Si algún día viajas a Mérida, tienes que saber que visitar el centro histórico y caminar por la calle 60 es prácticamente un requisito para avalar tu visita a la capital yucateca. No es difícil que el Teatro José Peón Contreras te robe el aliento con su suntuosa arquitectura y columnas ornamentadas.
Pero, si tienes los ojos distraídos quizá no notes una pequeña placa negra que conmemora un hecho histórico en la vida pública de la mujer en México. Quizá no lo sabías pero Yucatán es un lugar clave para el feminismo en México.
El 8 de marzo de 2022 se colocó una placa conmemorativa del Primer Congreso Feminista de Yucatán que se celebró del 13 al 16 de enero de 1916 en este teatro, siendo un antecedente histórico para la lucha feminista.
Solamente Buenos Aires organizó un congreso feminista antes que Mérida, en 1910. Este es solo un objeto simbólico que confirma que Yucatán es cuna del feminismo en México.
Rita Cetina Gutiérrez, ícono del feminismo en Yucatán
En medio de una Yucatán convulsa e inestable se desenvolvió Rita Cetina Gutiérrez, una mujer que encontró en la educación la posibilidad de cambiar el destino de la mujer. Tuvo la suerte de nacer en una familia de la élite yucateca, acercándola a la mejor educación privada posible.
Claudia Sheinbaum tiene una larga lista de reconocimientos: cuenta con un doctorado, ha compartido un Premio Nobel de la Paz y fue la primera mujer en ser electa como jefa de gobierno de Ciudad de México, la capital de su país y una de las mayores metrópolis del hemisferio occidental.
El domingo añadió otro logro a su currículum al convertirse en la primera mujer en ser electa como presidenta de México.
Sheinbaum, de 61 años, consiguió quien obtuvo al menos el 58 por ciento de los votos en unas elecciones históricas el domingo, en las que se enfrentaron dos mujeres por el cargo más alto del país, una contienda sin precedentes en un país conocido por su cultura de machismo y violencia rampante contras las mujeres.
Ahora que llegó a la presidencia, el siguiente obstáculo para Sheinbaum será liberarse de la sombra de su antecesor y mentor desde hace mucho tiempo, Andrés Manuel López Obrador, el presidente saliente.
Ella y López Obrador son “gente diferente”, dijo en una entrevista. Él es un estadista del petróleo que invirtió en proyectos de dudosa calidad medioambiental, ella es una científica ambiental. Y, sin embargo, Sheinbaum ha llegado a la cima en parte por alinearse completamente con él y por respaldar medidas como la apuesta del presidente por la empresa petrolera estatal y algunos cambios constitucionales que los críticos califican de antidemocráticos.
Su alianza ha ocasionado que muchos mexicanos se pregunten: ¿puede ser una líder en su propio derecho o es una pieza del ajedrez del actual presidente?
“Está esta idea, porque la dicen muchos columnistas, de que yo no tengo personalidad”, dijo Sheinbaum en son de queja a la prensa este año. “Que a mí me dice Andrés Manuel López Obrador, el presidente de México, todo lo que tengo que hacer”.
Insiste en que va a gobernar con independencia de su mentor, López Obrador, y en que tiene algunas prioridades distintas. Pero alejarse demasiado de la agenda del presidente podría ser muy arriesgado para ella.
Simpatizantes de Claudia Sheinbaum en Ciudad de México en mayoCredit…Marian Carrasquero para The New York Times
Aquí presentamos cinco cosas que hay que saber de la recién electa presidenta de México que ayudan a informar el curso que seguirá en su sexenio.
1. Sheinbaum heredará varios desafíos
Sheinbaum, quien fue bailarina de ballet, se describe como “obsesiva” y “disciplinada”. Pero los analistas afirman que la disciplina podría no ser suficiente.
Como presidenta, se enfrenta a una herencia de numerosas tribulaciones. La empresa petrolera paraestatal está agobiada por la deuda, la migración en el país ha alcanzado cifras históricamente altas y la violencia de los cárteles sigue agobiando al país.
Ha dicho que continuará con la política de López Obrador de atender las causas de la violencia, en lugar de hacerle la guerra a los grupos delincuenciales, pero también que va a trabajar para disminuir las tasas de impunidad y fortalecer a la Guardia Nacional.
A solo meses de las elecciones presidenciales en EE. UU., Sheinbaum afirmó a The New York Times que estaba preparada para trabajar con quienquiera que gane. Ha repetido públicamente el énfasis de López Obrador en atender las causas que originan la migración.
En un debate reciente dio visos de un posible cambio, al decir que buscaría modificar a las autoridades migratorias del país, que a menudo son acusadas de corrupción.
México se dispone a elegir a su primera presidenta
30 de mayo de 2024
2. Se le considera reservada, incluso distante
El Times habló con más de una veintena de personas que han trabajado con Sheinbaum o la conocen, y asistió a eventos de campaña, analizó sus escritos y apariciones en los medios; también la entrevistó en 2020 y otra vez este año.
Lo que quedó claro es que Sheinbaum tradicionalmente parece más cómoda resolviendo las cosas discretamente que promoviéndose a ella o a sus logros.
Es nieta de inmigrantes judíos que huyeron de Europa y, dicen sus colegas, rara vez discute su identidad judía ni prácticamente ningún aspecto de su vida personal. Cuando quienes la entrevistan le preguntan por el Nobel que recibió con un panel de expertos sobre el clima, responde que muchos otros participaron en el esfuerzo.
Se le conoce como una jefa dura de carácter irascible y que al mismo tiempo puede inspirar temor y devoción en su equipo. En público, se conduce de manera tan controlada que raya en lo distante.
Hay quienes afirman que su trato profesorial podría ser un desafío en un escenario político definido por López Obrador, quien con la fuerza de su personalidad convirtió a su partido en un gigante.
“Ella lo necesita”, dijo Carlos Heredia, analista político mexicano. “No tiene el carisma, no tiene la popularidad, no tiene energía política propia, así que necesita tomar prestado eso de López Obrador”.
Sin embargo, para algunos mexicanos, una mujer que no ofrece sobresaltos podría ser el antídoto ideal para un hombre que entretiene y ha sumido al país en la división partidista.
Muñecos de Claudia Sheinbaum y Andrés Manuel López Obrador durante un mitin en Ciudad de México en mayoCredit…Marian Carrasquero para The New York Times
3. Tradicionalmente ha buscado mantener a López Obrador contento
La trayectoria política de la candidata comenzó cuando López Obrador fue electo jefe de gobierno de la capital mexicana en 2000 y la invitó a una reunión en un Sanborns. “Yo lo que quiero es que disminuya la contaminación”, recordó ella que le dijo López Obrador. “¿Sabes cómo hacer eso?”.
Sheinbaum, quien para entonces había escrito más de una decena de informes sobre el consumo de energía y las emisiones de carbono dijo que sí sabía. Se convirtió en su secretaria del Medio Ambiente. En las reuniones parecía dispuesta a hacer prácticamente cualquier cosa para complacer a su jefe, según varias personas que trabajaron con ella.
“La frase que usaba una y otra vez era: ‘Dijo el jefe de gobierno’”, afirmó Heredia, quien trabajó con ella en el gobierno de la ciudad en el mandato de López Obrador. Lo que eso significaba, según Heredia, era: “No somos un gabinete para dar ideas”, dijo. “Somos un grupo de personas que estamos aquí para ejecutar lo que él decide”.
En los años siguientes, Sheinbaum combinó su trabajo académico con la labor política, pero siempre estuvo cerca de López Obrador. En 2014, cuando López Obrador fundó su partido, Morena, le pidió que se postulara para Tlalpan, una alcaldía de Ciudad de México. Con su respaldo, ella ganó.
4. Se le conoce por ser una jefa exigente
En 2018, López Obrador llegó a la presidencia con una victoria contundente y ella se convirtió en la jefa de gobierno de Ciudad de México. Pronto se ganó la fama de ser una jefa rigurosa.
“Uno no llegaba a sus reuniones para decirle ‘lo estoy trabajando’”, dijo Soledad Aragón, exintegrante del gabinete de Sheinbaum. Cuando entraba a una sala de juntas, dijo Aragón, todos se incorporaban.
La jefa de gobierno era capaz de recordar cifras específicas semanas después de que se mencionaran en alguna reunión, dijo Aragón, quien la calificó de “brillante” y “exigente”, particularmente consigo misma. “Ha dado resultados”, añadió.
Claudia Sheinbaum en su despacho de Ciudad de México en 2020Credit…Meghan Dhaliwal para The New York Times
Cinco funcionarios que han trabajado con Sheinbaum y no tenían autorización para dar declaraciones en público dijeron que en ocasiones se molestaba con rapidez y gritaba a sus subordinados en frente de grupos grandes. A través de un portavoz, Sheinbaum no quiso hacer comentarios sobre esta acusación.
Sus defensores argumentan que algunas personas simplemente no tomaban bien que una mujer estuviera al mando.
“Sé que en el gobierno de repente había gente que se ofendía o que se sentía mal porque ella pegaba tres gritos”, dijo Marta Lamas, una activista feminista experimentada que ha sido cercana a Sheinbaum y su equipo. “Que si un hombre pega tres gritos no pasa nada, porque culturalmente es distinto”.
“Se lo dicen de manera crítica: ‘Es dura’”, dijo Aragón. “¿Y qué quieres? ¿A alguien suave frente a la ciudad?”.
5. Cree genuinamente en la visión de López Obrador
Durante años, la candidata ha intentado explicar cómo puede estar tan en sintonía con el presidente y al mismo tiempo ser ella misma. La respuesta, asegura, es simple: confía en él auténticamente.
En 2022, en la radio le trasladaron una pregunta de una radioescucha: “¿Por qué no optar por ser una mujer que gobierna con ideas propias? ¿Por qué no se baja del circo de AMLO?”, preguntó refiriéndose al presidente por su apodo. “¿Por qué tener el mismo discurso y las mismas palabras?”.
Sheinbaum no titubeó.
“Tú pensarás igual que otra persona y puedes no repetir, sino sencillamente coincidir en el planteamiento”, dijo. “No puedes negar lo que piensas”.
Emiliano Rodríguez Mega colaboró con reportería desde Ciudad de México.
Natalie Kitroeff es la jefa del buró de redacción del Times en Ciudad de México, que lidera la cobertura de México, Centroamérica y el Caribe. Más de Natalie Kitroeff.
La ex número uno del mundo Naomi Osaka no ganó su partido de segunda ronda del Roland Garros este miércoles ante la actual número uno Iga Swiatek, pero no cabe de duda que está volviendo a conquistar el mundo.
De veras no sabía cuánto extrañaba su maravilloso nivel de juego en un Gran Slam, el que le vio ganar cuatro torneos grandes, hasta que la vi luchar a capa y espada, confiada. Un partidazo. Como bien diría la polaca luego de su victoria, “Fue un duelo mucho más intenso de lo que hubiese esperado en la segunda ronda”.
Vaya guerra de deuces que se desató. Osaka no se rindió en ningún punto.
En el noveno game del tercer set, todo parecía ganado para Osaka. Era match point para ella, con el saque en su poder, y se dejó desear la victoria. Se hizo evidente la emoción, el deseo de ganar. Pero Swiatek se apoderó del set y no miró atrás.
Sin embargo, Osaka siguió mostrando jugadas magistrales, como sus golpes de revés intratables. Se fue metiendo al público en su bolsillo. Los presentes querían que diera la sorpresa.
De cierto modo, ya la dio. Swiatek comentó que tal vez la nipona sorprenderá muy pronto y se convertirá en la reina de la arcilla. Lo curioso es que sus cuatro títulos grandes son en cancha dura, dos en el Abierto de Australia y dos en el U.S. Open. Reto superado.
Concluyo este tributo con un breve mensaje dirigido a la tenista sobre quien escribo.
A la primera asiática — mujer u hombre — en ser No. 1 del ranking mundial del tenis, y la primera jugadora de Japón campeona de un Gran Slam — y precisamente durante el Mes de la Herencia Asiática-Estadounidense y de las Islas del Pacífico — le decimos: Estimada Naomi Osaka, gracias por deleitarnos con tu talento una vez más y por compartir tu pasión por el tenis.
Tres años después de retirarse del Roland Garros por ansiedad y depresión y de proclamar esa famosa frase, ‘Está bien no estar bien’ — y precisamente ahora durante el Mes de la Concientización de la Salud Mental — le decimos: Estimada Naomi Osaka, gracias por enseñarnos que está bien no estar bien, pero nos alegramos verte bien de nuevo.
Natalia Szendro considera que Estela Mújica, su abuela, fue una activista por los derechos de la mujer durante su juventud. Ella, con 87 años, difiere. Quizá, más bien, fue una mujer fuera de lo habitual para la época. Tenía 16 años en 1953. Originaria de Querétaro, pero creció en el Valle de Santiago, en Guanajuato, antes de mudarse a la capital. Todo en el Distrito Federal le maravillaba. Cuando supo que el entonces mandatario de México, Adolfo Ruiz Cortines, iba a estar presente en el Palacio de Bellas Artes, solo de pensar en el lugar se sentía ansiosa. “Viniendo de un pueblito aquello realmente era impresionante, un palacio, ¿verdad? además del presidente”, afirma.
Estela Mújica en su casa al sur de Ciudad de México.ANA CHIRINO
Recuerda que en el auditorio de Bellas Artes había puras mujeres porque, a fin de cuentas, eran las destinatarias de la promulgación que se llevaría acabo ese 17 de octubre de 1953. Era una fecha para la historia, ya que se hacían las reformas constitucionales para que las mujeres gozaran de la ciudadanía plena, con el reconocimiento al derecho al voto en todas las elecciones en igualdad de condiciones con los hombres, sin discriminación alguna.
“Sí, me entusiasmó mucho ver a todo el grupo de mujeres allí, como diciendo, ya estamos aquí, ya somos reconocidas. Me sentía muy conmovida, porque yo decía ¿y por qué nosotras no teníamos el derecho? ¿Por qué estábamos limitadas? Faltaba mucha educación para la mujer, más bien, diría que estaba soterrada”, rememora Mújica 70 años después, sentada frente a un amplio librero, en el que destacan las reliquias bibliográficas que conforman su biblioteca especializada en economía, en la sala de su casa en Ciudad de México.
Se publicó en el Diario Oficial el nuevo texto del Artículo 34 Constitucional: “Son ciudadanos de la República los varones y las mujeres que, teniendo la calidad de mexicanos, reúnan, además, los siguientes requisitos: haber cumplido 18 años, siendo casados, o 21 si no lo son, y tener un modo honesto de vivir”.
La década de los cincuenta en México estuvo caracterizada por ser tradicional, optimista y de gran progreso. Empresas como General Motors y Chrysler llegaban al país para manufacturar vehículos. Coca-Cola comenzó a venderse por todos los negocios. La Torre Latinoamericana era el edificio más grande de la República. La industrialización había llegado y la economía comenzaba a crecer, ocasionando que la gente abandonara el campo para mudarse a la ciudad. Es lo que pasó con la familia de Mújica, al dejar Guanajuato en busca de mejores oportunidades.
Dice que su padre, para esa época, era una persona “muy avanzada”. Creía que si se quedaban en Valle de Santiago, el futuro de sus hijas iba a ser terrible. Por eso quiso que ambas, las mayores de seis hermanos, estudiaran. Sabía que la única distracción para los hombres que se quedaban en el pueblo era vivir en la cantina. Y su padre fue “muy gráfico” en su advertencia: “Aquí no hay hombres. Tienen que estudiar para que ustedes sean autosuficientes. Porque si se quedan aquí, si les toca casarse, van a desvestir borrachos o se tendrán que meter a la iglesia y vestir santos”.
Estela Mújica en su casa, el 7 de mayo.ANA CHIRINO
Después de ese recuerdo toma aire. Sus ojos se cristalizan y se da suaves palmadas en su cuello para contener la emoción al recordar a su padre. Arregla su collar de perlas y acomoda su dije de plata. Pasa sus manos para estirar su blusa roja y continúa. Cuenta que mientras su hermana cursaba la universidad, ella trabajaba como secretaria y cursaba la preparatoria en la UNAM. Eran una familia numerosa y de escasos recursos, por lo que tenía que ayudar a sostener el hogar.
Una sociedad misógina y machista
Mújica siente que su familia era una excepción dentro del entramado de esa época, ya que la mayoría de los padres no tenían interés en que sus hijas hicieran más. “Muchos decían que con que supieran leer y escribir era suficiente”, recuerda la rigidez con la que los hombres ejercían esa potestad primero con sus esposas y luego con las hijas. Los hijos tenían otra condición.
Distintas especialistas explican que algunos miembros de partidos políticos, como los del Partido Acción Nacional, afirmaban que no era útil reconocer el derecho al voto de las mujeres, ya que si sus esposos o padres sufragaban, como jefes de familia, entonces se asumía que todos los que formaban parte de ese núcleo optaban por la misma elección política.
Y este tipo de pensamiento también era un reflejo en la vida universitaria. Mújica comenzó a estudiar la carrera de economía en la UNAM en 1955 y aún se acuerda del rechazo que existía hacia la mujer, con maestros misóginos y algunos compañeros que les cuestionaban que estaban haciendo allí. Sin embargo, fue ese año, el 3 de julio, cuando las mujeres en México pudieron ejercer su derecho al voto por primera vez en una elección federal. En esta cita electoral acudieron a las urnas para elegir a diputados federales para la XLIII Legislatura.
De acuerdo con el III Informe de Gobierno, del 1 de septiembre de 1955, de Ruiz Cortines, la Comisión Federal Electoral inscribió a 5 millones de hombres y 4 millones de mujeres. El entonces presidente de México le dijo al Congreso de la Unión que los votos emitidos alcanzaron muy cerca del 70% de los ciudadanos inscritos.
“La ciudadanía mexicana fue casi duplicada por el contingente femenino que acudió primero a las oficinas de empadronamiento y después a las casillas electorales con el empeño e interés de quien comprende la trascendencia y alcance de su intervención en la vida pública nacional, el valioso significado de su categoría ciudadana”, manifestó Ruiz Cortines en un fragmento de una cita que figura en el documento.
Al no tener aún 21 años y no estar casada como indicaba la reforma constitucional, Mújica no pudo en esa ocasión ejercer su voto. Cuando pudo sufragar en las siguientes elecciones presidenciales, en 1958, lo hizo con “poca opción” y “por el partido que había”, que era el PRI. Dice de Adolfo López Mateos, quien se convirtió en mandatario ese año, que era un “candidato agradable”. “Claro que hubiera querido votar [en 1955]. Ya teníamos el derecho, pero todavía restringido”, aclara, quien se convirtió en economista y trabajó por 33 años para Nacional Financiera hasta llegar a subdirectora de relaciones con Latinoamérica.
“Antes se obedecía al pie de la letra”
María Luisa Torres también estuvo presente en esa época. Su padre siempre le cambiaba el nombre. Le decía Soledad, por eso ahora todos los que la conocen le llaman cholita o doña cholita, de cariño. Tiene 95 años y pudo emitir su voto en 1955 a sus 27. En ese entonces vivía en la colonia Tacuba, en Distrito Federal. Ahora vive en Querétaro, en la casa uno de sus hijos. Dice que le cuesta recordar, pero a medida que comienza a conversar sobre la época y empieza a ver las fotos de su juventud, su memoria se activa y hasta es capaz de nombrar a su escuela en Santa María Mazatla, en Estado de México, y el nombre de su maestra: “Escuela Francisco Figueroa” y “la maestra Consuelo Pacheco”, responde lento, pero segura.
María Luisa Torres descansa en su habitación, en Querétaro.NAYELI CRUZ
Desde su rincón en su hogar, donde se la pasa tejiendo, tomando “su coquita” (Coca-Cola) a gusto, con el libro La reina del sur en una pequeña mesa al costado —obra que admite le está “gustando”—, cuenta que tras terminar la secundaria, donde se especializó en comercio y contabilidad, comenzó a trabajar como secretaria en una fábrica de la renombrada marca de trajes de baño Catalina. Le gustaba su trabajo, pero cuando se casó a los 21 tuvo que abandonarlo así como sus ganas de estudiar para convertirse en maestra y dedicarse a ser ama de casa. “Me apreciaban mucho en mi empresa, mi jefe, mis compañeros. Mi esposo no quiso que trabajara y como antes se obedecía al pie de la letra, pues ya no trabajé”, cuenta.
Su esposo trabajaba como chófer de autobús y como tenía contactos en el Gobierno, alguna vez le tocó ser el conductor para el expresidente Luis Echevarría en actos oficiales durante su mandato; o de transportar a la Reina Isabel II durante su visita al puerto de Veracruz junto a su esposo, el Duque Felipe de Edimburgo, cuando llegaron a México en 1975. Aún preserva un recorte de periódico con la foto de los tres. Sin embargo, ella era quien llevaba la economía de la casa, admite, lo que le permitió que se pudieran construir dos casas que aún permanecen en su propiedad. También se ayudaba cociendo guantes para damas que mandaban de Estados Unidos, un puesto que se ganó porque “las otras señoras cocían feito”.
Un recorte de periódico, donde se observa al esposo de María Luisa Torres manejando durante la visita de la Reina Isabel II a México.NAYELI CRUZ
“Todo lo que ganaba mi esposo se lo quitaba, no le dejaba yo nada. Le gustaba… [hace una seña con su mano como de bebida alcohólica], pero yo antes le quitaba. Casi que lo esculcaba para que no se quedara con nada”, recuerda pícara y sonriente. Dice que la sociedad era machista, pero que su marido nunca interfirió en su derecho a votar o le impuso a ningún candidato. “Ese día estuvebien contenta, porque ya nos habían dado el voto a las mujeres. Nos tenían relegadas y ya comenzó a ser distinto. Ya podíamos hacer muchas cosas que nada más podían hacer los señores”, complementa.
Primera presidenta de México
Desde entonces no ha faltado a ninguna cita electoral. En los anteriores comicios dice que votó por Andrés Manuel López Obrador. Sus nietas incluso tienen un video de ella como evidencia porque uno de sus hijos no lo quiere admitir. Doña cholita dice que ha estado desconectada últimamente debido a que su radio portatil, en la que siempre escuchaba las noticias para mantenerse informada, no agarra bien la señal en su rincón en su hogar. No se moja respecto por quién votará, pero parece saberlo ya en secreto, aunque afirma que las últimas semanas ha estado “evaluando a las candidatas”.
“Ahorita hay más igualdad, pero no lo suficiente. Ha habido mujeres que de veras son mejores que los hombres y nunca les han dado ningún puesto. Ojalá, quien salga, que de veras haga algo”, expresa Torres.
Pos su parte, Estela Mújica lo tiene más que claro. “Me entusiasma mucho pensar en la primera presidenta de México, porque es como la culminación de un viaje. Y porque no es un dedazo. Ella se lo ha ganado. Es una mujer preparada y que piensa en el país. Voté por López Obrador y pienso votar por Claudia Sheinbaum”, precisa.
María Luisa Torres sube a su habitación asistida por una cuidadora.NAYELI CRUZ
Tampoco se guarda comentarios para la candidata Xóchitl Gálvez —segunda en las encuestas tras Sheinbaum—, a quien la ve “muy mal preparada” y considera que “es un invento que se sacaron por allí, con la que quisieron aparentar que la eligieron democráticamente”. Sin embargo, con todo lo que ha vivido, insta, a quien puede, que no dejen de ir a votar. “Creo que lo peor que podemos hacer es no ejercer el voto. No hemos logrado como mujeres tener el peso todavía que debemos. Hace falta que la mujer se prepare más y que tenga más conciencia de sus derechos y luche por ellos”, agrega.
Si bien cree que el país ha tenido avances importantes, considera que el machismo aún “sigue todavía muy fuerte” por la falta de educación. “Muchos hombres no van a votar por ella [Sheinbaum] solo porque es mujer”, reflexiona y termina con un consejo para la candidata que espera salga victoriosa el domingo 2 de junio: “No puede gobernar ella sola. Tiene que abrir el espectro. Buscar a los mejores en cada disciplina, que no siempre tienen que ser del mismo partido. Yo le aconsejaría estar rodeada de la mejor capacidad que haya en este país”.
La violencia contra las mujeres es un problema de salud pública y una violación de los derechos humanos. Así se pronuncia la Organización Mundial de la Salud y el Convenio del Consejo de Europa sobre prevención y lucha contra la violencia contra la mujer y la violencia doméstica, conocido como Convenio de Estambul .
Son actos que conllevan sufrimiento físico, sexual, psicológico o económico. E incluyen también las amenazas, la coacción y la privación arbitraria de libertad.
Existen varias teorías para explicar las causas de la violencia contra las mujeres. Las más aceptadas afirman que se trata de una forma de violencia relacionada con el género, entendida este como un constructo social. Su origen es la socialización diferencial , el modo en las personas aceptamos y asumimos los roles y estereotipos de género al educar a niños y niñas de forma diferente.
En pleno siglo XXI, continúan vigentes con una enorme aceptación social. Se relacionan con una mayor sumisión por parte de las mujeres.
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Otras formas de violencia
Normalmente se vincula la violencia de género con el maltrato en la relación de pareja. Sin embargo, existen otras formas de violencia hacia las mujeres, dentro y fuera del ámbito doméstico. En todas ellas, si hablamos de factores de riesgo de victimización, el más relevante es ser mujer.
Una forma de violencia que ha aumentado significativamente en las últimas décadas es el maltrato de hijos e hijas hacia sus progenitores. Se conoce como violencia filio-parental (VFP). Se trata de una forma de violencia juvenil de tipo físico, verbal, psicológico y económico.
Las víctimas de esta violencia son, sobre todo, las madres (un 90 %) y, en especial, las que conforman familias monoparentales. Se considera que la mitad de los delitos cometidos en España por menores consisten en la agresión a familiares. Sin olvidar que muchas de las víctimas de este tipo de violencia también sufren maltrato por parte de su pareja.
La punta del iceberg
Se invierten enormes recursos para elaborar programas de prevención e intervención en relación con la violencia de género en la pareja. Estos recursos se dedican principalmente a determinar cuáles son los factores que facilitan que el hombre ejerza violencia contra su pareja y cuáles predisponen a las mujeres a ser víctimas. Sin embargo, sabemos que la violencia contra las mujeres tiene un origen multicausal.
Aunque se están empleando estrategias, tanto jurídicas como sociales, los datos muestran que este fenómeno está lejos de ser erradicado. En España, el Ministerio de Igualdad contabiliza la escalofriante cifra de 1.238 mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas entre 2003 y 2023. Y esto es solo la punta del iceberg de la incidencia real, ya que no tiene en cuenta todos los casos. Además, si consideramos todas las víctimas, no solo las que perdieron la vida, las cifras son alarmantes.
Si a esto le unimos que en el año 2022 la Fiscalía General del Estado intervino en 4 669 casos de violencia de hijos/as hacia padres y madres, la gravedad de la violencia contra las mujeres se convierte en muy preocupante.
Perfil de los jóvenes agresores
Quienes agreden a sus progenitores son jóvenes con poca empatía y baja autoestima, muy impulsivos y con escasa tolerancia a la frustración. Suelen gestionar mal la ira y les cuesta identificar y expresar emociones. Dos tercios son varones.
La agresión de las hijas hacia sus madres se interpreta como un intento de distanciarse de la imagen de vulnerabilidad atribuida a las mujeres.
Las víctimas, por su parte, suelen desarrollar estilos educativos permisivos y sobreprotectores. Aceptan la violencia como instrumento de solución de problemas y presentan grandes dificultades para manejar la relación con sus hijos e hijas.
La dificultad aumenta si en una familia monoparental debe conciliar su vida laboral y familiar. El vínculo con los hijos se ve muy afectado. En cualquier caso, lo más difícil para hacer frente a este fenómeno es lo impenetrable del medio familiar: es una realidad en gran parte invisible .
Los modelos explicativos actuales incluyen aspectos culturales y sociales como base de la violencia contra las mujeres. Destacan la interiorización de la socialización diferencial y el reparto de roles.
La importancia de educar en igualdad
En los años 2008 y 2014 el Observatorio de la Imagen de las Mujeres del Instituto de la Mujer subrayaba, en sendos informes, la permanencia en la sociedad española de estereotipos según el género. Los estereotipos asignados a las mujeres tenían que ver con su papel en el cuidado del hogar y de otras personas. Se da por hecho que las mujeres tienen cualidades para estos trabajos de las que los hombres carecen, como la empatía o el espíritu de sacrificio.
La interiorización de los roles y estereotipos de género asignados por la socialización diferencial acaban siendo asumidos como mandatos de género por los varones y por las mujeres. Podrían ser consideradas la razón principal de la violencia ejercida contra las mujeres por el hecho de serlo, al situarlas en una posición de inferioridad que las hace vulnerables.
Mientras la socialización diferencial y los mandatos de género no desaparezcan, no habrá una igualdad real y efectiva. La educación en igualdad se convierte así en el elemento esencial. Sin ella difícilmente lograremos disminuir estas dramáticas cifras.
Es el momento Alexa Moreno. La gimnasta mexicana vive un ciclo olímpico con alegrías. Tras quedar cuarta del mundo en la prueba de caballo en Tokio 2020, la deportista decidió pasar por el quirófano para limar los problemas que le aquejaban. Pasada la tediosa recuperación, empezó a competir en 2023. Como si recolectara tesoros en la playa, Alexa Moreno deslumbró el año pasado y le ha empezado a sacar brillo a un talento que, con los años, ha mejorado. Este sábado, ha conquistado una medalla de oro en la Copa del Mundo, realizada en Eslovenia.
Ese 2023 fue crucial para Moreno. Ganó oro en salto en el Campeonato Panamericano de Gimnasia, en su primera competencia y luego una plata en el All Around por equipos. En los Juegos Centroamericanos, en San Salvador, se quedó con cinco preseas, entre ellas dos oros en piso y salto. En la Copa del Mundo, en París, dio la campanada al ganar otro metal áureo. En octubre, compitió en el Mundial realizado en Bélgica, aunque se quedó a un lugar del podio. Los Juegos Panamericanos en Santiago de Chile, sin embargo, fueron un poco amargos porque la deportista solo compitió en la prueba por equipos y se retiró para cuidar una lesión.
Alexa Moreno 🇲🇽 drills a handspring front 1.5 twist on Vault for 🥇 in Koper! #FIGWorldCup#Gymnastics
2024, año olímpico, suponía un gran reto para la mexicana que quiere competir en sus terceros Juegos. El pasado 25 de mayo, la mexicana compitió en un torneo mundial organizado en Bulgaria. Moreno ganó el bronce en salto, detrás de la búlgara Valentina Georgieva y la alemana Karina Schoenmaier. Este sábado, el primero de junio, la mexicana se quedó con el peldaño más alto del podio al superar a la croata Tijana Korent y a la austriaca Leni Bohle. La mexicana, quien fuera discípula del español Alfredo Hueto, ha tenido un impulso desde su participación en Japón tras publicar un libro, afianzar un patrocinio con Toyota y estar inmortalizada en una Barbie.
México ve en Alexa Moreno una de sus mejores representantes para los próximos Juegos Olímpicos, que inician el viernes 26 de julio. El equipo de natación artística, el de clavados, de tiro con arco y la marchista Alegna González y la gimnasta son los rostros a seguir. Moreno tiene en la mira París, donde ya sabe lo que es ganar.
La situación de las mujeres latinas en los Estados Unidos es complicada y dos estudios publicados la semana pasada revelan presiones sociales y culturales que sienten las latinas y cómo la brecha salarial de género no ha cambiado.
Así lo muestran dos encuestas realizadas por el Pew Research Center, publicadas el 14 y el 15 de mayo, sobre las presiones que sienten las latinas en Múltiples facetas de sus vidas y cómo a pesar de que más están obteniendo títulos universitarios y su participación en el El mercado laboral ha incrementado, la brecha salarial no ha cambiado.
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El primer estudio es el resultado de una encuesta a 2.600 latinas en los Estados Unidos en el que la mayoría de ellas se sentían presionadas para tener éxito en el trabajo, mantener a sus seres queridos en el hogar, mientras que al mismo tiempo priorizan a los hijos y el matrimonio, y mantenían ciertos estándares de belleza.
Este estudio no solo exploró las presiones que sienten los hombres y las mujeres latinas, sino que además abordó temas cómo sexismo (en la escuela, el lugar de trabajo y la familia), acoso y discriminación en el último año, y el género y cómo. este modelo la vida cotidiana.
Según el informe, las latinas entre 18 y 29 años reportaron más probabilidades de experimentar incidentes de discriminación o acoso que las latinas mayores.
También exploró cómo califican las latinas su felicidad: el 86 por ciento de las latinas dijo que estaba algo contenta con la forma en que son las cosas en su vida hoy en día.
El segundo reporte ahonda en las brechas salariales de género que en 2023 persistieron : por cada dólar ganado por los hombres hispanos, las latinas ganan $85 centavos en promedio. Y hace una década, ganaron $89 centavos y $87 centavos por dólar en 2003.
Comparados con otros grupos, las mujeres hispanas tampoco vieron una mejora significativa en la última década. En 2023, por cada dólar ganado por una mujer no hispana, la mujer hispana ganó $77 centavos en promedio, y $75 centavos por dólar en 2013.
Así que para hablar de los resultados de ambos estudios, invitamos a uno de los dos autores de uno de los informes, Luis Noe-Bustamante, quien es investigador sobre raza y el origen étnico y tendencias hispanas en el Pew Research Center.
Más detalles en nuestra conversación a continuación.
A la nicaragüense Gioconda Belli (Managua, 1948) escribir sobre la sexualidad femenina y las «cosas» de mujeres le ha hecho pagar el «precio» del «escándalo» desde sus inicios como poeta en la década de 1970, aunque reconoce que ahora está más normalizado hacer odas a lo erótico.
«Para mí, que empecé a escribir poesía un poco por ‘motu propio’, me di cuenta que ser mujer y el escribir sobre cosas de mujeres me hizo pagar un precio, que era que la gente me encontró escandalosa la poesía erótica», dice Belli en una entrevista a la Agencia EFE en marco de su presencia por el festival Centroamérica Cuenta, en Panamá.
Belli, autoproclamada feminista y parte del movimiento, cree que hay un «avance» de los derechos de las mujeres y una mayor normalización de la escritura sobre la sexualidad femenina pese a que «falta mucho camino por recorrer» y equidad que conquistar.
«Tengo una conciencia clara del importantísimo rol de la mujer en la historia, en el mundo, y de que todavía no ocupamos el lugar que nos corresponde. (Aún) sufrimos de una serie de desigualdades, minimización e invisibilidad», alega.
Sus andaduras como poeta comenzaron en el periódico La Prensa de Nicaragua hasta que en 1972 publica «Sobre la grama», su primer poemario con un tono erótico y feminista, muy revolucionario para aquella época, como la misma artista admite en esta entrevista.
Inspirada en escritoras anglosajonas como Virgina Wolf o Angela Davis, su universo literario está plagado de ideas feministas como son los libros «La mujer habitada» (1988), en el que abarca «la participación de la mujer en la historia» y «El país de las mujeres» (2010), una utopía con «mucho humor» y «una visión de lo que podría ser un mundo gobernado» por mujeres, según sus palabras.
«Nicaragua es el amor de mi vida y mi musa»
Nicaragua es otro gran protagonista de la obra literaria de Belli: desde la historia de ese país centroamericano hasta los paisajes están plasmados entre la veintena libros y poemarios que ha escrito.
«Nicaragua es el amor de mi vida», admite Belli. Y procede a recitar un breve verso de uno de sus poemas: «Nicaragua vos sos mi hombre con nombre de mujer«.
Al ritmo de una oda sentencia: «Mi amor por Nicaragua, amor de la piel, no solamente es un amor patriótico. Es un amor que tengo por las nubes, por lo que está por los labios, por la belleza del país, por su gente, porque tenemos un héroe de poeta (Rubén Darío)».
Lejos de sentirse apátrida tras ser despojada de su nacionalidad en 2023 junto con otras casi 300 personas por «traición a la patria» -inclusive Sergio Ramírez, su «colega de sufrimiento»- , admite que va a seguir escribiendo sobre el Nicaragua: «Es mi musa, incluso».
Un pasado político
Forzada a un segundo exilio en España – el primero fue durante la dictadura de Anastasio Somoza-, hoy reflexiona sobre su pasado guerrillero al ser miembro de la revolución sandinista con el Frente Sandinista de Liberación Nacional, partido al que perteneció hasta 1993, y la crisis sociopolítica de Nicaragua tras las protestas de 2018.
«Para mí no es el movimiento sandinista el que está en el poder porque el sandinismo era otra cosa. Esto que está haciendo Daniel Ortega (presidente) se llama, o él quiere que se llame, sandinismo y quiere usufructuar toda la historia de lucha. Eso es una dictadura tan mala como la de su entonces (Somoza)», dictamina.
Y concluye: «El sandinismo ya pasó. Fue un momento histórico. No creo que tampoco se deba tratar de reeditar, creo que hay que crear otro tipo de resistencia, otro tipo de oposición democrática».
Mi madre nació en 1943, en un país donde no se le permitía votar. El gobierno mexicano no le otorgó a las mujeres el derecho a votar en las elecciones nacionales —o el derecho a ocupar cargos públicos a nivel nacional— hasta el 17 de octubre de 1953. Hoy, casi 71 años después, por primera vez dos mujeres encabezan la contienda electoral para ser la próxima presidenta de México: Claudia Sheinbaum, la puntera en las encuestas, y Xóchitl Gálvez. No es una hazaña menor para un país con una larga y compleja relación con el machismo, y donde cada día mueren asesinadas un promedio de 10 mujeres o niñas.
Y, sin embargo, este logro a menudo se ha sentido como algo secundario en estas históricas elecciones. Sheinbaum, una científica que se presenta en la candidatura del partido gobernante, Morena, y Gálvez, una empresaria que representa a una coalición de partidos convertidos en oposición, han aludido a los logros del feminismo y su influencia en la vida pública mexicana. Pero han sido cautas respecto a detenerse demasiado en los temas de los derechos de las mujeres en sus campañas, abordando muy superficialmente el aborto y los derechos reproductivos, por lo que podría parecer cierta deferencia a los votantes conservadores. Ninguna ha presentado un plan de gobierno sólido para atender a las mujeres que las han llevado adonde están hoy.
Porque, mientras México se sumía en su pesadilla de violencia generalizada, desde la guerra contra el narcotráfico respaldada por Estados Unidos, pasando por el gobierno de Felipe Calderón y hasta el sexenio del presidente saliente, Andrés Manuel López Obrador, han sido las mujeres —su incansable trabajo, su rabia infinita y su dolor cada vez más profundo— quienes le han dado a este país una brújula moral. Las movilizaciones de las mujeres han cobrado más fuerza y estruendo ante la indiferencia y la represión del gobierno; han constituido la única oposición seria contra el statu quo y han convertido las cuestiones de los derechos de las mujeres y la justicia de género en temas centrales de cualquier debate sobre nuestro futuro en común.
Para ser justos, a los hombres que han aspirado a la presidencia tampoco se les ha exigido históricamente que presenten sus planes para las mujeres. Rara vez se les pregunta al respecto. Sin embargo, las mujeres constituyen algo más de la mitad del electorado mexicano, por lo que es imperativo que Sheinbaum y Gálvez hablen de sus puntos de vista y sus posturas sobre asuntos que afectarán los cuerpos, la seguridad y la vida cotidiana de las mujeres; no porque sean mujeres, sino porque son candidatas a la presidencia que luchan por representarnos a todos y todas en el más alto cargo político del país.
Casi con toda seguridad, el 2 de junio una mujer recibirá el mandato de gobernarnos a todos. Será la presidenta de unos votantes profundamente preocupados por la inseguridad y la corrupción. La política de seguridad del gobierno actual —conocida como “Abrazos, no balazos”— no ha conseguido reducir la violencia desatada por la fallida y mal llamada guerra contra las drogas, hecho que se pone dolorosamente de manifiesto con el creciente número de desapariciones y los altos índices de violencia de género. Una impactante cifra de colectivos de víctimas, compuestos en su mayoría por madres, esposas, hermanas e hijas de personas desaparecidas, recorren el país con escaso o nulo presupuesto o apoyo institucionales, en ocasiones desenterrando ellas mismas los restos de sus seres queridos.
Las mujeres marcharon para celebrar el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, en Ciudad de México, el 25 de noviembre de 2023.Credit…Aurea Del Rosario/Associated Press
Las mujeres de mi familia no cuentan solo la historia del voto en México. También estamos entre las innumerables familias que buscan justicia para sus hijas asesinadas en un país donde la impunidad y la corrupción suelen ponerles obstáculos, sobre todo en los casos de feminicidio. Uno de los muchos casos pendientes hoy en México es el de Liliana Rivera Garza, mi hermana menor, asesinada el 16 de julio de 1990. El presunto feminicida nunca ha sido detenido, a pesar de tener una orden de arresto.
Pero esto es solo una parte del panorama. Quien llegue a la presidencia de México también gobernará un país que alberga un influyente y activo movimiento de mujeres. En México, el feminicidio es un delito específico; en 2019, en Ciudad de México, cuando Sheinbaum era su jefa de gobierno, se creó una fiscalía especial para el delito de feminicidio. Mientras que la Corte Suprema de Estados Unidos revocaba su fallo en el caso Roe contra Wade en 2022, la Suprema Corte de Justicia de México despenalizaba el aborto en 2023. Queda mucho trabajo por hacer: por la justicia económica, la igualdad de acceso a la educación y los derechos laborales, y contra el racismo, la homofobia y la transfobia. Pero esta generación de mujeres mexicanas jóvenes ha logrado auténticos progresos, al ayudar a encontrar un lenguaje que sea lo bastante preciso, compasivo y contundente para desmantelar los relatos que las han silenciado por la fuerza y normalizado la violencia de género durante demasiado tiempo.
Su éxito es parte de algo más grande. En toda América Latina, las mujeres han estado a la vanguardia de la lucha contra las dictaduras militares en Chile (el movimiento de las arpilleras, por ejemplo) y Argentina (las Madres de Plaza de Mayo). Hoy responsabilizan de la violencia a sus países y reclaman el espacio público para recordarnos que ellas —que todas nosotras— tenemos derecho a vivir y prosperar con seguridad. El 25 de noviembre de 2019, durante la celebración del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, el colectivo feminista chileno LASTESIS interpretó la canción protesta “Un violador en tu camino”, convocándonos a miles de nosotras a corear contra nuestros gobiernos. La próxima presidenta de México debe ser consciente de que la energía liberada por estas acciones, que reverbera en América Latina y más allá, ha llegado para quedarse.
Son estas luchas y reivindicaciones las que han configurado el escenario político en el que Sheinbaum y Gálvez se encuentran ahora. ¿Tendrá la próxima presidenta de México la voluntad y la capacidad de honrar esa historia y de reconocer que la igualdad de las mujeres y la justicia de género no son cuestiones marginales, sino cruciales para el futuro de nuestro país? ¿Estará preparada para enfrentarse al inmenso desafío del crimen organizado, dentro y fuera del gobierno, para garantizar una vida libre de violencia para todas? ¿Preservará y defenderá la seguridad de los periodistas y activistas que arriesgan su vida cuando le hacen preguntas difíciles al poder? A diferencia de los anteriores mandatarios, ¿ella escuchará?
Creo que las mujeres son seres humanos complejos con “toda una gama de conductas que van desde lo santo a lo demoníaco, incluido lo criminal”, como escribió una vez Margaret Atwood. Y muchas dirigentes mujeres —Margaret Thatcher y Corazón Aquino, por citar solo dos— han demostrado que el hecho de que una mujer gobierne el país no se traduce necesariamente en apoyo a las mujeres. Como todos los presidentes del pasado, y del futuro, la próxima líder de México será juzgada, no por su género, sino por las decisiones y los actos de su gobierno.
La historia de mi madre forma parte de un México, uno en el que las mujeres han cooperado para llevar a dos candidatas hasta este momento. La historia de mi hermana Liliana nos advierte de otro México, uno donde la violencia acaba con las cosas antes de que empiecen. Dos años antes de su muerte, Liliana ejerció su derecho al voto, el 6 de julio de 1988, y se unió entusiasmada a la multitud que se congregó después en el zócalo de Ciudad de México. Estaba dispuesta a defender nuestra incipiente democracia y a oponerse al omnipresente fraude electoral que mantuvo entonces al Partido Revolucionario Institucional en el poder.
Ella, como las otras innumerables víctimas de la violencia contra las mujeres en México, no podrá votar esta semana. Solo podemos votar si estamos vivas.
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✍🏻 Cristina Rivera Garza es autora de El invencible verano de Liliana, que ganó el Premio Pulitzer este año.
Amneris Chaparro es doctora y maestra en teoría política. Su campo de estudio son los feminismos y estudios de género. Cuenta que en clase siempre les dice lo siguiente a sus alumnas: “Imagínense. Mi mamá nació en 1953, es decir, lo que tiene de vida es lo que las mujeres en México tenemos de ciudadanas. Eso quiere decir que hace 34 generaciones atrás, las mujeres de mi familia no eran ciudadanas de este país, entonces creo que es importante tener esa perspectiva histórica de lo novedoso que es ser considerada como igual a los hombres”. La académica del Centro de Investigaciones y Estudios de Género de la UNAM (CIEG) recalca la importancia de no dar por sentado o asumir que fue “muy fácil” tener a dos aspirantes mujeres a la presidencia de México, al contrario, “ha sido una lucha de muchos años y que ha costado”, aclara.
La semilla para la culminación de un viaje de 70 años, en el que la República tendrá a la primera presidenta de su historia este domingo 2 de junio, se remonta a la Revolución mexicana con la lucha de las mujeres ante un denominador común: derrocar la dictadura de Porfirio Díaz; y que posteriormente fue tomando forma en Yucatán, en 1916, con el primer Congreso Feminista, hasta materializarse décadas después, en 1953, durante el Gobierno de Adolfo Ruiz Cortines, quien concedió el sufragio universal a las mujeres y, con ello, su calidad de ciudadanas.
“Una de las demandas principales para el nuevo gobierno posrevolucionario [en Yucatán, en 1916] fue la del sufragio, que las mujeres puedan votar y ser votadas. Ese es un parteaguas importantísimo del feminismo mexicano”, afirma Chaparro.
Adela Velarde Pérez, la primer adelita, en una imagen sin datar.
Si bien en 1953, con la reforma constitucional, las mujeres adquieren la ciudadanía plena, los obstáculos tanto en el espectro social como en el legal hicieron una sombra incómoda. La docente de la UNAM toma el caso de Matilde Montoya, quien fue la primera mujer egresada de medicina en México en 1879, pero que tuvo que luchar por recibir su título ya que una de las justificaciones por la cual no podía hacerlo, era debido a que este señalaba que era de médico, no de médica.
Existe una cuestión universal de los derechos humanos, pero que en la práctica es más complicado, a pesar de que ahora se cuenta con un padrón electoral en el que, en promedio, las mujeres votan más. En la contienda anterior, con base a los resultados del Estudio muestral sobre la participación ciudadana en las elecciones federales de 2018, se dio a conocer que las mujeres votan más que los hombres, 66,2% contra 58,1%, una diferencia de ocho puntos porcentuales dentro del 62,3% del total de la ciudadanía que acudió a las urnas.
Hombres votan en San Gregorio Atlapulco, en la elección de 1958.ARCHIVE PHOTOS (GETTY IMAGES)
“También habría que pensar quiénes son esas mujeres que sí pueden votar y quiénes son las mujeres que llegan a puestos de representación. Ahí hay lo que en estudios de género llamamos un cruce que hay pensarlo de manera interseccional. Cuáles son los distintos factores, además del género, que obstaculizan que ciertas personas lleguen a ciertas posiciones de poder”, cuestiona Chaparro.
Lo que se decía en la época para oponerse al voto femenino era que las mujeres pertenecían al espacio de la casa y no la política, ya que “significaría una corrupción de sus almas y que se desocuparían de sus labores naturales”, complementa la académica del Centro de Investigaciones y Estudios de Género. Sin embargo, no fue hasta dos décadas después, en 1975, cuando Ciudad de México fue elegida por Naciones Unidas para albergar la Conferencia Mundial del Año Internacional de la Mujer que se comienzan a materializar políticas públicas enfocadas en la mujer.
Varias disposiciones que se encontraban en el Código Civil de 1928 fueron derogadas, entre las que destacan el permiso del marido para que la mujer casada pudiera tener trabajo remunerado. También se estableció el derecho a las mujeres para ser sujetas de dotación de tierras y convertirse en ejidatarias.
“El Gobierno mexicano obviamente lo hizo con la presión de saber que iban a ser anfitriones de este gran evento. Es un cambio que no es menor, porque decir ante la ley que hombres y mujeres son iguales tiene mucho significado y eso permite que a partir de los setentas, que también es la década de la segunda ola del feminismo, se comienza a articular planes de acción desde las feministas que exigen formas específicas de representación de las mujeres. Comienza una suerte de concientización sobre cuáles son los temas de la agenda que tienen que ver con representación, con derechos reproductivos, con nombrar a las violencias. Todo eso comienza a suceder a partir de este momento”, dice la docente del CIEG.
A pesar de ver cierto recelo por parte de Claudia Sheinbaum y de Xóchitl Gálvez a pronunciarse como feministas, porque “sigue siendo un término complicado y que devora la cabeza de mucha gente”, Chaparro aún lo considera una victoria para el movimiento. Aunque se tardó, se pudo llegar a ese momento donde tener a una mujer en la presidencia de la República es real. “El momento extraordinario que estamos viviendo también puede ser entendido no solo como un triunfo de la democracia, sino del movimiento feminista de largo plazo. Tendría que dejar de ser extraordinario. Tenemos que llegar a un momento en este país en que las mujeres dejen de ser las primeras en algo”, afirma.
Xóchitl Gálvez con un pañuelo morado contra la violencia de género, el 7 de marzo de 2023 en Ciudad de México.MARIO JASSO (CUARTOSCURO)
Aunque advierte respecto a un aspecto fundamental: identidad de género no es conciencia de género. Es decir, muchas de las mujeres que están en la política no necesariamente abrazan una agenda a favor de sus similares ni mucho menos una agenda feminista, pero destaca que es importante que estén ahí no porque también demuestra que tienen muy distintas posiciones e ideologías políticas.
También señala una pregunta que fue recurrente durante esta campaña electoral: “¿está México listo para una mujer presidenta?”. Cuestiona los entredichos a las candidatas sobre su lugar y una supuesta influencia de un hombre tras su protagonismo, ya sea del presidente de México o de un partido político. “Nadie dice detrás de Máynez está Dante Delgado o Samuel [García] o Colosio Riojas [Luis Donaldo] debido a que las mujeres en la política siguen siendo pensadas como que no pertenecen ahí”, añade.
Claudia Sheinbaum saluda durante un evento del Día de la Mujer, el 8 de marzo de 2023.ANDREA MURCIA MONSIVAIS (CUARTOSCURO)
Lo que más bien le preocupa sobre el cuestionamiento sobre si “México no está preparado”, es que desemboque en reacciones más violentas. Ante cualquier falla de la nueva presidenta, se dirá que es una falla de todas las mujeres, cuando un montón de hombres han gobernado, se han equivocado y estos errores no se han pensado como fallas del género masculino, explica.
“Tenemos que ver qué pasa después del 2 de junio y de la toma de la presidencia en septiembre. Lo que más me preocupa es que la condición de ser mujer sea un disparador para nuevas formas de violencia o ataques mucho más crueles, más agudos a las mujeres en cualquier puesto de representación pública por razones de género, donde se asoma la misoginia, el sexismo. Creo que eso sí va a pasar porque ningún país o cultura está preparado para tener mujeres en espacios donde no es usual tener mujeres”, concluye la especialista.
El feminismo ha sido una lucha de siglos. México, con su nueva mandataria, continuará otro sexenio en la batalla por la igualdad y con el desafío de seguir rompiendo nuevas barreras.