Con la música como un puente sólido para dialogar y concientizar sobre temáticas del movimiento feminista y desarrollo social, Mujeres en el Rock Fest llega a su cuarta edición, la cual se realizará el próximo 13 de octubre en el Teatro de la Juventud.
En conferencia de prensa, Beatriz Olivares, directora general del Instituto de la Juventud de la CDMX, y Marcela Viejo, productora del concepto, hablaron de las fortalezas y retos del festival, que este año está encabezado por Daniela Spalla, Ruido Rosa, Sofi Mayen, Joaquina Mertz, Noa Sainz y Micca Mont, en compañía de la Orquesta Sinfónica Manuel M. Ponce del Injuve.
“La finalidad es abrir ese diálogo y avanzar como sociedad, pues en el movimiento feminista últimamente hemos tenido mala fama, entonces queremos quitar ese estigma sobre el feminismo”, comentó Viejo.
A decir de la directora Beatriz Olivares, Mujeres en el Rock se une a una serie de proyectos que está desarrollando el INJUVE CDMX, que sirven para recuperar espacios públicos: “A partir del arte y con las artistas, podamos concientizar al resto de la población. Este no sólo es un espacio de música, es un espacio de reflexión y de generar conciencia y de garantizar estos espacios libres”.
“Estamos haciendo mucho trabajo, no solamente con las mujeres artistas, también estamos llevando a cabo las Brigadas Rayando en Libertad y Recuperando el Barrio”.
GRATIS La cuarta edición se realizará el 13 de octubre en el Teatro de la Juventud.
Este es un listado diferente de libros para iniciarse o profundizar en el feminismo. No están los libros que usualmente aparecen en esas listas tan de moda de libros feministas más recomendados.
En esas listas casi siempre molesta ver cómo se han incluido libros que han sido la punta de lanza patriarcal contra el feminismo como movimiento político de liberación de las mujeres. También es irritante ver cómo una y otra vez se ocultan a autoras imprescindibles como Andrea Dworkin, bell hooks, Adrienne Rich o Audre Lorde. Es inevitable que echéis de menos libros muy importantes, también yo.
Faltan libros y no están todos los que son, pero sin embargo sí puedo garantizar que son todos los que están, y que el título de esta nota no es un simple anzuelo.
Si lees estos libros despacio y con el mimo y la atención que se merecen, intentando aprehender las palabras de sus autoras, tu vida cambiará, y lo hará para siempre.
Pulsa en las portadas o en el título si quieres descargar el pdf de los libros que te interesen. Gracias a la labor militante, muy poco reconocida, de muchas compañeras editoras, traductoras y bibliotecarias digitales están a vuestra disposición. Si queréis la versión en papel, algunos de ellos los podréis encontrar, otros no. Preguntad a vuestras libreras feministas favoritas. Todos son buenos libros para tener en vuestra habitación, o para regalar a vuestras amigas, vuestras hijas o vuestras madres, o a cualquiera de nuestras hermanas.
No he elegido libros muy largos ni difíciles de leer. Podrás leer todos estos libros en el tiempo que te llevaría leer, a duras penas, uno solo de esos libros indigeribles y aburridos con los que casi matan el feminismo desde la academia y los centros de poder de la dictadura patriarcal.
No he querido incluir mi opinión de cada libro, qué papel cumplió en la vida de mis compañeras o en la mía, o por qué ocupa un preciado lugar en el listado. Prefiero, que si no los conocías, los explores por ti misma. Siempre hay una lectura íntima, intransferible, de cada libro. Un libro ha de llegar en el momento adecuado, y es imposible que todos los libros, por buenos que sean, lo hagan.
En cada libro he dejado que, con un fragmento de su obra, sea la propia autora la que abra tu apetito o no, la que te atraiga o no con sus palabras, la que te haga tener que leer su libro sí o sí.
El «feminismo como estilo de vida» se acomodaba en la noción de que podía haber tantas versiones del feminismo como mujeres en el mundo. De repente, el feminismo se fue vaciando lentamente de contenido político y se impuso la idea de que no importaba la tendencia política de una mujer, ya fuera conservadora o liberal: ella también podía incorporar el feminismo en su estilo de vida.
La política feminista está perdiendo fuerza porque el movimiento feminista ha perdido definiciones claras. Tenemos esas definiciones. Reivindiquémoslas. Compartámoslas. Volvamos a empezar. Hagamos camisetas, pegatinas, postales y música hip-hop, anuncios para la televisión y la radio, carteles y publicidad en todas partes, y cualquier tipo de material impreso que hable al mundo sobre feminismo. Podemos compartir el mensaje sencillo pero potente de que el feminismo es un movimiento para acabar con la opresión sexista. Empecemos por ahí. Dejemos que el movimiento vuelva a empezar.
Existen muchas clases de poder; los que se utilizan y los que no se utilizan, los reconocidos o los que apenas se reconocen. Lo erótico es un recurso que reside en el interior de todas nosotras, asentado en un plano profundamente femenino y espiritual, y firmemente enraizado en el poder de nuestros sentimientos inexpresados y aún por reconocer. Para perpetuarse, toda opresión debe corromper o distorsionar las fuentes de poder inherentes a la cultura de los oprimidos de las que puede surgir energía para el cambio. En el caso de las mujeres, esto se ha traducido en la supresión de lo erótico como fuente de poder e información en nuestras vidas.
En la sociedad occidental, se nos ha enseñado a desconfiar de este recurso, envilecido, falseado y devaluado. Por un lado, se han fomentado los aspectos superficiales de lo erótico como signo de la inferioridad femenina; y, por otro, se ha inducido a las mujeres a sufrir y a sentirse despreciables y sospechosas en virtud de la existencia de lo erótico.
Estos escritos y discursos presentan un punto de vista político, un análisis,
información, argumentos, que son censurados en la prensa americana para proteger pornógrafos y castigarme por pasarme de la raya. Soy, por
supuesto, una escritora políticamente disidente, pero debido al género, soy una
escritora políticamente disidente de segunda clase. Eso significa que puedo ser borrada, difamada, ridiculizada de maneras violentas y con expresiones insultantes y que pueden impedirme hablar con mi propia voz fingiendo estar a favor de la libertad de expresión.
También significa que cada estereotipo misógino puede ser invocado para justificar la
exclusión, el castigo financiero, el menosprecio y el exilio forzoso del debate público. El hecho es que estos ensayos y charlas hablan por y para vastos números de mujeres condenadas al silencio por esa misma misoginia, esa misma santurronería sádica, esa misma cruel indiferencia a la dignidad humana y a los derechos humanos. Sé, por supuesto, que no se supone que deba seguir escribiendo. Se supone que debería desaparecer como escritora. Espero no hacerlo. Sé que otras personas comparten la misma esperanza; y aprovecho esta oportunidad para agradecerles por la ayuda que me brindaron durante la última década de tratar — como dije antes — de comunicar y sobrevivir, como escritora y como mujer; las dos son una para mí.
Mucho antes de tener plena conciencia de que yo era lesbiana, era la lesbiana que hay en mí quien perseguía esa configuración esquiva. Y creo que es la lesbiana en todas las mujeres que sienten el impulso de la energía femenina, la que las hace sentir la atracción hacia las mujeres fuertes y la que busca una literatura que exprese esa energía y fuerza. Es la lesbiana que hay en nosotras la que nos hace sentir imaginativas, entregarnos al lenguaje, capturar la conexión total y completa entre mujer y mujer. Es la lesbiana que hay en nosotras la que es creativa porque la obediente hija del padre que hay en nosotras es solamente una yegua de tiro. Fue la lesbiana en mí, más que la libertaria civil o la feminista quien persiguió la memoria de la primera mujer negra que amé mucho antes de que me enseñaran lo que significa ser blanca, antes de que nos obligaran a traicionarnos.
El conocimiento y los saberes acumulados por las mujeres tienen, en gran medida, su origen en experiencias y procesos que no necesariamente están sistematizados en los términos de la Academia. Sin embargo, ésta recupera, resimboliza y usa esos conocimientos, sin dar cuenta de sus orígenes, lavándolos de sus propuestas más políticas. Resulta necesario, entonces, que las mujeres comencemos a visibilizar nuestra capacidad de creación y de pensamiento, legitimando el proceso que nos ha llevado a formular y reformular un pensamiento extrasistémico, de la misma manera como hemos visibilizado nuestros sufrimientos. Si bien es evidente que algunas de estas reflexiones están inspiradas en textos que podrían ser citados, ellas son, al mismo tiempo, producto de síntesis que han sido hechas a través de los años, de experiencias concretas que nacen de mi activismo político-feminista. Las reflexiones de este libro provienen de diferentes espacios y personas, algunas citables, pero otras –tan importantes o a veces más– no se encuentran en las bibliotecas.
El dominio sexual es tal vez la ideología más profundamente arraigada en nuestra cultura, por cristalizar en ella el concepto más elemental de poder.
El sexo reviste un carácter político que, las mayoría de las veces, suele pasar inadvertido.
Sean cuales sean las diferencias sexuales “reales”, no las conoceremos hasta que ambos sexos sean tratados con paridad.
El concepto del amor romántico es un instrumento de manipulación emocional que el macho puede explorar libremente, ya que el amor es la única condición bajo la que se autoriza (ideológicamente) la actividad sexual de la hembra.
El profundo cambio social que implica una revolución sexual atañe sobre todo a la toma de conciencia, así como a la exposición y eliminación de ciertas realidades, tanto sociales como psicológicas subyacentes a las estructuras políticas y culturales. Supone, pues, una revolución cultural que, si bien ha de llevar consigo esa reestructuración política y económica a la que suele aplicar el término revolución, tiene que trascender necesariamente dicho objetivo.
El trabajo doméstico ha sido convertido en un trabajo que oprime a quien lo realiza porque se realiza en condiciones que quedan fuera de nuestro control. En este momento de necesidad de cambio social, y con esta mirada marxista-feminista, creo que el cambio debe empezar por una recuperación del trabajo de reproducción, de las actividades de reproducción, de su revalorización, desde la óptica de la construcción de una sociedad cuyo fin, en palabras de Marx, sea la reproducción de la vida, la felicidad de la sociedad misma, y no la explotación del trabajo.
Actualmente, para las mujeres negras y para todas sus hermanas blancas de clase obrera, la idea de que la carga del trabajo doméstico y del cuidado de los hijos pueda ser descargada de sus espaldas y asumida por la sociedad contiene uno de los secretos milagrosos de la liberación de las mujeres. La atención a la infancia y la preparación de la comida deberían ser socializadas, el trabajo doméstico debería ser industrializado, y todos estos servicios deberían estar al alcance de las personas de clase trabajadora.
Suponed que nos hacemos una simple pregunta: ¿qué necesita saber una mujer para convertirse en un ser humano consciente de sí misma y con capacidad para definirse? ¿No necesita conocer su propia historia, su cuerpo de mujer usado tantas veces con fines políticos, conocer el genio creativo de mujeres del pasado, la habilidad, las destrezas, las técnicas y las visiones que poseían las mujeres en otros tiempos y culturas, y como se las ha sumido en el anonimato y se las ha censurado, interrumpido, devaluado? Como miembro de esa mayoría a la que todavíase le niegan los derechos de todo ciudadano, a la que se esclaviza como presa sexual, a la que se paga menos por su trabajo, o no se paga en absoluto, y que esta alejada a la fuerza de su propio poder, ¿no necesita una mujer un análisis de su condición, conocer a las pensadoras que en el pasado han reflexionado sobre todo ello, conocer, también, las rebeliones individuales y los movimientos que las mujeres han organizado en todo el mundo contra la injusticia social y económica, y como estos se han visto fragmentados y silenciados? ¿No necesita saber como se han institucionalizado condiciones aparentemente naturales como la heterosexualidad o la maternidad, para arrebatarle su poder? Sin tal educación, las mujeres hemos vivido, y continuamos viviendo, ignorantes de nuestro contexto colectivo, vulnerables a lo que la fantasía de los hombres ha proyectado sobre nosotras, tal y como se ve en el arte, en la literatura, en las ciencias, en los medios de comunicación y en los llamados estudios humanísticos. Mi sugerencia es que no es la anatomía, sino una ignorancia impuesta la que ha sido crucial en nuestra falta de poder.
La mayor parte de las obras teóricas del feminismo moderno, desde Simone de Beauvoir hasta el presente, son ahistóricas y han descuidado los estudios históricos feministas. Era comprensible en los primeros días de la nueva ola de feminismo, cuando casi no se sabía nada acerca del pasado de las mujeres, pero en los años ochenta, cuando hay gran abundancia de excelentes trabajos especializados en Historia de las mujeres, en otros campos continúa persistiendo una distancia entre el saber histórico y la crítica feminista.
¿Qué es la historia? Debemos distinguir entre el registro no escrito del pasado -todos los sucesos del pasado que recuerdan los seres humanos- y la Historia — el registro y la interpretación del pasado. Al igual que los hombres, las mujeres son y siempre han sido actores y agentes en la historia. Puesto que las mujeres representan la mitad de la humanidad, y a veces más de la mitad, han compartido con los hombres el mundo y el trabajo de la misma manera. Las mujeres no están ni han estado al margen, sino en el mismo centro de la formación de la sociedad y la construcción de la civilización. Las mujeres también han cooperado con los hombres en la conservación de la memoria colectiva, que plasma el pasado en las tradiciones culturales, proporciona un vínculo entre generaciones y conecta pasado y futuro. Esta tradición oral se mantuvo viva en los poemas y los mitos, que tanto hombres como mujeres crearon y conservaron en el folklore, el arte y los rituales.
Nuestra Sangre. Profecías y discursos sobre política sexual
Andrea Dworkin
El sexo del macho, de acuerdo a su designación positiva, posee cualidades positivas; y el sexo de la hembra, de acuerdo a su designación negativa, no tiene ninguna de las cualidades positivas atribuidas al sexo del macho. Por ejemplo, de acuerdo a este modelo, los hombres son activos, fuertes y valientes; y las mujeres son pasivas, débiles y temerosas. En otras palabras, sean lo que sean los hombres, las mujeres no lo son; lo que puedan hacer los hombres, las mujeres no pueden; cualquier capacidad que los hombres tengan, las mujeres no la tienen. El hombre es lo positivo y la mujer es su negativo. Esta enfermiza visión de la mujer, como negativa del hombre, “mujer en virtud de cierta falta de cualidades” infecta toda la cultura. Es el cáncer en las entrañas de cada sistema político y económico, de cada institución social. Es la raíz que magulla todas las relaciones humanas, infesta toda la realidad psicológica, y destruye la fibra misma de la identidad humana.
El feminismo radical también tiene un aterrizaje, más evidente en algunas de sus expresiones, que retorna al orden patriarcal, porque no abandona, para pensar la política de las mujeres,
la dialéctica de lucha entre opresor/oprimido ni tampoco el sistema de géneros masculino/femenina, a propósito de que se esmera en querer abolirlo. En este sentido, se plantea como un feminismo
deconstructivo del orden imperante más que como un feminismo propositivo de otro orden simbólico, es decir, mantiene, de manera
imprescindible, como punto de referencia, para la práctica política
feminista, las opresiones que produce el patriarcado. Por eso, el feminismo radical muchas veces basa su política, principalmente, en reivindicaciones y denuncias. Estas son necesarias, sin duda, pero creo que siempre deben ir acompañadas de la reflexión profunda de cómo, cuándo, dónde y para qué.
La diferencia es una perspectiva que siempre me ha hecho sentido (ecos y resonancias) desde mis inicios en el feminismo, porque hace de este un pensamiento y un espacio políticos absolutamente distintos a las prácticas patriarcales y las ideologías que las sustentan, feministas o no. Esta perspectiva me permite darles más de una vuelta a las cosas y jamás dejarlas caer en el mismo lugar. Muchas veces da respuesta a las búsquedas que tuve y tengo cuando nada me conforma. Y, como dice Camila Sandivari de Lúcidas, nos invita a la soltura de no hacernos cargo del fracaso civilizatorio de las
sociedades patriarcales.
Al tomar conciencia de los condicionamientos culturales que desconocemos, no dudamos siquiera de que habíamos descubierto algo esencial, algo que cambiaba todo: el sentido que tenemos de nosotras, de las relaciones, de la vida. A medida que se llegaba al fondo de la opresión, el sentido de la liberación se convertía en algo más interior, más personal. Por tal razón el camino de la toma de conciencia — de cualquier modo que se lleve a cabo — es el único camino para la liberación, de lo contrario se corre el riesgo de luchar — siguiendo un camino ilusorio — por una liberación que luego se revela exterior, aparente.
Nadie está a priori condicionado al punto de no poder liberarse; nadie estará a priori tan poco condicionado como para ser libre. Las mujeres no estamos condicionadas de modo irremediable: solo que no existe en ningún siglo una experiencia de liberación expresa de nosotras mismas, tal y como ha ocurrido, en cambio, en el mundo masculino. Descubrir en qué consiste la liberación es liberarse. Estos escritos son para mí un primer paso hacia esa experiencia: una premisa y una profecía.
En el último tercio del siglo XX parte del movimiento de las mujeres se basa en la toma de conciencia individual y en la relación, no en los juegos de fuerzas para tomar e imponer una decisión. Privilegiar la relación a dos, exponer a la empatía: sin ser abstraídas a una categoría general «mujer» o mujeres sino teniendo en cuenta la experiencia y el deseo singulares de cada una. Relación que va más allá de la relación social, más allá, no en contra de ella.
¿Cómo vivir continuamente en vilo entre la fuerza que ordena tradicionalmente un espacio y lo que a estas mujeres nos gusta que ordene ese mismo espacio, y que es el sentido: el sentido de lo que ahí haces y de lo que ahí vives? Pienso que en esta contradicción o paradoja está el secreto de las creaciones políticas femeninas para gobernar obtenidas en estos tiempos de final del patriarcado. Una orientación la da la propia lengua, que desvela la contradicción dejando que la palabra “ordenar” exprese dos significados completamente distintos: ordenar entendido como imponer, como ordeno y mando, o sea, en el régimen de la fuerza, y ordenar entendido como poner orden colocando cada cosa en su sitio, sin violencia.
Un grupo de activistas oaxaqueñas acusan afectaciones a los vasos de agua, aves, plantas endémicas y a la seguridad.
El Comité de Resistencia y Asamblea de Comuneros de Unión Hidalgo envió una carta al presidente Andrés Manuel López Obrador para denunciar que la empresa francesa EDF desconoció el carácter comunal de sus tierras para instalar un proyecto eólico sin realizar ningún proceso de consulta.
Al municipio zapoteco de Unión Hidalgo, región del Istmo de Tehuantepec, lo conocen como “tierra de las mujeres bonitas”, pero éstas prefieren que ahora las conozcan como “mujeres defensoras de la vida y el territorio”, porque su mayor anhelo es recuperar los ríos limpios, los terrenos cultivados de maíz y las plantas curativas que usaron antes de la instalación de parques eólicos.
Mientras que han sido calificadas como rebeldes y opositoras al desarrollo, ellas se nombran como el colectivo Mujeres Gubiñas en Defensa de la Vida, que realizan visitas domiciliarias para conseguir aliados, motivar su lucha y reforzar su quehacer.
Las mujeres de “ranchu gubiña” (nombre antiguo de Unión Hidalgo) alternan sus quehaceres y actividades personales para informar a sus vecinos sobre el nuevo proyecto Parque eólico Gunaa Sicarú (mujer bonita, en zapoteco) que impulsa la transnacional Eólica de Oaxaca, que contará con 96 aerogeneradores con una producción anual estimada de 825.7 gigawatts por hora, por unos 30 años.
“Hablamos de los inconvenientes de la excavación profunda de cada uno de los aerogeneradores (más de siete metros de profundidad), toneladas de varilla, miles de metros cúbicos de concreto, esto en detrimento de los vasos de agua, aves, plantas endémicas y seguridad”, resume María Eugenia.
“Ya existe un parque en Unión Hidalgo. La empresa Desarrollos Eólicos de México (Demex), filial de la española Renovalia Energy, orilló a la comunidad a firmar contratos de arrendamientos con información en español, cuando la lengua predominante es el zapoteco; consta de 120 aerogeneradores instalados en el paraje Piedra Larga y únicamente tiene contratados a lugareños como peones”.
Aunque esta no es la primera vez que las mujeres de Unión Hidalgo se organizan, en esta cambiaron la estrategia que consiste a ras de tierra para defender la vida y el territorio, además de organizar reuniones de información.
Algunos vecinos les han dicho que de nada servirá lo que hacen, que no gasten su tiempo pero, sobre todo, que “tengan cuidado y que no arriesguen su vida”. También les dan su bendición y les piden que se cuiden.
El parque eólico Demex es uno de los 23 que hay en la región del Istmo de Tehuantepec. “Para la instalación de este parque, al igual que los otros 23, no se consultó a las comunidades indígenas”, asegura Diana.
Por esta razón, cuando en enero de 2017 el presidente municipal Wilson Sánchez confirmó la entrada de un nuevo parque, ahora de la empresa francesa EDF, miembros de la comunidad empezaron a pedir la consulta libre, previa e informada, a la vez que se presentaron los primeros amparos.
Luego del terremoto del 7 de septiembre de 2017 y sus réplicas, la autoridad federal señaló que iba a iniciar el proceso de consulta, pero “era obvio que no había las condiciones”, refiere la activista.
El municipio de Unión Hidalgo resultó ser el segundo más afectado, de 41 que conforman la región del Istmo de Tehuantepec; Juchitán de Zaragoza encabeza la lista de los más colapsados.
La consulta en la comunidad de Unión Hidalgo, convocada el sábado 24 de agosto pasado, para ver si era viable o no la construcción de un parque eólico en su localidad, fue suspendida por falta de quórum ante la escasa participación de los habitantes.
Entre las calles y corrillos del palacio municipal de Unión Hidalgo no descartan que la falta de quórum se debió a la campaña emprendida por el grupo de Mujeres Gubiñas en Defensa de la Vida.
Érase una vez… Esta es la fórmula por excelencia de inicio de la mayoría de los cuentos que, o bien a través de la tradición oral o bien por escrito, hemos leído y escuchado y que permanecen en nuestra memoria y en el inconsciente colectivo contribuyendo a formar estereotipos, sobre todo, de género.
No podemos olvidar que la literatura infantil forma parte de los elementos que construyen la conciencia de los niños y las niñas tanto en un sentido moral como afectivo. Es un instrumento que les ayuda en su proceso de comprensión del mundo y además participa en el proceso de interiorización del conocimiento, no sólo de los objetos, sino también de lo que la sociedad considera correcto o incorrecto; es decir, de su significado social.
Por ello un análisis sobre esta literatura y su consumo es fundamental para tratar de valorar cómo está influyendo, o no, en la construcción de estereotipos en el alumnado tanto de primaria como de secundaria. A esto deben sumarse propuestas de intervención en el aula para poder trabajar estos textos y llevar al alumnado a una reflexión que le ayude a deconstruir estos textos y, en consecuencia, a romper con los estereotipos creados.
La formación del alumnado de magisterio en este tipo de dinámicas de análisis y trabajo con los cuentos clásicos permite que las nuevas generaciones de maestros y maestras tomen conciencia de que Blancanieves, Caperucita, La Sirenita y tantos otros relatos pueden llevarse al aula de una manera creativa y diversa que invita a la reflexión y a la ruptura de roles ya creados por la sociedad.
¿Qué es un estereotipo? ¿Y el género?
Un estereotipo, tal y como lo define la RAE,consiste en una imagen o idea aceptada comúnmente por un grupo o sociedad con carácter inmutable. Esta imagen se forma a partir de una concepción estática sobre las características generalizadas de los miembros.
A esta definición, en el estudio que nos ocupa, debemos añadirle el concepto de género como la construcción social y cultural que define las características y la manera de comportarse que cada sociedad atribuye como naturales y propias de hombres o mujeres.
A medida que vamos creciendo, aprendemos a pensar, sentir y comportarnos como hombres y mujeres según lo que las normas y creencias de cada sociedad determinan para cada sexo. Esto es lo que se conoce como socialización del género.
Trabajar en la escuela con los estereotipos
Tal y como hemos señalado, los estereotipos se corresponden con una idea, con una construcción de pensamiento arbitraria y, en realidad, sin un fundamento objetivo. Estas ideas llevan implícitos diversos prejuicios que, inevitablemente, conducen a la discriminación, unas veces explícita y otras veces, velada y normalizada con la que convivimos en nuestro día a día.
Si se abordan los estereotipos desde edades tempranas y se trabaja para romper ese imaginario colectivo, estaremos contribuyendo a crear una sociedad más igualitaria y justa que se va despojando de prejuicios.
Reconocerlos en la literatura infantil y juvenil
Las niñas son más responsables y los niños son más rebeldes. Ellas son más sensibles y ellos, más brutos. A ellas les gustan las letras, a ellos, las ciencias. Así podríamos seguir con un largo etcétera de estereotipos que la sociedad tiene normalizados y que a partir [de 6 años se comienzan a interiorizar de forma progresiva].
La literatura infantil y juvenil, como instrumento clave que contribuye a la construcción del imaginario de la infancia, no es ajena a estos estereotipos.
Cuando predomina la presencia de personajes masculinos sobre los femeninos o estos son solo secundarios, cuando las mujeres aparecen desempeñando roles tradicionales propios del ámbito doméstico (el cuidado de hijos, hogar) y los varones se sitúan en el ámbito público, cuando se transmiten mensajes de superioridad para ellos y de inferioridad para ellas, valorándolos, además, de forma positiva y negativa respectivamente, o cuando se invisibiliza a las mujeres y solo se destaca lo que hacen los hombres, cuando todo esto ocurre estamos ante la presencia de estereotipos que van calando en el inconsciente individual y colectivo.
Por ello es fundamental educar, no para eliminar estos textos o suprimir su lectura, si no para saber abordarlos desde una nueva perspectiva y con un nuevo enfoque.
No podemos olvidar que tanto los cuentos clásicos como obras más actuales han sido escritas en un contexto histórico, social y cultural determinado y la presencia de roles o estereotipos más o menos marcada está directamente relacionada con dicho contexto.
Así, no se trata de “desterrar” esas obras, si no de darles a los niños y a las niñas las herramientas necesarias para poder interpretarlas e interiorizarlas de otro modo.
Literatura infantil y juvenil y educación
A partir de la década de los 70, el feminismo comienza a incorporar a su agenda el tema de la educación como algo prioritario. El sector educativo y la escuela como lugar de estudio poseen una gran influencia sobre el aprendizaje y brindan la posibilidad de cuestionar el rol de género que se asigna a niños y niñas.
Por lo tanto, mediante la aplicación del enfoque de género, en concreto a través de la literatura infantil y juvenil, podrán hacerse visibles las relaciones existentes entre los sexos a fin de contribuir a superar las desigualdades existentes.
Como decíamos, es importante que el análisis sobre esta literatura venga acompañado de una reflexión y de una propuesta de intervención docente que contribuya a la deconstrucción del texto y, por lo tanto, ayude a la construcción activa por parte de cada sujeto de su identidad.
En estos momentos en los que tanto en lo social como en lo educativo se está produciendo un cambio, es clave que incidamos, desde diversos ámbitos y aspectos, para crear una sociedad más justa e igualitaria.
Muchos docentes están planteándose ya nuevas formas de actuación en este sentido e intentan hacer frente al objetivo de una escuela realmente coeducativa. Ciertamente, ello exige un esfuerzo innovador que incida positivamente en el desarrollo personal de los individuos, en el sistema escolar y en la sociedad
Ese esfuerzo, sin duda, merecerá la pena, y las próximas generaciones nos lo agradecerán. En ello estamos.
Sara Socas y Erika2Santos fueron las únicas chicas que llegaron a la semifinal de la Red Bull Batalla de los Gallos 2019.
De las más de 3000 personas que este año se presentaron en España a la Red Bull Batalla de los Gallos -la competición de freestyle más importante de habla hispana-, únicamente dos mujeres estuvieron entre los 48 aspirantes que llegaron a la semifinal: Sara Socas (Tenerife, 1997) y Erika dos Santos (Madrid, 1997). Aunque finalmente ninguna de ellas consiguió la plaza, su presencia ha logrado marcar la diferencia en un mundo en el que la gran mayoría de competidores son hombres.
“Mucha gente me ha llegado a preguntar si las batallas no eran solo para chicos, a lo que yo les respondo que no, que esto es como cuando las mujeres no jugaban al fútbol porque estaba mal visto”, cuenta una Sara Socas ataviada con la camiseta de la competición. Repasando los 15 años de historia del evento, todos los ganadores han sido hombres. España es el país que más veces ha logrado alzarse con el cinturón del campeonato a nivel internacional gracias a Rayden (2006), Noult (2009), Invert (2014), Arkano (2015) y Skone (2016).
La escasa representación de mujeres es, según Socas, “una cuestión de números. De toda la gente que se presenta a la prueba solo 15 o 20 son pibas. Es una diferencia brutal que yo no he visto en ningún otro sector”. Para la rapera tinerfeña este ha sido su primer año participando en una Red Bull Batalla de los Gallos después de tres años improvisando rimas. Ya ha logrado ganar otras competiciones como la Girl Battle 2017, la Femme Battle 2018 o la Batalla de Azuqueca 2018.
Por su parte, Erika dos Santos – más conocida como Erika2Santos – lleva ya cuatro años participando en el certamen nacional. Aunque su primera participación en una Batalla de los Gallos fue en el año 2016, su contacto con la música rap empezó mucho antes. “Mi primer recuerdo es en 2010 en mi salón”, cuenta Erika en una entrevista en Madrid, “escuchaba a gente como Chojin y Porta y me animé a hacer freestyle. Fue una época un poco chunga para mí y fue una manera de desahogarme, echarlo todo fuera y ver que no estaba sola”.
Para Socas, que empezó rimando en una fiesta con sus compañeros de Periodismo y Comunicación Audiovisual, la propia Erika fue un referente. “Yo acudí a ella como fan. La entrevisté para un trabajo de la universidad y acabamos haciendo rimas y bebiendo cerveza. Todo muy surrealista”. A raíz de este encuentro se forjó una amistad que se puede apreciar a simple vista, aunque la tinerfeña le reproche entre risas que “como siempre, tardó un par de días en responderme al Whatsapp”.
Juntas, además de improvisar, han impartido talleres en institutos de la Comunidad de Madrid para adolescentes en riesgo de exclusión social. «Hay gente que cree que existe rivalidad entre nosotras porque no está acostumbrada a que haya mujeres en el free, pero es lo último que busco. Eso haría que una de las dos se cansara, se fuera y que volviéramos a lo mismo”, afirma Erika. Una opinión que Socas comparte: “Erika no está para suplantarme a mí, ni yo a la anterior, ni las que vengan a las siguientes… Para las pocas que somos, un poco de sororidad y orden en la sala”.
Cada vez son más las mujeres que, en parte gracias a ellas, ven cómo es posible llegar a hacerse un hueco en el mundo de la improvisación. “Igual yo no lo reviento pero me están viendo miles de personas y eso significa que también me ven las chicas que escuchan free. Muchas me escriben diciendo que quieren competir y yo las animo a entrenar. Hay que vencer el síndrome del impostor que hace que las mujeres no nos creamos que podemos hacer cosas que sí podemos”, afirma Socas.
Sus técnicas para entrenar y estar a punto para la competición son de lo más diversas. Además de rimar solas con un generador de palabras y bases de fondo, también se juntan para hacer lo que Socas define como “batallas de humor negro”. Ambas van cogiendo referencias que luego usan en los campeonatos. “Yo trato de aprender de la actualidad, de las noticias, pero ampliando mi rango. Si por ejemplo leo sobre boxeo, pues que sea sobre chavales y chavalas”, cuenta Dos Santos.
Pero no es únicamente este “síndrome del impostor” al que se refiere Socas lo que frena a muchas mujeres, también es el miedo a enfrentarse a los duros comentarios de la gente. Erika recuerda el caso de Bloody, una chica que decidió retirarse de la competición en 2018 tras ver la avalancha de comentarios negativos que hubo en su contra: “Me dio mucha impotencia. Incluso referentes del freestyle dijeron que estaba ahí por ser tía. Si ya de primeras te cuesta meterte, entiendo que viera eso y dijera que al final no estaba dispuesta”, explica Dos Santos. En el vídeo que encabeza este artículo, las dos responden ante las cámaras de Verne a una serie de comentarios que la gente las ha ido dedicando en redes.
Sin embargo, tanto Socas como Erika no se plantean rendirse y ambas sitúan su futuro dentro del mundo del rap. “La música es lo que voy a intentar y si no me sale bien ya se verá, yo no me voy a parar nunca”, sostiene Socas, que planea sacar a finales de septiembre un EP con cinco canciones propias y una colaboración. En el caso de Erika sus planes son, según sus propias palabras, “aprender mucho para saber por dónde tirar, seguir con los talleres para chavales en riesgo de exclusión social y… ¡quererme mucho!”.
Una plataforma para dar voz a las freestylers
La cuenta de Instagram Las chicas del free (que actualmente acumula más de 12.000 seguidores) nació con la idea de dar impulso a las mujeres que se dedican a improvisar rimas. Sus creadoras vieron que era necesario un cambio dentro de un mundo que parecía estar copado por hombres, y se decidieron a crear una plataforma que mostrase que las chicas también rapeaban.
Dentro de sus publicaciones se puede encontrar desde batallas profesionales a beefs callejeros en los que sus protagonistas son mujeres. Además, se recogen rimas célebres e incluso entrevistas con muchas de estas freestylers.
El 25 de marzo de 2015, la Corte emitió sentencia sobre el asesinato de Mariana Lima, que en un inicio las autoridades de Chimalhuacán habían estipulado como suicidio. IVÁN STEPHENS. EL UNIVERSAL
María Fernanda Rico Vargas fue localizada sin vida el 18 de abril de 2014 y los detalles de su muerte aún no han sido esclarecidos, pues policías municipales y el Ministerio Público de Ecatepec, Estado de México, establecieron que fue un suicidio. “A mi hija la asesinaron”, dijo Silvia Vargas Velasco a las autoridades, pero la ignoraron.
Un día antes de que la asesinaran, María Fernanda, quien tan sólo tenía 25 años, le comentó a su madre que dejaría a su pareja, porque sufría violencia.
En la escena “los policías y agentes ministeriales no hicieron su trabajo. No acordonaron ni protegieron. Perdieron la cadena de custodia y el cinturón con el que supuestamente mi hija se colgó”, cuenta su madre.
Cuando Silvia le pidió a las autoridades la carpeta de investigación del caso, no se la querían entregar. “¿La quiere para enmarcarla?”, le preguntó una agente del Ministerio Público de San Agustín.
El cuerpo de María Fernanda fue exhumado en 2017, pero su familia no ha podido asentar un sepulcro, pues es probable que la vuelvan a exhumar. “¿Cuántas veces tengo que enterrarla y sepultarla?”, dice su madre.
Este asesinato disfrazado de suicidio no es el único: EL UNIVERSAL tiene registro de al menos 39 casos similares en el país, en los que las autoridades han fallado en la investigación de muertes de mujeres.
Simplemente en el Estado de México, en Cuautitlán Izcalli, no escucharon a Magdalena Velarde cuando les dijo que su hija Fernanda Sánchez no se suicidó. Lo mismo ocurrió con Araceli Ávila, madre de Zaira Karina, y en mayo tampoco le creyeron a la familia de Sofía Roldán Chávez, en Naucalpan.
Hay negligencia por parte de las autoridades: no investigar y no asegurar evidencia entorpece la impartición de justicia y viola los derechos de las víctimas, lo que conlleva bajas sentencias o impunidad.
“En el Poder Judicial estamos en función de lo que el Ministerio Público nos haga llegar”, señala Lawrence Serrano, director General de la Administración de los Juzgados del Sistema Penal Acusatorio. “Si hay anomalías u omisiones en el caso, eso da sentencias absolutorias o concesiones de amparo, y eso es muy desafortunado”.
El 25 de marzo de 2015, la Suprema Corte de Justicia de la Nación emitió la sentencia 554/2013 sobre el asesinato de Mariana Lima Buendía, que en un inicio las autoridades de Chimalhuacán, Estado de México, habían estipulado como suicidio. “Es la primera sentencia de feminicidio en México”, comenta Irinea Buendía, madre de Mariana, quien desde hace nueve años busca justicia.
Araceli Osorio, madre de Lesvy Berlín, menciona que los aparentes suicidios de mujeres pueden ser un argumento de la autoridad para no investigar el caso y archivarlo. ARCHIVO EL UNIVERSAL
La sentencia establece que las muertes de mujeres se tienen que investigar judicialmente, aplicando mecanismos que permitan identificar y valorar la discriminación, desigualdad y exclusión de las mujeres (perspectiva de género).
“Se tiene que investigar y acreditar si es un feminicidio, no al revés, como lo hacen los ministerios públicos, que primero determinan que fue un suicidio, un accidente o lo que se les ocurra”, señala Irinea.
“Yo insisto en llegar a la justicia por mi hija”, exclama Silvia Vargas, madre de María Fernanda Rico. “La lucha de Irinea en la Suprema Corte nos ampara a todas las madres en resistencia, porque habla de feminicidio con toda claridad, pero muchos de los ministerios y las fiscalías no saben qué dice la sentencia Mariana Lima”.
A finales de septiembre, la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México emitió la recomendación 9/2019 por falta de investigación en los casos de posible feminicidio de Violeta Salmón Gamboa, Laura Joseline Hernández, Lucy Prieto Sandoval, Guadalupe Amaya Ruiz, Yoseline Peralta Aguirre y Stephani Morales Rodríguez. Otras víctimas de la entidad son Yang Kyung Jun Borrego; la exMiss Universo de Uruguay, Fatimih Dávila, y, en su momento, Lesvy Berlin Rivera Osorio, que el 4 de octubre obtuvo sentencia.
En otras partes del país tampoco se hicieron las investigaciones pertinentes en un inicio. En Campeche, Mary Bernardo González; en Coahuila, Blanca Leticia Romo Méndez; en Tamaulipas, Benazir Reyes del Castillo; en Oaxaca, Lesly Wilson Pérez; en Querétaro, Marlene Hernández Moreno; Susana Sayas García, en Tabasco, y en Puebla, los supuestos suicidios de Gabriela Sánchez Martínez y de Estefanía Figueroa Becerril, sólo por mencionar algunos de los casos.
Para estas mujeres, las averiguaciones previas —cuando las hubo— concluyeron una causa de muerte que no conllevaba una acción penal: se estableció que ellas se privaron de la vida. No entraron en las estadísticas de homicidio ni en las de feminicidio, pero su muerte no podía quedar en el olvido. Las familias han luchado por que se investigue.
“Hay más casos, pero no quieren hablar por temor”, dice Sandra Soto, activista y administradora de la página de Facebook Los machos nos matan en México.
Sólo el estado de Sonora tiene un registro completo de 2016 a 2019 de nueve investigaciones de homicidios que en un inicio fueron marcadas como suicidios; Chihuahua cuenta con dos casos reconocidos por su fiscalía, y los demás estados, mediante solicitudes de transparencia, respondieron no contar con la infraestructura para poder generar la información.
En Sonora, de 2013 a la fecha, se han cometido 162 homicidios dolosos al sexo femenino y 237 feminicidios, mientras que en Aguascalientes el tipo penal de feminicidio no estaba establecido en el código del estado hasta su reforma, en agosto de 2017, por lo que ahí no hubo feminicidios hasta 2018.
La categoría “feminicidio” cambia dependiendo de cómo esté tipificado en el código penal de cada estado.
“En el país hay 10 asesinatos de mujeres al día, pero no sabemos cuántos son feminicidios. Cuando se compara el número de carpetas de un estado con otro, no se toma en cuenta que no se tipifican igual; además, el código depende de los jueces y de lo que consideren feminicidio”, dice Georgina Jiménez, de la organización Data Cívica.
El informe Claves para entender los asesinatos de mujeres en México, que realizó la organización, tiene dos hallazgos principales: “El primero es que la violencia en casa, que afecta más a las mujeres, no se ha reducido en 30 años; el segundo es que, antes de 2007, las mujeres eran asesinadas más en una vivienda que fuera de ella. Actualmente, está aumentando la violencia de la vivienda a la par de la de vía pública”.
Irinea Buendía exige una sentencia “que sí siente un precedente de no repetición (…) Tenemos que detener a esos cobardes que se ensañan con nuestras hijas”.
La madre de Lesvy Berlín, Araceli Osorio Martínez, menciona que es necesario que las autoridades reconozcan el grado de participación y complicidad en esa cadena de impunidad: “Los aparentes suicidios de mujeres pueden ser consecuencia de una violencia previa o una manera de ocultar un asesinato; también son un argumento para no investigar el caso y archivarlo.
“Yo no soy madre de víctima: soy madre en resistencia. Yo soy su voz”, dice Silvia Vargas Velasco. “¿Qué me han dejado estos años además de dolor y tristeza? Coraje y enfermedades. Soy asmática y me han dado dos embolias. También están matándonos. No nos hagan el favor, sólo hagan su trabajo. No queremos ni una más asesinada y ni una más encubierta por la autoridad”.
Bandas de ladrones han estado utilizando a mujeres y niños como «halcones».
Las bandas de ladrones conejeros han estado utilizando a mujeres incluso con niños como «halconas», las cuales se hacen pasar por clientes dentro de los bancos, se fijan quién saca dinero y les avisan a los motoladrones a quién deben atracar.
«Se han detectado por parte de las cámaras; cuando tenemos un evento delictivo muchas veces, la gran mayoría de las ocasiones, nos han manifestado que han sido mujeres», explicó Alejandro Tovar Hernández, comandante del Polígono 5 de la Comisaría de Guadalajara.
Una de ellas es Ana Berenice «N», quien estará un año en prisión preventiva luego de que la Fiscalía del Estado le cumplimentó una orden de aprehensión por un robo conejero que sucedió el 25 de abril de este año.
Ese día un hombre cambió tres cheques por un total de 100 mil pesos en un banco de una plaza comercial de Zapopan y tras meter el dinero en una bolsa sobaquera, Ana Berenice «N» se le acercó para pedirle la hora.
En el trayecto a su empresa, el cliente se dio cuenta de que lo seguían en vehículos y reconoció a Ana Berenice en uno de ellos.
Luego fue atracado en la Colonia La Estancia, en Zapopan, y los ladrones huyeron en uno de los vehículos en los que lo seguían, informó la Fiscalía del Estado.
Dentro del grupo de mujeres que no concluyeron ningún grado académico, 12 de cada 100 han sido discriminadas por su género alguna vez en la vida. La cosa cambia cuando se mira a quienes tienen un título universitario: 25 de cada 100 han sufrido discriminación.
Un mayor grado académico de las mujeres aumenta la probabilidad de ser víctima de discriminación, descalificaciones, maltratos, acoso o violencia sexual. La diferencia entre la probabilidad de ser víctimas de violencia laboral del grupo de mujeres más estudiadas y el de mujeres sin escolaridad es casi del doble.
Las mujeres sin estudios son las menos violentadas laboralmente, de acuerdo con cifras de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (Endireh) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). La pirámide de la violencia laboral contra las mujeres por su nivel académico es así:
Sin estudios: 18%
Con primaria: 20%
Con secundaria: 27%
Con preparatoria: 28%
Con licenciatura y posgrados: 33%
Las mujeres que tienen una licenciatura o algún posgrado son desproporcionalmente víctimas de prácticas discriminatorias en comparación con las mujeres que tienen niveles académicos menores. En los rubros de violencia emocional, física y sexual la proporción de mujeres que es víctima es similar, sin importar su nivel de escolaridad.
Dentro del grupo de mujeres que no concluyeron ningún grado académico, 12 de cada 100 han sido discriminadas por su género alguna vez en la vida, mientras que para el grupo de las que tienen como mínimo un título universitario la proporción es de 25 de cada 100, esto es poco más del doble.
Mujeres jóvenes, las más afectadas
Las mujeres que tienen entre 25 y 34 años conforman el grupo más violentado en términos laborales. De las mujeres en esta edad el 29% afirmó que ha sido víctima al menos una vez de algún tipo de discriminación, maltrato, descalificaciones o acoso. El grupo de mujeres de 65 años o más es el que presenta el nivel más bajo de violencia laboral con el 13% de mujeres víctimas.
Este grupo, el más vulnerable a la violación de los derechos laborales, empata con altos niveles de discriminación ligados a la maternidad. La edad reproductiva de las mujeres es el periodo en el que alcanzan los niveles más altos de rezago en comparación con sus iguales hombres y en el que la brecha salarial toca su punto máximo.
La proporción de mujeres con licenciatura o más que trabaja en ocupaciones poco calificadas incrementa de manera importante cuando están en edad reproductiva y disminuye hasta que las mujeres cumplen 50 años o más.
El 44% de las mujeres profesionistas de 20 a 39 años ocupa puestos de bajo rango, para las mujeres mayores de 50 años se reduce a 33% y para las mayores de 60 años cae hasta 13%, de acuerdo con cifras de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía.
Más alto el puesto, más discriminación
Dentro de los rubros que contempla el Inegi como violencia laboral el que prevalece mayoritariamente en el grupo de mujeres con altos niveles académicos es el de la discriminación, que puede estar ligada a la maternidad o a otras cuestiones de género.
Se expresa con prácticas como pedir una prueba de embarazo a las mujeres antes de contratarlas o subirlas de puesto, despedirlas si se embarazan, no pagarles lo mismo que a sus iguales hombres, descalificar su trabajo por su género o ponerles obstáculos para ascender. En México al menos tres de cada 10 mujeres han experimentado alguna de estas situaciones.
1. Las mujeres con estudios tienen menos oportunidades que sus iguales hombres para ascender de puesto. Esta es la práctica discriminatoria más común que sufren: 1 de cada 10 mujeres con licenciatura o posgrado ha pasado por esto al menos una vez en su vida.
2. La segunda situación más común es que reciben menos paga por realizar el mismo trabajo que sus iguales hombres, 9% de las mujeres ha sido víctima de esta práctica.
Otras formas de discriminación que persisten en el mercado laboral mexicano son:
Reservar tareas específicas para los hombres
Dar menos prestaciones a una mujer en comparación con su igual hombre
Decirles a las mujeres que no son adecuadas para ciertas tareas por su género
Limitar el desarrollo profesional de las mujeres en beneficio de sus iguales hombres
No contratarlas o despedirlas por su estado civil o por ser madres
La discriminación en contra de las mujeres se profundiza entre mayor es el nivel educativo que tienen, y, por tanto, entre más alto es el puesto al que buscan acceder. Y todas las mujeres, sin importar sus estudios son acosadas, desvalorizadas o maltratadas por igual.
Estas son algunas de las acciones específicas que activistas y organizaciones consideran que se deben implementar con la nueva alerta de género.
Por primera vez se decretó en México una alerta de género por la desaparición de mujeres, en siete municipios del Estado de México, aunque es la segunda llamada para esa entidad, después de la de 2015, por lo que activistas y familiares que impulsaron esta medida consideran que las acciones tomadas en el pasado no han sido efectivas.
Como prueba, la ONG I(dh)eas Litigio Estratégico en Derechos Humanos reveló datos obtenidos vía transparencia del bajo nivel de investigación y castigo que hay: solo se está investigando como desaparición forzada cometida por particulares 1 de los 4 mil 425 casos de personas no localizadas registrados entre agosto de 2014 y diciembre de 2018 (de los que alrededor de la mitad son mujeres), de acuerdo con información de la Fiscalía de la entidad.
Además, al 10 de junio de 2019, solo se han judicializado 11 carpetas de investigación que involucran a 13 víctimas, nueve de las cuales son mujeres. Se han otorgado seis órdenes de aprehensión contra 14 probables responsables de desaparición que abarcan a seis mujeres y un hombre. Y solo están vinculadas a proceso cuatro personas por cinco desapariciones, todas de ellas de mujeres —incluyendo una bebé de dos meses desaparecida con una mujer de 28 años—.
I(dh)eas y el Instituto Mexicano de Derechos Humanos y Democracia (IMDHD) expusieron este 3 de octubre, un día después de declarada la alerta, que para que haya resultados se necesitan acciones muy específicas, como vincular la información de desapariciones con otros delitos como la trata de personas, o invertir en la tecnología usada para investigar y, sobre todo, una evaluación de logros.
El secretario de Justicia y Derechos Humanos del Edomex, Rodrigo Espeleta, reconoció en entrevista que una de las cosas que falta son recursos humanos y capacidad presupuestaria, pero que con esta nueva alerta se está a tiempo de pedir al Congreso local el dinero suficiente. Aseguró que desde 2015 si hay avances, como un mejor marco legal y unidades especializadas en búsqueda de personas, aunque falta trabajar factores como la masculinidad que genera violencia y la capacitación de funcionarios para atender el tema.
“Es un problema multifactorial, que así lo hemos atendido desde la primera alerta, pero lo que hace esta segunda alerta es poner los puntos sobre la íes de dónde tenemos que fortalecer para atender en específico el fenómeno de la desaparición”, señaló.
Estas son algunas de las acciones específicas que las activistas consideran que se deben implementar:
– Trazar una vinculación de delitos, ya que hasta ahora, denunciaron, se ha ignorado la relación de las desapariciones con la trata de personas y con los feminicidios. Ximena Ugarte, abogada del IMDHD, criticó que cuatro años después de la primera alerta de género todavía no se tienen registros confiables de la desaparición de mujeres, ya que no coinciden las cifras del Registro Nacional de Personas Desaparecidas con las otorgadas por la Fiscalía del Estado, y no hay una secuencia de la violencia desde que empieza en el hogar o hay un ataque en el espacio público hasta cómo termina en un feminicidio, en muchos casos, y por lo tanto no se han encontrado los patrones de la delincuencia.
“Las mujeres, antes de ser asesinadas, fueron desaparecidas, pero pareciera que no existen. Así como también en el caso de algunas niñas que fueron violadas, antes estuvieron desaparecidas”, subrayó Elsa Arista, de Nos Queremos Vivas Neza.
-Mejorar los recursos tecnológicos de las autoridades que investigan los casos, ya que han detectado que se comparte información sensible por chats de teléfono.
“Que por lo menos tengan walkie talkies con circuito cerrado que permitan el aseguramiento de la información. O sea, se están traspasando datos súper sensibles de dónde puede estar la persona, dónde fue la última vez que la vieron, cuáles son los datos de geolocalización de la última llamada, ¡y eso se lo pasan por WhatsApp! Estamos ante redes criminales, y a veces del propio Estado, a ciertos niveles”, puntualizó Ugarte.
-Mejorar la capacitación de funcionarios, no solo en general en temas de violencia de género—y donde los capacitadores suelen ser hombres, según Ugarte—, sino mejorar las capacidades de quienes específicamente pueden estar involucradas con una investigación.
-Revisar y reclasificar delitos de los últimos cinco años, ya que antes no estaba tipificada la desaparición. Verónica Berber, abogada de I(dh)eas, explicó que muchos casos están archivados o solo como actas circunstanciadas de mujeres que fueron reportadas como no localizadas. Ahora, que ya se tiene una legislación que tipifica la desaparición forzada o desaparición cometida por particulares, y hay células de búsqueda municipales, fiscalía especializada en búsqueda de desaparecidos y Comisión Local de Búsqueda, se podrían tomar los casos para iniciar inmediatamente las investigaciones, que privilegien la idea de búsqueda en vida.
-Fortalecer unidades de análisis de contexto, crear planes de investigación para cada caso y que realmente se investiguen las desapariciones, ya que las familias denuncian que no se actúa. Laura Curiel, fundadora del colectivo Alondras y mamá de Daniela Mabel Sánchez, desaparecida en 2015, pidió mesas de trabajo de inmediato para que las autoridades integren a las familias en la investigación y las mantengan informadas, ya que no ven avances en sus casos. Y exigió que sea el Estado quien esté en la calle buscando a las desaparecidas, y no ellas como madres.
-Que la experiencia del Estado sea replicable en otras entidades, ya que se ha detectado un corredor de violencia contra las mujeres en Veracruz, con las tasas más altas de feminicidio; Puebla, de desapariciones; Tlaxcala, de trata de mujeres; y ahora Ciudad de México con alerta por los ataques en transporte y espacios públicos.
-Generar información no solo cuantitativa (cuántas unidades especializadas o personal hay) sino cualitativa, es decir, tener evaluaciones de cómo está funcionando en realidad. Berber explicó que ha habido críticas generalizadas a la figura de alerta de género respecto a que no ha funcionado, como si fuera culpa de las ONG que la proponen, cuando en realidad ha fallado el Estado. Así que esta vez, dijo, es importante establecer indicadores de resultados, ya que uno de los mandatos de la alerta es elaborar un programa de trabajo con cronograma.
La propia alerta estipula que en seis meses se deberá informar a la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (Conavim) de las acciones emprendidas para evitar la desaparición de mujeres en el Estado de México.
La gimnasta mexicana consiguió su boleto a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 tras concluir en el tercer puesto del Mundial de Gimnasia en Stuttgart.
Alexa Moreno continúa demostrando el porqué es considerada la mejor gimnasta mexicana de la actualidad, pues la deportista azteca se metió a una nueva final de salto de caballo, ahora en el Mundial de Gimnasia que se celebra en Stuttgart, Alemania, resultado con el que también selló su pase a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.
Toda la información e imágenes son de Publimetro.
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