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  • Hace falta perspectiva de género al juzgar a mujeres infractoras: especialista internacional

    Hace falta perspectiva de género al juzgar a mujeres infractoras: especialista internacional

    Durante su ponencia magistral en la IBERO Ciudad de México, la Dra. Claudia Pecorella, Catedrática de Derecho Penal de la Universidad de Milán-Bicocca, puso sobre la mesa la falta de perspectiva de género cuando una mujer comete un crimen. “Son mujeres juzgadas sin mirar a sus ojos”, dijo, ya que el sistema de justicia debería analizar las razones por las que las mujeres cometen delitos y actuar en consecuencia.

    Impartió su conferencia, La difícil situación de las mujeres en las cárceles italianas: Entre discriminaciones e incomprensiones, durante el primer día de actividades de la segunda edición de la Cátedra Binacional organizada entre esta casa de estudios y la Universidad de Milán-Bicocca Los Derechos Humanos en una perspectiva universitaria entre México e Italia, con el tema: Mujeres privadas de la libertad desde la perspectiva de los Derechos Humanos.

    De acuerdo con datos presentados por la especialista y tomados del Ministerio de Justicia italiano, en ese país el 16.4% de las mujeres encarceladas cometieron prostitución; 4%, delitos contra el patrimonio (hurto); 3.5%, delitos relacionados con drogas, y 3.3%, delitos contra la persona. “¿Es realmente necesario encerrar a las mujeres?”, preguntó, en consideración a la baja peligrosidad que en realidad representan.

    Según un análisis de las sentencias del Tribunal de Milán de 2015 a 2017, las mujeres cometen delitos a una edad promedio más avanzada que los hombres, después de los 55 años, después de una vida de maltrato, dijo la Dra. Pecorella, “no se reconoce la legítima defensa”. Además, sólo el 5.9% de las mujeres en prisión tienen antecedentes penales y, en general, suelen tener papeles marginales en la comisión de delitos, ya que suelen realizarlos con otras personas.

    Dr. Giovanni Figueroa, Dra. Claudia Pecorella y Dr. Ricardo Ortega Soriano.

    Señaló que en Italia y México las mujeres representan 4.2% y 5.6% de la población carcelaria, respectivamente. Este bajo porcentaje, dijo, presenta inconvenientes como la falta de lugares adecuados para alojarlas, porque en general no se construyen cárceles adaptadas a la naturaleza y la exigencia de las mujeres, sino que están hechas “a escala del hombre”.

    En Italia, explicó, sólo hay cuatro cárceles para mujeres, y el resto están en secciones femeninas en prisiones de hombres, donde hay separaciones muy marcadas. En el caso de México, explicó, no hay separaciones así de claras. Por ello, las mujeres son mucho más vulnerables, puesto que se ven expuestas a abuso sexual, prostitución y extorsión por parte de grupos delictivos recluidos en la sección varonil.

    La doctora destacó que el propósito de la reclusión, según el artículo 27 de la Constitución italiana, es la rehabilitación de la persona condenada. En línea con ese objetivo, propuso “que los centros antiviolencia entren en las cárceles femeniles”, ya que las mujeres privadas de la libertad muchas veces no saben que la violencia que sufrieron como niñas o como adultas suelen ser la causa de los crímenes por los que fueron sentenciadas.

    En su intervención, el Dr. Ricardo Ortega Soriano, Director del Departamento de Derecho de la Universidad Iberoamericana, agregó a este panorama los problemas estructurales de las cárceles, la corrupción y la sobrepoblación de las mismas.

    Esta Cátedra Binacional continúa su programa este martes y miércoles con cuatro mesas temáticas sobre maternidad y cárcel, modelos de reinserción con perspectiva de género, migración y cárcel y testimonios desde las voces de la cárcel.

    Texto y Fotos: Yazmín Mendoza

  • Gaza: Alertan por mortal hambruna infantil y abusos a mujeres palestinas

    Gaza: Alertan por mortal hambruna infantil y abusos a mujeres palestinas

    La desnutrición aguda entre los niños y las mujeres embarazadas y lactantes en Gaza están aumentando fuertemente y la situación es especialmente grave en el norte, lo que está a punto de provocar una «explosión de muertes», según han alertado en un comunicado de prensa conjunto la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Fondo de la ONU para la Infancia (UNICEF) y el Programa Mundial de Alimentos (PMA).

    «La Franja de Gaza está a punto de ser testigo de una explosión de muertes infantiles evitables que agravaría el ya insoportable nivel de mortalidad infantil en Gaza», ha declarado el director ejecutivo adjunto de Acción Humanitaria y Operaciones de Suministro de UNICEF, Ted Chaiban. Si el conflicto no termina ya, «la nutrición de los niños seguirá cayendo en picado, provocando muertes evitables o problemas de salud», ha añadido.

    Según un nuevo análisis publicado este lunes por el Grupo de Nutrición Mundial, la situación es especialmente difícil en el norte de la franja de Gaza, que lleva semanas sin recibir prácticamente ayuda.

    Los exámenes nutricionales realizados en los refugios y centros de salud del norte del enclave palestino revelan que el 15.6 por ciento, o uno de cada seis, niños menores de dos años sufre desnutrición aguda. De ellos, casi el 3 por ciento padece emaciación grave, la forma de desnutrición más peligrosa para la vida, que expone a los niños pequeños al mayor riesgo de complicaciones médicas y muerte a menos que reciban tratamiento urgente.

    Estos datos se recogieron en enero, por lo que la situación actual será más grave casi con toda seguridad en lo que supone «una situación sin precedentes a nivel mundial».

    Pruebas similares realizadas en el sur de la Franja de Gaza, en Rafá, donde la ayuda ha estado más disponible, revelan que el 5 por ciento de los niños menores de 2 años sufren desnutrición aguda.

    «Se trata de una prueba clara de que el acceso a la ayuda humanitaria es necesario y puede ayudar a prevenir los peores resultados» han advertido las agencias, que han reiterado su llamamiento a proteger Rafá de las operaciones militares.

    Antes de las hostilidades de los últimos meses, la emaciación en la Franja de Gaza era poco frecuente, con sólo un 0,8% de niños menores de 5 años con desnutrición aguda.

    Tras 20 semanas de guerra, los alimentos y el agua potable se han vuelto escasos en la Franja de Gaza y las enfermedades proliferan. «No hay nada para nosotros comer. Ahora comemos lentejas, pero antes de la guerra, solíamos tener pollo, arroz y muchos platos deliciosos. Hoy en día, sobrevivimos con comida enlatada. Solíamos cenar y dormir bien, pero ahora nos acostamos sin cenar», ha relatado a UNICEF Islam, un niño de doce años refugiado en Rafá.

    Este mismo lunes, la coordinadora humanitaria de la ONU para Gaza, Sigrid Kaag, ha informado en Bruselas a los ministros de Asuntos Exteriores de la UE sobre la situación en el enclave y ha advertido de las «consecuencias humanitarias nefastas» de una operación militar ampliada en Rafá.

    «Hay más de un millón de personas hacinadas en Rafá. No está previsto que haya un millón de personas en refugios, en construcciones aleatorias con láminas de plástico. Las condiciones sanitarias son muy preocupantes», ha advertido Kaag.

    Agresiones Sexuales

    Expertos de la ONU han informado además de «denuncias creíbles» de violaciones de los derechos humanos de las mujeres y niñas palestinas en la Franja de Gaza y Cisjordania. Se declararon especialmente «conmocionados» por los indicios de que mujeres y niñas palestinas detenidas han sido sometidas a múltiples formas de agresión sexual.

    Las denuncias de abusos incluyen el desnudamiento y cacheo de mujeres por parte de varones del Ejército israelí. «Al menos dos mujeres palestinas detenidas han sido presuntamente violadas y otras han recibido amenazas de violación y violencia sexual», según los expertos.

    Los expertos informaron sobre fotos de mujeres detenidas tomadas «en condiciones degradantes y publicadas en Internet por el ejército israelí».

    Además, expresaron su profunda preocupación por la detención arbitraria de cientos de defensores de Derechos Humanos, periodistas y trabajadores humanitarios en Gaza y Cisjordania desde el 7 de octubre.

    Según los informes, muchos de ellos han sido sometidos a tratamientos inhumanos y degradantes y a graves palizas. «Al menos en una ocasión, mujeres palestinas detenidas en Gaza fueron encerradas en una jaula bajo la lluvia y el frío, sin comida», han relatado.

    Además, mujeres y niñas palestinas habrían sido ejecutadas arbitrariamente en Gaza, a menudo junto con miembros de sus familias, incluidos sus hijos. «Estamos consternados por los informes sobre el ataque deliberado y la ejecución extrajudicial de mujeres y niños palestinos en lugares donde han buscado refugio o mientras huían», han advertido. Algunos de ellos sostenían trozos de tela blanca cuando fueron asesinados por el Ejército israelí.

    Un número indeterminado de mujeres han desaparecido tras entrar en contacto con el Ejército israelí en Gaza. «Hay informes inquietantes de al menos un bebé de sexo femenino trasladado a la fuerza por el ejército israelí a su territorio y de niños separados de sus padres cuyo paradero se desconoce», ha advertido.

    «Estos presuntos actos pueden constituir graves violaciones de los derechos humanos y del derecho internacional humanitario, y equivaler a graves crímenes de derecho penal internacional que podrían ser enjuiciados en virtud del Estatuto de Roma», han destacado

  • Beneficios laborales, económicos y sociales de invertir en la salud de las mujeres

    Beneficios laborales, económicos y sociales de invertir en la salud de las mujeres

    Comenzar a invertir en la salud de las mujeres permitiría que en 2040 más de 137 millones tuvieran empleo de tiempo completo y que la economía mundial creciera un billón de dólares anuales. Pero lo más importante: 3,900 millones de mujeres tendrían mejor calidad de vida, según un estudio del Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés).

    Además, de las disparidades económicas, persisten desigualdades significativas en el acceso a la atención médica, la investigación y el tratamiento de enfermedades que afectan a las mujeres y a las personas con cuerpos feminizados.

    La brecha de género en la salud les afecta de manera desproporcionada e impacta en esferas de su vida, como la laboral, social, política y también económica.

    Ese problema es abordado en el reporte Cerrar la brecha de salud de las mujeres: Una oportunidad de un billón de dólares para mejorar vidas y economías, que el WEF realizó en colaboración con el Instituto de Salud McKinsey, presentado hace unos días.

    Según el estudio, “las mujeres pasan un 25% más de tiempo con ‘mala salud’ que los hombres”. En promedio, pasan nueve años con afecciones físicas, lo que impacta “su capacidad para estar presente y/o ser productiva en el hogar, en el trabajo y en la comunidad”.

    Lo anterior “reduce su potencial de ingresos”. Y, buscando mejorar su estado de salud, aumentan significativamente sus gastos, sobre todo, si no cuentan con seguridad social.

    En México, el 60% de las mujeres con empleo u ocupación remunerada no están inscritas en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).

    Pero mejorar la salud de las mujeres no sólo tiene que ver con resultados económicos, sino que “es ante todo una cuestión de equidad e inclusión en la salud”, reconocen el WEF y McKinsey.

    Las ganancias de invertir en salud

    De acuerdo con el reporte, la salud materna, neonatal e infantil representa el 5% de la carga económica de salud de las mujeres. El 56% de los gastos es generado por condiciones prevalentes en ellas, y el 43% restante proviene de otros padecimientos.

    “Las mujeres tienen más probabilidades de verse afectadas por una afección específica de su sexo entre los 15 y los 50 años”, es decir, en la mayor parte de sus vidas.

    “Casi la mitad de la carga de salud afecta a las mujeres en sus años de trabajo, lo que a menudo tiene un impacto en su capacidad para ganar dinero y mantenerse a sí mismas y a sus familias”, dice el reporte.

    El objetivo de presentar esta información no es señalar que las mujeres y las personas no binarias con cuerpos feminizados representan un mayor gasto para los centros laborales y el Estado, porque no es así. Al contrario, “una mejor salud está correlacionada con la prosperidad económica”, indican ambos organismos.

    Como se mencionó anteriormente, cerrar la brecha de salud entre hombres y mujeres impulsaría la economía mundial “en al menos un billón de dólares al año para 2040”. Si el informe no señala una cifra de manera contundente es porque, dada la falta de información histórica sobre las condiciones de salud de las mujeres, esa proyección es conservadora. Los beneficios económicos serían mucho mayores.

    Además, al abordar este tema, se reducirían en casi dos tercios el tiempo que pasan con mala salud. “Esto tiene el potencial de ayudar a 3,900 millones de mujeres”, quienes aumentarían siete días de vida saludable al año, en promedio, más de 500 días a lo largo de su existencia.

    Eso mejoraría su progreso educativo y “también podría permitirles participar más activamente en la fuerza laboral”. Si las mujeres tuvieran menos problemas de salud, “les permitiría evitar 24 millones de años de vida perdidos debido a la discapacidad y aumentaría la productividad económica en hasta 400,000 millones de dólares”.

    ¿Qué pueden hacer las empresas?

    La salud de las mujeres ha sido poco investigada y la mayoría de los estudios que sí se hacen, paradójicamente, no tienen una perspectiva de género. “Esta brecha de salud crea sufrimiento innecesario y pérdidas económicas evitables. No tiene que ser así”, dicen el WEF y McKinsey.

    Por ello, proponen cinco frentes colaborativos entre academia, Estado y empresas:

    1. Invertir en diversidad e inclusión centrada en las mujeres
    2. Fortalecer la recopilación y el análisis de datos desglosados por sexo y género
    3. Mejorar el acceso a la atención específica de género
    4. Fomentar inversiones en innovación en salud de las mujeres
    5. Examinar políticas empresariales para apoyar a las mujeres

    Sobre este último punto señalan que, al comprender mejor la diversidad de su personal, “los empleadores podrían invertir en áreas con mayor impacto y potencial”.

    Por ejemplo, si su fuerza laboral incluye mujeres entre 45 y 55 años, deberán contar con políticas laborales flexibles que reconozcan la menopausia.

    Otra política es que, dado que las mujeres tienen más del doble de probabilidades que los hombres de tener síntomas depresivos a lo largo de su vida, “pueden explorar cómo los programas de salud mental ayudan al personal a encontrar recursos de salud mental basados en evidencia que satisfagan sus necesidades”.

    Las empresas también deben “crear espacios de trabajo favorables al embarazo”, informarse sobre la endometriosis —y otras condiciones derivadas de la menstruación—, pero sobre, implementar políticas como las licencias con goce de sueldo.

    Pero incluso podrían comenzar por lo más sencillo, básico y que de hecho es una obligación: inscribirlas al IMSS.

  • Mujeres tienen mismo beneficio cardiovascular que hombres con la mitad de práctica deportiva

    Mujeres tienen mismo beneficio cardiovascular que hombres con la mitad de práctica deportiva

    Los hombres necesitan hacer casi el doble de ejercicio físico que las mujeres para obtener los mismos beneficios cardiovasculares, según un estudio del Instituto de Corazón Smidt de Los Ángeles, recogido este lunes en el Journal of the American College of Cardiology.

    Los investigadores analizaron los datos de actividad física realizada por 412,413 adultos, el 55% de ellos mujeres, en el periodo 1997-2019 procedentes de la Encuesta Nacional de Salud de Estados Unidos.

    Examinaron los resultados específicos de género en relación con la frecuencia, la duración, la intensidad y el tipo de actividad física, llegando a la conclusión de que las mujeres obtienen más beneficios para la salud cardiovascular con el ejercicio que los hombres.

    “Para todos los adultos que aseguraron participar en cualquier actividad física regular, en comparación con estar inactivo, el riesgo de mortalidad fue previsiblemente menor, aunque las mujeres lo redujeron en un 24% con el deporte y los hombres en un 15%”, señaló una de las autoras, Susan Cheng, en un comunicado del Instituto del Corazón Smidt.

    Los investigadores analizaron también la actividad física aeróbica de moderada a intensa, como caminar a paso ligero o montar en bicicleta, y descubrieron que los hombres alcanzaban su máximo beneficio de salud cardiovascular haciendo este tipo de ejercicio cinco horas a la semana, mientras que las mujeres lograban lo mismo con dos horas y media semanales.

    En lo que respecta a las actividades de fortalecimiento muscular, como el levantamiento de pesas, los hombres alcanzaron su máximo beneficio realizando tres sesiones a la semana y las mujeres obtuvieron la misma ventaja con aproximadamente una sesión a la semana.

    A más ejercicio mejor salud

    Según Cheng, las mujeres obtenían beneficios aún mayores si realizaban más de dos horas y media a la semana de actividad aeróbica de moderada a intensa, o dos o más sesiones semanales de actividades de fortalecimiento muscular.

    Teniendo en cuenta todos los tipos de ejercicio y todas las variables, los científicos confirmaron que los hombres obtienen un beneficio máximo de supervivencia cuando realizan 300 minutos de actividad moderada a vigorosa a la semana, mientras que las mujeres obtienen la misma ventaja con 140 minutos.

    Aunque “las mujeres siguen obteniendo más beneficios hasta los 300 minutos semanales”, apunta Cheng.

    Los investigadores señalan que sus hallazgos ayudan a trasladar el antiguo reconocimiento de la fisiología específica del sexo observada en el laboratorio de ejercicio a una visión ahora ampliada de las diferencias de sexo en los resultados clínicos relacionados con el ejercicio.

    Con información de EFE

  • La condena de sentirse constantemente un fraude

    La condena de sentirse constantemente un fraude

    Tengo miedo a que otros me evalúen. Siento que mis logros han sido el resultado del azar. Temo que las personas importantes descubran que no soy tan capaz como creen. Seguro que les parecerá una tontería lo que quiero decir. Esto lo hace cualquiera… Son infinitas las frases que reflejan el síndrome del impostor. Hasta Meryl Streep se ha reconocido en ellas. Este fenómeno fue descrito en 1978 por las psicólogas clínicas estadounidenses Pauline R. Clance y Suzanne A. Imes. Lo definieron entonces como un sentimiento intenso de falsedad respecto a la imagen de competencia que es experimentada por personas con un nivel académico alto. Según las estadísticas, hasta un 50% de las personas que tienen reconocimiento conviven con estas sensaciones. En 2000, Joan Harvey y sus colaboradores lo asociaron además a determinados rasgos de la personalidad, como una elevada autoexigencia y autocrítica, un alto perfeccionismo y un bajo nivel de autocompasión.

    Quienes se sienten así suelen creerse responsables de los errores y odiar los elogios. Cuando reciben halagos, perciben que sus logros son cuestión de suerte o fruto de que nadie se ha dado cuenta de sus carencias. Se consideran un fraude porque están haciendo un papel que no les corresponde. Tienen miedo al fracaso y niegan sus capacidades, a veces de manera inconsciente. Para compensar el miedo a la derrota, preparan todo en exceso o procrastinan haciendo un esfuerzo final enorme. Este fenómeno se da más en ambientes competitivos y ha sido estudiado, por ejemplo, en el campo de la salud por las doctoras Montserrat González Estecha y Ángeles Martínez Hernanz.

    Es oportuno diferenciar entre una sensación ocasional y que la situación se convierta en algo constante, incluso invalidante. Un indicador para la alarma es que ningún logro resulta suficiente, lo que ocasiona una insatisfacción crónica, o que la alta exigencia traspasa el ámbito profesional y afecta al social o familiar. Si los niveles de estrés se elevan mucho, existe riesgo para la salud física.

    Algunos estudios han encontrado que este síntoma afecta más a las mujeres, por lo que el término se ha popularizado como síndrome de la impostora. Los roles de género hacen que ellas padezcan más este problema cuando se sitúan en posiciones de liderazgo tradicionalmente vinculadas a los hombres. El origen de este cuadro y su mayor impacto entre las mujeres puede tener raíces históricas. Mujeres y poder, de la historiadora Mary Beard, muestra cómo, desde las civilizaciones antiguas, las mujeres fueron relegadas a un papel secundario que aún cuesta romper. El síndrome aparece en la adolescencia y se agudiza en determinados momentos de la vida adulta, como por ejemplo durante la maternidad, cuando se tiene que hacer un esfuerzo doble para demostrar la valía profesional.

    En libros como El síndrome de la impostora: ¿Por qué las mujeres siguen sin creer en ellas mismas?, de Cadoche y Montarlot, o No lo haré bien, de Emma Vallespinós, se proponen algunas recomendaciones para luchar contra este síndrome. Lo primero sería identificarlo y detectar lo que lo desencadena. Luego, suavizar la autocrítica y analizar lo inexactas que son ciertas valoraciones, comparándolas con las opiniones de los demás. Así se consigue cuestionar el lenguaje, que es el depositario de nuestros prejuicios, como señala la autora Chimamanda Ngozi Adichie. También conviene cultivar el autoconocimiento y darse cuenta de las habilidades y fortalezas propias. Trabajar los falsos sentimientos de culpa y aumentar la compasión respecto a nuestros fallos sería otro objetivo. Resulta también útil reducir los hábitos compulsivos de trabajo, aceptar los elogios y saber disfrutar de lo que se hace. La concienciación sobre los sesgos de género desde lo individual y colectivo es también fundamental ya que ayuda a reconocer y superar los propios.

    En el campo empresarial y organizacional, se puede combatir este síndrome con liderazgos participativos a través de personas con actitudes abiertas, creativas y transformacionales. Apostar por estilos de liderazgo saludable fomenta la confianza y la cooperación y combate los juicios y prejuicios competitivos, que desaniman a las personas más prudentes y sensibles a implicarse en los niveles de más responsabilidad. Otra alternativa sería fomentar la mentoría. Tomás Chamorro recoge en ¿Por qué tantos hombres incompetentes se convierten en líderes? que, en la selección de personal, los evaluadores suelen centrarse en cualidades como la confianza, el carisma y la seguridad en uno mismo y muy poco en la competencia o la humildad. Fijarse en estas últimas características reduciría los contextos coercitivos. Otra medida útil sería que las organizaciones implementaran políticas de igualdad de género, la promoción de la diversidad en la toma de decisiones, la conciliación y la igualdad en la remuneración, como señala la profesora Helena Legido.

    Con vistas a las líderes futuras, sería interesante buscar modelos y mentoras referentes, que ayuden a que las mujeres se apoyen mutuamente, se arriesguen, si así lo quieren, pero puedan también aceptar que una tiene derecho a seguir siendo del montón sin sentirse por ello una impostora.

    Patricia Fernández Martín es psicóloga clínica en el Hospital Ramón y Cajal de Madrid.

  • Mujeres en las ciencias e ingenierías: Una lucha por el reconocimiento y la igualdad

    Mujeres en las ciencias e ingenierías: Una lucha por el reconocimiento y la igualdad

    Isabella Lugski, una científica estadounidense que vivió de 1921 a 2017, desarrolló una serie de técnicas directas para analizar datos de difracción de los rayos X. Estas aportaciones recibieron un Premio Nobel de Química en 1985, pero no lo recibió ella, sino su esposo y compañero de investigación, Jerome Karle.

    Como Isabella, muchas mujeres en la historia han producido conocimiento fundamental para el desarrollo de las ciencias exactas, pero han quedado invisibilizadas en los reconocimientos, los galardones e incluso sus nombres y apellidos han quedado fuera de las firmas de los estudios y publicaciones.

    Cuando era pequeña, los Reyes Magos me trajeron un laboratorio Mi Alegría, con lentes, bata, termómetro, pipetas y hasta microscopio. Como en mi casa también dejaban regalos para mis primos, no estaba segura de que el laboratorio fuera para mí, pero sí, tenía mi nombre. Esa fue la primera vez que pensé que podía ser científica, lo raro es que todos los científicos que conocía, en aquel tiempo, eran varones

    La ciencia siempre ha tenido rostros de mujeres, pero científicas como Lugski, Nettie Stevens o Gerty Cori no la tuvieron fácil para que sus aportaciones fueran reconocidas. Y, aunque parece que las cosas avanzan, las niñas y las mujeres de ahora todavía enfrentan retos.

    ¿Cómo es ser mujer y estudiar ingeniería?

    “A mí me tocó estudiar en un período muy difícil, tenía que estudiar muchísimo, en algunos grupos era la única mujer al lado de 40 hombres, siempre pasaba al pizarrón o me preguntaban las cosas por ser la única mujer, como para demostrar porque estaba ahí, la presión era bastante, siempre tenía que estudiar más. Siempre fue muy notoria mi presencia por ser la única mujer. Sufrí acoso por la manera de vestir, yo solía usar falda y, desde esa época, uso puro pantalón. Recuerdo que en las aulas se hablaba mal de las mujeres y tenía profesores que hacían como si yo no estuviera presente”, cuenta Dominga Ortiz Bautista, ingeniera química por la UNAM y docente de la Facultad de Estudios Superiores (Fes Zaragoza).

    Dominga Ortiz tiene 40 años desempeñándose como ingeniera química en el mercado laboral, de los cuales 10 trabajó en la industria de la construcción electromagnética y 30 se ha dedicado a la academia.

    Si graduarse en ingeniería e insertarse en el mundo del trabajo no es fácil hoy, hace 40 años mucho menos, había que comportarse como hombre para que te respetaran, resalta Ortiz Bautista. “En todos los eventos y presentaciones era la única mujer, tuve que formarme un carácter fuerte, no dejarme de nadie”.

    De acuerdo con las cifras más recientes disponibles, en las carreras físico-matemáticas y de ingeniería de la UNAM (Universidad Nacional Autónoma de México) las mujeres representan cerca del 30% de los nuevos ingresos. Hace un par de décadas no representaban ni siquiera el 10 por ciento.

    Estas cifras reflejan que, cada vez, más mujeres deciden estudiar estas carreras, e incluso las mujeres alcanzan tasas de egreso y titulación más altas.

    La experiencia de Daphne Robles Ruíz, egresada de la carrera de Ingeniería en Comunicaciones y Electrónica en ESIME Zacatenco (IPN), da cuentas de esto. “Mi hermana había estudiado lo mismo y me contaba de que había pocas mujeres y todo eso. Pero para mi sorpresa, el primer día de clases, me encontré con un salón lleno de mujeres, y no era el único, había otros dos que estaban llenos de mujeres”.

    Desafortunadamente tener más mujeres graduadas en estas áreas no ha implicado que sus oportunidades laborales o de reconocimiento sean iguales. Especialmente cuando ser mujer se combina con la juventud, la diversidad sexual u otras interseccionalidades.

    Las barreras se hacen más grandes en el mundo laboral

    “Yo, por ejemplo, siento que me tengo que esforzar más por el hecho de ser mujer, y todavía más por ser mujer joven. Esto me orilla a esforzarme el doble para que mi conocimiento sea validado. Cuando alcanzas reconocimiento es gratificante, pero no tendría que ser tan duro probar mis capacidades”, dice Daphne Robles.

    Daphne Robles es Consultora de Servicios Profesionales en Amazon Web Services, uno de los gigantes tecnológicos multinacionales. En esta compañía incluso hay programas de género en donde se abren vacantes para mujeres, pero tampoco han tenido éxito.

    No sólo tienen que trabajar el doble para que las vean y reconozcan, también tienen sueldos y salarios más bajos.

    Las cifras de la ENOE (Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo) también muestran que las mujeres en áreas de ciencias exactas e ingenierías perciben, en promedio, ingresos 20% menores que sus pares hombres.

    La esperanza de un mejor panorama para las nuevas generaciones

    Aunque el camino es largo y el piso es desigual en las ciencias y la tecnología, lo cierto es que cada vez más mujeres se sientan en sillas que siempre estuvieron ocupadas por varones, toman micrófonos, reciben galardones, se ponen trajes de astronauta, descubren curas para distintas enfermedades, patentan vacunas y desarrollan modelos matemáticos.

    Ver más mujeres y tener más mujeres en estas áreas produce que las niñas puedan soñar y crecer sabiendo que la ciencia no es sólo de hombres y que, además, la ciencia necesita de las mujeres.

    “Si tuviera que decirle algo a las niñas, les diría que la ciencia es un mundo maravilloso. Estudiar por qué las cosas cambian, por qué los pájaros vuelan, cómo vuelan los aviones, cómo funcionan los barcos y cómo hacer que lleguen a sus destinos, qué trayecto sigue la luz para llegar a las casas, cómo funciona un celular y qué tiene adentro. Es sólo gracias a la ciencia que tenemos la posibilidad de usar nuevos productos que nos maravillan día con día. Les diría que la tecnología está en todos lados y se necesita para todo, hasta para fabricar dulces y chocolates”, dice Dominga Ortiz, académica de la UNAM.

    En las ciencias y en la tecnología, como en todos los ámbitos, hay una brecha de género importante y los retos para alcanzar sociedades más justas todavía son muchos. Pero es fundamental visibilizar todo lo que las mujeres hacen, lo que han hecho siempre, darles voz y reconocimiento, fomentar la igualdad de oportunidades en el desarrollo académico, señalar y reprobar los estereotipos de género y crear condiciones laborales dignas en estas áreas.

    Es cierto que hay barreras para las mujeres en estas áreas, y en otras, no se trata de negar estas brechas. Pero no nos define, ni define nuestras capacidades. Es importante decir que no es imposible lograrlo, que las mujeres podemos y hacemos ciencia, agregó Daphne Robles.

    Cada 11 de febrero se conmemora el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. Que cuando las niñas piensen en científicos, piensen en femenino. Y que el camino que han recorrido Hipatia de Alejandría, Ada Lovelace, Marie Curie, Katya Echazarreta o Anamaría Font Villarroel no deje de ser ejemplo para las nuevas matemáticas, físicas, químicas, ingenieras, científicas de datos o desarrolladoras de software.

  • Anna Freixas, psicóloga: “Hay un pánico cultural a la menopausia que se transmite a las mujeres”

    Anna Freixas, psicóloga: “Hay un pánico cultural a la menopausia que se transmite a las mujeres”

    Hay vida más allá de la menopausia. Y “buena vida”, conviene la psicóloga feminista Anna Freixas (Barcelona, 77 años). La pensadora, catedrática de Psicología ya jubilada, acaba de actualizar, 17 años después de su publicación (en Paidós), el libro Nuestra Menopausia, una versión no oficial (Capitán Swing, 2024), donde fija su mirada crítica sobre la percepción sociocultural de esta etapa de la vida y desmonta mitos, estigmas y tabúes….

    https://elpais.com/salud-y-bienestar/2024-02-13/anna-freixas-psicologa-hay-un-panico-cultural-a-la-menopausia-que-se-transmite-a-las-mujeres.html
  • Las píldoras anticonceptivas disminuyen el deseo sexual en algunas mujeres

    Las píldoras anticonceptivas disminuyen el deseo sexual en algunas mujeres

    La relación entre las píldoras anticonceptivas y el deseo sexual ha sido complicada desde el principio.

    Se sabe que la píldora le abrió paso a una revolución sexual y, sin embargo, para algunas mujeres, el coctel de hormonas que evita el embarazo también disminuye la libido.

    “En una minoría de mujeres, las píldoras anticonceptivas orales pueden ocasionar disfunciones sexuales muy importantes”, afirmó Andrew Goldstein, ginecólogo y expresidente de la Sociedad Internacional para el Estudio de la Salud Sexual de la Mujer.

    Hace una década, los investigadores analizaron 36 estudios sobre los efectos secundarios de la píldora anticonceptiva hormonal combinada (que contiene estrógenos y progestina). Descubrieron que el 15 por ciento de las 13.700 mujeres que participaron en el estudio declararon que su libido había disminuido durante el tiempo que tomaron la píldora. En los años transcurridos desde entonces, solo unos pocos estudios han analizado las causas y no han llegado a un consenso, sobre todo en lo que se refiere a las distintas versiones de la píldora, que contienen dosis distintas de hormonas.

    Pero lo que está claro es que la píldora reduce los niveles de testosterona en circulación, lo que los investigadores consideran el vínculo fundamental con el deseo sexual.

    La disminución de la libido no se reconoce en los prospectos de seguridad de la píldora, y muchos médicos de atención primaria o ginecólogos tampoco son conscientes de que puede ser un problema, dijo Goldstein. Por eso, cuando las mujeres se lo mencionan a los profesionales de la salud estos a menudo les responden que “no puede ser por la píldora”.

    La pérdida de deseo sexual se manifiesta de diversas maneras, según Lauren Streicher, profesora clínica de obstetricia y ginecología de la Universidad Northwestern. De manera anecdótica, Streicher ha observado que algunas mujeres sienten cambios en su libido a las pocas semanas de empezar a tomar la píldora, mientras que los estudios han revelado que, para otras, el cambio tarda meses o años en producirse. Además, afirmó que, para algunas, comienza con la pérdida del deseo espontáneo de tener sexo y luego evoluciona hacia una falta de excitación en respuesta a estímulos.

    Un estudio de 2016 les asignó de manera aleatoria la píldora anticonceptiva o un placebo a 340 mujeres durante tres meses para medir cómo afectaba a la función sexual en general. Los investigadores midieron los niveles de ciertas hormonas en sangre y usaron una encuesta para determinar cuántos encuentros sexuales habían tenido las participantes, así como si habían cambiado factores como el deseo, la excitación, el orgasmo, el placer y la autoimagen. Aunque la píldora no afectó la función sexual general, que se midió sumando la puntuación de los resultados de la encuesta, el estudio reveló que sí afectaba de manera negativa el deseo, la excitación y el placer.

    La píldora también se ha relacionado con la reducción de la lubricación, lo que puede hacer que las relaciones sexuales sean dolorosas y afectar así la libido, según Goldstein.

    Además, algunas mujeres que toman la píldora desarrollan una afección denominada vulvodinia mediada por hormonas, en la que los tejidos de la abertura de la vagina se vuelven secos, dolorosos y “muy pálidos”, explicó Streicher. Un estudio de 2002 reveló que las mujeres que tomaban anticonceptivos orales tenían más probabilidades de desarrollar estos síntomas físicos que las que no tomaban la píldora, aunque el riesgo global sigue siendo bajo.

    “Si alguien tiene vulvodinia, va a perder la libido”, dijo Streicher, y añadió: “Si te duele demasiado la vagina, tu cerebro va a decir: ‘No quiero hacer esto’”.

    Según Goldstein, las píldoras anticonceptivas combinadas reducen la cantidad de testosterona en el torrente sanguíneo de dos maneras: suprimen la producción de testosterona y aumentan la producción de una proteína que se adhiere a la testosterona en el torrente sanguíneo y la inactiva. Se cree que un nivel bajo de testosterona libre es una de las causas de la poca libido, la falta de lubricación y la vulvodinia.

    Las diferencias genéticas hacen que algunas mujeres necesiten más testosterona libre que otras para activar sus receptores hormonales, por lo que un descenso de la testosterona tiene un impacto notable en ellas.

    “La píldora tiene efectos en algunas personas y en otras no”, aseveró Caroline Moreau, profesora adjunta del Departamento de Población, Familia y Salud Reproductiva de la Facultad de Salud Pública Bloomberg de la Universidad Johns Hopkins. “Entender quién es más sensible y quiénes podrían desarrollar efectos secundarios adversos es algo que no se ha hecho hasta el momento”. Moreau añadió que es difícil relacionar directamente los marcadores biológicos, como los niveles de testosterona, con la función sexual, que puede verse afectada por el estrés, la dinámica de las relaciones u otras circunstancias.

    Para el subconjunto de mujeres que tiene estas experiencias negativas con la píldora, los efectos son reversibles, señaló Streicher. Aunque las personas necesitan variedad, con frecuencia, el primer paso es explorar otras opciones de anticonceptivos, sobre todo los que no son hormonales, como el dispositivo intrauterino de cobre.

    Las mujeres que presentan una disminución de la libido podrían recuperar el deseo sexual casi de inmediato una vez que cambien de anticonceptivo, dijo Streicher. “Cuando las mujeres dejan de tomar la píldora, en cuestión de semanas dicen: ‘Ya estoy mucho mejor’”.

    Con el tiempo, también vuelven a lubricar, aseveró Goldstein.

    Y en el caso de las mujeres con vulvodinia, las cremas de testosterona y estrógenos les ayudan a renovar el tejido de la zona vaginal, dijo Streicher.

    “Es muy poco común que un médico que atiende pacientes complejos diga: ‘Te voy a curar’”, agregó Streicher, pero cuando se trata de los efectos de la píldora anticonceptiva en el deseo sexual, “podemos ayudar”.

    Alisha Haridasani Gupta

  • Las brechas en salud de la mujer: ¿Cómo impactan y qué hacer?

    Las brechas en salud de la mujer: ¿Cómo impactan y qué hacer?

    La equidad en salud es un imperativo ético y social que, lamentablemente, no siempre se refleja en la realidad, especialmente cuando se trata de la salud de la mujer. A lo largo de los años, se ha identificado una serie de brechas preocupantes que persisten en el ámbito de la salud de la mujer, teniendo consecuencias profundas no sólo en los niveles de bienestar, sino también en el desarrollo económico de las sociedades. Factores socioeconómicos, culturales, entre otros, contribuyen a esta disparidad. Comprender las causas de estas brechas, sus impactos y trabajar en soluciones integrales es fundamental para construir un futuro más equitativo, saludable y de mayor bienestar.

    Un reciente estudio de enero de 2024 del World Economic Forum (“WEF”) en colaboración con McKinsey Health Institute titulado “Closing the Women’s Health Gap: A $1 Trillion Opportunity to Improve Lives and Economies” (Cerrar la brecha sanitaria de las mujeres: una oportunidad de un billón de dólares para mejorar vidas y economías), advierte que las mujeres enfrentan un 25% más del tiempo con “mala salud” que los hombres (técnicamente denominados AVAD en español, es decir, años de vida ajustados por discapacidad, o DALYs en inglés). Concluye que invertir en cerrar las brechas en salud de la mujer, no sólo puede sumar años de vida a ellas, sino que sean más sanos, pudiendo adicionar potencialmente a la economía mundial, 1 billón de dólares anuales de aquí a 2040.

    Ese mismo estudio entiende que la salud de la mujer abarca tanto las afecciones específicas de cada sexo (por ejemplo, endometriosis y menopausia) y enfermedades generales que pueden afectar a las mujeres de forma diferente (mayor carga de morbilidad) o desproporcionadamente (mayor prevalencia), como la migraña (2 a 3 veces más) o problemas de salud mental, como depresión (casi el doble). Otros estudios han concluido que existen diferencias significativas también en problemas de la visión, movilidad, dolor y sueño, así como en relación a la angina de pecho y la artritis.

    Por otro lado, el referido estudio del WEF atribuye las indicadas brechas en salud entre hombres y mujeres, a que (a) la ciencia, en general, y los estudios clínicos, en particular, se ha centrado más en el organismo masculino, subrepresentando al femenino (existen opiniones divergentes al respecto), lo que dificulta la comprensión de las diferencias biológicas basadas en el sexo, y lleva a que existan menos tratamientos disponibles y/o que sean menos eficaces para las mujeres; (b) la carga de enfermedades de las mujeres es sistemáticamente subestimada, ya que se utilizan datos que la excluyen o infravaloran enfermedades importantes; (c) las mujeres tienen más probabilidades de retrasos en la atención sanitaria, diagnóstico y/o tratamientos; y (d) se ha invertido menos en problemas de la salud de la mujer, en relación con su prevalencia. Dicho estudio propone finalmente medidas para ir cerrando las indicadas brechas y así poder generar más salud y beneficio económico para la sociedad en su conjunto.

    Entre ellas, están invertir en programas educativos que aborden los estigmas relacionados con la salud de la mujer y que proporcionen información precisa sobre la salud reproductiva y otras cuestiones específicas de género, lo que tiende a generar conciencia pública y a romper barreras culturales y sociales. También, se propone garantizar un acceso equitativo a servicios de salud, y así la expandir la atención prenatal, servicios de planificación familiar, exámenes de detección y tratamientos especializados para abordar las necesidades específicas de las mujeres. Finalmente, se recalca la importancia de promover la inclusión de mujeres, en la proporción adecuada (representan el 30% de los participantes en estudios de enfermedades cardíacas), en estudios clínicos y de investigación para garantizar que los tratamientos sean efectivos y seguros para ambos géneros, además de centrarse no sólo en patología con alta mortalidad, sino que también en aquellas que generan discapacidad. Esto conducirá, según el referido estudio, a avances médicos más equitativos y personalizados.

     

    Otro ángulo importante identificado por otros estudios, y que también es causante de las brechas en salud de las mujeres, es la participación desigual de ellas en el mercado laboral y las diferencias salariales, en comparación con los hombres. Menores ingresos, en tanto determinante sociales de la salud, tienen un impacto directo en su capacidad para acceder a servicios de salud. Las mujeres con bajos ingresos, a menudo postergan la búsqueda de atención médica debido a barreras financieras, lo que puede resultar en diagnósticos tardíos y tratamientos menos efectivos.

    Cerrar las brechas en salud de la mujer, no solo es, por tanto, un imperativo ético, sino también una inversión en el bienestar y en desarrollo económico para la sociedad en su conjunto. Todavía nos falta mucho por entender e investigar sobre sus causas, consecuencias y posibles soluciones, pero al menos ya existen importantes voces que han puesto esta discusión sobre la mesa. Ahora es responsabilidad de los gobiernos, la academia y de la sociedad civil, seguir profundizando esta discusión y tomar las acciones adecuadas, a fin de intentar prevenir los problemas de salud de la mujer y, sino es posible, diagnosticarlos y tratarlos oportunamente.

    La presente columna ha sido elaborada en colaboración con el Dr. Guillermo Maligne, médico psiquiatra, farmacólogo y experto en investigación clínica.

    *El autor es experto en políticas públicas en salud, Director de la Asociación Chilena de Derecho de la Salud, ha sido académico en diversas universidades chilenas sobre temas relacionados con sistemas de salud.

  • Las mujeres en la ciencia escasean, pese a avances

    Las mujeres en la ciencia escasean, pese a avances

    Con motivo del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, a celebrarse el 11 de febrero, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, a pesar de que los campos STEM señala que en el mundo hay 33.3% de investigadoras y solo 35% de los estudiantes de carreras relacionadas con esas áreas, son mujeres.

    Y para conmemorar esta fecha, el Instituto de Ciencias Nucleares de la UNAM, llevó a cabo  —por quinto año consecutivo— una serie de actividades previas que incluyeron charlas con científicas, quienes compartieron su quehacer en la investigación, además de talleres, conferencias y visitas a laboratorios, actividad dirigida, principalmente, a niñas y jóvenes de bachillerato.

    Además, se llevó a cabo la premiación del concurso Cuéntanos sobre tu científica favorita 2023, donde los menores, mediante un video, historieta, infografía o cualquier otro medio,
    expusieron acerca de las mujeres de ciencia que son sus referentes.

    Mientras tanto la directora del ICN, María del Pilar Carreón Castro, mencionó que la ciencia carece de género y no hay razón alguna para dejar fuera a las mujeres. En ese campo, en tecnología, ingeniería y matemáticas no hay actividades que sean propias de hombres o de ellas, sino problemas que pueden ser resueltos por los seres humanos, afirmó.

    Por ello, cada vez que se impide a una niña o joven dedicarse a estos ámbitos, se pierden manos y cerebros que podrían trabajar de manera coordinada con los varones, se desaprovechan talentos y aportaciones al desarrollo y al avance del conocimiento, puntualizó Carreón Castro.

    Según la Organización de las Naciones Unidas, las mujeres suelen recibir becas de investigación más modestas que sus colegas masculinos y representan únicamente 12 por ciento de los miembros de las academias científicas nacionales. En ámbitos de vanguardia como la inteligencia artificial, sólo uno de cada cinco profesionales (22%) es mujer.

    Sin embargo, las mujeres han resultado brillantes en este campo, ya que, hasta ahora, 24 han sido galardonadas con un premio Nobel en una disciplina científica: física, química o fisiología y medicina.

    Carreón Castro explicó que para incrementar su presencia en STEM hay que comenzar por el concepto que tienen las niñas y las adolescentes de sí mismas.

    La persona a la que debemos convencer primero es a la que está frente al espejo. Tienes que verte y decirte que eres capaz, que tú puedes”, puntualizó.

    Aunque reiteró que eso no es suficiente, “ya que es necesario trabajar en un trinomio que incluye a los profesores y padres de familia, ya que con frecuencia son quienes piensan que sus hijas no pueden dedicarse a esa actividad”.

    La directora enfatizó que la brecha todavía es bastante amplia, y aún persisten ciertos estereotipos y prejuicios que se deben eliminar.