Mitzuki Villanueva, presidente de la Asociación de Mujeres en Cine y la Televisión, considera que la perspectiva de género, aplicada desde el ámbito académico, debe ser fundamental para que en México haya historias que permitan ver personajes femeninos lejos de los estereotipos que permean en la industria.
De acuerdo con datos del IMCINE, el papel femenino a nivel nacional va en aumento: de 53 escritoras que hubo en 2018, subió a 100 el año pasado; de 47 realizadoras se llegó a 83 y de 88 productoras a 128. La cinefotografía fue el rubro que menos sumó, pero muestra una tendencia positiva, pues si hace cinco años eran 37, en 2021 creció a 41 y el año pasado cerró en 43.
“Hay un interés creciente sobre poner personajes femeninos más complejos, más independientes y por supuesto más activos, en lugar de estereotipos tradicionales, pero hay que seguir luchando por eso”, comenta Villanueva.
Un ejemplo fue la pasada entrega del Ariel, donde en la categoría de Mejor Película, cuatro de las cinco contendientes eran dirigidas por mujeres: Alejandra Márquez Abella (El norte sobre el vacío), Michelle Garza Cervera (Huesera), Natalia Beristáin (Ruido) y Lucía Puenzo (La caída), y de esos títulos tres tenían a una mujer protagonista.
“Se tiene que seguir impulsando este cambio, como escribir guiones con perspectiva de género para hacer algo más justo; debe ser aplicado desde la academia, pasando por desarrollar políticas y por supuesto, la creación de contenido que haga consciente esa perspectiva”.
Si bien en los últimos cinco años aumentó la conciencia de diversidad e igualdad en la industria, la representación sigue inequitativa.
La Asociación recibió recientemente un reconocimiento de la red de Impulso Audiovisual que dirige la productora de cine y tv Alexa Muñoz, iniciativa que busca dar servicio a una película desde la revisión del guión y que ayude, en su caso, a plantear temas como la perspectiva de género.
En febrero de 2020, la vida de Elsa Cerda cambió. Antes, su día transcurría entre la chacra, la tierra donde cultiva yuca, plátano; el cuidado de sus tres hijos y su hija; y el grupo de mujeres con las que hacía artesanías. Nada fuera de lo normal en la comunidad indígena Serena, donde nació hace 42 años y que se ubica en la provincia amazónica de Napo, a unas cinco horas de Quito. Pero, cuando la minería amenazó con extender sus tentáculos hacia su casa, la mirada color cacao de esta mujer de 1,60 metros de estatura se encendió. Se transformó en una mujer conga, en una Yuturi Warmi, como se dice en su lengua kichwa. Su grito de guerra encabeza la guardia indígena que impide el extractivismo a su alrededor.
“¡Fuerza, fuerza, guardia, guardia!” es la consigna de las 35 mujeres que neutralizan la minería en Serena, una comunidad de 186 kichwas, asentada a orillas del río Jatunyacu, en el alto río Napo, y uno de los principales afluentes del Amazonas. Las abuelas de la comunidad decían que hace años en las aguas que las rodean se veían sirenas y por eso el nombre. Pero hoy es una zona en disputa.
Hace tres años, el territorio donde Elsa echó raíces fue concesionado a una empresa minera. No importó que esté dentro de un área de amortiguamiento de dos parques nacionales megadiversos. La noticia llegó cuando ella y otras trece mujeres estaban reunidas, tejiendo artesanías para generar dinero.
Elsa Cerda, de 42 años, preside la guardia indígena Yuturi Warmi.ANKALLI FLORES (MULLU TV)
“Antes solamente era ama de casa, cuidaba a mis hijos, trabajaba para mi familia. Viví muy feliz en mi territorio porque no había delincuencia, no había alcoholismo, no había drogadicción, no había violencia”, le dice Elsa a América Futura. Es mediados de octubre y el calor que supera los 30ºC no disipa a los asistentes del campamento antiminero, organizado por el Movimiento de Liberación Negra e Indígena (BILM por sus siglas en inglés), reunidos en Serena. La Amazonia, que constituye el 40 % del territorio sudamericano, enfrenta presiones alarmantes. De acuerdo a la Red Amazónica de Información Socioambiental Georreferenciada, existe un aumento significativo de espacios con interés minero, conectados a las carreteras que atraviesan la región. La deforestación y degradación de ecosistemas amenazan no solo la biodiversidad, sino los esfuerzos globales de mitigación del cambio climático.
Pero las mujeres kichwa no están dispuestas a ser testigos de la destrucción. “La yuturi es una hormiga muy grande que tiene espinas. Se le dice conga en español. Nosotras somos las Yuturi Warmi, las mujeres conga. No tenemos espinas, pero sí nuestra lanzas y nos vamos a defender con eso”, advierte la dirigenta. Así lo dejaron claro cuando representantes de la empresa minera quisieron negociar con el presidente de la comunidad en 2020.
Elsa hizo a un lado los muyus (semillas) y el hilo para encarar a los ‘invasores’ y al líder comunitario. “Me tomé la palabra y les dije que el presidente era nuestro vocero. Nosotros le ordenamos y decimos lo que tiene que hacer”, recuerda. Ante la mirada atónita, tomó al hombre y lo ubicó por detrás de las mujeres que la acompañaban. Ellas como escudo. “Y ahí le pregunté, señor presidente: ¿Está con el pueblo o con las empresas mineras?”. Él atinó a responder que respaldaba a la comunidad. “Miren, señores que vinieron a negociar, yo les voy a dar mi nombre y apellido, así tenga que morir. Elsa Cerda Andy no va a negociar, no va a conversar. Ustedes tienen dos segundos para salir, porque estas son mis tierras. Es nuestro territorio”, describe la activista. Recuerda que cuando volteó la mirada a sus compañeras, ellas corrían hacia el carro donde se movilizaban los mineros y los amenazaron con lanzas. “Estábamos furiosas y ellos huyeron”.
Hoy la lanza de madera de chonta de 1,75 metros de longitud es parte del uniforme de las Yuturi. Además, usan una maquicotona -una blusa de cuello cuadrado decorada con cintas de colores-, la shigra -un bolso tejido- y la cuya, un cuenco donde beben la chicha y la wayusa, una infusión que funciona como energizante natural. Cuando se le pregunta a Elsa qué la llevó al activismo y a organizar a otras mujeres, responde que la rabia. La rabia que le provocó el intento de las empresas mineras por ocupar su casa.
Una amenaza latente
Napo es una provincia ubicada al pie de los Andes y una de las entradas más importantes a la Amazonia ecuatoriana. Hasta mediados de los años noventa su población se dedicaba principalmente a la agricultura y al turismo, pero esto cambió desde que el Estado comenzó a entregar concesiones mineras para la extracción de oro. En el documental ‘Yutzupino, el dorado en disputa’, producido por la plataforma Mullu.tv y estrenado en julio pasado, se expone que, entre 2001 y 2018, la minería se tomó ese territorio. En números, la superficie dedicada a esa actividad aumentó en un 300%. Los impactos incluso alcanzan áreas protegidas.
Paradójicamente, también en gran parte de Napo no hay agua potable, es consumida directamente desde los ríos que bajan de la cordillera. Justamente, es el líquido que ha sido contaminado con mercurio y combustibles usados para la extracción del oro. Eso motivó a las mujeres de Serena a organizarse y resistir. Pero no fue fácil.
La guardia incluye abuelas kichwa de más de 65 años.MULLU TV
No solo han tenido que enfrentar los intentos de las transnacionales por dividir a los comuneros. “Venían acá a conversar con la gente queriendo ganarles. Les damos trabajo, les damos plata, véndanos su lote de terreno, ahí hay oro”, dice Elsa. Además, han debido demostrar en sus casas que lo que hacen tiene valor, tiene sentido.
De acuerdo a la encuesta nacional sobre Relaciones Familiares y la Violencia de Género contra las Mujeres (Envigmu 2019), Napo es la tercera provincia de Ecuador donde se reporta la mayor tasa de violencia de género. Ahí, siete de cada diez mujeres han sufrido alguna forma de agresión. Elsa reconoce que, cuando empezaron a crear el colectivo, hubo problemas con sus parejas porque básicamente la cotidianidad se reestructuró. Al llegar la amenaza de la minera, se reunían cada dos o tres días, lo que implicaba dedicar menos tiempo a las tareas de cuidado que culturalmente ellas asumen. Se les son asignadas. “Sufríamos porque ellos decían: ‘¡Ah, se van allá en vez de estar en la casa, de irse a la chacra, de cuidar el guagua [niño]!’. Hubo veces que incluso los esposos nos maltrataban”, comenta.
¿Cuándo cambió? Cuando su forma de resistencia se acuerpó y abrió el camino a la organización y al modelo social y económico que se pretende sostener. En tres años pasaron muchas cosas. Por ejemplo, con la llegada de internet, en el contexto de la pandemia, dejaron el caracol de campo que funcionaba como bocina para convocarse y activaron un grupo de WhatsApp donde se comunican. Como asociación formal promueven economías solidarias, sostenibles y no extractivas, donde a través de la producción de artesanías y turismo comunitario sostienen a sus familias.
Las mujeres de la guardia indígena también preservan saberes culturales como la danza y la música.MULLU TV
En guardia
Lo que se inició como un amedrentamiento a tres foráneos hoy se reconoce como la primera guardia indígena liderada por mujeres en Latinoamérica. Ahora están en redes y difunden su trabajo a escala internacional. Entre sus logros, junto a otras entidades como la Federación de Organizaciones Indígenas del Napo (FOIN) y la Defensoría del Pueblo, destaca el operativo ‘Yutzupino’ que a inicios de 2022 incautó unas 150 retroexcavadaoras utilizadas para minería en la zona.
Las mujeres conga no se dedican únicamente a la custodia y defensa territorial. También se enfocan en que niñas y niños accedan a educación intercultural y bilingüe. Son guardianas de la medicina ancestral, así como de la cultura, la tradición y la ancestralidad del pueblo kichwa.
¿Para qué? “Por el futuro de nuestros hijos”, responde Elsa. “Quiero hacer saber al mundo, a todas las comunidades de Ecuador, que sí se puede mantener y cuidar el futuro de nuestros hijos. Si no lo hacemos nosotros, quién va a cuidar”, enfatiza.
Junto a Elsa están Rocío, Diana, Piedad, Nashly, Irene, María José… Empezaron 14 y ahora son 35. Tienen entre 18 y más de 65 años. Los hombres que al principio las miraban recelosos ahora son parte del colectivo. “Me siento tan orgullosa porque las mujeres nos hemos empoderado. Los esposos ya entienden el trabajo que estamos haciendo. Hoy no solo somos nosotras, ya tenemos ocho hombres que nos están siguiendo, apoyando”, dice la presidenta de la organización.
Al grito de “¡fuerza, fuerza, guardia, guardia!” cuidan su territorio como las hormigas. Como esas congas que hacen su madriguera junto a los árboles y al sentir la presencia del enemigo lo atacan desde los pies. Así, juntas, frenan los pasos de quien quiera atacarlas.
“A mí no me gusta hacerla de profetisa pero esta es una ocasión en que se antoja fungir como tal. (Aparte de que la profecía es uno de los pocos oficios que se consideran propios para señoras histéricas como su segura servidora). Y yo les advierto que las mujeres mexicanas estamos echando vidrio de lo que hacen nuestras primas y estamos llevando un apunte para cuando sea necesario. Quizá no ahora ni mañana. Porque el ser un parásito (que es eso lo que somos, más que las víctimas) no deja de tener sus encantos. Pero cuando el desarrollo industrial del país nos obligue a emplearnos en fábricas y oficinas, y a atender la casa y los niños y la apariencia y la vida social y, etcétera, etcétera, etcétera, entonces nos llegará la lumbre a los aparejos. Cuando desaparezca la última criada, el colchoncito en que ahora reposa nuestra conformidad, aparecerá la primera rebelde furibunda”.
Es un extracto del texto “Casandra de huarache: la liberación de la mujer, aquí”, publicado por la escritora Rosario Castellanos en 1970 a manera de reacción por la gran marcha feminista sucedida en Estados Unidos el 26 de agosto de 1970 para conmemorar el 50 aniversario de la conquista de las mujeres por el reconocimiento del derecho al voto en el país vecino del norte.
“Casandra de huarache” es uno de los tres textos de Castellanos que se antologan en el libro Lo personal es político. Textos del feminismo de los setenta (Lumen, 2023), cuyas compiladoras son la antropóloga feminista Marta Lamas y la historiadora y editora Ana Sofía Rodríguez Everaert. En aquel texto, la autora chiapaneca lanzó una crítica contra la aparente apatía de la mayoría de las mujeres mexicanas en los 70 sobre el sexismo estructural en México, y cuestionaba si realmente eran suficientes las conquistas del derecho al voto, el acceso a las universidades o la oportunidad de desempeñar cargos públicos y privados, como para no permanecer inconformes y en las calles.
Así arranca esta compilación de 17 textos de autoras, y un autor, feministas de los setenta, durante la segunda ola en México. Además de Castellanos, entre estas plumas se encuentran la editora Marta Acevedo, la historiadora Lourdes Arizpe, la poeta Alaíde Foppa, la propia Marta Lamas y el cronista Carlos Monsiváis.
Necesario, un diálogo entre generaciones
“No nos gusta decir que es un grupo representativo, porque no lo es, pero es muy ilustrativo de la segunda ola del feminismo en México. Como hoy, en los setenta hubo corrientes feministas muy variadas, pero a las plumas que tratamos de reunir en esta antología fueron muy importantes, sus textos fueron muy leídos”, explica la historiadora co-compiladora Ana Sofía Rodríguez Everaert y complementa: “la motivación del libro es generar una suerte de diálogo intergeneracional entre las feministas contemporáneas y las feministas que les antecedieron, concretamente en los 70”.
El título de la compilación, Lo personal es político, explica la entrevistada, se desprende de aquella dimensión de la lucha feminista que se fortaleció durante esa segunda ola, la de la intimidad, la proximidad familiar, el hogar, y cómo desde estos fundamentos sociales también se ejercía y se ejerce la violencia de género, y debe denunciarse y revertirse.
“En los setenta se introduce una reflexión sobre lo personal, lo que ocurre en la casa, en la familia y la sexualidad, porque todo eso también es político. Pero no por ello estos textos dejan de lado reflexiones sobre cómo mejorar la vida de las trabajadoras, cómo insertarse en luchas sindicales, cómo ampliar los espacios de participación política de las mujeres. Y eso es algo que hace del feminismo mexicano muy distintivo incluso cuando se le compara con el feminismo estadounidense o con el europeo de esa misma época. Es decir, las mujeres mexicanas de los setenta estaban pensando en las campesinas, en las obreras, en cómo el subdesarrollo afecta particularmente a las mujeres. Entonces, pese a que hace parte de este gran movimiento de ‘lo personal es político’, tampoco abandonan las batallas de orden económico y en materia estructural”.
¿Observamos un distanciamiento de las luchas feministas?
“Sí, con la diversificación del feminismo ha venido mucha atomización de grupos. Nos hemos entrampado en una serie de debates muy poco fructíferos, pero que van a dar mucho al corazón de los temas. Por ejemplo, no podernos poner de acuerdo sobre cómo definir a una mujer. Estamos entrampadas en ese tipo de discusiones sin considerar aquello que sí tenemos en común, lo que sí queremos lograr. Porque diferencias en el feminismo hubo siempre, pero también ha habido esfuerzos por generar frentes comunes. Y hoy estamos ante la necesidad de generar un frente común sin que eso reste a la diversidad de posturas feministas”.
Finalmente, la historiadora reconoce a la distancia un contexto de oportunidad para generar un frente común pero tan diverso como sea necesario entre las luchas feministas contemporáneas.
“El próximo año seguramente tendremos una mujer presidenta. No sabemos quién será. En cualquier caso, es muy importante que haya dos mujeres que además están haciendo esfuerzos por dialogar sobre las demandas del feminismo. Y ésa es una oportunidad política que hay que tomar. Tengo esperanzas de que sí, que aprovechando la coyuntura política sepamos organizarnos y articular una agenda común”.
Lo personal es político. Textos del feminismo de los setenta
Durante el evento Web Summit de Lisboa, se cuenta con la presencia de 43% de asistentes y 38% ponentes mujeres, lo que representa que en el mundo de la tecnología se avanzó en la representación, sin embargo continúan habiendo barreras en el sector.
En uno de los pabellones de la muestra tecnológica, que durará hasta el jueves, hay un estand dedicado a ellas, a las “Women in Tech” (Mujeres en tecnología), donde hay conferencias y pueden intercambiar ideas sobre el papel de la mujer en la industria.
Nature, una fundación de ‘blockchain’ (cadena de bloques), una tecnología digital que garantiza la veracidad de las operaciones por internet.
Lleva veinte años trabajando en el sector y ayudando a otras mujeres, pero, indicó a EFE, todavía hay pocas.
“El problema grande es que hay pocas mujeres en puestos de liderazgo en tecnología que puedan ayudar a cambiar la narrativa y cambiar las perspectivas”, destacó esta directiva.
En su opinión, los ejecutivos de empresas tecnológicas son gente que tienen todos el mismo historial, han ido a las mismas escuelas y tienen el mismo perfil: “Suelen vivir en una cierta burbuja, por lo que suelen tomar decisiones dentro de la red (de contactos) que conocen”.
Es por ello que considera que hay que romper con eso y dar “un asiento en la mesa” a las mujeres para que puedan contribuir en la toma de decisiones sobre quién se contrata en las compañías del sector y cambiar la tendencia de reclutar a hombres.
‘Women in Tech’ busca aumentar la participación de las mujeres un 50%
Desde la organización de la Web Summit, la vicepresidenta de Comunidad, Carolyn Quinlan, quien lidera el programa ‘Women in Tech’, se muestra satisfecha por la representación femenina en esta feria, donde casi un tercio de las empresas emergentes que acudieron están lideradas por mujeres.
“Hemos estado en las mismas cifras durante varios años”, manifestó a EFE Quinlan, en alusión también a que el 43% de los asistentes y el 38% de los ponentes son mujeres.
Aun así, admitió que todavía se puede crecer algo más, ya que “lo ideal” sería acercarse al 50%.
A este respecto, Quinlan explicó que la organización promueve la participación de las mujeres en la muestra y apuntó que uno de los motivos por los que hay menos presencia de ellas en el sector tecnológico es porque “no hay tantas” que estudien ciencia, matemáticas o tecnología.
“Esto comienza a una edad muy temprana y continúa a lo largo del tiempo, aunque no es un problema único en tecnología porque todavía vemos lo mismo en deportes”, remarcó la responsable, al tiempo que insistió en que también es preciso que desde el sector y las compañías se respalden oportunidades de carrera para las mujeres.
Más allá de fomentar su presencia, en la Web Summit existe una política antiacoso, que tienen que suscribir todos los participantes para garantizar que el evento sea “un espacio seguro y para disfrutar” para todos los que asistan.
“Es importante que todo el mundo sepa que este es un sitio seguro para venir”, reflexionó Quilan, quien subrayó que desde la primera edición de la feria han registrado “un número muy marginal” de denuncias de acoso, teniendo en cuenta que es un evento muy grande con muchos asistentes de diferentes países y culturas.
“Lo fantástico -siguió- es que la mayoría de la gente entiende que hay derechos y reglas, y que tenemos políticas para afrontar lo que pueda surgir”.
De vuelta al puesto ‘Women in Tech”, por allí camina Dragana Đekić, que trabaja para la consultora sueca Tretton37.
Para ella, el problema de que haya menos mujeres en el sector tecnológico radica en la educación recibida.
“Normalmente, los hombres son criados de forma que alzan su voz, lideran y solicitan trabajos, incluso cuando no se ajustan 100% (sus perfiles); pero nosotras, las mujeres, siempre nos esforzamos por la perfección, por lo que si no estamos 100 % seguras no nos presentamos a ese puesto de trabajo”, reflexionó en declaraciones a EFE.
Đekić lamentó que las mujeres sean educadas para ser más tranquilas y “perfectas en todo”, y no tanto en adoptar riesgos.
A pesar de ello, admitió que el último par de años se ha hecho un “progreso significativo” a la hora de animar a las mujeres a ser “más valientes”, a intervenir y a sentarse en la mesa como harían los hombres.
En su empresa, la mayor parte de sus compañeros son hombres, “diría que son el 65%” y el resto mujeres, aunque el número de trabajadoras está aumentando “lentamente”.
Las mujeres en la Unión Europea (UE) reciben salarios que en promedio son 13 por ciento inferiores a los que reciben los hombres por el mismo trabajo, lamentó este martes la Comisión Europea, el poder ejecutivo del bloque.
“Esto significa que por cada euro ganado por un hombre, una mujer gana sólo 0.87 euros”, señaló la Comisión en un comunicado.
En otras palabras, para lograr los mismos ingresos anuales que un hombre, una mujer en Europa necesita trabajar más días.
“El Día de la Igualdad Salarial marca la fecha que simboliza cuántos días adicionales deben trabajar las mujeres hasta fin de año para ganar lo que ganaron los hombres en el mismo año. Este año el Día de la Igualdad Salarial cae el 15 de noviembre”, indicó el comunicado.
Las comisarias europeas Vera Jourova (Valores) y Helena Dalli (Igualdad) señalaron que el 15 de noviembre “sirve para recordarnos que debemos continuar nuestros esfuerzos para cerrar la brecha salarial de género”.
“La igualdad salarial por el mismo trabajo o por un trabajo de igual valor es uno de los principios fundacionales de la UE”, señalaron.
Rose Nyunja tenía solo 18 años cuando empezó a trabajar en las plantaciones de té de Kericho, la mayor región productora de esta planta de Kenia y una de las principales fuentes de empleo para las mujeres pobres del país. Durante décadas, se mató a trabajar en las explotaciones, recogiendo las hojas a mano. Después llegaron las máquinas de recolección y millares de mujeres como Nyunja empezaron a perder sus empleos, pues solo una de esas máquinas era capaz de sustituir a más de 100 trabajadores.
Una noche de 2020, Nyunja regresó a las viviendas de las empleadas y se encontró la puerta bloqueada con una barrera. La habían despedido. Suplicó al supervisor que salvara su puesto de trabajo y su hogar. En lugar de eso, los agentes de seguridad de la empresa la expulsaron del recinto. “Mis 26 años de servicio no significaban nada para ellos”, se lamenta, luchando por contener las lágrimas. “Me dieron una hora para recoger mis pertenencias y marcharme. Nunca en mi vida había experimentado tanta humillación y vergüenza. He trabajado diligentemente durante más de dos décadas y ¿qué he conseguido? Nada”.
El Sindicato de Trabajadores Agrícolas y de Plantaciones de Kenia afirma que 30.000 mujeres han perdido su empleo como consecuencia de la automatización en los últimos cinco años. Alrededor del 60% de los 75.000 trabajadores empleados actualmente en el sector del té son mujeres, frente al 75% estimado en 2017, según Dickson Sang, secretario general del sindicato.
A medida que las plantaciones de té de Kenia se automatizan para mejorar la productividad, las trabajadoras como Nyunja representan una tendencia mundial más amplia: las mujeres tienen más probabilidades que los hombres de perder sus empleos. Un estudio británico de 2019 revelaba que el 70% de los puestos de trabajo con alto riesgo de automatización están ocupados por mujeres en el Reino Unido. Y el pasado abril, un estudio de la Universidad de Carolina del Norte halló que casi el 80% de la mano de obra femenina en Estados Unidos se verá afectada por los avances en la inteligencia artificial (IA) generativa, en comparación con el 58% de los hombres.
Aunque los recientes avances de la IA generativa han agravado la preocupación por la disminución de puestos de trabajo para los empleados administrativos, las pérdidas de empleo debidas al aumento de la automatización en las empresas llevan años produciéndose, como se ha visto en Kenia. Kweilin Ellingrud, directora del McKinsey Global Institute, afirma que su investigación muestra que es 14 veces más probable que la automatización afecte a los trabajadores con salarios bajos que a los que ganan más.
El 80% de la mano de obra femenina en Estados Unidos se verá afectada por los avances en la inteligencia artificial generativa, en comparación con el 58% de los hombres
“Creo que la razón por la que acapara titulares es porque también está afectando por primera vez a los empleos con salarios más altos”, afirma Ellingrud. “Me parece que ahora la IA generativa está centrándose en puestos de trabajo de todo tipo: afecta a tu trabajo, afecta a mi trabajo. Algunos de nosotros, yo incluida, no estamos acostumbrados a pensar en cómo tendrá que cambiar mi trabajo o en qué va a cambiar”.
La pandemia de covid-19 demostró además que las mujeres tienen más probabilidades de perder su empleo en periodos de agitación económica, y tardan más en reincorporarse a la población activa. “El desempleo femenino dura más”, afirma Ellingrud. Su investigación en McKinsey ha revelado que 12 millones de personas tendrán que cambiar de trabajo de aquí a 2030, y que las trabajadoras tienen 1,5 veces más probabilidades que los hombres de verse obligadas a cambiar de ocupación. En su opinión, esto significa que los gobiernos y las empresas deben adoptar urgentemente medidas específicas para reciclar y mejorar la cualificación de las mujeres.
En Kericho, Roselyne Wasike, recolectora de té, cuenta que sus ingresos han caído casi a la mitad, de 150 a 80 dólares al mes (de 140 a 75 euros), a medida que las máquinas se han ido haciendo cargo de más partes del trabajo en la plantación. Ni siquiera los que han conseguido conservar su empleo pueden escapar al impacto de la automatización. “Estas máquinas han perjudicado a las mujeres a las que han despedido, en lugar de darles otras tareas dentro de las explotaciones de té”, afirma Wasike. Muchas de ellas son viudas o madres solteras. El resentimiento hacia las máquinas se tradujo en violencia el pasado mes de mayo, cuando los residentes de Kericho incendiaron nueve máquinas cosechadoras valoradas en 1,2 millones de dólares (1,1 millones de euros) en una plantación propiedad de Ekaterra, el productor de los tés Lipton y TAZO. El enfrentamiento se saldó con dos muertos y la detención del gobernador de Kericho. Ekaterra suspendió sus operaciones durante dos semanas, dejando sin trabajo a más de 16.000 empleados.
El 85% de los empleos afectados por la IA generativa se concentrarán en cuatro categorías laborales: servicios de alimentación, atención al cliente y ventas, administración de oficinas y fabricación
Uno de los puntos en disputa había sido una disposición del convenio colectivo del sector según la cual se mantendría a los trabajadores, en su mayoría mujeres, como operadores de máquinas. Los dirigentes sindicales afirman que las multinacionales se han “negado en redondo” a aplicarla. “No apruebo la destrucción de la propiedad. Pero ahora estos trabajadores están tomando represalias porque las empresas de té siguen cambiando las reglas del juego”, afirma Sang.
Ellingrud explica que el 85% de los empleos afectados por la IA generativa se concentrarán en cuatro categorías laborales: servicios de alimentación, atención al cliente y ventas, administración de oficinas y fabricación. En las tres primeras predominan las mujeres. Incluso en el sector manufacturero, las trabajadoras como Nyunja son más vulnerables en comparación con los hombres, que tienen más posibilidades de ser reciclados para funciones relacionadas con la automatización.
Ropa hecha en Bangladés, pero no por humanos
La automatización también ha cambiado radicalmente la composición del sector de la confección de Bangladés, antes aclamado por transformar las perspectivas de empleo de las mujeres. En el pasado, las mujeres representaban más del 80% de la mano de obra del sector, mientras que ahora representan menos del 60%. En 2019, el Gobierno preveía que medio millón de trabajadores de la confección, en su mayoría mujeres, perderían su empleo a causa de la automatización.
En el Centro de Formación y Confección Moni de Savar, situado al norte de la capital, Dacca, Mizanur Rahman enseña a sus alumnos a manejar las máquinas de tejer y tricotar. Rahman, extrabajador de la confección, explica cómo contratan instructoras para las alumnas y ofrecen horarios flexibles para que las mujeres puedan acudir antes o después de ocuparse de las tareas domésticas. Señala que la confianza que adquieren con su formación puede traducirse en un mayor reconocimiento en el trabajo.
En 2019, el Gobierno de Bangladés preveía que medio millón de trabajadores de la confección, en su mayoría mujeres, perderían su empleo a causa de la automatización
“Muchas de mis alumnas obtienen buenos resultados y ascienden a puestos de supervisora o jefa de línea”, afirma Rahman. Es probable que las funciones de supervisión y de manejo de tecnología automatizada sean algunos de los empleos clave que sobrevivan en un panorama posautomatización. Pero ambos tienden a estar dominados por los hombres. En la industria de la confección de Bangladés, las mujeres han representado durante mucho tiempo menos del 5% de los supervisores, a pesar de constituir una mayoría significativa de la mano de obra.
Ha habido algunas señales de éxito. El proyecto Igualdad de Género y Rendimiento, dirigido por la Corporación Financiera Internacional del Banco Mundial y la Organización Internacional del Trabajo, afirma que el 60% de sus aprendices han sido promovidas a puestos de supervisión, y el número de mujeres supervisoras en la industria ha saltado al 12% desde que comenzó el programa en 2016.
Empleadas de la fábrica de ropa Civil Engineering Limited en Dacca, Bangladés, que volvieron a trabajar un año después del estallido de la pandemia.MOHAMMAD PONIR HOSSAIN (REUTERS)
Abdullah Hil Rakib, director de la Asociación de Fabricantes y Exportadores de Ropa de Bangladés, la mayor asociación comercial del sector en el país, asegura que el principal obstáculo para que las mujeres prosperen en puestos de supervisión u operadoras de máquinas es psicológico. “Es una barrera mental”, afirma. Señala que la automatización supone un trabajo menos agotador físicamente tanto para hombres como para mujeres, lo que elimina una dificultad que antes habría hecho que algunos puestos de trabajo fueran menos accesibles para las mujeres. “Incluso cuando un hombre maneja una pesada máquina de corte automático, solo tiene que pulsar un interruptor para encenderla y apagarla. No necesita hacer más”, sostiene Rakib.
Ellingrud anota que alrededor del 10% de los empleos que se crean cada año suelen ser nuevas funciones que antes no existían, pero las mujeres ocupan estos puestos en menor proporción que los hombres. Las que no sean capaces de adaptarse corren el riesgo de quedarse fuera de la nueva economía. Pero esa adaptación parece una posibilidad lejana en Kericho, donde Nyunja vende verduras en la calle para llegar a fin de mes. “Antes podía cuidar de mi familia y pagar la escuela de mis hijos”, se lamenta. “Ahora mi futuro parece sombrío. Apenas puedo pagar el alquiler, y mucho menos enviar a mi hijo a la escuela”.
Un informe de la organización no gubernamental estadounidense Centro Nacional de Derecho de la Mujer (NWLC, por sus siglas en inglés) califica de «alarmante» el aumento de la pobreza en Estados Unidos, especialmente en las familias encabezadas por mujeres, según un comunicado publicado este lunes.
El fin de la asistencia federal entregada durante la pandemia, incluidos los créditos fiscales reembolsables ampliados, se relacionan directamente con el aumento de la pobreza, de acuerdo al análisis de NWLC.
Dentro del informe se detalla que entre 2021 y 2022, la tasa de pobreza entre las familias encabezadas por mujeres solteras se duplicó al pasar del 11,9% al 26,7%. Del mismo modo, la tasa de pobreza entre las mujeres mayores también aumentó en el mismo período, del 11,7% al 15,3%.
NWCL agrega que el trabajo se basa en los datos publicados por la Oficina del Censo de Estados Unidos en septiembre.
«Los datos revelan que, tras el fin de los fondos de la era de la pandemia, la Medida Suplementaria de Pobreza (SPM, por sus siglas en inglés) aumentó considerablemente en tan solo un año, algo que no se había registrado en el país en más de 50 años», enfatizó el informe.
«La pobreza es una opción política. Tenemos evidencia clara de que la ampliación del crédito tributario por hijos, los pagos de estímulo y el seguro de desempleo ayudaron a millones de familias a pagar alimentos, alquiler, cuidado infantil y más. Como era de esperar, el hecho de que el Congreso no extendiera estos apoyos condujo a que el año pasado se dispararon las tasas de pobreza, aumentaron el hambre y las dificultades entre las mujeres y los niños», señaló Melissa Boteach, dirigente de NWLC.
“Es imperdonable que el Congreso siga fallando a las mujeres y las familias al no restablecer de inmediato el crédito tributario ampliado por hijos y otros apoyos que son fundamentales para reducir la pobreza”, añadió Boteach.
CNN intenta obtener comentarios de legisladores y funcionarios de la Casa Blanca.
De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), las mujeres representamos un poco más de la mitad de toda la población que reside en México (52%). A pesar de ello, seguimos siendo minoría en muchos puestos de los campos sociales. Esto es debido a los tipos de violencia que existen.
La violencia contra las mujeres es una ofensa a la dignidad humana y es una de las formas más dramáticas de la desigualdad entre hombres y mujeres, informa el Instituto Nacional de las Mujeres (INMUJERES), y está presente en muchos ámbitos de nuestra vida. Por ello, es importante saber identifcar sus tipos.
Ante ello, hoy te vamos a platicar sobre la violencia económica, una de las formas más comunes de violencia.
En qué consiste la violencia económica contra una mujer
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De acuerdo con la Ley General de Acceso a las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, la violencia económica es toda acción u omisión de la persona agresora que afecta la supervivencia económica de la víctima. Puede presentarse a través de un control total sobre sus recursos económicos, impidiéndole acceder a ellos y prohibiéndole trabajar. Además, esta clase de violencia también se manifiesta en la percepción de un salario menor por el mismo trabajo.
Es el cuarto tipo de violencia con más prevalencia en el país. El 27% de las mujeres la padecen, según el INEGI. Las condiciones de pobreza, discapacidad y pertenencia a otros grupos marginados hacen más difícil para las mujeres lograr la independencia económica.
Entonces, cualquier comportamiento contra la independencia económica de la mujer, se considera violencia económica. En México, para 2021, dos de cada 10 mujeres habían sido controladas o chantajeadas económicamente, despojadas, coaccionadas u objeto de incumplimiento de alguna responsabilidad económica, según datos del INMUJERES.
Tipos de violencia económica
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De acuerdo con el Instituto Europeo para la Igualdad de Género (EIGE, por sus siglas en inglés), existen 3 tipos de violencia económica.
Control económico. Se trata de limitar y controlar las finanzas de la víctima y las relaciones en torno a ellas. Por ejemplo, la restricción y control del acceso al dinero, necesidades, activos financieros e información. Es decir, impedir que la víctima pueda obtener independencia financiera.
Explotación económica. Consiste en utilizar los recursos económicos de la víctima en beneficio del abusador. Por ejemplo, abrir, aceptar o contratar créditos y pensiones a nombre de la víctima sin su consentimiento y hacer un mal uso de ellos. Asimismo, robar, dañar o esconder el uso de los bienes o recursos de la víctima sin su permiso se considera violencia económica.
Sabotaje económico. Impedir que la víctima persiga, obtenga o mantenga un empleo y/o educación para poder ser económicamente independiente. O bien, sabotear las oportunidades para ello a interferir con el trabajo o educación. Un claro ejemplo de lo anterior es negarse a adquirir su responsabilidad en el cuidado del hogar y la crianza.
Consecuencias de la violencia económica
Este tipo de violencia tiene como finalidad lograr o conseguir la dependencia financiera de otra persona. Por lo tanto, el EIGE advierte que la violencia económica a menudo se produce en un ámbito de relaciones íntimas.
La principal consecuencia del control sobre los recursos económicos de las mujeres es la dependencia, una de las principales razones que limitan las posibilidades de las mujeres de salir de relaciones abusivas. A su vez, la violencia afecta la autonomía de una mujer y su desarrollo físico y emocional.
La angustia por falta de recursos en las mujeres puede llevarlas al endeudamiento, desempleo, depresión, ansiedad, aislamiento y enfermedades, mismas que no podrán ser atendidas debido a que se limita la capacidad de víctimas a buscar y pagar servicios de salud.
Asimismo, puede llevarlas a realizar actividades delictivas o que comprometan su integridad por la necesidad de dinero inmediato.
La brecha salarial entre hombres y mujeres sigue siendo un reto, lo cual puede llevar a frustación y depresión.
La Sala Superior del Tribunal Electoraldeterminó que los partidos políticos deberán postular al menos a cinco mujeres para las 9 gubernaturas que se renovarán en las elecciones de 2024.
La propuesta fue aprobada con los votos a favor de las magistradas Janine Otálora y Mónica Soto, y el magistrado presidente Reyes Rodríguez Mondragón. En contra, los magistrados Felipe de la Mata y Felipe Fuentes.
La mayoría del pleno rechazó el proyecto del magistrado de la Mata, quien proponía revocar el acuerdo del INE para que los partidos postularan a cuatro mujeres, excluyendo a Yucatán por tener legislación local en la materia.
La magistrada Janine Otálora se pronunció en contra de que los partidos postulen únicamente a cuatro mujeres, ya que seis de las nueve entidades que irán a elecciones en 2024nunca han tenido una gobernadora.
“Tomando en cuenta la subrepresentación histórica de las mujeres en los estados donde se renovarán las gubernaturas, siguiendo la jurisprudencia de esta Sala Superior en el sentido de que la paridad debe interpretarse en beneficio de las mujeres y a partir de nuestros propios precedentes, no comparto que no sean cinco las candidaturas a gubernaturas que deban postular los partidos políticos”, expresó.
Expuso que, ante la omisión de los congresos locales, el INE tiene la facultad de supervisar que los partidos políticos regulen la paridad en sus documentos internos, hasta su implementación y cumplimiento.
La magistrada Mónica Soto se pronunció en contra de la propuesta, al considerar que se deben incluir a los nueve estados que renuevan al poder Ejecutivo en el acuerdo de paridad. “Se debe tener un enfoque nacional de la totalidad de las gubernaturas y la jefatura de gobierno objeto de la renovación de los procesos electorales locales”, apuntó.
El magistrado presidente, Reyes Rodríguez Mondragón, planteó que el INE sí está facultado para emitir estos criterios de paridad.
“Me parece que se debe tomar la paridad total en conjunto de las nueve, y concuerdo con esta visión de que en 2024 se concluya un ciclo completo de renovación de gubernaturas y jefatura de gobierno en las 32 entidades federativas. Y estableciendo este criterio de postular cinco mujeres, podríamos decir que la paridad se cumple no sólo horizontal, sino en el tiempo”, apuntó.
El magistrado Felipe de la Mata, señaló que los congresos locales tienen la facultad de regular el tema de paridad en gubernaturas; ante la omisión del legislativo, subraya que el INE no tiene facultades por sí mismo para emitir criterios para garantizar la paridad.
“Los avances que ha tenido México en torno a los temas de paridad y violencia política de género, en realidad no ha sido por los avances legislativos necesariamente. Primero han sido las sentencias y después las leyes. Este tribunal ha sido un tribunal de avanzada”, sostuvo.
Si bien celebró que se apruebe que los partidos postulen al menos a cinco mujeres, consideró que no están castigando al único estado que legisló en la materia, en este caso, Yucatán.
“En los hechos estaremos inaplicando las leyes de los estados. Quizá el problema es que ahora esto se va a interpretar como un: dependiendo el año daré una orden o daré otra. Lo único que lamento, sinceramente es que Yucatán, su ley, tendrá una aplicación acotada en el mejor de los casos, y quede el INE como el sumo derogador de las normas locales”, expresó.
Un reportaje de Aljazeera le está mostrando al mundo una de las muchas consecuencias de la guerra de Israel en Gaza, que impacta directamente en niñas, adolescentes y mujeres adultas: la escasez de agua y productos de gestión menstrual, que las obligan a buscar pastillas para retrasar su menstruación.
De por sí la situación en la Franja de Gaza ha sido adversa para su población, con este nuevo capítulo del conflicto histórico entre Israel y Palestina, los derechos de niños, niñas, adolescentes y mujeres se han visto gravemente perjudicados.
Mujeres de Gaza usan pastillas para retrasar su menstruación en la guerra
Al Jazeera nos cuenta que decenas de mujeres palestinas han decidido tomar pastillas para retrasar su menstruación a causa de la situación de emergencia que viven en Gaza —zona que está sitiada, que enfrenta la escasez de agua, productos de gestión menstrual y más; como resultado del bloqueo impuesto por Israel.
Y pese a los riesgos que implica tomar estas pastillas —que usualmente son recetadas para el control del sangrado menstrual intenso, la endometriosis o periodos dolorosos—, las mujeres de Gaza ven en la noretisterona un recurso para poder sobrevivir en la guerra.
Foto: Abed Rahim Khatib-NurPhoto- Getty Images.
De entre los efectos secundarios de estas pastillas para retrasar la menstruación están el sangrado vaginal irregular, náuseas, cambios en el ciclo menstrual, mareos o cambios de humor.
A eso, hay que sumar los impactos psicológicos y físicos de la misma guerra en las mujeres.
De los 15 a 41 años: adolescentes y mujeres de Gaza sin acceso al agua durante la menstruación
Los periodistas de Al Jazeera Linah Alsaafin y Ruwaida Amer recopilaron los testimonios de varias mujeres, de distintas edades, en su mayoría mamás que incluso buscan las pastillas para que sus hijas adolescentes retrasen su menstruación.
Y tengan, por así decirlo, un “pendiente menos” con el que lidiar —ya que resulta imposible tener su periodo ante el nulo acceso al agua o la falta de productos como toallas sanitarias y tampones.
Foto: @UNRWA
A esta consecuencia se suma otra: los impactos psicológicos y físicos de la guerra, como insomnio o tensión extrema; ya que muchas mujeres tienen que cuidar de su familia, además de ellas como personas, en su individualidad.
Esta es otra de las consecuencias de la guerra de Israel en Gaza y de cualquier otro conflicto que no suele ser visibilizada, pero sucede y es preocupante. Si les interesa conocer más a detalle este reportaje, aquí les dejamos el enlace.