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  • ¿Te sientes insegura en cajeros automáticos? Estos sitios generan más desconfianza

    ¿Te sientes insegura en cajeros automáticos? Estos sitios generan más desconfianza

    En los últimos siete años, los cajeros automáticos en la vía pública han sido los espacios donde las veracruzanas perciben mayor grado de inseguridad, de acuerdo con los registros de la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública, elaborado por el Inegi (Instituto Nacional de Estadística y Geografía).

    Durante 2022, el 87.9 por ciento de las mujeres mayores de 18 años percibieron un mayor grado de inseguridad al acudir a los cajeros automáticos ubicados en la vía pública, lo que representó también un aumento de cinco puntos porcentuales en comparación con lo registrado durante 2021, cuando la percepción de inseguridad fue de 87.4 por ciento.

    ¿Cuáles son los sitios en donde la gente se siente más insegura?

    Según el Ranking Espacios Públicos y Privados donde las mujeres perciben inseguridad en Veracruz 2016-2022, los bancos ocupan el segundo lugar con un 78.1 por ciento de percepción de inseguridad.

    En tercera posición se encuentran las carreteras, con 70.3 por ciento de porcentaje de la población de mujeres de 18 años y más que las calificaron como zonas inseguras.

    El transporte público es ubicado en cuarto lugar del ranking, al registrar 69.3 por ciento de percepción de inseguridad por parte de las veracruzanas.

    Le siguen el mercado (66.3 por ciento), la calle (64.7 por ciento), el parque o centro recreativo (63.5 por ciento), el centro comercial (58.4 por ciento), el automóvil (45.3 por ciento) y la escuela (40 por ciento).

    En cambio, los espacios calificados como menos inseguros para las mujeres en Veracruz son los centros de trabajo y la casa, que registraron el 35.5 y 19.8 por ciento de percepción de inseguridad durante el año pasado.

    Según el Ranking Espacios Públicos y Privados donde las mujeres perciben inseguridad en Veracruz 2016-2022, los bancos ocupan el segundo lugar con un 78.1 por ciento de percepción de inseguridad.

  • Violencia de género en línea

    Violencia de género en línea

    ONU Mujeres presentó un estudio cualitativo 2022, de América Latina y el Caribe sobre la situación de mujeres radicadas en Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Cuba, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Paraguay, Uruguay y Venezuela que han sufrido violencia de género en línea a raíz de su actividad periodística. El estudio de mérito puede ser consultado en el siguiente link: http://bit.ly/3GOJajf

    Este tipo de violencia está referida a la ciberviolencia y ciberacoso contra mujeres y niñas en el marco de la Convención Belém do Pará, que define la violencia contra las mujeres como “cualquier acción o conducta, basada en su género, que cause la muerte, daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico a la mujer, tanto en el ámbito público como en el privado”.

    Las periodistas o comunicadoras sufren este tipo de violencia porque son voces públicas que transmiten opiniones, generan ideas, exponen y denuncian diversos temas a la ciudadanía e incluso de acción de las personas así como de las autoridades que, con ello, irrumpen la dirección o ponen en tela de juicio las políticas ejercidas por el poder público.

    Este estudio enfatiza que esta violencia silencia voces indispensables como pilar de la libertad de expresión, de ideas y de opiniones en la sociedad; derechos consagrados tanto en acuerdos internacionales como en las constituciones de los países enunciados.

    De igual forma, refiere que la violencia en línea ha crecido y se ha multiplicado sobre todo en contextos políticos, observándose diversos tipos de limitaciones a la libertad de expresión entre las que destacan, al menos, cinco rubros:

    – El hostigamiento y el trolleo permanente por parte de algunas cuentas, que visibiliza y violenta a las mujeres colocándolas en un estado de vulnerabilidad;

    – El acoso masivo que conlleva generalmente insultos, amenazas y noticias falsas (fake news) que, de forma sistemática, buscan silenciar violentamente a las mujeres que cuentan con voz pública;

    – La divulgación de información personal (doxing) dañando la credibilidad y posicionamiento logrado por periodistas o comunicadoras;

    – Las amenazas realizadas por mensajes directos, WhatsApp, a través del email e incluso por hackeos, y finalmente,

    – La violencia de réplica offline que se refiere, entre otros aspectos, a amenazas directas o incluso manoseos o toma de fotos durante coberturas periodísticas vulnerándolas, inhibiendo su trabajo o exhibiéndolas en redes sociales de diversas formas.

    La violencia en línea vulnera la integridad de las mujeres, ya que las exhibe y las expone ante la opinión pública con estrategias que buscan hacerles daño, ya sea para impedir que sigan teniendo esa voz pública hacia personas o temas en específico, o bien, para buscar aminorar el impacto de diversas noticias.

    El estudio revela los efectos reales de este tipo de violencia, destacando que el 80% de las periodistas o comunicadoras limitaron su participación en las redes sociales; un 40% manifestó haberse autocensurado; la cuarta parte vivió despido o la no renovación de su contrato, y un 80% teme o temió en algún momento por su vida y su integridad física.

    Como podemos observar, la violencia de género en línea se ha convertido en una práctica deleznable que limita una serie de derechos lo que constituye un atentado contra normas establecidas en la Constitución como en diversas leyes. En México se incorporó el año pasado “la violencia digital” a la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia cuyo objetivo es abatir y erradicar este terrible fenómeno que se presenta en especial contra las mujeres y niñas.

    De igual forma, el Código Penal se reformó para tipificar el delito de violación a la intimidad sexual para combatir y erradicar cualquier tipo de extorsiones, maltratos, entre otras expresiones.

    Falta mucho por hacer, pero el presente estudio nos permite ver la urgente necesidad no solo de generar mejores leyes, sino también, de establecer políticas públicas suficientes que erradiquen este fenómeno que atenta con los derechos fundamentales de las mujeres en el mundo.

    Carla Humphrey – Consejera electoral del INE
  • Las mujeres que dominan la lista de los mejores cantantes de todos los tiempos

    Las mujeres que dominan la lista de los mejores cantantes de todos los tiempos

    Son cada vez más los artistas que intentan abrirse paso en la música al crear o sumarse a géneros ya existentes, pero son pocas las voces que han dejado huella en la industria y marcaron la historia con sus letras. Como aquellas mujeres con un espíritu indomable cuya potencia sobre el escenario continúa conquistando generaciones y se mantienen como un símbolo de lucha en medio de una época que intentó frenarlas.

    La revista RollingStone lanzó recientemente la lista de los “Cien mejores cantantes de todos los tiempos” y en ésta figuran mujeres cuyos nombres permanecen inalterables como su presencia en la industria, aún cuando algunas de ellas han abandonado el plano terrenal para mantenerse en el corazón del público con su música y logran inspirar a nuevos talentos.

    Aretha Franklin, la llamada “Reina del Soul”. Foto: IG @arethafranklin

    Mujeres en la música 

    Además de expresar sentimientos, la música en muchas ocasiones retrata momentos de la historia con sus letras y los cantantes son símbolo de una época. Este es el caso de Aretha Franklin, la llamada “Reina del Soul”, que es considerada un símbolo feminista ya que expresó la fortaleza, sensualidad y el espíritu indomable de las mujeres en una época en la que esto podría considerarse irreverente.

    “Think”, “Do Right Woman” y “(You Make Me Feel Like) A natural woman”, son algunas de las canciones con las que se mantiene en el gusto del público. La igualdad y libertad hicieron ruido con su voz y a lo largo de su carrera fue reconocida en múltiples ocasiones, como en 1994 con un Grammy por su trayectoria. Cantó para presidentes como Barack Obama, Jimmy Carter y Bill Clinton, así como en el funeral de Martin Luther King Jr.

    Aretha Franklin realizó diferentes colaboraciones, entre ellas una con Whitney Houston que también figura en la lista de las mejores cantantes y goza de una extensa trayectoria en la industria para la que externó su pasión y talento desde temprana edad. Creció en un ambiente gospel y aunque comenzó en la moda al trabajar para revistas como Glamour, pronto siguió los pasos de su madre, Cissy Houston.

    “Saving all my love for you” fue uno de sus primeros éxitos y además de abrirle las puertas en la música obtuvo un Grammy. Se mantuvo como número uno en las listas de popularidad y rompió récord superando a artistas como The Beatles o Bee Gees, señala la revista Hola. Su voz se volvió inmortal en cintas como “El guardaespaldas” y ésta también le dio la oportunidad de mostrar una faceta diferente.

    Whitney Houston entre las cien mejores cantantes de todos los tiempos. Foto: IG @whitneyhouston

    Billie Holiday permanece en el listado de la famosa revista gracias a la potencia de su voz. También llamada Lady Day, fue considerada una de las voces femeninas más importantes en el jazz al igual que Ella Fitzgerald. Su fortaleza y perseverancia no sólo inspiraron a mujeres, también a otras estrellas de la industria como Frank Sinatra, quien en más de una ocasión expresó que ella había sido “su mayor influencia”.

    Mujeres que inspiran

    Aretha Franklin y Whitney Houston no sólo han inspirado nuevos talentos, artistas consolidadas han seguido sus pasos y con sus letras dejan huella en el R&B. Este es el caso de Mariah Carey, quien recientemente dio de qué hablar luego de que se revelara en la bioserie de Luis Miguel que fue uno de los grandes amores del cantante hasta que la ambición y fama lograron poner fin a su romance.

    Su talento, belleza e impactante voz la han convertido en una de las grandes estrellas de la música en la actualidad y, recientemente, en un símbolo de Navidad por su versión de «All I Want for Christmas Is You» que cada temporada suena en todo el mundo. Goza de una impecable carrera, aunque su vida personal ha logrado ensombrecer su éxito y su divorcio con el empresario Tommy Mottola es uno de los instantes que la marcaron: «Solía pensar… ‘¿Por qué me siento tan desgraciada?’ Notaba que no era tan feliz como otras artistas de mi edad y todo porque no estaba viviendo mi propia vida», dijo en entrevista retomada por la revista Hola.

    Beyoncé también se encuentra en la lista de los «Cien mejores cantantes de todos los tiempos” y, al igual que Mariah Carey, entre las artistas que lograron inspirarla destacan Aretha Franklin y Whitney Houston. Todas ellas símbolo de fortaleza, lucha y seguridad en sí mismas que reflejan tanto en sus canciones como sobre el escenario, donde hacen suyo cada momento y conquistan a quienes son testigos de su talento.

    Single Ladies”, “If I Were a Boy” y “Crazy in love” son algunas de las canciones con las que Beyoncé continúa en las listas de popularidad, sin dejar de lado su pasión por la moda que la ha convertido en un referente de esta industria gracias a su estilo único con el que derrocha elegancia y glamour. La cantante, productora y compositora es considerada, según la revista Vogue, como la “mejor artista de la década de los 2000”.

    Beyoncé ha dejado huella en la música gracias a su talento. Foto: IG @beyonce
  • Lento avance contra la discriminación y violencia hacia las mujeres

    Lento avance contra la discriminación y violencia hacia las mujeres

    La discriminación contra diversos sectores de la sociedad, como el de las mujeres, existe y nadie puede negar que constantemente se vulneran sus derechos y su dignidad humana. No obstante, hay quienes opinan que la lucha de las mujeres se “está saliendo de control” y pone en riesgo los derechos de los hombres, pero nada más lejano a la realidad es este espejismo de “igualdad” entre mujeres y hombres en México, afirmó la abogada criminóloga feminista y académica, Iris Rocío Santillán, quien se ha desarrollado por varias décadas en el ámbito de la procuración de justicia en nuestro país.

    Durante su intervención en el foro “Derechos de las Mujeres” organizado por académicas, con la participación de diversas instituciones educativas, organizaciones de la sociedad civil, docentes y exalumnas, la autora de los libros “Violación y culpa” y “Matar para vivir. Análisis jurídico, penal y criminológico con perspectiva de género de casos de mujeres homicidas”, señaló la urgente necesidad de que la academia permeé en el activismo social y la política para que el avance contra la discriminación y violencia hacia las mujeres no sea tan lento y opere con mayor eficacia.

    La académica precisó que según el Foro Económico Mundial, México se encuentra en el lugar 66 del ranking sobre las brechas de género entre hombres y mujeres, quedando por debajo de países como Kenia, El Salvador y Vietnam.

    Cortesía | Criminóloga Iris Rocío Santillán

    Este índice mundial calcula que tardaremos 170 años para cerrar las brechas de género —afirmó la criminóloga— y para nuestra desgracia hay quienes se proclaman feministas y ni siquiera comprenden lo que es este movimiento teórico social. “El feminismo es también filosofía, ética, política, epistemología y metodología agrupadas en tres dimensiones que deben interactuar, converger y ser indisolubles: el activismo social, la academia y la política”.

    Afirmó que se necesita una mayor integración entre estas dimensiones ya que hay mucha gente en el activismo, la política y en las instituciones que carecen de conocimientos sobre lo que es realmente la teoría de género y aunque en el ámbito político hay un mandato de la aplicación transversal de la perspectiva de género, todavía no se sabe cómo aplicarlo. Por ejemplo —añadió—, en mi ámbito del derecho existe un protocolo para juzgar con perspectiva de género, sin embargo, lo que he encontrado en los cursos que he tenido oportunidad de impartir a jueces o a ministerios públicos, me dicen con demasiada frecuencia que ya están capacitados, pero no saben cómo transversalizar la teoría del delito con la perspectiva de género.

    “Si cada quien trabaja en su isla sin fusionarnos, avanzaremos muy poco del papel a los hechos”, destacó con pasión.

    El foro “Derechos de las mujeres” se dividió en tres mesas de trabajo para ofrecer propuestas desde la academia a problemáticas tan cercanas como la inequidad en el mercado laboral, la discriminación jurídica penal a las mujeres en reclusión, la trata de personas, la tortura sexual y para abordar las experiencias de programas de trabajo en la elaboración de protocolos de atención a la violencia de todo tipo, entre otros temas trascendentes.

  • La lucha por los derechos de las mujeres es la lucha contra el autoritarismo

    La lucha por los derechos de las mujeres es la lucha contra el autoritarismo

    Sabemos que el progreso nunca es lineal y la defensa de los derechos humanos puede ser una tarea difícil. Sin embargo, los avances en materia de derechos de las mujeres son particularmente frágiles. Disfrazado bajo conceptos que se presentan como inofensivos, como la protección de la familia, la niñez, o de la tradición, a menudo los gobiernos limitan la autonomía de las mujeres, como si estas restricciones no tuvieran motivaciones políticas y no equivalieran a violaciones de derechos humanos.

    No es difícil encontrar ejemplos de serias restricciones a los derechos de las mujeres. Las políticas de control de la natalidad del gobierno chino han tratado a las mujeres como «úteros» sujetos a abortos forzados o embarazos forzados dependiendo de las «necesidades» del país; la policía de la moral de Irán ha impuesto con brutalidad a las mujeres las leyes de uso obligatorio de la hiyab; Qatar ha tipificado como delito las relaciones sexuales extramaritales, usando el embarazo como prueba en contra de las mujeres; Rusia y Turquía deliberadamente están reduciendo las protecciones contra la violencia doméstica; en Afganistán, los talibanes niegan una vez más a las mujeres y niñas la educación, el trabajo y las libertades más básicas.

    Obviamente las mujeres también sufren discriminación y otras violaciones de derechos en democracia. Pero en un país con controles y equilibrios funcionales (tribunales independientes, libertad de prensa, participación política activa, rendición de cuentas efectiva y acceso a recursos y justicia) las mujeres tienen herramientas para protegerse contra los retrocesos. En la práctica, la igualdad con los hombres en derechos y oportunidades es un signo de una democracia fuerte, mientras que la reducción de los derechos de las mujeres es un signo preocupante de una democracia debilitada.

    Hemos visto cómo el control político sobre los tribunales ha resultado en una disminución de los derechos de las mujeres. En 2020, el Tribunal Constitucional de Polonia prácticamente prohibió el aborto legal cuando dictaminó que el aborto en casos de «defecto fetal grave e irreversible o enfermedad incurable que amenaza la vida del feto» era inconstitucional. En junio, la Corte Suprema de Estados Unidos eliminó la protección constitucional del derecho al aborto, anulando casi 50 años de jurisprudencia. Los resultados de estas decisiones han sido devastadores para las mujeres embarazadas. En El Salvador, los tribunales han condenado a mujeres que tuvieron abortos espontáneos a 30 años de prisión.

    Debemos reconocer explícitamente que cuando los gobiernos determinan a dónde pueden ir las mujeres, con quién pueden o deben ir, qué deben usar y si pueden estar embarazadas o no, estamos frente a signos de autoritarismo. Tales restricciones no solo afectan directamente a más de la mitad de la población, sino que, entre otros efectos, también aumentan el poder arbitrario del gobierno sobre la comunidad. Las restricciones de los derechos de las mujeres socavan la democracia. Las mujeres lo saben y han estado pagando el precio por alzar la voz.

    En Afganistán, las mujeres han estado protestando implacablemente contra los talibanes durante más de un año. A cambio, los talibanes han intensificado la persecución y la violencia. Hay mujeres que han sido detenidas ilegalmente, recluidas en lugares no revelados, golpeadas y liberadas después de semanas o meses sin ser procesadas.

    En Irán, las protestas tras la muerte de Mahsa (Jina) Amini han mostrado un país donde las mujeres –y los hombres– están cansados de un régimen que controla y niega a las mujeres sus libertades hasta el punto de golpearlas y donde entienden que discriminar a las mujeres es parte del manual represivo de las autoridades. Irán ha reaccionado con fuerza excesiva, matando a manifestantes, incluidas muchas mujeres y niñas y deteniendo a miles de personas.

    En Polonia, la activista de los derechos de las mujeres Justyna Wydrzynska se enfrenta a tres años de prisión bajo cargos de ayudar a abortar y «comercializar» ilegalmente medicamentos, después de que presuntamente ayudara a una mujer a acceder a píldoras para un aborto autogestionado con medicamentos. En los Estados Unidos, la penalización del aborto también puede convertirse en un tema de libertad de expresión, información y privacidad si algunos gobiernos estatales comienzan a procesar a quienes busquen información sobre aborto en redes sociales.

    Pero frente a la represión, los movimientos de mujeres están cada vez más conectados en todo el mundo. Las mujeres iraníes han adoptado el slogan del movimiento de mujeres kurdas «¡Mujeres, libertad, vida!» En Afganistán e Indonesia, las mujeres también han protestado en solidaridad con las mujeres iraníes. En México, las organizaciones de mujeres están ayudando a las mujeres en los Estados Unidos a obtener abortos seguros con medicamentos. Mujeres de todo el mundo han protestado contra la violencia sexual interpretando en sus propios idiomas la canción escrita por mujeres activistas chilenas “El violador eres tu”.

    En los Estados Unidos, el aborto volvió a ser tema central en las últimas elecciones parlamentarias. Hubo seis iniciativas estatales relacionadas con el aborto, y en todas ellas la gente votó para proteger el derecho de las mujeres a la autonomía. El aborto, sin embargo, sigue siendo ilegal en 12 estados y varios más corren el riesgo de convertirse en «desiertos sin aborto». Estos movimientos legislativos debilitan la democracia al reducir en lugar de aumentar las protecciones de los derechos humanos.

    En Latinoamérica la conexión entre la democracia y los derechos de las mujeres ha sido especialmente visible. La Marea Verde, como se ha llamado al movimiento para despenalizar el aborto, se ha extendido desde Argentina a toda Latinoamérica. Ya no se trata solo de evitar que los gobiernos obliguen a mujeres y niñas a estar embarazadas. Las mujeres llegan con sus pañuelos verdes para protestar contra el feminicidio, la destrucción del medio ambiente, la brutalidad policial y la opresión en general. La Marea Verde es un llamado a la acción a favor de los derechos humanos.

    De alguna manera, el creciente movimiento de mujeres alrededor del mundo es circular. La lucha por los derechos de las mujeres en las democracias que funcionan se conecta con las mujeres que luchan contra la represión en las autocracias y les proporciona fuerza y apoyo. La lucha por la autonomía de las mujeres es una lucha contra el autoritarismo.

  • Las mujeres que rompen el techo de cristal del poder judicial en Latinoamérica

    Las mujeres que rompen el techo de cristal del poder judicial en Latinoamérica

    “Hace poco más de 60 años en el edificio de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en México, no había baño para mujeres ministras, porque tampoco había mujeres ministras…” Así empezábamos mi compañera Beatriz y yo (Almudena Barragán) la crónica sobre el nombramiento de Norma Piña, la primera mujer que será presidenta de la Suprema Corte de Justicia en México en casi 200 años de historia. Un avance, sin duda, en un país que todavía es profundamente desigual. “Me siento acompañada, respaldada, acuerpada por todas ellas y por todas nosotras. Me siento muy fuerte, porque sé que estamos todas aquí demostrando que sí podemos”, fueron las primeras palabras de Norma Piña tras ser nombrada.

    Su llegada a la cúspide del poder judicial se ha convertido en un empujón esperanzador para las abogadas jóvenes y las estudiantes de derecho, pero también para las organizaciones feministas, ambientalistas, LGTB+ y de defensa de derechos humanos. La celebración de la figura de Piña no se debe solo a que sea una mujer, sino a que es una jurista de carrera cuyos actos la respaldan por su marcado corte progresista a favor de los derechos de las mujeres y otros colectivos.

    “Estamos todas hoy aquí a pesar de que históricamente hemos sido sometidas a situaciones de exclusión sistemática y estructural frente a los varones, enfrentando los retos adicionales, en nuestra incorporación laboral, estamos hoy aquí asumiendo las invisibles dobles y triples jornada, superando el desequilibrio en el balance trabajo y familia. Como diría el poeta: ‘Haciendo camino al andar”, dijo en noviembre al dar la bienvenida a las 87 nuevas juezas federales.

    Piña ha terminado rompiendo lo que parecía un inaccesible techo de cristal y presidirá hasta diciembre de 2026 no solo la SCJN. El cargo incluye también la presidencia del Consejo de la Judicatura Federal, el órgano de gobierno de todo el poder judicial federal. Detrás de ella, vienen otras, pero todavía la balanza sigue descompensada. En los últimos cuatro años se han nombrado a 227 juezas de distrito —que equivale al 50% de las nombradas desde 1995—, sin embargo, ellas siguen siendo solo el 40% de las titulares de los juzgados. Y la brecha se hace todavía mayor cuanto más se sube en los escalones. Por ejemplo, de los 11 ministros del pleno, solo cuatro son mujeres: Margarita Ríos Farjat, Yasmín Esquivel y Loretta Ortiz, además de la ahora presidenta. Norma Piña tiene cuatro años por delante en los que tratará temas claves en la agenda feminista, como el aborto, la regulación de la gestación subrogada o la violencia obstétrica, además de asuntos candentes en el país como la militarización o la prisión preventiva oficiosa.

    Casos como el de Piña son cada vez más comunes, en parte como consecuencia de las luchas feministas, pero que ellas lleguen a la cima de los poderes judiciales es aún una excepción en el continente, como explica Lorena Arroyo con estas cifras. Según el Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe de la Cepal, hasta finales de 2021, la proporción de mujeres ministras en los máximos tribunales de justicia o cortes supremas de la región era de un 30,4%. Sus datos reflejan una diferencia entre países notoria, con casos como Guatemala, Panamá y algunas islas del Caribe donde la participación de mujeres en el más alto tribunal supera el 50% y otros donde su presencia es casi inexistente.

    Tuvieron que pasar 30 años para que la Corte Constitucional de Colombia estuviera liderada por mujeres. En 2022, el máximo tribunal del país hizo historia con la elección de las magistradas Cristina Pardo y Diana Fajardo como presidenta y vicepresidenta de la sala plena. El año pasado, por primera vez desde que existe el órgano de justicia, las mujeres fueron mayoría. Hasta la salida, por cumplimiento de su periodo, de la abogada Gloria Stella Ortiz, eran cinco magistradas frente a cuatro hombres, explica Sally Palomino. La foto de las cinco marcó un hito. Una década atrás, solo una mujer ocupaba un lugar en este tribunal. La última que logró sentarse allí fue Natalia Ángel Cabo, que el día de su nombramiento contó que lo había intentado tres veces. La representación femenina en las altas cortes en el país llega solo al 23% y la paridad todavía parece lejos.

    Las magistradas de Colombia.
    Las magistradas de Colombia.

    La Corporación Excelencia en la Justicia estudió la presencia de las mujeres en los máximos tribunales de Colombia desde 1996 hasta 2021 y encontró que, por ejemplo, la Corte Suprema de Justicia ha posesionado 119 magistrados, de los cuales solo 18 (el 15,1%) han sido mujeres. En la sala penal, donde han elegido a 41 magistrados, ellas apenas han logrado cuatro nombramientos. Los tribunales más antiguos, la Corte Suprema y el Consejo de Estado (CE), es donde hay peores resultados. El CE, creado en 1817, posesionó por primera vez a una magistrada en 1978 y solo hasta 1991 una mujer fue seleccionada para presidirlo. Desde entonces, se han nombrado 128 magistrados, pero solo 31 han sido mujeres.

    Un informe elaborado por la Universidad Autónoma de Chile presentado en 2022 sobre la participación de las mujeres en los órganos judiciales de la región recoge el avance de la presencia femenina en poderes judiciales, fiscalías y defensorías públicas, con una media regional del 51%. Sin embargo, un análisis cualitativo en diez países con las experiencias y opiniones de más de un centenar de juezas, magistradas, académicas y expertas revela que ese aumento “no significa que estos espacios garanticen igualdad de oportunidades a hombres y mujeres, ni que respeten los derechos humanos de las mujeres, o sean sensibles al género respecto al acceso a la justicia”. El análisis corrobora que ellas siguen en desventaja, sobre todo en su acceso y permanencia en los tribunales. Y los datos son más preocupantes cuando se mira a las presidencias de las altas cortes: entre 1900 y 2021, solo 43 juezas habían cubierto un total de 4.057 puestos.

    Pese a las barreras, en la región hay y ha habido ejemplos notorios de mujeres al frente de los máximos tribunales y organismos de justicia. Por ejemplo, en Perú, la Corte Suprema y el Poder Judicial están presididos por una mujer, Elvia Barrios, la primera en ocupar ese cargo. La Fiscalía general de Ecuador tiene como número uno a Diana Salazar, una especialista en derechos humanos que además es la primera mujer afrodescendiente en llegar a esa posición. Además, varias juristas centroamericanas se han destacado al frente de la lucha contra la corrupción y por los derechos humanos, aunque eso les haya supuesto acabar en el exilio, como la exfiscal general de Guatemala Claudia Paz y Paz, quien enjuició al dictador Efraín Ríos Montt. Mientras que otras, como la costarricense Elizabeth Odio, han acabado al frente de cortes internacionales. Odio fue presidenta de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y jueza de la Corte Penal Internacional y del Tribunal Penal Internacional ad hoc para la antigua Yugoslavia.

    Como podemos ver, romper el techo de cristal no es suficiente. La presencia de mujeres cada vez más en los altos tribunales debería de ser la norma y no la excepción. Algo que la socióloga mexicana Amneris Chaparro mencionaba en una entrevista tras la victoria de Norma Piña: “Hemos tardado siglos en llegar pero no hay vuelta atrás. Ojalá que más mujeres accedan a más espacios de poder. Tiene que abrirse la puerta para que no se cierre nunca más”.

    📸 La foto de la semana

    La congresista Alexandria Ocasio-Cortez saluda al hijo de su colega Jimmy Gomez el 3 de enero en la Cámara de Representantes de EE UU.
    La congresista Alexandria Ocasio-Cortez saluda al hijo de su colega Jimmy Gomez el 3 de enero en la Cámara de Representantes de EE UU.EVELYN HOCKSTEIN (REUTERS)

    Por Lorena Arroyo

    El Congreso de EE UU ha parecido esta semana un patio de colegio en el que un pequeño grupo de alumnos bullies secuestra el balón para que nadie pueda jugar. A última hora de la noche del viernes y, tras 15 votaciones y una dramática sesión que se acabó definiendo con una llamada del expresidente Donald Trump a sus congresistas adeptos, el republicano Kevin McCarthy fue elegido presidente de la Cámara de Representantes tras ceder a las exigencias del ala más radical de su partido. Pero, además de un dramático espectáculo que, como escribe mi compañero Miguel Jiménez, augura una legislatura disfuncional y conflictiva, las jornadas de votaciones nos han dejado una imagen muy tierna que llama a la reflexión sobre la división de las tareas de la crianza.

    El congresista Jimmy Gómez fue a las votaciones con su hijo Hodge, de 4 meses, y se le pudo ver dándole el biberón y cambiándole los pañales. Que los legisladores lleven a sus hijos y nietos a la jornada de inicio del curso legislativo es habitual en Washington. De hecho, el bebé de Gómez no era el único niño en la Cámara, pero el representante de California quiso aprovechar la imagen para poner sobre la mesa temas importantes como la conciliación familiar y la necesidad de expandir las ayudas públicas para la crianza en un país donde la baja por maternidad no está garantizada. De hecho, como contaba mi compañera Antonia Laborde en este artículo, Estados Unidos es la única nación desarrollada del mundo donde no existe una ley nacional que garantice la baja por maternidad (o paternidad) remunerada.

    En una de las múltiples votaciones, Gómez dio su apoyo a su colega demócrata Hakeem Jeffries como líder de la Cámara mientras porteaba a su bebé “en nombre de su hijo Hodge y todas las familias trabajadoras que necesitan la ampliación del crédito por hijo”. Para él era importante también, según dijo en entrevistas a medios estadounidenses, mostrar la necesidad de una mejor división de las tareas parentales. “Tenemos que normalizar que los padres estén con sus hijos, sea en casa o en el trabajo (…) Los hombres tenemos que hacer nuestra parte. Nosotros no ponemos nuestras vidas en riesgo trayendo a los niños al mundo como las mujeres”, dijo.

    Su esposa Mary, quien es teniente alcalde de Los Ángeles, también viajó a Washington, pero la imposibilidad de los legisladores para ponerse de acuerdo en la elección del speaker hizo que no pudiera quedarse hasta el viernes para ver el juramento de su esposo porque tuvo que volver a su ciudad a trabajar. El bebé se quedó con el congresista. “Creemos en la idea de que mi mujer o cualquier mujer no debe ser por defecto la cuidadora”, dijo el legislador. “Mi trabajo es un poco más flexible porque soy el jefe de mi oficina (…) Así que era más fácil para mí quedarme con él”, dijo Gómez.

    Probablemente los Gómez tienen más facilidades que la mayoría de estadounidenses para llevar a cabo la labor de crianza de un bebé, pero la imagen de él con su hijo en brazos ha sido un bonito símbolo en medio del caos para recordar las tareas pendientes en EE UU en la búsqueda de la conciliación familiar de los trabajadores.

    🚀 Una cuenta de Instagram para seguir

    Por Mónica Monsalve

    La ingeniera aeroespacial venezolana, Nathalie Quintero, no solo es una de las más de 30.000 personas que están detrás de Artemisa, la misión de la Nasa que quiere mandar a la primera mujer a la Luna. También es una apasionada por la comunicación de la ciencia y el espacio, un tema del que pocos hablan y mucho menos en español. Por eso abrió esta magnifica cuenta de Instagram, stemforaerospace, en la que explica las misiones de la Nasa, reconoce a mujeres científicas y muestra el “detrás de cámaras” de la misión Artemisa. ¡Es una cuenta para recordarnos que la ciencia sí para las niñas! Hace unas semanas, hablé con Quintero. Puedes leer la entrevista aquí.

    La ingeniera aeroespacial venezolana Nathalie Quintero, posa junto al Space Launch System, de la NASA.
    La ingeniera aeroespacial venezolana Nathalie Quintero, posa junto al Space Launch System, de la NASA.STEMFORAEROSPACE (RR.SS.)
  • En Guanajuato mujeres encabezan lista de personas desaparecidas: REDIM

    En Guanajuato mujeres encabezan lista de personas desaparecidas: REDIM

    En el estado de Guanajuato en tan solo dos años se acumularon 175 mujeres desaparecidas que no han sido localizadas, mientras que en el mismo periodo se sumaron 155 hombres en la misma condición, haciendo una diferencia mínima entre ambos géneros del 11.4 por ciento, según las cifras arrojadas de la Red por los Derechos de la Infancia en México (REDIM).

    De acuerdo con los datos recabados por la Red, en Guanajuato de octubre del 2020 a diciembre del 2022, 9 mil 572 mujeres de 0 a 17 años de edad fueron reportadas como desaparecidas, de las cuales el 51.6 por ciento de las mismas sigue sin ser localizadas.

    Mientras que, en el mismo periodo, se acumularon 3 mil 584 hombres reportados como desaparecidos de los cuales, el 47.5 por ciento continúa sin ser localizados.

    Así mismo, datos registrados por la Comisión Nacional de Búsqueda de Personas, el número de personas desaparecidas y no localizadas en la entidad aumentó hasta en un 486 por ciento este 2022, respecto al año 2021.

    Durante los doce meses que conformaron el 2022 desaparecieron más de 300 personas que, hasta el momento, no han podido ser localizadas; sumándose a la lista de los miles que ya habían sido reportadas en años previos.

    Datos más actualizados que se encuentran disponibles en la versión pública del Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNO), se puede constatar que, en el periodo que comprende del 1 de enero al 31 de diciembre del año anterior, un total de 358 personas no volvieron a ser vistas por sus familiares; mientras que, como punto de contraste, en el 2021 se tuvo el reporte de 61 personas que se encontraban en esta situación.

    El mayor porcentaje de personas desparecidas y no localizadas en 2022 corresponde a hombres, con una cifra de 262 desaparecidos, a la que se añaden 96 mujeres no localizadas.

    Es importante decir que, según los registros elaborados por municipio, León concentra la mayor cantidad de personas desaparecidas, con 68 hombres y 21 mujeres; seguido de Irapuato, con 45 hombres y 9 mujeres; Celaya, con 26 hombres y 17 mujeres, y Guanajuato capital, con 13 hombres y 7 mujeres en total. Aunque, si bien estas son las localidades con mayor prevalencia, también se registran casos en otras más, como San Francisco del Rincón, Pénjamo, Salamanca, Purísima del Rincón, Dolores Hidalgo y Villagrán.

    Datos nacionales, marcan que dos de cada tres personas de 0 a 17 años registradas como desaparecidas, no localizadas o localizadas con corte al 20 de diciembre del 2022 se recabaron un total de 60 mil 799 de 89 mil 917 registros.

  • El programa de mujeres constructoras de paz suma 20 mil integrantes en 28 estados

    El programa de mujeres constructoras de paz suma 20 mil integrantes en 28 estados

    Las mujeres organizadas inciden en sus territorios para recuperar espacios y hacerlos seguros, son gestoras ante los órdenes de gobierno y contribuyen a la reconstrucción del tejido social y la prevención de la violencia de género, señalan a La Jornada integrantes y dirigentes de las Redes de Mujeres Constructoras de Paz (Red Mucpaz), iniciativa del Instituto Nacional de las Mujeres y del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.

    El programa surgió en 2019 y ahora existen 598 Redes Mucpaz en más de 220 municipios de 28 estados, en las que participan unas 20 mil mujeres; la mayoría son madres, amas de casa y jefas de familia.

    En entrevista, Petra Díaz Beltrán, presidenta de la red Mucpaz de La Paz, Baja California, relata: “hemos recuperado un parque que estaba en total abandono y el centro de desarrollo comunitario, que carecía de techumbre. Rescatamos un terreno en el que queremos hacer un campo de futbol para que la niñez tenga en qué entretenerse, y no caiga en la droga, alcohol o cigarro”.

    Estas acciones fueron posibles con el apoyo de autoridades municipales y de la dirección de prevención del delito. “Pedimos firmas y las llevamos a las instancias correspondientes. Somos como cualquier otra mujer; la mayoría trabaja, algunas son madres solteras. Nosotras también nos involucramos en tareas de recuperación y limpieza y vigilancia de los espacios”.

    Elizabeth Rojas Piña, de la Red Mucpaz de Huamantla, Tlaxcala, explica que ésta “siempre está abierta a sumar más integrantes. Todas podemos crear un mejor mundo y ser constructoras de paz. Trabajamos por la sociedad civil, somos amas de casa y participamos sin fines de lucro”.

    Ellas trabajan muy de cerca con la dirección de seguridad pública del municipio de Huamantla y la coordinación estatal de protección civil. “Somos un equipo de mujeres que damos voz ante las autoridades sobre las situaciones de violencia en las comunidades; somos gestoras con las instancias de gobierno para la atención a víctimas. Además, somos el primer contacto de confianza”.

    Reciben capacitación sobre equidad de género, herramientas de empoderamiento, prevención de agresiones contra mujeres y feminicidios, así como defensa personal, y participan en talleres sobre micromachismos y formas de lograr el empoderamiento económico.

    Perla López Bautista, de la Red Mucpaz de Cheranástico, Michoacán, resalta que el trabajo es voluntario y que la mayoría de miembros de la red son mamás de los niños de la sinfónica de la comunidad.

    Se capacitan en “prevención de violencia e identificación de agresiones de género y estereotipos”, y trabajan en la construcción de nuevas masculinidades, empoderamiento, autoestima, crianza positiva y prevención de adicciones y del acoso, ente otros.

    Expone que están interesadas en generar opciones de autoempleo como talleres de manualidades, repostería y medicina tradicional, pero para eso se requieren recursos.

    El mes pasado se realizó en la Ciudad de México el segundo Encuentro Nacional de Mujeres Constructoras de Paz, en el que intercambiaron experiencias sobre estrategias para prevenir la violencia contra las mujeres en sus territorios.

  • Cómo sobreviven las mujeres (a pesar de) la constante guerra centroamericana

    Cómo sobreviven las mujeres (a pesar de) la constante guerra centroamericana

    Hay guerras que no llegan a diarios, noticieros ni portales. Guerras de las que, por extensas, complejas o difusas, no se habla. Guerras que se mantienen en el tiempo y que, como esas series que por su éxito primigenio nadie se atreve a cancelar en su debido momento, cambian de personajes pero no de territorio.

    La región de Centroamérica ha sido el escenario, a lo largo del último medio siglo, de distintos conflictos armados que, en mayor o menor medida, tienen como origen al enfrentamiento de Estados Unidos y la Unión Soviética en la Guerra Fría durante la década del 80. Pero, si bien la crisis centroamericana tuvo un cese oficial en 1996 con el acuerdo de Paz de Esquipulas, la región continuó sumida en un caos institucional signado por la corrupción, el narcotráfico y la guerrilla.

    La historia que cuenta la escritora salvadoreña Claudia Hernández en su nueva novela, Tomar tu mano, es la de las consecuencias de esa guerra que, como sus víctimas, no tiene nombre. Mientras que en su trabajo anterior, El verbo j, narraba las peripecias de una persona que huía de la guerra hacia un país aparentemente mejor -que, sin embargo, termina siendo el escenario de otras desdichas y crueldades-, Tomar tu mano expone los conflictos de quienes no tienen más opción que quedarse.

    Las protagonistas de Tomar tu mano, editada por La pollera, son mujeres sin nombre. Hijas, sobrinas, esposas y amantes a las que la guerra les afecta por partida doble: a la par del hambre, la violencia y la inseguridad que espera en cada esquina, una guerra distinta pero no por eso menos mortífera también se les cuela en sus hogares de la mano de sus hombres. En países como Honduras, Guatemala o El Salvador, el machismo, impertérrito ante los avances del feminismo en el resto del continente, continúa haciendo estragos.

    En su novela anterior, "El verbo j", Claudia Hernández narró las andanzas de una persona que huye de la guerra centroamericana en busca de un país mejor. Pero en "Tomar tu mano", la autora relata las peripecias de las mujeres que, sin otra alternativa, tienen que quedarse. En su novela anterior, «El verbo j», Claudia Hernández narró las andanzas de una persona que huye de la guerra centroamericana en busca de un país mejor. Pero en «Tomar tu mano», la autora relata las peripecias de las mujeres que, sin otra alternativa, tienen que quedarse.

    “La guerra había terminado ya, pero los combates seguían en las calles. Son ajustes de cuentas, decía el padre cuando sonaban las balas al fondo (…). Desde que los órganos de seguridad no existen o cambiaron, las calles no son las mismas. Cualquiera puede llegarle por detrás y terminar ahí su historia. No había ley”, escribe Hernández.

    Con una prosa que, con su parquedad característica, no necesita recaer en dramatismos ni adjetivaciones exageradas para generar en el lector el estremecimiento de las injusticias, la autora de Tomar tu mano elimina todo nombre propio para extraer la voz colectiva de todas esas mujeres que, mientras sufren esa ausencia (o negligencia) de la policía y la milicia, también tienen que padecer la ley prepotente e impiadosa que imparten los hombres de sus vidas.

    “Él la golpea como nunca lo había hecho. Para que entienda. Ella lora. Él le dice que lo siente, pero que debe hacerla entender como sea. Ella grita por auxilio. La madre no interviene. Sabe que el padre lo hace por su bien (…). Todas las veces le pidió a Dios que lo detuviera, piensa la tía. Dios no movió un dedo. Dejó de pedirle. Y dejó de visitarlo. Dios debe estar de su lado”.

    Pero en Tomar tu mano, como en la realidad que tan duramente refleja, no todos los hombres y las mujeres siguen a rajatabla estos arquetipos. Hay hombres que, a escondidas de sus pares, ayudan a las mujeres en apuros sin pedir nada a cambio, aunque sin por eso alterar el orden “natural” de las cosas. Hay, también, mujeres que aprendieron de sus padres a usar el machete y que no se resignan a que sus maridos las insulten, las maltraten o las denigren. Estos casos, sin embargo, profundizan la novela y demuestran que, aunque una realidad distinta podría ser posible, no son más que excepciones que los personajes atestiguan sin llegar nunca a hacerlas propias ni a construir a partir de esa fisura que generan.

    El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, representa el caos institucional en el que la región está sumida hace décadas. El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, representa el caos institucional en el que la región está sumida hace décadas.

    La trama de Tomar tu mano sigue a una mujer de un país en constante guerra que bien podría ser El Salvador, lugar de nacimiento de la autora, tanto como HondurasGuatemala o cualquier país de la región. Sin recurrir a más que diálogos, pensamientos y escasas acciones, cuenta su paso de una infancia repleta de violencia familiar, abusos y peligro que acecha en cada extraño, a una adultez en el que, a pesar de que el contexto continúa incólume, empiezan a abrirse las más ínfimas grietas por las que entran el aire y la luz.

    Al crecer, los hijos de esta mujer la defienden de los abusos de su marido, ese padre al que ya no le temen y contra quien levantan las armas que él mismo les dio. En contra del mandato de su esposo, esta mujer consigue un trabajo que, a pesar de que este maneja su salario, le permite conocer las libertades que solo existen fuera de las cuatro paredes del hogar. Y, hacia el final, producto de esos sutiles e intermitentes progresos, la protagonista consigue comenzar, soterrada y subrepticia, una red de ayuda para otras mujeres que, como ella, están a merced de sus hombres.

    A veces es más valioso ser invisible”, le dice la madre a la protagonista durante su infancia. Y no sorprende, en un contexto en el que “no es bueno que las muchachitas anden por ahí sin alguien que las vigile”, en el que una “no puede llamarse mujer hasta que no dé a luz” (pero con escuelas en las que “no se admiten mujeres con maridos o chicas embarazadas”), en el que “si una muchacha desaparece de su casa, tiene tres meses para volver y acusar a quien se la haya llevado” y en el que todas, sin excepción, se ven obligadas a pensar en “qué pasaría si el otro fuera peor que este”.

    “Hay cosas que no deben ser sabidas”, le remata la mamá a esta protagonista sin nombre. Por suerte, Claudia Hernández escribe una novela tan dura como necesaria que cuenta, sin exageraciones ni tapujos, una guerra de la que no se habla, una que se libra dentro de sus casas, cuyo terreno es la familia y sus víctimas, las mujeres. Y le hacer saber, a lectores y lectoras, todo eso que nadie quiere escuchar por suceder dentro de la aparente seguridad del hogar, dulce hogar.

    Así empieza “Tomar tu mano”, de Claudia Hernández

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    1

    ¿Quién se lo había dicho?

    No importaba: ya le había advertido que no quería verla entrar o saber que entraba al terreno de enfrente. No importaba que las naranjas fueran más dulces en él o que fueran a perderse porque nadie las recogía. No importaba que los dueños no estuvieran desde hacía tanto tiempo que los mojones se habían caído y deshecho. Igual si ellos no han visto, y, por tanto, no pueden molestarse porque un par de niñas entren a tomar algunas frutas para sí, debe hincarse de inmediato. Va a castigarla por desobedecer. Quiere que aprenda. Para que, más adelante, la vida no vaya a hacerlo en su lugar.

    La quiere de rodillas.

    Un azote.

    Quiere que pida disculpas.

    Dos.

    Quiere que diga que se arrepiente.

    Tres.

    Quiere que jure que no volverá a hacerlo.

    Cuatro.

    Quiere que no mienta.

    Cinco.

    Quiere que reconozca que se equivocó.

    Seis.

    Quiere que le dé las gracias.

    Gracias, papá.

    Quiere que se levante ya. Y que no llore.

    Odia que llore. Odia también que no entienda que hay gente que es peligrosa aunque no esté presente, y que, igual, vaya a regresar al terreno que le ha prohibido.

    Ella jura que esta vez no hizo nada.

    ¿No?

    No cortó fruta.

    ¿Por qué entró, entonces?

    Fue para platicar con una amiga. Nadie las interrumpe ahí. Es un buen lugar.

    Es peligroso.

    Nadie entra nunca ahí.

    Porque es muy peligroso, dice.

    Hínquese, le ordena.

    "Tomar tu mano" cuenta cómo, a pesar de que "la guerra terminó", los conflictos en Centroamérica persisten, y cómo "no hay ley" a causa de la ausencia de órganos de seguridad o sus constantes cambios. «Tomar tu mano» cuenta cómo, a pesar de que «la guerra terminó», los conflictos en Centroamérica persisten, y cómo «no hay ley» a causa de la ausencia de órganos de seguridad o sus constantes cambios.

    2

    Los ausentes regresan.

    Sin aviso, sin equipaje y sin saludar.

    Entran de noche al lugar que es suyo.

    No duermen.

    Levantan los mojones que se han caído y colocan nuevos en los espacios donde estaban los que se perdieron. Limpian el patio y recogen la fruta para llevarla a vender al mercado.

    No parecen malas personas, piensa ella. No sabe por qué su madre dice que deje de espiarlos.

    Parece que no miran, pero lo están viendo todo, decía ella. Es mejor que vuelva a sus labores.

    No tiene labores.

    Siempre hay algo que hacer en una casa.

    Ya ha terminado lo que le corresponde.

    Entonces debe ayudar a su hermana. O a ella. O a alguien. Debe hacer lo que sea que la aparte de la ventana. No es correcto espiar a los vecinos. No quiere volver a decírselo.

    ¿Por qué no van a conocerlos?

    Los conocen desde siempre.

    ¿Por qué no van a saludarlos?

    Lo harán cuando ellos así lo dispongan.

    ¿Por qué no han llegado ellos a saludarlos?

    Están ocupados, ¿no lo ve?

    Lo estarán por mucho tiempo.

    Se habían ido a un país detrás de unas montañas que están detrás de otras montañas que están detrás de muchas otras más para no tener las manos vacías. Han regresado porque las llenaron.

    A la gente del lugar al que llegaron no le gusta que lo hayan logrado tan pronto.

    Un día, decide que no los quiere más entre ellos.

    Ni a ellos ni a los otros como ellos que, poco a poco, llegaron con el mismo propósito.

    No importa que hayan vivido varios años a su lado, trabajado en las mismas labores, comido en sus casas y bailado en sus fiestas.

    Se unen a otros que dicen que hay que sacarlos porque les han quitado lo que les corresponde.

    Golpean sus puertas para exigirles que se larguen.

    Amenazan con fuego si no se marchan de inmediato y sin nada de lo que lograron ahí.

    Ellos les piden calma.

    No quieren ser llamados a ella.

    Les piden cordura.

    ¿No han entendido lo que dijeron?

    infobae

    El padre oye que en la región bananera planean quitarles todo a los que llegaron de donde él.

    Cree que son solo habladurías, cosas de otras partes del país, nada que pueda sucederle a su familia. O a la zona en la que están. O a la gente a la que conocen y han ayudado.

    Mira a los amigos con antorchas y machetes y pistolas en las manos exigirles que se marchen en ese momento.

    ¿No había entendido lo que le habían dicho?

    ¿Por qué no se movía?

    ¿Querían que lo matara a él y a sus mujer, y a sus catorce hijos?

    De todas partes de ese país sale gente como ellos de regreso al suyo. En avión los más afortunados, en auto los que pueden y a pie los que, como ellos, no tiene otra opción.

    Todos van en ropa de dormir, todos van sin entender.

    La madre no quiere que vaya a preguntarles nada acerca de esa historia.

    Ella quiere saber.

    Hay cosas que no deben ser sabidas.

    No quiere que siga preguntando. Y quiere que deje de mirar lo que no le incumbe.

    Ella mira de reojo y cada vez que puede. No le parecen malas personas. Le resultan muy trabajadores. No entiende por qué no quiere que entable plática con ellos si su padres insisten en lo valioso que es ser así.

    A veces es más valioso ser invisible, dice la madre.

    No la entiende.

    Cuando no entienda, obedezca al que sí, recomienda el padre.

    Se lo dijo antes, cuando, en la noche, escuchó los pasos de los catorce y de sus padres volver.

    Se despierta asustada y, de inmediato, es puesta boca abajo por el padre.

    No haga ruido, le dice muy quedito.

    No debe respirar fuerte.

    ¿Son lobos?

    Aúllan fuerte.

    Es algo peor que lobos, le dice.

    Le tapa la boca.

    Ella cree durante toda la oscuridad.

    A la luz del día, cuando se asoma y ve que los recién llegados no tienen fauces ni garras, piensa que todo es una exageración de su padre.

    Cumple con la nueva tarea que la madre le impone.

    Cuando termina, se asoma de nuevo a la ventana para ver.

    Es vista por uno de los vecinos.

    En lugar de correr a esconderse, levanta la mano para saludar y sonríe.

    Quién es Claudia Hernández

    ♦ Nació en El Salvador en 1975.

    ♦ Es escritora.

    ♦ Sus libros han sido publicados en América Latina, España, Italia, Francia, Estados Unidos y Alemania.

    ♦ Es autora de libros como El verbo jTomar tu mano Roza, tumba, quema.

  • Conquistas de las mujeres y el feminismo en 2022

    Conquistas de las mujeres y el feminismo en 2022

    Es sencillo: sin nosotras el futuro es peor que nuestro presente. En 2022, un año particularmente complejo por la guerra, la inflación y la persistencia del coronavirus, una mujer negra llegó a la vicepresidencia de Colombia, se avanzó en la regulación contra la violencia de género por medios digitales en América Latina y, por fin, se ofreció seguridad social a las trabajadoras del hogar en México.

    Las mujeres conquistamos nuevos espacios y derribamos nuevos techos y barreras en la construcción de una sociedad igualitaria y plural. Cada año realizo un recuento de las conquistas de las mujeres y del feminismo para la reducción de las desigualdades y de las violencias.

    Estas son las conquistas de 2022.

    1. Regulación de la violencia digital en América Latina

    La Ley Olimpia y la Ley Belén, nombradas así en memoria a dos mujeres víctimas de violencia digital, nacieron en México y Argentina, respectivamente, y están orientadas a nombrar, reconocer, visibilizar y sancionar delitos digitales como la filtración de contenidos multimedia sin consentimiento de la persona, acoso en redes sociales, usurpación de identidad y cualquier otro que atente contra la privacidad, integridad o intimidad de una persona.

    Olimpia Coral Melo, activista por los derechos digitales. Foto EE: Cortesía Twitter @OlimpiaCMujer

    La violencia contra las mujeres y niñas está presente en múltiples aspectos y situaciones de la cotidianeidad, ahora, con la expansión incesante de las plataformas digitales y redes sociales, internet es también un espacio en el que se reproduce y normaliza la violencia.

    Durante varios años, muchas mujeres, activistas y colectivos buscaron lo que hoy es una realidad en México y está por serlo en Argentina y sienta las bases para el resto de países en la región: regular la violencia digital.

    2. Derechos para las trabajadoras del hogar

    En 2022 comenzó a darse un paso fundamental en la lucha de derechos de las mujeres: la obligatoriedad de otorgar seguridad social a las trabajadoras del hogar. Esto implica darlas de alta en el IMSS (Instituto Mexicano del Seguro Social), contribuir con las cuotas patronales, y así garantizar su acceso a instituciones de salud, vacaciones, aguinaldo, etcétera.

    Foto EE: Archivo

    En México 9 de cada 10 trabajadores del hogar son mujeres, mayoritariamente racializadas, migrantes o provenientes de hogares con vulnerabilidades socioeconómicas. Garantizar derecho laboral, a escala legislación, es un paso fundamental para que este grupo de trabajadoras lo haga en condiciones de dignidad.

    3. Madres buscadoras y su lucha

    Cecilia Flores es una madre que lleva más de siete años en búsqueda de sus desaparecidos y lidera el grupo de madres buscadoras de Sonora, uno de los estados en México donde el crimen organizado ha penetrado de manera feroz y que ha dejado a cientos de familias buscando.

    En octubre de 2015 en Los Mochis, Sinaloa, Alejandro Guadalupe —hijo de Cecilia— de 21 años fue desaparecido por un grupo armado. Después de esperar sin respuesta de las autoridades, Cecilia inició la búsqueda por su cuenta y se convirtió en el rostro del activismo de las familias que buscan a sus desaparecidos.

    Su lucha es incesante, con su colectivo se han localizado a más de 400 cuerpos en fosas clandestinas y 139 personas han sido encontradas con vida.

    Cecilia Patricia Flores Armenta líder del colectivo Madres Buscadoras de Sonora. Foto EE: Archivo

    En México hay más de 100,000 personas desaparecidas. Las familias, y principalmente las madres, no se cansan de buscar. Esta labor y activismo han sido fundamentales en los pequeños pasos que las autoridades dan en materia de búsqueda.

    4. Francia Márquez, vicepresidenta de Colombia

    Francia Elena Márquez se convirtió en la primera vicepresidenta negra en llegar a esa posición. Y aunque es abogada por la Universidad de Cali, fue trabajadora del hogar y obrera en minas. Es también activista por los derechos de las comunidades afrodescendientes e indígenas de Colombia.

    Francia Márquez, vicepresidenta de Colombia. Foto EE: Cortesía Twitter @FranciaMarquezM

    La representación no sólo de mujeres, sino de comunidades afrodescendientes, indígenas, pobres o de vulnerabilidad social es fundamental. Francia Márquez atraviesa de algún modo todas las perspectivas. Formar parte de grupos sociales discriminados, marginados o excluidos históricamente es una de las claves para hacer política pública encaminada a reducir estas violencias.

    5. Mujeres árbitras de un Mundial

    Tres mujeres debutaron como árbitras principales en los partidos del Mundial en Qatar. La francesa Stephanie Frappart junto a la brasileña Neuza Back y la mexicana Karen Díaz Medina dirigieron distintos encuentros futbolísticos en un Mundial por primera vez en la historia.

    El futbol es un deporte que históricamente ha sido dirigido y protagonizado para los hombres, de hecho, apenas hace unos años las mujeres empezaron a jugar como profesionales en las ligas, pocas marcas se animan a patrocinarlas y los salarios que reciben son significativamente más bajos que los de sus pares hombres.

    Karen Díaz Medina, árbitra profesional. Foto EE: Archivo

    La participación de estas tres mujeres no sólo es un parteaguas para la inclusión en la industria del futbol, sino que implica la normalización de las mujeres como profesionales en dicho sector.

    6. Mujeres en áreas de estudio STEM

    Las ciencias exactas, la tecnología y la investigación fueron exclusivas para los hombres por mucho tiempo. Se acabó. Las mujeres se están incorporando a las áreas STEM (ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas por sus siglas en inglés) y produciendo grandes conquistas.

    En 2022, Katya Echazarreta se convirtió en la primera mexicana en viajar al espacio de la mano de la NASA y la mujer más joven en hacerlo. Es ingeniera eléctrica y fue elegida por la organización Space For Humanity entre 7,000 candidatos para un pequeño vuelo de 10 minutos al espacio. Ahora colabora con la Agencia Espacial Mexicana, porque asegura que quiere regresar al espacio y quiere hacerlo con México.

    Katya Echazarreta es la primera mujer latinoamericana en visitar el espacio. Foto EE: Especial

    Carolyn Bertozzi fue galardonada en 2022 con el Nobel de Química, un premio que se ha entregado apenas a ocho mujeres en la historia. Recibió este premio por su trabajo sobre la “Química del clic” en la que se desarrollado una manera de combinar y construir moléculas que puede ayudar a crear mejores tratamientos médicos como del de cáncer de mama. Este galardón lo obtuvo en conjunto con sus colaboradores Barry Sharpless y Morten Melda.

    Rachel Mata, investigadora y profesora emérita de la Facultad de Química de la UNAM, obtuvo el Premio para las Mujeres en la Ciencia L’Oréal-UNESCO-AMC 2022, en la categoría de Trayectorias consolidadas. Este galardón reconoce a quienes sus aportes a la ciencia contribuyen a resolver desafíos contemporáneos en el mundo. En México, Rachel Mata es pionera en estudios de bioprospección de organismos fúngicos y la caracterización química de moléculas biodinámicas medicinales.

    Otras dos mujeres que realizaron aportes importantes a la ciencia y que fueron galardonadas en 2022 fueron Carla Eugenia Giacomelli y Guillermina Amica recibieron en Argentina el Premio Nacional L’Oréal-UNESCO Por las Mujeres en la Ciencia. Las ganadoras desarrollaron el proyecto “Materiales biorresponsivos: cómo reparar tejidos con genes”, que propone el diseño de biomateriales híbridos mediante la integración de distintos componentes que permitan estimular la regeneración ósea.

    Reconocer a las mujeres como líderes sociales, políticas, económicas, científicas, artísticas y deportivas es fundamental para erradicar la violencia de género, que impide que las niñas y mujeres alrededor del mundo vivan una vida libre de violencia.

    Ana García