Gran parte del éxito de Islandia para cerrar la brecha de género tiene que ver con la voluntad política para establecer una estrategia pública nacional clara, integral, coordinada y efectiva que promueva el respeto y equidad en los derechos de las mujeres, quienes históricamente han enfrentado discriminación y desigualdad.
En México y el mundo es indiscutible la desigualdad que existe entre hombres y mujeres en el acceso de oportunidades económicas, laborales, educativas, sociales, culturales y políticas (CEPAL, 2018). Sin embargo, esta brecha de género no es igual entre todos los países. De acuerdo con el Índice Global de Brechas de Género del World Economic Forum (WEF 2020), -el cual mide el acceso a la educación, la brecha salarial, la esperanza de vida y la representación política de las mujeres- Islandia, Noruega y Finlandia son los países que encabezan la lista de los más igualitarios. Por su parte, México se posiciona en el sitio 25 de entre 153 países.
Durante nueve años consecutivos, la isla escandinava encabezó el honroso primer lugar en igualdad de género, mérito asegurado por la lucha constante de los islandeses, la cual se ha traducido en múltiples reformas legislativas y cambios institucionales a favor del equilibrio entre géneros. Aspectos como la solidaridad y cohesión de las mujeres en la batalla por la igualdad, la ocupación de cargos de poder por parte de mujeres, así como el apoyo de los hombres para ser corresponsables en la toma de decisiones y en fomentar la igualdad de género, son factores que han contribuido significativamente al avance de este país en la igualdad de género (WEF 2021).
La historia feminista reciente de Islandia comienza con la huelga del 24 de octubre de 1975, día en que cerca del 90% de las mujeres del país interrumpieron sus labores para manifestarse y exigir las mismas oportunidades que tienen los hombres. Poco después, en 1980, Islandia elige democráticamente por primera vez en el mundo a la primera Jefa de Estado mujer, Vigdis Finnbogadottir, hecho que marcó la historia del feminismo.
Gran parte del éxito de Islandia para cerrar la brecha de género tiene que ver con la voluntad política para establecer una estrategia pública nacional clara, integral, coordinada y efectiva que promueva el respeto y equidad en los derechos de las mujeres, quienes históricamente han enfrentado discriminación y desigualdad. Algunas de las acciones que el gobierno islandés ha impulsado para equilibrar la balanza de género son:
Empresas
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- Por ley, las empresas tienen la obligación de que las mujeres representen, como mínimo el 40% de los empleados, porcentaje que también se tiene que ver reflejado en el número de mujeres que conformen las juntas directivas.
- Deben realizar encuestas periódicas para conocer la satisfacción de los empleados en términos de igualdad de género y respeto a los derechos de las mujeres (Serrano 2019).
- Deben presentar cada dos años un plan de igualdad de género detallado que describa la manera en que las corporaciones fomentan la igualdad.
- Tienen la obligación de certificar que los salarios que se pagan a hombres y mujeres, que desempeñan las mismas actividades, sea el mismo. En caso de no cumplir con dicha obligación las empresas serán sujetas a multas y sanciones.
Educación
- En la educación de los niños también hay acciones por la igualdad de género. En el modelo educativo islandés, a través de métodos de enseñanza probados, se prepara a las niñas a ser fuertes, poderosas e independientes, se trabaja en su autoestima y confianza. A los niños se les inculcan aspectos que tienen que ver con la solidaridad, el compañerismo, la comunicación, cooperación y sensibilidad a la igualdad de género y derechos de las mujeres.
Permiso de paternidad de tres meses
- Un acierto en el modelo islandés para la igualdad de género fue elevar el permiso de paternidad a tres meses. Cuando en el hogar llega un hijo recién nacido, generalmente es la madre quien se ausenta de su empleo para hacerse cargo de la nueva logística familiar, los papás están exentos de estas obligaciones y, por tanto seguirán dedicándole más tiempo a su trabajo. Con esta iniciativa, se apostó a un cambio de actitudes y roles de género para equilibrar la vida laboral con la familiar entre hombres y mujeres (Comisión para la Igualdad de Género del Ayuntamiento de Reikiavik, 1998).
La experiencia de otros países demuestra que es posible disminuir las brechas de género. Aunque el contexto y nivel de desarrollo de México es muy diferente al de Islandia, si la ciudadanía sigue impulsando y exigiendo el respecto a los derechos humanos y la no discriminación hacia las mujeres y, los tomadores de decisión tienen la voluntad para hacer las reformas pertinentes, sin duda se observarán cambios reales en la igualdad de género en México.
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