Por primera vez en la historia moderna de México, más de la mitad de los cargos públicos en el Gobierno federal, un 51.05%, son ocupados por mujeres, según cifras recabadas por el monitor de paridad de la Secretaría de la Función Pública (SFP) del país latinoamericano.
De acuerdo con el mapa Mujeres en la Política 2023, elaborado por la Organización de las Naciones Unidas enfocada en las mujeres (ONU Mujeres), México ocupa el lugar 26 a nivel mundial de ministras en el gabinete. Concretamente, de las 19 secretarías de Estado existentes en el país, nueve son dirigidas por mujeres, casi la mitad.
En tanto, la Cámara de Diputados se ocupa en una proporción del 50% por mujeres (250 de un total de 500 legisladores son mujeres) y en un 50,4% en el senado, con un total de 64 mujeres en sus 128 escaños, lo que convierte a ese país en el quinto con mayor porcentaje de mujeres en el parlamento federal.
Además, de cara a las elecciones presidenciales de 2024, dos de los nombres más fuertes para protagonizar los comicios son mujeres: Claudia Sheinbaum, por el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), y Xóchitl Gálvez, que de acuerdo con medios nacionales encabeza la carrera por la candidatura de la oposición, en alianza desde sus principales fuerzas partidistas, los partidos Acción Nacional (PAN), Revolucionario Institucional (PRI) y de la Revolución Democrática (PRD).
Si bien, por números, podríamos decir que en México existe una representación femenina dentro de la esfera política, para la investigadora de tiempo completo Núñez, activa en el Centro de Investigaciones y Estudios de Género (CIEG) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), no es verdad que en general la política en México experimente un tiempo de mujeres.
De acuerdo con la estudiosa en temas de género, las mujeres que tienen acceso a puestos como secretarías de Estado o una curul en el Congreso de la Unión son en su mayoría quienes han tenido acceso a educación universitaria y que gozan privilegios de los que la mayoría carece.
«Estas mujeres son de cierto color de piel, con cierta experiencia de vida, con acceso a universidades (…) y muy pocas de esas mujeres son mujeres indígenas politizadas, precisamente por las desigualdades sociales», indica la investigadora.