El Banco Mundial aprobó un crédito de 700 millones de dólares a México, ello con el fin de implementar políticas de desarrollo para la promoción de oportunidades económicas para las mujeres y el crecimiento sostenible.
El proyecto, que fue aprobado a finales de junio, indicó que se buscará apoyar reformas de políticas públicas que tengan como objetivo aumentar la propiedad de activos de las mujeres, así como su capacidad para crear y expandir negocios al facilitar su acceso al financiamiento.
“Las reformas apoyadas facilitarán el acceso de las mujeres a los trabajos y aumentarán la participación femenina en la fuerza laboral al mejorar la eficiencia y la seguridad de la movilidad que aborde sus necesidades específicas”, se lee en el proyecto.
También se busca aumentar la proyección social para las trabajadoras domésticas y la seguridad de las mujeres contra la violencia de género.
Los datos en México muestran que sólo 45% de las mujeres que están en edad de trabajar se encuentran dentro de la fuerza laboral, por debajo del promedio de 51% de la región de América Latina y el Caribe, y de 52% de los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
“Las restricciones institucionales persistentes dificultan el acceso de las mujeres a los insumos productivos y la participación de las mujeres en la fuerza laboral, lo que socava el desarrollo económico de México», señaló el documento.
Las proyección es que la brecha de género en México está asociada con una pérdida potencial de hasta 25% del ingreso per cápita.
Abordar las brechas de género, como las relacionadas con un alto grado de autoempleo de baja productividad y el bajo acceso de las mujeres a insumos productivos, conduciría a mayor crecimiento”.
Anteriormente, Rogelio Ramírez de la O, titular de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), indicó que aumentar la participación laboral, al menos, a 50%, el Producto Interno Bruto (PIB) aumentaría 0.4 puntos, mientras que si se aumentara a 60% el crecimiento sería de 1 punto.
“Una de las razones por las que muchas mujeres no se incorporan al mercado laboral es que la mujer mexicana invierte más tiempo en el cuidado de menores que los hombres. Esta situación se agravó con la pandemia de Covid-19”, apuntó el encargado de las finanzas
Transporte también es condicionante
Por otro lado, el proyecto también muestra que la falta de un transporte digno y seguro en México también afecta la productividad de las mujeres y su accesos mejores oportunidades.
“Las restricciones institucionales y financieras a las cuales se enfrentan las mujeres también obstaculizan la disponibilidad de transporte eficiente y seguro, con bajas emisiones, que pueda facilitar el acceso de ellas a oportunidades económicas, impulsando el crecimiento sostenible de la productividad”.
El documento señaló que 53% de las mujeres en el país se transportan y dependen del sistema de transporte público, el cual es calificado como ineficiente.
En el transporte público, otro tema que afecta a las mujeres es el relacionado con la inseguridad. Alrededor de 5.1% dejó de utilizar este tipo de transporte en el 2021 ante la inseguridad y prefirió el transporte privado para evitar el acoso sexual.
“El transporte urbano ineficiente también penaliza de manera desproporcionada a los pobres, que a menudo viven en los límites de la ciudad, lejos de los centros de empleo, y dependen más del transporte público y de modos no motorizados. El aumento sustentable de la productividad en México requiere expandir el transporte urbano eficiente, seguro y de bajas emisiones que incorpore una perspectiva de género”.
Sistema de cuidados, pendiente
El gran pendiente del gobierno mexicano con las mujeres es la implementación de un Sistema Nacional de Cuidados, el cual ayudaría a que más de ellas se incorporen al mercado laboral.
“La pregunta que nos hemos hecho, y que se la hicimos a ONU Mujeres, fue cuánto cuesta un sistema de cuidados que pueda operar a nivel nacional, y esto cuesta alrededor de 1.2 y 1.4% del PIB. Pareciera que es poco, pero en realidad es bastante, se necesita eso anualmente y lo que tenemos es un limitante de los recursos presupuestales”, dijo en días pasados Gabriel Yorio, subsecretario de Hacienda.
De acuerdo con sus declaraciones, el Sistema Nacional de Cuidados funcionaría de una manera similar al de pensiones, es decir, fragmentado y que sea tripartito, en donde gobierno, empleador y empleado contribuyan.
Los cánticos de la iglesia cercana se cuelan por las ventanas de la modesta oficina como si fueran la banda sonora del relato de los últimos 30 años de vida de Godeliève Mukasarasi. La melodía es festiva y pegadiza y hace sonreír plácidamente a esta mujer, que está convencida de que cantar, bailar y hablar son los mejores antídotos para “salir del pozo del dolor”. A ella le funcionó y a miles de ruandesas a las que ha ayudado a superar el traumatismo del genocidio de 1994, también. Mukasarasi es la fundadora de SEVOTA, una organización que desde hace casi 30 años reúne, reconcilia y defiende a mujeres que quedaron viudas, sufrieron violencia sexual y se vieron a cargo de sus familias tras las atrocidades que vivió el país africano. Desde el 2000, el proyecto se amplió para acoger también a los niños fruto de las violaciones, víctimas del desamor y del desprecio social, incluso desde antes de nacer.
“El objetivo es inyectar ganas de vivir y de perdonar, fuerza y prosperidad, donde antes había pobreza y tristeza”, resume en una entrevista con este diario esta trabajadora social de 66 años, que perdió su casa, su marido y una hija tras el genocidio. SEVOTA es hoy una red que abarca casi todo el territorio de Ruanda y que trabaja mano a mano con las autoridades y con expertos de diferentes ámbitos (legal, humanitario y médico, entre otros), para poder seguir llegando a mujeres de todo el país. La organización ha inspirado a otras en el mundo y Mukasarasi ha recibido varios galardones internacionales, como el International Women of Courage Award (premio internacional a las mujeres de coraje) en Estados Unidos en 2018. Días antes de esta entrevista en Kigali, fue nombrada doctora honoris causa por la Universidad Cristiana de Texas (TCU, por sus siglas en inglés). “No podemos curar si no estamos curados, si no hemos tomado esa decisión. Y yo la tomé”, afirma.
Pregunta. Su organización, SEVOTA, nace de una promesa y de una visión.
Respuesta. Durante el genocidio perdimos nuestra casa en la ciudad de Taba, mis allegados se vieron perseguidos, los familiares de mi marido, que eran tutsis, fueron asesinados: mis suegros, cuñados, sobrinos… Nosotros huimos. Primero a casa de mis padres, que eran hutus, y luego dirección la República Democrática del Congo, entonces llamado Zaire, aunque no llegamos a salir de Ruanda. Yo rezaba mucho y prometí que si mis hijos sobrevivían crearía alguna obra caritativa que perdurara. Pensé en un orfanato, porque había muchos huérfanos, niños que habían tenido menos suerte que los míos. Cuando volvimos a nuestro hogar habíamos perdido todo. Mi marido era comerciante, teníamos una habitación que usábamos como almacén y ahí nos instalamos. Era lo único que nos quedaba. Un día, rezando, una imagen apareció en mi cabeza: mujeres llorando y después riendo. Decidí invitar a un grupo de viudas a charlar a casa y ahí germinó todo. Era diciembre de 1994.
P. Esas mujeres fueron víctimas y testigos de crímenes cometidos por vecinos, amigos, familiares…
R. Tras el genocidio, las mujeres de Ruanda se encontraron sin marido, sin hijos… Mi reto fue convencer a una mujer que no había sufrido el genocidio de ayudar a su vecina que sí había sido víctima. Y todo eso en una pequeña ciudad donde todo el mundo se conoce. Pero poco a poco, ruandesas cuyos maridos e hijos habían matado a gente fueron a ver a otras mujeres y les pidieron perdón… Eso fue el inicio de la reconciliación. Cáritas nos dio unas lonas para hacer una especie de techo, habilitamos un espacio para las reuniones y empecé a localizar a más viudas. Comencé inculcándoles sus derechos para poder protegerlas. Las ruandesas que fueron violadas y salvajemente golpeadas —desde niñas de 10 años hasta abuelas—, o que sufrían discapacidades de por vida debido a esas vejaciones, no eran capaces de decir sí a la vida y de dejar atrás el horror. No eran conscientes de sus derechos más esenciales. Yo sentí que a esas mujeres solo les podía ayudar otra mujer.
Mi reto fue convencer a una mujer que no había sufrido el genocidio de ayudar a su vecina que sí había sido víctima. Y todo eso en una pequeña ciudad donde todo el mundo se conoce
P. ¿Qué ocurría en esas reuniones?
R. En una sociedad como la nuestra, las mujeres violadas también sufrían el desprecio de sus allegados y se encerraban en ellas mismas para evitar ese abandono. Pero sí lograban hablar con otras mujeres, aceptarse y ayudarse entre ellas. En los encuentros insistíamos en el perdón y la unidad. Y eso se traducía en reunirse en torno a una actividad, por ejemplo las trenzas, un peinado que se hace en grupo, o en ocuparse del ganado o de las tierras. Y así también se luchaba contra el aislamiento. Esas mujeres necesitaban un espacio para hablar, consolarse y proyectarse… Y sus hijos también comenzaron a jugar juntos, pese a que la historia que había separado trágicamente a sus respectivos padres y madres.
P. Usted ha ayudado a muchas mujeres, pero también ha sido víctima.
R. En 1996, mi marido fue testigo en el Tribunal Penal Internacional para Ruanda en Arusha, en Tanzania. En aquel momento había infiltrados que volvían a matar a gente y, como él había colaborado con el tribunal de la ONU, lo fusilaron el 23 de diciembre de 1996, junto a mi hija de 12 años y otras nueve personas. Conservé tres hijos: dos varones y una niña. Ahora ya soy abuela, pero cuando me quedé viuda, me sentí tan vulnerable que no pensé que podría seguir adelante con la organización y mucho menos ir a reuniones internacionales y hablar delante de gente. Otras mujeres me ayudaron a salir de ese pozo, a seguir estudiando, a ir hacia adelante y a recuperar las ganas de cantar y bailar. Esa solidaridad femenina es esencial.
P. ¿Ruanda ha dejado atrás el trauma del genocidio?
R. La reconciliación que predica el Gobierno de Paul Kagame existe. No hablamos de hutus ni tutsis, ahora nos sentimos ruandeses: tenemos la misma lengua y religión, celebramos bodas y funerales juntos y también recordamos el genocidio juntos. El trauma existe, está ahí, más o menos curado, pero vuelve, porque hay cosas que no se pueden olvidar. Yo, por ejemplo, cuando veo una niña de la edad que tenía mi hija cuando la mataron sufro, porque soy humana. He hecho un camino de autocuración, sé cómo gestionar todo eso, pero me duele. Cuando llega el aniversario del genocidio, los ruandeses recordamos cómo mataron a los nuestros y destrozaron nuestras casas y si somos fuertes no nos desplomamos. Pero hay jóvenes que no vivieron aquello y caen en una profunda depresión al escuchar los relatos de familia. Es el trauma transgeneracional.
Hay mujeres que en estos casi 30 años no han tenido a nadie con quien conversar, que fueron violadas y lo esconden. Pero cuando llegan al grupo finalmente pueden hablar y empiezan a sonreír
P. Hace más de 20 años su organización se abrió a los niños nacidos de las violaciones.
R. Sí. Las mujeres que quedaron embarazadas tras ser violadas no querían a sus hijos, no podían ni mirarlos, ni ponerlos en su pecho. Esos niños se vieron traumatizados desde que eran un embrión y crecieron en medio de una gran violencia. Desde muy pequeños fueron probablemente maltratados de diversas maneras y se les culpó de cosas que no tenían nada que ver con ellos. Y aprendieron a sentir cólera, deseo de venganza y odio. Desde el 2000, nuestro trabajo fue también intentar sanar a estos pequeños, acogerlos durante sus vacaciones, intentar inyectarles paz y favorecer el encuentro con sus madres. Quisimos que las mujeres reconquistaran la maternidad que no pudieron disfrutar y también que pudieran pedir perdón a sus hijos. Estos niños y niñas hoy ya son padres y madres. Algunos trabajan con nosotras.
Godelieve Mukasarasi, fundadora de la organización SEVOTA, durante una entrevista con El País, el 31 de mayo en Kigali.ALBERT GARCIA
P. ¿Su asociación sigue llegando hoy a mujeres que nunca han recibido ayuda en estos años?
R. Hay mujeres que han sufrido mucho y que en estos casi 30 años no han tenido a nadie con quien conversar. Muchas de ellas, cuando llegan al grupo, finalmente pueden hablar y empiezan a sonreír. La danza nos ha ayudado mucho en estas terapias. Hay maridos que dicen que no sabían que sus esposas podían reír a carcajadas, que nunca las vieron contentas.
P. En todos estos años, ¿hay algún caso que le haya impresionado especialmente?
R. Recuerdo a muchas mujeres, pero citaría, por ejemplo, a una joven que fue violada durante el genocidio y quedó embarazada. Sus hermanas le decían que abortara. Ella lo intentó, pero fue en vano y finalmente tuvo a su hija. Cuando dio a luz, su familia quería tirar al bebé al río, pero no tuvo la fuerza para hacerlo y fue apaleada por sus allegados como castigo. Posteriormente, cuando la niña creció, también ella comenzó a golpear a su madre. Las dos entraron en grupos de apoyo y terminaron pidiéndose perdón. La chica se casó, su madre es abuela y es una persona activa en organizaciones humanitarias y liberada de esa culpa que arrastró durante años.
P. SEVOTA tuvo un papel activo en la primera condena por genocidio dictada por el Tribunal Penal Internacional para Ruanda, cuando, en una decisión sin precedente en el derecho internacional, las violaciones fueron consideradas una parte del delito de genocidio.
R. Cuando la ONU instauró el tribunal Internacional, el exalcalde de mi ciudad, Taba, Jean-Paul Akayesu, fue juzgado. Las acusaciones contra él no incluían las violaciones, pero una mujer testificó y dijo que este hombre había instigado a otros a cometer crímenes sexuales. Los investigadores de la ONU comenzaron a buscar a otros testigos. Era 1997, todo estaba muy reciente, la presión social y familiar y el miedo eran enormes. Pero tres mujeres de SEVOTA, esas ruandesas que poco tiempo atrás no se atrevían a hablar de lo vivido, accedieron a testificar, Akayesu fue condenado un año después y la violación formó parte de las nueve imputaciones por genocidio.
P. ¿Cuáles son los proyectos de SEVOTA para el futuro?
R. Un instituto para la paz que abrirá sus puertas dentro de unos dos años. En él estará presente la juventud que se curó de las heridas del genocidio y también habrá un museo centrado en las mujeres que sufrieron violaciones, pero que ahora pueden hablar al mundo. Ellos son la base de la paz y de la reconciliación de mi país.
Una turba agredió sexualmente a dos mujeres y las obligó a caminar desnudas por una calle en el estado de Manipur, en el este de India, un caso que levantado la indignación a nivel nacional después de que se hayan difundido imágenes del ataque.
El vídeo, que comenzó a circular ayer en las redes sociales, muestra a dos mujeres desnudas rodeadas por decenas de hombres en un camino, algunos de ellos armados con palos, en el estado nororiental de Manipur.
La Policía, que indicó que el incidente se remonta al 4 de mayo, señaló que no ha sido hasta ahora que se han hecho virales los vídeos de lo sucedido, lo que provocó una ola de reacciones.
Así, dijo que por el momento uno de los hombres implicados ha sido detenido, mientras se investiga un caso de violación en grupo por parte de varios de los presentes aquel día, según informaciones de la cadena de televisión NDTV.
Foto: Pexels
El jefe de Gobierno de Manipur, Biren Singh, señaló por su parte en Twitter que actualmente se está llevando a cabo una investigación exhaustiva. “Nos aseguraremos de que se tomen medidas estrictas contra todos los autores, incluida la posibilidad de aplicar la pena capital. Que se sepa, en nuestra sociedad no hay lugar para actos atroces”, dijo Singh.
El primer ministro del país, Narendra Modi, lamentó que se trata de un incidente que “avergüenza” a India y prometió que “ningún culpable se salvará”. “Aseguro a la nación de que la ley hará su efecto con toda su fuerza. Lo que ha pasado a estas dos mujeres de Manipur no puede ser olvidado”, dijo dos meses después de que se produjera el ataque.
El Tribunal Supremo también expresó su preocupación al respecto y pidió al Gobierno tomar medidas. Por ahora, las autoridades han pedido a todas las redes sociales retirar el vídeo de sus plataformas.
El presidente del Tribunal, D.Y. Chandrachud, afirmó hoy que el incidente es “simplemente inaceptable” y afirmó que la corte actuará “si no lo hace el Gobierno”, según declaraciones recogidas por el diario Indian Express.
Foto: Archivo Reuters
Las dos mujeres obligadas a desfilar desnudas pertenecen a la comunidad tribal Kuki-Zomi, según un comunicado del Foro de Líderes Tribales Indígenas (ITLF).
Manipur se encuentra inmerso en una creciente ola de violencia entre grupos tribales, lo que ha dejado 142 muertos y más de 60,000 desplazados desde el mes de mayo. El ITLF alertó en un comunicado de las “atrocidades” cometidas contra las mujeres, especialmente en el distrito de Kangpokpi.
La violencia étnica estalló el 3 de mayo pasado cuando una marcha de jóvenes mayoritariamente kukis, tribus concentradas mayormente en las zonas montañosas, protestó contra la solicitud de un tribunal para clasificar a la mayoría meitei, que reside en las zonas del valle del estado, como “tribales”, un estatus que les permitiría extenderse en las montañas y acceder a puestos de gobierno.
Menos del 1% de las mujeres y niñas viven en países con niveles altos de empoderamiento femenino y una reducida brecha de género, según un nuevo informe global presentado este martes por ONU Mujeres y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Además, ningún país ha logrado plenamente la paridad de género.
Presentado durante la Conferencia Women Deliver (las mujeres cumplen), los organismos introdujeron por medio del informe el Índice de Empoderamiento de las Mujeres (IEM) y el Índice Global de Paridad de Género (IGPG) como índices complementarios para medir la paridad de género y la facultación de las mujeres.
Los indicadores ofrecen nuevas perspectivas para evaluar los avances en el desarrollo humano, el poder y las libertades de las mujeres. Juntos, ayudan a entender los desafíos a los que se enfrentan las mujeres, a elaborar políticas más efectivas y a orientar intervenciones, señalaron las agencias.
A través del uso de los nuevos índices para analizar 114 países, el informe revela que el poder y la libertad de las mujeres para tomar decisiones y aprovechar oportunidades siguen estando muy restringidos. El escaso empoderamiento de las mujeres y las grandes brechas de género son una constante.
Poder de decisión
Las agencias explicaron que el IEM mide el poder y la libertad de las mujeres para tomar decisiones y aprovechar las oportunidades de la vida en cinco dimensiones: salud, educación, inclusión, toma de decisiones y violencia contra las mujeres.
Por su parte, el IGPG evalúa la situación de las mujeres en relación con los hombres en dimensiones básicas del desarrollo humano, como la salud, la educación, la inclusión y la toma de decisiones.
Con estas referencias, el estudio muestra que las mujeres están en capacidad de alcanzar, en promedio, sólo el 60% de su potencial a nivel mundial.
Por otra parte, alcanzan, de media, el 72% de lo que logran los hombres en dimensiones clave del desarrollo humano.
“Podemos ver claramente con estos nuevos índices que, en todos los países, el potencial completo de las mujeres sigue sin realizarse y las grandes brechas de género siguen siendo comunes, lo que obstruye y ralentiza el progreso en la consecución de todos los Objetivos [de Desarrollo Sostenible]”, declaró la directora ejecutiva de ONU Mujeres.
“Por lo tanto, se necesitan esfuerzos continuos para cumplir la promesa de la igualdad de género, garantizar los derechos humanos de las mujeres y las niñas y garantizar que sus libertades fundamentales se realicen plenamente”, añadió Sima Bahous.
Por su parte, el administrador del PNUD declaró que el análisis “muestra que un desarrollo humano más alto no es por sí mismo una condición suficiente, ya que más de la mitad de los países con un desempeño bajo y medio en el Índice de Empoderamiento de la Mujer y el Índice de Paridad Global se ubican en los grupos de desarrollo humano muy alto y alto”.
Achim Steiner añadió que “demasiadas mujeres y niñas viven en países que solo les permiten alcanzar una fracción de su potencial y estas nuevas perspectivas están diseñadas en última instancia para ayudar a lograr un cambio real, para personas reales”.
Cinco dimensiones vitales
ONU Mujeres y el PNUD señalan que los nuevos índices permiten aportar evidencia sobre los avances y orientan la elaboración de políticas públicas en las siguientes áreas:
Políticas sanitarias: apoyar y promover una vida larga y saludable para todas las personas, con un enfoque en el acceso universal a la salud sexual y reproductiva
Igualdad en la educación: abordar las brechas en las habilidades y la calidad de la educación, especialmente en campos como la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas para empoderar a las mujeres y las niñas en la era digital
Conciliación de la vida laboral y familiar y apoyo a las familias: invertir en políticas y servicios que aborden el equilibrio entre la vida laboral y familiar, incluidos servicios de guardería asequibles y de calidad, planes de licencia por maternidad o paternidad y acuerdos de trabajo flexibles
Participación igualitaria de las mujeres: establecer objetivos y planes de acción para lograr la paridad de género en todas las esferas de la vida pública y eliminar las leyes y normas discriminatorias que frenan a las mujeres
Violencia contra las mujeres: aplicar medidas integradas centradas en la prevención, el cambio de las normas sociales y la eliminación de leyes y políticas discriminatorias
Los autores destacaron que, en un momento en el que los desafíos globales amenazan con exacerbar las disparidades de género existentes, los índices pueden facilitar a los responsables políticos a acelerar el camino hacia un mundo más equitativo e inclusivo.
Tener hijos supone, en muchos casos, un antes y un después a nivel profesional, pero sólo para las mujeres, cuya tasa de empleo es muy superior en el colectivo de las que no han sido madres que entre las que sí han dado ese paso.
Según la publicación del INE «Mujeres y hombres en España», sólo un 70,4% de las mujeres que están en edad de trabajar con hijos tenían un puesto de trabajo en 2022 -último dato disponible-, frente al 75,6% de las mujeres que no han sido madres.
De este dato llaman la atención dos cosas: la primera, que trabajan más las mujeres sin hijos que aquellas que los han tenido, lo que demuestra que estas últimas en muchos casos se ven obligadas a abandonar el mercado laboral o pedir una excedencia para ocuparse del cuidado de los hijos.
La segunda: que en el caso de los hombres sucede todo lo contrario. Un 89,4% de los varones que han tenido descendencia y están en edad de trabajar tienen un empleo (20 puntos porcentuales más que en el caso de las mujeres), mientras que ese porcentaje baja al 77,9% para los varones sin hijos.
La salida del mercado laboral de las mujeres en el momento de tener los hijos y su reincorporación posterior (en algunos casos) cuando ya son más mayores contribuye al envejecimiento que se está produciendo en España de la población en edad de trabajar.
Pese a que en la última década la tasa de empleo de las madres en España ha crecido (desde el 59,2% de 2012 al 70,4% de 2022), ésta sigue siendo inferior a la media de la Unión Europea, que se sitúa en el 73,5%. En el viejo continente también son las mujeres sin hijos las que presentan tasas de empleo más elevadas, del 79,7%, pero aún así inferiores a las de los varones, tanto sin hijos (82,4%) como con ellos (91,2%).
La tasa de empleo disminuye aún más a medida que aumenta el número de hijos: se sitúa en el 72,4% cuando tienen un único hijo, baja al 70,1% si tienen dos y desciende hasta el 52% para las mujeres con tres o más hijos.
En el caso de los varones también sucede lo mismo, pero en niveles muy superiores: el 91% de los hombres en edad de trabajar con un hijo tiene un empleo; el 90,4% de los que tienen dos hijos lo hace y el 81,5% de los que tienen tres o más hijos trabaja. La brecha de género se amplía según aumenta el número de hijos.
TRABAJAR MENOS HORAS O TENER MENOS HIJOS
Aunque el 70,4% de las mujeres con hijos en edad de trabajar tienen un empleo, lo cierto es que en muchos casos empiezan a hacerlo a tiempo parcial tras la maternidad para poder conciliar. Según datos del INE, el 24,1% de las mujeres de 24 a 49 años que trabajan a tiempo parcial lo hacen para cuidar a niños o adultos enfermos, frente al 4,7% de los hombres de esa misma edad.
A otras no les sirve con reducir su jornada, de ahí que recurran a las excedencias. En 2022, según datos de la Seguridad Social, el 70,2% de las excedencias concedidas en España para el cuidado de hijos fueron para mujeres (33.200 mujeres), mientras que sólo un 29,9% fueron para hombres (14.165).
Las dificultades para conciliar la vida personal y profesional, unido a los cambios en los hábitos de vida, ha provocado un retraso en la maternidad: un 64% de los partos que se producen en un año en España son de mujeres de entre 30 y 40 años.
De hecho, aunque son muchas las mujeres jóvenes que quieren ser madres, un 11% no lo son o han decido posponer ese momento por razones laborales o de conciliación; mientras que, de las que sí han tenido hijos, un 25% ha tenido menos de los que deseaba por estos motivos. Las mujeres destinan de media 38 horas semanales al cuidado y educación de los hijos, frente a 23 horas dedicadas por los hombres, de ahí que necesiten tiempo para poder enfrentarse a ello.
Estigmatización, impunidad, desplazamiento forzado, discursos de odio, tráfico de mujeres y niñas, ruptura del tejido social. Dolor.
Eso es lo que sigue generando la violencia sexual en el mundo, en medio de los conflictos armados. En África, Europa oriental o América Latina. El mismo crimen invisible, la misma tragedia colectiva que ni los Estados ni las sociedades han querido apropiarse para frenarla, considerando que anualmente deja miles de víctimas.
El informe de la Representante Especial para la Prevención de Violencia Sexual de las Naciones Unidas, Pramila Patten, enciende por tercer año consecutivo las alarmas sobre esta barbarie que sigue alimentándose de la guerra.
Si bien es cierto que hay países que merecen una especial atención como Afganistán, Malí, Sudán, Myanmar y Ucrania, hay lugares que son una bomba de tiempo porque la violación está disfrazada y casi que metida debajo de la alfombra.
En América, un continente que siempre se ha sentido lejano de los horrores bélicos de medio oriente o el norte y centro de África, lo que ocurrió y sigue ocurriendo en Haití, Colombia o México, debería despertar una conciencia colectiva sobre el uso del cuerpo de mujeres y niñas como arma de guerra.
El informe de la ONU hace énfasis especial en cómo se desestabiliza a comunidades enteras a través de la humillación y el estigma que generan la violencia sexual. Y, peor aún, cómo la impunidad perpetúa estas acciones ilícitas.
A estos ingredientes nefastos se suma algo creado para conectar a la humanidad y cerrar las brechas de desigualdad: el universo digital. Lo que podría darle herramientas de oportunidad a millones de mujeres y niñas, de comunidades y regiones apartadas, se convirtió en un contrapeso que las desfavorece. Cada vez es más amplia la desproporción de quienes logran acceder a herramientas digitales que permitan un acceso a información segura, redes de apoyo para la salud, protocolos de atención en situación de riesgo y educación básica o de nivel intermedio que mejore la calidad de vida.
Efectivamente, no estamos lejos de eso. En Latinoamérica, las herramientas digitales son las más apetecidas por las organizaciones de tráfico de personas para comerciar con niñas y adolescentes. Quienes logran acceder a estas, corren el riesgo de caer en esa violencia digital que a su vez alimenta la violencia sexual.
Al mismo tiempo, los gobiernos de la región siguen sin poner en primer lugar prioridades de conectividad para grupos étnicos, mujeres rurales y campesinas y jóvenes de barrios periféricos en ciudades de tercer nivel.
Desde toda la región pacífica, en América del Sur, hasta el Caribe en Centroamérica, los diferentes conflictos marcados por el narcotráfico y los intereses políticos de cada país, han dejado en el último renglón de prioridades el atender la violencia sexual derivada de estas confrontaciones.
Ni siquiera se quiere admitir que existe.
Nadie habla de las violaciones registradas en el largo recorrido que hacen migrantes de todos los orígenes y nacionalidades, en el Tapón del Darién, frontera entre Colombia y Panamá. Miles, diariamente, intentan atravesar todo un continente para lograr llegar a Estados Unidos.
Nadie habla de las violaciones, a todo nivel, cubiertas por el velo de las dictaduras de Venezuela y Nicaragua. Muchas de ellas, como lo han logrado documentar los colectivos de apoyo a las víctimas, son cometidas por fuerzas de seguridad estatales.
Nadie habla de las mujeres y niñas sobrevivientes y las que no lograron sobrevivir, marcadas, como ganado, por los criminales de los carteles mexicanos de la droga. Su poder y su maldad, traspasaron el país azteca y se extendieron por El Salvador, Guatemala y Colombia. Permearon hasta la seguridad de Paraguay y Argentina.
Y Haití. Ni siquiera registra en las noticias de la región. Los crímenes contra niñas y adolescentes, perpetrados por las mafias locales son la mejor arma de persuasión para controlar el país. Allí se cuentan, también, las mujeres que hacen parte de los cuerpos de organismos internacionales de derechos humanos quienes están advertidas de lo que les pasará si cruzan el límite.
El infierno de la violencia sexual no está tan lejano. No lo está cuando las mujeres, que no cuentan con más de 20 años, son vendidas en Cartagena o Medellín (Colombia) por las redes de narcotráfico, al mejor postor, para que terminen en burdeles de Alicante, Mallorca, Canarias o Tenerife, España, explotadas y muertas en vida. O en los prostíbulos de élite en Grecia y Rusia, a donde también llegan las adolescentes raptadas de Ucrania o Sudán.
Parece una pesadilla de la que es imposible despertar. Eso hacen las guerras más allá de las armas, de los fusiles de última generación y de los misiles. Como lo reseña el informe de la Representante Pramila Patten, “la violación es la recompensa para los hombres armados”.
Pero decir que todo está perdido sería una falacia. Actuar es una oportunidad y no es necesario tener poder político o económico para hacerlo. El periodismo mismo es el mejor canal para disuadir. Recordar hoy, a través de estas líneas, que mientras usted lee este texto hay una mujer o una niña que está siendo traficada o violentada sexualmente, debe ser un motivo suficiente para levantar la voz. Callarse es alentar a los que usan los cuerpos como armas. Levantar la voz es recordarles a las víctimas que no están solas.
La FIFA y ONU Mujeres prevén que la Copa Mundial Femenina sea vista por más de dos mil millones de personas, lo que lo convierte en el deporte femenino con mayor audiencia de la historia. Este evento sin precedentes ofrece la oportunidad de visibilizar los logros de las mujeres en el deporte y avanzar hacia un mundo igualitario e inclusivo.
Ambas organizaciones unirán sus esfuerzos para promover la campaña El fútbol une al mundo durante el torneo, que tendrá lugar en Australia y Nueva Zelandia del 20 de julio al 20 de agosto. Se trata de celebrar los logros de los equipos y las jugadoras, hacer avanzar la igualdad de género en el fútbol y prevenir el abuso y la discriminación dentro y fuera del campo.
A través de la campaña se harán dos llamamientos:
Unidos por la igualdad de género: para hacer realidad la igualdad como derecho humano fundamental y como elemento crítico para un mundo pacífico y sostenible
Unidos para poner fin a la violencia contra las mujeres: una llamada para acabar con la violencia contra las mujeres y las niñas, la violación de los derechos humanos más generalizada en todo el mundo
Según las organizaciones, las jugadoras siguen enfrentándose a una enorme brecha salarial, menos patrocinios, menos tiempo en antena, condiciones de juego desiguales, y en general, tienen menos oportunidades profesionales a nivel global. Cuando las futbolistas tienen éxito, a menudo tienen que hacer frente a abusos en línea y en el mundo real.
Además, para avanzar en la eliminación de la brecha salarial, la FIFA aumentó el premio en metálico de la Copa Mundial Femenina de 2023 a 150 millones de dólares, el triple que en 2019, como parte de un plan de igualdad.
Fuente de inspiración
«Las mujeres que compiten en este mundial son un modelo para todas las niñas del planeta. Su fuerza y sus habilidades son fuente de inspiración. Al mismo tiempo, este torneo es un recordatorio de que hay demasiadas mujeres y niñas excluidas del mundo del deporte, y que incluso las que participan sufren con demasiada frecuencia un trato discriminatorio y, en algunos casos, incluso abusos”, declaró la directora ejecutiva de ONU Mujeres.
Sima Bahous añadió que la Copa nos muestra lo mucho que se pierden no sólo ellas, sino todo el mundo, cuando no se brinda a las mujeres y las niñas las mismas oportunidades que a los hombres y los niños. “Nuestra asociación con la FIFA, incluida la campaña mundial El fútbol une al mundo, refleja un serio compromiso y la ambición de abordar esta cuestión en beneficio de todos».
ONU Mujeres señaló que los dos llamamientos se promocionarán a través de los brazaletes de los capitanes de los equipos, tableros digitales LED junto al terreno de juego, grandes banderas presentadas en el campo, pantallas gigantes en los estadios y a través de las redes sociales.
El proyecto estadounidense Artemisa, de la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA), que planea llevar a las primeras mujeres a la Luna, enfrenta el reto de que nosotras somos más susceptibles a los rayos cósmicos, radiaciones que producen el Sol y otros objetos del Universo, partículas de muy alta energía que pueden dañar nuestro sistema reproductivo; no solo el pecho, el útero, sino también los riñones y el hígado, afirma en entrevista la científica universitaria Julieta Fierro Gossman.
La investigadora del Instituto de Astronomía de la UNAM precisa que con el propósito de evitar afectaciones se piensa colocar un campo magnético alrededor de las sondas tripuladas. Ello impedirá que los rayos cósmicos, en particular durante los largos viajes a Marte, produzcan mutaciones en los seres vivos.
En ocasión del Día Internacional de la Luna, que se celebra el 20 de julio, considera que la idea del proyecto, encabezado por la NASA, es muy audaz: consiste en enviar un módulo que esté en órbita alrededor de la Luna, que paulatinamente se amplíe hasta que sea una estación espacial en forma, más pequeña que la Estación Internacional, pero con componentes de tecnología más moderna.
En este contexto externa: “la misión Artemisa colocará hábitats cerca del Polo Sur de la Luna, porque ahí hay cráteres de impacto donde han caído cometas, los cuales son muy ricos en agua. Llevar un kilo de cualquier materia al espacio requiere una tonelada de combustible. El agua es fundamental, se empleará no sólo para consumo humano, sino para cultivar plantas en invernaderos, las que producirán oxígeno y comida. Además, el agua se puede descomponer con la energía de paneles solares en oxígeno e hidrógeno, y con ellos crear combustible para realizar los viajes de la Luna a la estación espacial y de allí a la Tierra”.
En el proyecto de la NASA participan tres instituciones asociadas: la Agencia Espacial Europea; la Agencia de Exploración Aeroespacial de Japón; y la Agencia Espacial Canadiense. El nombre Artemisa es en honor de la diosa griega (Diana para para los romanos) de la caza, los animales salvajes, los nacimientos, quien alivia las enfermedades, etcétera. El objetivo de esta misión es la exploración robótica de la Luna para conocer sus condiciones geológicas con mayor precisión.
Artemisa no es la única misión que enviará humanos a la Luna, la china Chang’e (en referencia a la diosa lunar) del Programa Espacial Chino, envió un robot al lado oscuro de la Luna, el que vemos desde la Tierra. Entre otras hazañas se descubrieron rocas en forma de perlas, producto de los impactos de meteoritos y cometas, las cuales pueden ser una fuente de agua.
La Luna es 50 veces menor que la Tierra; los derrames de lava que presenta la superficie no surgieron de volcanes, sino de grietas en la superficie, que cubrieron algunos de los inmensos cráteres de impacto, puntualiza Fierro Gossman.
Las fases de la Luna son los días y noches de la Luna vistos desde la Tierra. Los astronautas que se instalen en el polo sur lunar tendrán problemas de ubicación temporal, ya que están habituados a los ritmos de días y noches terrestres, y allá no los habrá.
Cabe recordar que la Organización de las Naciones Unidas declaró el 20 de julio como Día Internacional de la Luna, a través de la resolución 76/76 sobre “Cooperación internacional en la utilización del espacio ultraterrestre con fines pacíficos”, en 2021.
De acuerdo con la página electrónica del organismo el objetivo es rememorar el aniversario del primer alunizaje del ser humano en la Luna como parte de la misión Apolo 11, así como celebrar los logros de los estados en la exploración de este satélite natural y crear conciencia pública sobre su exploración y utilización sostenible.
En México, las mujeres de 53 años y más descuidaron su estilo de vida durante la pandemia, 10.8 por ciento dejó de hacer ejercicio tres veces o más por semana y 1.7 más dijo que consumía alcohol en comparación con las cifras de 2012, revela la Encuesta Nacional sobre Salud y Envejecimiento en México (Enasem) 2021, dada a conocer por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
Sin embargo, el consumo de tabaco se mantuvo casi igual con un ligero descenso de 6.7 en 2012 a 6.2 en 2021, por lo que no hay cambios sustanciales.
En el caso de los hombres de 53 años en adelante, el consumo de alcohol también aumentó 4.6 puntos porcentuales; pasando de 38.1 por ciento en 2012 a 42.7 por ciento en 2021.
Aunque en el caso de la actividad física, los hombres mayores de 53 años fueron más constantes que las mujeres, porque no hubo un descenso drástico, ya que 46.6 por ciento se ejercitaba tres veces o más por semana en 2012 y bajó a 44.6 por ciento en 2021.
Este descenso de actividad física y aumento en la ingesta de alcohol en las mujeres de 53 años y más muestra que tras dos años de pandemia, los hábitos saludables se vieron afectados. La ingesta de bebidas alcohólicas en este grupo de mujeres pasó de 13.6 por ciento a 15.3 por ciento en 2021, mientras la actividad física descendió de 33 por ciento en 2012 a 22.2 por ciento en 2021.
La encuesta señala que 62.3 por ciento de la población de 53 años y más percibió su salud como regular, mala o muy mala. Este valor resultó ligeramente menor al captado en 2018, que fue de 63.1 por ciento. Esta percepción fue mayor entre las mujeres que entre los hombres, con 67.4 y 56.2 por ciento, respectivamente.
Del total de la población de 53 años y más, cuatro de cada 10 personas declararon dificultad para conciliar el sueño. De estas, 11.9 por ciento indicó que el problema se le presentó la mayoría de las veces y 29.2 por ciento respondió que algunas veces. Al desagregar la información por sexo, 48.8 por ciento de mujeres y 31.8 por ciento de hombres tuvieron alguna dificultad para dormir.
Respecto a las actividades principales, 87.3 por ciento de mujeres y hombres de 53 años y más refirió que es ver la televisión, 84 por ciento contestó que hablar por teléfono, enviar mensajes o usar Internet y 63.3 por ciento que es hacer mantenimiento del hogar.
Al comparar con la edición 2018, las tres actividades anteriores subieron sus porcentajes. Las que presentaron una disminución fueron cuidar a un adulto (pasó de 18.9 por ciento en 2018 a 18.4 por ciento en 2021) y cuidar a un menor (que pasó de 26.6 por ciento en 2018, a 25 por ciento en 2021).
No obstante, la provisión de cuidados por parte de la población adulta resultó relevante. Con lo anterior, las y los adultos de 53 años y más contribuyeron a la economía y bienestar de los hogares.
El hábito de leer también se redujo en comparación con 2018, al pasar de 51.6 por ciento a 48.1 por ciento. Mientras el uso del tiempo en coser, bordar o tejer también descendió de 25.9 por ciento en 2018 a 24.4 en 2021.
Por el contrario, el tiempo destinado a jugar crucigramas, rompecabezas u otros juegos de números se incrementó de 20.7 por ciento en 2018 a 22.4 en 2021.
Las autoridades talibanes han aumentado aún más las restricciones a las mujeres y las niñas en Afganistán en los últimos meses, incluso en la educación y el empleo, dijo la ONU en un informe sobre la situación de los derechos humanos emitido el lunes.
El Ministerio de Salud Pública de los talibanes ha anunciado que solo los hombres podrán realizar exámenes para realizar estudios médicos especializados, dijo la misión de la ONU en Afganistán en el informe, que cubre los acontecimientos de mayo y junio.
Eso sigue a la prohibición de que las estudiantes de medicina tomen exámenes de graduación anunciada en febrero y a la prohibición de que las mujeres asistan a las universidades emitida en diciembre pasado, según el informe.
La ONU dijo que ha registrado casos en los que los talibanes han impuesto limitaciones previamente anunciadas a la libertad de movimiento y empleo de las mujeres.
A principios de mayo, dos mujeres afganas del personal de una organización no gubernamental internacional fueron arrestadas por las fuerzas talibanes en un aeropuerto porque viajaban sin un acompañante masculino, o mahram, según el informe.
En junio, una comadrona fue detenida e interrogada durante cinco horas por el servicio de inteligencia de los talibanes, que la amenazó de muerte si continuaba con su trabajo en una ONG. Como resultado, renunció dos días después, según el informe.
“Otras dos ONG tenían sus licencias suspendidas por el Departamento de Economía de facto debido a la presencia de empleadas en sus oficinas”, dijo.
Talibanes usan la violencia física contra las mujeres
También ha habido informes de violencia física contra las mujeres, incluido un incidente en el que miembros del departamento de virtudes y vicios de los talibanes golpearon a una mujer con un palo y la obligaron a abandonar un parque público, dijo.
A pesar de las promesas iniciales de un gobierno más moderado que durante su período anterior en el poder en la década de 1990, los talibanes han impuesto medidas duras desde que tomaron Afganistán en agosto de 2021 cuando las fuerzas estadounidenses y de la OTAN se retiraban.
Han excluido a las mujeres de la mayoría de las áreas de la vida pública y el trabajo y han tomado medidas enérgicas contra la libertad de prensa. Han prohibido a las niñas ir a la escuela más allá del sexto grado y han prohibido a las mujeres afganas trabajar en organizaciones locales y no gubernamentales. La prohibición se extendió a los empleados de las Naciones Unidas en abril.
Las medidas han provocado un feroz alboroto internacional, aumentando el aislamiento del país en un momento en que su economía se ha derrumbado y empeorando una crisis humanitaria.
Bajo el primer régimen talibán de 1996 a 2001, los castigos corporales y las ejecuciones en público eran llevados a cabo por funcionarios contra personas condenadas por delitos, a menudo en estadios deportivos.
En junio, los talibanes llevaron a cabo lo que se cree que es su segunda ejecución pública desde que regresaron al poder. El primero fue en diciembre pasado, cuando un hombre condenado por asesinar a otro hombre fue ejecutado con un rifle de asalto por el padre de la víctima en la provincia occidental de Farah ante cientos de espectadores y muchos altos funcionarios talibanes.
El segundo fue un hombre identificado como Ajmal en la capital, Kabul, quien fue declarado culpable de asesinar a cinco personas el año pasado.
En mayo, la ONU dijo que 274 hombres, 58 mujeres y dos niños habían sido azotados públicamente durante los seis meses anteriores.