80 años han pasado ya de la muerte de Virginia Woolf, una mujer que nos ha dejado frases célebres y muchas lecciones feministas.
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Las 10 frases más célebres de Virginia Woolf, icono del feminismo
80 años han pasado ya de la muerte de Virginia Woolf, una mujer que nos ha dejado frases célebres y muchas lecciones feministas.
Virginia Woolf (1882-1941) fue una destacada autora de la literatura inglesa y el movimiento feminista, y aún hoy sigue siendo toda una referente. Fue hija de una modelo y un novelista e historiador que ya habían estado casados antes, lo que hizo que Virginia tuviese tres hermanastros. Virginia Woolf escribió diez novelas y quince cuentos cortos, casi todos de ficción. Entre sus obras más famosas están ‘La señora Dalloway’ (1925), ‘Orlando’ (1928), ‘Los años’ (1937), ‘Al faro’ (1927), ‘Las olas’ (1931) y ‘Una habitación propia’ (1929). Este último ensayo es uno de los textos fundacionales del movimiento feminista. Además, es el título de nuestro podcast dedicado a la vida de mujeres apasionantes y la protagonista del último episodio, en el que recordamos la obra de su gran voz feminista. El tipo de escritura de Woolf tuvo éxito porque rompía los esquemas establecidos en la época.
A Virginia Woolf le inquietaban temas como la desigualdad de género, el paso del tiempo o la forma en que el arte podía cambiar a las personas.
Muchos de los personajes de sus obras dejaban clara la angustia que a esta escritora le producían temas como el paso del tiempo, la forma en que el arte podía cambiar a las personas, la desigualdad entre los hombres y las mujeres en la sociedad o la finalidad de la vida humana. Estas son las 10 mejores frases de Virginia Woolf:
1.»Yo me aventuraría a pensar que Anónimo, quien escribió tantos poemas sin firmarlos, fue a menudo una mujer».
2.»Cuántas mujeres olvidadas porque ni siquiera ellas mismas pudieron, pueden o podrán decir ‘esta boca es mía’, ‘este cuerpo es mío’, ‘esto es lo que yo pienso’».
3.»Es obvio que los valores de las mujeres difieren con frecuencia de los valores creados por el otro sexo y sin embargo son los valores masculinos los que predominan».
4. «Las mujeres han gozado de menos libertad intelectual que los hijos de los esclavos atenienses. Las mujeres no han tenido, pues, la menor oportunidad de escribir poesía».
5.»Las mujeres han vivido todos estos siglos como esposas, con el poder mágico y delicioso de reflejar la figura del hombre, el doble de su tamaño natural».
6.»No hay barrera, cerradura ni cerrojo que puedas imponer a la libertad de mi mente».
7. «Una mujer debe tener dinero y una habitación propia si desea escribir ficción».
8. «El amor es una ilusión, una historia que una construye en su mente, consciente todo el tiempo de que no es verdad, y por eso pone cuidado en no destruir la ilusión».
9. «Como mujer no tengo patria, como mujer no quiero patria. Como mujer, mi patria es el mundo».
10.»La belleza debe romperse a diario para permanecer hermosa».
En el Día Mundial del Arte hemos querido homenajear a todas aquellas artistas femeninas cuyo talento dejó huella. Aunque muchas no lo tuvieron fácil, sus cuadros ya forman parte de la historia.
“Durante la mayor parte de la historia, Anónimo era una mujer”. Nadie como Virginia Woolf para describir el escrutinio y las piedras por el camino con las que se encontraron las mujeres artistas en un mundo, el del arte, reservado a los hombres. Por suerte, dejaron un reguero de nombres femeninos que llega hasta nuestros días y se traduce en vanguardias, como las curvas de la arquitecta Zaha Hadid, la transgresión tras la lente de Nan Goldin, las arañas gigantes que esculpía Louise Bourgeois o las instalaciones psicodélicas de Yayoi Kusama.
Hoy, en el Día Mundial del Arte, hemos querido homenajear a todas esas artistas (a secas) que moldearon el mundo a través de sus pinceladas. Recordamos a unas pocas, pero va por todas ellas.
Frida es el nombre universal que nos viene a la cabeza cuando hablamos de mujeres en el arte. Su delicada salud a raíz de un accidente de autobús le llevó a coger el pincel y el resto es historia. El sufrimiento, el cuerpo femenino –generalmente representándose a sí misma–, la explotación del color y su querido México natal son temas recurrentes en su obra. En Las dos Fridas vemos a una Frida vestida de tehuana (derecha) que se nutre de un medallón donde aparece su marido Diego Rivera mientras que la Frida de la izquierda, con vestimenta europea, está herida. Traspasó la admiración para convertirse en icono.
Aunque su poderosa manera de plasmar los rascacielos de Nueva York le valió reconocimiento, la artista americana es mundialmente conocida por sus flores llenas de delicadeza y vitalidad. Una naturaleza al detalle que se remonta a sus días en Nuevo México y que despertó una segunda lectura: la gente veía vaginas y metáforas de la sexualidad femenina en sus flores, algo que la artista siempre negó. Un dato para entender su relevancia: el cuadro Estramonio/flor blanca nº1 se vendió en 2014 por 44.4 millones de dólares, el precio más alto jamás pagado por la obra de una mujer. Estamos de suerte, ya que podrá verse en el Thyssen hasta agosto.
Joven de verde (Tamara de Lempicka)
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La reina del Art Déco vivió una vida a la altura del título. De origen ruso-polaco, su obra ha trascendido junto a una biografía de excesos, fiestas y voraz apetito sexual. Tamara de Lempicka supo capturar el espíritu de los años 20 y 30 en sus cuadros, encarnando ella misma el glamour y codeándose con la alta sociedad que luego retrataba. Precisión, juegos de luces y sombras y reminiscencias cubistas que vemos con mucho acierto en Joven de verde.
Nacida en Santander, fue una pionera del cubismo, aunque su nombre no alcanzara las cotas de sus compatriotas Pablo Picasso o Juan Gris, con quien además compartió una gran amistad. Se estableció en París, donde supo despertar la admiración de los seguidores de esta vanguardia tras una juventud marcada por los complejos a causa de la joroba que le había creado una malformación de columna. Composición cubista es un ejemplo brillante de cómo esta corriente deconstruía los objetos para jugar con los puntos de vista.
Considerada la primera mujer artista de renombre del Renacimiento, su obra también se englobó en el Barroco, resultado de la infatigable carrera que la llevó a pintar hasta casi los 90 años y despertando la admiración de figuras como van Dyck. Destacada en el retrato, la artista de Cremona (Italia) pintó a muchos miembros de la corte española del siglo XVI, incluido el monarca Felipe II. Muchas de sus obras fueran atribuidas a hombres, aunque la historia finalmente supo ponerla en su lugar.
Los animales de la pintora francesa Rosa Bonheur también merecen un hueco en la lista, sobre todo si tenemos en cuenta la movilización que se produjo en redes sociales para que El Cid formara parte de la sección permanente del Museo del Prado tras llevar 140 años guardado. Las pinceladas realistas de Bonheur que hoy cuelgan de las paredes del Metropolitan de Nueva York o la londinense National Gallery sí obtuvieron su merecido reconocimiento en vida. También la autora, a pesar de que vestía y actuaba “como un hombre” y decidió vivió sin pudor su homosexualdiad.
Mary Cassatt cambiaría Pensilvania por París para dar rienda suelta a su trabajo como impresionista, ayudando a expandir posteriormente esta corriente en Estados Unidos. La dulzura de sus cuadros es recordada sobre todo por su manera de plasmar la cotidianidad femenina. La mujer como niña, como madre o en su conjunto, creando momentos como este El baño del niño que evoca recuerdos mientras inmortaliza la intimidad más realista.
Tuvieron que pasar muchos años para que el mundo se pusiera de acuerdo en que fue ella y no Kandinsky la precursora del arte abstracto. Parte de la culpa la tiene la propia artista sueca, ya que le pidió a un sobrino que no mostrará sus obras más personales hasta al menos 20 años después de su muerte. Su coqueteo con el mundo del espiritismo tras fallecer su hermana le llevó a pensar que estas fuerzas se expresaban a través de su pintura. Por suerte, hoy la Fundación Hilma af Klint organiza exposiciones por museos de todo el mundo.
Junto a su marido Robert Delaunay impulsó la corriente artística del orfismo, regalándonos pinturas icónicas donde los contrastes vivos y las formas geométricas son las eternas protagonistas. Sonia llevó su obsesión por el color más allá, plasmándolo en textiles que han influenciado la historia de la moda y la decoración. En 1964 se convirtió en la primera mujer a la que el Louvre dedicó una exposición en vida.
Ver la vida a través de los ojos de Maruja Mallo significa hacerlo con la misma vitalidad y fantasía que los personajes de La verbena, obra que la artista gallega dedicó a las fiestas madrileñas. También lo es admirar Canto de las espigas, con la que recordaba los trabajos del campo y mar desde su exilio de 25 años en Argentina a causa de la Guerra Civil española.
Frankenthaler capitaneó una nueva forma de expresionismo abstracto a muy temprana edad. Casi por casualidad e inspirada por la obra de Pollock, desarrolló su técnica de la “mancha empapada” con la que diluía la pintura al óleo hasta que se asemejaba a la acuarela sobre el lienzo. Dio vida a una nueva vanguardia y rápidamente se convirtió en un referente de lo abstracto en Estados Unidos. Para Montañas y Mar se inspiró en los paisajes de Nueva Escocia, Canadá. En cierta manera, es casi como transportarse hasta ahí.
Hay hueco para lo figurativo en el arte contemporáneo de hoy. Miembro del selecto grupo de los Young British Artists, Jenny Saville ha convertido las mujeres desnudas, realistas y a gran formato en su sello de identidad. Su obra no idealiza el cuerpo femenino, sino que lo libera mostrando sus cicatrices y exceso de carne desde perspectivas poco favorecedoras como el escorzo. Poder ver de cerca el trabajo de un cirujano plástico marcó su visión. En 2018 su obra Propped se convirtió en la obra más cara de una artista viva superando los 10 millones de euros.
Autorretrato con sombrero de paja (Louise Élisabeth Vigée Le Brun)
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Hija de pintor nacida en París, Vigée Le Brun retrató a la élite social europea. Su buena relación con la reina María Antonieta,a quien debe algunos de sus obras más famosas, la llevó a huir del país cuando estalló la Revolución Francesa, aunque siguió prodigando su talento en otras cortes europeas. Se le atribuyen unos 660 retratos entre los que se encuentra Maria Antonieta, María Cristina Teresa de Borbón (en el Museo del Prado) o la corte de Catalina la Grande. Sin embargo, merece la pena viajar hasta la National Gallery para constatar cómo se veía a sí misma.
Pinturas, murales, máscaras africanas, libros… Faith Ringgold ideó un imaginario a todo color. Eso sí, no exento de reivindicación. Se alineó con el Movimiento por los derechos civiles y se rebeló contra la exclusión de artistas negros y mujeres en los principales museos. Sin embargo, será recordada por sus “colchas historiadas”, telas que usaba de lienzo para ensalzar primordialmente a las mujeres negras. Precisamente eso es lo que vemos en El estudio de Picasso, la historia de Willia, una artista y modelo ficticia que inspira Las señoritas de Avignon rodeada de las máscaras africanas que tanto le inspiraron a él.
No podía faltar el mundo onírico de Remedios Vario. Esta artista de Girona vivió en Barcelona y París, aunque pasó gran parte de su vida en México, donde dio rienda suelta a su imaginación, elaborando cuadros repletos de mitos, leyendas y simbolismo. Se convirtió en una de las voces más sugerentes del surrealismo. La creación de las aves, con esa simbiosis entre la lechuza y el humano, es buen reflejo de ello.
Estas son algunas de las audaces y valerosas mujeres que han salido a las calles para protestar contra el golpe militar y demandar el regreso de la democracia.
Las mujeres de Myanmar tienen un mensaje para los militares de su país: «¡Se han metido con la generación equivocada!»
A medida que crece la tensión en todo el país después del golpe militar del 1° de febrero, las calles de los principales pueblos y ciudades de todo Myanmar se han visto inundadas por mujeres de todas las edades que reclaman la re-instauración del gobierno de Aung San Suu Kyi, que fue elegido democráticamente.
Pero los militares han respondido con una represión cada vez más violenta, signada por la muerte de Mya Thwate Thwate Khaing, de 20 años, quien murió luego de que las fuerzas de seguridad le disparan en la cabeza durante una protesta pacífica la semana pasada en Naipyidó, la capital del país.
Sin embargo, la muerte de Khaing no ha desalentado a las manifestantes. Siguen marchando, mientras las activistas veteranas por los derechos de las mujeres y las organizadoras feministas jóvenes declaran a openDemocracy que su movimiento es «imparable».
«Estamos furiosas y también nos sentimos tristes», dijo la líder activista por los derechos de las mujeres, May Sabe Phyu, quien no puede creer que sus propias hijas y otras jóvenes de todo el país tengan que «sacrificar sus vidas», una vez más, en la lucha por la democracia.
En 1988, las protestas contra el dictador Ne Win, lideradas por estudiantes, arreciaron en Myanmar (entonces conocida como Burma) durante seis meses. Terminaron con el golpe que instaló en el poder a una junta militar que gobernó el país durante los siguientes 22 años. Dos décadas más tarde, en 2007, tuvo lugar la llamada «Revolución Azafrán» de miles de monjes y monjas budistas de Myanmar que se alzaron contra el régimen militar.
«Esta vez, las mujeres están al frente y, en muchos casos, están liderando las protestas. Eso nos llena de orgullo», dijo Phyu. Ella encabeza la Gender Equality Network (GEN), una coalición de más de cien organizaciones distribuidas en todo el país. «Durante los últimos diez años, hemos trabajado incansablemente para denunciar las variadas formas de discriminación y violencia basadas en el género», agregó.
«Esta vez, las mujeres están al frente y, en muchos casos, están liderando las protestas.»
Un ejemplo es la Ley para la Prevención de la Violencia contra las Mujeres . «Dedicamos tanto tiempo y tantos recursos a redactar esta ley específica, que ahora, más que nunca, resulta tan necesaria», se lamenta Phyu. Con el ejército nuevamente en control absoluto, las posibilidades de que esta ley sea aprobada son casi nulas.
«Los derechos de las mujeres nunca han sido parte de la agenda militar. Pueden fingir que se preocupan, pero son todas mentiras. Según ellos, el rol de las mujeres es preservar la cultura y la religión», dijo.
Desde que se produjo el golpe militar, Phyu viene realizando un frenético trabajo de cabildeo en la comunidad internacional, para plantear estas inquietudes a las organizaciones por los derechos de las mujeres e solicitar su apoyo. «Hemos coordinado una declaración que repudia el golpe, nos hemos reunido con embajadorxs y donantes, hemos escrito cartas al Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas y a la Asociación de Naciones del Sureste Asiático (ASEAN, por sus siglas en inglés)», relató.
«Todxs deben saber que esta es nuestra última pelea. Si no ganamos esta vez, ellos ganarán siempre. Por eso es que no me rendiré.»
«Decimos constantemente que la historia se repite», dijo Tin Tin Nyo de la Unión de Mujeres Birmanas, una veterana defensora de los derechos de las mujeres. «Pero esta vez lo novedoso es que todas las personas de este país (de todos los grupos étnicos, de todas las líneas políticas y de todas las creencias religiosas) se están uniendo para manifestarse contra el golpe militar.»
«Incluso la participación de mujeres de todos los sectores de la población es algo sin precedentes», dijo. «En especial, las mujeres jóvenes (la llamada «Generación Z») se están organizando a través de todo el espectro; son visibles y se hacen oír. Son obreras fabriles, maestras, trabajadoras bancarias y de la salud. Diría que más del 50% de quienes se unen al movimiento de desobediencia civil son mujeres.»
Dijo que, cuando Mya Thwate Thwate Khaing recibió un disparo en la cabeza, su asesinato provocó aún más ira y determinación de lxs manifestantes. «Esto ahora es imparable. A pesar de los riesgos que corran ellxs o sus seres amadxs, la población está decidida a abolir el golpe», dijo Tin Tin.
«A pesar de los riesgos que corran ellxs o sus seres amadxs, la población está decidida a abolir el golpe.»
La propia red de Tin Tin apoya las protestas: «Estamos atentas a los rumores y las noticias falsas que se difunden en las redes sociales, y nos mantenemos alerta a los informes de violencia sexual, acoso y tortura contra las mujeres que se han unido al movimiento.»
Pero agrega, «Sin su presión continua [de la comunidad internacional] contra los militares y su apoyo activo al movimiento por la democracia, puede que fracasemos.»
«No podía dormir durante la primera semana del golpe: estaba paranoica en ese momento, y sigo estando paranoica ahora, a la noche», dijo una activista feminista que prefirió no usar su nombre real por razones de seguridad. «Como hija de una familia políticamente activa, recuerdo cómo mis familiares fueron intimidados por los servicios de inteligencia militar y las fuerzas especiales», expresó.
Explica que la actual ola de protestas comenzó con una huelga general de trabajadorxs fabriles, pocos días después del golpe militar. La mayoría de esxs trabajadorxs eran mujeres.
«La huelga de trabajadorxs fabriles catalizó las protestas subsiguientes, que tuvieron lugar en todas las calles y todos los barrios de Yangon [la ciudad más grande de Myanmar]», dijo.
«Pero todavía tenemos un largo camino por recorrer. No alcanza con derrocar a un dictador en particular: también debemos combatir el sexismo y el racismo. Hemos experimentado violencia, tanto desde el estado como desde la sociedad, así que creo que, esta vez, realmente podemos construir solidaridad política entre mujeres de todas las clases sociales, para luchar por nuestra emancipación.»
«No alcanza con derrocar a un dictador en particular: también debemos combatir el sexismo y el racismo»
Describe cómo la «Generación Z» era ignorada por ser considerada apolítica. «Eso es un error. Están utilizando todos los recursos posibles (tecnología, artes visuales, música, danza) para expresar sus preocupaciones. No quieren que la próxima generación lxs culpe, si no logran ganar esta lucha.»
Naw K’nyaw Paw ha sido una activista por los derechos de las mujeres durante la mayor parte de su vida. Desde 1999, trabaja para Karen Women’s Organisation (KWO), un grupo de mujeres indígenas de más de 65 000 integrantes. En 2013, fue elegida como su Secretaria General. Establecida en Tailandia, en la frontera con Myanmar, Naw K’nyaw Paw ha tenido dificultades para dormir desde que se conoció la noticia del golpe militar.
«Pienso en quienes están huyendo, en quienes están protestando, y en todas las personas que están en contra del golpe y piden por la restauración de la democracia y la abolición de la constitución de 2008», dijo. (Esta constitución fue redactada por los militares y les otorga una influencia política que incluye, por ejemplo, el 25% de las bancas legislativas.) «Siempre creí que las mujeres son quienes están constantemente haciendo cambios. Son audaces, tienen valentía, y enfrentan al poder con la verdad. Desafían a la dictadura militar y organizan a la gente y, al hacerlo, se convierten en ejemplo e inspiración muchas personas a su alrededor.»
Insta a la comunidad internacional a escuchar las voces de las mujeres que están en el territorio, en especial, a las personas desplazadas internamente y a lxs refugiadxs. «Son quienes conocen mejor la situación.»
«No estoy bien», dice Than, una reconocida activista feminista que narra historias de resistencia de las mujeres a través de sus podcasts. «Creo que, mentalmente y físicamente, yo misma y otras activistas estamos experimentando un sentimiento similar. La previsión de peores cosas por venir es pesada. Este pensamiento nos ha estado persiguiendo desde el día en que se produjo el golpe. No lamentamos el hecho de que se hayan instalado en el poder, sino de que los militares son capaces de hacer cosas para arruinar nuestras vidas presentes y futuras. Es abrumador.» Than dice que lee, toca el ukelele y hace ejercicio en su bicicleta, para mantener su espíritu y su mente frescos. También habla con la gente, para saber cómo está impactando la situación en su comunidad. Está decidida a continuar con las conversaciones sobre el desmantelamiento del patriarcado.
Than ha notado que en algunos de los carteles de las protestas contra Min Aung Hlaing (el líder militar de Myanmar) se lo compara, de forma despectiva, con las partes íntimas del cuerpo femenino.
«Esos carteles son sexistas. Degradan a Min Aung Hlaing mediante la degradación de los cuerpos de las mujeres. Quiero alentar a la gente para que proteste con valores feministas», dijo.
«Las mujeres nunca antes estuvimos en el centro de la escena, porque los medios estaban guiados por valores patriarcales y difundían las voces de los varones. Creo que es buenísimo que ahora finalmente estemos viendo a las mujeres por lo que ellas hacen, y por cómo contribuyen a la sociedad», dijo Than.
«Hay personas que nunca antes han realizado activismo, y que ahora se están involucrando de diferentes maneras», dijo. «Lo que más me gusta es que las protestas no tienen un grupo específico de líderes. Todxs salen porque se preocupan, y porque no quieren que esta dictadura gobierne el país.»
La pandemia de COVID-19 ha derivado en una crisis sanitaria que se conjuga con otra crisis social: la de la violencia por razón de género. Con el objetivo de visibilizar como en todas las regiones del mundo, incluido México, la violencia contra las mujeres y las niñas ha aumentado en el contexto de la pandemia, compartimos las historias de mujeres mexicanas. Estos textos son parte del trabajo de ONU Mujeres en el marco de la Iniciativa de la ONU “Spotlight en México” – apoyada por la Unión Europea en articulación con el Gobierno de México.
Las mujeres indígenas y mujeres que viven en zonas rurales o asentamientos informales pueden enfrentar riesgos aún más elevados u obstáculos adicionales para acceder a servicios esenciales o para huir de situaciones de violencia, en particular, la violencia dentro del hogar durante el confinamiento.[1]
Un sábado de finales de mayo de 2020, Citlali, una joven nahua estudiante de bachillerato, recibió un mensaje en su celular, en el que le decían que fuera a Tlapa a revisar un problema con su número telefónico en un local comercial.
Fue sola de su comunidad hacia la cabecera del municipio más grande de La Montaña de Guerrero, corazón de una región históricamente marginada. Justo cuando se acercaba al establecimiento de telefonía en el centro, un auto la interceptó y dos hombres se la llevaron.
Dos días después, una madre angustiada recibió instrucciones para ir a recoger a su hija al zócalo de Tlapa, acordonado por la pandemia de la COVID-19, que ya se había cobrado la vida de 16 personas y tenía contagiados a más de 40 habitantes de la Montaña. La madre esperó en las bancas, y su hija no llegó.
Fue hasta el día siguiente cuando Citlali fue liberada en una calle del municipio de Huamuxtitlán, a unos 40 minutos de Tlapa. Su madre supo entonces que fue violada por dos hombres durante su captura, la cual se resolvió, además, con una cantidad de dinero de por medio.
Las condiciones específicas de la pandemia han transformado las posibilidades y los obstáculos que las mujeres y las niñas tienen para denunciar la violencia o las amenazas de todo tipo que reciben por parte de parejas, familiares o personas en su entorno.
Dada la ausencia de estas perspectivas en un país con grandes desigualdades étnicas, económicas y de género, muchas mujeres prefieren no denunciar la violencia de género por miedo a ser revictimizadas o porque los propios funcionarios de las instituciones desconfían de sus declaraciones y ponen en entredicho sus testimonios[2]: Aunque Citlaliy su madre buscaron apoyo, el miedo a grupos criminales y la aquiescencia de autoridades locales las hizo abstenerse de poner una denuncia. Por eso su caso no aparecerá en ninguna estadística oficial.
De la Costa Chica y de La Montaña “no tenemos tantas llamadas de auxilio al 911, nada más tenemos cuando ocurre un hecho (asesinato)”, nos dice en entrevista David Portillo Menchaca, titular de la Secretaría de la Seguridad Pública. El 40% de las atenciones del 911 en 2020 fueron de Acapulco; y del 30 a 35% de Chilpancingo, la capital de Guerrero; del total de incidentes, menos de 20% llegará a una denuncia ante el Ministerio Público, estima el funcionario.
El 911 ha sido el programa más visible de la federación y del estado para monitorear la violencia contra las mujeres durante la pandemia y un medio para que las víctimas accedan a servicios de apoyo, pero las mujeres de comunidades indígenas, rurales y colonias urbanas de periferia están totalmente excluidas, señalan activistas y académicas.
“En la Montaña las mujeres no tienen facilidades de hacer llamadas. En muchos poblados no hay señal de teléfono, ni de internet, y a veces ni luz eléctrica debido a las lluvias que además deterioran los caminos de una geografía de por sí accidentada (…) y si una mujer llama para decir que el esposo la está golpeando, llega el comisario o la policía municipal, como la autoridad más cercana, y lo primero que hacen es meterlas a la cárcel para obligarlas a volver con sus parejas”, denuncia la abogada del Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan, Neil Arias Vitinio, quien lleva 20 años trabajando estos temas en la región.
Cuando las mujeres se sienten en riesgo, acuden a la comisaría, a la sindicatura o a las instancias de la Mujer, donde no las protegen, asegura Neil Arias, quien tiene documentados 42 casos de violencias contra mujeres y niñas, la mayor parte de finales de marzo a octubre de 2020, en el periodo de confinamiento. Incluye tres desapariciones y 20 asesinatos en Tlapa, Cochoapa, Zapotitlán, Huamuxtitlán, Malinaltepec, Atlamajalcingo, José Joaquín de Herrera y Olinalá.
Para Viridiana Gutiérrez Sotelo, representante del Observatorio de Violencias de Género en Guerrero, y Rosa María Gómez Saavedra, exsecretaria de la Mujer, académica y feminista, es importante que funcionarias de primer contacto estén capacitadas para recibir denuncias con eficiencia, para dar certidumbre a las mujeres, saber cómo ayudarlas y a dónde referirlas, y que la atención sea eficaz. —
Por eso, además de reforzar en conjunto con el Gobierno Mexicano las acciones en la atención a denuncias telefónicas a través del 911 para ocuparse de la contingencia con perspectiva de género, desde la Iniciativa Spotlight en 2020, se distribuyeron 400 kits de higiene, 500 kits de dignidad para mujeres, 450 kits de dignidad para niñas y 430 kits de dignidad para bebés, los cuales se enviaron a instancias que atienden a mujeres y niñas víctimas de violencia en Chihuahua, Estado de México y Guerrero. Así como recursos extraordinarios para fortalecer el trabajo de las organizaciones de base en la primera línea de respuesta de la violencia contra las mujeres y las niñas, que atienden y contribuyen a la prevención, considerando especialmente personas con discapacidad, mujeres buscadoras, jóvenes y sobrevivientes de violencia.
Retomado – Texto original de Lourdes Chávez.
[1]ONU Mujeres. Mujeres indígenas en contexto Covid-19 ¿Cómo les impacta? Cosultado en: https://mexico.unwomen.org/es/digiteca/publicaciones/2020-nuevo/mayo-2020/mujeres-indigenas
[2]ONU Mujeres. COVID-19 y su impacto en la violencia contra las mujeres y niñas. Consultado en:https://mexico.unwomen.org/es/digiteca/publicaciones/2020-nuevo/abril-2020/covid19-y-su-impacto-en-la-violencia-contra-las-mujeres-y-ninas
En 1986, un día como hoy moría en París, a los 78 años, Simone de Beauvoir, filósofa, novelista y pionera del feminismo. Había nacido en 1908. Hija de una familia cristiana, desde niña se destacó por su destreza intelectual, como recuerda la reciente novela póstuma, rescatada del olvido, Las inseparables, donde rinde homenaje a su amiga Élisabeth Lacoin (más brillante que ella, según la escritora).
Como la mayoría de las ficciones de Beauvoir, esta novela se lee hoy como documento de una época. Algunas de sus obras fueron llevadas al cine, como La sangre de los otros (Claude Chabrol, 1984); Todos los hombres son mortales (Ate de Jong, 1995) y En tres actos (Lúcia Murat, 2015).
En cambio, sus ensayos y memorias forman parte del valioso legado de la escritora, así como también el papel que desempeñó como editora de Les Temps Modernes, revista política y literaria fundada en 1945 por ella, Jean Paul Sartre y el filósofo Maurice Merleau-Ponty. Hasta 1980, codirigió la publicación con Sartre. En Una muerte muy dulce, de 1964, aborda la muerte de su madre; el libro (el favorito de Sartre) puede ser leído como un alegato en defensa de la eutanasia. En 1971, la filósofa firmó el célebre “Manifiesto de las 343″, donde reconocía, junto con las demás firmantes, que había abortado; en ese entonces, el aborto era ilegal en Francia. Acompañó a Sartre, en su progresivo deterioro físico, hasta su muerte, en 1980. Un año después publicó La ceremonia del adiós, donde homenajea al autor de La náusea. Su hija y su expareja, el director de cine Claude Lanzmann, cuidaron a la escritora hasta su muerte.
Aquí algunas de las lecciones que dejó la escritora.
Simone de Beauvoir, sobre el matrimonio
De Beauvoir se formó en instituciones católicas privadas para estudiantes de clase acomodada; por ser mujer, no pudo estudiar en la École Normale Supérieure. Se graduó en filosofía en 1929, en la Sorbona, con una tesis sobre G. W. Leibniz. En el examen final, obtuvo el segundo mejor puntaje; el primero fue para Jean-Paul Sartre. De su amigo René Maheu recibió el apodo de “Castor” (juego de palabras entre su apellido y beaver), que su compañero de toda la vida, Sartre, siguió usando. Aunque él le propuso matrimonio, la autora de El segundo sexo, se negó. “El matrimonio multiplica por dos las obligaciones familiares y todas las faenas sociales -escribió en La fuerza de las cosas, el tercer volumen de sus memorias-. Al modificar nuestras relaciones con los demás, habría alterado fatalmente las que existían entre nosotros dos”.
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Simone de Beauvoir, sobre la maternidad
Si bien la pareja no tuvo hijos, Beauvoir, antes de morir, adoptó a Sylvie Le Bon-de Beauvoir, que se convirtió en su heredera universal. “Por lo general, la maternidad es un extraño compromiso de narcisismo, altruismo, sueños, sinceridad, mala fe, devoción y cinismo”, dijo. También la consideraba, lisa y llanamente, una servidumbre de la especie. Retrospectivamente, se condenó la adhesión de la filósofa y su pareja al régimen comunista de la Unión Soviética. Con Sartre, hicieron tours por varios países comunistas, donde no encontraron nada objetable.
Simone de Beauvoir, sobre el poliamor
Se puede decir que, con el autor de El ser y la nada, mantuvo una pareja abierta. Poliamorosa avant la lettre, tuvo aventuras ocasionales con estudiantes, que, en la actualidad, tal vez hubieran sido motivo de censura. Muchas de estas experiencias forman parte de su segunda novela, La invitada, de 1943, por la que fue denunciada por la madre de una de las estudiantes como “incitadora a la perversión de menores”. A la vista de los debates actuales, podría ser objeto de la cultura de la cancelación. Después de La sangre de los otros y Todos los hombres son mortales, publicó su primer gran éxito editorial, Los mandarines, “novela en clave”, protagonizada por una pareja de intelectuales de izquierda, por la que obtuvo el Premio Goncourt en 1954 y que dedicó al escritor estadounidense Nelson Algren (otro de sus amantes).
Simone de Beauvoir, sobre el feminismo
“Este mundo siempre ha pertenecido a los varones, pero ninguna de las razones propuestas para explicar el fenómeno nos ha parecido suficiente -se lee en el primer capítulo de El segundo sexo, clásico de la teoría feminista del siglo XX publicado en 1949-. Volviendo a tomar a la luz de la filosofía existencial los datos de la prehistoria y de la etnografía, es como podremos comprender de qué modo se ha establecido la jerarquía de los sexos. Ya hemos planteado que, cuando se hallan en presencia dos categorías humanas, cada una quiere imponer a la otra su soberanía; si las dos se empeñan en sostener esa reivindicación, se crea entre ellas, ora en la hostilidad, ora en la amistad, pero siempre en la tensión, una relación de reciprocidad; si una de las dos es privilegiada, se impone a la otra y se dedica a mantenerla en la opresión. Se comprende, pues, que el hombre haya tenido la voluntad de dominar a la mujer; pero ¿qué privilegio le ha permitido realizar esa voluntad?”.
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Así iniciaba un valiente examen del patriarcado, que le valió críticas de amigos como Albert Camus y François Mauriac, que le dijo a un colaborador de Les Temps Modernes: “Conozco todo de la vagina de su patrona”. La misma Beauvoir le respondió. “Mis adversarios crearon y mantuvieron malos entendidos en torno de El segundo sexo -declaró-. Sobre todo por el capítulo de la maternidad. Muchos hombres declararon que yo no tenía derecho a hablar de las mujeres porque no había tenido hijos: ¿y ellos? No por eso dejaban de oponerme ideas muy fijas. Habría quitado todo valor al sentimiento maternal y al amor: no. He exigido que la mujer los viva en verdad y libremente”.
Con la publicación de este estudio, que fue best seller y long seller, la autora marcó un antes y un después en la historia del pensamiento feminista. Sus aportes consolidaron una filosofía de la igualdad y combatieron las jerarquías y los roles establecidos por la diferencia entre varones y mujeres. “No se nace mujer, se llega a serlo”, es una de las máximas de El segundo sexo. A modo de reacción, durante los años 1970 y bajo el influjo del psicoanálisis lacaniano se gestó una corriente del feminismo que reivindicaba la reapropiación (y no la anulación) de la diferencia. Autoras como Luce Irigaray (que le “dedicó” a Beauvoir el título de una de sus obras más destacadas: Ese sexo que no es uno), Hélène Cixous, Sylviane Agacinsky y Julia Kristeva matizaron la exigencia de igualdad. Sin embargo, nunca dejaron de reconocerle a Beauvoir su condición de “madre” del pensamiento feminista.
El pasado 4 de abril iniciaron oficialmente en México las campañas políticas para el proceso electoral 2021; catalogado como “el más grande de la historia”, ya que definirá gubernaturas estatales, diputaciones y presidencias municipales estratégicas para el rumbo político del país.
Particularmente —y sin sentirme identificada por ningún partido— admito que esta contienda me ha generado sentimientos encontrados, pero en esta ocasión lo que quiero destacar es el gusto de ver a más mujeres en búsqueda de espacios de representación y de incidencia. Sin embargo, antes de calificar esto como un acontecimiento “positivo” dentro de la historia, constantemente me he preguntado lo siguiente: ¿esta participación está siendo libre de violencia? ¿Se está permitiendo el desarrollo pleno de los derechos políticos de las mujeres?
Para empezar, es importante partir de la definición y tipos de violencia. En un sentido amplio y de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la violencia es el uso intencional de la fuerza física, amenazas contra uno mismo, otra persona, un grupo o una comunidad que tiene como consecuencia o es muy probable que tenga como consecuencia un traumatismo, daños psicológicos, problemas de desarrollo o la muerte (OMS, 2021).
Mientras que la violencia de género es una forma de discriminación que no permite disfrutar a las mujeres de sus derechos y libertades en el mismo plano de igualdad que a los hombres. Generalmente este tipo de violencia es influenciada por estereotipos de género, los cuales no reconocen derechos, imponen una carga, limita la autonomía y toma de decisiones acerca de la vida, proyectos, desarrollo personal o profesional de las mujeres. Por lo tanto, la violencia política contra las mujeres en razón de género comprende todas aquellas acciones, conductas u omisiones de personas que se dirigen a una mujer por ser mujer y que afectan el ejercicio pleno de sus derechos políticos y tiene como objetivo evitar o alterar su libre participación en la toma de decisiones públicas.
Ante esta problemática nos han hecho creer que existen mecanismos diseñados para defender la participación y derechos de las mujeres, no obstante, nuestra realidad nos sigue enseñando que hay enormes obstáculos para ejercer completa y libremente nuestros derechos político-electorales en un país que hasta el momento no es capaz de generar entornos seguros y libres de violencia, principalmente, cuando ya no es novedad para ninguna de nosotras que partidos, senadores, diputados y hasta el presidente designen y respalden candidaturas de hombres violentos, machistas, misóginos y abusivos acusados de ejercer violencia sexual, física, psicológica, económica y feminicida.
Por lo tanto, desde todos los estratos es urgente reconocer, identificar y actuar ante la ola de violencia política por la que cientos de mujeres históricamente han tenido que pasar y por las que hoy buscan representarnos a todas a partir de incentivar y fortalecer una agenda política con perspectiva de género y con bandera feminista, siempre y cuando, sea abiertamente transincluyente, antirracista, anticorrupción, con conciencia de clase y que promueva el derecho a decidir sobre nuestro cuerpo. Asimismo, que fortalezca los procesos democráticos y que respete la libre expresión de ideas, la participación y el derecho de las y los ciudadanos de hacerse presentes en la esfera pública.
Ya que en pleno 2021 las mujeres mexicanas debemos tener la certeza de que estos actos de violencia no serán tolerados por las autoridades electorales; por lo tanto, las instituciones encargadas deben actuar apegadas a los principios de justicia para prevenirlos y evitarlos. Merecemos que el rumbo de las cosas cambien, que se deje de minimizar la violencia y que nuestro entorno sea más seguro; empezando por los procesos electorales que definen el lugar, la fuerza, la valentía y las iniciativas con las que muchas mujeres llegan, evitemos que sigamos siendo nosotras las que debamos de hacernos responsables de las acciones u omisiones de hombres en los espacios políticos y de toma de decisiones.
Los expertos aclaran que el causante del aumento en las complicaciones durante los embarazos no se debe puntualmente al Covid-19, sino al temor que las mujeres experimentaron y que les impidió buscar ayuda a tiempo.
Un macroanálisis que incluye 40 estudios con seis millones de embarazadas de 17 países muestra que durante el último año se produjo un incremento en las muertes de mujeres gestantes, más complicaciones durante el embarazo o la muerte del feto dentro del útero.
Esto no significa que el Covid-19 haya sido puntualmente la causa de esos problemas. Los expertos los llaman efectos colaterales debido a que muchas mujeres, en su temor por contagiarse, no asistieron a los controles adecuados y, en casos de urgencia, tardaron demasiado en pedir ayuda.
“La zona de triage estaba vacía en comparación a como estaría normalmente, con muchas mujeres. En ese momento había muy pocas. Había una presentación retrasada para análisis y las mujeres que tenían a sus bebés no se desplazaban mucho. Preferían llamar a su médico o a su partera, en lugar de venir al hospital. Realmente estaban preocupadas y decían “esperaré hasta mañana”, explica la profesora Asma Khalil, una obstetra del hospital Saint George’s de Londres, que cuenta lo que se vivió durante la primera cuarentena en la capital británica.
El informe, publicado en la revista médica The Lancet, halló que el número de bebés que murieron dentro del útero aumentó en casi un tercio, la misma proporción de mujeres que fallecieron estando embarazadas.
Por otra parte, el número de gestantes que necesitaron atención de urgencia por embarazos ectópicos (que se presentan cuando el bebé crece fuera del útero) se incrementó seis veces más durante la pandemia respecto al año anterior.
La investigación cita a los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés), que exponen que las mujeres embarazadas tienen mayor riesgo que las que no están encinta de padecer los síntomas graves si se contagian de Covid-19. Otro punto clave es el incremento en el estrés y la ansiedad de las gestantes.
“Fue muy estresante, en principio pensaba que tenía neumonía, estaba muy preocupada por el desarrollo del bebé. Luego, nos enteramos de que era coronavirus, un gran mundo desconocido. Eso me llevó al límite. Estuve demasiado estresada durante el final de mi embarazo porque pensaba en cosas que podían pasarle al bebé”, relata Hind Sherghin, una mujer que contrajo Covid-19 durante su embarazo. Por fortuna, su hijo nació sin problemas.
Otro de los puntos que resalta el macroestudio es que las mujeres que además de estar embarazadas tienen antecedentes de otras enfermedades como diabetes, obesidad o hipertensión, corren un riesgo mayor de desarrollar síntomas graves si se contagian. Por ello, los expertos reiteran la importancia de asistir a los controles periódicos y buscar ayuda de profesionales a tiempo.
Aunque aún es pronto para comenzar a contabilizar los estragos que la pandemia por COVID-19 dejará en los aspectos laborales, sociales, económicos y personales, ya comienzan a verse algunos de los retos que tendremos que atender como sociedad para garantizar una pronta recuperación económica. Dentro de éstos, vemos un aumento en la brecha de género.
Las mujeres se han visto más impactadas por la crisis y uno de los aspectos que más les ha afectado es la reducción en su nivel de ingresos en comparación con el de los hombres, ya sea por pérdida del empleo, reducción de sueldo o cierre de sus negocios. De acuerdo con el Banco Mundial, en América Latina las Pymes lideradas por mujeres tienen 11% más probabilidades de cerrar ante la crisis ocasionada por COVID-19 que las dirigidas por hombres. En total, los negocios liderados por mujeres presentan un 40% de probabilidades de cierre en esta época.
Esto no sólo significa un golpe económico para las mujeres involucradas, sino para todos en el país. En México hay más de 4 millones de Pymes y el 60% de ellas están lideradas por mujeres. El cierre de estos negocios implica una reducción en ingresos, empleos y actividad económica que impactaría en la economía general. Las micro, pequeñas y medianas empresas representan el 60% del empleo productivo formal del país.
¿Qué se puede hacer para solucionar esta problemática? Se trata de un esfuerzo en dos frentes. Del lado de las emprendedoras y directoras de los negocios, se requiere una mayor capacitación. Información de la CEPAL revela que las principales dificultades que experimentan las mujeres son la falta de experiencia y formación empresarial. Muchas mujeres carecen de conocimiento en temas de administración de empresas, marketing y comercialización.
En Google hemos impulsado más iniciativas y herramientas para combatir este reto. Las mujeres (y quien quiera, realmente) se pueden capacitar en estos temas de manera gratuita a través del sitio web Garage Digital en donde hay cursos en línea para administrar un negocio, utilizar herramientas digitales y llegar a más públicos; incluso existe una certificación en marketing digital. Sabemos que el tiempo siempre es un reto para los dueños de negocios, por lo que también creamos la aplicación Primer, que tiene este tipo de capacitaciones, pero en un formato de 5 o 10 minutos para aprender en poco tiempo desde tu dispositivo móvil. Además, en marzo lanzamos un conjunto de conferencias a través del canal de YouTube de Google Latinoamérica de nombre Crece con Google en Casa para mujeres en donde abordamos temas de autopromoción, marketing digital, seguridad en línea, entre otros, enfocados a atender las necesidades específicas de las mujeres.
Finalmente, el otro frente de este esfuerzo está en apoyar a negocios liderados por mujeres. Salir de esta crisis es algo que no podemos hacer solos, ni con esfuerzos aislados. Es un trabajo que requiere que todos nos ayudemos contribuyendo para avanzar y dejar este tiempo complejo en el pasado. Fíjate en los negocios que dicen “liderado por mujeres” cuando estés buscando un servicio o un producto en el buscador de Google o en los mapas y dales una oportunidad. También acércate a aquellas emprendedoras que están buscando ampliar su audiencia y ayuda a compartir sus experiencias. Unidas saldremos más rápido de este momento complejo.
Por Fiorella Fabbri, líder de Women@ en Google México.
La pandemia de la Covid-19 provocó un impacto desproporcionado en la fuerza laboral de las mujeres y aumentó su vulnerabilidad a la violencia doméstica, sostuvo este miércoles Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
“Los efectos de la pandemia van desde una disminución en la participación de las mujeres en la fuerza laboral, revirtiendo los logros de décadas anteriores, hasta un aumento en la violencia de género durante los encierros”, sostuvo la secretaria ejecutiva de la Cepal, en el podcast La Sombra de la pandemia: el impacto del Covid-19 en las mujeres, de America 360.
Bárcena sostuvo que la pandemia afectó la independencia económica de las mujeres en el continente, especialmente en América Latina, debido a que fueron despedidas de sus empleos o recortados sus salarios. La funcionaria sostuvo que la fuerza laboral de las mujeres en la región bajó 26%.
La secretaria ejecutiva de la Cepal añadió que las mujeres sufren desafíos singulares durante la pandemia, incluido el volver encontrar un empleo o volver a recuperar la totalidad de sus salario para solventar sus gastos.
“Las mujeres ahora hacen tres veces más trabajo doméstico de lo que hacían antes de que estallara el encierro provocado por la pandemia. Mientras que sólo el 51% de los hombres realizan algún tipo de trabajo doméstico. Esto es un problema”, sostuvo la integrante de la Cepal.
Bárcena agregó que las mujeres de sectores económicos que también han sido afectados corresponden al de servicios, ventas minoristas y ventas informales. La funcionaria de la Cepal sostuvo que hay decenas de mujeres que trabajan es estos sectores y que fueron afectadas.
“Con el encierro no sólo creció la violencia doméstica como tal en la región, sino que lamentablemente también se dispararon los feminicidios”, agregó Bárcena.
Monet, Cézanne, Renoir, Degas... todos ellos y alguno más que falta son los hombres del grupo de Los impresionistas, del que ya os hablamos en otro artículo. Si lo comparamos con otros movimientos artísticos anteriores, el impresionismo (1873-1886) fue un movimiento en el que las mujeres tuvieron cierta acogida y representación. Las pintoras del movimiento impresionista fueron cuatro: se trata de Berthe Morisot, Mary Cassatt, Eva González y Marie Bracquemond.
Cuatro pintoras que alcanzaron la excelencia artística dentro del grupo Impresionista. Durante mucho tiempo, la historia del arte, las recordó más como modelos que como artistas.
Aunque París estaba en pleno avance, los prejuicios contra las mujeres artistas seguían existiendo. Las mujeres del S XIX no podían ser admitidas en la Escuela de Bellas Artes. Seguía siendo terreno exclusivo de hombres hasta 1897, en que fueron admitidas las primeras mujeres artistas.
Un siglo de grandes contradicciones con respecto a la mujer. Si bien avanzó en cuanto a derechos laborales y económicos, socialmente se sigue viendo, a la mujer, bajo el prisma del modelo victoriano, en su papel de madre, esposa y ángel del hogar.
Berthe Morisot, retrata a su hija tocando el piano.
La formación artística de las mujeres del momento, provenía de academias particulares como la academia de Rodolphe Julian. En ellas, las mujeres podían seguir el mismo plan de estudios que los hombres recibían en la enseñanza oficial.
Las academias les permitían pintar desnudos con modelos naturales, lo cual era un hecho sin precedentes para las mujeres pintoras. Un factor positivo de este tipo de enseñanza fue la frescura y la espontaneidad de sus obras frente a la enseñanza más disciplinada que proponía la educación oficial.
Otro lugar de aprendizaje fue el Museo del Louvre, en donde sí podían ir al igual que los hombres, para copiar a los grandes maestros de la pintura, formándose en la composición, en las diferentes técnicas y la aplicación del color.
Por otro lado, aunque ninguna de ellas procedía de familia de pintores, sus orígenes burgueses, les permitió acceder a una educación artística estimulada desde el seno familiar.
¿Por que? Porque hablamos de una época en la que estaba bien visto que las mujeres se dedicaran a la pintura como afición y entretenimiento, no de manera profesional ni económica.
Madre e hijo. Mary Cassatt.
Por otro lado estaban mal vistas las mujeres que se dedicaban a pintar a «plain air», tan propio de este movimiento y como lo hacían sus compañeros hombres, lo que las obligó a realizar y situar sus obras dentro del ámbito doméstico.
La sociedad francesa seguía relegando a un segundo plano la vida pública de las mujeres.
Su ámbito, el casero, la vida doméstica, su intimidad y ese pequeño círculo burgués en el que se movían, pasó a ser la temática principal de sus obras. Se consideraba, además, que las mujeres no tenían el conocimiento de la anatomía humana por lo que no podían ser capaces de representarlo.
Pintar escenas del día a día, un tanto informales, fue la temática principal de las pintoras del movimiento impresionista. Dato curioso cuando más tarde, este tipo de temáticas corrientes formarían parte de la base del Impresionismo.
Pero, a pesar de los topes constantes, impuestos por la sociedad y el propio mundo artístico, nuestras mujeres consiguieron formar parte de este movimiento y que se las reconociera por ello. Establecieron relaciones con los pintores del movimiento impresionista, lo que les facilitó su proyección.
El movimiento impresionista no respetaba las reglas a nivel artístico, lo cual conllevó un cambio de mentalidad en muchos sentidos.El carácter, ciertamente, revolucionario del movimiento, facilitó la presencia de las pintoras en sus filas.
Manet, las retrató en numerosas pinturas. Degas y Mary Cassatt establecieron una estrecha relación profesional colaborando en varios proyectos. Eva Gonzalès fue alumna de Manet. Marie Bracquemond, tuvo como mentores a Monet y Renoir.
A través de estas relaciones con la élite cultural del momento y con otros intelectuales y artistas como Mallarmé, Puvis de Chavannes o Emile Zola, las mujeres impresionistas terminaron siendo aceptadas por la crítica.
Las pintoras del movimiento impresionista no tuvieron una identidad común. Cada una se relacionó a su manera con los debates artísticos y políticos de la época, pero no formaron grupo con una identidad común de mujeres pintoras.
Berthe Morisot (1841 –1895) fue fundadora y figura clave del movimiento impresionista.
Berthe y su hermana Edma estudiaron de forma privada en el taller del pintor académico José Guichard, discípulo de Ingres y Delacroix. Copiaban las obras maestras Louvre para practicar el dibujo.
Cuando Berthe Morisot, conoció a Corot, importante paisajista de la escuela de Barbizon, empieza a pintar al natural, directamente la naturaleza.
En 1868 conoce a Edouard Manet, quien se encuentra el Louvre copiando los cuadros de Rubens.
Berthe Morisot se sintió fascinada por la fuerte personalidad del pintor y accedió a posar para él en una decena de pinturas.
Berthe Morisot retratada por Manet.
En 1874, tras la muerte de su padre, Berthe Morisot se casa con Eugène Manet, hermano de Edouard Manet. Ese mismo año participa en la primera exposición impresionista y a partir de entonces, estará presente en todas las ediciones posteriores. Financia, junto con su marido, la última edición, la de 1886, y participa activamente en la selección de artistas.
Sus esfuerzos por plasmar las sensaciones mediante una compleja red de pinceladas quebradas, la colocaron en la vanguardia de su época. Su pintura, muy ligada a su propia vida y a la de las personas que la rodeaban, muestra su entorno tal y como ella lo veía, con una gran naturalidad.
Los críticos la descubren y le dedican comentarios elogiosos y alentadores, alabando sus opciones cromáticas y su sentido innato de la luz. Morisot expone con regularidad en los Salones oficiales de París hasta 1873.
Aunque Berthe Morisot fue considerada como igual dentro del grupo de los Impresionistas, ella siempre tuvo incertidumbres como artista mujer, tal cual dejo plasmado en sus diarios.
«No creo que exista un hombre que haya tratado a una mujer como su igual y es todo lo que pedí; sin embargo, estoy segura que valgo tanto como ellos.»
Berthe Morisot.
Mary Cassatt (1844-1926).
Mary Cassatt es otra de nuestras pintoras del movimiento impresionista. Aunque nacida en Pensilvania, Estados Unidos, pasó gran parte de su vida en Francia.
Desde pequeña se sintió fascinada por el dibujo y la pintura, pero debió luchar contra el escepticismo de sus padres, y añadir los prejuicios sociales de aquellos que no aceptaban que una mujer pudiese emprender una carrera artística.
La tercera artista, considerada «una de las tres grandes damas del impresionismo» (Gustave Geffroy, crítico de arte. Historia del impresionismo, publicado en 1894 ) junto con las dos anteriores, fue Marie Bracquemond.(1840 – 1916).
Marie Bracquemond creció en un clima muy diferente al ambiente intelectual y culto de las otras grandes pintoras del impresionismo.
Autorretrato. Marie Bracquemond.
Cuando contaba con diecisiete años participó en el Salón con un dibujo de su madre, su hermana y su profesor. Un amigo de la familia le presentó al pintor Jean-Auguste Dominique Ingres (1780-1867), con quien se formó en el dibujo académico.
Sin embargo, este pintor mostraba una baja valoración hacia sus alumnas.
«Dudaba del coraje y la perseverancia de las mujeres en el campo de la pintura. Quería imponer límites a las mujeres artistas en el campo de la pintura, encasillarlas en la pintura de flores, de bodegones, de retratos y escenas propias de su sexo»
La vie de Félix et Marie Bracquemond. felix BRACQUEMOND.
La artista le mostró unos dibujos que había hecho de su hermana Louise, y el maestro quedó asombrado. Le recomendó, entonces, que se alejara de los temas banales de su localidad para centrarse en la representación de la naturaleza.
Su encuentro con Ingres reforzó sus deseos por continuar trabajando en la pintura, a pesar de los obstáculos que se le interponían. Como escribió por esas fechas:
“No quiero pintar flores. Quiero trabajar en la pintura y expresar aquellos sentimientos que el arte me inspira”
A pesar de sus esfuerzos, quedó relegada durante largo tiempo a la sombra de su marido, el también pintor Félix Bracquemond, hasta que expuso por primera vez en el Salón de París de 1859.
Desde entonces ganó un merecido reconocimiento y participó en otras tres exposiciones de los impresionistas, la cuarta, la quinta y la octava.
En sus obras, la artista se centra principalmente en escenas domésticas con un estilo sencillo y espontáneo.
Eva Gonzalès (1849 – 1883) es la cuarta y última de nuestras pintoras impresionistas. Francesa de origen español y monegasco, considerada la más discreta de todo el grupo.
Autorretrato.
Recibió una educación esmerada y desde muy joven tuvo contacto, a través de su padre, el escritor español Enmanuel Gonzalés, (fundador de La Revue de France y primer presidente honorario de La Société des Gens de Lettres), con la intelectualidad del París de la época.
En un primer momento estudió con Charles Joshua Chaplin, y posteriormente con Édouard Manet, en cuyo taller será modelo y alumna.
La influencia de Manet en su pintura es visible hasta 1872, después su estilo se vuelve más personal, especializándose en obras al pastel y tonalidades claras. En sus pinturas utiliza pinceladas amplias y enérgicas, eliminando los tonos transitorios y el detalle.
Ella compartió con el grupo de los impresionistas el interés por la representación de la vida moderna.
Un palco del teatro de los Italianos. Eva Gonzalés. 1875
Artista contemporánea de Berthe Morisot y Cassatt, González pinta a menudo escenas de interior en su propio entorno social.
Muchacha despertándose. Eva Gonzalés.
Expuso en el Salón de París de 1870 una pintura de carácter realista, inspirada en un cuadro de su maestro, titulada “El pequeño soldado”.