Día de la Jus­ti­cia So­cial: El co­mer­cio jus­to, res­pues­ta in­te­gral con­tra la po­bre­za

Como ejem­plo de ello, el es­tu­dio ana­li­za los be­ne­fi­cios que el Co­mer­cio Jus­to ge­ne­ra para las mu­je­res de la or­ga­ni­za­ción ar­te­sa­na BaSE de ese país asiá­ti­co, que se de­di­can a la pro­duc­ción de ces­tas de yute, ar­tícu­los de tex­til, de­co­ra­ción y cal­za­do.

Sus tra­ba­ja­do­res y tra­ba­ja­do­ras, or­ga­ni­za­dos en 17 gru­pos de pro­duc­ción en dis­tin­tas zo­nas del país, ob­tie­nen una re­mu­ne­ra­ción de unos 10.000 ta­kas (unos 4,40 dó­la­res al día), lo que les per­mi­te man­te­ner una vida dig­na y que su­po­ne el do­ble del sa­la­rio mí­ni­mo le­gal en el país, fi­ja­do en 5.000 ta­kas (1,80 eu­ros al día). Ade­más, BaSE fa­ci­li­ta a las tra­ba­ja­do­ras ser­vi­cios bá­si­cos como sa­lud, edu­ca­ción o cré­di­tos.

En Ban­gla­desh —un país con un 40% de su po­bla­ción en la po­bre­za— pese al au­men­to de la ex­por­ta­ción de tex­til (que su­po­ne el 80% de sus ex­por­ta­cio­nes to­ta­les) la po­bre­za no se ha re­du­ci­do en la mis­ma me­di­da, en­tre otros fac­to­res, por­que el cre­ci­mien­to se ha he­cho en base a com­pe­tir en ba­jos sa­la­rios y con es­ca­sas ins­pec­cio­nes la­bo­ra­les.

En todo el mun­do exis­ten más de 1.500 or­ga­ni­za­cio­nes pro­duc­to­ras de Co­mer­cio Jus­to, en­tre las que hay una gran di­ver­si­dad. Al­gu­nas de ellas, como BaSE, es­tán di­ri­gi­das a per­so­nas en si­tua­ción de es­pe­cial vul­ne­ra­bi­li­dad.

La po­bre­za glo­bal en ci­fras

La po­bre­za es una reali­dad com­ple­ja, con­se­cuen­cia de múl­ti­ples cau­sas y que ofre­ce dis­tin­tas ca­ras. Una de las más evi­den­tes, el ham­bre, ha cre­ci­do en los úl­ti­mos tres años. Ac­tual­men­te afec­ta a una de cada nue­ve per­so­nas en el mun­do. Asi­mis­mo, se­gún Na­cio­nes Uni­das, más de 800 mi­llo­nes de per­so­nas vi­ven con me­nos de 1,25 dó­la­res al día, mu­chas ca­re­cen de ac­ce­so a ali­men­tos, agua po­ta­ble o sa­nea­mien­to ade­cua­dos.

Por otra par­te, la po­bre­za ex­tre­ma afec­ta al 11% de la po­bla­ción mun­dial. Otra de las ca­ras es la pre­ca­rie­dad la­bo­ral. La OIT cal­cu­la que casi un ter­cio de la cla­se tra­ba­ja­do­ra mun­dial vive en la po­bre­za. Una reali­dad que su­fren de ma­ne­ra es­pe­cial a las mu­je­res. En todo el mun­do, ellas re­gis­tran un Índi­ce de Desa­rro­llo Hu­mano más bajo que los hom­bres. La bre­cha sa­la­rial de gé­ne­ro en todo el mun­do se si­túa en el 23%. Jun­to a ello, el 74% de las per­so­nas que vi­ven en la po­bre­za su­fren de for­ma di­rec­ta los efec­tos de la de­gra­da­ción de la tie­rra.

El in­for­me pu­bli­ca­do por la Coor­di­na­do­ra ha con­ta­do con fi­nan­cia­ción de la Unión Eu­ro­pea.

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