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  • La industria tech seguirá creciendo, pero necesita a más mujeres

    La industria tech seguirá creciendo, pero necesita a más mujeres

    A pesar del momento desafiante que vive la industria tecnológica, se trata de un sector que en el futuro seguirá creciendo y ante una nueva etapa de desarrollo, la brecha de género se debe reducir en las empresas, es decir, pasar de ser una “meta simbólica” a ser clave en el crecimiento de las organizaciones.

    De acuerdo con datos de la firma de consultoría Select, tan solo en México el mercado de tecnologías de la información y comunicación (TIC) tendrá un crecimiento de 5.8%, lo que demuestra su relevancia en medio de un periodo de crisis.

    Al respecto, Ofelia Reyes, directora de bootcamp en la EdTech enfocada a mujeres Laboratoria, resalta que si bien el mundo tech sigue teniendo una disparidad de género, las organizaciones necesitan que las mujeres tengan un rol activo, pues mejora la productividad y relevancia de la empresa.

    Según cifras del Boston Consulting Group, los equipos con mayor diversidad reportan 19% mayor crecimiento, mientras que las empresas con menos diversidad registran 33% más de resultados negativos. No obstante, en México solo una de cada 10 mujeres profesionistas egresó de una carrera STEM, de acuerdo con el Imco.

    Reyes ha analizado este problema y enumera algunas razones por las que las mujeres siguen padeciendo desigualdad de oportunidades, entre las que destaca la prevalencia de estereotipos que las alejan de las carreras STEM, así como la falta de mujeres en puestos de liderazgo.

    También resalta que los roles de cuidado y del hogar están asociados a las mujeres en la mayoría de los casos, por lo que tienen menos tiempo y energía para estudiar o trabajar. Mientras que aquellas que logran alcanzar tales objetivos se encuentran con problemas como la disparidad salarial.

    “Contar con más mujeres en esta industria implica abordar sesgos, permitir el desarrollo de productos más inclusivos, además de darles acceso a mejores condiciones de empleo, como un buen salario y las posibilidades de crecimiento. Es una oportunidad para el desarrollo de una sociedad en equilibrio”, menciona.

    Las EdTech y el juego ocupan un papel importante en emparejar el campo

    Durante los dos últimos años el entorno de las edtech ha tenido un crecimiento significativo en espacios de capacitación digital, algo que atiende a la creciente demanda a pesar del impacto negativo que ha tenido el sector de las grandes empresas de tecnología.

    Reyes resalta que en un contexto en el que la realidad económica del mundo es de desafíos, el sector tech va a seguir al alza, porque ahí es donde se encuentran los perfiles más buscados en el futuro, pues otros sectores como la medicina, la manufactura, o el comercio, entre otros, buscan en los recursos digitales una clave para diferenciar sus productos.

    “Es importante que las mujeres aun en este contexto desafiante accedan a oportunidades de desarrollo y crecimiento”, menciona y puntualiza el rol que están jugando las edtech, pues estas permiten la capacitación rápida, con el objetivo de que encuentren empleo con mayor velocidad.

    De hecho, Laboratoria resalta como una organización importante en el campo, ya que tan solo en 2022 alcanzó la cifra de 3,000 profesionales especializadas en este tipo de carreras y a finales de 2025 esperan llegar a 6,000 mujeres.

    Reyes puntualiza que las edtech tienen impacto sobre este sector de la población pues del total de las egresadas, 82% encuentra un empleo, mientras que 78% ha confirmado un crecimiento salarial y 20% está liderando equipos en sus trabajos.

    Daniel Bojorquez, responsable de ventas de la EdTech Matific en México, resalta que una manera de atraer a más niñas a este campo es por medio del juego en los procesos de aprendizaje, pues a partir de ello se puede romper con estereotipos de género e incentivar en ellas el pensamiento crítico, la creatividad y la exploración de carreras STEM.

    “Se trata de revertir las desventajas en una creciente economía digital para construir un futuro más equitativo para la región”, concluye Reyes. “Este impacto de movilidad social se ve en muy poco tiempo a través de la tecnología”.

    Un informe de Women in tech señala que a pesar de que las oportunidades laborales de las mujeres en la industria tecnológica son favorables, en 2022 fueron uno de los sectores de la población más afectados por los recortes de las big tech, ya que el 69.2% de los puestos que se recortaron eran ocupados por mujeres.

  • ¿Qué pasa con las mujeres en las ciencias sociales?

    ¿Qué pasa con las mujeres en las ciencias sociales?

    Solamente dos de cada diez cátedras universitarias en España están ocupadas por mujeres. El dato no difiere mucho si miramos a la media europea o norteamericana. La cátedra, sinónimo de autoridad y prestigio, es el culmen de la carrera académica, pero ahí las mujeres investigadoras apenas llegan.

    La UNESCO apunta a una pérdida progresiva de talento femenino a lo largo de la vida académica científica. Esta está, si cabe, todavía más acentuada en las carreras de ciencias sociales y jurídicas, donde las estudiantes de grado son clara mayoría (alcanzaron el 63 % del total del estudiantado español durante el quinquenio 2014-2018).

    ¿Qué pasa, entonces, con las mujeres en las ciencias sociales? Quienes formamos el grupo FEMICOM llevamos tiempo trabajando en esta pregunta. Para responderla, vamos a tomar como botón de muestra la investigación en comunicación, un campo interdisciplinar que incluye aportaciones de las ciencias sociales y de las humanidades.

    El “efecto Matilda” y el borrado de aportaciones de mujeres

    El “efecto Matilda”, descrito por primera vez por la historiadora Margaret Rossiter en este artículo, consiste en tener un prejuicio, una opinión previa negativa hacia una mujer científica por su sexo, lo que provoca una pérdida de oportunidades. Para describir este efecto, Rossiter se inspiró en la figura de la sufragista Matilda J. Gage y en el “efecto Mateo” en el que Robert Merton señalaba, a partir del evangelio del mismo nombre, que en la ciencia quien más tiene, más consigue. La historiadora matizó esta cuestión apuntando que esa desigualdad tiene un marcado carácter de género y que quienes “no tienen” son, sobre todo, las científicas.

    Este efecto es uno de los motivos que explica que las mujeres hayan sido frecuentemente desacreditadas como autoridad, hayan perdido la propiedad de sus contribuciones en favor de un compañero o actuado como miembros silenciosos en proyectos.

    Diversas investigaciones han encontrado evidencias de este sesgo contra las científicas. Hay que tener en cuenta que, a lo largo de la historia, donde se ha producido conocimiento ha habido investigadoras trabajando en él. Entonces, ¿por qué no aparecen sus nombres en los libros de texto o en las escuelas fundadoras de la investigación en comunicación?

    El prejuicio que denuncia el “efecto Matilda” se manifiesta cuando se percibe una incongruencia contra una académica. Los estereotipos de género han definido de manera injusta que las mujeres estaban mejor dotadas para ocupar roles secundarios (por ejemplo, ser secretarias), mientras que los hombres eran de “manera natural” los llamados al liderazgo. Por eso, cuando una mujer desarrollaba un papel que contradecía el estereotipo de género, era juzgada de forma negativa, pues intentaba ocupar un “lugar que no le correspondía”. Recordemos que la ciencia, según el pensamiento tradicional y ya desde el propio Aristóteles, ha sido un espacio pensado para ellos en el que se ha negado la capacidad de ellas.

    La consecuencia de este sesgo es un desequilibrio histórico que Miranda Fricker define como injusticia epistémica, una forma de injusticia relacionada con el silenciamiento y la negación de determinadas contribuciones al conocimiento, especialmente de las mujeres. Así, investigadoras como Sandra Ball-Rokeach, a pesar de ser una de las autoras más destacadas en el análisis de los efectos de los medios de comunicación del último medio siglo, no tienen entrada en Wikipedia, que es un espacio muy representativo de los principales significados presentes en la mente colectiva. Ella es una de las autoras que hemos entrevistado y recuperado desde el grupo FEMICOM.

    Sandra Ball-Rokeach: Una vida en búsqueda de preguntas, minidocumental realizado por FEMICOM.

    Ni esta autora ni casi ninguna de su generación, a pesar de sus relevantes contribuciones, se cuelan en los libros de texto universitarios de las facultades de comunicación españolas. Veamos esta cuestión en el siguiente apartado.

    El periodismo en la universidad desde una perspectiva de género

    El análisis de más de 2 200 referencias bibliográficas incluidas en asignaturas de teorías e investigación de los grados de periodismo de 36 facultades españolas respalda, en parte, esa tendencia histórica a excluir los aportes femeninos: de los 2 419 autores citados, el 81,89 % son hombres y solamente el 18,11 % mujeres.

    Además, como mostramos en esta investigación, las diferencias en cuanto a la autoría de artículos son más pronunciadas aún en el análisis del género del primer firmante: el 85,71 % tiene como primer autor a un hombre, frente al 12,89 % con una mujer como primera autora.

    ¿Y quién es el responsable de esta escasez de referentes femeninos? Los datos son claros: los profesores y profesoras presentan similares patrones de citación, lo que significa que tanto ellos como ellas “olvidan” por igual incluir referencias femeninas en sus programas. Y las que hay suelen ser de autoras en activo. Con ello queremos decir que casi no queda rastro de autoras de la primera generación (años 1940-1960), como Herta Herzog, Helen Hughes o Mae Huettig; ni tampoco de la segunda (años 1970-1990), tales como la propia Sandra Ball-RokeachLinda Putnam o Gertrude Robinson, la primera presidenta de la Canadian Communication Association, lo que de nuevo es indicativo de la tendencia a borrar su memoria.

    A modo de conclusión

    La incorporación de la mujer al ámbito universitario a partir de los años 70 fue muy dura por la fuerte masculinización de los claustros, una cuestión que queda bien reflejada en los testimonios de algunas de las académicas de la segunda generación que lideraron el campo de la comunicación. La situación de la mujer en la ciencia expuesta hasta aquí es histórica y está costando mucho cambiar los significados.

    Al fin y al cabo, el “efecto Matilda” o la ausencia de referentes femeninos en las guías docentes son solamente la punta de un iceberg mucho más profundo: la falta de autoridad y credibilidad que aún hoy arrastran las científicas.

    Debemos seguir investigando en esta dirección y socializando a las nuevas generaciones en una formación académica que no deje de lado a las investigadoras en ciencias sociales y de la comunicación. Porque excluirlas a ellas, a nosotras, supone renunciar a la búsqueda de la verdad en la ciencia.

  • El 20% de españoles cree que obligar a la pareja a tener sexo no debe ser castigado por ley

    El 20% de españoles cree que obligar a la pareja a tener sexo no debe ser castigado por ley

    En España, dos de cada 10 personas creen que obligar a la pareja a tener sexo es “inaceptable”, pero que no debe ser castigado por ley. Y lo mismo piensan casi tres de cada 10 sobre besar a una mujer contra su voluntad. Y todavía una de cada 10 personas responden de forma “espontánea” que los hombres que agreden sexualmente a una mujer lo hacen porque “tienen problemas mentales”. Son algunas de las conclusiones de la última encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) sobre la percepción social de la violencia sexual contra las mujeres, publicado este miércoles.

    Después de 2.500 entrevistas telefónicas a ciudadanos mayores de 18 años, efectuadas entre el 20 y el 25 de enero, el análisis del CIS refleja que la mayoría de la población cree que la igualdad entre mujeres y hombres ha avanzado en la última década —el 67,8% piensa que la desigualdad es menor que hace 10 años—, aunque aún persiste la idea de que esa igualdad ya se ha alcanzado —el 38% cree que la desigualdad en España es pequeña o casi inexistente, a pesar de cifras como la brecha salarial, que va desde un 8% en la franja de la treintena hasta el 30% a partir de los 65 años, según los datos de la Agencia Tributaria de 2021—. Y también se mantienen estereotipos en torno a la idea de violencia sexual.

    El 9,4% de los encuestados consideran que tocar a una mujer contra su voluntad no debe ser delito; casi la mitad piensa lo mismo sobre “hacer comentarios y sugerencias de tipo sexual” a una mujer, aunque esta no quiera, y el 28,1% cree que pagar por mantener relaciones sexuales es “aceptable en algunas circunstancias”.

    La publicación coincide con el debate político y social sobre la reforma de la ley del solo sí es sí y la alarma que han generado las rebajas de penas y excarcelaciones a reos de delitos sexuales. Una cuestión que, más allá de los aspectos técnicos, tiene su raíz en el cambio de modelo que supone el consentimiento como eje de la norma, la voluntad de las mujeres en el sexo como punto central para discernir qué es y qué no es violencia sexual. Algo que durante el nacimiento y la tramitación parlamentaria de la ley provocó la oposición firme de la derecha y la ultraderecha, que hablaban de “firmar un contrato” para mantener relaciones sexuales o ponían en duda que se pudiera, y fuese necesario, garantizar el consentimiento y ponerlo en el centro de una ley. “Dice su programa: garantizaremos con el Código Penal que todo lo que no sea un sí, es un no. ¿De verdad van a garantizar eso? ¿Penalmente? ¿Un silencio es un no? Ustedes dicen que un silencio es un no, y una duda, ¿de verdad van diciendo ustedes sí, sí, sí hasta el final?”, le dijo Cayetana Álvarez de Toledo, candidata del Partido Popular por Barcelona a las elecciones generales, en 2019, a María Jesús Montero, ministra de Hacienda en aquel momento.

    Ese contexto se desprende también de algunas de las cuestiones preguntadas en la encuesta del CIS. Por ejemplo, el 21,2% cree que “pedir reiteradamente relaciones sexuales sin presiones ni amenazas” no puede ser calificado de acoso sexual, el 22,1% tampoco cree que hacer “preguntas sobre cuestiones privadas de su vida sexual” suponga acoso, y 16,1% lo cree de las “insinuaciones o indirectas sexuales”.

    Aunque esta vez ha coincidido con la conversación pública y política en torno a la libertad sexual, no se trata de la primera vez que el CIS interroga sobre este asunto. En 2019 y 2014 ya llevó a cabo la Macroencuesta de Violencia contra la Mujer, que también trataba la violencia sexual. Y en 2017 publicó la encuesta Percepción social de la Violencia Sexual.

  • Misión: Más mujeres astronautas

    Misión: Más mujeres astronautas

    Cuando la astronauta Cady Coleman vivía en la estación espacial internacional, se divertía con su pelo. Mientras vivía y trabajaba en gravedad cero, dejaba que su media melena castaña flotara libremente sobre su cabeza.

    En las visitas guiadas en vídeo de la tripulación para los curiosos de la Tierra, Coleman arrastraba su cuerpo ingrávido por pasillos del ancho de un autobús escolar mientras su pelo giraba a su alrededor. Vivió en la estación desde diciembre de 2010 hasta mayo de 2011. Dice que el “estilo de gravedad cero” era una forma de decir “las mujeres tienen un lugar en el espacio”.

    “Es muy, muy importante ver a gente que se parece a ti haciendo todo tipo de cosas”, dice Coleman. “Poderte ver en imágenes de mujeres haciendo cosas increíbles hace que esas actividades parezcan normales”.

    Las mujeres representan un tercio de todos los investigadores científicos, el 12 % de los miembros de las academias nacionales de ciencias, el 28 % de los licenciados en ingeniería y el 40 % de los licenciados en informática y ciencias de la computación, según las Naciones Unidas.

    En 2025, la NASA tiene previsto lanzar a la primera mujer y a la primera persona de color en un cohete para explorar la luna, un gran paso para establecer allí una presencia a largo plazo y, en un futuro, enviar personas a Marte. Cuando eso ocurra, Coleman cree que “cambiarán las cosas” para la próxima generación.

    Coleman, que creció en la década de 1960, veía en los medios de comunicación imágenes de los astronautas del Apolo, todos ellos con cortes de pelo. La idea de ser astronauta no se le ocurrió hasta el tercer año de universidad, en el Instituto Tecnológico de Massachusetts, cuando Sally Ride fue a dar una charla al campus.

    Coleman recuerda que Ride, astrofísica y primera mujer estadounidense en el espacio, llevaba el pelo hasta los hombros de una forma parecida a la que Coleman llevaba entonces. Ride dijo a los estudiantes: “La ciencia es un deporte de equipo, y también lo es la exploración espacial”.

    “Aquello me gustó mucho”, dice Coleman. “Me identifiqué con ella y decidí que yo también quería hacer aquello”.

    Sally Ride sonríe en una plataforma de lanzamiento (NASA)
    La astronauta Sally Ride durante la misión STS-7 en 1983. (NASA)

    Coleman se licenció en Química, se doctoró en Ciencia e Ingeniería de Polímeros y prestó servicio en las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos. En 1992 se presentó a la NASA y fue una de las tres mujeres y 16 hombres seleccionados como astronautas. Al principio, Coleman trabajó en el equipo de apoyo del transbordador espacial. Más tarde, en la década de 1990, voló en dos misiones científicas del transbordador, antes de su expedición de seis meses a la estación espacial.

    Se retiró de la NASA a finales de 2016. Desde entonces, viaja por el mundo inspirando a mujeres y niñas, como Ride hizo por ella. Casada con el artista del vidrio Josh Simpson, con quien tiene dos hijos, Coleman está escribiendo un libro sobre su carrera de décadas en la NASA, así como sus papeles como músico (en inglés), esposa y madre.

    Dice que considerará el libro un éxito si los lectores, hombres y mujeres por igual, dicen: “Quizá yo también pueda hacerlo”.

  • Violencia contra las mujeres: ¿por qué se permanece en relaciones de abuso?

    Violencia contra las mujeres: ¿por qué se permanece en relaciones de abuso?

    La violencia contra las mujeres, en todos sus tipos, es un fenómeno devastador y generalizado que puede ser calificado de pandemia. En gran parte de las ocasiones, estas violencias sistémicas se dan en el seno de relaciones afectivas heterosexuales. Ante esto, surge en el ideario colectivo una pregunta: ¿por qué hay mujeres que permanecen en este tipo de vínculos abusivos? Los estudios muestran que hay motivos de toda índole que dificultan la salida de estas relaciones violentas.

    Tradicionalmente, la violencia contra las mujeres en la pareja ha sido tratada como fenómeno privado, patrimonio único de la esfera familiar. No es hasta la década de 1970 en EE. UU. cuando el movimiento feminista de segunda ola comienza a exponer la violencia sistémica con la que las mujeres conviven en los ámbitos familiares, especialmente en el seno de la pareja heterosexual.

    Así, se cuestiona el carácter privado atribuido socialmente a la violencia contra la mujer para pasar a tratar esta como un problema social y estructural en cuya erradicación ha de haber intervención institucional y voluntad política de cambio.

    En el año 1979, la Convención de la ONU sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer establece el desarrollo de mecanismos para lograr la igualdad de género como una obligación para los estados firmantes.

    En el año 1993, la Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer la define como “todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, (…) las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada”.

    En Europa, el Convenio de Estambul nos da la misma definición de violencia contra las mujeres. En España, por su parte, la Ley Orgánica 1/2004 de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de género la describe como aquella de cualquier tipo ejercida contra la mujer por parte de su compañero sentimental masculino, haya o no convivencia.

    Los datos

    En España, la incidencia social de la violencia contra las mujeres queda establecida en las Macroencuestas de violencia contra la Mujer de la Delegación del Gobierno contra la violencia de género. La última (2019) muestra que el 14,2  % de las mujeres residentes en España han sufrido violencia física y/o sexual por parte de una pareja. La violencia física se dio más de una vez en el 75 % de los casos, la sexual en el 86,2 %, y la violencia psicológica el 84,3 %. De las mujeres que han sufrido violencia en la pareja, el 49,6 % no buscó ayuda ni rompió la relación, mientras que, del grupo de mujeres que llegaron a denunciar o buscar ayuda en el exterior, el 81,9 % rompió la relación.

    Los motivos

    La violencia de género tiene unas características específicas respecto a otros tipos de violencia, y es que entre el agresor y la víctima hay una relación afectiva romántica. Esto se relaciona directamente con una de las razones por las que se puede mantener una relación violenta: la influencia en la construcción del amor del mito del amor romántico. Según este, el amor todo lo puede y la pareja es la única fuente posible de felicidad. Esto contribuye a la preservación de la pareja a toda costa, manteniendo la víctima esperanzas de cambio.

    Por otro lado, en las relaciones de violencia se despliegan una serie de mecanismos psicológicos destinados a lograr el aislamiento de la víctima, así como una dependencia emocional respecto al agresor. Estas herramientas guardan similitud con las conocidas como técnicas de persuasión coercitiva, desplegadas por las sectas en sus procesos de captación. Así, se persigue la pérdida de autonomía y la dependencia de la víctima mediante el distanciamiento de su entorno social.

    La pareja se convierte en el único “apoyo” de la mujer y pierde la posibilidad de recibir ayuda del exterior. Además, los vínculos sociales ayudan a prevenir la violencia. Por ello, la falta de apoyo social y familiar favorece la cronificación de la violencia. El aislamiento es un factor de continuidad en la relación, pues no se percibe otra alternativa.

    También es importante mencionar aquí la feminización de la pobreza. La brecha en el acceso a la educación y al mercado laboral de las mujeres supone un porcentaje mayor de pobreza en estas respecto a varones. Esta precariedad estructural genera dependencia económica que, como la emocional, dificulta la salida de la relación violenta.

    El ciclo de la violencia

    En 1979, la psicóloga estadounidense Leonore Walker pone nombre a lo que viven las mujeres violentadas en la pareja: ciclo de la violencia.

    Este consta de tres fases que comienzan después de un periodo de calma:

    1. Acumulación de la tensión. Comienza a haber conflictos y los grados de agresividad y hostilidad del hombre van en aumento.
    2. Explosión. Se refiere al momento de la agresión, de cualquier intensidad. La mujer siente confusión, miedo e incluso culpabilidad.
    3. Luna de miel. El agresor se “arrepiente” de lo ocurrido, promete que no volverá a ocurrir y manipula a la víctima para que no deje la relación. Aquí hay muestras exacerbadas de afecto que ligan emocionalmente a la mujer a su agresor.

    Después de esta fase comienza la acumulación de la tensión, y con ella el inicio del ciclo. En cada vuelta, el periodo temporal entre fases se va reduciendo hasta el momento en que desaparece la fase de luna de miel. Así, la dinámica de la pareja estará centrada en la tensión y posterior estallido violento.

    Como podemos imaginar, esto tiene graves consecuencias físicas, psicológicas y morales sobre la mujer, pudiendo llegar incluso al asesinato.

    Jo Adetunji
  • Tres estrategias de las mujeres exitosas para mantener el impulso de su carrera

    Tres estrategias de las mujeres exitosas para mantener el impulso de su carrera

    Alcanzar un puesto de toma de decisiones y mantenerlo es el gran desafío de muchas mujeres líderes. Brenda F. Wensil y Winifred Ernst, autoras de una investigación publicada en la revista Harvard Business Review y entrenadoras ejecutivas de mujeres líderes, querían entender por qué algunas mujeres son capaces de sostener y mantener el impulso de su carrera, a pesar de los problemas sistémicos y estructurales a los que se enfrentan en el lugar de trabajo.

    Para eso, entrevistaron a 37 mujeres que ocupaban puestos directivos (directoras, vicepresidentas, vicepresidentas senior, ejecutivas) y cuyas experiencias abarcaban más de 75 empresas, e identificaron tres comportamientos: un impulso centrado, un deseo incesante de aprender y una mentalidad ágil.

    “Jackie empezó su carrera como científica dedicada al descubrimiento de fármacos. Al cabo de unos años, se dio cuenta de que quería trabajar en el ámbito de la estrategia. Pero cada vez que intentaba cambiar, la rechazaban. Lo mismo le ocurría cuando solicitaba puestos externos que ampliaran su experiencia comercial o empresarial. Nadie veía más allá de sus conocimientos. Se sentía estancada”, aseguran las especialistas al comienzo de la publicación.

    Wensil y Ernst, pidieron a estas líderes que describieran los momentos cruciales que les ayudaron a mantener el impulso de su carrera. “El análisis de estos momentos nos ayudó a comprender los rasgos clave que les ayudaron a perseverar cuando se sentían estancadas. Aunque las mujeres con las que hablamos tenían distintos antecedentes, intereses, personalidades y carreras, emplearon al menos dos de los tres comportamientos siguientes para mantener el impulso durante esos momentos cruciales”, sostienen.

    Las 3 estrategias clave

    Según un estudio de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), a nivel mundial el 71% de los hombres en edad laboral se encuentra trabajando mientras que este indicador es del 45% para las mujeres (Getty Images)Según un estudio de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), a nivel mundial el 71% de los hombres en edad laboral se encuentra trabajando mientras que este indicador es del 45% para las mujeres (Getty Images)

    1. Un impulso concentrado

    Llámenlo tenacidad, determinación o persistencia. Cuando se enfrentaron a contratiempos, estas mujeres contaron historias en las que recurrieron a su temple interior, lo que les ayudó a situar las dificultades a corto plazo en el contexto de sus objetivos más elevados.

    “Por ejemplo, Lydia nunca vaciló en su objetivo de ser Directora General de una empresa de inversiones. Veía cada oportunidad profesional como una forma de impulsar su objetivo. ‘Tuve diversas experiencias que me ayudaron a desarrollarme y conocer todas las partes del negocio, desde RRHH a tecnología, operaciones, administración, ventas y marketing’, dice. Y continúa: ‘Pasé al negocio de la jubilación y luego de la banca a los seguros. Es importante prepararse para el puesto que uno quiere’”, detallan.

    La brecha salarial resultante de un informe indicó que, a nivel mundial, las mujeres cobran entre un 20,5% y un 21,8% menos que sus pares hombres si se consideran los ingresos mensuales (Getty Images)La brecha salarial resultante de un informe indicó que, a nivel mundial, las mujeres cobran entre un 20,5% y un 21,8% menos que sus pares hombres si se consideran los ingresos mensuales (Getty Images)

    2. Un deseo incesante de aprender

    Estas mujeres mostraron algo más que la capacidad de aprender: estaban motivadas para buscar oportunidades que les proporcionaran nuevas experiencias, retos y conocimientos.

    “Por ejemplo, Mary, ahora presidenta y consejera delegada de una empresa pública, empezó como abogada. Aceptó dirigir asuntos regulatorios y luego pasó a ser directora financiera, donde dice que empezó de cero. Reclutó a analistas varios niveles por debajo de ella, hizo las preguntas correctas, rebatió los datos, tomó las decisiones y vio cómo se disparaban las acciones”, explican.

    Según las expertas, otro ejemplo de ello fue Mara, ex Directora General de un gran distrito médico que incluye 560 acres de instalaciones de investigación médica, que “no sabía nada de bienes inmuebles ni de cómo transformar una organización. Pero sí sabía de sanidad y de cómo reunir a equipos de expertos y dirigirlos hacia un objetivo”.

    El liderazgo femenino está cada vez más presente y valorado en las empresas por su impacto positivo (Getty Images)El liderazgo femenino está cada vez más presente y valorado en las empresas por su impacto positivo (Getty Images)

    3. Una mentalidad ágil

    Todas las mujeres con las que hablaron demostraron un pensamiento flexible, incluida la capacidad de evaluar rápidamente una situación y determinar un camino a seguir. Cuando se trataba de sus propias carreras, se reinventaban a sí mismas o transformaban los proyectos en los que trabajaban.

    “Jen era vicepresidenta antes de cumplir los 30, y se le fueron abriendo puertas hasta que fue una directora administrativa (CAO) tan excelente que nadie la veía como directora financiera: en dos empresas la pasaron por alto dos veces para el puesto. Tras hablarlo con un asesor de confianza, decidió que necesitaba refundir su trabajo, su éxito y su reputación en una nueva forma de verla como Directora Financiera. Así que se mudó una vez más, ayudó a construir los clientes financieros de esta siguiente empresa, trabajó con el equipo de producto para priorizar características, vendió a otros CAO y dirigió el negocio en Europa”, cuentan las expertas.

    Y agregan: “Estos amplios éxitos le aseguraron el ascenso a Directora Financiera y Presidenta de una empresa global. Esto es lo que significa tener una mentalidad ágil. Se trata de ser versátil y estar abierto a nuevas opciones y formas de alcanzar un objetivo”.

    Recuperar el impulso de su carrera

    Un estudio del Foro Económico Mundial relacionó el género de los líderes políticos con el éxito a la hora de afrontar la crisis sociosanitaria. Sus conclusiones mostraron que las dirigentes internacionales han sabido responder a la pandemia con mayor éxito que sus homólogos varones (Getty Images)Un estudio del Foro Económico Mundial relacionó el género de los líderes políticos con el éxito a la hora de afrontar la crisis sociosanitaria. Sus conclusiones mostraron que las dirigentes internacionales han sabido responder a la pandemia con mayor éxito que sus homólogos varones (Getty Images)

    Wensil y Ernst manifiestan que la mayoría de las mujeres con las que hablaron pivotaron, se desplazaron lateralmente, adquirieron más experiencia o se trasladaron a empresas más pequeñas en algún momento de su carrera para mantener el impulso o crearlo cuando estaban estancadas.

    “El 70% de las mujeres con las que hablamos pivotaron dos veces o más para tomar impulso. Dentro del 27% de mujeres que permanecieron en la misma empresa, más de la mitad describieron traslados geográficos, cambios de campo completos dentro de una empresa multinacional o maniobras ágiles para sobrevivir a adquisiciones”, explican.

    A la hora de tomar la decisión de pivotar, las mujeres con las que hablaron recomendaron las siguientes estrategias:

    La empatía, la capacidad de reconocer y resonar con las emociones de los demás, es crucial para un buen liderazgo (Getty Images)La empatía, la capacidad de reconocer y resonar con las emociones de los demás, es crucial para un buen liderazgo (Getty Images)

    1. Dejarse guiar por los objetivos profesionales. “Si te ofrecen la oportunidad de desempeñar un puesto fuera de los límites de tu especialidad actual o te animan a hacer un movimiento lateral para aprender nuevas áreas del negocio o adquirir nuevas habilidades, asegúrate de que tu decisión se basa en tus objetivos profesionales finales”, aconsejan.

    2. Tener una claridad épica sobre la marca personal. Según las investigadoras, el 83% de las mujeres entrevistadas afirmaron que la claridad de objetivos y la gestión de la marca eran cruciales para recuperar el impulso. “Si querés hacer un cambio, tenés que saber cuál es tu reputación y por qué la gente debería llamarte. Realizar una pequeña investigación sobre la marca propia es clave. ¿Es tu reputación lo que querés que sea? ¿Qué dicen de vos cuando no estás presente?”, dicen.

    3. Buscar cualquier oportunidad para aprender. Para ellas, el conocimiento es poder. “Intentá identificar lo que necesitás aprender, ya sea un nuevo producto, una nueva herramienta de automatización, información sobre la competencia o un nuevo mercado, y cómo lo vas a aprender. Querés que la gente reconozca que, aunque no conozcas un tema, sos una persona que aprende y lo vas a hacer rápidamente”, indican.

    “Jackie, la química que quería dedicarse a la estrategia, decidió cambiar totalmente de sector y de función y se incorporó a una fábrica de cerveza independiente. Se propuso aprender todos los aspectos del negocio y empezó a redefinir su marca como líder experimentada e innovadora. Después de varios años y de pasar de las ventas a la consultoría, volvió a la industria farmacéutica como directora sénior y, finalmente, alcanzó un puesto de nivel C. Fue transparente con su liderazgo y puso mis aspiraciones en el radar”, concluyen.

  • Ser mujer cuesta la vida

    Ser mujer cuesta la vida

    Parece increíble que, en el siglo XXI, la condición de la mujer siga siendo compleja, precaria e indigna. La discriminación sistémica y sistemática ejercida en contra de niñas y mujeres alrededor del mundo pareciera una condena inagotable. Ser mujer en muchos escenarios es más que una tragedia, cuesta la vida. Tal es el caso de las mujeres que, bajo el yugo de una sesgada interpretación religiosa, viven condiciones infrahumanas, rehenes de velos están condenadas a vivir ignoradas, cosificadas y violentadas.

    En 2021, los talibanes regresaron al poder en Afganistán prometiendo el respeto a los pocos derechos que magnánimamente se habían concedido a las mujeres en el país, entre ellos el derecho a la educación. Ante la mirada perpleja y pasiva de la comunidad internacional, la historia en ese país amenazaba con volver a repetirse.

    Fue en 2001 que Estados Unidos, como parte de su guerra contra el terrorismo orquestada después del ataque a las Torres Gemelas, invadió el país e inició una cacería en contra de Osama Bin Laden y los Talibanes (grupo con quien EE. UU. tiene una larga historia de encuentros y desencuentros). El resultado de esta operación militar causó el desalojo del gobierno talibán de Kabul a partir de ese momento y hasta la retirada final de las tropas estadounidenses en 2021 Afganistán intentó reconstruir el tejido social, reinstaurar las instituciones y permitir el acompañamiento de organismos internacionales en materia de derechos y participación de las niñas y mujeres.

    Sin embargo, a tan solo unas semanas de la salida del ejército norteamericano los grupos radicales islamistas llegaron a la capital, propiciando la huida del presidente afgano, Ashraf Ghani, quien dejó un vacío de poder y una situación caótica.

    Si bien es cierto que incluso en los tiempos de la tutoría estadounidense en el país, Kabul se había convertido en un aparente oasis político y social en un Estado ingobernable, la fácil y rápida ocupación los talibanes en 2021 expone una gravísima situación; la validación de un régimen ultra radical ha sido perpetuado por estructuras de poder internas.

    La corrupción, la fractura del tejido social, las pugnas entre diferentes minorías étnicas, la sutil presencia de grupos de resistencia contra los talibanes, el apoyo de la etnia mayoritaria (los pastunes) a los talibanes como reacción al hecho de considerarse marginados del poder tutelado por el expansionismo Occidental, la tolerancia de la periferia (de Pakistán, Arabia Saudita e Irán) a los insurgentes, la inoperancia del ejército (a pesar de la inversión en tecnología y  adiestramiento militar de EE.UU.), la pobreza, el creciente desempleo (en especial entre los jóvenes) y el negocio del opio (Afganistán es el principal productor mundial) constituyen  el cúmulo de factores a los que se debe atribuir la aplastante victoria talibana.

    Es innegable el fracaso de la estrategia estadounidense en Afganistán, no solo antes, sino ahora. La salida de las tropas instruida por Joe Biden, pretendía demostrar la preparación del ejército afgano y la capacidad del país de gobernarse a sí mismo en paz y bajo un ambiente democrático. Sin embargo, la actual situación de la población afgana, especialmente el terrorismo ejercido contra niñas y mujeres, exponen el fracaso de veinte años de tutela extranjera. Ni la ayuda financiera ni la infraestructura militar provistas al país pudieron consolidar la existencia de un régimen democrático, ni de un Estado de derecho, mucho menos pudieron acabar con el radicalismo y la polarización.

    Los talibanes regresaron a tomar control de un país empobrecido, polarizado y derrotado, no obstante su regreso estuvo envuelto en aires salvadores. Al inicio del 2021 el éxodo interno de civiles desplazados rebasaba los 250.000, la mayoría de ellos buscaba refugio en Kabul por el miedo al re-establecimiento de un régimen autoritario y radical islámico. Ese miedo no tardó en volverse realidad, las mujeres como grandes víctimas de un regreso al uso obligatorio del burka y a la prohibición del acceso a la educación (hoy las niñas tienen prohibido estudiar a partir de los 10 años y el acceso a la educación universitaria ha sido cancelado para las jóvenes afganas), es la cara más amarga de este nuevo episodio traumático en la historia del país. Afganistán en el siglo XIX se liberó del dominio colonial británico y en el siglo XX del control de la extinta Unión Soviética en el marco de la Guerra Fría, sin embargo pareciera imposible que en el siglo XXI pueda liberarse del yugo interno de un grupo terrorista para el que ser mujer cuesta la vida.

    Aunada a la tragedia que enfrentan los civiles afganos día a día, la presencia (y fortalecimiento) del Talibán constituye un factor de inestabilidad e incertidumbre para la región y para la comunidad internacional que indolente ante las atrocidades del régimen contra la población guardan silencio y voltean la mirada.

    Arlene Ramírez-Uresti

  • Epic Queen busca reducir la brecha de género en carreras STEM

    Epic Queen busca reducir la brecha de género en carreras STEM

    Estudiar una carrera enfocada en matemáticas, ingeniería o ciencia ayuda a que el talento más joven tenga oportunidades para conseguir un trabajo mejor remunerado, de acuerdo con el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO); sin embargo la brecha de género que existe en el país sigue siendo uno de los retos.

    A pesar de que las niñas de primaria han presentado mejores resultados en las pruebas del Plan Nacional para la Evaluación de los Aprendizajes (PLANEA) de matemáticas que los niños, esta situación se revierte en secundaria y se amplía al finalizar el bachillerato, esto de acuerdo con el mismo organismo. Ante este panorama, algunas organizaciones están buscando disminuir la brecha de género.

    “La idea es ayudar a que sobre todo niñas y adolescentes tengan un refuerzo en el interés de este tipo de carreras, por ello enfocamos nuestros esfuerzos en cuatro programas distintos que impactan al talento que está interesado en este tipo de carreras”, señaló Ana Karen Ramírez, CEO de Epic Queen, una organización que en conjunto con Secret, de Procter and Gamble, darán una serie de becas.

    Con una primera etapa de becas, Secret y Epic Queen están buscando impactar con este sector de la población, a través de fiestas STEM, donde hay micro eventos sobre robótica y desarrollo de código y donde unas 60 niñas podrán asistir. Además, dentro de este evento habrá 10 niñas que serán elegidas para continuar con una serie de cursos.

    “Además Secret becará a 20 chicas para tres programas, principalmente enfocados en data science e inteligencia artificial, además de uno más enfocado en ser creadoras digitales. Más o menos son 10 horas de programa que estarán disponibles para toda la República, y las fiestas serán en el área metropolitana de la CDMX”, apuntó Ramírez.

    En números, IMCO señala que solo 6% de las 10,000 alumnas de bachillerato de la Zona Metropolitana del Valle de México encuestadas por Movimiento STEM están interesadas en estudiar una carrera de estas áreas de estudios. En 2021, solo 13.5% de las mujeres profesionistas eran egresadas de carreras STEM.

    Además de Epic Queen, otras iniciativas como Laboratoria han logrado tener buenos resultados en la capacitación de mujeres en este tipo de carreras. De acuerdo con Laboratoria, en 2022 se alcanzaron las 3,000 profesionales especializadas en este tipo de carreras y a finales de 2025 esperan llegar a 6,000 mujeres.

    Las brechas de género en el mercado laboral de STEM

    Al llegar al mercado laboral, las mujeres que estudiaron carreras STEM tienden a ganar más y enfrentan una brecha salarial menor: 18% en contraste con 22% para profesionistas de otras áreas. En parte, la brecha salarial en STEM se explica por el tipo de trabajos que elige cada sexo. Las mujeres tienen mayor probabilidad de ser oficinistas o dar clases, mientras que los hombres tienden a ocupar puestos en plantas industriales.

    Un informe de Women in tech señala que a pesar de que las oportunidades laborales de las mujeres en la industria tecnológica son favorables, en 2022 fueron uno de los sectores de la población más afectados por los recortes de las big tech, ya que el 69.2% de los puestos que se recortaron eran ocupados por mujeres .

  • “Bruja”, “furcia”, “mujer de”: la otra cara de la paridad

    “Bruja”, “furcia”, “mujer de”: la otra cara de la paridad

    Al borde de las lágrimas, Jacinda Ardern, de 42 años, anunció el pasado 19 de enero que renunciaba a su cargo de primera ministra de Nueva Zelanda sin más planes en el horizonte que “pasar más tiempo con la familia”. “Sé lo que se necesita para hacer este trabajo, y sé que ya no tengo la suficiente energía para hacerlo bien. Es así de sencillo”, dijo. ¿Lo es? El feminismo, ha afirmado la filósofa Celia Amorós, no cuestiona las decisiones individuales de las mujeres, sino los motivos. Helen Clark, primera ministra neozelandesa entre 1999 y 2008, ha asegurado que Ardern afrontó “un nivel de odio y veneno sin precedentes” durante su mandato. “La gente quiere una primera ministra, no una modelo”, explicó un hombre de 66 años que inició una campaña en redes contra ella. “Demuestra que eres más que un lápiz labial en un cerdo”, le pidió públicamente un economista. ¿Se fue Jacinda Ardern o la expulsaron? Sus expectativas electorales no eran buenas. ¿La empujó el partido? ¿Su entorno? ¿Pronunciaría un hombre un discurso similar?

    Cualquier renuncia al poder despierta curiosidad, sospechas. En el caso de Ardern, quien en 2017, con 37 años, se convirtió en la mujer más joven en dirigir un Estado, abre, además, un debate: ¿Es más duro ser política que político? ¿Reciben ellas el mismo trato que sus colegas hombres? Los datos afirman que en España se ha avanzado hacia la paridad —hoy hay 14 ministras (60,87%) en el Gobierno; cuatro presidentas (21,05%) y 94 consejeras autonómicas (48,7%); 149 diputadas (42,69%); 82 senadoras (39,42%) y 1.806 alcaldesas (22,26%)— pero no tanto en igualdad. Si logran un acuerdo, a veces se dice que están liadas con su interlocutor. Solo ellas pueden ir demasiado bien vestidas o poco arregladas. Solo ellas engordan. Solo ellas pierden el apellido —Soraya, Maleni, Yolanda…— cuando entran en política. El método es viejo —el socialista Alfonso Guerra llamó a Soledad Becerril, primera ministra desde la II República, “Carlos II vestido de Mariquita Pérez”; la primera vez que Carmen Alborch, fallecida en 2018, entró en el hemiciclo, un grupo de diputados silbó como si acabara de pasar por delante de una obra—, pero sigue vigente. Políticas de diferentes épocas, ámbitos territoriales y partidos revelan a EL PAÍS ejemplos diarios de esa diferente vara de medir que a veces las ha llevado a pensar en tirar la toalla, como acaba de hacer la primera ministra de Nueva Zelanda.

    Yolanda Díaz, en un acto de Sumar, el 14 de enero en Barcelona.
    Yolanda Díaz, en un acto de Sumar, el 14 de enero en Barcelona.GIANLUCA BATTISTA

    Yolanda Díaz (vicepresidenta del Gobierno por Unidas Podemos y líder de la plataforma Sumar). “A todas nos han hecho titulares sobre nuestro físico. Es agotador”. Iba con su hija cuando un grupo de hombres del sector taurino aporreó su coche en julio de 2020 y le gritó: “¡Golfa de mierda!”. Un medio de comunicación decidió recientemente que una foto suya haciéndose la pedicura era noticia. “A todas las mujeres políticas nos han hecho titulares sobre nuestro aspecto físico, nuestra ropa, nuestros hijos, nuestro moreno, nuestras uñas… A mí me han llamado fea, rubia…, han dicho que saco adelante los acuerdos porque era pareja de uno, me han tratado con condescendencia, sobre todo al principio, e incluso ahora constantemente me dicen lo que tengo que hacer. Es agotador”, explica la vicepresidenta segunda del Gobierno, de 51 años. Preguntada por cómo le afectan esos ataques y si alguna vez pensó en dejarlo, afirma: “No es debilidad asumir que la política es difícil y más cuando te juzgan por cuestiones que nada tienen que ver con tu trabajo, pero estas cosas dan más fuerzas para seguir, para cambiar este mundo y seguir abriendo caminos, como los abrieron otras mujeres por nosotras”.

    Díaz siente “total empatía” por Ardern. Ve en su renuncia “un reconocimiento de vulnerabilidad”, pero también “un mensaje valiente a la sociedad”. “No conozco ningún primer ministro que haya dimitido por ese motivo, y creo que un hombre en esas circunstancias nunca habría recibido los comentarios que ella recibió. Seguramente se hablaría de responsabilidad o de conflicto de poder. Eso demuestra que queda mucho por avanzar en feminismo en política y que los hombres se pierden muchas cosas”, dice. Cree que no solo hay un diferente trato, sino distintos estilos. “Las políticas feministas huyen del lenguaje bélico. Buscamos alianzas en lugar de competir por todo y se avanza mucho más así. Curiosamente, esto le ha pasado a Ardern en pandemia por dirigir con un estilo diferente. Nos rebelamos ante la idea de que no se pueda ser las dos cosas a la vez: empáticas y fuertes”.

    Para Díaz, los ataques son más frecuentes y más duros cuando las políticas abordan asuntos relacionados con la igualdad: “Es evidente que el feminismo genera una especial reacción virulenta en la extrema derecha. Incluso se niegan problemas de máxima gravedad como la violencia machista o se exige la eliminación de un ministerio específico. No hay una receta única ni infalible para combatir todo esto, pero contar su programa oculto [el de la extrema derecha] es destapar su verdadera cara”. Mirando atrás, la vicepresidenta opina que se ha “mejorado”, pero “queda mucho por hacer”. “Me gustaría ver más feminismo en los discursos y en las políticas, más aliados. Ver a una mujer feminista como presidenta y a más mujeres en los cargos de representación pública”.

    Inés Arrimadas, el pasado diciembre, en el Congreso de los Diputados.
    Inés Arrimadas, el pasado diciembre, en el Congreso de los Diputados.LUIS SEVILLANO

    Inés Arrimadas (diputada y expresidenta de Ciudadanos). “Me desearon una violación en grupo”. “Empatizo completamente con la primera ministra de Nueva Zelanda, me pongo en su piel”, afirma la expresidenta de Ciudadanos, de 41 años. Y añade: “Llega un momento en que no se puede con todo. Ella ha sido madre durante el mandato y se habrá sentido culpable muchas veces. La entiendo perfectamente y, sinceramente, no me imagino a un hombre en esa situación. A ellos nunca les preguntan qué baja se van a coger cuando son padres ni cómo se apañan para ser padres y políticos. Yo me cogí dos bajas de maternidad de seis semanas y algunos me echaron en cara no haber estado más presente en el Congreso y otros que era muy poco tiempo de baja y que eso lanzaba un mensaje muy malo a la sociedad. Es imposible acertar. Te van a juzgar siempre y por todo”.

    “A mí me han llamado puta y una mujer llegó a desear que me violaran en grupo en un mensaje de Facebook que tuvo muchos likes —la autora del mensaje fue condenada a cuatro meses de cárcel—”. Preguntada por cómo se siente ante ese tipo de ataques, responde que le dan, sobre todo, “pena y rabia” y que no han tenido que ver en su renuncia a la presidencia de Ciudadanos.

    Arrimadas no cree que las mujeres tengan un estilo propio de hacer política y advierte contra los discursos que considera contraproducentes. “Por supuesto que hay que alzar la voz y decir que no recibimos el mismo trato, pero no todas las críticas a mujeres son machismo. No es lo mismo que te llamen incompetente a que te llamen puta. Y me molesta mucho la doble vara de medir. Hablar del marido de Irene Montero es ‘violencia política’, pero su marido decía que Ana Botella estaba ahí por ser mujer de Aznar. Y eso es dinamita para los avances del feminismo. Intentar patrimonializarlo, también. A mí, el PSOE y Podemos intentaron expulsarme de la manifestación del 8-M. Cuando se cae en eso, retrocedemos, porque esa gente a la que hay que convencer, de repente, lo único que ve es sectarismo. El feminismo no tiene que ser una ideología, sino un principio transversal”. Para combatir el machismo en la política, Arrimadas considera que lo primero que hay que hacer es aumentar la presencia de las mujeres: “Que se nos vea, que se normalice el poder femenino, ir haciendo conquistas por consolidación, demostrando que se puede ser madre y liderar un proyecto, por ejemplo”.

    Soledad Murillo, en un acto contra la violencia de género, en Madrid, en 2018.
    Soledad Murillo, en un acto contra la violencia de género, en Madrid, en 2018.CHEMA MOYA (EFE)

    Soledad Murillo (ex secretaria de Estado de Igualdad). “Los partidos tienen estructuras cainitas”. “¿Dónde estaba el Partido Laborista cuando atacaban a Ardern? Su dimisión es un fracaso del partido”, afirma esta socióloga y secretaria de Estado de Igualdad entre 2018 y 2020. “Personalmente, ha sido muy valiente, se ha puesto a salvo. Políticamente, la imagen que se da de las mujeres en política es que no aguantan. Pero lo que hay que poner en duda cuando se expulsa a una política innovadora, empática y nada sectaria como Ardern es la estructura cainita de los partidos políticos, que hace que una viva en un carro de combate. Todos los políticos están muy expuestos, pero las armas de destrucción son distintas: no se ataca a los hombres por su vida personal o su aspecto físico. A las mujeres sí y eso hace mucho más daño: cuántos hijos tienes, cuántos kilos de más, por qué estás ahí…”. “Yo no hubiera usado el concepto de familia como lo empleó la primera ministra de Nueva Zelanda”, añade Murillo, de 66 años,“porque refuerza la idea de que la munición que usaron contra ella estaba bien elegida”. “No hay que elegir, hay que señalar la estructura política que te obliga a hacerlo”.

    Cuando Murillo trabajaba en la ley de violencia de género, la acusaron de formar parte de una secta. “Me gasté 6.000 euros en denunciar a los responsables y me encontré muy sola”, recuerda. “La agenda feminista genera más sospechas y ataques. Es más fácil estar en Economía que en el Ministerio de Igualdad”, subraya. “Me criticaban las cuotas y yo les decía: pero vamos a ver, si aquí siempre ha habido cuotas, pero territoriales, es decir, intercambio de favores entre varones y barones”. “Todas las mujeres que hemos pasado por la política hemos vivido situaciones de las que habríamos querido prescindir, pero tenemos que entender que decir qué hay que mejorar no es deslealtad al partido. Lo ideal sería generar alianzas entre distintas formaciones y reflexionar en común sobre todo esto, como el edadismo con las mujeres: la experiencia no te salva. O que el poder no soporte la emancipación, el hecho de que no reconozcas permanentemente la deuda contraída. Yolanda Díaz está siendo hostigada por quien la nombró. Se defiende muy bien. Ha recuperado una feminidad que parecía vetada en la política de izquierdas y se ha ganado el respeto porque trabaja mucho”.

    La política del PP Andrea Levy.
    La política del PP Andrea Levy.CARLOS ROSILLO

    Andrea Levy (concejal del PP en el Ayuntamiento de Madrid). “Intentaba parecer mayor”. Levy resta importancia a la renuncia de Ardern: “Las responsabilidades políticas son algo pasajero y a ella se la va a juzgar por el tiempo que estuvo en el poder, no por renunciar a él”, afirma. Sin embargo, no se imagina a un hombre haciendo un discurso como el de la neozelandesa. “Hay un escrutinio diferente hacia las mujeres políticas y en general. Cuando me nombraron vicesecretaria del PP [en 2015, entonces tenía 31 años] no podía poner un pie en la calle sin que comentaran qué novios tenía, cómo vestía, cuánto salía… Importaba mucho más mi vida personal que lo que decía. Durante el procés, sacaron una foto mía un día que estaba muy cansada y otra maquillada en la tele dos días después para decir que me había operado. En mi equipo eran todos chicos y a ninguno lo fiscalizaban como a mí. Se juntaba que era mujer, joven…Yo intentaba modular mi imagen para rellenar esa carencia de algo que no podía ser: mayor. Muchas veces me dolía, pero con el tiempo aprendí a relativizar“. Levy no cree que las mujeres tengan un estilo diferente a la hora de hacer política y subraya que en ocasiones no se ayudan entre ellas. “A veces, entre nosotras tenemos menos empatía”.

    La diputada del PSOE Laura Berja, en el Congreso, en mayo de 2022.
    La diputada del PSOE Laura Berja, en el Congreso, en mayo de 2022.MIGUEL OSÉS (EFE)

    Laura Berja (diputada del PSOE). “Cuando me llamaron bruja en el Congreso me quedé impactada”. “A todas nos pasa lo mismo y la gente no es consciente de la gravedad del problema porque el machismo se ha encargado de grabar a fuego la desconfianza en los testimonios de las mujeres”, dice la diputada socialista, de 36 años. “Me dio mucha tristeza ver el discurso de Ardern, la pérdida de tanto capital político. Ese ‘estoy cansada’, ese ‘soy humana’ mostraba un agotamiento muy común en las mujeres políticas, que no dimiten por los mismos motivos que los hombres. El camino para llegar es hostil porque el machismo está muy arraigado en la sociedad y en la política. Nosotras tenemos que hacer renuncias constantemente, hacer el doble para que se nos valore la mitad, y los ataques son tremendos. Cuando el diputado de Vox [Javier Sánchez García] me llamó bruja en mitad del Congreso mientras yo defendía el derecho al aborto desde la tribuna, no me lo podía creer, me quedé impactada. Pero hay ejemplos a diario. Buscan el descrédito personal para inhabilitarnos políticamente. Se cuestiona cómo hemos llegado al puesto, aducen relaciones sexuales para justificar un ascenso, nos hacen sentir como invitadas, como impostoras. Lo que se valora en un político, como la ambición, por ejemplo, en la mujer tiene connotaciones negativas. Y sí, hay días, momentos en que piensas en tirar la toalla porque es agotador. Luego te das cuenta de que es imprescindible que las mujeres estemos ahí para cambiar todo esto y para que la democracia sea verdaderamente representativa”.

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    Un diputado de Vox provoca un altercado en el Congreso tras llamar “bruja” a una del PSOE

    Para Berja, los ataques se recrudecen cuando la mujer política habla de determinados temas. “Defender temas de igualdad es muy costoso, te penaliza mucho. A veces parece que están esperando que te calles para hablar de lo que se supone que es relevante, lo que ellos ponen sobre la mesa”. Cree que la única forma de combatir ese machismo es “con políticas públicas y protocolos antiacoso, como el que incluye la ley de libertad sexual para organizaciones sociales y partidos políticos”.

    Gloria Martín (concejal de IU-V en Lorca, Murcia). “Tuve que explicarles a mis hijos que un hombre me había llamado tiparraca gorda”. Los ataques machistas no se producen solo en el Congreso o en Madrid. Trascienden partidos y territorios. Hace un año, tras el asalto al pleno de Lorca (Murcia) por un grupo de ganaderos, un camionero compartió en WhatsApp un audio en el que decía que Gloria Martín era “una tiparraca gorda como un tejón”. “Esa es la que de verdad puede explicar cómo funcionan las granjas de engorde de cerdos porque debe de andar por los 200 kilos”, añadía. Antes de que les llegara al móvil, la concejal decidió contárselo a sus hijos. Después localizó al camionero y le llamó. “Le invité a tomar un café, pero nunca se presentó”.

    Martín, de 47 años, admite que más de una vez ha pensado en renunciar. “Seguramente, a la primera ministra de Nueva Zelanda no le faltó energía, sino apoyo. La sensación más triste que he tenido en política como mujer es la soledad. Y cuando no te sientes respaldada, te planteas si merece la pena robarle tiempo a tus hijos, enfrascarse en una batalla en la que un día das un paso pequeño y al siguiente retrocedes dos”. También cree que los ataques son peores al hablar de igualdad. “Algunos nos llaman locas. Pero incluso a veces, con mis propios compañeros, noto que el género es un debate que no les interesa tanto”. La concejal, politóloga de formación, aporta una solución: “Llenar la política hasta que los más reticentes aprendan a trabajar con nosotras y a respetarnos; tejer redes de apoyo entre nosotras e involucrar a los jóvenes”.

    Elena Candía (candidata a la alcaldía de Lugo por el PP). “Recibí muestras de apoyo tímidas, en privado, de políticas del PSOE”. Abril de 2021, rueda de prensa del presidente de la diputación de Lugo, José Tomé (PSOE). Dice: “Por lo que respecta a la señora Candía, por su vestimenta, con el aspecto de leopardo que llevaba ayer, sinceramente, daba la imagen del vaquero americano que entró en el Capitolio en Estados Unidos”. Fue, recuerda, ella, “muy poco elegante, por ser políticamente correcta”. “Más que un comportamiento machista, para mí pesaba la falta de respeto e incluso de educación, porque leyó un discurso con ese texto, lo que permite interpretar que no era fruto de un debate espontaneo”, apunta. En señal de protesta por lo ocurrido, las diputadas del PP en el Parlamento de Galicia acudieron al siguiente pleno vestidas con estampados de leopardo. Preguntada por si alguna política socialista se había solidarizado con ella, Candia recuerda: “Hubo alguna muestra de apoyo tímida de políticas del PSOE, en privado y sin dejar constancia, lo que quizá evidenciaba temor a represalias”.

    Para la gallega, de 44 años, la renuncia de la primera ministra de Nueva Zelanda debe “hacer reflexionar sobre la presión que conlleva la política y cómo acaba afectando física y emocionalmente. Somos seres humanos con familia y sentimientos aunque parezca que se olvida”. Candía cree que “probablemente” un hombre no habría recibido los mismos comentarios que Ardern en su dimisión, aunque afirma que es necesario “hacer un análisis objetivo de las realidades, sea hombre o mujer”. “Yo sigo pensando que los comportamientos son de las personas, las oportunidades, los problemas…. independientemente del género”. Preguntada por si las mujeres que hablan de igualdad o feminismo reciben más ataques, Candía responde: “Todos debemos implicarnos para que no sucedan, reprobarlos con dureza y apostar por un trato igualitario independientemente del sexo, la raza, la opinión o circunstancia social. Son pilares de nuestro Estado de derecho que aplico y defiendo”. Mirando atrás, cree que “se ha avanzado mucho” y que la forma de combatir ese tipo de agresiones es “con educación y oportunidades para que la igualdad sea real y efectiva”.

    Carmela Silva, en un acto de la Diputación de Pontevedra en mayo de 2022.
    Carmela Silva, en un acto de la Diputación de Pontevedra en mayo de 2022.DIPUTACIÓN DE PONTEVEDRA/RAFA ESTEVEZ (EUROPA PRESS)

    Carmela Silva (presidenta de la Diputación de Pontevedra, del PSOE). “Todas hemos pensado en tirar la toalla alguna vez”. La veterana socialista, de 62 años, afirma que ha sufrido ataques por ser mujer desde que puso un pie en política e “incluso dentro del partido”. Ha llevado a los juzgados al exconcejal de Igualdad en el Ayuntamiento de Moraña, Jorge Caldas, del PP, quien la llamó “mala zorra, furcia e hija de puta”—y dimitió— y a un alcalde, Gonzalo Durán, también del PP, que dijo que era “la chacha para todo de Abel Caballero [alcalde de Vigo]”. “Lo denuncié para que mujeres jóvenes no tuvieran que pasar por esto, pero debería haber un tipo penal específico para este tipo de insultos”, dice. En el primer caso, una juez sobreseyó la causa alegando que, “aunque son expresiones soeces, no tienen otro alcance que el de poner de manifiesto la disconformidad”, pero posteriormente otro juzgado lo condenó a un mes de multa. En el segundo, el regidor recibió idéntica sanción por “falta de respeto o menosprecio hacia el principio de autoridad representado por la presidenta de la Diputación de Pontevedra, que excede el normal ejercicio del derecho fundamental de libertad de expresión”.

    “Mentiría si dijera que no he pensado en tirar la toalla”, afirma Silva, “creo que todas las mujeres que se dedican a la política lo han pensado en algún momento, pero luego siempre decido que no nos podemos rendir”. “Ardern lleva años sufriendo un acoso sin precedentes con ese tipo de insultos que solo oímos las mujeres. Estamos siempre bajo sospecha y es comprensible que ella no esté dispuesta a sufrir todo eso y a esos horarios interminables, porque las mujeres tienen sentimiento de culpa y ellos no”. Cree que, aunque “no se puede generalizar”, en general, las políticas son “más empáticas que los políticos” y “trabajan mejor en equipo”, y que la única forma de combatir el machismo es “con un discurso diario, políticas públicas y educación”.

  • Mujeres al frente del espectáculo del Super Bowl

    Mujeres al frente del espectáculo del Super Bowl

    En los orígenes del Super Bowl, a mediados de los años sesenta, el descanso era amenizado por bandas de música, pero a medida que el evento ganaba repercusión, el espectáculo comenzó a atraer a músicas y músicos reconocidos. Desde los noventa, artistas como Diana Ross, Michael Jackson, Prince, The Rolling Stones y U2, entre otros, han pasado por su escenario. Entre ellos, hay diversas mujeres que han llevado el peso de la programación en solitario o con otra cantante.

    En 1996, Diana Ross salió al Sun Devil Stadium Temple en Arizona con una actuación celebratoria de los 30 años de la competición. Uno tras otro, durante 12 minutos, interpretó éxitos como “Stop! In the Name of Love”, “Baby Love”, “Ain’t No Mountain High Enough” y el clásico de la música disco de Gloria Gaynor “I Will Survive”. Aunque hay artistas que quieren hacer una entrada espectacular, Ross quiso hacer lo propio al final de su set: abandonó el campo en helicóptero.

    Más de una década después fue el turno de otra diva: Madonna. De acuerdo con Billboard, estaba previsto que Madonna presentase su nuevo single en el espectáculo del 2000, aunque unos días después del anuncio se retiró del cartel. Doce años más tarde, el Lucas Oil Stadium, de Indianápolis, la reina del pop ofreció al público temas como “Vogue, “Music” o “Give Me All Your Luvin”.

    LO MÁS SAGRADO DE LO SAGRADO

    No estuvo sola, la cantante introdujo en su propuesta a Nicky Minaj, M.I.A., que sacó el dedo corazón durante la actuación, y CeeLo Green como artistas invitados. “Oh, Dios mío. Estoy tan nerviosa, no tienes ni idea”, dijo Madonna al periodista de la CNN Anderson Cooper. “En primer lugar, es el Super Bowl. Quiero decir, el Super Bowl es como lo más sagrado de lo sagrado en Estados Unidos, ¿verdad?”, comentó. “Tengo que montar el mayor espectáculo de la Tierra en medio del mayor espectáculo de la Tierra”.

    La siguiente protagonista femenina no se hizo esperar. En 2013, Beyoncé recogió el testigo. Fue en el Mercedes-Benz Superdome, en Nueva Orleans, y para la ocasión recurrió como apoyo para una parte de la actuación a sus antiguas compañeras de Destiny’s Child, Kelly Rowland y Michelle Williams.

    “Recuerdo crecer viendo el Super Bowl con mi familia. Es un evento en el que las familias se reúnen y lo ven”, dijo la cantante en un especial de la CBS. “Sabía que tenía que aprovechar al máximo el momento. Quería que fuera algo icónico y algo que la gente nunca olvidara”. Entre las canciones que entonó aquel día estaban “Run the World”, “Crazy in Love” y “Single Ladies”. Beyoncé repitió la experiencia, esta vez como invitada, tres años después.

    En 2015, la encargada de encabezar el espectáculo fue Katy Perry, que llenó el escenario de colores. En el University of Phoenix Stadium, en Arizona, sonaron “Roar”, “I Kissed a Girl” y “Lose Control”, entre otras. Con ella estuvieron Lenny Kravitz y Missy Elliott. Esta actuación le valió a Perry una nominación a los Emmy.

    Al contrario que Beyoncé, Perry y Madonna, Lady Gaga decidió ser la única estrella en su programa para el descanso de la Super Bowl. En 2017, Gaga comenzó su show sobre la pared del estadio NRG de Houston cantando “God Bless America” y “This Land is Your Land” y se descolgó sujeta por unos cables. En los 13 minutos que duró la actuación, la cantante interpretó algunos de sus éxitos como “Poker Face”, “Born This Way” y “Million Reasons”, entre otros.

    En la primera final de la década, el show no estuvo encabezado por una mujer, sino por dos: Jennifer Lopez y Shakira. Compartir el limitado tiempo entre dos no fue tarea fácil a juzgar por los comentarios de J.Lo que recogió el documental “Halftime”, de Netflix. “Esta es la peor idea del mundo, tener a dos personas haciendo la Super Bowl”, dijo la estadounidense. Su frustración, sin embargo, no estaba dirigida a su compañera, sino a la organización.

    “J.Lo, como latina nacida en los EE. UU., y yo, como mujer latinoamericana en los EE. UU., teníamos una gran responsabilidad y una oportunidad de representar todas las diferentes minorías a través de nuestra actuación”, dijo Shakira a Cosmopolitan. “En mi caso, también quería rendir homenaje a mi cultura de Oriente Medio. Creo que lo hicimos. No fue un espectáculo fácil de montar. Hubo mucho trabajo detrás, mucho estrés”.

    En la actuación sonaron canciones como “She Wolf”, “Ojos así” y “Hips Don’t Lie”, por parte de la colombiana, y “On the Floor”, “Love Don’t Cost a Thing” y “Waiting for Tonight”, de Lopez.

    Samuel Díaz.

    EFE Reportajes.