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  • Se necesitan 835 millones de dólares para atender la salud reproductiva de 54 millones de mujeres

    Se necesitan 835 millones de dólares para atender la salud reproductiva de 54 millones de mujeres

    Los conflictos y la actual pandemia, entre otras adversidades, ponen a más mujeres al borde de la muerte. La agencia de la ONU especializada pide fondos para proteger la vida de mujeres en 61 países. Yemen y Siria son los países que necesitan más ayuda, Venezuela es el séptimo país, que precisa 27 millones, seguido de Haití, con 25.

    Los servicios vitales de salud sexual y reproductiva son más importantes que nunca, afirmó el lunes el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), que hace un llamamiento por valor de 835 millones de dólares para brindar asistencia a las personas en situaciones de crisis durante 2022, en la presentación de su último informe humanitario anual.

    El objetivo es llegar a más de 54 millones de mujeres, niñas y jóvenes en 61 países, que han visto como sus carencias se acrecientan debido a los conflictos, la pandemia del COVID-19 y otros problemas mundiales.

    «Es fundamental asumir que los servicios de salud sexual y reproductiva no son secundarios a otras formas de servicios de emergencia, sino que salvan vidas. Y ahora, cuando el mundo se enfrenta a múltiples catástrofes que se superponen, son más cruciales que nunca», dijo la agencia.

    Llegar a las personas vulnerables

    Por tercer año consecutivo, Yemen es el país con mayores insuficiencias, que requiere unos 100 millones de dólares de ayuda urgente, según el informe.

    Estimaciones recientes revelan que cada dos horas muere una mujer durante el parto, y que un millón de mujeres embarazadas y lactantes sufren desnutrición severa.

    Los fondos servirán para brindar apoyo al trabajo vital de personas como el doctor Samar en el distrito de Jiah en Yemen, que ve con demasiada frecuencia peligrar la vida de las mujeres. No a

    El doctor recuerda la reciente historia de Safiya, una mujer que fue llevada a la clínica por su marido en estado de shock por un embarazo ectópico.

    «Le expliqué al marido de Safiya que precisaba una intervención quirúrgica urgente para salvar su vida», recuerda Samar. «Sus ojos se llenaron de lágrimas; estaba devastado… [Dijo]: ‘No tengo dinero para alquilar un coche para ir al hospital’».

    El centro de salud en el que trabaja el Samar no dispone de ambulancias, y hace poco que ha reanudado sus servicios después de haberse visto obligado a cerrar durante cerca de un año por falta de financiación.

    Afortunadamente, gracias al respaldo del Fondo de Población, el doctor Samar pudo conseguir un coche para trasladar a Safiya al hospital más cercano, que se encuentra a unas dos horas de distancia.

    La directora del Fondo de Población, la doctora Natalia Kanem (a la izquierda) habla con una paciente en un hospital en Yemen.

    UNFPA Yemen
    La directora del Fondo de Población, la doctora Natalia Kanem (a la izquierda) habla con una paciente en un hospital en Yemen.

    Venezuela entre los diez países más necesitados

    Historias como esta se incluyen en el informe, que sitúa a Siria como el segundo país con mayor necesidad de financiación humanitaria para servicios de salud sexual y reproductiva.

    Son necesarios más de 68 millones de dólares para servicios que incluyan la protección y la respuesta a la violencia de género, y también para suministrar productos esenciales como kits de higiene femenina que contengan compresas menstruales y jabón, y ropa de abrigo para el invierno.

    En América Latina y el Caribe hacen falta más de 90 millones, Venezuela requiere 27 millones y Haití 25; le siguen Perú con 17, Colombia 14, y Ecuador y Brasil con tres millones cada uno.

    Completan la lista de los diez países que precisan más subvención la República Democrática del Congo, Sudán, Afganistán, Nigeria, Bangladesh y Líbano, además de los ya mencionados.

    Haití

    El Fondo informó de que, tras el terremoto de Haití del pasado mes de agosto, la violencia de género, incluidas las violaciones y los secuestros, están mucho más extendidas, lo que ha provocado una mayor vulnerabilidad de las mujeres y las niñas.

    Taina Camy, experta de la agencia en prevención y tratamiento de la violencia de género, explicó que las personas desplazadas son más vulnerables porque ya no están en sus casas y viven entre extraños.  Además, no tienen acceso a servicios básicos, como los baños.

    «Es muy difícil escuchar historias horribles de mujeres que han sufrido abusos sexuales», expresó recientemente.

    «Hablé con una mujer de 89 años que había sido violada por un grupo de jóvenes y con la madre de una niña de tres años que también había sido violada».

    El UNFPA proporciona asesoramiento y servicios médicos, y trabaja con las organizaciones y autoridades locales de Haití para mejorar las condiciones de las personas afectadas por el terremoto.

    La agencia de la ONU también contribuye a restablecer los servicios sanitarios, ya que muchas instalaciones de salud resultaron dañadas durante el terremoto.

    Colaboración con las comunidades

    El UNFPA ha prestado auxilio a millones de personas en todo el mundo a lo largo de este año.

    Siempre que es posible, la asistencia se presta directamente a través de asociaciones con las mujeres y la juventud de la zona.

    Hasta ahora, el UNFPA ha prestado servicios de salud sexual y reproductiva a casi 30 millones de mujeres en 2021. Más de 4,3 millones de adolescentes y jóvenes también recibieron servicios adaptados para ellas.

    La agencia de la ONU también asistió a más de 1,5 millones de partos, apoyó los servicios de planificación familiar de otros seis millones de personas y garantizó que más de 2,4 millones de supervivientes de la violencia de género recibieran apoyo psicosocial, asistencia jurídica y formación sobre medios de subsistencia.

    Además, al menos dos millones de personas recibieron equipos de protección personal para poder seguir prestando servicios esenciales durante la pandemia.

    Esta nota fue realizada por NOTICIAS ONU.
    Aquí puedes leer la original: https://news.un.org/es/story/2021/12/1501382

  • Necesario, impulsar participación de mujeres en sector agro

    Necesario, impulsar participación de mujeres en sector agro

    De acuerdo con la ONU, la participación de las mujeres en actividades productivas es fundamental para el crecimiento de la economía.

    Datos del Fondo Monetario Internacional indican que más de 820 millones de personas en el mundo vivían con hambre o inseguridad alimentaria antes de que estallara la pandemia de Covid-19. Sin las intervenciones de política llevadas a cabo, se calcula que la disminución de los ingresos y el aumento de los precios de los alimentos en 2020 hubieran elevado, respectivamente, en 62 millones y 4 millones el número de personas que padecen hambre en el mundo. En América Latina y El Caribe a pesar de las políticas de apoyo a los ingresos y la alimentación, la incidencia de la inseguridad alimentaria moderada o grave aumentó 6.5 puntos porcentuales con relación a 2019.

    En este sentido, el sector agro está a cargo de un reto vital: disminuir el hambre en el planeta mediante mejores prácticas agrícolas que protejan los recursos naturales para garantizar la seguridad alimentaria de la sociedad. Dicho reto está marcado en el segundo Objetivo de Desarrollo Sostenible, “Hambre Cero”, y las mujeres son imprescindibles para lograrlo.

    De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), en comparación con 2019, alrededor de 14 millones de personas más se vieron afectadas por el hambre en América Latina en 2020. Hoy 9.1% de la población de la región padece hambre y en zonas rurales, la situación es menos alentadora, debido a que las mujeres acceden a menos servicios y activos productivos, en relación con los hombres. Además, reciben menores salarios y trabajan una mayor cantidad de horas no remuneradas. Por lo tanto, se ven más afectadas, lo que aumenta su riesgo de inseguridad alimentaria. Según la FAO, en 2019 ya se apreciaba que la inseguridad alimentaria afectaba a 20 millones más de mujeres que de hombres.

    Derivado de estos datos, los pronósticos apuntan a que la producción agrícola mundial tendrá que aumentar alrededor de 50% en 2050 para hacer frente a la ascendente demanda de alimentos de una población mundial creciente y cambiante, mejorando las oportunidades de acceso a la tierra, financiamiento y capacitaciones para las mujeres como un reto que debe vencerse a la brevedad y una obligación que todos los miembros del sector deben asumir para asegurar, por un lado, la seguridad alimentaria global y por el otro, certidumbre sobre su desarrollo económico y social ya que según la FAO, la producción agrícola en los países en desarrollo aumentaría entre 2.5% y 4% y el número de personas desnutridas en el mundo disminuiría aproximadamente entre 12% y 17%, sólo si las mujeres tuvieran el mismo acceso a la tierra que los hombres, explicó Liz Gómez, gerente comercial de la Zona Sur para Yara México.

    Cabe destacar que según la FAO, las mujeres constituyen el 43% de la mano de obra agrícola del mundo, sin embargo, menos del 20% de quienes poseen tierras en todo el mundo son mujeres, por ello, desde Yara afirman que si se quiere aumentar la competencia, la equidad y la sostenibilidad de los sistemas agroalimentarios, la recuperación debería incorporar aspectos más transformacionales que tomen en cuenta el papel de la mujer rural en el campo, y que le brinden las mismas oportunidades de financiamiento, capacitación, y comercialización para mejorar sus economías. Las Naciones Unidas estiman que reducir la brecha en las tasas de participación de la fuerza laboral, entre hombres y mujeres, en un 25% para el año 2025, podría aumentar el PIB mundial en un 3.9 por ciento.

    “El primer paso hacia el empoderamiento de las mujeres y su plena participación en el desarrollo rural y las estrategias de seguridad alimentaria es la recopilación y el análisis de datos desagregados por género para comprender las diferencias de roles en la producción de alimentos y cultivos comerciales, así como el control diferencial gerencial y financiero de hombres y mujeres sobre la producción, almacenamiento y comercialización de productos agrícolas”, comentó Liz Gómez.

    Como empresa del sector agro, comprometidas con el desarrollo social y humano de cada uno de las y los agricultores locales, Yara comprende las diferencias de roles que hombres y mujeres tienen en la cadena de producción alimentaria con la intención de realizar un trabajo colaborativo con los héroes y heroínas de la alimentación para garantizar la seguridad alimentaria e impulsar la igualdad de oportunidades para ambos y aunque las mujeres cada vez toman mayor participación en el sector agro, la firma, como parte de su responsabilidad y compromiso de otorgarles un mejor futuro, desarrolla capacitaciones, programas y herramientas para que posicionen su liderazgo y empoderamiento en la industria:

    En 2019 impulsaron un taller con las mujeres de la Alianza de Mujeres de Café (IWCA por sus siglas en inglés), donde a través de conferencias acompañaron a las agricultoras a mejorar sus prácticas, con la intención de mejorar sus cultivos con menores recursos. Los temas que se abordaron fueron los aspectos de una taza de café de especialidad, el proceso de catación, el tueste, los diferentes procesos del café y el manejo óptimo del cultivo para obtener la mejor calidad.

    A través de Yara Champion Coffee, de la cual se llevan cinco ediciones continuas, la empresa ha exaltado las mejores prácticas de cada productor ya que se premia la disciplina y el compromiso de las y los agricultores mexicanos que están detrás de una taza de café de especialidad. “Me gustaría destacar que el número de mujeres ha aumentado con cada edición. En 2017 contamos con la participación de cinco mujeres de un total de 28 participantes mientras que para 2021 contamos con 25 mujeres caficultoras de un total de 91 participantes, es decir, aumentamos de un 18% de participación femenina a un 27% y pretendemos que cada vez sean más las mujeres que conformen parte de estas iniciativas”, destacó Liz, Gómez, gerente comercial de la Zona Sur para Yara México.

    A nivel interno, Yara tiene la meta de aumentar el porcentaje de mujeres que conforman su equipo. En septiembre del este año de las contrataciones realizadas, el 55% fueron de mujeres, al considerar que mediante las oportunidades laborales igualitarias para hombres y mujeres se puede cerrar la brecha de género que el sector requiere.

    De acuerdo con la ONU, la participación de las mujeres en actividades productivas es fundamental para el crecimiento de la economía de cualquier país. Tan solo en México, si las mujeres participaran a la misma tasa que los hombres, el ingreso per cápita sería 22% más alto, mucho más de lo que se ve en otros países de la OCDE. Además, al implementar políticas para aumentar la tasa de participación laboral de las mujeres en 0.6% al año (en línea con lo observado en España, Irlanda y Chile), se contribuiría a la eliminación de la brecha de género en la participación laboral y llevaría a un crecimiento económico de 0.4% anual.

    Con base en los datos anteriores, podemos revisar que el sector agro no es el único en el que tradicionalmente los liderazgos han sido ocupados en su mayoría por hombres. Esto hace revisar los retos en la industria por brindar a hombres y mujeres las mismas posibilidades en el acceso a la tierra para no sólo mejorar sus posibilidades económicas sino mejorar el desarrollo social de todo el país.

    “Lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y las niñas es una meta que nos planteamos como industria, alineados al Objetivo número 5 de Desarrollo Sostenible. Sabemos que el camino ha sido complejo por las tradiciones y normas sociales en las que hombres y mujeres han estado, sin embargo, tenemos completa confianza en que la brújula que nos guía es la más adecuada para tener impactos positivos tanto en la vida de las productoras como en la de la economía nacional”, apuntó Liz Gómez.

    Finalmente, desde Yara, aseguran que uno de los pilares para transformar el campo mexicano es contar con la participación de más jóvenes, quienes pueden conjuntar los conocimientos heredados de sus generaciones antecesoras con las nuevas herramientas tecnológicas con las que se cuentan para inyectarle al campo un toque de frescura que obtenga como resultado: más y mejores cultivos, cuidado del medio ambiente y un futuro económico rentable, para lo que es necesario contar con un incremento de participación de más mujeres jóvenes en la industria agrícola que encuentren el mismo acceso a la tierra y a la información que sus pares masculinos. Es necesario que éstas cuenten con apoyos institucionales de compañías con los mismos objetivos ambientales y sociales para conseguir los impactos deseados.

    De acuerdo con un estudio reciente de Girls With Impact, el 60% de la generación Z quiere formar parte de un proyecto que cree soluciones y marque una diferencia positiva en el mundo. Es por ello que, el futuro que de las mujeres en el campo es uno en el que, con el apoyo de las empresas del sector, tomen papeles de liderazgo para seguir transformando las prácticas agrícolas y asegurando la seguridad alimentaria.

    Desde Yara buscan seguir acompañar e incentivare el relevo generacional en el agro para que más jóvenes encuentren en el sector un futuro sostenible en el cual puedan explotar sus capacidades y talento, para fomentar una agricultura inteligente que permita alimentar al mundo de manera responsable con el cuidado del planeta como prioridad.

    Esta nota fue realizada por EL ECONOMISTA.
    Aquí puedes leer la original: https://www.eleconomista.com.mx

     

  • El feminicidio impulsa la migración de las mujeres centroamericanas

    El feminicidio impulsa la migración de las mujeres centroamericanas

    Los feminicidios y la violencia de género son uno de los motivos por los que las mujeres en países como Guatemala, El Salvador y Honduras tienen que salir de sus países

    El feminicidio, del que se registran altas tasas en El Salvador, Guatemala y Honduras, es una de las principales causas que empujan a migrar a las mujeres de América Central, de acuerdo con un reporte de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur).

    Para la jurista australiana Gillian Triggs, alta comisionada adjunta de Acnur para la protección, “es inaceptable que la violencia de género siga expulsando a las mujeres, niñas y personas LGBTIQ+ de sus hogares, y que siga siendo uno de los principales riesgos a los que se enfrentan durante su desplazamiento”.

    Las autoridades de esas naciones de origen o tránsito de las personas desplazadas y migrantes “deben garantizar su acceso al asilo y a la protección, así como ampliar las medidas de prevención y respuesta”, dijo Triggs.

    El nuevo llamado de Acnur se inscribe en la campaña de activismo que inicia el 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, y termina el 10 de diciembre, Día de los Derechos Humanos.

    La Comisión Económica para América Latina (Cepal) indicó que en 2019 y 2020 hubo en Honduras 295y 227 feminicidios, respectivamente. Es decir, 6.1 y 4.7 por cada 100 mil de sus mujeres.

    En el Salvador fueron 113 y 73 feminicidios en esos dos años (3.3 y 2.1 por 100 mil mujeres); y en Guatemala, 139 y 119 (1.6 y 1.3 por cada 100 mil). Otros países de la región con tasas altas son República Dominicana, Bolivia, Brasil y México.

    Factor determinante de desplazamiento

    Triggs comentó que, además de los feminicidios, los abusos continúan durante el desplazamiento de mujeres y niñas, y la situación se ha visto agravada por la pandemia covid-19 que “sigue siendo uno de los principales riesgos a los que se enfrentan durante su desplazamiento”.

    Un estudio reciente en Honduras mostró que la violencia contra las mujeres era un factor determinante en el desplazamiento, sobre todo para quienes tenían liderazgo y relaciones con miembros de las pandillas o de las fuerzas de seguridad.

    La situación se volvió crítica durante los confinamientos relacionados con la pandemia, que aumentaron los incidentes y los riesgos. Al levantarse las restricciones fronterizas a la circulación en los últimos meses, las mujeres y las niñas siguieron entre las personas forzadas a huir de sus hogares.

    Acnur ha llamado la atención sobre la actividad de las pandillas criminales en el llamado Triángulo Norte de América central, pues esos grupos “suelen atacar y forzar, a mujeres y niñas, a la esclavitud sexual”.

    Los delincuentes “también utilizan la agresión sexual -o la amenaza- como arma para obligar a los miembros de la familia a realizar actividades ilícitas”. Pueden ser víctimas de bandas rivales, e incluso ser asesinadas como parte de los ritos de iniciación de las pandillas.

    Las personas LGBTIQ+, especialmente las mujeres transgénero, también son especialmente vulnerables a la extorsión, la explotación y la persecución.

    En El Salvador, la organización no gubernamental Comcavis Trans informó que dos tercios de las personas LGBTIQ+ a las que han asistido este año huían de pandillas criminales. Las amenazas de muerte constituyen el principal motivo para huir.

    En Honduras, otra organización, Cattrachas, reportó 373 asesinatos violentos de personas LGBTIQ+ desde 2009.

    La prevención es crucial

    Incluso cuando huyen en busca de seguridad, muchas mujeres, niñas y personas LGBTIQ+ son vulnerables a la trata, las agresiones y las violaciones. Esto sobre todo cuando recurren a redes de tratantes o cruzan las fronteras por puntos informales.

    “Las medidas de prevención son cruciales para ayudar a empoderar a mujeres, niñas y personas LGBTIQ+, así como para garantizar sus derechos e impulsar su autosuficiencia. Al mismo tiempo, quienes logran sobrevivir a los abusos deben estar en el centro de todas las respuestas”, insistió Triggs

    Acnur se ha sumado a los pedidos para que las autoridades de estos países adopten medidas más eficaces, innovadoras e inmediatas para proteger los derechos de mujeres, niñas y personas LGBTIQ+ que se desplazan en la región.

    Foto: Daniel Dreifuss/Acnur

    Esta nota fue realizada por PIE DE PÁGINA.
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  • Males tiroideos, enfermedades femeninas e invisibilizadas: de la Mona Lisa a la actualidad

    Males tiroideos, enfermedades femeninas e invisibilizadas: de la Mona Lisa a la actualidad

    Por cada hombre hay entre cuatro y diez mujeres diagnosticadas con una disfunción tiroidea en México; pero el país carece de una política pública que satisfaga las necesidades de quienes padecen las más comunes: hipo e hipertiroidismo.

    El diagnóstico llegó más de dos siglos después de que se volviera famosa en todo el mundo. El tono amarillento de su piel, una línea de cabello que retrocede en la frente, la ausencia de cejas y el cuello que insinúa bocio respaldan la hipótesis de que Lisa Gherardini sufría hipotiroidismo severo. Pero quizás el menos obvio de sus síntomas —una debilidad muscular— fue el que le dio la fama mundial a su media sonrisa.

    En su artículo “La Mona Lisa descifrada: el encanto de una realidad imperfecta”, Mandeep R. Mehra, director médico del Brigham and Women’s Hospital (BWH), y Hilary R. Campbell, asistente de la vicerrectora de Investigación de la Universidad de California, sostienen que la enigmática expresión capturada por Leonardo da Vinci sería consecuencia de “algún retraso psicomotor y debilidad muscular que le impedirían sonreír abiertamente”.

    La Mona Lisa llegó al Museo de Louvre en París en 1797. El análisis de los médicos, publicado en 2018 por la Mayo Clinic, plantea que la Gioconda pudo haber adquirido la enfermedad tras dar a luz en 1502.

    Mehra y Campbell consideran hipotiroidismo como el diagnóstico más probable, pero admiten que podría haber lugar a otra verdad. Casi cinco siglos después de la muerte de Lisa Gherardini (1479-1542) la ciencia médica ha dado pasos agigantados. Hoy una persona puede ser diagnosticada con alguna disfunción de la tiroides en cuestión de horas a partir de una muestra de su sangre.

    Los resultados de un estudio así, llamado perfil tiroideo, llegaron a las manos de Rebeca Robles en 2011, poco antes de cumplir 30 años. Al ver sus rangos hormonales en aquella hoja su médico le dijo que padecía hipertiroidismo.

    Hipo e hiper son los extremos de un espectro que comprende a las enfermedades relacionadas con la función de la tiroides. El hipotiroidismo ocurre cuando esa glándula produce menos hormonas y el metabolismo se ralentiza; el hipertiroidismo, cuando secreta hormonas en exceso y el organismo se acelera. La Clasificación Internacional de Enfermedades vigente (CIE10) reconoce nueve formas de hipo y ocho de hipertiroidismo o tirotoxicosis.

    “Llevaba varios meses en que comía muchísimo y no ganaba peso. Mido 1.59 y pesaba 45 kilos. También mi actividad estaba exacerbada: de por sí siempre fui muy activa, pero era más”, cuenta Rebeca.

    Ella notó esos cambios, pero no los percibió como una señal de alerta. Vivía, trabajaba y maternaba en la Ciudad de México, la segunda urbe más poblada de América Latina: pensó que era estrés.

    Tras el diagnóstico, su médico le prescribió un medicamento y le indicó no hacer ejercicio para no afectar su corazón, pero no mejoró.

    “Me sentía fatal con la medicina: acné, una sensación de acaloramiento espantosa (…) Me sentía ansiosa, cansada, retenía muchos líquidos y tenía tanta debilidad que no podía cargar a mi hija de cuatro años”, relata a diez años de ese episodio.

    El endocrinólogo cambió el tratamiento por yodo radiactivo, que destruye las células tiroideas hiperactivas, reduce el tamaño de la glándula e invierte la sobreproducción de hormonas. Le explicó que su nueva condición sería la opuesta, hipotirodismo, que sería más fácil de controlar.
    Rebeca empezó a sentirse agotada. Se le caía el cabello, las pestañas y las cejas. Y tenía sueño todo el tiempo: le era imposible leer o hacer operaciones matemáticas simples.

    En 2013, sumida en depresión, renunció a su último empleo. “Ya no soy productiva, ya no sirvo”, sentía.

    ENFERMEDADES MÁS BIEN FEMENINAS

    La tiroides es una glándula endocrina con forma de mariposa localizada en el cuello. Las hormonas que produce influyen en la digestión, la reposición de células muertas, las contracciones musculares, el ritmo cardiaco y la temperatura corporal. Incluso en la respuesta inmunológica a infecciones como el covid-19.

    Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), las patologías tiroideas son las disfunciones endocrinas más comunes en el mundo, después de la diabetes. Y son enfermedades más bien femeninas: hay entre cuatro y diez mujeres diagnosticadas por cada hombre, según especialistas y diversos estudios clínicos consultados, así como estadísticas de instituciones de salud mexicanas obtenidas por transparencia para este reportaje.

    Hoy una persona puede ser diagnosticada con alguna disfunción de la tiroides en cuestión de horas a partir de una muestra de su sangre. (Ilustración: Ivette Espinosa)

    El hipo e hipertiroidismo, las más comunes, suelen presentarse de forma subclínica o leve. El hipotiroidismo, de prevalencia mucho mayor, avanza despacio y sus síntomas se confunden fácilmente con estrés, cansancio o envejecimiento natural. Como no son mortales ni causan incapacidad, estos padecimientos tienen menos prioridad para el sector salud que otros como la diabetes o la hipertensión.

    “También hay que enfocarlo desde el punto de vista del impacto. Claro, para cada individuo que tiene un padecimiento es el más significativo, pero en cuestión de salud pública tenemos que situar esta parte”, dice Alejandro Sosa Caballero, otrora presidente del Consejo Mexicano de Endocrinología y especialista en enfermedades tiroideas.

    Ni la Secretaría de Salud (SSa) ni el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), las instituciones de salud más grandes en el país, recopilan datos de incidencia y prevalencia de estos padecimientos, según respondieron a solicitudes de transparencia. Y con excepción de una campaña anual en mayo con motivo del Día Mundial de la Tiroides, el sector no promueve un tamizaje para grupos de riesgo, como mujeres embarazadas, que planean o no consiguen embarazarse; mujeres en la menopausia y población mayor de 60 años con síntomas.

    “En este tipo de enfermedades, que no representan una carga tan fuerte para los sistemas de salud sobre todo en el aspecto económico, se tiende a no tener datos epidemiológicos tan robustos”, reconoce Liliana Muñoz, investigadora en la Unidad de Investigación de Enfermedades Metabólicas en el Instituto de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán (INCMNSZ).

    En 2017, en su libro Grupos relacionados con la atención ambulatoria de las enfermedades endocrinas, nutricionales y metabólicas, el IMSS estimó que un paciente de hipotiroidismo le cuesta anualmente entre 7,000 y 11,000 pesos; uno de hipertiroidismo, de entre 10,000 y 18,000 pesos anuales. En contraste, el diagnóstico y tratamiento de diabetes mellitus inicia arriba de 96,000 pesos anuales.

    La atención de enfermedades tiroideas también se ve afectada por la falta de perspectiva de género y el androcentrismo. Las pacientes se sienten “locas”, mal atendidas y abandonan el sector público, para encontrar en el sector privado un trato similar, pero más costoso.
    Más información, un diagnóstico oportuno y una atención integral a estas enfermedades evitaría a las pacientes —sobre todo mujeres— síntomas y situaciones que merman su calidad de vida. Probablemente, también ahorraría costos al sistema público de salud, al reducir cuadros complejos, que son más caros.

    “Creo que a nivel de costos no implicaría una gran derrama para el sistema de salud. Y estaríamos ganando mucho en diagnósticos oportunos porque los síntomas de este tipo de enfermedades alteran la calidad de vida de las personas”, coincide la doctora Liliana Muñoz.

    GRAN INCERTIDUMBRE SOBRE LA PREVALENCIA

    Hasta mediados de la década de 1980, las enfermedades tiroideas se atribuían a la deficiencia de yodo en la dieta, pero actualmente México y la mayoría de los países desarrollados tienen suficiencia de yodo. Investigadores de Reino Unido y Alemania enlistan que la genética, la etnicidad, el sexo, el consumo de alcohol o cigarro o padecer enfermedades autoinmunes también influyen en su aparición.

    Tampoco se sabe muy bien por qué son enfermedades tan abrumadoramente femeninas: la OMS estima que afectan a diez mujeres por cada hombre en el mundo. Se supone que es porque ellas están más expuestas a cambios hormonales que los varones a lo largo de su vida.

    La disfunción tiroidea más frecuente es el hipotiroidismo. Como las instituciones de salud más importantes no registran los diagnósticos, hay gran incertidumbre sobre su prevalencia en la población mexicana. Estudios consultados apuntan que existe una horquilla de entre 8.7 y 20 por ciento de adultos afectados; es decir, entre 5 millones y 12 millones de personas. Este porcentaje puede subir al 23.7 por ciento (14 millones) si se amplía el espectro y se toma en cuenta cualquier disfunción tiroidea.

    Del hipertiroidismo, la propia Guía de Práctica Clínica que maneja el sector salud señala que “no se conoce la prevalencia en nuestro país”.

    A diferencia de las respuestas del IMSS y la SSa a las solicitudes de información, la Secretaría de Marina (Semar) entregó una relación de diagnósticos desagregada por edad y sexo. Sus servicios de salud hicieron 1,817 diagnósticos de enfermedades tiroideas en los últimos siete años (2015 a 2021). De estos, 1,595 fueron en mujeres y 222 en hombres.

    Hubo 1,265 mujeres diagnosticadas con hipotiroidismo, frente a 175 varones; una relación de siete mujeres por cada hombre. De hipertiroidismo hubo 82 mujeres diagnosticadas frente a 18 hombres; es decir, más de cuatro mujeres por cada varón.

    Nashielly Cortés, académica del Centro de Investigación y Estudios de Género de la UNAM, explica que “la patología sí se construye de manera distinta para hombres y mujeres por sus características biológicas”.

    Rebeca Robles, por ejemplo, dejó de atenderse en el Seguro Social de la Ciudad de México porque se sentía ignorada por los médicos. “Las mujeres, cuando vamos a consulta, es como de: ‘Está histérica, tómese su pastilla y no dé lata’. Esa es la actitud que siempre noté en el sector público”, compara Rebeca.

    Lizeth Almanza, estudiante de posgrado de 27 años en Coatepec, Veracruz, vivió algo peor en el sector privado.
    Además de hipertiroidismo, padece diabetes y síndrome de ovario poliquístico y huyó de su segunda endocrinóloga cuando le pidió su opinión profesional respecto a un eventual embarazo.

    “Quería informarme, y saber, en caso de decidirme, cómo me tendría que cuidar”. La respuesta de la doctora la sorprendió: “¿No te das cuenta de todas las condiciones que tienes y todavía estás pensando en tener un hijo?”.

    Además, las mujeres deben lidiar con los cambios que la enfermedad provoca en su apariencia. El estereotipo de mujer exige un aspecto físico contrastante con signos clásicos de las enfermedades tiroideas: aumento o disminución de peso, caída de cabello o el signo llamado exoftalmia, que da los “ojos saltones” a las pacientes.

    “Esta condición, por ejemplo, me va a preocupar (como doctor) cuando implique una amenaza a la función visual de la persona, pero no cómo se ve a sí misma (…), ignorando que hay toda una construcción social que te sitúa y te exige ser bonita, lo que sea que eso signifique”, explica la doctora Nashielly Cortés, adscrita al Departamento de Salud Pública de la UNAM.

    Las hormonas que produce la tiroides influyen en la digestión, la reposición de células muertas, las contracciones musculares, el ritmo cardiaco y la temperatura corporal. (Ilustración: Ivette Espinosa)

    Reflejar un rostro enfermo es diferente para hombres y mujeres en una sociedad que hace una exigencia diferencial entre ellos, apunta.

    Violencias como las que Rebeca o Lizeth han vivido son consecuencia de que el conocimiento y la práctica de la medicina se han construido históricamente a partir del cuerpo y la visión masculina. También de los roles y estereotipos de género que atraviesan la ciencia, la medicina y cualquier práctica social.

    Dentro de esa estructura, la relación médico-paciente es asimétrica. Al paciente se le coloca en un rol de subordinación al conocimiento que el médico posee para aliviarlo. Esa asimetría suele acentuarse cuando la médica es una mujer, dice Cortés, pues las doctoras deben legitimarse constantemente en un campo profesional dominado por hombres.

    POCOS ESPECIALISTAS Y MUCHA CENTRALIZACIÓN

    Otro de los principales problemas para quienes padecen de la tiroides es la dificultad para conseguir citas, ya que estas se alargan en el tiempo, y parte del problema es la escasez de especialistas.

    Durante los últimos 20 años se han expedido 1,104 cédulas de especialidad en endocrinología —la mitad a mujeres— en todo México, según información obtenida por transparencia de la Secretaría de Educación Pública (SEP).

    Aunque no existe un censo, el Consejo Mexicano de Endocrinología estima que hay unos 1,200 endocrinólogos y endocrinólogos pediatras en activo, que serían insuficientes incluso si solo atendieran los problemas tiroideos, reconoce el doctor Sosa Caballero.

    También, añade, hay un problema de concentración. Mientras hay estados del país con uno o dos endocrinólogos, Ciudad de México, Estado de México, Nuevo León y Jalisco concentran la mayoría de los especialistas.

    “Va a haber una María antes y una María después de tu diagnóstico”. Así es como María García, una publirrelacionista de 28 años, recuerda una de sus primeras consultas con su nutrióloga.

    Acababa de ser diagnosticada con tiroiditis de Hashimoto, una enfermedad autoinmune que es la principal causa de hipotiroidismo en mujeres y que se ha identificado entre las principales secuelas de covid-19 en la tiroides.

    María tuvo covid-19 en agosto de 2020. Su caso no fue grave, pero le dejó secuelas. Caída de cabello, piel reseca y uñas quebradizas. A eso se sumaban náuseas, mareo y el olvido de palabras; subía de peso, su organismo rechazaba alimentos que antes consumía sin problema y había días que le costaba mantenerse despierta mientras trabajaba.

    “Llegué a sentirme loca. Decía: ‘¿Cómo no puedes estar despierta? ¿Por qué quieres estar dormida todo el día?’, y te sientes culpable”, dice cinco meses después de haber sido diagnosticada.

    Ya se había identificado que infecciones virales como el SARS, la influenza y el sarampión pueden alterar la función tiroidea. Lo que se descubrió recientemente, según la revisión publicada por los científicos japoneses Idefumi Inaba y Toru Aizawa, es que el virus SARS-CoV-2 también tiene esa secuela. Específicamente, se identificó que el covid-19 puede provocar o activar autoinmunidad en pacientes sin un diagnóstico.

    Sin embargo, indica Liliana Muñoz Hernández, endocrinóloga del Instituto Salvador Zubirán, es complicado confirmar la relación entre covid-19 y disfunciones tiroideas por lo reciente de la pandemia y lo inusual de los estudios de anticuerpos.

    Después de semanas de tratamiento, María ha llegado a su dosis idónea de medicamento y sigue las instrucciones de su nutrióloga para encontrar qué alimentos tolera su cuerpo. Sigue luchando con algo que le ha sido muy difícil: “Es muy rudo sentirte en un cuerpo que no es tuyo, sentir que has perdido el control”.

    Nunca sabremos si la Mona Lisa sintió algo parecido. Ni siquiera Leonardo da Vinci pudo ser consciente de la importancia de esa glándula, la tiroides, que fue el primero en representar en uno de sus extraordinarios dibujos anatómicos. Quién le iba a decir que hoy, 500 años después de su muerte, un robot que permite la cirugía no invasiva de la tiroides sería bautizado como robot Da VinciN

    —∞—

    Este reportaje fue realizado con el apoyo de la International Women’s Media Foundation (IWMF) como parte de su iniciativa de ¡Exprésate! en América Latina. Edición: Karla Casillas Bermúdez. Ilustración: Ivette Espinosa.

    Toda la información e imágenes son de NEWSWEEK EN ESPAÑOL.
    Link original: https://newsweekespanol.com/

  • Recuperación económica tras Covid-19 depende de las mujeres: WEF

    Recuperación económica tras Covid-19 depende de las mujeres: WEF

    Niñas y mujeres han sido las más afectadas en todos los niveles por la emergencia sanitaria

    Participación de las mujeres en el sector laboral es vital para amortiguar los efectos de la crisis y promover la recuperación de la economía globalmente

    Debido a la emergencia sanitaria por Covid-19, la economía a nivel mundial se paralizó, afectando principalmente a niñas y mujeres en el proceso. De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), esta recesión masiva ocasionó que 1.6 millones de mexicanos perdieran su empleo, siendo el 84% mujeres. La problemática exige el planteamiento de un nuevo sistema que facilite la recuperación económica a partir de la participación equitativa en los múltiples sectores afectados.

    A causa de la pandemia, las mujeres en México se han visto obligadas a enfrentar desafíos a nivel político, familiar, cultural, social y principalmente, económico. La situación actual extinguió las fuentes de ingreso de múltiples hogares, por lo cual muchas mujeres fueron afectadas desproporcionalmente por la reducción de horas de trabajo, despidos y quiebra.

    Belén Sanz, representante en México de la Entidad de las Naciones Unidas para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de las Mujeres (ONU-Mujeres), informó, 77% de los hombres cuentan con trabajo remunerado, mientras que solo 54% de las mujeres tienen esta posibilidad. Esto se debe a la normalización y perpetuación de la división sexual del trabajo, aclaró Marta Ferreyra, directora general de autonomía y empoderamiento para la igualdad sustantiva del Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres). En este sentido, datos de IPSOS, empresa de investigación de mercados, revelan que tanto las labores domésticas como el cuidado de niños y adultos mayores, recayeron desmedidamente sobre las mujeres tras el inicio de pandemia.

    Aprovechar la productividad y el potencial de las mujeres es un aspecto clave para promover un crecimiento económico sostenible, inclusivo y equilibrado con el cual se amortigüen los efectos de la pandemia. Es necesario centrar la atención y movilización de recursos a la paridad de género y al desarrollo de un sistema económico dinámico, explicó Saadia Zahidi, directora gerente del Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés). Las inversiones en presupuestación con perspectiva de género, en el sector de cuidado y el acceso igualitario a permisos de ausencia para empleados de ambos géneros son ejemplos de iniciativas adecuadas. De igual forma, la creación de políticas para combatir la segregación ocupacional, atender la salud y combatir la violencia de género son fundamentales si se desea alcanzar la recuperación económica.

    Para atender este fenómeno, Inmujeres propuso la idea de un sistema nacional de cuidados en México, con la intención de disolver la brecha económica de género. De esta manera, se pretende que las mujeres ocupen más espacios de los cuales han sido excluidas ante el sistema patriarcal reproducido culturalmente. Con este modelo, se busca entender el cuidado como una actividad cotidiana en la cual el Estado debe centrar su atención, pues se trata de un bien y derecho público. Asimismo, aspira a cultivar la autonomía económica de las mujeres, con la cual podrán liberar su tiempo y desarrollar su crecimiento laboral.

    La implementación de esta clase de esfuerzos y políticas requieren la consideración de las contribuciones, restricciones y funciones de las mujeres en la economía. Solo así, las oportunidades para generar un modelo de recuperación económica sostenible podrán ser aprovechadas al máximo.

    Toda la información e imágenes son de NOTIPRESS.
    Link original: https://notipress.mx/

  • Una radio da voz a las mujeres silenciadas en Afganistán

    Una radio da voz a las mujeres silenciadas en Afganistán

    Radio Begum, que transmite desde un barrio popular de Kabul, en Afganistán, transmite programas para mujeres, clases para las niñas privadas de educación y consejos psicológicos.

    Como un refugio para las afganas silenciadas, la Radio Begum emite desde un barrio popular de Kabul programas para mujeres, clases para las niñas privadas de educación y consejos psicológicos con el permiso oficial de los talibanes.

    El nombre, «Begum», es un título nobiliario. «Es así como llamamos a las mujeres de los marajás. Este nombre fue elegido para sublimar a la mujer», explica Hamida Aman, la fundadora de esta radio donde no hay más que voces femeninas en antena.

    Fue lanzada el 8 de marzo, en el Día Internacional de los Derechos de la Mujer. Apenas cinco meses después, a mediados de agosto, los talibanes entraban en Kabul y las mujeres desaparecían casi por completo del espacio público.

    «No tiramos la toalla», proclama Hamida Aman, que creció en Suiza después de que su familia huyera de Afganistán. En 2001, con la caída del primer régimen talibán, volvió a Kabul.

    Este espacio de libertad se ha convertido en más indispensable que nunca, especialmente para las jóvenes. Dos veces al día, el estudio se convierte en un aula para compensar el cierre de las escuelas públicas para chicas en estudios secundarios.

    Nueve jóvenes de 13 o 14 años, seis chicas y tres chicos, siguen aplicadamente su libro mientras la presentadora lee en antena. La temática del día es la justicia social.

    «La justicia social se opone al extremismo», diserta la mujer de 19 años que estudiaba periodismo hasta hace unos meses. «¿Qué es la justicia en el islam?», afirma.

    Mursal, de 13 años, acude desde hace dos meses al estudio para seguir el curso. «Mis asignaturas preferidas son el darí, el inglés y las matemáticas», asegura. «Me siento mal desde que las escuelas cerraron: nos privaron de estudiar», añade.

    El «privilegio» de trabajar

    La chica tiene un mensaje para las afganas de su edad: «escuchad esta emisión atentamente para aprovechar esta oportunidad inesperada de continuar aprendiendo».

    Y otro para los talibanes: «les pido que reabran nuestras escuelas», dice Mursal, con mirada determinada.

    En antena ofrecen también lecturas para adultos. Saba Chaman, la directora de la radio y admiradora de Michelle Obama, leyó su libro «Mi historia» en darí.

    Un programa del que Saba Chaman está particularmente orgullosa es el respaldo psicológico a las oyentes. Estas pueden llamar para hacer preguntas o sincerarse.

    Ese día, Saba, de 24 años, habla de la importancia de la educación. En 2016, solo un 18% de las mujeres afganas saben leer y escribir, contra un 62% de los hombres, según el antiguo ministerio de Educación.

    Hamida Aman – Fundadora / Foto: AFP

    Una mujer analfabeta llama a la emisora: «las personas que no han aprendido a leer son como ciegos». «El farmacéutico me da siempre medicamentos caducados. Si supiera leer, no lo haría», protesta.

    «Esta radio, es un lugar de encuentro de las voces de las mujeres, de su dolor y de sus frustraciones», explica Hamida Aman.

    «Mi única razón de esperanza en estos momentos es saber que hago algo importante en mi vida para ayudar a las afganas», se suma Saba Chaman.

    La decena de trabajadoras de la emisora son muy conscientes del «privilegio» de trabajar mientras tantas mujeres no han podido volver a sus empleos desde el regreso talibán.

    Pero sí que pueden en Radio Begum, que obtuvo la autorización de los nuevos dirigentes en septiembre.

    Buscando financiación

    La radio tuvo que adaptarse, pero sin cambios profundos. En agosto, las empleadas de Begum trabajaban con sus colegas masculinos en una radio para jóvenes y ahora están separados en diferentes plantas. Frente a la redacción femenina se ha instalado una enorme cortina opaca.

    Y la música es «más tranquila», con canciones tradicionales en vez de pop, dice Hamida Aman.

    La fundadora de Begum se reunió a finales de noviembre con el portavoz del gobierno talibán, Zabihullah Mujahid. «Trabajamos para dar la palabra a las mujeres, para hablar de sus derechos», le explicó.

    «Estuvo muy alentador, dijo que era importante», dice Hamida. «Hay que mostrar que no debemos tener miedo. Hay que ocupar el espacio público. Mucha gente, sobre todo jóvenes, están aterrorizados por los talibanes», insiste.

    La radio, cuyos programas se retransmiten en directo en Facebook, emite en Kabul y sus alrededores, pero su objetivo es expandirse a zonas rurales.

    Pero como para otros medios afganos, el tiempo corre en su contra. A mediados de septiembre, un mes después de la llegada de los talibanes, la televisión privada Tolo News anunció que más de 150 medios habían cesado su actividad por las dificultades económicas y las restricciones.

    Begum se ha quedado sin publicidad. Hamida Aman busca fondos. Si no lo consigue, en tres meses cortarán la emisión y las afganas perderán uno de sus raros espacios de libertad, aunque sea en las ondas.

    Toda la información e imágenes son de EL SOL DE MÉXICO.
    Link original: https://www.elsoldemexico.com.mx

  • Mujeres contra la exclusión y la violencia médica

    Mujeres contra la exclusión y la violencia médica

    Históricamente los cuerpos de las mujeres han sido excluidos de la investigación médica, lo que ha provocado que el diagnóstico y el tratamiento de cientos de enfermedades sean más tardados, erróneos o inexistentes para ellas. Existe un sesgo de género en la práctica médica que afecta a las mujeres, y que ha comenzado a ser visible gracias a científicas, investigadoras y las redes construidas por las mujeres afectadas.

    Vivir con endometriosis es vivir sometida al dolor, el dolor en muchas formas.

    Para Quetzalli Sotelo, bióloga y documentalista de 45 años, se traduce en “punzadas agudas, dolor irradiado y dolor paralizante, dolor intenso al evacuar, al tener relaciones sexuales, dolor, dolor, dolor”.

    Para su hermana Elisa, música de 33 años, “a veces se siente como una aguja en el trasero, a veces como un monstruo en el vientre con tentáculos de dolor punzante, que abarcan desde las rodillas hasta los hombros. Un dolor acompañado de una neblina mental y una fatiga y pesadez física que no te permite ni siquiera estar sentada, ni trabajar desde la cama. Un dolor acompañado de náusea, de llanto, de impotencia absoluta”.

    La endometriosis se puede explicar así: es cuando las células del endometrio, ese tejido que se desprende y sangra en cada ciclo menstrual, crecen fuera del útero por razones aún desconocidas e invaden otros órganos, como el riñón, el intestino, el colon, causando dolor en cada menstruación.

    Pero el mayor problema no es la enfermedad, sino lo poco que se sabe de ella, aun cuando afecta a una de cada diez mujeres y su existencia se reconoció desde 1860. Este desconocimiento provoca que el diagnóstico tarde al menos diez años y el tratamiento sea inadecuado.

    En México no hay cifras, pero en España calculan que en al menos 700 enfermedades hay un mayor retraso en el diagnóstico para las mujeres que para los hombres. 

    Y si bien la endometriosis es una enfermedad exclusiva de mujeres, o personas con útero, hay otras enfermedades que no lo son y sobre las que tampoco se sabe cómo afectan en particular al sexo femenino. Esto quiere decir que existe un sesgo de género en la investigación, la práctica y el diagnóstico médico.

    Quetzalli y Elisa lo saben: lo vivieron. Durante 20 años no tuvieron un tratamiento adecuado. Toda una vida de escuchar a sus médicos asegurarles que su dolor era normal: “tómate estos analgésicos, no hay nada que podamos hacer”.

    Mujeres excluidas e invisibles

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    Una de las cosas que más mueve a Quetzalli aún después de su operación tiene que ver con el hecho de que socialmente se nos obliga a las mujeres a vivir con dolor como el que provoca la endometriosis. En esta fotografía ella escribe con su puño y letra: “Habla tu dolor, valida lo que sientes” / Foto: Greta Rico

    El sesgo de género en la investigación, la atención y el diagnóstico médico se manifiesta en la exclusión e invisibilización de las mujeres y sus padecimientos.

    En la investigación médica, este sesgo impide conocer cómo afectan las enfermedades de manera específica a las mujeres, e influye en el desarrollo de medicamentos y vacunas; en la atención médica, el principal y más visible ejemplo es la violencia obstétrica, y en el diagnóstico ocurre cuando, como en el caso de Quetzalli y Elisa, existe un mínimo esfuerzo.

    Históricamente las mujeres -y las hembras, para el caso de investigaciones con animales- han estado excluidas de los ensayos clínicos, aduciendo que la menstruación puede causar error en el análisis, o que se puede afectar su descendencia o fertilidad, aunque se ha demostrado que esta subrepresentación provoca peores resultados.

    El sesgo también se revela en el hecho de que “el porcentaje de mujeres que no reciben un tratamiento adecuado es superior al de los hombres (…), y que el personal médico tiende a realizar diagnósticos más sofisticados y mayores esfuerzos terapéuticos para resolver los problemas de salud de los hombres que de las mujeres”, afirma Luz María Moreno, coordinadora del Programa de Estudios de Género y Salud, del Departamento de Salud Pública de la Facultad de Medicina de la UNAM, en su artículo El género: un determinante social de la salud-enfermedad-atención (2016).

    Ciencia bikini

    De 2016 a 2019, Patricia Rodil tuvo una empresa de dispositivos médicos y participaba en eventos de emprendimiento, innovación y tecnología en salud, a los que asistían especialistas en diversas áreas, pero “de cada cien personas veía 96 hombres y sólo cuatro o cinco mujeres”.

    Ella es doctorante en Biología Molecular y fundadora de Científicas Mexicanas, un colectivo que busca visibilizar el trabajo de las mujeres en México en todo tipo de ciencia, tecnología e innovación, y crear un espacio, una red de apoyo, donde se pueda hablar de los retos y las dificultades particulares de las mujeres en el sistema científico.

    La situación que Patricia veía en esos encuentros de salud le llamaba la atención “porque mi mamá es enfermera, mis tías son médicos, y yo decía: a lo largo de la historia las mujeres hemos sido las encargadas del cuidado (en casa), y del cuidado de los pacientes, pero cuando estamos hablando de aspectos tecnológicos, científicos, innovadores, las mujeres ya no estamos presentes. Me empecé a preguntar por qué”.

    Lo que encontró es que el sesgo de género en la ciencia médica es una herencia aristotélica: “Aristóteles hablaba de las mujeres como un hombre mutilado, y de ahí viene esta idea de que el cuerpo de la mujer es algo alterado respecto de la norma, que es el cuerpo masculino”.

    Bajo esa falsa premisa, históricamente se ha excluido a las mujeres tanto de la investigación, como de ser cuerpos investigados, con algunas excepciones no siempre afortunadas que se enmarcan en la llamada “ciencia bikini”, un concepto al que se recurre para denunciar el sesgo de género.

    La “ciencia bikini” considera que las únicas diferencias entre el hombre y la mujer están en aquellas partes del cuerpo que cubre el bikini: los pechos y la zona genital, como si el resto de los órganos y los procesos fisiológicos fueran iguales en ambos sexos. Nada más lejano de la realidad.

    Un análisis del 2009 sobre investigaciones en biología pone de manifiesto cómo opera la llamada “ciencia bikini”: las mujeres sí fueron incluidas en todos los estudios sobre reproducción, pero en muy pocos sobre el cerebro, dando por hecho que se trata de un órgano que opera y funciona igual en hombres y mujeres.

    Una exclusión histórica

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    Elisa muestra uno de los varios tipos de analgésicos que tomaba cuando sufría de dolores intensos. Durante años probó de varios tipos en diferentes dosis, pero nada le calmaba el dolor por completo / Foto: Greta Rico

    La clásica escena de la persona con dolor en el brazo izquierdo, luego en el pecho, que se encoge y se marea son síntomas de un ataque al corazón, pero sólo en los hombres.

    Cuando una mujer tiene un infarto puede que ni siquiera tenga dolor en el pecho, tal vez sólo en la espalda, quizás sienta fatiga, dificultad para respirar y una variedad de síntomas, algunos silenciosos, diferentes a los de un hombre.

    Ignorar lo anterior es un sesgo de género, advierte Luz María Moreno, médica feminista, formada en perspectiva género por Graciela Hierro, introductora de la filosofía feminista y principal promotora de la apertura de centros y programas de estudios de género.

    En la práctica médica “piensan que las mujeres somos emocionales -señala Moreno-, que somos histéricas, y lo que pasa es que no nos duele, piensan que es gastritis, nos dan antiácidos y nos mandan a la casa, y hay mujeres que regresan con el infarto avanzado o ya no regresan”.

    Esto se debe a la exclusión de mujeres en los estudios sobre este padecimiento. Por ejemplo hay uno que hicieron en los 80s, en el que participaron casi 13 mil hombres, pero ninguna mujer.

    En otro ensayo clínico para desarrollar un fármaco, sólo el 20 por ciento de participantes era mujer; después de unos años de recomendar su uso para aliviar la enfermedad cardiovascular, analizaron la evolución de pacientes y encontraron que aceleró la muerte en algunas mujeres que lo tomaron.

    Esta reacción del fármaco fue identificada desde el grupo de estudio inicial, pero como en proporción afectaba a pocas personas, lo pasaron por alto.

    De hecho fue apenas en 2016, cuando la American Heart Association publicó un artículo donde reconocía las diferencias en mujeres y hombres con enfermedad cardiovascular.

    “Eso nos hace preguntarnos cuántas otras condiciones no estamos reconociendo que son diferentes entre ambos sexos”, cuestiona Patricia Rodil. La pregunta se vuelve personal porque ella padece una enfermedad autoinmune, y cuando habla con otras pacientes, pues en su mayoría son mujeres, encuentra demasiadas preguntas y pocas respuestas.

    Y es que sobre las enfermedades autoinmunes, aquellas en las que el sistema inmunitario es atacado por agentes externos o por nuestro propio cuerpo, como es el caso del lupus o la artritis reumatoide, hay pocos estudios, y el porcentaje de mujeres que la padecen (80%) es dramáticamente mayor que el de los hombres.

    Así como Patricia, Elisa también encontró más preguntas que respuestas sobre la endometriosis, hasta que un día ni siquiera se podía parar del dolor y decidió investigar por su cuenta. “Sólo recuerdo estar tirada, llorando y decir: esto no lo quiero, ya me cansé”.

    La que busca

    Los cuerpos de las mujeres han sido excluidos de la investigación médica, pero poco a poco este sesgo de género ha comenzado a ser visible

    “Quisiera decirles a muchas mujeres que en verdad, es posible tener una vida sin dolor” menciona Elisa mientras escribe sobre su retrato en una instantánea / Foto: Greta Rico

    Elisa encontró Nancy’s Nook Endometriosis Education, un grupo en Facebook donde se comparte información sobre la endometriosis y su tratamiento. Dar con el grupo fue fácil, lo difícil fue leer todos los artículos disponibles (en inglés), un proceso que le tomó año y medio.

    Ahí supo “que la endometriosis sí es diagnosticable con una resonancia magnética y alguien que la sepa leer, y no sólo eso, es curable con cirugía de escisión, una cirugía complicadísima que tiene que realizar un especialista que sepa reconocer y quitar las lesiones de endometriosis en la maraña de nervios, venas y arterias que es el vientre humano”.

    En ese mismo grupo encontró una lista de médicos certificados por la European Academy of Gynaecological Surgery para realizar esa cirugía. En México hay solo uno, uno para atender una enfermedad crónica incapacitante que afecta a una de cada diez mujeres.

    Se trata de Ramiro Cabrera Carranco, médico cirujano con especialidad en Ginecología y Obstetricia y Alta Especialidad Endoscopia Ginecológica enfocado en la atención de pacientes con endometriosis.

    Desde la primera cita con Cabrera, Elisa explicó sus síntomas y los de su hermana. Recordó cuando Quetzalli terminó en Urgencias luego de doce días sin poder ir al baño, y que justo antes de su menstruación sangraba por el recto. Era una señal de alarma que su anterior médico, supuestamente especialista en endometriosis, pasó por alto.

    “Seguramente son hemorroides”, recuerda Quetzalli que le dijo y le recomendó buscar un proctólogo.

    Para Luz María Moreno, el sesgo de género en la atención y el diagnóstico clínico se traduce en prejuicio, maltrato y violencia, no sólo obstétrica.

    “La violencia existe en toda la atención médica, en las consultas no les explican bien sus enfermedades, porque piensan que las mujeres no entienden y se les da menos atención, incluso se le llama a la pareja, eso es parte de este maltrato; se les interrumpe más (…), no se les permite decir lo que les pasa o se piensa que hablan mucho, que no saben explicar sus problemas”.

    Parirme a mí misma

    Finalmente un jueves de marzo, Elisa se sometió a una histerectomía contrariando el protocolo médico, pues no está recomendada para mujeres en edad fértil: “Los médicos se meten con tu cuerpo reproductivo como si fuera de ellos, ‘vamos a proteger tu útero a toda costa’. Yo no lo necesito, no me quiero embarazar, (…) si sólo me está causando dolor, por qué tendría que seguir con esto”.

    Además de la histerectomía, su médico le hizo la cirugía de escisión para retirar el daño encontrado en el peritoneo, la membrana que cubre la superficie interior del abdomen; en la central nerviosa del plexo sacro, que se encarga del control de glúteos, la pelvis y los esfínteres; y también encontró lesiones rodeando su uréter.

    A diferencia de Elisa, para Quetzalli aceptar la cirugía fue un proceso mucho más complicado por las implicaciones personales de quedarse sin útero. Su deseo de ser madre se anteponía a la recomendación médica, y tuvo que hacer una evaluación profunda sobre lo que quería para sí misma y su futuro.

    “Yo había dicho no a la histerectomía, no y punto. Porque dije: está súper lastimado mi útero, pero si lo pierdo, qué soy, qué queda, voy a ser como esta freak total. Era una cosa muy profunda, yo quería tener la posibilidad de…”, Quetzalli se detiene unos segundos. Contiene el llanto.

    Los cuerpos de las mujeres han sido excluidos de la investigación médica, pero poco a poco este sesgo de género ha comenzado a ser visible

    En la imagen se muestra una escena del video de la histerectomía de Quetzalli: “el médico me dijo que mi grado de endometriosis es el más alto, mira mi ovario, esta deforme y lleno de tejido enfermo, todo eso negro que se ve alrededor es la endometriosis” / Foto: Greta Rico

    Continúa sin concluir la frase: “Me tuve que enfrentar a decirme: tu vida no ha sido casarte y tener hijos, tienes 45 años y por quién sabe qué cuento de hadas que está como un chip metido, no has validado tu vida, y creo que esta es una oportunidad muy bonita para decir: valida todo lo que tienes y si esto te está destrozando, déjalo ir”.

    “Fue algo muy personal, muy privado, y quise hacerme la histerectomía desde ahí, como parirme a mí misma. Decir esta soy yo, con estas decisiones, y me duele en el alma que se vaya mi útero, pero yo necesito que pase esto”, dice tranquila. Resuelta.

    Su idea de poder embarazarse fue alimentada durante años por su ginecólogo, quien le aseguraba que seguía siendo fértil. “Y la verdad ese era el único mensaje que yo quería escuchar, entonces cuando me lo decía, a mí no me importaba si me estaba deshaciendo, (pensaba) si sigo siendo fértil, está increíble”.

    El sesgo de género también ocurre cuando se minimizan los síntomas, neutralizan a la paciente mediante otros diagnósticos, engañándola y culpándola, diciéndole que tiene un ataque de ansiedad, que es histérica, que tiene problemas psicosomáticos, o de plano diciéndoles que lo que sienten no es una enfermedad, o no existe más que en su cabeza.

    “Algo que probablemente a un hombre no le hagan”, considera Patricia Rodil.

    Las vacunas COVID 

    Imposible saber quién fue la primera, pero de pronto varias mujeres comenzaron a denunciar en redes sociales que la vacuna anti COVID-19 había alterado su ciclo menstrual, una alteración que no era igual para todas, ni tampoco parecía estar asociada a alguna vacuna en particular.

    Al respecto, Thalía García Téllez, doctora en Enfermedades Infecciosas por la Universidad París-Diderot y el Instituto Pasteur de París, inmunoviróloga y coordinadora de ensayos clínicos de vacunas en Francia, explica que para cada estudio clínico hay una lista de efectos secundarios esperados y en esa lista jamás se considera un impacto hormonal o ginecológico.

    Es decir que “existe un sesgo desde la manera en que se planea un estudio clínico”, pero añade que es causa y efecto, pues “no podemos incluirlo en investigación clínica, porque no hemos visto que impacte, pero en realidad no tenemos datos, porque del otro lado (de las participantes en estudios clínicos) tampoco consideran necesario reportarlo”.

    Además apunta hacia otra parte: el tratamiento, donde considera que al menos sí hay más información sobre hombres que sobre mujeres, porque “tienen más acceso a servicios de salud o buscan tener atención médica con mayor frecuencia que las mujeres”.

    Un artículo publicado en julio de este año, en el que analizan la inclusión de la variable sexo y/o género en estudios clínicos sobre Sars-Cov-2 / COVID-19, revela que la mayoría de la muestra (66.7 por ciento de los estudios) no la considera.

    Los cuerpos de las mujeres han sido excluidos de la investigación médica, pero poco a poco este sesgo de género ha comenzado a ser visible

    Durante varios años Elisa utilizó aplicaciones en su teléfono para registrar los días que le duraba el dolor provocado por la endometriosis, y el nivel de dolor que padecía. En algunas ocasiones llegó a pasar once días con cólicos tan fuertes que la inhabilitaban de sus actividades y su trabajo / Foto: Greta Rico

    Hacia la inclusión

    Las dinámicas que reproducen el sesgo de género en la Medicina se han perpetuado a nivel mundial y no están reguladas, pues aun cuando hay leyes de Salud, en ellas no se establece la necesidad de incluir a mujeres en las investigaciones.

    A nivel internacional existe la Declaración de Helsinki para aquellos países que la firmaron, México incluido, de la cual emana una serie de principios para la auto regulación médica en cuanto a la investigación, pero tampoco propone la inclusión de mujeres.

    Hasta hoy, el único documento que promueve la realización de investigaciones equitativas, ya sea en estudios animales o humanos, con un análisis diferencial de resultados por sexo, para identificar las diferencias y reportarlas, son las guías Sager (Sex and Gender Equity in Research), diseñadas en 2016 por el Comité de Políticas de Género de la Asociación Europea de Editores Científicos, para su aplicación en todo el mundo.

    Sin embargo Moreno, quien desde hace diez años imparte una materia optativa sobre perspectiva de género en la Facultad de Medicina de la UNAM, reconoce un avance: “cuando inicié a hablar de género realmente la gente se reía de mí, ahora veo que ya se ha abierto más”.

    La inclusión de materias con perspectiva de género en los planes educativos de todas las áreas de la salud, desde Enfermería y Medicina, hasta Biomedicina, es una solución que proponen tanto Moreno como Rodil, para la inclusión de las mujeres en la ciencia y en la investigación, pero materias que no sean optativas, sino obligatorias.

    “Porque realmente deberían darles cursos más amplios -sugiere Luz María Moreno-, y además no tan teórico, sino teóricos reflexivos, sobre la posición de las mujeres y la propia violencia, sobre cosas que incluso el personal piensa que no es maltrato, por ejemplo hacer chistes misóginos y sexistas a las pacientes o a las estudiantes de Medicina”.

    Una esperanza

    Los cuerpos de las mujeres han sido excluidos de la investigación médica, pero poco a poco este sesgo de género ha comenzado a ser visible

    El médico que atendió a Quetzalli y Elisa les dijo que es muy común ver a varias mujeres de la misma familia sufriendo de endometriosis y otros padecimientos como miomas y quistes / Foto: Greta Rico

    Un mes después que Elisa, finalmente Quetzalli entró a cirugía y quedó registrada en un video.

    Así describe lo que vio: “mis trompas de Falopio pegadas al útero, como camisa de fuerza, un ovario totalmente destruido, el intestino y el uréter pegados al útero, una sola masa envuelta en una telaraña de tejido conectivo, los órganos pegados, rígidos, agónicos. Mi doctor me dijo que mi uréter estaba ya tomado, lo pudo salvar, pero si no hubiera hecho la cirugía, en unos meses o un año me hubiera tenido que quitar también el riñón”.

    Una vez que estuvieron libres de endometriosis, Quetzalli y Elisa han compartido su experiencia en redes sociales, porque están conscientes de los privilegios que tienen y que les permitieron sanar.

    “Porque toda la información (sobre endometriosis) está en inglés. Entonces cómo rayos siquiera sabes lo que te está pasando si no encuentras información en tu idioma”. Entre otras barreras que enumera Elisa para acceder a un diagnóstico y un tratamiento adecuado están la falta de médicos, entrenamiento y equipo en el sistema público.

    “Y hay una esperanza muy importante, que es a donde hay que apuntar -afirma Quetzalli-, que tiene que ver con la detección temprana. Es súper importante y creo que eso sí debe estar al alcance de todos los niveles socioeconómicos: ir a las escuelas, a través de una página de Facebook (…). Sabemos que si lo detectas temprano, la operación puede ser muy simple”.

    (Con información de Valeria Rodríguez Nava)

    Los cuerpos de las mujeres han sido excluidos de la investigación médica, pero poco a poco este sesgo de género ha comenzado a ser visible

    Quetzalli se sometió a una histerectomía a principios de 2021, después de muchos años de leer e investigar sobre la endometriosis esta cirugía le ha permitido llevar una vida sin dolor / Foto: Greta Rico

    Los cuerpos de las mujeres han sido excluidos de la investigación médica, pero poco a poco este sesgo de género ha comenzado a ser visible

    Elisa al igual que su hermana decidió operarse en los primeros meses de 2021. Ambas padecían endometriosis, una enfermedad poco estudiada y poco conocida que les provocaba dolores insoportables y paralizantes cuando les venía la menstruación / Foto: Greta Rico

    Los cuerpos de las mujeres han sido excluidos de la investigación médica, pero poco a poco este sesgo de género ha comenzado a ser visible

    ”Durante mucho tiempo estuve disociada de mi dolor, ha sido como padecer estrés post traumático, el dolor estaba, y de repente ya está” menciona Quetzalli / Foto: Greta Rico

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    * Este texto forma parte de Cambia La Historia, un proyecto desarrollado por la DW Akademie promovido por el Ministerio Federal de Relaciones Exteriores de Alemania, con el objetivo de visibilizar las capas de la violencia contra las mujeres más profundas y admitidas socialmente.

    **Foto de portada: Con base en la documentación de las hermanas Quetzalli y Elisa estudios comunes que realizan las personas Ginecólogas como ultrasonidos no bastan para diagnosticar la endometriosis. Después de muchos años de buscar quien les diera un diagnóstico acertado, ambas tuvieron que realizarse resonancias magnéticas para determinar el nivel de daño que les había causado la enfermedad / Foto: Greta Rico

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  • ONU: A pesar de los cambios sociales, las mujeres siguen haciendo el trabajo doméstico y de cuidados

    ONU: A pesar de los cambios sociales, las mujeres siguen haciendo el trabajo doméstico y de cuidados

    La mitad de las mujeres en edad de trabajar no tiene ingresos propios, según estudios de expertos.

    Según ONU Mujeres, la carga de las actividades productivas no remuneradas (trabajo doméstico y de cuidados) sigue todavía recayendo en la población femenina, lo que impide que éstas puedan desarrollarse profesionalmente.

    Ante este panorama, la Fundación Forge, que tiene como objetivo reducir la brecha que existe entre los jóvenes y el mercado laboral del futuro, entrega detalles de la importancia de impulsar la inserción en el ámbito del trabajo de las mujeres en Colombia, donde este fenómenos sigue vigente.

    “La mitad de las mujeres en edad de trabajar no tiene ingresos propios, además existe evidencia de la relación entre la autonomía económica de las mujeres y el descenso de víctimas de violencia, por lo tanto, resulta urgente promover su inserción laboral, acompañado de políticas efectivas de cuidado que les faciliten poder trabajar”, afirma María José Gómez, directora de la Fundación Forge para Perú y Colombia.

    Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), casi un tercio de las mujeres de América Latina y el Caribe -la región más violenta del planeta- ha padecido violencia física o sexual en algún momento de su vida. Además, durante el año pasado, 443 mujeres fueron asesinadas en Colombia y existe una alerta urgente por las 1.200 mujeres que en este momento están en peligro de ser asesinadas por sus parejas o compañeros sentimentales.

    Además, de acuerdo con el Instituto de Medicina Legal, durante el año pasado se presentaron diariamente 49 denuncias de violencia sexual, donde la gran mayoría son niñas y sus perpetradores hombres. En cuanto a la violencia intrafamiliar, en el último periodo anual registrado se abrieron casi cien mil procesos en el país.

    La violencia contra las mujeres, no solamente genera la destrucción emocional, física, sexual y económica de ellas, que sería motivo suficiente para que hubiera un contundente rechazo social, sino que además atenta contra toda la sociedad puesto que esta contribuye con la reducción de la productividad empresarial y consume los presupuestos públicos en medidas dirigidas a prevenir, atender y reparar esta problemática.

    Con una actividad exitosa de 16 años en Latinoamérica, la Fundación Forge a través de su programa “Tu Futuro”, busca desarrollar las habilidades personales de jóvenes, crear relaciones de confianza con los empresarios y servir como agente de formación y capacitación mediante el otorgamiento de becas, con el objetivo de hacer exitosa la inserción profesional juvenil y combatir esta situación.

    “En 2020 logramos impactar exitosamente en la región a más de 10 mil jóvenes entre 17 y 24 años, y en nuestra entrada a Colombia este año ya hemos otorgado 200 becas de nuestro programa de empleo juvenil, donde tanto hombres como mujeres, pueden elegir cursos técnicos de ventas y servicios al cliente, logística y manufactura o tecnología, que les pueden servir para desarrollarse profesionalmente”, concluye la representante de la Fundación Forge.

    Colombianas trabajan el doble de horas que los hombres en labores doméstica sin remuneración

    El pasado 18 de noviembre, el Dane reveló el más reciente reporte sobre uso del tiempo en Colombia. Según la encuesta, entre septiembre de 2020 y agosto de 2021, los hombres participaron el 53,3 % del tiempo en actividades de trabajo remunerado, mientras que las mujeres lo hicieron solo el 29, 9 %.

    Sobre el trabajo no remunerado, la participación de los hombres fue de 63,4 % y la de las mujeres de 90,4 %. De acuerdo con la entidad, con respecto al trabajo remunerado, los hombres destinaron en promedio 8 horas y 57 minutos diarios, y las mujeres 7 horas y 37 minutos.

    Para el caso de la dedicación diaria al trabajo no remunerado, en los hombres fue de 3 horas y 6 minutos, y en las mujeres de 7 horas y 46 minutos.

    En cuanto a las actividades personales, en promedio los hombres dedicaron al día 16 horas y 25 minutos, mientras que en las mujeres dicho tiempo fue 16 horas y 11 minutos. Por tiempo destinado, para el periodo mayo-agosto de 2021, en promedio un hombre dedicó 8 horas y 49 minutos diarios a actividades de trabajo remunerado, y 3 horas y 1 minuto a aquellas de trabajo no remunerado.

    Por su parte, una mujer en promedio destinó 7 horas y 23 minutos diarios a actividades de trabajo remunerado, y 7 horas y 22 minutos a labores de trabajo no remunerado. En cuanto a las actividades personales, en promedio los hombres dedicaron al día 16 horas y 34 minutos, mientras que en las mujeres dicho tiempo fue 16 horas y 16 minutos.

    Toda la información e imágenes son de INFOBAE.
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  • Lady Mary Wortley Montagu, la mujer pionera de la inmunización olvidada por la historia

    Lady Mary Wortley Montagu, la mujer pionera de la inmunización olvidada por la historia

    El progreso notable de la inmunización contra la covid-19 ha centrado la atención del mundo en la brillantez de las vacunas.

    Muchos conocen la historia del descubrimiento de Edward Jenner de la vacunación contra la viruela en Gloucestershire, Reino Unido, hace casi 250 años.

    Pero muchos menos han oído hablar de Lady Mary Wortley Montagu.

    Ella fue la mujer de la alta sociedad cuyos pioneros experimentos de inoculación sentaron las bases para el descubrimiento de Jenner, pero cuya contribución está casi olvidada.

    Este año, que se cumple el 300 aniversario de sus extraordinarios experimentos con humanos, nos brinda una gran oportunidad para revisitar su asombrosa contribución a la salud pública.

    Opiniones progresistas

    Nacida como Mary Pierrepont en 1689, ella era una mujer vivaz y testaruda que escribía poemas y cartas y tenía opiniones progresistas sobre el papel de la mujer en la sociedad.

    Para evitar un matrimonio arreglado, se fugó cuando tenía 23 años y se casó con Edward Wortley Montagu, nieto del primer conde de Sandwich.

    Lady Mary Wortley Montagu
    Lady Mary Wortley Montagu era una mujer con ideas muy avanzadas para su época.

    En 1716, Edward se convirtió en embajador de Inglaterra en Estambul (o Constantinopla como se conocía en ese entonces), capital del Imperio otomano.

    Desde allí, Wortley Montagu escribió vívidas descripciones de la vida oriental, especialmente de las mujeres turcas, cuya vestimenta, estilo de vida y tradiciones la intrigaban.

    La más notable fue sobre su método de inoculación contra la temida viruela.

    Tratamiento con «injertos»

    Desde hacía mucho tiempo se sabía que las personas solo podían contraer esta enfermedad una vez.

    Si sobrevivían, eran inmunes por el resto de sus vidas.

    En lugar de arriesgarse a una infección natural que tenía una alta tasa de mortalidad, las mujeres turcas mayores buscaban inducir un caso leve en los niños mediante lo que llamaban un «injerto».

    Hospital para la viruela en Hampstead, Londres.

    El procedimiento que Wortley Montagu trajo a Reino Unido permitió salvar miles de vidas.

    La viruela provoca pústulas y costras en la piel de las personas afectadas por la enfermedad.

    Las mujeres tomaban el pus de la pústula de un paciente y se lo añadían a una incisión que le hacían en el brazo a la persona que querían proteger.

    Esto generalmente daba lugar a síntomas leves, seguidos de protección de por vida.

    «Hay un grupo de ancianas [aquí]», escribió Wortley Montagu, «que se dedican a realizar la operación, cada otoño… miles se someten a esto… [y no hay] un solo ejemplo de alguien que haya muerto por ello».

    La propia Wortley Montagu había sobrevivido a la viruela, pero quedó con cicatrices faciales. Su hermano había sucumbido a la enfermedad.

    Ella estaba ansiosa por proteger a su hijo pequeño de la enfermedad y convenció al cirujano de la embajada para que lo inoculara.

    «El niño fue injertado el martes pasado», escribió en una carta a su esposo, «y en este momento está cantando y jugando, y muy impaciente por su cena».

    Wortley Montagu estaba decidida a «poner de moda este útil invento en Inglaterra».

    Experimento con su hija

    Después de un par de años, había regresado a casa. En 1721, hubo una epidemia de viruela, y Wortley Montagu le pidió al médico de la embajada, que había venido con ella a Londres, que injertara a su pequeña hija que no había sido inoculada.

    Preocupado por su reputación, el médico le pidió a varios testigos médicos que observaran el procedimiento.

    Grabado que muestra a Jenner dando la primera vacuna.
    El nombre de Jenner es el que se recuerda cuando se habla del origen de las vacunas.

    En abril de 1721, el médico inoculó a la joven Mary Alice. Fue la primera vez que se realizó el procedimiento en Reino Unido.

    Aunque los observadores quedaron impresionados, otros se mostraron escépticos sobre esta práctica peligrosa y exótica.

    Wortley Montagu y su hija visitaron hogares afectados por la viruela para demostrar que la niña estaba protegida.

    Aún así, muchos médicos se mantuvieron cautelosos. ¿No era este un procedimiento arriesgado? ¿Y si causara una enfermedad grave o mortal?

    Inoculación o muerte

    En agosto de 1721, se realizó un experimento extraordinario en la prisión de Newgate de Londres que ayudó a persuadir a la gente del beneficio de la vacuna contra la viruela.

    A varios prisioneros que esperaban ser ejecutados se les ofreció la oportunidad de vacunarse contra la viruela, y la posibilidad de quedar en libertad si sobrevivían.

    Todos aceptaron la oferta y vivieron para contarlo.

    Para demostrar que la inmunización realmente protegía contra la enfermedad, una de las prisioneras fue enviada a cuidar a un niño con viruela, y durmió con él todas las noches durante seis semanas sin enfermarse.

    Aunque la inoculación siguió siendo una práctica controvertida, con cierta oposición médica y religiosa, este experimento carcelario fortaleció considerablemente la campaña de «variolización», como se conoce ahora a este procedimiento.

    Procedimiento que salvó miles de vidas

    La princesa de Gales, amiga de Wortley Montagu, estaba convencida e hizo vacunar a sus propios hijos.

    La realeza en toda Europa hizo lo mismo, al igual que los ricos de Nueva Inglaterra, donde la viruela estaba causando estragos.

    Dibujo de las ampollas que provoca la viruela
    La viruela provoca ampollas en la piel.

    A pesar de que ocasionalmente se produjeron casos de enfermedad graves después de la inoculación, y algunas veces fueron fatales, el procedimiento salvó miles de vidas.

    La contribución de Wortley Montagu fue celebrada por el poeta francés Voltaire, entre otros, y la inoculación se convirtió en un punto de encuentro para la Ilustración.

    Un paso más

    Setenta y cinco años después, el médico británico Edward Jenner, que había sido vacunado cuando era niño, llevó el proceso un paso más allá.

    Él se dio cuenta de que aquellos que habían sufrido de viruela bovina, una enfermedad relacionada con el ganado que es muy leve en los humanos, eran posteriormente inmunes a la viruela.

    Jenner entonces inoculó a gente con material de la viruela bovina y luego demostró que esto era efectivo contra la viruela (inyectarlos con viruela utilizando el enfoque de variolización de Wortley Montagu).

    La vacunación, como se conoció más tarde al procedimiento de Jenner por el nombre en latín vacca, demostró ser segura y, posteriormente, se adoptó a nivel mundial.

    Jenner recibió muchos premios y honores, y su trabajo condujo a la eventual erradicación de la viruela en 1976.

    Todos los estudiantes de medicina del mundo aprenden ahora sobre Jenner; su retrato cuelga en el Colegio Real de Médicos de Londres.

    Incluso se recuerda a Blossom, la vaca que proporcionó el material original de viruela bovina para el experimento de Jenner.

    Campaña de vacunación en Francia, en 1905.

    Campaña de vacunación en Francia, en 1905.

    Su piel se encuentra en la Escuela de Medicina del Hospital St George, y su retrato cuelga en el Colegio Real de Patólogos.

    Pero Wortley Montagu, cuyos esfuerzos pioneros sentaron las bases para los experimentos de Jenner, ha caído en el olvido.

    ¿Recordaríamos su trabajo si hubiera sido obra de un médico hombre, en lugar de una dama de la alta sociedad?

    Ahora, 300 años después, el Colegio Real de Médicos de Londres está buscando la forma más adecuada de reconocer su contribución.

    *Tom Solomon es director del la Unidad de Investigación de Protección Sanitaria de Infecciones Zoonóticas y Emergentes del Instituto Nacional de Investigación Sanitaria, y profesor de neurología, de la Universidad de Liverpool, Reino Unido.

    *Este artículo fue publicado en The Conversation y reproducido aquí bajo la licencia Creative Commons. Haz clic aquí para leer el artículo en su versión original (en inglés).

    Toda la información e imágenes son de BBC.
    Link original: https://www.bbc.com/mundo/noticias-58054138

  • Feminismo en las empresas: romper la brecha de género en los negocios

    Feminismo en las empresas: romper la brecha de género en los negocios

    Llevar los conceptos del feminismo a las estructuras empresariales crea entornos de mayor equidad y ventajas, que no sólo benefician a las mujeres.

    El feminismo en las empresas es un camino que mujeres alrededor del mundo construyen para transformar el ecosistema de los negocios, y lograr estructuras con más y mejores oportunidades para ellas.

    ¿Qué es el feminismo emprendedor? En este video te explicamos cómo esta corriente lleva los valores feministas al complejo proceso de creación de empresas, pero con un objetivo claro: mejorar la posición de las mujeres en la sociedad.

    Te invitamos a saber más sobre el feminismo en las empresas y sobre cómo es que mujeres han creado emprendimientos motivadas por la desigualdad que han sufrido.

    https://youtu.be/p1nPSobsdKw

    Empujar el feminismo en las empresas

    Las desigualdades motivadas por razones de género están en muchas y diversas áreas de la sociedad. Emprender es, de por sí, una misión compleja, y si se le suman trabas por ser mujer resulta aún más complicado.

    Sin embargo, te contamos la historia de cuatro emprendedoras STEM que llevaron sus proyectos enfocados en áreas de ciencia, innovación, ingeniería y matemáticas, a florecer.

    Te invitamos a leer: Las mujeres STEM que lograron emprender con la ciencia

    Y si te decides a emprender o te preguntas sí hacerlo es para ti, te invitamos a que escuches nuestro episodio especializado para emprendedores, en el podcast de Tec Review.

    Toda la información e imágenes son de TECREVIEW.
    Link original: https://tecreview.tec.mx