Mujeres: víctimas silenciadas de la dictadura de Pinochet

Tras 46 años del golpe de estado contra Allende en Chile se publicó el libro: Así se torturó en Chile (1973-1990). Éste recopila los episodios de horros que sufrieron las víctimas silenciadas de la dictadura: las mujeres.

Los crímenes de guerra, incluidas las violaciones, han sido utilizadas a lo largo de los años como un medio de dominación y tortura tanto psicológica como física.

Las violaciones y abusos sexuales sirven como herramientas o partes de estrategias militares en la Primera Guerra Mundial, Segunda Guerra Mundial y otros conflictos armados, estos crímenes a menudo son catalogados como delitos de guerra, atentados contra la humanidad o crímenes de lesa humanidad.

“Los crímenes de lesa humanidad son actos inhumanos de carácter gravísimo, tales como el asesinato, la tortura o la violación, cometidos como parte de un ataque generalizado o sistémico contra la población civil por razones nacionales, políticas, étnicas, raciales o religiosas”. (Vía: De la violación y otras graves agresiones a la integridad sexual)

Con esto en cuenta, no nos resultan extraños los testimonios de violación registrados en el libro Así se torturó en Chile (1973-1990).

Casi todas las mujeres que fueron torturadas en Chile desde el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 -hace 46 años-, sufrieron también violencia sexual, sin distinción de edad. Al menos unas 316 fueron violadas, entre ellas 11 que estaban embarazadas.” (Vía: El País)

Estas agresiones también se practicaron en contra de mujeres embarazadas y menores de edad. En la nota especial de El País se puntualiza qué:

Del total de las víctimas que declararon en la Comisión Nacional sobre Prisión Política y tortura entre 2003 y 2004 un 12.5% eran mujeres (3.399). De ellas, 229 esperaban un hijo y algunas lo perdieron, otras dieron a luz tras ser violadas por sus torturadores, y muchas pasaron por unas sofisticadas y recurrentes torturas sexuales que incluían agresiones físicas y vejaciones en las que hacía partícipes a padres y hermanos”. (Vía: El País)

Como medios de comunicación o creadores de obras artísticas deberíamos cuestionarnos si replicar o escribir escenas de violaciones es ético o se trata de un modo de consumo y morbo acerca de la violencia sexual.

Sólo pensemos en las notas sobre violencia sexual en las que se filtran los reportes emitidos por la Procuraduría General de Justicia (PGR), se trata se una violación de privacidad que, además, interrumpe los procesos de investigación de la institución.

¿Por qué sería distinto con las obras literarias, incluidas las históricas?, ¿existe una forma adecuada de rememorar estos crímenes sin apegar al morbo sino al sentido de justicia y visibilidad?

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