Necesario, impulsar participación de mujeres en sector agro

De acuerdo con la ONU, la participación de las mujeres en actividades productivas es fundamental para el crecimiento de la economía.

Datos del Fondo Monetario Internacional indican que más de 820 millones de personas en el mundo vivían con hambre o inseguridad alimentaria antes de que estallara la pandemia de Covid-19. Sin las intervenciones de política llevadas a cabo, se calcula que la disminución de los ingresos y el aumento de los precios de los alimentos en 2020 hubieran elevado, respectivamente, en 62 millones y 4 millones el número de personas que padecen hambre en el mundo. En América Latina y El Caribe a pesar de las políticas de apoyo a los ingresos y la alimentación, la incidencia de la inseguridad alimentaria moderada o grave aumentó 6.5 puntos porcentuales con relación a 2019.

En este sentido, el sector agro está a cargo de un reto vital: disminuir el hambre en el planeta mediante mejores prácticas agrícolas que protejan los recursos naturales para garantizar la seguridad alimentaria de la sociedad. Dicho reto está marcado en el segundo Objetivo de Desarrollo Sostenible, “Hambre Cero”, y las mujeres son imprescindibles para lograrlo.

De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), en comparación con 2019, alrededor de 14 millones de personas más se vieron afectadas por el hambre en América Latina en 2020. Hoy 9.1% de la población de la región padece hambre y en zonas rurales, la situación es menos alentadora, debido a que las mujeres acceden a menos servicios y activos productivos, en relación con los hombres. Además, reciben menores salarios y trabajan una mayor cantidad de horas no remuneradas. Por lo tanto, se ven más afectadas, lo que aumenta su riesgo de inseguridad alimentaria. Según la FAO, en 2019 ya se apreciaba que la inseguridad alimentaria afectaba a 20 millones más de mujeres que de hombres.

Derivado de estos datos, los pronósticos apuntan a que la producción agrícola mundial tendrá que aumentar alrededor de 50% en 2050 para hacer frente a la ascendente demanda de alimentos de una población mundial creciente y cambiante, mejorando las oportunidades de acceso a la tierra, financiamiento y capacitaciones para las mujeres como un reto que debe vencerse a la brevedad y una obligación que todos los miembros del sector deben asumir para asegurar, por un lado, la seguridad alimentaria global y por el otro, certidumbre sobre su desarrollo económico y social ya que según la FAO, la producción agrícola en los países en desarrollo aumentaría entre 2.5% y 4% y el número de personas desnutridas en el mundo disminuiría aproximadamente entre 12% y 17%, sólo si las mujeres tuvieran el mismo acceso a la tierra que los hombres, explicó Liz Gómez, gerente comercial de la Zona Sur para Yara México.

Cabe destacar que según la FAO, las mujeres constituyen el 43% de la mano de obra agrícola del mundo, sin embargo, menos del 20% de quienes poseen tierras en todo el mundo son mujeres, por ello, desde Yara afirman que si se quiere aumentar la competencia, la equidad y la sostenibilidad de los sistemas agroalimentarios, la recuperación debería incorporar aspectos más transformacionales que tomen en cuenta el papel de la mujer rural en el campo, y que le brinden las mismas oportunidades de financiamiento, capacitación, y comercialización para mejorar sus economías. Las Naciones Unidas estiman que reducir la brecha en las tasas de participación de la fuerza laboral, entre hombres y mujeres, en un 25% para el año 2025, podría aumentar el PIB mundial en un 3.9 por ciento.

“El primer paso hacia el empoderamiento de las mujeres y su plena participación en el desarrollo rural y las estrategias de seguridad alimentaria es la recopilación y el análisis de datos desagregados por género para comprender las diferencias de roles en la producción de alimentos y cultivos comerciales, así como el control diferencial gerencial y financiero de hombres y mujeres sobre la producción, almacenamiento y comercialización de productos agrícolas”, comentó Liz Gómez.

Como empresa del sector agro, comprometidas con el desarrollo social y humano de cada uno de las y los agricultores locales, Yara comprende las diferencias de roles que hombres y mujeres tienen en la cadena de producción alimentaria con la intención de realizar un trabajo colaborativo con los héroes y heroínas de la alimentación para garantizar la seguridad alimentaria e impulsar la igualdad de oportunidades para ambos y aunque las mujeres cada vez toman mayor participación en el sector agro, la firma, como parte de su responsabilidad y compromiso de otorgarles un mejor futuro, desarrolla capacitaciones, programas y herramientas para que posicionen su liderazgo y empoderamiento en la industria:

En 2019 impulsaron un taller con las mujeres de la Alianza de Mujeres de Café (IWCA por sus siglas en inglés), donde a través de conferencias acompañaron a las agricultoras a mejorar sus prácticas, con la intención de mejorar sus cultivos con menores recursos. Los temas que se abordaron fueron los aspectos de una taza de café de especialidad, el proceso de catación, el tueste, los diferentes procesos del café y el manejo óptimo del cultivo para obtener la mejor calidad.

A través de Yara Champion Coffee, de la cual se llevan cinco ediciones continuas, la empresa ha exaltado las mejores prácticas de cada productor ya que se premia la disciplina y el compromiso de las y los agricultores mexicanos que están detrás de una taza de café de especialidad. “Me gustaría destacar que el número de mujeres ha aumentado con cada edición. En 2017 contamos con la participación de cinco mujeres de un total de 28 participantes mientras que para 2021 contamos con 25 mujeres caficultoras de un total de 91 participantes, es decir, aumentamos de un 18% de participación femenina a un 27% y pretendemos que cada vez sean más las mujeres que conformen parte de estas iniciativas”, destacó Liz, Gómez, gerente comercial de la Zona Sur para Yara México.

A nivel interno, Yara tiene la meta de aumentar el porcentaje de mujeres que conforman su equipo. En septiembre del este año de las contrataciones realizadas, el 55% fueron de mujeres, al considerar que mediante las oportunidades laborales igualitarias para hombres y mujeres se puede cerrar la brecha de género que el sector requiere.

De acuerdo con la ONU, la participación de las mujeres en actividades productivas es fundamental para el crecimiento de la economía de cualquier país. Tan solo en México, si las mujeres participaran a la misma tasa que los hombres, el ingreso per cápita sería 22% más alto, mucho más de lo que se ve en otros países de la OCDE. Además, al implementar políticas para aumentar la tasa de participación laboral de las mujeres en 0.6% al año (en línea con lo observado en España, Irlanda y Chile), se contribuiría a la eliminación de la brecha de género en la participación laboral y llevaría a un crecimiento económico de 0.4% anual.

Con base en los datos anteriores, podemos revisar que el sector agro no es el único en el que tradicionalmente los liderazgos han sido ocupados en su mayoría por hombres. Esto hace revisar los retos en la industria por brindar a hombres y mujeres las mismas posibilidades en el acceso a la tierra para no sólo mejorar sus posibilidades económicas sino mejorar el desarrollo social de todo el país.

“Lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y las niñas es una meta que nos planteamos como industria, alineados al Objetivo número 5 de Desarrollo Sostenible. Sabemos que el camino ha sido complejo por las tradiciones y normas sociales en las que hombres y mujeres han estado, sin embargo, tenemos completa confianza en que la brújula que nos guía es la más adecuada para tener impactos positivos tanto en la vida de las productoras como en la de la economía nacional”, apuntó Liz Gómez.

Finalmente, desde Yara, aseguran que uno de los pilares para transformar el campo mexicano es contar con la participación de más jóvenes, quienes pueden conjuntar los conocimientos heredados de sus generaciones antecesoras con las nuevas herramientas tecnológicas con las que se cuentan para inyectarle al campo un toque de frescura que obtenga como resultado: más y mejores cultivos, cuidado del medio ambiente y un futuro económico rentable, para lo que es necesario contar con un incremento de participación de más mujeres jóvenes en la industria agrícola que encuentren el mismo acceso a la tierra y a la información que sus pares masculinos. Es necesario que éstas cuenten con apoyos institucionales de compañías con los mismos objetivos ambientales y sociales para conseguir los impactos deseados.

De acuerdo con un estudio reciente de Girls With Impact, el 60% de la generación Z quiere formar parte de un proyecto que cree soluciones y marque una diferencia positiva en el mundo. Es por ello que, el futuro que de las mujeres en el campo es uno en el que, con el apoyo de las empresas del sector, tomen papeles de liderazgo para seguir transformando las prácticas agrícolas y asegurando la seguridad alimentaria.

Desde Yara buscan seguir acompañar e incentivare el relevo generacional en el agro para que más jóvenes encuentren en el sector un futuro sostenible en el cual puedan explotar sus capacidades y talento, para fomentar una agricultura inteligente que permita alimentar al mundo de manera responsable con el cuidado del planeta como prioridad.

Esta nota fue realizada por EL ECONOMISTA.
Aquí puedes leer la original: https://www.eleconomista.com.mx