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  • Cumple 14 años la Ley para una vida sin violencia contra mujeres

    Cumple 14 años la Ley para una vida sin violencia contra mujeres

    Este primero de febrero se cumplieron 14 años de la publicación de la Ley general de acceso de las mujeres a una vida libre de violencia, la cual “logró consolidarse ante la complejidad de conceptualizar estos temas en una normativa jurídica” y ha servido para visibilizar las violencias que sufren las féminas en el país, señaló Ydalia Pérez-Fernández Ceja, integrante del comité directivo de la Federación Mexicana de Universitarias.

    En conferencia virtual, organizada por el Museo de la Mujer, expuso que la ley, publicada en 2007 en el Diario Oficial de la Federación, se ciñe fundamentalmente en las convenciones de Belén do Pará y sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (Cedaw, por sus siglas en inglés), “que son los tratados internacionales más importantes ratificados por el Estado mexicano que tienen que ver con la protección, la prevención, la investigación, la sanción y reparación por temas de violencias contra las mujeres, niñas y adolescentes”.

    La profesora en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) destacó que esta ley identifica los diferentes tipos de violencia que enfrentan las féminas, entre ellos la psicológica, física, patrimonial, económica y sexual, así como sus diversas modalidades ya que se puede presentar en el ámbito familiar, laboral, docente, institucional, político y en la comunidad.

    Pérez-Fernández Ceja reconoció la gestión fundamental de Marcela Lagarde para la publicación de la ley. Indicó que ella manifestó que esta iniciativa surgió “frente al gravísimo problema de violencia contra las mujeres, que se presentan de manera generalizada en grados y modalidades diferentes en sus vidas”.

    Esta violencia, agregó, “es un problema vital para ellas y social para el país. Es un grave impedimento para el desarrollo y la convivencia, con el sentido social y por ende para la democracia”.

    Refirió que parte de la justificación de Lagarde fue que la ley “brota del reconocimiento de las insuficiencias institucionales, que no hay un compromiso serio de erradicar las violencias contra las mujeres, niñas y adolescentes”.

  • Reformar la imagen de la identidad: el enigmático trabajo de una fotógrafa mexicana

    Reformar la imagen de la identidad: el enigmático trabajo de una fotógrafa mexicana

    Déjate hipnotizar por los retratos de la fotógrafa Citlali Fabián y encuentra un espacio para explorar las entrañas de la identidad mexicana.

    El trabajo de la fotógrafa Citlali Fabián nos invita a reimaginar la identidad más allá de lo evidente, desde un espacio vibrante y profundamente íntimo que, automáticamente, nos traslada a nuevos territorios narrativos.

    Capturar, enmarcar y retratar, todos verbos asociados a la imagen. Lo engañoso de estas palabras, cuando hablamos de visualidad, es que anclan conceptos, cuando se reproducen una y otra vez; fijan sentidos y una forma de mirar. Pensemos en las fotografías de moda: se estandarizan cuerpos, caras, tipos y hasta gestos. Así, este conjunto de imágenes, de representaciones, se convierten en una especie de manual de identidad. Y cuando esa es la norma, perdemos el mosaico narrativo del mundo. Pero lo cierto es que, lo que se fija, está todo el tiempo en posibilidades de tránsito.

    La imagen es también, tomando las ideas de James Hillmann, la forma en la que se estructura la vida, el punto de partida donde se revela la experiencia. Es un espacio que acontece; nos hacemos con las imágenes y las imágenes se hacen con nosotros. Desde esa mirada crítica, Citlali Fabián nos invita a hacer una práctica heterodoxa sobre la identidad mexicana y, en especial, de la mujer.

    Esta fotógrafa se describe a sí misma como una «yalalteca, artista visual y narradora mexicana que utiliza la fotografía para explorar formas de abordar la identidad y sus conexiones con el territorio, la migración y los lazos comunitarios». Su trabajo ha sido ampliamente reconocido en México y el extranjero. Es parte de la Colección Toledo del Instituto Nacional de Bellas Artes de México, la Colección Patricia Conde y las Colecciones Wittliff en la Universidad Estatal de Texas, Estados Unidos. En 2018, Citlali Fabián fue seleccionada para participar en la séptima edición anual del New York Portfolio Review. Su serie «Mestiza» fue elegida como una de las 13 historias que capturaron la fotografía de ese año para el blog de Lens del New York Times.

    Desafiar a las representaciones asignadas

    El término mestizo (personas que comparten sangre mitad indígena y mitad caucásica), para Citlali Fabián, es un adjetivo que sirvió para consolidar la identidad nacional, desde la idealización de la herencia blanca / española, para «mejorar» el «tipo indígena”. En su propias palabras, «el término, como veo, es una marca volátil para mostrar una distinción y supremacía racial». Desde esas profundas inquietudes es donde nace el proyecto de Mestiza.

    Más allá de las cautivantes fotografías, debemos rescatar la metodología única que Citlali Fabián utilizó para desarrollar su serie. No se trata de retratos ajenos o montajes performáticos. Las mujeres que aparecen en sus retratos son familiares y amigas de la fotógrafa.

    Las elegí y les pedí que participaran porque buscaba personas con las que me sintiera cercana, personas con las que sintiera empatía. Son mi mamá, primas, sobrinas y amigas. Ponen su tiempo y alma en estas imágenes. Esperé y las capturé, dice Fabián

    A través de esta exploración, Citlali Fabián logra dar voz a un dolor silencioso y antiguo. Nace una nueva cara de la mujer mexicana contemporánea, que desafía la discriminación que viene con la herencia indígena en este país. Para la fotógrafa, se trata de reformar la imagen de la identidad y animarnos a apreciar y abrazar las fortalezas, pero también la debilidad, que integra a la vibrante y compleja cultura mexicana.

    Mestiza, serie de Citlali Fabián

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  • La cultura del silencio: por qué minimizar la violencia sexual contra las mujeres nos hace cómplices

    La cultura del silencio: por qué minimizar la violencia sexual contra las mujeres nos hace cómplices

    La primera vez que cruza por tu mente que has sido víctima de violencia se abre una especie de vacío frente a ti. Nada te prepara para asimilar de golpe una agresión física, psicológica o sexual, menos si esta fue ejercida por alguien de confianza. Aceptarlo y después verbalizarlo es un proceso tan doloroso como atemorizante.

    Por eso, las primeras personas a quienes se les comparte una experiencia traumática o una situación de peligro deben fungir como un espacio seguro.

    Pero muchas veces ese círculo de confianza no ayuda, y en lugar de ser apoyo se convierte en un cómplice indirecto del agresor.

    ¿Qué hiciste? ¿Por qué no te defendiste? ¿Para qué bebías tanto? ¿Por qué lo dices hasta ahora? Ay, es que él es así.

    Son esos cuestionamientos, cargados de prejuicios y centrando la responsabilidad en la víctima, los que ahogan el llamado de auxilio.

    Y el silencio alrededor lo congela todo: el agresor permanece impune con la posibilidad de seguir haciendo daño, sus amigos lo encubren, sus amigas lo justifican y la víctima crea mecanismos para sobrevivir al trauma.

    Las agresiones no las vive una o dos, ni cien, las vivimos miles de mexicanas todos los días y el encierro no ha hecho más que agravar la situación.

    Entre marzo y noviembre de 2020, 38,081 mujeres llamaron a la Red Nacional de Refugios para pedir ayuda y, sólo en noviembre (sí, hace apenas dos meses), cada hora una mujer se comunicó a la red.

    Y el peligro no sólo está en la calle, el hogar -ese que debería ser un espacio seguro- se transforma en algo aterrador.

    La RNR informó que 87.5% de los agresores de las mujeres que pidieron ayuda son sus maridos, novios o exparejas y al menos 28% usaban armas de fuego para amenazarlas.

    Las cifras de gobierno tampoco son alentadoras.

    Según información del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, entre enero y noviembre de 2020, hubo 240,798 llamadas de emergencia relacionadas únicamente con violencia a mujeres; en el mismo período, en promedio, 10 mujeres fueron asesinadas cada día.

    ¿POR QUÉ HAY QUIENES PREFIEREN CREER AL AGRESOR ANTES QUE A LA VÍCTIMA DE VIOLENCIA SEXUAL?

    La respuesta no es fácil ni inmediata. Desde muchas disciplinas se han hecho esfuerzos para conocer y entender las condiciones de desigualdad entre hombres y mujeres.

    No es un sistema recién nacido, sino que abarca largos períodos de la historia: basta ver la representación de las mujeres a través del tiempo (los grandes filósofos griegos consideraban que las mujeres no tenían alma, por ejemplo, por lo que estaban prácticamente al nivel de los animales -seres que tampoco tenían alma-).

    “Es un sistema social, político y económico que estructura el poder y todo alrededor de los hombres”, explica Verónica Caporal, antropóloga feminista que es parte de la organización civil Consultora para la Investigación, Formación e Incidencia Política. “Quienes tienen el poder han decidido cómo se organiza el pensamiento, el conocimiento, los medios económicos y políticos y ellos son los hombres”.

    Y sí, ese sistema tiene un nombre concreto: patriarcado.

    No, no es una palabra “de moda” ni un concepto “inventado” por las feministas para “atacar a los hombres”.

    Hablar de que un “sistema es patriarcal” engloba una estructura que favorece todo aquello que “acuerpa la masculinidad ideal”.

    Esta es “exagerada, machista, muy viril y reprueba todo lo que se aleja de eso”, explica Yair Maldonado, coordinador de posicionamiento público de Gendes, organización civil especializada en el trabajo con hombres para promover y fortalecer relaciones igualitarias.

    “Una vez que entendemos ese sistema y que entendemos que los hombres son los que generaron todo el reordenamiento social, las reglas y normas con las que opera la sociedad, vemos que habrá ciertos comportamientos y actitudes que se van a normalizar porque favorecen ese status quo”.

    PERO… ESO ES COSA DEL PASADO, ¿NO?

    No exactamente. Entendiendo que es un sistema, también podemos comprender el período histórico en el que nos colocamos justo ahora.

    Hoy, en pleno 2021, convergen dos discursos en constante fricción: este en el que los hombres ejercen el poder y relega a las mujeres a un lugar inferior, frente al hecho de que las personas somos iguales ante la ley, con derechos plenos.

    “Pero aunque en la ley esté este discurso, todavía el anterior tiene muchas prácticas arraigadas y esto hace que exista todavía un sistema de creencias de la cultura de la violación”, explica Bianca Pérez, directora de Sorece, asociación de psicólogas feministas.

    “Este sistema de creencias dice que los hombres tienen la necesidad de mostrar su estatus, de demostrar su fortaleza a través del ejercicio de poder que tengan sobre las mujeres”.

    Es decir, hay hombres que creen que tienen el derecho de ocupar el cuerpo de las mujeres como si fueran territorios u objetos a tomar y, de esta forma, reafirmar su hombría o fortaleza frente a otros hombres.

    SI UNA AMIGA ME CONFIESA QUE FUE AGREDIDA… ¿QUÉ HAGO?

    Los últimos dos casos mediáticos brincan por el silencio del primer círculo de confianza: la youtuber Nath Campos, relata que después de ser agredida sexualmente por el youtuber Rix, lo compartió con amigos cercanos quienes decidieron “dejar pasar” la situación; o Ixpanea, la vlogger de viajes, cuando dice que el youtuber Yayo Gutiérrez grabó videos sexuales de ella sin su consentimiento y que cuando compartió su preocupación con personas cercanas, esta gente justificó el comportamiento de él.

    El silencio las ahogó por años.

    Cuando alguien nos confía que ha vivido violencia sexual, lo primero es mantener muy claro que la responsabilidad siempre está en el agresor.

    “En estos casos no existe el hubiera y se debe colocar la responsabilidad en el agresor porque muchas veces la víctima primero se culpa a sí misma o se avergüenza”, dice la psicóloga Bianca Pérez.

    En ese sentido, también debemos derribar un par de mitos: se cree que a un agresor “lo mueve un deseo sexual incontrolable” como si fuera una especie de “animal” o una persona “enferma”. No lo es.

    Lo que sí es: una persona que tomó la decisión y ejerció esta violencia porque tuvo la oportunidad.

    Y si eres hombre, y una amiga, tu hermana, tu mamá, una de tus primas o cualquier otra mujer cercana a ti te confía que ha pasado por alguna agresión, es momento de romper los estereotipos de género.

    “Hay que desarrollar estos acompañamientos empáticos, sensibles, genuinos hacia las mujeres”, dice Yair Maldonado.

    Y la cosa no se queda ahí: “es una oportunidad para, al escucharla, reconocer en los relatos de su agresor, yo como hombre, el potencial agresor que puedo ser con otras mujeres”.

    Esa es una forma de comenzar a desmantelar el sistema patriarcal desde tu trinchera como hombre.

    ¿Y LAS MUJERES NO PUEDEN DEFENDERSE O QUÉ?

    Suena más fácil de lo que es. Es real que hoy en día existen más herramientas para que mujeres puedan denunciar o pedir ayuda, pero de poco sirven si el círculo de confianza de la víctima la responsabiliza de una violación o acalla su voz.

    “Muchas veces, si se trata de mujeres, tiene que ver con la propia negación de una de sus experiencias, es decir, que ya hayan vivido algún tipo de violencia sexual y para sobrevivir a su propia experiencia hayan tenido que minimizarla y cuando le pasa a otra persona pretenden hacer lo mismo como mecanismo de defensa”, explica la psicóloga Bianca Pérez.

    Al hablar de violencia sexual es importante tomar en cuenta: Excitación no concordante: la importancia de saber qué pasa con nuestro cuerpo en situaciones de abuso sexual

    El caso de la respuesta de los hombres es distinto y tiene que ver con un pacto patriarcal.

    Es un acuerdo tácito entre hombres de defenderse unos a otros: no se habla, pero se lleva a cabo.

    “Todos los hombres hemos sido socializados o criados en esta norma de los roles y estereotipos de la masculinidad, hemos ejercido algún tipo de violencia”, dice Yair Maldonado, de Gendes.

    El miedo de romper con este pacto, explica Yair, es que al reconocer que otro hombre es capaz de ejercer violencia y que se debe reprobar, “la mirada se va a voltear hacia mis propias actitudes y comportamientos y eso, como hombre, no me conviene”.

    O sea: cuídame que yo te cuidaré para que las aguas no se nos muevan.

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    ¿QUÉ HAGO SI MI AMIGO, PRIMO O NOVIO VIOLÓ O AGREDIÓ SEXUALMENTE A UNA MUJER?

    Si eres un hombre, hay algunas noticias: es momento de romper este pacto, de hacer una especie de “traición al patriarcado” para romper con las conductas que reproducen la violencia hacia las mujeres.

    Entre hombres, explica Yair Maldonado, es necesario reconocer que la narrativa de las masculinidades es compleja y entender que “no sólo somos monstruos que ejercen violencia todos los días, somos seres humanos, producto de nuestras circunstancias y nuestras construcciones socioculturales. Nos corresponde el cambio y responsabilizarnos activamente de nuestras conductas”.

    • ¿Y si soy mujer y alguien cercano es agresor?

    Es importante observar la reacción de esta persona ante el señalamiento de violencia sexual.

    Si revictimiza a la mujer que lo acusa o se defiende con argumentos como “ella lo provocó” o “estaba muy borracho”, por tu propia seguridad, lo mejor es tomar distancia.

    “Esa reacción reafirma que sí puede ser un agresor que ve la violencia sexual como una forma cotidiana de ejercer el poder”, dice Bianca Pérez, de Sorece.

    Si, en cambio, ves que esta persona de alguna forma toma responsabilidad de lo ocurrido, puedes recomendarle que inicie un proceso terapéutico o que acuda a otros grupos de hombres para trabajar en este tema.

    Pero ojo: si esta persona te pide ayuda o apoyo emocional, lo ideal es referirlo a una institución especializada en el tema.

    No es recomendable que las mujeres nos sigamos responsabilizando de las emociones de los hombres porque cada vez que lo hacemos dejamos de hacer cosas para nosotras mismas y seguimos ocupando nuestra vida en función de los otros, que también es un mandato de género importante”, detalla la psicóloga.

    LAS SEÑALES DE ALERTA

    Si no sabes muy bien cómo “leer” a una persona que podría ejercer violencia sexual, puedes fijarte en estas señales de alerta:

    1. La revictimización. Es decir, que quiera atribuir a ella la responsabilidad del abuso: “ella me provocó”, “ella estaba muy borracha”, “ella es así con todos”.
    2. Que se quiera justificar. “Estaba muy borracho”, “era muy joven”, “me ganaba la hormona”. Argumentos de ese tipo es una forma de escudarse.
    3. Evaluar el tipo de relación entre víctima y agresor. Nos explicamos: cuando hay una diferencia de edad importante, también hay una diferencia en la relación de poder y claramente se le da la razón a la víctima.
    4. Si cree que no tiene problemas, que las mujeres exageramos. Esto significa que busca mantener la justificación también en el plano cultural.
    5. Tu propia experiencia. ¿Cómo te sientes cerca de él? ¿hay algo que te haya generado desconfianza? ¿algo te brinca de sus actitudes?

    ¿DÓNDE PEDIR AYUDA SI VIVO VIOLENCIA SEXUAL, PSICOLÓGICA, FÍSICA O ECONÓMICA?

    Estas son algunas instituciones u organizaciones civiles que pueden ayudarte:

    Toda la información e imágenes son de ANIMAL.
    Link original: https://animal.mx/2021/01/que-hacer-en-caso-de-agresion-sexual-violacion-mujeres/

  • Estudiantes de Medicina se van a paro para exigir justicia por el feminicidio Mariana Sánchez

    Estudiantes de Medicina se van a paro para exigir justicia por el feminicidio Mariana Sánchez

    Para exigir justicia en el feminicidio de Mariana de Lourdes Sánchez, estudiantes de Medicina de la UNACH anunciaron un paro indefinido.

    “Ni perdón, ni olvido. Justicia”. Con esta consigna, estudiantes de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Chiapas (UNACH) anunciaron un paro indefinido de actividades para que el feminicidio de Mariana de Lourdes Sánchez Dávalos no quede impune y las autoridades —la Fiscalía General de Justicia del estado— no sean omisas ante el caso.

    Paro de carácter inmediato e indefinido de actividades, con el fin de exigir justicia en la resolución del feminicidio de nuestra compañera Médica Pasante del Servicio Social (MPSS), Mariana del Lourdes Sánchez Dávalos, y que se tomen las acciones correspondientes en contra de quienes habrían hecho caso omiso a sus denuncias”, se lee en un comunicado publicado por los y las estudiantes de la Universidad Autónoma de Chiapas acompañado con el hashtag #JusticiaMariana.

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    Manifestación en la Facultad de Medicina de la UNACH (29 enero). Foto: @luis_avenn

     Protestas de estudiantes de la UNACH y familiares de Mariana Sánchez

    Además de este pronunciamiento, estudiantes de la UACH y familiares de Mariana Sánchez salieron a las calles de Tuxtla Gutiérrez y por segunda ocasión marcharon del Parque Bicentenario a la Facultad de Medicina de esta universidad, mientras que en San Cristóbal de las Casas colectivos feministas acompañaron las protestas para exigir justicia.

    Gracias a que la comunidad estudiantil de Chiapas levantó la voz —desde el momento en que fue hallado el cuerpo de la joven de 24 años— el caso llegó a instancias nacionales. Y desde ONU Mujeres hasta la Secretaría de Gobernación (Segob) ya hubo pronunciamientos así como acciones para trabajar con el gobierno estatal para que el caso no quede impune.

    “Todavía falta un camino muy largo”

    Cuestionada en la mañanera de este 1º de febrero, Olga Sánchez Cordero reconoció que aún falta un camino largo para que las autoridades de todos los niveles trabajen con perspectiva de género y que muchas de estas siguen revictimizando a las mujeres o enviándolas a casa, a su suerte.

    “En ese sentido, esta situación de Mariana nos indica que todavía falta un camino muy largo en materia de combatir y erradicar porque desde el principio, desde su contacto, ella recibió violencia y recriminalización por parte de estas personas”.

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    Foto: Presidencia.

    De acuerdo con Sánchez Cordero, para acompañar a la Fiscalía de Chiapas y asegurar que la investigación se realice con perspectiva de género, el Inmujeres (Instituto Nacional de las Mujeres) y la Conavim (Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres) se sumaron al caso.

    Justicia para Mariana Sánchez

    Mariana Sánchez realizaba su servicio social como pasante de Medicina en una clínica ubicada en el ejido Nueva Palestina, en el municipio de Ocosingo, adscrita a la Jurisdicción Sanitaria VI Selva con sede en Palenque.

    Hace meses Mariana denunció abuso sexual y pidió su cambio de este clínica ante los directivos —además de presentar su denuncia en la Fiscalía. Pero no pasó nada.

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    Manifestación en la Facultad de Medicina de la UNACH (29 enero). Foto: @luis_avenn

    Supimos del caso de Mariana Sánchez luego de que en redes apareciera el hashtag #JusticiaParaMariana —creado por sus compañero, compañeras y usuarios— para denunciar que la mañana del 28 de enero el cuerpo de la pasante de Medicina fue hallado sin vida.

    Lo que menos querían sus compañeros y compañeras era que el feminicidio fuera investigado como un presunto suicidio y continuara la impunidad.

    Más tarde, la Fiscalía General de Chiapas informó que ya estaba en la investigación del caso y explicó que, de acuerdo con la necropsia realizada, la causa de muerte fue “asfixia mecánica secundaria por ahorcamiento”, precisando que el médico legista no constató huellas de violencia o agresión sexual.

    Sin embargo, tanto la comunidad estudiantil como la familia de Mariana Sánchez Dávalos piden una investigación a fondo para sancionar tanto a los directivos que NO atendieron las primeras denuncias como dar con su agresor o agresores —también va una petición para que la UNACH no exponga a la comunidad de estudiantes, atienda las denuncias en coordinación con la Secretaría de Salud.

    Toda la información e imágenes son de SOPITAS.
    Link original: https://www.sopitas.com/noticias/mariana-sanchez-universidad-autonoma-de-chiapas-estudiantes-paro-feminicidio-segob/?fbclid=IwAR0kS4AQJwvi-6lWJEWVT0NqlPBqqk9-l4j6PbOFP71YmhPdTvgWMfYlgPw

  • Mujeres se sienten más inseguras… y la tendencia va en aumento

    Mujeres se sienten más inseguras… y la tendencia va en aumento

    La percepción de inseguridad en mujeres se ubicó en 72.6% en diciembre de 2020, 5 puntos más abajo que la registrada cuando el nuevo gobierno federal entró en funciones (diciembre de 2018). La tendencia en la inseguridad percibida por las mujeres va en aumento, a diferencia de la percepción de los hombres. “Se estima que de la población de 18 años y más, durante el segundo semestre de 2020, 14.3% fue víctima de acoso personal y/o violencia sexual. En el caso de las mujeres este porcentaje fue de 21.6%, mientras que en hombres fue de 5.7%”, señaló el Inegi al difundir estos datos, pertenecientes a la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU) realizada en la primera quincena de diciembre de 2020.

  • Las mujeres en el mercado laboral padecían obstáculos… y llegó la pandemia a empeorarlo todo

    Las mujeres en el mercado laboral padecían obstáculos… y llegó la pandemia a empeorarlo todo

    La recuperación de los empleos en 2020 se produjo principalmente en el mercado informal y en el sector del comercio. Para las mujeres, la antigua precariedad de sus empleos y las disparidades en las tareas domésticas y de cuidados se vieron profundizadas por la pandemia.

    La participación femenina en el mercado laboral se mantuvo en crecimiento durante 15 años. Las remuneraciones de las mujeres y su acceso a prestaciones y puestos de liderazgo, también. Pero el tiempo fue insuficiente para igualar la situación respecto a los hombres. Y entonces vino la pandemia de coronavirus. Su persistencia ha implicado obstáculos importantes para esta positiva tendencia en términos de igualdad.

    Las problemáticas laborales como el desempleo, la subocupación, la informalidad y la precariedad del trabajo se han intensificado de forma importante para las mujeres. Adicionalmente, la desproporción con la que las mujeres realizan tareas domésticas no remuneradas respecto de sus pares hombres se intensificó con los confinamientos pandémicos.

    En términos laborales los meses más difíciles fueron abril y mayo: la tasa de participación laboral femenina se contrajo cerca de 10 puntos porcentuales pasando de 45 a 35%, de acuerdo con cifras desestacionalizadas del Inegi (Instituto Nacional de Estadística y Geografía).

    El proyecto ECOVID-ML levantado por el Inegi durante abril, mayo, junio y julio para medir el impacto de la pandemia reveló que sólo en abril cerca de 13.6 millones de mujeres fueron expulsadas del mercado laboral, pero declaraban disposición para trabajar si tuvieran una oferta.

    Al corte de diciembre del 2020, el año terminó con una recuperación laboral importante, con una tasa de 41% de participación laboral femenina. La tasa de desempleo femenina cerró el año en 4.3%, después de haber tocado niveles de 5.7% en los peores meses. Esta situación muestra que, paulatinamente, las mujeres fueron reintegrándose al mercado laboral, pero en diferentes puestos, con distintas remuneraciones y bajo nuevas dinámicas.

    Más mujeres en la informalidad y con sobrecarga laboral

    La recuperación de los empleos se ha dado principalmente bajo dos líneas: el trabajo informal y el sector del comercio. Y, a diferencia de sus pares hombres, la situación laboral de las mujeres no sólo fue impactada por la crisis económica; el nuevo esquema de educación a distancia ha sido determinante en los cambios de sus dinámicas de trabajo.

    En medio del colapso de muchas empresas y negocio en el país, el empleo formal (los afiliados a instituciones de seguridad social como el IMSS y el ISSSTE) ha eliminado miles de plazas. La alternativa de los hogares para generar ingresos ha sido el comercio de mercancías y servicios al por menor, especialmente para las mujeres.

    Al cierre del 2020 cerca de la mitad de las mujeres que trabajan son informales, de acuerdo con datos desestacionalizados del Inegi. Esto implica que 5 de cada 10 trabaja bajo esquemas que limitan su acceso a derechos laborales como prestaciones sociales, remuneraciones establecidas, contrato de trabajo o incluso acceso a instituciones de salud. Por su parte, cerca del 25% de las mujeres que trabajan lo hacen en el comercio minorista.

    Adicionalmente, la pandemia se llevó miles de negocios o empresas de mujeres que daban empleo a otras personas; al corte de diciembre eran 82,361 empleadoras las que salieron de ese grupo. Sólo medio millón de mujeres entre una población de 65 millones tienen la posibilidad de dar trabajo a terceros, para los hombres esta cifra es casi tres veces mayor.

    El primer año con Covid-19 cerró también con una cifra importante de precariedad laboral femenina: 31% de las mujeres ocupadas perciben como máximo un salario mínimo, alrededor de 3,700 pesos cada mes. Esta cifra se reduce a 18% para la población masculina.

    La ECOVID-ML del Inegi también mostró que la pandemia golpeó con más fuerza los negocios de las mujeres, por dos razones principales: la mayoría de las trabajadoras por cuenta propia tiene un negocio que no cuenta ni siquiera con un local, y la mayoría tiene negocios que son exclusivamente para la subsistencia familiar.

    Los datos reflejan una exacerbación de las problemáticas laborales de género que ya existían antes de la pandemia y una complicación mayor para resolverlas: las mujeres ya eran un grupo laboralmente vulnerable; la crisis las alejó de los empleos formales, de las ocupaciones mejor pagadas y de los sectores con mayor nivel de profesionalización.

    Esta situación también puede entenderse en gran medida porque a la par de la crisis económica y laboral, todo el sistema educativo paró las actividades presenciales, y las mujeres se han tenido que convertir en las principales guías escolares de los niños y adolescentes.

    De acuerdo con las cifras de la ECOVID-ML casi el 60% de las mujeres encuestadas había mudado sus actividades laborales a su casa y de ellas el 34% declaró que su jornada de actividades de limpieza y cuidados había aumentado con la pandemia. Esta situación refleja que, aunque muchas mujeres se integraron a la informalidad o al sector del comercio por necesidad de ingresos, algunas otras pudieron haberlo hecho voluntariamente como respuesta a la necesidad de tener más tiempo disponible para los quehaceres domésticos, cuidado de menores o adultos mayores, monitoreo de familiares enfermos o incluso guía escolar ante la ausencia de clases presenciales.

    El 2020 cierra con una recuperación casi total de la participación laboral femenina que se registraba antes de la pandemia, pero aunque muchas mujeres han vuelto a trabajar, las condiciones en las que lo hacen se han modificado de manera importante: menos mujeres cotizan en el IMSS e ISSSTE, más mujeres tienen puestos informales en las calles con riesgos laborales y hasta sanitarios, más mujeres conservan sus empleos pero tienen una jornada extra en casa sin pago, más mujeres emprendedoras cerraron sus negocios y más mujeres perciben ingresos bajos.

    A la espera de la vacunación y posteriormente de una reactivación económica, el mercado laboral mexicano, todavía resiente el impacto de la pandemia.

    Toda la información e imágenes son de EL ECONOMISTA.
    Link original: https://www.eleconomista.com.mx/empresas/Las-mujeres-en-el-mercado-laboral-padecian-obstaculos-y-llego-la-pandemia-a-empeorarlo-todo-20210131-0004.html

  • Mujeres de la tercera edad, y de 25 a 29 años, definirán elecciones 2021

    Mujeres de la tercera edad, y de 25 a 29 años, definirán elecciones 2021

    Las mujeres no solo serán más visibles en las boletas del 2021 gracias a la paridad en todo, también acaparan el 51.76 por ciento de las credenciales vigentes hasta este momento.

    Las mujeres adultas mayores y con edades de los 25 a los 29 años definirán los resultados del proceso electoral del 2021, el más grande de la historia de la democracia mexicana.

    Así, en el 2021, las mujeres no solo serán más visibles en las boletas gracias a la paridad en todo que por primera vez será una realidad. También serán las que más presencia tengan en las urnas para definir la renovación en los cargos de elección popular.

    De acuerdo al Instituto Nacional Electoral, existen 94 millones 523 mil 413 personas con credencial de elector con corte a primera quincena de enero, de las cuales, 92 millones 701 mil la tienen vigente.

    De esos 92 millones de ciudadanos y ciudadanas registradas en la lista nominal vigente, el 51.76 por ciento son mujeres, es decir, 47 millones 983 mil 839. Mientras que 44 millones 717 mil 161 son hombres, lo que representa el 48.24 por ciento del total.

    Los datos oficiales de INE estiman que el mayor porcentaje de votantes se centrará en las y los adultos mayores pues son quienes tienen más credenciales vigentes alcanzando los 11 millones 310 mil 558 del total de 11 millones 454 mil 042 personas de la tercera edad en el país.

    El segundo rubro con más votantes es de las y los jóvenes de entre 25 y 29 años de edad pues de los 11 millones 457 mil 910 que pueden votar, 11 millones 292 mil 914 tienen su credencial vigente.

    Seguido del grupo de entre 20 y 24 años, de los que hasta este momento, 11 millones mil 870 no la tienen vencida.

    Los jóvenes que votarán por primera vez, de 18 y 19 años con tres millones 274 mil 720 y aquellos que puedan votar pero no cuenten con identificación, tienen hasta el 10 de febrero para tramitarla y poder participar en los comicios del próximo año.

    Aquellas credenciales que perdieron vigencia en el 2019 o en el 2020 podrán participar en las elecciones, pero caducarán inmediatamente el día después de la jornada electoral.

    Los comicios de este año son los más grandes de la historia pues todos los estados tendrán algún proceso electoral, con más de tres mil elecciones simultáneas para renovar más de 21 cargos públicos.

    Campeche y Tlaxcala son los estados en los que más elecciones se disputarán pues habrá renovación de gubernatura, del Congreso loca, presidencias municipales y alcaldías con sus ayuntamientos completos con síndicos y regidores; además de juntas municipales, concejales o presidencias de comunidades.

    Mientras que estados como Hidalgo y Coahuila tendrán poca actividad pues acaban de concretar su proceso electoral el 18 de octubre. Hidalgo ahora renovará su congreso y Coahuila sus alcaldías, a la inversa del proceso electoral de este año.

    Toda la información e imágenes son de MILENIO.
    Link original: https://www.milenio.com/politica/elecciones-2021/mujeres-definiran-resultados-de-comicios-en-mexico

     

  • ¡Vándalas!, reflejo de la explosión creativa de mujeres en la protesta social chilena

    ¡Vándalas!, reflejo de la explosión creativa de mujeres en la protesta social chilena

    El Museo Universitario del Chopo exhibió de manera virtual la exposición ¡Vándalas!: gráfica feminista chilena callejera, que refleja la explosión política y creativa urbana de mujeres en la protesta social en el país sudamericano.

    Con la participación de las artistas Neftalí Garrido, la Brigada Laura Rodig 8m, Lolo Góngora, Paloma Rodríguez, la Brigada Propaganda Feminista y la agrupación Ser & Gráfica, la muestra en línea estuvo integrada por imágenes de 360 grados, cuyo lenguaje expresivo se nutre fundamentalmente de la técnica serigráfica para la impresión de carteles, y del paste up, método de composición de imágenes y textos que se pintan o imprimen sobre papeles que luego son pegados sobre muros y estructuras.

    ¡Vándalas! formó parte de las actividades organizadas por la cátedra Rosario Castellanos de Arte y Género en ese recinto con el fin de compartir y reflexionar en torno a las artes y el activismo en Latinoamérica, desde Chile hasta México.

    La curadora de la exposición virtual, Mariela González Casanova, explicó que las artistas y agrupaciones disidentes han activado la protesta y la denuncia callejera, al plasmar en los muros las luchas sociales y políticas, así como demandas feministas, a las puertas de un proceso que busca abolir la Constitución vigente, heredada de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1989), para instalar los principios irrenunciables de la agenda feminista en la nueva Carta Magna.

    En la presentación de la muestra, la cual comenzó en diciembre pasado en el sitio web del Museo Universitario del Chopo (https://n9.cl/z8ik ), González Casanova recuerdó que en mayo de 2018 el movimiento feminista en Chile encabezó movilizaciones en todo el país para denunciar la desigualdad que viven las mujeres, además de criticar la educación sexista y visibilizar la violencia de género, que incluye acoso y abuso sexual en espacios académicos y en general.

    También explica que la manifestación, conocida como “revolución feminista chilena”, puso de manifiesto la capacidad de organización autogestiva y de expresiones colectivas que el movimiento venía gestando, y que fue precisamente en octubre de 2019 cuando las mujeres y disidencias sexo-genéricas feministas llevaron la expresión artística, el cuerpo y su protesta política a las calles, especialmente a los muros.

    Leyes y abuso policial

    En la exposición se incluye la intervención Revolución feminista, que nace en respuesta a la Ley Anticapucha, que se tramitó en el Senado en noviembre de 2019 por instrucción del presidente Sebastián Piñera. Esa normatividad buscaba aumentar las penas contra manifestantes que oculten su rostro. Esta pieza muestra a mujeres encapuchadas realizadas por la serigrafista chilena criada en Buenos Aires, Neftalí Garrido.

    Los ojos del pueblo, también de Neftalí Garrido, se originó para denunciar de manera pública uno de los rasgos más horrorosos de la actuación de la policía contra los manifestantes a partir de octubre de 2019 .

    De la artista Paloma Rodríguez se presenta Santísima dignidad, inicialmente instalada en la fachada de la casa central de la Pontificia Universidad Católica de Chile, donde fue rápidamente censurada.

    En la obra, Rodríguez añade elementos alusivos a la situación contextual como la pañoleta abortista, luego la alusión a una manifestante conocida por vestir la botarga del anime Pikachu en las marchas y finalmente las palabras “Santísima Dignidad”, refiriéndose al valor más reclamado por las chilenas en las calles.

    La exhibición incluye también la obra La copia infeliz del Edén, de Rodríguez. La imagen alude a un fragmento del himno nacional chileno, que expresa que Chile “es la copia feliz del Edén”. El trabajo de la artista puso de manifiesto que ese país no será el Edén prometido, ni un territorio libre de violencia, abusos y represión del Estado.

    En los muros del museo del Chopo también se aprecia No necesito a un príncipe azul, de la Brigada Laura Rodig 8m, realizada en principio en acuarela a partir de una fotografía tomada durante la marcha del 8M de 2019 que luego fue digitalizada y convertida en serigrafía. La exhibición virtual de ¡Vándalas! concluyó ayer.

    Toda la información e imágenes son de LA JORNADA.
    Link original: https://www.jornada.com.mx/notas/2021/01/31/cultura/vandalas-reflejo-de-la-explosion-creativa-de-mujeres-en-la-protesta-social-chilena/

  • Ya no nos engañan más: técnicas masculinas para hacer sufrir a las mujeres

    Ya no nos engañan más: técnicas masculinas para hacer sufrir a las mujeres

    El patriarcado educa a los hombres para que crean que el fin justifica los medios. Y como el fin, para muchos, es tener a una y a varias mujeres a sus pies para que siempre estén disponibles para ellos, no se paran a pensar en la dimensión ética de su comportamiento. No se paran a pensar que hacer sufrir a una persona para tener poder sobre ella es maltrato y violencia. 

    Una mujer libre con la que tienes sesiones de sexo divertidas puede decirte que sí o que no cuando tengas ganas de sexo, en cambio una mujer enamorada irá corriendo a cualquier hora a tus brazos. Esta es la diferencia entre las mujeres libres, y las mujeres prisioneras del amor. Los hombres educados en el patriarcado creen que el amor es como una guerra, y para ellos hacer prisioneras a las mujeres es como un juego: es un desafío a su virilidad, parecido al que juegan cuando van de caza. Les encanta acumular trofeos para hacer alarde de su poder, para aumentar su prestigio, para reafirmar su virilidad, para sentirse importantes, para obtener los aplausos y despertar la envidia de los demás, y para tener a su alrededor muchas mujeres disponibles.

    No sólo les pasa a los machos alfa, también les pasa a los hombres de izquierdas, y a los aliados feministas, y a los poliamorosos progres: creen que sus técnicas para ligar son las adecuadas porque las usaron sus tatarabuelos y sus padres. Las aprenden en las películas y en las series, en las novelas y en la prensa del corazón, pero también las aprenden de los hombres que tienen a su alrededor: todos, casi todos lo hacen, es lo «normal».

    Desde muy pequeños aprenden que una pelota vuelve a ti a mayor velocidad cuanto más fuerte la golpeas contra la pared. Hay varios chistes sobre la similitud entre las pelotas y las mujeres: saben que si las mujeres se enamoran y sufren, serán más sumisas, y podrán manipularlas para tenerlas a mano cuando las necesiten.

    ¿Y cómo enamoran a las mujeres? Casi todos siguen los mismos pasos: primero las hacen reír, luego las colman de orgasmos y atenciones, y después se alejan para que no se crean que han conseguido enamorarles al cien por cien, y para que empiecen a sufrir.

    Los hombres patriarcales saben que las mujeres tenemos un problema muy grave de autoestima, y que por consiguiente, somos inseguras, y celosas. También saben que tenemos mucho miedo a quedarnos solas, y a que nadie nos quiera, porque todos los días nos bombardean con la idea de que hay que esforzarse para tener pareja e invertir mucho dinero, tiempo y recursos en estar guapa, estar a la moda, ser buena en todo, y ser perfecta para ser amada, y para que tu amado no busque a otras mujeres.

    Son muchos los hombres que se aprovechan de esta baja autoestima para hacernos tocar el cielo con los dedos, y luego bajarnos a los infiernos. Sus técnicas son muy eficaces, por eso hay tantísimas mujeres sufriendo por amor: mujeres rotas por el dolor, mujeres con su salud mental terriblemente dañada, mujeres deprimidas y medicadas, mujeres que se suicidan, mujeres en terapia intentando sanar las heridas…

    Somos millones las que queremos dejar de ser esclavas del amor, y le ponemos mucho empeño. Pero el amor es una droga muy potente y desde pequeñitas nos hacen adictas para convertirnos en yonquis del amor, para que seamos dependientes de un mito que nos revoluciona el cuerpo, el corazón, las entrañas y el sexo. Gastamos mucha energía y tiempo tratando de ser amadas, y luego nos cuesta años desengancharnos del amor romántico. El precio que pagamos al enamorarnos es demasiado alto, pero nadie nos habla del coste tremendo que tiene sufrir por amor a un hombre.

    Los hombres patriarcales no evalúan el impacto que sus deseos y necesidades tienen en los demás: simplemente usan las estrategias que les funcionan sin pararse a pensar en si hacen sufrir o no. No piensan en si es ético poner de rodillas a las mujeres para beneficiarse de ellas. Les han dicho que en el amor todo vale, que no hay reglas ni restricciones para que ejerzan su poder. Les han dicho que las mujeres somos malas y que tienen que defenderse de los encantos femeninos: saben que la única forma de domesticar a las mujeres que tienen derechos y que se sienten libres es a través del amor.

    Muchos no han oído hablar siquiera de la responsabilidad afectiva: no se responsabilizan de las estrategias que utilizan para conseguir lo que quieren porque son las que se han usado de toda la vida.

    Algunos creen que sufrimos porque queremos, nos dicen que en realidad somos libres y podríamos dejarles cuando quisiésemos. Creen que nos gusta y que disfrutamos sufriendo, que está en nuestra naturaleza, y que es innato en las mujeres.

    Pero no es innato: las mujeres aprendemos a sufrir antes que a disfrutar del amor. Desde niñas nos presentan a las grandes sufridoras como mujeres bellas y especiales, nos las mitifican para que colaboremos con el patriarcado, que nos quiere amargadas y entretenidas con el tema del amor de pareja. Cuando somos más mayores, no creemos tener derecho a recibir cuidados y amor: solo nos han enseñado a darlos.

    El maltrato en la pareja está normalizado y romantizado: nos hacen creer que para vivir una pasión hay que sufrir, nos hacen creer que cuando Cupido nos dispara sus flechas estamos condenadas a sufrir por amor. Vamos desarmadas y desnudas al amor, y ellos van con casco, con escudo y con espada. Vamos ilusas al amor pensando que ahí está nuestra salvación, y el golpe que nos llevamos cuando descubrimos que el amor romántico es una estafa y no hay recompensa por sufrir por amor, duele en el alma. 

    Por eso es tan importante tomar conciencia de que hay que dejar de sufrir por amor, y para ello hay que conocer las técnicas que algunos hombres heterosexuales utilizan para someternos y tenernos bajo control.

    ¿Cómo hacen para que las mujeres sufran por ellos? 

    -Te dan una de cal y otra de arena, para que primero goces intensamente, te enganches, te montes tu película, y luego sufras por ellos.

    – Algunos usan la ambigüedad: no expresan sus sentimientos con claridad, se muestran confusos, a veces dicen una cosa y luego la otra, a veces te avivan la esperanza y otras te la quitan, y algunos se muestran atormentados para que empatices con ellos.

    – Otros aparecen y desaparecen: es una técnica muy efectiva para angustiar a las mujeres, ir y venir, estar y no estar, moverse para delante y atrás, como las olas del mar.

    – Unos te hacen sentir muy especial y te hablan de futuro, porque han aprendido muy bien las técnicas de los don juanes para ligar en el siglo XXI. 

    – Otros te hacen sentir poca cosa y se hacen más grandes a tu lado para bajarte aún más la autoestima.

    – Unos se enamoran locamente, y hacen muchas promesas de futuro que no saben si podrán cumplir. Pero saben que las promesas son esenciales para alimentar la ilusión. Saben que nos están engañando, con alevosía y premeditación.

    – Otros no se enamoran, pero fingen que están enamorados para enamorarte a ti también. Saben que con palabras bonitas pueden abrir todos los corazones que quieran: entran en ellos, los destrozan y se largan.

    – Unos te imponen su modelo de pareja sin preguntarte a ti por tus apetencias o tu forma de entender y de vivir el amor,

    -Otros son negacionistas de la pareja y juran que a pesar de los años que lleváis juntos, tú no eres nadie, tú no eres nada para ellos, y jamás seréis pareja. Algunos de ellos te ocultan a su gente querida, otros no, pero la mayoría se aprovecha del privilegio del no compromiso para hacer lo que les venga en gana, según sus apetencias o necesidades.

    – Unos provocan celos en sus amantes para que no se crean las únicas, para que sean complacientes y se esfuercen, y para que vivan con miedo constante a ser sustituidas.

    -Otros lloran y se victimizan para que siempre estés pendiente de ellos,y para que atiendas sus necesidades y te olvides de las tuyas

    -Algunos te encierran en una relación monógama: te hacen creer que son monógamos para que tú seas fiel y leal, pero no lo son. Es simplemente machismo y egoísmo: ellos viven una vida sexual y amorosa diversa mientras que para ti él es el centro de tu mundo. Mira como están los burdeles de cualquier pueblo y cualquier ciudad a mediodía: repletos de hombres. La monogamia es una gran estafa que sirve para coartar nuestra sexualidad y para tenernos domesticadas y encerradas en casa.

    – Otros proponen relaciones abiertas y les encanta juntar a varias de sus mujeres en un mismo espacio para verlas competir y rivalizar.

    – Algunos son muy «sinceros» y te detallan con todo lujo de detalle como ligan con otras mujeres y lo mucho que disfrutan.

    – Otros son muy deshonestos: ocultan información o mienten deliberadamente todo el tiempo. Cuando son descubiertos piden perdón y vuelven a mentir, hasta que las mujeres se resignan, o les dejan.

    – Unos se enfadan para que te sometas: por ejemplo si saben que estás enfadada, te montan una bronca para que tu enfado quede en un segundo plano.

    -Otros te aplican la ley del hielo: te dejan de hablar y te muestran una indiferencia total para que sufras remordimientos y te sientas culpable.

    – Unos te hacen creer que te amarán para siempre pero no te cuidan en el presente, otros son unos tacaños del amor y te lo dan en dosis mínimas para que siempre quieras más

    – Unos triangulan: te hacen creer que llegaste a la vez que otra chica, o te ponen a una ex en medio de la relación. Así viven como reyes, con dos mujeres pendientes de él, y sufriendo porque él se va con la otra. Puede alternarlas sucesivamente o estar con las dos a la vez: para ninguna de ellas es fácil liberarse de esa cárcel triangular.

    – Otros te piden que te des por completo y te hacen creer que tu libertad, tus proyectos, tus redes sociales y afectivas y tus pasiones son un obstáculo para la relación. Te piden que los dejes todo y te dediques a ellos.

    – Unos te hacen creer que sin ellos no eres nada, que no vas a poder ser feliz lejos de ellos, que les debes todo, que tu felicidad depende de ellos, y que sola no tienes valor.

    – Otros te elogian para que te sientas como una diosa, pero no sólo te lo hacen a ti.

    – Unos creen que eres una buena candidata a esposa, otros creen que solo sirves como amante: aunque huyas de los estereotipos y los mandatos patriarcales, ellos tienden a etiquetarte y a tratarte como te mereces, según el tipo de mujer que seas (mujer buena/mujer mala, mujer para casarse/mujer para follar)

    -Algunos carecen completamente de empatía y son insolidarios: les da igual que llores por ellos. Piensan que es tu problema, que tú te lo has buscado, y les importa muy poco que te rompas por dentro. Otros en cambio disfrutan viéndote desesperada, triste, amargada, angustiada, y con ansiedad. Se sienten importantes cuando ven llorar a sus parejas, y cuando ven cómo se arrastran mendigando unas migajas de amor. Siempre intentan que creas que lo que te pasa es que estás loca, y que la culpa de tu sufrimiento la tienes tú.

    -Unos quieren que les des siempre la razón, que les arregles sus problemas y que les salves de sí mismos,

    otros quieren que respetes su libertad para vivir su vida como quieren,

    pero todos ellos saben que para tener a una mujer de rodillas, hay que enamorarla y hacerla sufrir, y creen que no importa si para ello tienen que mentir, jugar con tus sentimientos, engañar y manipular sus emociones.

    Esta forma de relacionarse está tan normalizada que apenas nos damos cuenta de que hacer sufrir a una persona es violencia. 

    La manipulación emocional es violencia, pero nos la presentan como un acto de amor: nos han dicho mil veces que «quien bien te quiere, te hará llorar». Nos hacen creer que el amor y el odio es lo mismo, y que «los que más se pelean son los que más se desean», pero lo cierto es que cualquier relación, sea del tipo que sea, y dure lo que dure, ha de estar basada en los cuidados mutuos.

    No importa si es una relación virtual o presencial, si es una noche o tres años: cualquier relación de dos personas que se juntan a disfrutar del sexo ha de estar basada en la empatía, el respeto, la complicidad, la solidaridad y los cuidados.  

    El amor no es un juego si duele: si haces sufrir a los demás, es porque te estás portando mal.

    La buena noticia es que todo se puede trabajar, y todo se puede despatriarcalizar.

    Y nosotras que sabemos ahora quién se beneficia del sufrimiento de las mujeres, y para qué nos quieren sufriendo, debemos rebelarnos y no permitir que ningún hombre nos manipule emocionalmente y juegue con nosotras.

    El corazón del patriarcado está en las relaciones que construimos en pareja, por eso es tan importante conocer estas técnicas masculinas, y negarse a vivir de rodillas frente al amor.

    El sufrimiento se acabó: ahora nos toca a todas empezar a disfrutar.

    Somos todas dueñas de nuestro amor: ya no nos engañan más.

    Toda la información e imágenes son de HAIKITA.
    Link original: https://haikita.blogspot.com/
  • No podemos perpetuar el modelo masculino como el universal ¿Cuándo vamos a aprender?

    No podemos perpetuar el modelo masculino como el universal ¿Cuándo vamos a aprender?

    Me sorprende tanto una y otra vez que, con la crisis de la pandemia del COVID-19, el marco de la Agenda 2030 y el compromiso que tenemos de no dejar a nadie atrás, hablar, pensar y actuar de los retos al desarrollo y de la movilidad humana sigue siendo términos neutros. “Los migrantes, las migraciones” se usan indistintamente para explicar un fenómeno que es altamente diferenciado entre hombres y mujeres, niños y niñas.

    Cada vez que trabajamos temas clave para el desarrollo humano empezamos asumiendo que las comunidades y los grupos sociales son “casi” homogéneos. Y, en consecuencia, estrategias y políticas públicas para enfrentar los retos del desarrollo frecuentemente se diseñan desde un patrón universal.  El problema es que, no solo no son homogéneos, sino que, en esa generalización usamos el modelo y la realidad masculina como la universal y determinante. La norma continúa siendo la masculina

    Teresa salió de Venezuela a finales de 2018 con su compañero Daniel, una hija de 12 años y un hijo de 8. Es educadora, pero la migración la aleja de su profesión. Para sobrevivir vende comida en un semáforo; levantarse, cocinar, preparar las viandas, vender en el cruce de avenidas, son las actividades que puede hacer mientras está con su hijo e hija. La superposición del trabajo remunerado y el trabajo de cuidados es una constante en las mujeres en general y más en las mujeres migrantes. Cuando Daniel, su compañero, no encuentra otro trabajo también la acompaña en el semáforo. Cuando él no va, Teresa sabe que se enfrentará a un acoso sexual sistemático. Un día, un hombre desde su carro, la tocó y le dijo que ella era pobre porque quería, porque las curvitas de su hija le podían dar de comer. Cuando Daniel se enteró, tomó la decisión de que no volvería al semáforo y se quedaría en casa. En un segundo perdió su medio de vida (aunque fuera muy precario) y su presencia en el espacio público.

    La vida de las mujeres como Teresa gira en torno al espacio doméstico, la precariedad laboral, y la familia. En 2018 el 62% de las mujeres migrantes venezolanas indican haber viajado con familiares, frente al 42% de los hombres[1], y 1 de cada 4 mujeres lo hacen con menores de 5 años (en contraste, solo 1 de cada 10 hombres viaja con niños)[2]. Para ellas, la familia es apoyo material y emocional y una protección frente a la violencia sexual en los espacios públicos. Pero también las familias se convierten en una carga que las alejas de sus trayectorias laborales. Sin las redes estatales y sociales trabajar y cuidar a la familia se vuelve casi en tarea imposible. La escasez de ingreso, las viviendas precarias y multifamiliares, la carencia de agua, luz y electrodomésticos, la presencia de niños y niñas, que en muchos casos no están escolarizados por su situación de migración y actualmente por el impacto de la pandemia del COVID-19, son la rutina diaria de muchas mujeres migrantes. Además, muchas de ellas viven la violencia intrafamiliar y situaciones de discriminación y abuso que se han incrementado con la pandemia.

    COVID-19 ha creado una crisis sin precedentes que ha revelado y exacerbado grietas existentes en nuestras sociedades como son las grandes desigualdades estructurales, muy especialmente las desigualdades de género. Según el Informe sobre Desarrollo Humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) 2020, las amenazas naturales como las olas de calor, las inundaciones graves, las tormentas, los deslizamientos de tierra y las sequías generan riesgos que afectan a la migración, la urbanización, la desigualdad y la degradación de los ecosistemas. A pesar de que la migración es una estrategia de adaptación, las pautas sociales de discriminación y exclusión suelen persistir incluso después de que las personas se trasladan (Singh 2012).[3]

    Las mujeres migrantes, especialmente aquellas que se involucran en el cuidado doméstico, están enfrentando mayor posibilidad de exposición cuando mantienen su actividad económica, y cuando no pueden hacerlo, como consecuencia de restricciones de viaje y de movilidad, experimentan duras consecuencias socioeconómicas derivadas de las pérdidas de ingreso[4]. COVID-19 es una oportunidad para revertir las desigualdades estructurales y hacer realidad el principio de la Agenda 2030 de no dejar a nadie atrás en la consecución del desarrollo sostenible. En este sentido, es importante reaccionar y abandonar esa mirada sesgada sobre la migración que invisibiliza a las mujeres.

    Después de muchos años de aprendizajes, datos y estudios que explican las desigualdades de género y desigualdades intra-hogares (en cualquiera de sus múltiples formas), las políticas migratorias y la ayuda humanitaria conciben a la familia biparental como un concepto único y universal, y a las mujeres -por ser buenas administradoras y garantizar el buen uso de los recursos- como únicas responsables e implementadoras de programas. Aunque éstas sean medidas prácticas y efectivas en los contextos de desarrollo y humanitarios, ya es hora de que entendamos lo que implica para las mujeres un modelo utilitarista y los impactos que éstos tienen en su tiempo, en la carga de trabajo, en sus deseos y expectativas de vida.

    Aunque no tenemos aún suficientes datos estadísticos para conocer con precisión la situación de las mujeres en la migración en general, si tenemos suficiente información para hacer cambios en las respuestas y poner a las mujeres con sus decisiones y propuestas en el centro y al frente de los programas de desarrollo, apoyo humanitario y de recuperación.[5]

    Por ejemplo, en el caso de las mujeres migrantes venezolanas en Perú, sabemos que ellas tienen en promedio niveles más altos de educación formal que los hombres migrantes (educación superior técnica o universitaria incompleta o completa 62,6% y 53,6% respectivamente)[6]. Aun así, triplican el desempleo comparado con ellos; tardan más en encontrar trabajo y reciben por su trabajo en promedio el equivalente al 86,7% de lo que los hombres migrantes perciben. La mitad de ellas trabaja en restaurantes y limpiando casas, actividades que solo el 19,6% de los hombres migrantes hacen[7].

    La descualificación, como parte de la pérdida de capital humano, en los procesos migratorios es un problema bien conocido que afecta a mujeres y hombres. La vuelta al espacio doméstico no. Desde el Sistema de Naciones Unidas (SNU) tenemos la obligación de revisar nuestra actuación para no acrecentar este problema, y de relacionarnos con las mujeres migrantes como sujetas y protagonistas. De lo contrario las estaremos dejando atrás.

    Entender y transformar las desigualdades de género en todo el ciclo de vida de las personas, considerando su estatus migratorio y condición étnica-racial, es un principio central del desarrollo sostenible y los derechos humanos y es al mismo tiempo un imperativo ético que debe guiar nuestra generación de datos, políticas públicas, instrumentos globales, respuestas sectoriales y alianzas estratégicas. Desde PNUD hemos decidido apostar por este camino y estamos orgullosos/as de haber presentado recientemente la Estrategia Regional sobre la Movilidad Humana y el desarrollo Sostenible, que busca transformar esta manera de ver, pensar y hacer sobre el reto de la movilidad forzada en los contextos de desarrollo.

     

    1. OIM. (2018). Analysis: Venezuelan migration flows  in South America. May 2018.
    2. DTM4 Ecuador. (2019). Monitoreo de Flujo de Población Venezolana: Ecuador Ronda 4. Quito: OIM.   Recuperado de https://reliefweb.int/report/ecuador/dtm-ronda-4-monitoreo-de-flujo-de-poblaci-n-venezolana-ecuador-marzo-2019
    3. PNUD. Informe de Desarrollo Humano (2020)
    4. PNUD, “Nota técnica: los impactos económicos del covid-19 y las desigualdades de género. Recomendaciones y lineamientos de políticas públicas”, 2020.
    5. La Encuesta sobre condiciones de vida de las personas venezolanas viviendo en Perú, aplicada en 5 ciudades que reúnen 85% de la población venezolana según censo de 2017, mide con precisión diversos aspectos de la condición de mujeres y hombres de nacionalidad venezolana viviendo en Perú en el año 2018.
    6. INEI. (2019). Condiciones de Vida de la Población Venezolana que reside en Perú. Resultados de la “Encuesta dirigida a la población venezolana que reside en el país” ENPOVE 2018. Lima: INEI.   Recuperado de https://data2.unhcr.org/es/documents/download/70521
    7. INEI. (2019). Condiciones de Vida de la Población Venezolana que reside en Perú. Resultados de la “Encuesta dirigida a la población venezolana que reside en el país” ENPOVE 2018. Lima: INEI.   Recuperado de https://data2.unhcr.org/es/documents/download/70521

    Toda la información e imágenes son de NOTICIAS PNUD.
    Link original: https://www.latinamerica.undp.org/content/rblac/es/home/blog/2020/no-podemos-perpetuar-el-modelo-masculino-como-el-universal–cuan.html