Dentro de las obras literarias que son de su autoría se encuentran El pasado que te espera; El inventor de viajes y La leyenda de las mareas mansas, entre otras.
Irene Vallejo, quien abarrotó la Sala Nezahualcóyotl de la UNAM al sur de la Ciudad de México, nació en la ciudad de Zaragoza, España, en el año de 1979.
Es Doctora en Filología Clásica por la Universidad de Zaragoza y ha obtenido diversos premios en el campo de la literatura, de los cuales, el más actual fue el Premio Nacional de Ensayo 2020 por su libro “El Infinito en un Junco”.
Dentro de las obras literarias que son de su autoría se encuentran El pasado que te espera; El inventor de viajes; La leyenda de las mareas mansas; El silbido del arquero; El manifiesto por la lectura; entre otros.
Su campo de estudio académico principal es la evolución del idioma a través de las regiones geográficas y a través de los siglos.
Dentro de las críticas que esta escritora ha realizado son a partir de su conocimiento como filóloga ya que denuncia el clasismo que hay dentro del lenguaje.
En diversas ocasiones, Vallejo ha señalado que es una injusticia menospreciar, a través del mismo idioma, a un sector de la población que no lo sepa leer ni escribir cuando sí saben hablarlo. De igual forma esta escritora ha colaborado con periódicos como el Heraldo de Aragón y el País, en donde, debido a los temas de actualidad que mezcla con temas del mundo antiguo, ha logrado redactar dos libros recopilatorios de sus columnas en dichos diarios.
Asimismo, Irene ha recibido diversos premios y reconocimientos dentro de los cuales se encuentran el Premio de Literatura José Antonio Labordeta en el año de 2020, Premio Aragón 2021, Premio Heraldo 2021 a los Valores Humanos y el Conocimiento, entre otros más.
SALA NEZAHUALCÓYOTL
El 30 de marzo, la filóloga española acudió a la Sala Nezahualcóyotl ubicada en Ciudad Universitaria en donde, dentro de una plática con un lleno total, ponderó al libro como un contenedor de historias, conocimiento, aventuras y también oscuridades.
“En los libros se encuentran las mejores virtudes, pero también nuestros peores defectos. Los libros son la expresión de una libertad que, a veces, también se plasma en discursos de discriminación, de odio y en esa dualidad; en esos claroscuros se mueve este objeto fascinante que es el testigo de lo que somos y de lo que hemos sido”, señaló Vallejo.
De igual forma la escritora española aprovechó para defender la presencia de la mujer en el mundo del libro, pues asegura que debido a las tradiciones establecidas no hay eruditos o profesores que, una vez muertas estas escritoras, las recuerden.
“Esa especie de volatilización permanente ha hecho que falte la convicción, la certeza de luchar contra una tradición hostil contra las mujeres: es cierto que nos constituye esa tradición, pero al mismo tiempo sabemos que muchas fueron expulsadas de ese canon. El libro es un homenaje a ellas, un homenaje a mi madre y a las mujeres de la oralidad que nunca llegaron a leer y a escribir”, apuntó la filóloga.
Por último, al finalizar la charla dentro del recinto universitario y a pesar de la alta afluencia de personas en el lugar, Irene Vallejo permaneció alrededor de tres horas firmando ejemplares a lectores de diversas edades que acudieron a escucharla.
Un volumen recoge el recorrido feminista y activista contra el racismo de la poeta y ensayista estadounidense, fallecida en 2021. ‘Babelia’ adelanta un capítulo del libro que sale hoy a la venta.
En la comunidad negra del sur en la que crecí, “contestar” o “ser respondona” significaba hablar de igual a igual a una figura de autoridad. Significaba atreverse a estar en desacuerdo y, a veces, sencillamente osar tener una opinión. En la “vieja escuela” se suponía que a los niños se les veía, pero no se les oía. Mis bisabuelos, abuelos y padres eran de la vieja escuela. Si eras un niño, hacerte oír era invitar al castigo, al tortazo, al bofetón que te pillaba desprevenido o a la quemazón de los varazos en los brazos y en las piernas.
Hablar cuando no te dirigían la palabra era un acto de verdadero valor, un acto arriesgado y atrevido. Y, sin embargo, era muy difícil no hablar en estancias caldeadas donde las discusiones encendidas comenzaban ya al alba, con voces femeninas que inundaban el aire dando órdenes, amenazando y atosigando. Los hombres negros eran predicadores extraordinarios y destacaban en el arte de los sermones poéticos en la iglesia, pero en el templo del hogar, donde se instauraban las normas cotidianas sobre cómo vivir y cómo actuar, las que predicaban eran las mujeres negras. Allí, las mujeres negras hablaban con un lenguaje tan rico y tan poético que, para mí, no poder participar era como estar aislada de la vida, era asfixiarme hasta morir.
Es posible que, de haber sido niño, me hubieran alentado a hablar con la esperanza de que llegara a ser pastor en el futuro. Las niñas que hablaban no estaban “llamadas” a nada, nuestro discurso carecía de recompensa legítima
En ese mundo de discurso femenino (con frecuencia, los hombres permanecían en silencio; con frecuencia, estaban ausentes) nació en mi interior el ansia de hablar, de tener voz; y no una voz cualquiera, sino una voz que se pudiera identificar como mía. Para desarrollar mi voz, tenía que hablar, tenía que oírme hablar. Y hablaba. Entraba y salía de las conversaciones y los diálogos de los mayores, respondía a preguntas que no iban dirigidas a mí, formulaba pregunta tras pregunta y pronunciaba discursos. Huelga decir que los castigos por estos actos de habla parecían infinitos. El propósito de los mismos era silenciarme, silenciar al niño o, para ser más específica, a la niña. Es posible que, de haber sido niño, me hubieran alentado a hablar con la esperanza de que llegara a ser pastor en el futuro. Las niñas que hablaban no estaban “llamadas” a nada, nuestro discurso carecía de recompensa legítima. El objetivo de los castigos que recibía por “contestar” era anular toda posibilidad de que pudiera crear un discurso propio. Ese discurso tenía que ser reprimido, para dejar espacio al “discurso femenino correcto”.
En los círculos feministas se acostumbra a entender el silencio como el “discurso femenino correcto” sexista, la señal de la sumisión de la mujer a la autoridad patriarcal. Es posible que este énfasis en el silencio de la mujer evoque de manera acertada lo que ha sucedido en los hogares de las mujeres WASP* en Estados Unidos, pero en las comunidades negras (y en las comunidades étnicamente diversas), las mujeres no han permanecido en silencio. Sus voces se oyen. En el caso de las mujeres negras, nuestra lucha no ha consistido en absoluto en emerger del silencio para encontrar una voz, sino en cambiar la naturaleza y la dirección de la misma, en construir una voz que atrape a quien la oiga, una voz que sea escuchada.
Nuestro discurso, “el discurso femenino correcto”, solía ser un soliloquio, hablábamos a la nada, hablábamos a oídos que no nos escuchaban. Era un discurso no atendido. A diferencia de la voz del predicador negro cuyo discurso iba a ser escuchado, la voz de las mujeres negras (dando órdenes, amenazando, quejándose) se podía desatender, como si fuera una especie de música de fondo, audible, pero no reconocida como discurso significativo. El diálogo (el discurso y el reconocimiento compartidos) no tenía lugar entre madres e hijos o entre madres y figuras de autoridad masculinas, sino entre mujeres negras. Aún recuerdo observar fascinada cómo mi madre hablaba con su madre, sus hermanas y sus amigas. La intimidad y la intensidad de su discurso, la satisfacción que obtenían al hablar entre ellas, el placer, la alegría… Fue en este mundo de discurso femenino, de conversaciones ruidosas, de palabras airadas, de mujeres de lengua rápida y afilada, de mujeres de lengua tierna y dulce, de mujeres que tocaban nuestro mundo con sus palabras, en el que hice del discurso mi derecho de nacimiento. El derecho a tener voz propia, autoría, un privilegio al que no estaba dispuesta a renunciar. Fue en este mundo, y por este mundo, en el que desarrollé el sueño de escribir.
Ocultaba lo que escribía bajo la cama, en rellenos de almohada, entre ropa interior descolorida. Cuando mis hermanas los encontraban y los leían, se burlaban y se reían de mí, me ridiculizaban. Me sentía violada, avergonzada, como si mis partes más secretas hubieran quedado al descubierto
Escribir era una manera de capturar el discurso, de aferrarme a él, de mantenerlo cerca de mí. Y, así, fui escribiendo fragmentos de conversaciones, confesándome en diarios baratos que no tardaron en desmontarse de tanto manejarlos, para expresar la intensidad de mi pena, la angustia de mi discurso. Porque siempre decía la palabra equivocada, siempre formulaba la pregunta que no debía. Era incapaz de confinar mi discurso a los rincones y las preocupaciones necesarias de la vida. Ocultaba lo que escribía bajo la cama, en rellenos de almohada, entre ropa interior descolorida. Cuando mis hermanas los encontraban y los leían, se burlaban y se reían de mí, me ridiculizaban. Me sentía violada, avergonzada, como si mis partes más secretas hubieran quedado al descubierto, expuestas y tendidas como si fueran sábanas recién lavadas, colgadas al aire para que todos las vieran. El miedo al descubrimiento, el miedo a que las emociones más profundas y los pensamientos más íntimos sean descalificados como tonterías, ese miedo que sienten tantas chicas jóvenes que escriben diarios que contienen y ocultan el discurso, me parece ahora una de las barreras que las mujeres siempre han tenido (y siguen teniendo) que derribar para no seguir sometidas a ese secreto o ese silencio impuestos.
Seguí hablando y escribiendo a pesar de mi sensación de violación y de vulnerabilidad, pero aprendí a elegir mejor los escondites y a destruir lo escrito cuando encontrar un lugar seguro me resultaba imposible. Nunca me dijeron que tuviera que permanecer en silencio; me enseñaron que hablar era importante, pero me lo enseñaron con un discurso que, en sí mismo, era silencio. Por un lado, me instaban a hablar. Por el otro, era consciente de la traición que suponía un discurso que se oyera demasiado, por lo que mis esfuerzos para hablar y para escribir me sumían en una confusión y una ansiedad profundas. Recitar poemas en la misa del domingo se recompensaba. Escribir un poema (cuando una podía invertir “mejor” el tiempo en barrer, planchar o aprender a cocinar) era un lujo del que se disfrutaba a expensas de los demás. Cuestionar la autoridad o abordar temas que no se consideraban adecuados acarreaba dolor y castigos, como cuando le dije a mi madre que me quería morir antes que ella, porque no podía vivir sin ella; eso era decir tonterías, una locura, el tipo de cosa que te acababa llevando a una institución mental. “Niña, si no dejas de hablar de esa manera y de hacer las locuras que haces, acabarás en el manicomio”, me decían.
La locura, y no solo el maltrato físico, era el castigo por hablar demasiado si eras mujer. Y, sin embargo, incluso cuando el miedo a la locura me atenazaba y se cernía sobre mi escritura como una sombra monstruosa, no podía detener las palabras, que hilvanaban pensamientos, que escribían mi discurso. Y es que esa locura terrible a la que tanto temía (al fin y al cabo, las autoridades insistían a diario en este tema) no me resultaba tan amenazadora como el silencio impuesto, como el discurso reprimido.
Si quería experimentar el discurso desafiante, debía sacrificar la seguridad y la cordura. Y, aunque arriesgué ambas, mi infancia se vio caracterizada por temores y ansiedades de raíces profundas. Hablaba, pero no iba en bicicleta, no jugaba al béisbol y no cogía en brazos al gatito gris. La psicoanalista Alice Miller escribió acerca de los traumas que sufrimos durante la infancia y en Por tu propio bien explica que desconocemos por qué las heridas de la infancia son, para algunas personas, una oportunidad para crecer y para avanzar en lugar de retroceder en el proceso de la autorrealización. Ciertamente, cuando reflexiono sobre las dificultades de mi infancia, sobre los numerosos castigos que recibí, puedo ver que resistir me enseñó a prestar atención a cultivar el espíritu, a ser dura y a protegerlo con valor de las fuerzas que amenazaban con romperlo.
Con frecuencia, mientras me castigaban, mis padres hablaban de la necesidad de quebrar mi espíritu. Ahora, cuando considero los silencios, las voces que no se escuchan, las voces de personas heridas u oprimidas que no hablan ni escriben, contemplo los actos de persecución, de tortura y de terrorismo que quebrantan el ánimo e imposibilitan la creatividad. Escribo estas palabras para dar testimonio de la primacía de la lucha por resistir en toda situación de dominación (incluso en la vida familiar); dar testimonio de la fuerza y del poder que emergen de la resistencia sostenida y de la convicción profunda de que esas fuerzas pueden ser reparadoras y protegernos de la deshumanización y de la desesperanza.
Estas primeras dificultades, con las que aprendí a mantener mis posiciones y a mantener intacta mi voluntad, me vinieron a la mente con gran claridad cuando publiqué ¿Acaso no soy yo una mujer? y el libro recibió críticas duras y ácidas. Aunque sí había previsto un clima de diálogo crítico, no había esperado recibir una avalancha crítica con intensidad suficiente para aplastar el espíritu, para obligar al silencio. Desde entonces, he oído hablar de mujeres negras, de mujeres de color, que escriben y publican, y que tienen crisis nerviosas (incluso cuando su obra tiene éxito) y sienten que enloquecen porque no soportan la dureza de las respuestas de familiares, de amigos o de críticos desconocidos, o que acaban silenciándose a sí mismas y dejan de escribir. Es innegable que la ausencia de una respuesta crítica humana ejerce un impacto tremendo sobre los escritores de cualquier grupo colonizado u oprimido que se esfuerzan en hablar. Para nosotros, hablar de verdad no es solo una expresión de poder creativo; es un acto de resistencia, un gesto político que desafía a la política de dominación que nos querría sin nombre y sin voz. Como tal, es un acto valiente y, como tal, representa una amenaza. Para los que ostentan un poder opresivo, es imperativo que todo lo que resulta amenazador sea eliminado, aniquilado, silenciado.
El contexto de silencio es diverso y multidimensional. Lo más evidente es el amplio abanico de maneras en que el racismo, el sexismo y la explotación de clase actúan para reprimir y silenciar.
Recientemente, los esfuerzos de las escritoras negras para llamar la atención sobre nuestra obra han servido para destacar tanto nuestra presencia como nuestra ausencia. Cuando recorro librerías de mujeres, no me sorprendo por el rápido crecimiento del corpus de obras feministas escritas por mujeres negras, sino por la escasez de material publicado disponible. Las que escribimos y publicamos seguimos siendo muy pocas. El contexto de silencio es diverso y multidimensional. Lo más evidente es el amplio abanico de maneras en que el racismo, el sexismo y la explotación de clase actúan para reprimir y silenciar. Por el contrario, resultan menos obvias las luchas internas, los esfuerzos para hacer acopio de la seguridad necesaria para escribir, reescribir y desarrollar plenamente el arte y la habilidad… y hasta qué punto fracasan estos esfuerzos.
Aunque desde pequeña he querido que escribir fuera mi profesión, me ha costado mucho reivindicarme como “escritora”, reivindicar la escritura como parte de lo que identifica y modela mi realidad cotidiana. Incluso después de haber publicado varios libros, seguía hablando de querer ser escritora, como si esas obras no existieran. Y aunque me decían “eres escritora”, todavía no estaba preparada para afirmar con convencimiento esa verdad. Parte de mí misma seguía cautiva de las fuerzas dominantes de la historia, de la vida familiar que había trazado un mapa de silencio, de discurso correcto. Aún no había dejado ir por completo el miedo a decir algo equivocado, a ser castigada. En algún lugar de mi mente, creía que podría evitar tanto la responsabilidad como el castigo si no me declaraba escritora.
Uno de los múltiples motivos que me llevaron a adoptar el pseudónimo de bell hooks, el nombre de mi bisabuela materna, Bell Blair Hooks (madre de mi abuela Sarah Oldham; abuela de mi madre, Rosa Bell Oldham), fue el de construir una identidad como escritora que desafiara y contuviera todos los impulsos que me alejaban del discurso y me dirigían al silencio.
Más del 60 por ciento de los embarazos no deseados terminan en aborto y se estima que el 45 por ciento de todos los abortos son inseguros.
Cerca de la mitad de todos los embarazos, que suman 121 millones anuales en todo el mundo, no son deseados. Esta es la asombrosa conclusión del último informe del Fondo de las Naciones Unidas para la Población (UNFPA).
“Este informe es una llamada de atención”, dijo la directora ejecutiva del Fondo, Natalia Kanem. Agregó que esa cifra “representa un fracaso mundial en la defensa de los derechos humanos básicos de las mujeres y las niñas”.
El Informe Visibilizar lo Invisible: La necesidad de actuar para poner fin a la crisis desatendida de los embarazos no intencionales, advierte que la crisis de derechos humanos tiene “profundas consecuencias para las sociedades, las mujeres y las niñas y la salud mundial”.
Más del 60 por ciento de los embarazos no deseados terminan en aborto y se estima que el 45 por ciento de todos los abortos son inseguros. Lo que representa entre el 5 por ciento y el 13 por ciento de todas las muertes maternas registradas, según el Informe del Estado de la Población Mundial 2022 del UNFPA.
Esto también está teniendo un gran impacto en la capacidad del planeta para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible en su fecha límite que es 2030.
DESIGUALDAD DE GÉNERO
Además, se espera que la guerra en Ucrania, y otros conflictos crisis impulsen un aumento de los embarazos no deseados. Esto porque se interrumpe el acceso a la anticoncepción y aumenta la violencia sexual.
“Para las mujeres afectadas, la opción reproductiva que más cambia la vida ya sea quedar embarazada o no, no es una opción”, dijo la responsable del UNFPA.
El informe destacó que la desigualdad de género y el estancamiento del desarrollo generan altas tasas de embarazos no deseados.
Por ejemplo, se estima que 257 millones de mujeres en todo el mundo que desean evitar el embarazo no utilizan métodos anticonceptivos modernos y seguros.
Y donde hay datos disponibles, casi una cuarta parte de todas las mujeres se sienten incapaces de decir que no a las demandas de sexo.
VIOLENCIA SEXUAL
Una variedad de factores también contribuye a los embarazos no deseados, incluida la falta de atención médica sexual y reproductiva. Los anticonceptivos que no se adaptan a las circunstancias de la mujer. Las normas dañinas que rodean a las mujeres y controlan sus propios cuerpos. La violencia sexual y la coerción reproductiva. Así como el sentimiento de vergüenza en los servicios de salud.
Todo esto refleja la presión que las sociedades ejercen sobre las mujeres y las niñas para que se conviertan en madres.
Un documental que se estrenó este viernes en Filmin recupera el papel crucial de las mujeres compositoras de sonidos sintéticos entre los años 30 y los 70 del siglo XX
Con Laurie Anderson como narradora, la película reúne material de archivo y entrevistas inéditas, a través de los cuales conocemos a las mujeres visionarias que redefinieron los límites de la música y transformaron la forma en que se produce y escucha hoy en día.
Este valioso collage recoge la labor de Clara Rockmore, Daphne Oram, Bebe Barron, Pauline Oliveros, Delia Derbyshire, Maryanne Amacher, Eliane Radigue, Suzanne Ciani y Laurie Spiegel, entre otras. Además de aproximarse a sus historias como compositoras, el documental también habla de su lucha por la emancipación y el papel de las mujeres en la cultura del siglo XX.
La alianza también se extiende a otros países de Latam como: Argentina, Brasil, Chile, Colombia y Uruguay.
Durante los últimos meses, Mercado Libre y Mercado Pago han lanzado varias iniciativas en conjunto con el sector tanto público como privado, en favor de las y los mexicanos o incluso de la población en Latinoamérica. La última de estas iniciativas dadas a conocer por Mercado Pago, es su alianza con Pro Mujer, Aliança Emprendedora y Junior Achievement Américas para impulsar la inclusión financiera de mujeres y jóvenes en México, Argentina, Brasil, Chile, Colombia y Uruguay.
De acuerdo con el comunicado de prensa de Mercado Pago, esta alianza tiene el propósito de seguir fortaleciendo la inclusión y la democratización del dinero en Latinoamérica, Mercado Pago presentó dos proyectos de educación financiera para impulsar los negocios de más de 3,000 mujeres emprendedoras y la formación inicial de 3,900 jóvenes en México y Latam.
¿En qué consisten estas alianzas de Mercado Pago para Educación Financiera en Mujeres?
A través de una alianza con Pro Mujer y Aliança Emprendedora, Mercado Pago buscará impulsar la educación financiera de más de 3000 micro emprendedoras de la región, para ayudarlas a desarrollar sus negocios. Hoy existen más de 7 millones de mipymes en la región y más del 50% está liderado por mujeres.
A pesar de ser impulsoras de la economía y generadoras de empleo, las emprendedoras latinoamericanas son las que encuentran más barreras para acceder a servicios y a herramientas de gestión financiera, claves para la profesionalización y crecimiento de sus proyectos.
Mercado Pago
En el caso del proyecto desarrollado en conjunto con Pro Mujer, hasta el 15 de abril estará abierta la convocatoria para mujeres en Argentina, México, Chile, Colombia y Uruguay. A través de la plataforma Emprende Pro Mujer, las emprendedoras podrán iniciar su camino de desarrollo según la fase en que se encuentre su negocio (pre-incubación, incubación o aceleración), accediendo a contenidos dinámicos sobre planificación financiera, metodologías ágiles, canales de venta y financiamiento. Además, formarán parte de una red regional que ampliará sus posibilidades de networking y tendrán a disposición mentoras y clases virtuales en vivo para dar seguimiento a su formación.
Además, Mercado Pago impulsa en conjunto con Junior Achievement Américas una iniciativa para brindar capacitación en educación financiera básica a 3900 estudiantes secundarios de entre 16 y 18 años de escuelas públicas de la región, en conceptos como ahorro, crédito y planificación financiera personal. Se llevará a cabo mediante un campus virtual, con seguimiento personalizado de los docentes.
Angela Merkel ya no es la canciller del país. Pero mientras la guerra continúa en Ucrania, que solo está a 10 horas en automóvil desde Berlín, unas ministras supervisan la seguridad nacional.
Tres días después de la invasión rusa en Ucrania, el canciller Olaf Scholz decidió romper con el pacifismo alemán de la posguerra y se comprometió a dotar a su país con los recursos y el poder necesarios para liderar los temas de seguridad en Europa.
La tarea de materializar ese cambio, el mayor en la política exterior alemana desde la Segunda Guerra Mundial, está en manos de un grupo de mujeres.
La ministra de Defensa, Christine Lambrecht, quien estuvo de visita en Washington esta semana, supervisa un programa de rearmamento del ejército alemán al que se asignaron 100.000 millones de euros, equivalentes a unos 110.000 millones de dólares. La ministra de Relaciones Exteriores, Annalena Baerbock, trabaja en el diseño de la primera estrategia de seguridad nacional de Alemania. Por su parte, Nancy Faeser, encargada de la seguridad nacional, organiza la bienvenida a cientos de miles de refugiados ucranianos.
La guerra en Ucrania, que se encuentra a solo 10 horas de Berlín por tierra, coincide con un momento en que, por primera vez en la historia alemana, tres mujeres ocupan los principales cargos relacionados con la seguridad nacional y están en la primera línea de una revolución no solo cultural, sino también estratégica en el país.
“La seguridad está en manos de mujeres fuertes en este gobierno”, señaló Scholz, de 63 años, cuando presentó su gabinete a la nación en noviembre (el primero integrado por el mismo número de mujeres que de varones). Este cambio, que de por sí habría sido de suma importancia en cualquier época, es de especial notoriedad ahora que Alemania enfrenta la mayor crisis de seguridad desde la Guerra Fría: la agresión rusa en Ucrania que ha causado inquietud en Europa y puesto bajo los reflectores a la alianza de la OTAN.
Los restos de un tanque ruso destruido en las afueras del norte de Kiev, la capital de Ucrania, el viernes.Credit… Ivor Prickett para The New York Times
Christoph Heusgen, un veterano diplomático alemán que fungió como asesor de seguridad nacional de Merkel durante 12 años, sintetizó así el secreto del éxito de su antigua jefa en política exterior y seguridad: “Nada de vanidad, nada de testosterona”.
Sin embargo, a diferencia del socialdemócrata Scholz, Merkel nunca logró la paridad de género en su gobierno. Apenas ahora, a un cuarto de siglo de que Madeleine Albright (quien murió la semana pasada a los 84 años) se convirtiera en la primera mujer designada secretaria de Estado en Estados Unidos, Alemania tiene por primera vez a una mujer al frente del Ministerio de Relaciones Exteriores y a su primera ministra del Interior (ya había tenido a dos mujeres al frente del Ministerio de Defensa).
Algunos observadores perciben una analogía con el cambio en política exterior, que durante tanto tiempo se les escapó a los demócratas cristianos de Merkel, tradicionalmente más partidarios del ejército. Según Roderich Kiesewetter, legislador conservador y soldado retirado, del mismo modo que hizo falta tener un canciller varón para lograr la paridad de género en el gobierno, fue necesario que ascendiera al poder un gobierno progresista para anunciar la asignación de 100.000 millones de euros destinados a la renovación del ejército alemán.
Si su propio partido hubiera hecho este anuncio, “el resultado habría sido de agitación, desasosiego público y manifestaciones; el llamado movimiento de paz habría clamado que éramos unos belicistas”, explicó Kiesewetter.
En cambio, le corresponderá a Lambrecht, otrora partidaria de ese movimiento de paz que se afilió a los socialdemócratas de Scholz en los años ochenta, cuando marchó en protesta contra el uso de la energía nuclear y a favor del desarme, comprar drones armados y una nueva generación de aviones de combate capaces de soltar bombas nucleares.
Lambrecht, de 56 años, antigua ministra de Justicia a quien se ubica en la facción de izquierda de su partido y no cuenta con experiencia militar previa, en muchos sentidos personifica el cambio radical de mentalidad ocurrido en Alemania desde que Rusia atacó a Ucrania en febrero.
Una estación de Nord Stream 2 en Lubmin, en la costa alemana del mar Báltico. Antes de la guerra, los socialdemócratas de Lambrecht no habían querido inmiscuir al gran gasoducto en el conflicto Rusia-Ucrania.Credit…John Macdougall/Agence France-Presse — Getty Images
Antes de que estallara la guerra, Lambrecht insistió, en nombre de muchos socialdemócratas, en “no involucrar” al gasoducto Nord Stream 2 entre Rusia y Alemania “en el conflicto de Ucrania”. Defendió la prohibición alemana de enviar armas a zonas en conflicto y, en su lugar, le ofreció a Ucrania enviar 5000 cascos y un hospital de campaña.
Ahora, describe con orgullo a Alemania como uno de los mayores proveedores de armas a Ucrania y defiende los planes de elevar el gasto militar por encima del dos por ciento del producto interno bruto.
“Tenemos que despedirnos de la idea de que vivimos en una Europa pacífica”, declaró Lambrecht en una entrevista reciente. “Las amenazas están cada vez más cerca… ya se han acercado más. La idea de que hay fronteras que todos aceptan ya quedó atrás. Hemos visto cómo Putin pisotea la legislación internacional”.
También habla con franqueza acerca de su tardanza (y la de su país) para cambiar de postura, una actitud que, en opinión de algunos observadores, le da credibilidad ante aquellos que todavía no están tan convencidos.
“Para ser honesta, no lo habría imaginado antes de esta cruel guerra ofensiva”, indicó. “Marcó un antes y un después”.
Lambrecht dijo que al reunirse con el asesor de seguridad nacional del presidente Joe Biden, Jake Sullivan, el secretario de Defensa Lloyd Austin y miembros del Congreso en Washington esta semana, les dirigiría un solo mensaje: “Apoyamos a nuestros aliados y estamos conscientes de la responsabilidad que debemos y queremos aceptar en esta alianza. No nos limitamos a hablar, sino que tomamos medidas concretas”.
Una de esas medidas es desarrollar una estrategia de seguridad nacional, la primera en la historia de Alemania, y la mujer a cargo de esta tarea es la ministra de Relaciones Exteriores, Baerbock. Con una postura agresiva hacia Rusia, está decidida a plasmar el consenso actual de una política exterior más ofensiva y basada en valores en una doctrina perdurable.
Annalena Baerbock, la ministra de Exteriores, vestida de negro al centro, de visita por Shyrokyne, en la región Donetsk de Ucrania en febrero.Credit…Foto de consorcio de Bernd Von Jutrczenka
Destacó que ese consenso es frágil.
“De no ser por la guerra, quizá nunca habríamos tomado algunas de estas decisiones”, aclaró. “Quiero asegurarme de que no olvidemos en cuatro meses, ni siquiera en cuatro años, por qué tomamos algunas de estas decisiones”.
Para Baerbock, quien pertenece al Partido Verde, no solo se trata de un cambio de política. Se trata de un cambio en la imagen que Alemania tiene de sí misma y cómo se define, de dejar de ocultarse detrás de su historia para intentar moldear el futuro activamente.
“Es bueno conocer la historia, pero no podemos formular el futuro tan solo con base en el pasado”, aseveró. “Como alemanes, tenemos una responsabilidad especial, pero debemos trabajar por el futuro”.
A sus 41 años de edad, Baerbock representa a una nueva generación en la política alemana, la de aquellos que se convirtieron en adultos después de la caída del Muro de Berlín. Al igual que otras personas de su generación, no tiene miedo de hablar de “liderar” (en alemán, führen), palabra que por mucho tiempo fue tabú en la Alemania traumatizada por los recuerdos de quien fue su Führer, Adolfo Hitler.
Como madre de dos niños pequeños, Baerbock ha humanizado y personalizado la diplomacia de guerra casi todos los días, siempre con la vista puesta en el futuro.
“Crecí en una Unión Europea unida en la paz y, como alemana occidental, es mi responsabilidad garantizar lo mismo para mis hijos y mis nietos”, dijo. “En realidad tengo la responsabilidad de liderar para que otras generaciones de nuestros países vecinos también puedan vivir en paz. Y esto es un cambio de identidad”.
Nancy Faeser, ministra del Interior, al centro, durante una visita a un centro de recepción para refugiados procedentes de Ucrania en Berlín Tegel, un antiguo aeropuerto, la semana pasada.Credit…Clemens Bilan/EPA vía Shutterstock
Baerbock, quien abiertamente promueve una “política exterior feminista”, describió su llegada como un “choque cultural” para la comunidad alemana de seguridad, dominada por varones, situación que comparte con Faeser, la ministra del Interior.
“En el año 2022 debería ser normal que las mujeres dirijan agencias de seguridad”, comentó Faeser en una entrevista. “Es una señal importante y positiva para Alemania”.
Además, fue una decisión largamente pospuesta, según comentan en privado algunos funcionarios de su ministerio. En 2018, el predecesor de Faeser solo designó hombres en ocho cargos ministeriales menores. La fotografía de los nueve funcionarios causó tal indignación que el ministerio tuvo que retirarla de su página web en aquel momento.
“Una prioridad es atender a las mujeres jóvenes y los niños”, dijo Faeser. “Muchas de estas mujeres y niños están traumados no solo por la guerra sino porque han tenido que dejar atrás a sus esposos, padres e hijos. Requieren cuidado especial. Como vienen tantas mujeres solas, debemos ser especialmente cuidadosos”.
Faeser ha incrementado la cantidad de agentes de policía en las estaciones de trenes a las que llegan los refugiados para protegerlos de los traficantes de personas y depredadores sexuales.
Cuando no está planeando cómo recibir refugiados o promoviendo un sistema conjunto para registrarlos y distribuirlos entre los 27 países de la UE, el trabajo de Faeser también implica vigilar la infraestructura crítica que está en riesgo de ciberataques rusos y campañas de desinformación. Alemania tiene una población considerable de rusoalemanes.
Refugiados de Ucrania esperan para abordar autobuses con dirección a Alemania en Przemysl, Polonia en marzo.Credit…Erin Schaff/The New York Times
“Desde que estalló esta guerra ilícita, hemos visto campañas rusas de desinformación que difunden la narrativa de que Ucrania necesita ser liberada”, señaló Faeser.
En general, Faeser hasta ahora no ha sido blanco de comentarios sexistas, como les ha sucedido a sus colegas ministras. Baerbock, quien fue candidata del Partido Verde a la cancillería antes de integrarse al gobierno de Scholz mediante una coalición, fue el foco de varias campañas de desinformación en línea, algunas orquestadas desde cuentas rusas.
No obstante, ahora que la renovación del ejército alemán ocupa los titulares noticiosos, la ministra de Defensa Lambrecht se ha convertido en el blanco principal.
“¿Acaso esta ministra sabe cómo hacer la guerra?”, preguntó hace poco el tabloide más vendido de Alemania, Bild.
Por ahora, Lambrecht no toma muy en serio estas críticas. “Francamente, estoy muy ocupada y no tengo tiempo para pensar por qué escriben ciertas cosas de mí”, afirmó antes de abordar su avión a Washington. “Mi trabajo es mejorar significativamente el ejército. Que me juzguen cuando termine”.
Katrin Bennhold es la jefa de la corresponsalía de Berlín de The New York Times. Anteriormente, reporteaba desde Londres y París, en donde cubría una gama diversa de temas: desde el auge del populismo hasta asuntos de género. @kbennhold
Steven Erlanger es el corresponsal diplomático jefe en Europa, vive en Bruselas. Previamente, reportó desde Londres, París, Jerusalén, Berlín, Praga, Moscú y Bangkok.
En México, solo 30% de las profesionistas de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas son mujeres.
Con más de una década de experiencia como ingeniera química industrial, Cynthia Nolasco ya ha vivido situaciones de acoso y discriminación en sus lugares de trabajo en México. “En un principio nadie me quería contratar, y al poco tiempo me di cuenta de que si quería obtener un buen puesto, tenía que demostrar el doble de lo que mis compañeros hombres”, dice esta profesionista de 44 años.
Aunque por muchos años su paso por la industria de la química de alimentos fue dura, logró obtener un puesto como líder de proyecto para una certificación en una empresa de alimentos. “Era la única directiva, y tuve que hacerme de estrategias, porque a muchos hombres les cuesta que les des órdenes o les pidas cosas”, comenta. Al final tuvo que renunciar a su trabajo ante la imposibilidad de conseguir buenos resultados y por un sinfín de conflictos debido a la discriminación de sus colegas, también ingenieros.
Sarah Conalesi, bióloga de 40 años, coincide que para prosperar en empleos tradicionalmente ocupados por hombres, las mujeres tienen que demostrar mucho más. “Al momento de presentar proyectos, cuando quieres abundar en un estudio, tienes que dar el doble de argumentos para que te den luz verde”, comenta. “Y ni hablar que cuando eres madre también te cuestionan si eres capaz de realizar las investigaciones”, comenta en entrevista.
En México ciertas áreas de estudio y de industrias han estado ocupadas históricamente por hombres. Tal es el caso de las carreras STEM (las relacionadas con ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, por sus siglas en inglés), ya que solo 30% de estas profesionistas son mujeres. En algunas áreas de estudio a nivel de investigación, el porcentaje de mujeres puede ser de solo 10%, como en el caso de física y astronomía.
Ara López lleva casi diez años trabajando en la industria de la tecnología como investigadora para el desarrollo de proyectos. Y aunque reconoce que trabaja con muchas mujeres, cuando observa a su organización, todos los puestos de liderazgo están ocupados por hombres. “Los proyectos suelen estar cargados de estrés y es muy común que los directivos o líderes te digan ‘cálmate’ ´te estás ahogando en un vaso de agua’, minimizando las quejas de las investigadoras”, comenta.
Aunque López lleva ya varios años en su organización (que prefiere omitir pare evitar roces en su área de trabajo), no ha podido conseguir un ascenso. “He visto que mis compañeros se mueven o ascienden, aunque no es un tema de desempeño el que me frene, sino algo de lo que no se habla aquí”, refiere.
De acuerdo con datos del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred), aunque más de 40% de los espacios laborales formales en las empresas mexicanas lo tienen las mujeres, menos del 40% cuenta con seguridad social, menos del 30% ocupa un puesto de liderazgo o toma de decisiones, mientras que las mujeres ganan entre 18 y 25% menos por hacer el mismo trabajo que un hombre.
Claudia Silva, líder de diseño en un proyecto de tecnología de consumo y de programación, indica que se ha encontrado comentarios negativos ante una de sus superiores, que es mujer. “Mis compañeros dicen, ‘¿qué hizo para llegar a ese puesto?’, cuando su experiencia y el trabajo que ha hecho la respalda”, dice en entrevista. “¿Qué me espera a mí, entonces?”, dice la diseñadora de 33 años.
Nolasco recientemente empezó a trabajar en la industria cosmética en el país con una colega también ingeniera. “Teniendo líderes mujeres, la apertura es mayor, trabajas con personas jóvenes, con experiencia, hombres y mujeres. El cambio debe ser en ese sentido, no solo un perfil dominando”, reflexiona la ingeniera.
La pandemia por COVID-19 ha tenido un impacto desproporcionado en las mujeres de las Américas, lo que ha contribuido a aumentar la desigualdad de género en salud y amenaza su desarrollo y bienestar, afirma un nuevo informe de la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
El informe Análisis de género y salud: COVID-19 en las Américas, presentado hoy durante un panel virtual para marcar el Día Internacional de la Mujer, explora los efectos de la pandemia en las mujeres y las niñas, y presenta conclusiones en áreas como la salud, el empleo y el bienestar social. El evento contó con la participación de Karen Sass, directora de Discapacidad de la Secretaría Nacional de Cuidados del Ministerio de Desarrollo Social de Uruguay, y Hugh Adsett, Embajador y Representante Permanente de Canadá ante la Organización de los Estados Americanos (OEA).
“Este reporte subraya que la desigualdad de género es una crisis social, económica, política y sanitaria permanente, que se ha visto exacerbada por la pandemia”, afirmó la Directora de la OPS, Carissa F. Etienne. “Pero también pone de manifiesto dónde tenemos que trabajar más para crear un futuro más equitativo, resistente y sostenible”, destacó.
Durante la pandemia, su papel como cuidadoras expuso a las mujeres a un mayor riesgo de contraer COVID-19. Al ser la gran mayoría del personal de salud, las mujeres estaban en primera línea atendiendo a los pacientes, y representaron el 72% de todos los casos de COVID-19 entre los profesionales de la salud en la región. “Si hubieran estado mejor protegidas desde el principio y con turnos razonables, muchas infecciones podrían haberse evitado”, consideró Etienne.
Los costos físicos y emocionales de trabajar largos turnos en el hospital o de estar expuestas a la COVID-19 las siguieron a la casa, donde las mujeres también son responsables del 80% de las tareas domésticas. Varios estudios han demostrado que las mujeres que trabajan en el sector salud tienen más probabilidades de sufrir ansiedad y depresión, insomnio o agotamiento que sus compañeros masculinos.
Durante los confinamientos para frenar la propagación del virus, las mujeres pasaron más tiempo en casa, un lugar que no era seguro para muchas. Durante estos periodos, las llamadas a los teléfonos de atención a la violencia doméstica se dispararon un 40% en algunos países. Pero en otros, disminuyeron drásticamente, lo que advierte que las supervivientes se enfrentan a nuevas barreras para buscar ayuda.
La COVID-19 también ha tenido un impacto marcado en la salud de las mujeres. Si bien el informe comprueba los datos globales que las mujeres tienen una probabilidad ligeramente menor de desarrollar una enfermedad grave por COVID-19 que los hombres, también muestra que ellas tenían más probabilidades de ser diagnosticadas más tarde que ellos. Y cuando fueron diagnosticadas, murieron antes, lo que sugiere que un mayor número de mujeres no recibió la atención adecuada a tiempo.
Por su parte, la reorganización de los servicios para atender la emergencia dejó a demasiadas mujeres y niñas sin el apoyo que necesitaban para mantenerse sanas. En América Latina y el Caribe, 1 de cada 4 adolescentes no tuvo acceso a servicios de planificación familiar, algo que las dejó expuestas a embarazos no deseados, riesgos para su salud, abandono escolar y ciclos de mala salud y pobreza, entre otros.
La COVID-19 también ha agravado la mortalidad materna. Las futuras madres tuvieron que equilibrar el miedo a la COVID con la incertidumbre de no saber si podrían dar a luz con seguridad en un centro de salud, y demasiadas no recibieron la atención que necesitaban a tiempo. En los últimos dos años, se han notificado más de 365.000 casos de COVID-19 en embarazadas en la región, y más de 3.000 de ellas han muerto.
“Debemos abordar estas profundas desigualdades para hacer frente a la actual crisis de salud y construir un futuro mejor para las mujeres y las niñas de la región”, subrayó Etienne.
El informe indica, además, que la incorporación del enfoque de género en la respuesta a la pandemia ha sido insuficiente y que el género no aparece en los análisis de los efectos directos e indirectos de la pandemia, algo que dificulta reconocer y analizar las consecuencias diferenciales que ha tenido la pandemia sobre hombres y mujeres.
“La pandemia nos exige una transformación radical en la generación, el análisis y el uso de datos desglosados para identificar las desigualdades en materia de salud”, afirmó el Subdirector de la OPS, Jarbas Barbosa. “Sin datos cuantitativos y cualitativos, y sin evidencias, nuestros esfuerzos en materia de equidad de género y de otros aspectos de la salud se ven considerablemente comprometidos”, agregó.
La entidad de Naciones Unidas para la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres coproducirán contenido de corta duración para promover el empoderamiento y la igualdad de las mujeres.
La entidad de Naciones Unidas para la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres (ONU Mujeres) y NBCUniversal Latin America coproducirán contenido de corta duración para promover el empoderamiento y la igualdad de las mujeres, se informa en un comunicado distribuido este viernes.
“El objetivo de este esfuerzo conjunto, el primero de estas dos entidades en la región, es combinar la experiencia y el conocimiento de ONU Mujeres en el avance del empoderamiento de las mujeres en América Latina con la experiencia en producción y la gran audiencia de los canales de NBCUniversal Latin America, cuyas producciones originales Ojos de mujer, Escuela imparables y Belleza GG, entre otras, se destacan por promover la diversidad, igualdad, inclusión y empoderamiento femenino”, detalla el texto.
El anuncio agrega que los equipos creativos de ambas entidades colaborarán en la producción de una serie de cápsulas en los que abordarán temas que afectan a las mujeres en los últimos tiempos incluyendo igualdad de género, empoderamiento de las mujeres y diversidad.
“Estas producciones estarán llegando a millones de hogares en América Latina a lo largo del 2022, en el portafolio de canales de TV paga de NBCUniversal Latin America compuesto por UniversalTV, Telemundo Internacional, STUDIO Universal, SYFY y E! Entertainment, además de estar disponible en E! On-line Latino, una de las plataformas de noticias sobre entretenimiento de más prestigio en el área”, informa.
“Para ONU Mujeres es muy importante este acuerdo, porque significa que los medios tienen interés en participar de nuestra misión pero también porque nos permitirá a llegar a millones de hogares en Estados Unidos y América Latina con mensajes dirigidos a crear conciencia y generar una conversación sobre las cosas que más afectan a las mujeres, y sobre su contribución a la superación de los problemas más urgentes de nuestro tiempo”, dijo en el comunicado María Noel Vaeza, Directora Regional de ONU Mujeres para las Américas y el Caribe.
“En NBCUniversal, estamos comprometidos a promover una cultura de inclusión, equidad, conciencia y respeto entre nuestra audiencia en América Latina”, señala por su parte Gus O’Brien, director general de NBCUniversal International Networks y Direct to Consumer Latin America. “Al asociarnos con ONU Mujeres, amplificaremos sus mensajes y fomentaremos el diálogo sobre estos temas en una variedad de plataformas”, apuntó.
A pesar de que son las que menos provocan un aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero que han provocado el cambio climático, son las más afectadas por este fenómeno, según ONU Mujeres.
Por este motivo, representantes de Estados Miembros, Naciones Unidas y ONGs reiteraron la necesidad de que las mujeres tengan un mayor protagonismo y participación en la toma de decisiones, con representación tanto del gobierno como de la sociedad civil.
Así lo indicaron en el foro “La igualdad de género, factor clave de las soluciones”, como parte del 66 período de sesiones de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer.
Cynthia Barzuna, viceministra de Agua y Mares de Costa Rica, aseguró que urgente abordar con enfoque de género el tema de cambio climático.
“Necesitamos construir economías resilientes y con igualdad de género, invirtiendo en lugares de trabajo inclusivos, creando sistemas de atención más equitativos, promoviendo el ascenso de las mujeres a posiciones de liderazgo, aplicando una perspectiva de género para la reconversión profesional y la redistribución; e incorporando la paridad de género en los espacios de trabajo”, dijo Barzuna.
En el evento, realizado entre el 14 y 25 de marzo, participaron de manera virtual representantes de Estados Miembros, Naciones Unidas y ONGs.
Temas de cambio climático, medioambiente y reducción del riesgo de desastres con perspectiva de género fueron parte de la agenda de las sesiones de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer.