tejido social del país. Porque, aunque ciertamente se trata de un mero producto de entretenimiento, poner bajo la lupa este tipo de programas televisivos y, sobre todo, condenar cualquier acto de discriminación y violencia expresado a través del contenido que consumimos, se vuelve fundamental para construir sociedades cada vez más empáticas, respetuosas y conscientes.
Finalmente, podemos concluir que aunque estamos conscientes de que exponer y analizar la violencia de género de manera breve, a través de este pequeño artículo, pudiera parecer insuficiente, podemos asegurar que no solo abre la mira y escucha ante los temas que realmente importan, también convoca un cambio desde nuestra propia trinchera, pues romper con el silencio siempre será el punto de partida más fuerte para frenar la violencia.