La Asociación de Mujeres en la Industria de la Animación (MIA) ha realizado el primer estudio en España sobre el papel de la mujer y su representación en el sector. Los resultados de este diagnostico, realizado con motivo del Día Mundial de la Animación, que se celebrará el 28 de octubre, evidencian la casi total ausencia en puestos de directivos y de liderazgo en 10 de 14 cargos más representativos de la producción de animación.
Según el informe, los cargos específicos en animación se tornan ampliamente masculinizados, al tener apenas un 10% de representación femenina. «El objetivo de esta investigación social es reflejar con datos cómo la animación sigue siendo un sector muy masculinizado, con poca presencia de mujeres en puestos directivos y con un papel muy estereotipado en los contenidos», explica Alicia Núñez, presidenta de MIA y miembro de la Academia de Cine.
«Nuestro propósito principal es dar voz y mejorar las condiciones de las mujeres en la industria que se enfrentan cada día al techo de cristal», añade. En los puestos de dirección, la representación de mujeres cineastas es ninguna; la cifra aumenta en lo referente a mujeres guionistas, puestas estas representan un 14% y hay una ligera subida, del 22%, respecto a mujeres profesionales en las áreas de digitalización o efectos visuales.
Es en el diseño de producción donde las trabajadoras representan el 80% de los puestos, una labor que se asocia con aspectos de organización, coordinación y gestión de recursos. «Es un trabajo que encaja a la perfección con el rol tradicional femenino», denuncia Núñez.
RELEGADAS A UN SEGUNDO PLANO
«Los cargos con más presencia de varones están ligados al desarrollo del liderazgo, de la creatividad y de la digitalización, características vinculadas socialmente con el rol masculino. Esta conexión directa nos lleva a hablar de una brecha de género en el metraje de animación español», agrega la presidente de MIA, quien destaca también que muchos de los cargos de las mujeres en la animación no están lo suficiente reconocidos.
«Hay mujeres trabajando en el sector de la animación, pero quedan relegadas a un segundo plano, a cargos no prioritarios y no reconocidos dentro de la animación en largometrajes», explica Núñez, quien resalta que los altos costes que tienen los metrajes de animación también repercuten y dificultan el acceso de las mujeres a puestos de dirección, siendo los cortometrajes los únicos proyectos donde aparecen mujeres cineastas como realizadoras.
«Los largometrajes suponen costes superiores a los cortometrajes por lo que se refuerza esa asociación entre aspecto económico y género. Allá dónde los importes son mayores, las mujeres no tienen presencia», manifiesta. En lo relacionado al contenido, el informe expone que el 100% de los comentarios considerados violentos son emitidos por hombres y que el 90% de los personajes con ropas ajustadas y provocativas son femeninos.
Las mujeresargelinas vestidas con brillantes trajes bereberes que ululaban, cantaban y tocaban tambores en un torneo de fútbol la semana pasada estaban impulsando su lucha por la igualdad de género, una causa que ha sido objeto de un mayor escrutinio en Argelia después de un brutal ataque este mes.
El tranquilo pueblo adoquinado de Sahel acogió la tercera competencia anual entre equipos femeninos en la región montañosa de Kabylie para impulsar un papel más importante para las mujeres en la sociedad argelina.
“Las mujeres antes no eran libres, no se les permitía trabajar fuera de casa … ahora tenemos derechos, podemos ser abogados, pilotos o hacer cualquier otro trabajo, y somos iguales a los hombres”, dijo Houria Hamza. , una de las jugadoras.
La causa de los derechos de la mujer en Argelia ha ganado fuerza en las últimas semanas después de la violación y asesinato de una joven cuyo presunto agresor ya había sido acusado de agredirla años antes.
El caso ha provocado indignación y protestas en Argel, a pesar de la prohibición pública de manifestaciones debido a la pandemia de coronavirus. La policía arrestó a un sospechoso.
“No tienen corazón y no tienen cerebro. Los que matan merecen ser asesinados ”, dijo Naima, de 52 años, una aldeana del Sahel que no quiso dar su apellido, refiriéndose a los hombres que atacan a las mujeres.
En la región de Kaylie, al este de Argel, un bastión de la cultura bereber de habla amazigh, las mujeres habían ocupado durante mucho tiempo roles influyentes en la sociedad, pero una insurgencia islamista de la década de 1990 hizo que muchas volvieran a sus hogares.
Hamza, una ama de casa de 37 años, ayudó a su equipo a ganar el título después de derrotar al pueblo de Tabouda en una tanda de penales animada por decenas de mujeres que aplaudían y cantaban.
“Hay mucho que las mujeres pueden lograr. Tanto como los hombres. Quizás incluso más que los hombres ”, dijo Fadila Bekkouche, directora de la asociación de mujeres de la aldea.
Gabriela Calderón, representante de la dependencia, destacó que 42.5 por ciento de las mujeres se encuentra en la población ocupada; sin embargo, es 33 por ciento menos que los hombres, aunado a que mantienen una brecha salarial con ellos.
La Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) trabaja en acciones para incrementar la participación de las mujeres en el ámbito laboral porque esto llevaría a tener un mayor crecimiento económico y aumentaría la productividad en el país.
La directora general de Política y Proyectos de Productividad de la SHCP, Gabriela Calderón, indicó que si México llegara tener la misma población ocupada que tiene Argentina, se incorporarían 1.3 millones de mexicanas más al ámbito laboral; si tuviera la misma población ocupada de Chile, lo harían 2.6 millones de mujeres; si tuviera la de Colombia 3.7 millones y si tuviera la de Perú 12.4 millones de mujeres más.
Durante su participación en la conferencia vespertina de créditos solidarios a la palabra, abundó en que las industrias con mayor diversidad de género tienen un crecimiento en su valor agregado más alto; además, en Estados Unidos las empresas con mayor diversidad tuvieron entre 20 y 40 por ciento más producción agregada por persona.
Sin embargo, explicó la funcionaria, en México 42.5 por ciento de las mujeres de 15 años de edad o más se encuentra en la población ocupada, pero esta cifra es menor que otros países pares y 33.4 puntos porcentuales menos que los hombres.
Las mujeres en México, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), trabajan 6.2 horas en promedio más que un hombre a la semana.
El número de horas que trabaja una mujer a la semana es de 59.5 horas, mientras que un hombre en el mismo periodo acumula 53.3 horas, es decir, 11 por ciento.
Además, el 66.6% de las horas que laboran están dedicadas para actividades que no están remuneradas, el 30.9% del tiempo total de trabajo para las mujeres corresponde al trabajo para el mercado y 2.5% a la producción de bienes para uso exclusivo del hogar. En el caso del hombre sólo ocupa el 27.9% para el trabajo no remunerado de los hogares .
Los datos corresponden al periodo previo al inicio de la contingencia sanitaria. Al respecto, el periódico Financial Times indica que mujeres que viven en economías desarrolladas temían que la pandemia le regresara los roles de género tradicionales de la década de los 50, en el caso del contexto mexicano indica que es un rol que nunca desapareció.
(Foto: Reuters/Edgard Garrido)
Identifica al país como la segunda economía más grande en América Latina, lugar en donde el “el empleo femenino cae por un precipicio una vez que las mujeres alcanzan la edad fértil”.
Además, es la nación en donde más horas se labora, de acuerdo con información de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), con 2,137 horas al año.
En relación con los datos que da a conocer el Inegi, las entidades en donde las diferencias son mayores en las horas de trabajo entre ambos sexos son: Zacatecas (12.2 horas), Guerrero (9.6), Oaxaca (9.1), Sinaloa y Veracruz (8.7). Mientras que la brecha es mejor en Campeche (0.4), Quintana Roo (1), Yucatán (2.1), Tabasco (3.5) y Nuevo León (3.7).
En la columna que escribe la periodista Jude Webber se refiere al estudio del Banco Interamericano de Desarrollo del 2019, que en términos de participación femenina en la fuerza laboral y salarios, está más cerca de las naciones de Centroamérica que de las economías desarrolladas.
(Foto: Oswaldo Ramírez/Cuartoscuro)
Lo anterior tiene como base que la nación es la segunda en América Latina en donde se registra la mayor diferencia entre la participación de hombre y mujeres en el trabajo. En tanto, la participación de la fuerza laboral femenina es menor en Guatemala, El Salvador y Honduras. La brecha salarial de género en México es mayor que en cualquier otro lugar de la región, se indica en el estudio.
Posteriormente, se menciona que el hecho de que las mujeres tengan acceso a servicios de guarderías podrían significar eliminar las barreras para que puedan acceder a un empleo, en la presente administración se eliminaron los apoyos a estancias infantiles, con el fin de dar los recursos de forma directa, para reducir la corrupción.
“Se podría pensar que la pandemia, con su normalización del trabajo remoto, podría ser una beneficio. Pero el doble de las mujeres mexicanas perdieron su trabajo en comparación con los hombres en el actual contexto”, se indica.
Las restricciones que implica vivir en una zona rural pueden potenciar los niveles de pobreza, en particular en países con poco desarrollo industrial. México, siendo un país centralizado, es un claro ejemplo de ello.
Entre los sectores más desfavorecidos en la sociedad están las mujeres, los jóvenes, los pobres y los habitantes de las zonas rurales, una combinación de estas características arroja cifras alarmantes en países como México, así lo dio a conocer el pasado 13 de octubre el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) en su estudio de Desigualdad en la mujeres indígenas rurales.
Pobreza rural y pobreza urbana
Antes que nada, se tiene que hacer una distinción entre la pobreza rural, es decir, de las zonas más alejadas del país, y la pobreza urbana, es decir, en núcleos urbanos. Se presentan como opuestos, pues la primera está destinada a tareas de escaso valor añadido, por lo que el nivel de vida es inferior.
Además, esto se agudizó con la emigración del campo a la ciudad a partir de la década de los 60, lo que se dio principalmente en gran parte de los países desarrollados.
Desigualdad en las mujeres indígenas rurales de México
A propósito de la conmemoración del Día de Internacional de las Mujeres Rurales, el CONEVAL dio a conocer los siguientes datos que visibilizan las brechas de este grupo:
El 79.7% de las mujeres indígenas rurales se encuentra en pobreza; el 35.4% de los hombres no indígenas urbanos está en la misma situación.
6 de cada 100 mujeres no indígenas urbanas habitan en viviendas precarias sin acceso a agua entubada, o donde cocinan con carbón o leña sin tener chimenea. En el ámbito rural, esta relación asciende a 75 de cada 100 mujeres indígenas.
Únicamente el 38.7% de las mujeres indígenas rurales concluyeron el nivel educativo obligatorio de acuerdo con su generación de nacimiento. Este porcentaje se ubica en 80% para mujeres no indígenas urbanas.
98 de cada 100 mujeres indígenas que viven en el ámbito rural nunca han cotizado en una institución de seguridad social. Mientras que 71 de cada 100 mujeres no indígenas que viven en el ámbito urbano se encuentran en la misma situación.
Menos del 50% de las mujeres en edad de trabajar están en el mercado laboral, una cifra que apenas ha cambiado durante los últimos 25 años, asegura un nuevo informe de las Naciones Unidas.
El estudio advierte que el trabajo doméstico y de cuidados no remunerados todavía recae de manera desproporcionada en las mujeres, lo que limita su potencial económico. La pandemia COVID-19 ha afectado aún más los medios de vida de las mujeres.
“Veinticinco años después de la adopción de la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing, el progreso hacia la igualdad de poder y los mismos derechos para las mujeres sigue siendo difícil de alcanzar. Ningún país ha logrado la igualdad de género y la crisis del COVID-19 amenaza con erosionar los limitados logros que se han alcanzado”, asegura el Secretario General de la ONU en la presentación del informe.
Demet Özer Yakut
Una mujer con un vestido tradicional en Turquía.
Los datos del informe
El informe de la ONU, que se visualiza de manera interactiva en su sitio web, reúne 100 datos estadísticos sobre seis temas relacionados a la igualdad de género: población y familias; salud; educación; empoderamiento económico y propiedad de activos; poder y toma de decisiones; y violencia contra la mujer y la niña, así como el impacto del COVID-19.
El trabajo doméstico y de cuidados no remunerado frena a las mujeres
Las mujeres en todo el mundo cada día dedican aproximadamente una media de tres veces más horas al trabajo doméstico y de cuidados no remunerado que los hombres (4,2 horas en comparación con 1,7). En el norte de África y Asia occidental, la brecha de género es aún mayor, y las mujeres invierten siete veces más tiempo que los hombres en estas actividades.
En 2020, solo el 47% de las mujeres en edad de trabajar participaron en el mercado laboral, en comparación con el 74% de los hombres, una brecha de género que se ha mantenido relativamente constante desde 1995.
Tanto en Asia meridional y occidental como en África septentrional el número es aún menor, con menos del 30% de mujeres participando en el mercado laboral. Y se espera que la pandemia exacerbe estas disparidades de género, ya que muchas mujeres trabajan en los subsectores más afectados por COVID-19 y las medidas de confinamiento, como el trabajo doméstico remunerado, los servicios de alojamiento y alimentación, y el comercio minorista.
Las mujeres también representan más del 70% de los trabajadores en el sector de la salud, por lo que se enfrentan a mayores riesgos de infección que los hombres en el lugar de trabajo.
ONU/Kim Haughton
La canciller alemana Ángela Merkel conversa con la primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, en la Asamblea General de la ONU en 2019.
Poder y toma de decisiones
Las mujeres ocupaban solo el 28% de los puestos gerenciales a nivel mundial en 2019, casi la misma proporción que en 1995, y solo el 18% de las empresas encuestadas tenían una directora ejecutiva en 2020.
Entre la lista de 500 empresas estadounidenses que figuran en la revista Fortune solo el 7,4 %, o 37 consejeros delegados, eran mujeres.
En la vida política, si bien la representación de las mujeres en el parlamento se ha más que duplicado a nivel mundial, todavía no ha cruzado la barrera del 25% de los escaños parlamentarios este 2020.
La representación de las mujeres entre los ministros del gabinete se ha cuadruplicado en los últimos 25 años, pero sigue estando muy por debajo de la paridad en un 22%.
UNICEF / Josue Mulala
Estudiantes con mascarilla en una escuela de la República Democrática del Congo
Educación
El estudio indica que el mundo ha logrado avances sustanciales en el logro de la educación primaria universal, y las niñas y los niños participan por igual en la educación primaria en la mayoría de las regiones.
Si bien es probable que los cierres de escuelas relacionados con COVID-19 retrasen el progreso en el acceso a la educación, la evidencia muestra que las niñas, una vez que tienen acceso a la escuela, suelen tener mejores resultados que los niños en términos de rendimiento académico. En la educación terciaria, las mujeres superan en número a los hombres y la matriculación está aumentando más rápidamente entre las mujeres que entre los hombres.
Sin embargo, las mujeres siguen estando infrarrepresentadas en los campos de la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas y representan solo un poco más del 35% de los graduados en estas áreas.
Las mujeres también son una minoría en las áreas de investigación y el desarrollo científico, y representan menos de un tercio de los investigadores del mundo.
Agência Brasil/Elza Fiuza
Durante la pandemia del coronavirus han aumentado los casos de violencia contra las mujeres y las niñas.
La violencia contra las mujeres y las niñas sigue siendo un problema mundial
Durante el confinamiento del COVID-19, muchas mujeres y niñas se han aislado en entornos inseguros donde corren un mayor riesgo de sufrir violencia a manos de su pareja.
Alrededor de un tercio de las mujeres en todo el mundo han sufrido violencia física y / o sexual por parte de sus parejas; y el 18% ha experimentado este tipo de violencia en los últimos 12 meses.
En los casos más extremos, la violencia contra la mujer es letal: a nivel mundial, se estima que 137 mujeres son asesinadas diariamente por su pareja o un miembro de la familia.
Si bien la mutilación genital femenina se está volviendo menos común en algunos países, al menos 200 millones de niñas y mujeres vivas en la actualidad han sido sometidas a esta forma específica de violencia en África y el Medio Oriente.
Como dato positivo cabe destacar que la aceptación social de las mujeres golpeadas por sus parejas disminuyó en casi el 75% de los países con datos de los últimos siete años. Sin embargo, las leyes para abordar la violencia doméstica aún no están disponibles universalmente, y solo 153 países las aplican.
Las brechas son mayores en África del Norte y subsahariana y en Asia Occidental y donde el 43% y el 35% de los países, respectivamente, no han aprobado leyes al respecto.
Antonio Herrera
Una niña en el campo de Colombia.
Los datos confiables y oportunos son fundamentales
Según los autores del informe, se necesitan de manera crítica datos confiables, oportunos y desglosados, particularmente cuando la comunidad internacional responde a la pandemia de COVID-19, para medir de manera efectiva el progreso en el logro de la igualdad de género. Es fundamental cerrar las brechas de datos y pruebas mediante la recopilación y el uso regulares de estadísticas de género.
“Hago un llamado a todos los países para acelerar los esfuerzos hacia el empoderamiento de las mujeres y las niñas y para mejorar la base de evidencia para monitorear el progreso: es necesario llenar las brechas de datos en la cobertura de temas clave de género”, dijo Liu Zhenmin, subsecretario de la ONU General de Asuntos Económicos y Sociales.
“Es necesario mejorar la puntualidad y la comparabilidad de los datos a lo largo del tiempo y entre países, y el desglose y la difusión de datos por edad, sexo, ubicación y otras variables clave deben convertirse en una prioridad para medir y abordar plenamente las desigualdades entrecruzadas, responder a las crisis, y garantizar la igualdad de género para 2030”, concluyó.
Según António Guterres la Década de Acción para lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible y los esfuerzos para recuperarse mejor de la pandemia ofrecen una oportunidad para transformar las vidas de las mujeres y las niñas.
Aunque mucho se habla de gastronomía de vanguardia, las cocineras tradicionales son la columna vertebral de la cocina mexicana. No sólo por dedicar su vida al nixtamal y al humo, sino por guardar conocimientos en sus memorias y transformar con sus manos los sabores de su tierra.
Estas figuras de nuestra cultura son clave para entender la forma en la que la sociedad ha evolucionado. Con recetas heredadas de madres, tías y abuelas, las mujeres de comunidades rurales poseen el patrimonio gastronómico del país.
No se requiere ningún estudio ni profesionalización para ampliar el espectro de las cocineras tradicionales, más bien, todo lo contrario. Su aprendizaje se compone de experiencias y saberes que obtienen en los fogones de cada una de sus casas.
COCINERAS TRADICIONALES: EL PILAR DE LA GASTRONOMÍA Y DE LA SOCIEDAD
Desde épocas prehispánicas, eran las mujeres las encargadas de transformar el maíz y producir tortillas. También eran ellas las que cuidaban la milpa y con sus frutos activaban el comercio y alimentaban a sus familias.
Con el paso del tiempo, la mujer permaneció en la cocina pero no sólo yacían ahí todas sus responsabilidades. En la mayoría de los casos se encargaba de cuidar el ganado, integrar a la familia y velar por el bienestar común.
Las mujeres recibían desde pequeñas una serie de saberes que debían desarrollar para ganarse su lugar en la sociedad. En sus manos recaía la tradición ancestral del buen gusto en la comida y en muchas de las artesanías suntuosas que llenaban de belleza la vida cotidiana.
Por este motivo, las cocineras tradicionales en México son multidisciplinarias: conocen la tierra y sus productos; saben de técnicas ancestrales para transformarlo y también pueden hacer que la magia perdure en el tiempo.
Y aunque esa magia tiene mucha belleza en fondo y forma, la realidad de estas mujeres dista mucho de los cuentos de hadas que les cuentan a sus hijos antes de dormir. En la mayoría de los casos son víctimas de violencia en su entorno y de la falta de oportunidades.
Pero ¿quiénes son en realidad? Hablar de cocineras tradicionales puede prestarse a generalizaciones pero cada mujer tiene una historia, una lucha y sobre todo, un motivo para amar a su oficio sobre cualquier otro.
BENEDICTA APRENDIÓ A COCINAR CON SU ABUELA Y AHORA ELLA TRANSMITE SUS CONOCIMIENTOS A SUS NIETAS CON ORGULLO. // FOTO: ESPECIAL.
Para entender quién es Benedicta Alejo hay que observar cómo funciona su entorno. Nació en San Lorenzo, un pueblo de 4,000 habitantes, en 1966, cuando aún no había luz ni gas en la casa.
Todavía jugaba a las cocinitas cuando la casaron con un hombre 10 años mayor que ella, teniendo apenas trece.
Empezó a cocinar por gusto en un lugar en el que las mujeres lo hacían por obligación, y cuando salió a vender sus atápakuas en Uruapan, le miraban mal, porque allí las mujeres no trabajaban, o al menos no fuera de casa.
Aprendió su segundo idioma, español, antes de aprender a escribir, y nunca se quejó de que las otras cocineras le copiaran sus recetas para vender tanto como ella, sino que siguió innovando y rescatando más recuerdos.
Ella considera un privilegio compartir con tantas personas los platillos que heredó de su abuela, quien le enseñó desde niña a usar el metate, preparar atoles y muchos otros secretos que hoy en día la han convertido en la maestra cocinera más reconocida del estado.
JUANITA BRAVO CON SU METATE Y EN SU COCINA. // FOTO: ÉRIKA CHOPERENA.
Juanita -como es conocida- nació en Angahuan y pasó la mayor parte de su vida hablando solamente Purépecha; hace apenas 10 años aprendió español “con mucha paciencia y escuchando”.
Su pueblo tiene varias características. La primera es que es una comunidad principalmente de mujeres. Gran parte de los hombres se van a Estados Unidos a probar suerte y allá se quedan, como es el caso de uno de sus hijos.
El metate prácticamente es una extensión de sus manos. Lo conoce a la perfección y por otro lado no deja de mezclar su nixtamal mientras platica de una cosa y de otra.
No utiliza prensa para darle forma a las tortillas; su experiencia se ve reflejada al lograr un círculo perfecto y ponerlo en el comal. Usa su propio maíz, tiene variedades blanca y azul.
Juanita Bravo es experta en cocinar atápakua, uno de los platillos clave de las tradiciones michoacanas. Se prepara con chiles, masa (para espesar), condimentos y carne de res, cerdo o pescado.
Antes del nombramiento a la cocina michoacana como Patrimonio de la Humanidad, Juanita no salía mucho de su pueblo. Esto cambió, en la última década ha viajado a varios países para exponer no sólo la tradición gastronómica michoacana sino también la mexicana ante el mundo.
ANITA BELLO Y MAURA LÓPEZ, COCINERAS TRADICIONALES DE TLAXCALA. // FOTO: ÉRIKA CHOPERENA.
Actualmente hay alrededor de 80 cocineras tradicionales de Tlaxcala, cada una con conocimientos tan únicos como sus historias. Maura y Anita son las abanderadas de su estado, orgullosas de sus mixiotes y sus tlatlapas.
Entre todo lo que se puede encontrar en el estado están los moles y hay de distintos tipos, ya sea más picosos o más bien dulces; son el platillo estrella de las bodas y un pretexto para juntarse entre comadres a convivir y a platicar.
Las Mujeres de Humo han rescatado más de 500 recetas tradicionales de la región Totonaca de Veracruz. El Totonacapan se extiende al sur hasta Tecolutla y tiene otras ciudades conocidas como Papantla.
La cultura en esta zona de Veracruz es imprescindible ya que conjuga comida y arte, tanto que en 2012 se creó el Centro de las Artes Indígenas (CAI). Fue en el marco de éste justamente donde ellas, las Mujeres de Humo, comenzaron a laborar en la Casa de la Cocina Tradicional.
Entre los alimentos y platillos tradicionales de los totonacas destacan el atole de maíz morado, de tortilla quemada y de dulce con chile. También el pipián de flor de izote, los frijoles en guatape, las jaibas en chileajo y las enchiladas de semilla de mamey.
Rosalba González es heredera de un linaje de cocineras tradicionales de Oaxaca y aprendió a cocinar con las mujeres de su familia siendo niña.
Siendo adolescente comenzó a trabajar en un restaurante en la CDMX. La sólida educación familiar le fue asegurando su posición en la cocina: en poco tiempo su disciplina y orden le permitieron ganarse la confianza de los chefs para los que trabajaba, quienes le fueron abriendo los secretos del sabor y las sazones delicadas de todo el mundo.
Y fue así que se convirtió en una cocinera, huica tlacuali, de los señores. Pues al restaurante acudían comensales en busca de los platillos que ella ayudaba a preparar y servir.
La vida de Celia Florián es cocinar, sí, pero también compartir, enseñar y presumir la cocina de su amado estado, Oaxaca.
Celia creció rodeada de animales, árboles frutales, plantaciones de maíz, y con una madre y una abuela diestras en la cocina, mujeres que todos los días preparaban la comida para los mozos que trabajaban en la hacienda familiar.
A los 7 años, ya se encargaba de preparar el atole para los empleados; ya más grande, los tamalitos.
¿Quién iba a pensar que Celia cambiaría su trabajo en un banco por entrar de lleno a la cocina y abrir un restaurante? Pero la cocina llama, la cocina es destino.
Antes de tomar la decisión de abandonar el banco, Celia pensaba que le gustaría tener un restaurante oaxaqueño para lograr un mole negro como el de su mamá y su abuela, “limpio, sin grasa, impecable”, un mole perfecto.
MONE DE CERDO CON HOJA DE MOMO. // FOTO: CLAUDIA GARCÍA.
Vas a animarte a probar todo lo que no has saboreado porque la cocina de Tabasco es un edén. Su sazón exótico y sus platillos son casi espirituales, preservados de generación en generación gracias a las cocineras tradicionales.
María Susana cocina con toda clase de ingredientes endémicos. Utiliza pejelagarto, caracoles de río, pato y armadillo en diferentes guisados.
Uno de ellos es el mone, un plato envuelto a manera de tamal con hoja de plátano y hoja santa -conocida como momo-, relleno de pescado o carne.
Todos los días, doña Susana nixtamaliza el maíz para hacer sus tortillas y el pozol. Puede molerlo con frijol, semilla de calabaza en polvo y yuca.
CLAUDIA RUIZ, CHEF Y COCINERA TRADICIONAL TZOTZIL. // FOTO: RODRIGO CRESPO
Claudia Ruiz creció entre San Cristóbal y San Juan. Su familia, conservadora y tradicionalista, buscaba una vida tranquila para ella donde la cocina de humo fuera, como en -casi- todos los casos de las mujeres tzotztiles, el epicentro de su vida.
Aquí las mujeres visten faldas negras hechas por ellas mismas con lana de las ovejas que pastorean. Las blusas son de colores brillantes y generalmente se peinan de trenza. Son ellas también las que cuidan la milpa y las que, con sus manos, transforman los frutos de su tierra en delicias gastronómicas.
Pero ella buscaba algo distinto. El aroma de las tortillas recién hechas y del atole salado llenaban su corazón tanto que quiso salir de su pueblo y estudiar gastronomía para perfeccionar su técnica y enseñar la cocina de su cultura al mundo.
Así es como llegó la tradición tzotzil hasta las cocinas de Pujol y Máximo Bistrot; Claudia realizó prácticas profesionales en los mejores restaurantes de la Ciudad de México para volver a San Cristóbal y poner en alto la cocina indígena chiapaneca.
Septiembre es la temporada en la que se cosechan elotes, flores y guías de frijol de la milpa. Aquí todo se aprovecha y los sabores de cada elemento dan lugar a uno de los platillos más emblemáticos de todo Chiapas: el vok ich.
Muy parecido al atole pero en una versión salada, este es un plato principal que se come a medio día. Con la masa resultante del nixtamal -que se prepara cada mañana antes de que salga el sol- le dan cuerpo a un potaje que llena de energía a toda la cultura tzotzil.
CONSUELITO VENANCIO DE COMONFORT, GUANAJUATO
FOTO CORTESÍA DE SECTUR GUANAJUATO
Los sellos ceremoniales son una tradición de las comunidades con raíces otomíes en el Bajío. Las mujeres heredan una superficie tallada en madera con diferentes formas -las cuales representan a sus familias y sus celebraciones- y la pintan con tintas extraídas naturalmente para después plasmar las imágenes en las tortillas que preparan.
Consuelito Venancio, cocinera tradicional de Guanajuato, heredó de su madre la responsabilidad de cuidar el sello familiar. Con éste y otros que ha ido labrando,se dedica a cocinar y hacer tortillas en su lugar de origen, un pueblo llamado Delgado de Abajo, en el municipio de Comonfort.
Consuelito busca en el campo unas flores llamadas toritos o muicle, las cuales muele e infusiona para hacer un tinte que pinta de rosa o morado los sellos.
Una vez que están listas, las tortillas se sirven en la mesa.
Tradicionalmente, las comunidades otomíes buscan en los campos diferentes ingredientes con los que cocinan platillos que llenarán esas tortillas.
En celebraciones especiales se comen escamoles, chapulines y gusanos, pero también es común encontrar palomas rellenas, nopales guisados en distintas salsas, conejo en mole y preparaciones elaboradas con xoconostle.
La empresaria mexicana Angélica Fuentes propuso durante el panel de Cambio Climático SOCAP 2020 tomar acciones que permitan empoderar a niñas y jóvenes en el combate del cambio climático y la restauración del medio ambiente.
Destacó que la única forma de trabajar en pro a este objetivo será por medio de la educación, el acceso a la salud sexual y reproductiva, así como aprendizajes para producir alimentos en las distintas prácticas de agricultura, lo que podría reflejarse en una reducción de 51.48 gigotoneladas de dióxido de carbono para el año 2050.
“La planificación familiar y el acceso de las niñas y jóvenes a la educación, están altamente relacionados. Ambos factores inciden de manera determinante en el cambio climático: 58.6 toneladas de dióxido de carbono equivalentes por año, por niño. El conocimiento es poder y necesitamos ponerlo en manos de niñas y jóvenes”, resaltó la inversionista Angélica Fuentes.
Su posición estuvo alineada a datos de Drawdown, que han resaltado que una de las iniciativas más importantes a nivel mundial para revertir el calentamiento global es la planificación familiar, ya que un mejor control representaría una reducción de 119.2 gigatoneladas de dióxido de carbono.
En otro sentido, Angélica Fuentes mencionó que las mujeres representan el 51% de la población global, sin embargo, solo el 12% de los ministerios de medio ambiente es encabezado por una mujer, por lo cual se necesitará trabajar en incluir la visión femenina en estos temas.
“Las mujeres somos quienes más sufrimos los embates del cambio climático, pero no tenemos suficiente representación en la toma de desiciones para combatirlo. Esa ecuación debe cambiar”, enfatizó la empresaria mexicana.
Durante la celebración de este panel internacional, Fuentes estuvo acompañada de Rick Parnell, CEO de la Foundation for Climate Restoration, Brent Constantz, CEO de Blue Planet, y de David Antoniolli, CEO de Verra.
El panel internacional SOCAP 2020 terminará el 23 de octubre y abordará temas como la economía global post Covid-19, políticas públicas medioambientales, responsabilidad de las empresas en la “nueva normalidad” e inversiones de alto impacto.
La principal barrera para el empoderamiento económico femenino y el emprendimiento es el acceso a financiación.
La recuperación en América Latina será «más lenta» y «más difícil» si las mujeres no se empoderan económicamente y no se mejora su acceso al crédito, pues son casi la mitad de la población activa de la región y, sin embargo, están acusando más la crisis que los hombres.
Esa fue la conclusión del foro virtual organizado este martes por la oficina de ONU Mujeres para las Américas y la Agencia Efe, que se centró en el rol de las mujeres en la gran recesión que va a sufrir Latinoamérica este año, que Cepal estima en un 9.1 % y es la mayor en un siglo.
«Somos una energía transformadora y si no cuentan con nosotras para salir de la crisis económica, este continente va a demorar mucho más años en recuperarse. Es el momento de las mujeres latinoamericanas, somos solución, no una población vulnerable», dijo la directora regional de ONU Mujeres, María Noel Vaeza.
Con más de 10 millones de casos y cerca de 370,000 muertos, Latinoamérica es la región más afectada por la pandemia, que remite en la mayoría de los países, pero no termina de darse por controlada.
Tras largas cuarentenas, los países han empezado a poner en marcha sus melladas economías con el reto de no perder los grandes avances sociales conseguidos en los últimos años en la región, que con 626 millones de personas es la más desigual del mundo.
De acuerdo a la Cepal, el parón económico provocará el cierre de 2.7 millones de empresas en Latinoamérica, elevará la tasa de desempleo regional al 13.5 % y llevará a la pobreza a los niveles de 2005.
La brecha se agranda
Las mujeres jóvenes son las peor paradas: en el tramo de edad de 25 a 34 años habrá 117 mujeres en extrema pobreza por cada 100 hombres, según ONU.
«En el primer semestre del año, el 62.9 % de las mujeres en Latinoamérica entraron en inactividad laboral, lo que quiere decir que también dejaron de liderar sus empresas», aseguró Nadia Sánchez, creadora de «She Is», una fundación sin ánimo de lucro que en cinco años ha beneficiado a más de 7,500 mujeres y niñas de la región.
«La brecha de género se ha agudizado con la pandemia», agregó Sánchez, quien también es promotora de la edición latinoamericana del Women Economic Forum (WEF).
La principal barrera para el empoderamiento económico femenino y el emprendimiento es el acceso a financiación, y eso que las mujeres son más cumplidoras que los hombres y pagan más del 95 % de los créditos que reciben, frente al 70 % de los hombres, de acuerdo a distintos organismos.
Un estudio reciente del Banco Interamericano del Desarrollo (BID) y el Banco de desarrollo de América Latina (CAF) reveló que las chilenas tienen un 18 % menos de probabilidades que los hombres de que les aprueben créditos, lo que implica que el crédito perdido podría ascender a 12,000 millones de dólares.
«El negocio está en las mujeres, en los emprendimientos femeninos y la recuperación tiene que tener cara de mujer», afirmó el economista jefe y gerente general de Investigación del BID, Eric Parrado Herrera, durante el encuentro «Las mujeres, en el centro de la recuperación económica de América Latina».
«Necesitamos inversión de mayor calibre, más allá del microcrédito en el que se encasilla a la mujer. Estamos haciendo un llamado a los grandes inversores del mundo, que son los fondos de pensiones y las compañías aseguradoras, para que entiendan que invertir en género es un buen negocio», añadió Vaeza.
Para Fernando Fascioli, presidente de McCann Worldgroup para América Latina y el Caribe y el último participante en el foro, «estamos frente a una oportunidad única» para acabar con la brecha de género no solo desde las instituciones públicas, sino también desde la esfera privada, donde «tenemos que reconocer nuestros sesgos inconscientes».
Más de 100 millones de mujeres pueden salir de la pobreza si los gobiernos invierten en su empoderamiento mediante políticas orientadas a mejorar el acceso a la educación, la planificación familiar y el salario equitativo, mientras que el PIB mundial podría aumentar en 5,3 billones de dólares si acabará con la brecha de género, según ONU.
La Comunidad de Mujeres Cerveceras de Latinoamérica nuclea a sommeliers, científicas, productoras y consumidoras. Buscan visibilizar a la mujer en el mundo de la tradicional bebida.
Son mujeres. Son cerveceras. Y son pioneras. Decidieron unirse para apoyarse, para crecer, y mostrar que existen. Algunas de ellas son sommeliers, otras científicas, las hay productoras y también dueñas de cervecerías. Sus historias cambian, pero las une su pasión por la cerveza.
“La cerveza para mí fue un camino de ida, porque es todo lo que amo: ciencia, arte, cultura e historia”, dice a DW Karen Borensztein, fundadora de la Comunidad de Mujeres Cerveceras que las nuclea.
“Queremos visibilizar a las mujeres dentro de la cultura cervecera”, explica. Y sigue: “Si yo no veo que hay otras mujeres cerveceras, que se emplean dentro de esta cultura, que es posible catar y hacer cerveza, cómo voy a querer ser cervecera?”, se pregunta.
Así fue que decidieron agruparse en esta red, única en su tipo, que hoy cuenta con representantes en Argentina, Bolivia, Guatemala, Brasil, Chile, Venezuela, Colombia y Uruguay.
Están en contacto permanente, organizan capacitaciones, intercambian saberes y experiencias. También información y proyectos. Pero sobre todo, hacen hincapié en la sororidad.
“Somos una organización con una mirada feminista, entonces, no vamos a exigirnos entre nosotras una responsabilidad más de las que, ya de por sí, tenemos”, afirma Borensztein desde Buenos Aires.
El arte de domesticar levaduras
Y ciertamente responsabilidades y logros no les faltan. Victoria Lobos, nacida en Santiago de Chile, es ingeniera agrónoma especializada en microbiología cervecera y vitivinícola.
Así describe el proceso en diálogo con DW: “Yo colecté microorganismos de todo tipo en la Cordillera de los Andes, en la Patagonia chilena, los aislé en laboratorio, y luego los domestiqué, es decir, les enseñé qué tienen que comer y cómo se tienen que comportar, para poder hacer cervezas estandarizadas”.
Hoy la joven científica provee de microorganismos al continente y ha ganado reconocimiento internacional. “Es un mundo fascinante, donde nunca dejas de aprender”, sostiene con el entusiasmo intacto.
Produciendo cerveza desde casa
“Cada cerveza es una experiencia sensorial distinta”, afirma por su parte Andrea Aneiva a DW, desde La Paz, Bolivia. Y cuenta: “Soy home brewer, es decir, cocino cerveza desde mi casa en pequeños lotes de 20 litros por vez, implementando todas las medidas y herramientas para que mi cerveza sea de calidad”, indica orgullosa.
Similar es la experiencia de la colombiana Jennifer Ramírez. “Siempre compraba cervezas importadas, pero luego de un viaje a Brasil, donde la cultura cervecera es enorme, llegué con inmensas ganas de hacer cerveza en mi casa, y así arranqué”, rememora.
“Disfruto todo, desde comprar las materias primas, cocinar y embotellar hasta ver a las personas tomando el producto que preparé”, sostiene en diálogo con DW.
“La cerveza es un arte, y como tal, yo me expreso con maltas y lúpulos”, dice poéticamente, a su turno, la productora guatemalteca Aunne Schadd. “Yo les llamo aromas de cambio”, cuenta a este medio.
Mujeres haciendo historia
“La cerveza es un antes y un después en mi vida”, confía a este medio la uruguaya Alejandra Carrasco. “Me sumergí en este mundo, y lo que comenzó como un hobby de fin de semana se fue transformando en un proyecto de vida”, relata. Hoy es cofundadora del certamen “Copa Uruguaya de Cervezas” y de la primera Escuela de Cervezas del Uruguay, y ambas iniciativas gozan de excelente salud.
Quien también recorre caminos bien propios es la sommelier de cerveza Natalia Urzúa. “Si ya somos pocos los sommeliers en Chile, las mujeres somos aún menos”, dice a DW.
“Históricamente, la cerveza era una bebida que era fabricada por mujeres, a nivel casero, y que, paulatinamente, fue perdiendo su espacio frente a la industrialización”, explica Urzúa desde su Santiago de Chile natal. “Por otro lado, muchas de las antiguas deidades relacionadas a su elaboración eran figuras femeninas”, sigue.
“La historia de la cerveza se entrelaza mucho con la mujer. Hoy queremos que ese nexo sea más fuerte que nunca”, concluye.
Y en esa dirección avanza la Comunidad de Mujeres Cerveceras. Con tantas dosis de levadura como de pasión por la tarea.