Hace unos días, un estudio científico publicado en Current Biology reveló que las hembras delfines tienen un clítoris “grande y funcional” que les permite sentir placer. Las autoras de este estudio explican, como cuenta este reportaje, que solo había descripciones generales del clítoris, pero ninguna investigación detallada sobre el sexo de las hembras delfines. “En general, sabemos muy poco de la sexualidad de las hembras en la naturaleza, comparado con los machos. Se debe a que típicamente había más investigadores hombres y las preguntas que se hacían eran diferentes. Ahora, con más representación de mujeres en la ciencia, pueden empezar a cambiar las preguntas para entender mejor la biología”, decía Patricia Brennan, una de las investigadoras.
Que este tipo de estudios involucre también a las hembras va mucho más allá de conocer datos curiosos sobre las especies con las que compartimos el planeta, dice la bióloga de vida silvestre Bárbara Escobar Anleu. “En el caso, por ejemplo, de la conservación de especies. Entre más información exista tanto de machos como de hembras, más datos tendremos para saber actuar, pero si seguimos asumiendo que lo que ocurre con los machos es igual en ambos géneros, estamos desaprovechando conocimiento”, explica por teléfono desde Guatemala, donde trabaja para la ONG internacional Panthera, que se dedica a la conservación del jaguar y otros felinos silvestres.
Aunque las mujeres han aportado al campo de la ornitología desde hace siglos, solo hasta hace décadas, como lo señala este análisis de mujeresconciencia.com, han irrumpido con fuerza en esta disciplina. “Sus hallazgos actuales ponen de manifiesto cómo la diversidad entre los investigadores puede mejorar la forma de hacer ciencia. Un ejemplo de estos sesgos inherentes a los equipos de trabajo que impregnan el desarrollo de la investigación es el que ha prevalecido en el estudio del canto de las aves”, señala la publicación.
“Han sido los equipos liderados por mujeres los que han permitido conocer que al menos el 70% de aves hembras también cantan. No se sabía antes, en parte, porque la ciencia ha asumido casi todo desde una perspectiva androcéntrica. El sexo femenino es poco estudiado en todas las especies, incluida la nuestra”, dice la bióloga Escobar Anleu. Si el canto está presente en ambos sexos de una especie, surgen nuevas preguntas que resultan clave para la conservación del medio ambiente. “¿Están las cantoras concentradas en hábitats particulares? ¿Se quedan en el mismo nido todo el año? ¿Qué grupos de aves tienen los repertorios más complejos?”. Todavía, como lo plantea mujeresconciencia.com, queda mucho por saber sobre esta y otras especies y la presencia de mujeres en las investigaciones para darle respuesta a estos interrogantes es fundamental.
Las oportunidades para que las mujeres estudien y se conviertan en científicas en América siguen siendo insuficientes. “Hay muchas barreras antes de poder liderar una investigación con enfoque de género, partiendo de las limitadas oportunidades que tienen niñas y mujeres para estudiar y luego el sesgo de que ciertas carreras científicas son para hombres”, dice la bióloga guatemalteca. Ella reconoce que sus privilegios le han permitido desarrollarse como científica y sabe que es una excepción para Centroamérica, donde los embarazos adolescentes marginan a las mujeres de la academia y los limitantes económicos minimizan las posibilidades de estudiar una carrera profesional. Testimonios como el suyo pueden inspirar y abrir camino a las mujeres que vienen detrás.
Esta nota fue realizada por EL PAÍS.
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