Ciencia y Género: “Las diferencias biológicas dan riqueza a la ciencia”

Hay una anécdota que cuenta la doctora en física Julia Tagüeña, directora adjunta de Desarrollo Científico del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt): En la historia de la ciencia, las mujeres siempre tuvieron algún hombre que las apoyó en su trabajo; cuando al científico Pierre Curie le dijeron que lo nominarían a la lista del Premio Nobel, él respondió que aceptaría siempre y cuando incluyeran a Marie Curie.

Era 1903, a Pierre y Marie Curie los reconocieron con el Premio Nobel de Física por su trabajo sobre el fenómeno de radiación. Ella fue la primera mujer que recibió este galardón. A más de cien años de este hecho, permanece la diferencia de género entre los investigadores e investigadoras en Iberoamérica.

En junio pasado, en México se publicaron en el Diario Oficial de la Federación reformas a los artículos 2, 12, 14 y 42 de la Ley de Ciencia y Tecnología que promueven la participación equitativa y sin discriminación entre mujeres y hombres en todos los ámbitos del Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación.

Las reformas también plantean ampliar las oportunidades para las mujeres en educación, formación y consolidación de recursos humanos para la ciencia.

Al respecto, la doctora Tagüeña aseguró en diversos medios de comunicación que si no se permite a las mujeres que participen en actividad científica, se omite el 50 por ciento del talento a la humanidad.

“Los hombres y mujeres tenemos posiciones y diferencias biológicas, y esta riqueza aporta a la ciencia porque la mujer puede ver desde otro ángulo, sin que se piense que la ciencia tiene género”.

En México, hasta el 2012 había casi 20 mil personas inscritas en el Sistema Nacional de Investigadores, donde más del 65 por ciento eran hombres, el resto mujeres.

Una de las diferencias que marcan a los investigadores en México, son los premios que otorga la Academia Mexicana de Ciencias: a los hombres se les puede reconocer a los 38 años, mientras que a las mujeres a partir de los 40.

La doctora Rosaura Ruiz, directora de la Facultad de Ciencias de la UNAM, puntualiza que falta implementar medidas para lograr equidad, “la ley abre posibilidades, pero las ideas las tenemos que dar las mujeres”.

Equidad de género, reciente

Los estudios enfocados a la mujer y la categoría de género en la investigación y educación emergieron hace dos décadas. En particular, hablar de la situación de las mujeres latinas en Ciencia y Tecnología es relativamente “reciente”, a decir de la doctora Gloria Bonder, coordinadora regional de la Cátedra Regional UNESCO, Mujer, Ciencia y Tecnología en América Latina.

La especialista plantea que en las ciencias duras la cuestión de género suele generar resistencia, porque no se acredita la necesaria legitimidad para ser aceptadas como una corriente de pensamiento que aporta nuevas concepciones a la Ciencia y Tecnología (CyT).

Ante ello, investigadoras en grupos pequeños o redes analizan la manera en que las mujeres participan en las transformaciones científico-tecnológicas, en su carácter de usuarias, receptoras o trasmisoras de conocimiento, en especial cuál es su papel en la producción de CyT, y los obstáculos que enfrentan en plena realización profesional.

Por ejemplo, María Ávila, egresada de la UNAM y doctora en bioinformática del Centro de GeoGenética de la Universidad de Copenhague, escribe en un blog de CyT que para solicitar una beca, se dio cuenta de la desventaja de ser mujer en México.

A raíz de esto, se dedicó a analizar de manera minuciosa el tema de género, y “descubrió” la disparidad de oportunidad entre hombres y mujeres en el país latinoamericano.

Ávila se basa en un dato de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES) en el nivel de posgrado en México es de 31 por ciento para mujeres.

En la UNAM –donde ella estudió- el género femenino tiene menor presencia en ciencias e ingeniería. Los programas de doctorado con menor participación de mujeres son los de físico-matemáticas, ingeniería mecánica, física y ciencias de la computación.

Además, las áreas con menor participación de docentes mujeres son en matemáticas e ingeniería con 9.5 y 25 por ciento respectivamente. En cuanto a los ingresos, en promedio son 10 por ciento inferiores a los de investigadores varones.

A nivel regional

En las últimas dos décadas, diversas instituciones de Iberoamérica han realizado estudios sobre el tema de ciencia y género. Dan a conocer que la tendencia en la región es hacia una mayor presencia de mujeres que ingresan a las carreras de CyT, y el rendimiento es igual o superior al de los varones.

Sin embargo, en uno de los estudios hechos sobre el tema, —el de Judith Zubieta y María Luisa Rodríguez, autoras de Los Estudios sobre la Equidad de Género en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)—, se explica que las diferencias de género aparecen en el momento de ingresar a estudiar el doctorado y posdoctorado.

Especialmente si ello conlleva a salir del país de origen, ir al extranjero para estudiar y si las mujeres están casadas y tienen hijos. También identifican que la mayor desigualdad aparece durante la carrera profesional, en particular en términos de acceso a recursos de distinto tipo, y en la participación en los más altos niveles de toma de decisión.

El estudio indica que en su mayoría las mujeres se dedican a la investigación y docencia en universidades y centros de investigación, mientras los hombres se desempeñan en el ámbito privado, donde obtienen mejores salarios.

Y en la investigación “Equidad de género en Ciencia y Tecnología en América Latina” perciben varias investigadoras rechazan la existencia de restricciones para el ejercicio, y aseguran que ellas no han vivido tales situaciones.

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