Los estudios de cine han sido criticados por su baja representación de mujeres y minorías étnicas, particularmente a raíz de las campañas impulsadas por movimientos como el #MeToo.
El número de películas taquilleras de Hollywood protagonizadas por mujeres aumentó considerablemente en 2019, reflejó el miércoles un estudio que no obstante destaca que persisten las brechas en la industria.
Los estudios de cine han sido criticados por su baja representación de mujeres y minorías étnicas, particularmente a raíz de las campañas impulsadas por movimientos como el #MeToo, #TimesUp y #OscarsSoWhite de los últimos años.
Un 40% de las 100 películas más taquilleras del año tuvieron mujeres como protagonistas, un incremento «histórico» en relación con el 31% registrado en 2018.
Hemos visto ahora dos años consecutivos de avances sustanciales para las protagonistas femeninas, lo que indica el comienzo de un cambio positivo en la representación», dijo Martha Lauzen, del Centro para el Estudio de la Mujer en la Televisión y el Cine de la Universidad de San Diego, que conduce esta investigación desde 2002.
El estudio titulado «It’s a Man’s (Celluloid) World» –«Es un mundo (de celuloide) de hombres»– señaló que aunque más filmes como «Capitana Marvel», «Estafadoras de Wall Street» y Mujercitas» fueron protagonizados por mujeres, el número de roles femeninos con parlamento cayó ligeramente.
Es importante señalar que los cinéfilos siguen teniendo casi el doble de probabilidades de ver a un personaje masculino que a un personaje femenino en un papel con parlamento».
La investigación encontró que la representación de actrices de minorías étnicas se mantuvo baja: 68% de todos los personajes femeninos eran blancos, un ligero aumento en comparación con el año anterior.
En una señal de estereotipos de género, los personajes femeninos eran más propensos a tener un estado civil conocido, a diferencia de sus contrapartes masculinas, y eran menos propensos a tener un oficio conocido o a ser mostrados en sus lugares de trabajo.
Las actrices eran normalmente más jóvenes que los actores: la mayoría de los personajes femeninos tenían entre 20 y 30 años, mientras que la mayoría de los masculinos, entre 30 y 40 años.
Y pocas mujeres llegan a los 60 años» en la muestra estudiada, destacó.
La capacidad de trabajo de las mujeres es impresionante, su empatía con los demás, su visión de las cosas, responsabilidad, inteligencia, ganas de luchar y salir adelante, dice Mauricio Hubard.
Escribo este articulo inspirado en un tuit de @ginadiezbarroso en el que escribió: “Es curioso y a la vez humillante que algunos líderes de empresas que no tienen mujeres en puestos de decisión creen que tendrían que bajar la barra para tenerlas, cuando datos duros de @McKensey muestran lo contrario. Diversidad genera desarrollo @daliaEmpower”.
Es increíble que en la época en que vivimos se siga dando esta inequidad entre los puestos ocupados por hombres y mujeres, un absurdo que se viene arrastrando de tantos años, pero que hoy es más que nunca inaceptable.
Antes que entrar al tema específico del trabajo, partamos de la base, todos nacimos de una mujer y nuestras madres son una de las figuras más importantes a lo largo de nuestras vidas, para los mexicanos la peor agresión es la “mentada de madre”; y en el camino de nuestra vida, los hombres vivimos rodeados de mujeres, sin las que no podríamos vivir y/o entender nuestra vida.
La capacidad de liderazgo de las mujeres es increíble, en la familia, en la sociedad, en los ámbitos laborales; hay muchísimos ejemplos en México y el mundo, históricamente y, sobre todo, en la actualidad. Cada día más mujeres guiando de forma positiva cambios en los diferentes ámbitos de la vida diaria.
En las empresas, la participación de las mujeres enriquece de una forma sumamente positiva los equipos de trabajo, desde Consejos de Administración hasta cualquier puesto en la estructura de la compañía, su capacidad de trabajo es impresionante, su empatía con los demás, su visión de las cosas, responsabilidad, inteligencia, ganas de luchar y salir adelante, etcétera; sin duda las mujeres enriquecen a cualquier organización.
Cada día hay más mujeres en puestos de liderazgo y con resultados admirables, en Consejos de Administración, CEOs de empresas, directoras de área, de instituciones diversas, que tienen un dinamismo increíble, capacidad de formar equipos y llevarlos a obtener excelentes resultados; sin embargo, hace falta más equidad.
He tenido la fortuna de trabajar con mujeres de las que les he aprendido mucho en lo personal, profesional y social, han enriquecido mi formación, mujeres a quienes admiro y valoro en toda plenitud.
Yo veo una generación de mujeres cada día más empoderadas, con mayor presencia en los diferentes sectores de la sociedad, no solo de las empresas y eso es algo increíble, van a cambiar esa miopía social y empresaria que se tiene, ya hay resultados muy claros sobre esto.
La revista Time acaba de nombrar como “Persona del año” a Greta Thunberg, y de forma muy merecida, hace pocos años, Malala ocupó este lugar; ambas muy jóvenes y muy merecidamente.
Es un hecho que, en las universidades cada día es más parejo el número de hombres y mujeres estudiando y trabajando al mismo tiempo; hoy la carrera de Medicina tiene un número similar entre hombres y mujeres que se gradúan y ejercen, lo que hace algunos años era diferente.
Tengo tres hijas, cada una es una guerrera apasionada de lo que hace, de la igualdad de género, ninguna siente o tiene la más mínima diferencia en las posibilidades de lograr en su vida lo que se propongan entre ellas y sus hermanos o amigos; estoy seguro que cada una va a saber encontrar su lugar y desarrollarse plenamente, no tengo ninguna preocupación por ellas en el tema de que se les bloquee por ser mujeres, cada una sabe demostrar lo que vale; ese es el empoderamiento que veo en las mujeres; mi esposa en su trabajo ha tenido la capacidad de destacar y demostrar valientemente que las mujeres logran lo que se proponen.
En las empresas, hospitales, gobierno, organizaciones sociales, escuelas, etcétera, los hombres que han crecido con esta miopía deben cuidarse; esa miopía los hace menos competitivos e incluso esforzarse menos, están en desventaja ante lo que viene: generaciones de mujeres con gran preparación, competitivas y seguras de ellas mismas.
Por supuesto que no digo que los hombres de estas generaciones no vengan igualmente preparados, lo que es necesario es saber trabajar en conjunto mujeres y hombres, reconociendo a cada uno su valor, cualidades y en alianza lograr cada día un mejor México.
Regresando al comentario de Gina Diez Barroso, quien es una incansable promotora de las mujeres, de la educación, del emprendimiento, yo agregaría que, en las empresas que caen en el caso que menciona, están perdiendo una gran oportunidad de lograr fortalecer sus estructuras, de ser más competitivas, rentables y ampliar su visión y posibilidades.
La visión, en muchas ocasiones machista de nuestro país, lleva a que hombres cobardes, sin moral y criminales, cometan acoso sexual en las empresas y en la vida diaria, lo que debe ser castigado con todo el peso de la ley; las empresas debemos de contar con mecanismos que eviten esto, que permitan denunciar sin miedo y apoyar a las víctimas.
Las mujeres son de lo mejor de nuestras vidas, ¿hasta cuándo seguirá esta miopía que tanto las daña a ellas y a toda la sociedad?
Nota del editor: Mauricio Hubard es Fundador y Presidente de Juntos Financiera, estudió Relaciones Industriales en la Universidad Anáhuac del Sur, graduado de la escuela de Negocios de Harvard (Harvard Business School), es miembro activo del Harvard Alumni Association, ha tomado diversos cursos en esta escuela relacionados con Microfinanzas, Gobierno Corporativo, entre otros; Desarrollo de Instituciones Financieras en el JFK School of Goverment de Harvard, también de Responsabilidad Social de las Empresas por la Universidad de Stanford y el ESADE de Barcelona. Escríbele a hubardm@gmail.com. Síguelo en su cuenta de Twitter. Las opiniones expresadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.
¿Dónde está la raíz de la desigualdad entre hombres y mujeres? El radical punto de partida de ‘El segundo sexo’ mantiene plena vigencia 70 años después de su aparición.
Hay autores que simplemente no tienen predecesores ni sucesores: su originalidad es absoluta. Simone de Beauvoir pertenece a ese grupo porque su pensamiento fue un punto de fuga que permitió llegar adonde no se había llegado. A pesar de que son muchas las etiquetas que se han colgado sobre su libro El segundo sexo —se define, según los casos, como existencialista, humanista, ilustrado o constructivista—, lo cierto es que 70 años después de su aparición es un clásico con todas sus letras, una obra brillantemente articulada a través de la cual seguimos contemplando e interpretando el mundo.
Esa es la sensación que una tiene al leerlo porque ese libro elevó las experiencias de vergüenza y autoculpabilización de las mujeres a una inteligente y sutil reflexión filosófica; El segundo sexo articula una meditación sistemática sobre significados sociales para los que aún ni siquiera existían palabras en 1949. Su valentía fue colosal, pues muchas feministas de su tiempo todavía guardaban silencio sobre las fantasías proyectadas en los cuerpos de las mujeres y la importancia de ello en su posicionamiento social asimétrico.
Entre otras cosas, la aportación de aquella pensadora genial, la más ilustre vecina del parisiense Barrio Latino, fue situar la reflexión sobre el cuerpo en el centro del feminismo: si toda existencia humana, decía, es definida por su situación, la corporalidad de la mujer y los significados sociales que se le atribuyen condicionan su existencia. Esta máxima tan sencilla era revolucionaria hace 70 años y lo sigue siendo hoy, pues la mujer todavía se realiza en el mundo como un cuerpo sometido a tabúes y estereotipos que sirven como excusas para legitimar las más evidentes discriminaciones sociales.
Lo personal es político
El segundo sexo es feminista, por supuesto, y lo es porque, si hay algo que define al feminismo, es la reivindicación para la política de temas tabú u olvidados, de importancia capital para entender la situación de desigualdad y subordinación de las mujeres. La biología, los usos amorosos, la iniciación sexual, las implicaciones para la mujer del matrimonio o incluso de la vejez… son algunos de los asuntos, de apariencia mundana pero incuestionable trascendencia, que perfilan con exactitud una nueva sensibilidad política puesta sobre el tablero de juego con brillantez y audacia extremas. Porque Simone de Beauvoir comenzó su obra magna desde espacios filosóficos prácticamente deshabitados y con temas que, hasta la fecha, se despreciaban de un plumazo como ajenos a lo político. Anticipaba así, al hacer de la reflexión sobre el cuerpo un tema central, el famoso “lo personal es político” del feminismo de la Segunda Ola en los años sesenta. Resulta interesante reivindicarlo hoy, cuando pesan sobre él tantos malentendidos que ponen a la defensiva a los valedores de la ortodoxia. Casi parece absurdo tener que recordarlo: ninguna feminista estaría a favor de dinamitar la línea que separa la vida pública de la necesidad de un cobijo íntimo donde resguardarnos. No es el feminismo, sino las redes sociales, las que están desdibujando esas fronteras.
Comenzó su obra con temas que hasta entonces se despreciaban y eran vistos como no políticos
“Lo personal es político” simplemente quiere decir que cualquier práctica social es susceptible de convertirse en un tema adecuado para la reflexión, discusión y expresión públicas. La desestabilización de la férrea división entre lo público y lo privado sirvió para abrir esos espacios de libertad e igualdad para las mujeres, pero nuestro pensamiento sigue formateado por una vieja presunción ideológica que siente como un ataque todo aquello que desnaturalice lo que nunca debió naturalizarse. Que el mundo privado de la necesidad y los cuidados se nombrase en femenino no tenía nada de natural, y sigue siendo un problema en nuestras sociedades: aún hoy, en España, donde existe una amplia concienciación feminista, solo dos de cada 10 varones comparten las tareas domésticas con sus parejas, según reveló una encuesta del CIS en 2017. El problema es que esa división política que relegó a las mujeres a un ámbito doméstico como si fuera su espacio natural, también promovió su invisibilidad como sujetos políticos. Y aún hoy la presencia pública de mujeres, su reconocimiento y su prestigio siguen siendo sustancialmente inferiores al de los hombres.
Simone de Beauvoir, en su piso de París en 1976.JACQUES PAVLOVSKYSYGMA / GETTY
Cuerpos en la esfera pública
Esa separación entre sexos que tanto ha cuestionado el feminismo descansa sobre la fragmentación radical de la experiencia humana. Por un lado, los varones ejercían la ciudadanía pública y, por otro, las mujeres regentaban en el mundo privado el ámbito de las necesidades, afectos y deseos. La reconocida filósofa Carole Pateman lo explicó en El contrato sexual: esta ficción se mantiene por una poderosa idea abstracta del ciudadano universal, “que no tiene cuerpo porque es razón desapasionada”. Pero ese proceso de desencarnación de los hombres se produce en paralelo a otro menos amable que define esencialmente a las mujeres como cuerpos vulnerables. Toda nuestra tradición se basa, de hecho, en esa ilusión metafísica asentada —en palabras de Christine Battersby— en la falacia de que “los sujetos son independientes entre sí, y sus corazones racionales permanecen separados de los dolores y sufrimientos que sus cuerpos vulnerables generan”. Cuando Simone de Beauvoir dijo que “la mujer, como el hombre, es su cuerpo” daba un radical giro de timón a esa tradición para hablarnos del cuerpo vivido y avanzar más allá de la separación cartesiana entre un sujeto que “piensa, luego existe” mientras habita una suerte de recipiente pasivo que no forma parte de su yo. Beauvoir reclama el cuerpo, y a partir de ahí comienza una fructífera producción de literatura feminista y lo que la politóloga Seyla Benhabib describió con exactitud como “la aparición del cuerpo en la esfera pública”.
Desde un enfoque estructural definió el patriarcado, ese concepto que aún genera miedo
En realidad, lo que Simone de Beauvoir nos quería decir es que hay inevitables dependencias entre nuestro cuerpo y nuestra mente, y que si la experiencia corporal condiciona la forma en la que nos enfrentamos al mundo, en el caso de la mujer esto tiene un efecto mayor, pues son las significaciones sociales dadas a esa forma de relacionarnos con nuestros cuerpos y su importancia para desarrollarnos como personas las que estructuran una sociedad profundamente desigual. En sus propias palabras, mientras “el hombre percibe su cuerpo como una relación directa y normal con el mundo (…), la mujer tiene ovarios”. Desde la más tierna infancia, la mujer experimenta su cuerpo como una cosa que tiene que proteger, atenta siempre a que sus movimientos no entren en contradicción con la feminidad que se espera que proyecte en todo momento. Y esto es común a todas las mujeres, pues con independencia de sus oportunidades y sus posibilidades de elección existe “una base común que subyace a cada existencia individual femenina en el estado actual de educación y costumbre”. Y así, desde este enfoque estructural, define Simone de Beauvoir al patriarcado, ese concepto que tanto miedo absurdo sigue generando.
La palabra “patriarcado” no implica nada más (y nada menos) que el reconocimiento de que, por debajo de la pluralidad de sus vidas, de la diversidad y creatividad de cada mujer, hay una unidad que puede ser identificada y narrada de forma inteligible y clara, una línea de experiencias compartidas subyacente a cada vida particular que nos hace un poco más desiguales frente a los hombres. Esa forma tan sencilla de definir el patriarcado supuso, de hecho, un gran paso histórico hacia adelante: huir de los esencialismos al describir a las mujeres, pero también de ese nominalismo estéril que niega toda diferencia. Por eso señalaba Simone de Beauvoir que decir que “todos somos seres humanos” es algo tan hueco que carece de relevancia como punto de partida para explicar nada.
La falacia de la biología
¿Dónde está la raíz de esa desigualdad? ¿Por qué la mujer no es tan libre como debiera serlo? Son las preguntas de las que parte la autora para escribir la obra cumbre y seminal del pensamiento feminista. Pero curiosamente, El segundo sexo comienza a enhebrar su propuesta desde una observación un tanto peregrina: a un hombre no se le hubiera ocurrido escribir un libro sobre su situación particular en el mundo, porque iba de suyo que su experiencia representaba la experiencia universal de todo ser humano. De ahí que Simone de Beauvoir defina a la mujer como alteridad, como ese segundo sexo en situación de subordinación respecto al primero.
Su famosa sentencia “No se nace mujer: se llega a serlo” es una de las más revolucionarias
Hoy nos resulta casi intrigante cómo nadie se había preguntado jamás con esa claridad sobre la evidente injusticia de que “hombre” sea la palabra que designe a la vez a la parte masculina de la humanidad y a la humanidad entera como género. Mientras, la experiencia femenina se ha declinado siempre en singular. La mujer representa a la mujer (o a las mujeres), pero nunca a toda la humanidad. Beauvoir nos lo recuerda: “Él es el Sujeto, es el Absoluto: ella es la Alteridad”.
La diferencia entre el Absoluto y la Otra se define en El segundo sexo desde un enfoque existencialista centrado, como no podía ser de otra forma, en la libertad. Simone de Beauvoir nos muestra una masculinidad educada en la idea de un sujeto libre que se mueve por el mundo con iniciativa y audacia, creando y narrando su propia historia. Como en la épica legendaria de la Odisea, Ulises consigue esa trascendencia basada en el valor de la separación, la independencia y la autonomía frente a una Penélope encerrada en un destino que ya está escrito para ella: la esposa que espera, que desea servir y entregarse a un actor fuerte en lugar de serlo ella.
Por eso la mujer es “inmanencia”. Confinada en una naturaleza particular, existe como objeto antes que como sujeto, como alguien con una naturaleza biológica que la constriñe, que la encierra en esa esencia inasible que define las lentes desde las que es vista y evaluada.
“A mí me gusta que la mujer sea mujer, mujer”, respondió una vez un político español, y no ha sido el único. Ese modelo ideal conecta directamente con las expectativas generadas en torno a las mujeres, con los clichés sobre su predisposición para cuidar a los demás y agradar, sobre su gusto en el vestir, sobre su capacidad de seducción y su sonrisa… “¿Por qué siempre estás tan seria?”, preguntaba un conocido personaje de la caverna mediática a la parlamentaria Tania Sánchez. Y es que la primera vocación de la mujer será siempre la de agradar, nos dijo Simone de Beauvoir, lo que reducirá sustancialmente el mundo de su autorrealización individual. Aprenderá entonces a crecer deseando a un hombre, o a un sujeto externo a ella misma, pero no ejerciendo su libertad. Su confianza será, así, siempre menor, y sentirá dudas, miedos e inseguridades cuando su éxito entre en contradicción con lo que se espera de ella como mujer, mujer. De ahí deriva la famosa sentencia de Beauvoir: “No se nace mujer: se llega a serlo”. Regalaba con ella al feminismo, y a toda la humanidad, una de las formulaciones más revolucionarias de todos los tiempos, hasta el punto de que todo lo que ha venido después casi es una nota a pie de página de su pensamiento.
Resulta intrigante cómo nadie se había preguntado por qué “hombre” designa a la humanidad entera
Nacería en ese momento la idea del género como categoría analítica, como base para explicar por qué esa diferencia entre hombres y mujeres no es natural sino accidental. Aparece entonces la famosa distinción sexo/género, esa dicotomía entre el determinismo biológico que, desde Aristóteles, afirmaba que “la hembra es hembra en virtud de una determinada carencia de cualidades”, y el otro lado de la moneda: la construcción de lo femenino como un hecho cultural, un atrevimiento audaz y genial que tensionaba la importancia de la tradición en el condicionamiento de la mujer, forzada por la costumbre a adoptar roles considerados socialmente inferiores. El feminismo de Beauvoir se reivindicaba, así, como humanismo, reclamando para las mujeres la energía creativa y las capacidades que le habían sido negadas históricamente.
A partir de ahí, todo el feminismo contemporáneo ha sido y es un diálogo con su libro inaugural: desde el feminismo de la diferencia de Carol Gilligan hasta la implosión del pensamiento queer auspiciado por Judith Butler, pasando por el feminismo radical de Kate Millet, los feminismos poscoloniales y multiculturales o el feminismo negro. Haría falta un largo recorrido por esa gran conversación para comprender la evolución y la riqueza de todos los enfoques teóricos que, con gran capacidad crítica, han ido diseccionando la obra de Beauvoir desde el reconocimiento.
El feminismo de la diferencia seguiría la estela del constructivismo de Beauvoir para señalar que la educación importa, por supuesto, pero que una educación basada en el cuidado y la empatía no debía centrarse únicamente en las niñas sino que podría ser provechosa para hacer un mundo mejor si se extendiera a todos los seres humanos, sin distinción.
Más adelante, el proyecto de tornar positivo el significado histórico de “la cultura de la mujer” aparecería de la mano de propuestas artísticas como las de Judy Chicago y su The Dinner Party, o en los escritos subversivos de Julia Kristeva y de Luce Irigaray. Ellas intentan dar la vuelta a las enseñanzas de una Beauvoir vista ya como la madre del pensamiento feminista contemporáneo. Finalmente, ese diálogo para el que Beauvoir había abierto la puerta y que mantenía inalterable la distinción sexo/género explosionaría con la fabulosa entrada del paradigma de la corporalidad con otra gran maestra del feminismo y el pensamiento: la formidable Judith Butler.
Si es cierto que cuando un autor es demasiado poderoso puede llegar a funcionar como un grillete mental, en el caso de Simone de Beauvoir, la recepción de su obra fue más bien un gigantesco primer escalón que nos elevó hacia la conciencia crítica. Muchas de aquellas primeras reflexiones sobre la dignidad humana, la creatividad y la autonomía de la mujer siguen considerándose hoy una auténtica mina para el feminismo. El segundo sexo a los 70 sigue siendo un brillante pozo sin fondo repleto de preguntas que abren el mundo de las mujeres, pero también de los hombres, a nuevas posibilidades y horizontes de libertad.
A raíz del movimiento #MeToo, miles de mujeres alrededor del mundo hemos alzado la voz contra la violencia de género.
Sin embargo hay muchas personas que cuestionan al feminismo, otras que lo ridiculizan y algunas más que quieren acercarse a él, pero no saben cómo.
Porque las consecuencias más graves del machismo son la violencia y el feminicidio, pero las mujeres también nos enfrentamos todos los días, desde que nacemos, a pequeñas prácticas machistas que se han normalizado: la inivisibilzación laboral o familiar, la brecha salarial, el mansplaining, el techo de cristal y más.
Por eso te presentamos estos 10 libros que te ayudarán a acercarte poco a poco al feminismo y a comprender por qué es una lucha necesaria para tener un mundo mejor, uno en el que quepamos todes.
Confesiones de una mala feminista – Roxane Gay
La lucha por los derechos de las mujeres ha tomado el mundo por asalto, pero ¿por qué muchas de sus simpatizantes caen en tantas contradicciones? ¿Por qué parece haber tantas malas feministas? Roxane Gay, profesora universitaria, colaboradora de The New York Times, ensayista y novelista con más de un millón de visitas en su charla TED sobre feminismo, tiene algunas respuestas a esas preguntas.
Feminismo para principiantes – Nuria Varela
A través de preguntas, Nuria Varela explica con ligereza por qué el feminismo ha sido ridiculizado, por qué las feministas han sido tratadas de “marimachos”, feas o mujeres sexualmente insatisfechas y de dónde proviene el feminismo radical.
Un libro necesario para quien quiere saber cómo inició la aventura fascinante de cambiar el mundo a través del feminismo.
Morder la manzana. La revolución será feminista o no será – Leticia Dolera
Después de protagonizar REC 3, la actriz, guionista, directora y escritora Leticia Dolera escribió este libro, donde explica qué significa ser feminista a través de anécdotas propias y ajenas que te llevarán a comprender por qué todas deberíamos ser feministas.
El Pequeño gran libro de las grandes feministas – Julia Perpont
La sociedad patriarcal se ha encargado de invisibilizar el papel de las mujeres en la historia. Este libro recupera las vidas de fantásticas mujeres que cambiaron el mundo a su manera.
En este libro, la escritora de The New York Times, Julia Pierpont y la artista Manjit Thapp combinan relatos breves y sorprendentes con retratos de mujeres que sacudieron la tierra, rompieron techos e hicieron explotar los moldes.
Aquí podrás encontrar las historias de vida de mujeres como Pussy Riot, Michelle Obama, Yayoi Kusama, Madonna y Sor Juana.
Teoría King Kong – Virginie Despentes
“Escribo desde la fealdad, y para las feas, las viejas, las camioneras, las frígidas, las mal folladas, las infollables todas las excluidas del gran mercado de la buena chica, pero también para los hombres que no tienen ganas de proteger, para los que querrían hacerlo, pero no saben cómo, los que no son ambiciosos, ni competitivos, ni la tienen grande.”
En este libro, Despentes comparte su experiencia para hablarnos sin censura de la violación, la prostitución, la represión del deseo y también de cómo el machismo afecta a los hombres.
Todos deberíamos ser feministas – Chimamanda Ngozi Adichie
Chimamanda Ngozi Adichie nos regala, en un libro ligero y anecdótico, una definición particular de lo que significa ser feminista en el siglo XXI.
Con un algo de humor, esta autora explora el papel de la mujer actual y apunta ideas para hacer de este mundo un lugar más justo.
“Hoy me gustaría pedir que empecemos a soñar con un plan para un mundo distinto. Un mundo más justo. Un mundo de hombres y mujeres más felices y más honestos consigo mismos. Y esta es la forma de empezar: tenemos que criar a nuestras hijas de otra forma. Y también a nuestros hijos”.
Los hombres me explican cosas – Rebecca Solnit
A través de breves ensayos, Rebecca Solnit explica cómo los hombres muestran autoridad que no se han ganado, e incluso sobre temas que no conocen, mientras que las mujeres han sido educadas para aceptar esa realidad sin cuestionarla.
Este libro pone el dedo en la llaga llamada “los micromachismos y las pequeñas violencias que hemos normalizado toda la vida”.
Cómo ser mujer – Caitlin Morán
Caitlin Morán aborda algunos aspectos de su propia vida para contarnos Cómo ser mujer, sin vergüenza, con humor, con humor negro.
Lo mejor de este libro es que la autora aborda con absoluta naturalidad y desde una perspectiva feminista sus relaciones con su cuerpo, los hombres, el trabajo, su familia.
También derriba los estigmas sobre cómo debe ser una mujer “buena”.
Idiotizadas – Moderna de pueblo
Este libro es una deconstrucción súper cómica de los cuentos de hadas. Un libro que podrás acabar en un solo día y te hará sonreír más de una vez.
En él, Moderna de pueblo ha crecido escuchando frases como “eso no es propio de una señorita” o “el día de tu boda será el más feliz de tu vida”. Pero después de mudarse a la ciudad y conocer a Zorricienta, Gordinieves y la Sirenita Pescada, va despertando de todas esas idiotizaciones y empieza un largo camino para desaprender todo lo que nunca debieron enseñarle.
Un cuarto propio – Virgina Woolf
Este es un clásico que nunca pasa de moda y que ha marcado la vida de muchísimas mujeres. Apenas puedo creer lo adelantada que Virgina Woolf estaba a su época.
Si no me crees, mira esta cita:
“Supongan, por ejemplo, que los hombres sólo figuraran en la literatura como amantes de las mujeres, y nunca como amigos de los hombres, soldados, pensadores, soñadores (…), la literatura se empobrecería de un modo increíble, como ya ha sido empobrecida incalculablemente por las puertas cerradas a las mujeres”
En Un cuarto propio, Woolf nos demuestra que una mujer para escribir necesita dinero y un cuarto propio. Sólo a partir de estas dos posesiones puede empezar a crear.
Claudia Sheinbaum, jefa de gobierno de la Ciudad de México (CDMX), anunció que se instalarán 12 estatuas de mujeres ilustres en Paseo de la Reforma.
La primera que instalarán será la de Leona Vicario, debido a que 2020 será dedicado a su memoria. Si bien todavía no se tiene fecha para la colocación, la mandataria calcula que será a mediados de este año.
«Estamos trabajando con el INAH y con el INBAL para la autorización y también mandar hacer el monumento, la estatua de Leona Vicario, yo calculo -porque están de acuerdo en general, nada más están viendo las características- a mediados de 2020 probablemente se iniciaría con esta estatua», detalló.
El Paseo de las Heroínas estará conformado por 12 esculturas de mujeres han luchado por engrandecer a México. Además de Leona Vicario, habrá una estatua de Margarita Maza, Gertrudis Bocanegra, Josefa Ortiz de Domínguez, Mariana Rodríguez del Toro, Sor Juana Inés de la Cruz, Carmen Serdán, Matilde Montoya, Sara Pérez Romero, Dolores Jiménez, Hermila Galindo y Elvira Carrillo Puerto.
Estarán colocadas en Paseo de la Reforma, entre el Ángel de la Independencia y la Puerta de los Leones de Chapultepec.
Estatuas de mujeres ilustres en Paseo de la Reforma: la primera será de Leona Vicario
2020 será dedicado a conmemorar a Leona Vicario; por ello será la primera estatua que colocarán. Además, se realizarán seis actividades en su honor a lo largo del año.
Según se explicó en un comunicado, el 10 de abril se realizará una ceremonia en Plaza Leona Vicario, con motivo del 231 aniversario de su natalicio. Respecto a su aniversario luctuoso se hará un acto cívico el 21 de agosto en la Columna de la Independencia.
El 11 de abril y el 23 de agosto habrá conciertos de la Orquesta Típica de la Ciudad de México en el Monumento a la Revolución y el Zócalo respectivamente.
Además, se publicará la biografía de la heroína de la Independencia, se harán conferencias de mayo a agosto y se colocará la frase «2020, año de Leona Vicario, Benemérita Madre de la Patria» en toda la papelería del Gobierno de la Ciudad de México.
Los estados con más mujeres desaparecidas son Estado de México, Puebla, Jalisco y Nuevo León.
Alejandro Encinas, subsecretario de Derechos Humanos, Población y Migración, presentó esta tarde el Informe de Fosas Clandestinas y Registro Nacional de Personas Desaparecidas o no Localizadas durante el periodo deL 1 de diciembre de 2018 al 1 de diciembre de 2019.
Detalló que en 519 sitios diferentes se han realizado la búsqueda de personas no localizadas. Destacó que los estados de Campeche y Yucatán no hay problemas de personas desaparecidas.
El funcionario afirmó que se localizaron 873 fosas en el país y mil 134 cuerpos fueron exhumados de los cuales han sido identificado 395 y 243 entregados a sus familiares.
Los estados en donde se localizaron el 61% de fosas fueron: Sinaloa, Colima, Veracruz, Sonora y Jalisco. El mayor número de cuerpos exhumados fueron en los estados de Sinaloa, Jalisco, Colima, Sonora y Chihuahua.
Encinas detalló que alrededor de 16 estados deben de tomar espacial atención en el tema. De las personas localizadas y no localizadas al cierre de 2019 sumaron 9 mil 164 casos de denuncia por desaparición de esos 5 mil 184 son personas no localizadas y 3 mil 980 han sido localizadas.
El mayor número de personas no localizadas están en los estados de Jalisco, Tamaulipas, Chihuahua, Nuevo León y Puebla. Tres mil 093 mujeres fueron reportadas como desparecidas, 59% fueron localizadas en Jalisco, Puebla, Nuevo León, Tamaulipas y Chihuahua y mil 277 no han sido localizadas.
Alejandro Encinas detalló que 2 mil 720 menores de edad fueron reportados como desaparecidos, solo mil 713 fueron localizados y mil 007 continúan sin aparecer.
Por su parte, Karla Quintana, comisionada Nacional de Búsqueda de Personas de México, dio un balance entre 2006 y 2019. Detalló que en ese rango se reportaron 3 mil 631 fosas clandestinas en el país; aún hay 61 mil 637 personas desaparecidas en Tamaulipas, Jalisco, Edomex, Chihuahua, Sinaloa, Puebla, Coahuila, Guerrero y Veracruz.
Destacó que 147 mil personas fueron reportadas como desaparecidas y el 58% han sido localizada. A la fecha 18 mil 835 mujeres continúan desaparecidas en el Estado de México, Puebla, Jalisco y Nuevo León; 46 mil 682 fueron localizadas.
Respecto a los menores desaparecidos un total de 47 mil 820 niños fueron reportados como desaparecidos y 36 mil 748 regresaron a su casa; 11 mil 7072 continúan desparecidos.
Toda la información e imágenes son de ADN40.
Link original: https://www.adn40.mx
Xiomara Gutiérrez es una niña de 6 años que juega al fútbol en la Escuelita del Club Cuyaya junto a otros 30 chicos.
Todavía hay una parte de la sociedad que insiste en que el fútbol es solo un deporte de hombres, pero hay miles de mujeres en todo el mundo que día a día intentan cambiar esta situación para demostrar que correr detrás de una pelota no es una cuestión de género, sino de pasión.
Hace unos meses, el fútbol femenino del país dio un gran paso en su historia con la profesionalización del deporte, pero sin embargo, la igualdad económica y la visibilización son dos barreras que todavía no se logran superar.
A pesar de los avances y conquistas, el fútbol femenino aún padece muchos prejuicios. Puertas adentro, por ejemplo, son muchas las familias que se niegan a que las niñas practiquen este deporte, por considerar que es un deporte «sólo de hombres».
Además, no se puede negar que en el fútbol aún existe una desigualdad entre hombres y mujeres. Por ejemplo, actualmente, las mujeres no tienen la posibilidad de entrenar en Divisionales Inferiores, porque todavía no las hay, lo que provoca que tengan que comenzar su camino profesional desde más grandes o en equipos mixtos.
Xiomara Gutiérrez es una nena de 6 años, que dejó el jardín y se prepara para entrar a la escuela primaria. Apasionada por los deportes, juega al fútbol en la escuelita del Club Cuyaya, y acompañada por su hermanito Azael y su mamá Nicole participan de todos los entrenamientos después de merendar.
Lejos de los prejuicios y siguiendo una pasión, Xiomara pidió a su mamá que la lleve a los entrenamientos para poder aprender, y compartir con otros chicos su sentimiento.
«Me gusta mucho venir a entrenar, tengo muchos amigos y aprendo a jugar a la pelota», dijo Xiomara y contó que «y también me gusta meter muchos goles».
La familia está conformada por su papá, Pablo, su mamá, Nicole y su hermanito Azael. «Su papá es fanático de Boca, así que cuando juega, se sienta con él en el sillón y miran fútbol», contó a El Tribuno de Jujuy su mamá.
«Xiomi es una nena muy extrovertida, muy divertida y bastante inquieta», describió Nicole y agregó que «siempre está feliz y se pasa todo el día jugando».
A Xiomara le gusta el mar y ama a los animales, tiene dos perros y tres gatos.
Entre sus cosas favoritas están sus muñecas y la pelota. Le gusta el color rosado y cuando sea grande quiere ser periodista y jugadora de fútbol.
Además de jugar a la pelota, también hace danza y otras actividades. «Me gusta bailar y entrenar, y también me gusta cocinar, siempre la ayudo a mi mamá», dijo entre risas Xiomara.
Sobre su llegada a la escuelita de fútbol, su mamá Nicole contó que «llegamos al club porque traje a mi nene más chiquito, ella jugaba afuera de la cancha y pateaba la pelota solita, hasta que se animó y me dijo Mamá yo quiero jugar al fútbol!».
«Xiomi se va contenta de los entrenamientos, los chicos la integran mucho», contó y resaltó que «los padres de los chicos también, siempre la alientan y nos brindan su apoyo, hoy somos como una familia».
Para la familia de Xiomara, «el fútbol es un deporte que transmite valores y que para ganar un partido te lleva a esforzarte y poner mucha actitud ante todo, por eso, lo que más nos gusta de que Xiomi juegue son los valores que le transmite el deporte».
Respecto a los prejuicios que rodean al deporte, Nicole dijo que «para mí esas diferencias de género ya no existen, desde que Xiomi juega a la pelota, nos dimos cuenta que la pasión por algo va más allá del sexo y el género».
“BANDEÑOS” / XIOMARA JUNTO A SU PROFE MARIANO, SU MAMÁ NICOLE Y SU HERMANITO AZAEL
Con sólo seis años, Xiomara parece desafiar cualquier tipo de prejuicio y estereotipo.
El fútbol es una manera de compartir una pasión y un reflejo de eso es la relación de Xiomara con la pelota, con su profe y sus compañeritos, que la acompañan y la integran como una jugadora más del equipo.
Aprender juntos, perder miedos y trabajar en equipo
La escuelita del Club Cuyaya es una de las primeras en abrir sus puertas al fútbol femenino para las más chiquitas. Resulta un desafío dejar atrás los prejuicios y trabajar en equipo, con igualdad de género. Enseñar, compartir, divertirse y formar niños y niñas futbolistas es parte de los entrenamientos.
Mariano Castro, es profesor de la escuelita y está a cargo de un grupo de 30 chicos, que por las tardes corre en una cancha de fútbol. Entre ellos está Xiomara, que es una integrante más del equipo. “Xiomi es una nena muy especial, que vino y revolucionó toda nuestra estructura y nos cambió todo”, dijo Mariano y resaltó que “su llegada incentivó a otras nenas a sumarse al grupo”. Sobre los prejuicios del fútbol femenino, el profe dijo que “ella nos ayudó un poco a superar el tema de la desigualdad y del género” y agregó que “su llegada nos trajo inquietudes y algunos miedos, al principio no sabíamos cómo trabajar, pero después entendimos que se trata de una pasión y no tanto de un sexo”.
Respecto a la forma actuar de los chicos frente a Xiomara, Mariano contó que “apenas llegó al club, los chicos no lo podían creer, me miraban y me decían: ‘Profe una nena, una nena!’. Les dije que era una compañera más, como todos ellos y que ella iba a aprender y disfrutar como todos”.
Finalmente Mariano dejó un mensaje a los padres: “les quiero decir que se animen y entiendan que el fútbol se trata de compartir y disfrutar, los chicos con una pelota son felices, no importa el género”.
Si el mes próximo el Golden Globe a mejor banda de sonido se lo lleva el film Joker, su compositora, la excepcional cellista islandesa Hildur Guðnadóttir, habrá hecho historia al convertirse en la segunda mujer en conseguir el laurel en sus 77 ediciones. Primera en obtenerlo en solitario, dicho sea de paso: Lisa Gerrard tuvo que partir su estatuilla con Hans Zimmer, con quien co-creó el soundtrack de Gladiador. Un dato que tristemente se ajusta al muy desbalanceado panorama general: la musiquita de las 250 películas más vistas en Estados Unidos en 2018 fueron compuestas en un 94 por ciento por varones. Y entre 2007 y 2017, solo 16 mujeres -contra 1200 tipos- fueron contratadas para símil función. Futurología aparte (HG es la gran favorita de la terna), vale volver sobre el estupendo año que ha tenido esta singular artista, responsable de dos de las bandas sonoras más comentadas de 2019…
Para grabar el soundtrack de la serie sensación Chernobyl -por el que ganó un premio Emmy y podría hacerse de un Grammy-, Guðnadóttir viajó a Lituania y se calzó el traje antirradiación: se instaló durante horas en la central nuclear de Ignalina, donde acaeció el rodaje, para registrar el sonido ambiente; las puertas chirriantes, las turbinas en movimiento, el reactor. Y con esa materia prima fabricó musiquita industrial por demás inquietante. Distinto fue el proceso con Joker: Todd Phillips le mandó el guión meses antes de empezar a filmar, y en el confort del hogar, ella se sumergió en la espiral descendente del archienemigo de Batman. Nótese que, mientras grababan, el realizador dio play a uno de los temas de HG, el réquiem para la tan comentada escena del baño, y Joaquin Phoenix improvisó su famoso bailecito interpretativo siguiendo el cello de Hildur.
Cabe aclarar, empero, que Guðnadóttir lleva un buen rato a la vanguardia del pop experimental y la música contemporánea, acumulando merecidas chapas por una extensa carrera que incluye composiciones para obras de teatro, instalaciones, piezas de danza… Y personalísimos discos solistas, que ameritan especial mención. Aislada en una cabañita al norte de Islandia, grabó Mount A (2006), su álbum debut, en contexto invernal, rural, y sin compañía. Un disco que ha sido descripto como “el acompañamiento ideal para perderse en un bosque por la noche”, amén de turbadores parajes de ensueño con un puntito melancólico. Without Sinking(2009),su segundo LP, tiene asidero en el éter: “Buscaba crear un espacio abierto para las notas y dejarlas respirar, como si fuesen nubes solitarias en un cielo despejado. También hay composiciones más densas, pesadas, como nubes de tormenta”. En 2012, lanza Leyfðu Ljósinu (algo así como “Permite que haya luz” en islandés), grabado de un tirón, en vivo: quiso ser fiel al tiempo y al espacio, elementos vitales para el movimiento del sonido. Y en 2014 llegó Saman (en criollo, “Juntos”), un delicado registro que sumerge en variopintos estados de ánimo, donde su voz de sílfide contrasta con los ricos tonos del cello “resolviendo la tensión entre luz y oscuridad”.
Hija de un director de orquesta y de una cantante de ópera, cuenta HG que su mamá “escuchó mucho a Jacqueline du Pré estando embarazada de mí, e intuía que tendría una niña que sería cellista. Pues, ¡heme aquí!”. Se inició en el cello a los 5 años. De formación clásica, sin prisa pero sin pausa ahondó sus conocimientos musiqueros estudiando en la Academia de Música de Reykjavík y en la Academia de las Artes de Islandia, mudándose luego a Berlín -donde actualmente reside- para aprender programación y electrónica. En el ínterin, colaboraciones con los experimentales Múm, los industriales Throbbing Gristle, el post-rock balcánico de Stórsveit Nix Noltes… Y una convicción: evitar un acercamiento demasiado ortodoxo a la música; permitirse jugar, dejarse llevar por la curiosidad. Del dicho al hecho, ningún trecho, como evidencian sus hipnóticos, envolventes, audaces trabajos, donde una descollante HG manipula con maestría su cello para lograr “desde la simplicidad más intimista hasta el más formidable de los paisajes sonoros”.
2020 será el año de lo deportes electrónicos, sin duda. Ello implica que cada vez más gente no sólo estará pendiente de competencias internacionales de videojuegos como espectadores, sino que se unirán a ligas en competencias locales y pasarán más tiempo en competencias online.
De acuerdo con el informe de Marketing para Facebook Gaming (https://www.facebook.com/fbgaminghome/marketers/insights/gaming-marketing-report?locale=es_LA), la forma en la que estamos jugando videojuegos ha cambiado en los últimos años, puesto que los hábitos de los jugadores se han modificado. Por una parte, se encuentra el crecimiento de los videojuegos para móviles, que han ampliado y complejizado sus experiencias de juego, dejando muy atrás aquellas aplicaciones que se consideraban sólo para esperar en un aeropuerto.
A ello, hay que añadir la experiencia de juegos en línea, que, si bien ya tienen un par de años en tendencia, las versiones móviles ayudaron a crecer la base de jugadores de manera exponencial. Así, la tendencia ya no necesariamente es jugar contra IA, sino contra otros jugadores, lo que crea una nueva experiencia y un entorno altamente competitivo.
Con poco más de 2500 millones de usuarios en todo el mundo, los videojuegos se han convertido en una de las empresas más rentables del planeta. No obstante, la industria tiene una deuda pendiente con las mujeres, que representan aproximadamente al 49% del total de gamers (https://newzoo.com/insights/articles/women-account-for-46-of-all-game-enthusiasts-watching-game-video-content-and-esports-has-changed-how-women-and-men-alike-engage-with-games/), ya que si bien ha crecido de manera constante la cantidad de usuarias, aun no tienen un papel preponderante dentro de la industria, su participación en baja en E- Sports y falta por desarrollar una perspectiva de género en los juegos que visibilice la presencia femenina.
Poco después de terminar la E3 2019, la organización Feminist Frequency presentó su quinto análisis de las protagonistas de videojuegos (https://feministfrequency.com/2019/06/14/gender-breakdown-of-games-featured-at-e3-2019/), dando como resultado que las protagonistas femeninas de videojuegos no han crecido prácticamente nada en los últimos años.
Además, no hay una base de datos o estudios enfocados en Latinoamérica y mucho menos México. Al respecto, Diana Rodríguez, directora ejecutiva de Big Monster Games, comenta que la visibilidad de las mujeres en la industria de los videojuegos tiene que ver con aspectos culturales, como por ejemplo la baja presencia de mujeres en carreras STEM, que ha influido mucho en que las mujeres desarrolladoras no se sientan seguras ante la apabullante presencia masculina en los espacios tecnológicos. Por ello, creó la comunidad Women in Gamex (https://www.facebook.com/WomenInGamex/) cuyo objetivo principal será fomentar el encuentro de mujeres desarrolladoras, así como la continua capacitación y formación de chicas en el mundo de los videojuegos.
Las mujeres tienen una presencia importante en el mundo de los videojuegos, aunque no es visible, ya que los puestos de mayor importancia por lo general son ocupados por hombres. Por ello, la creación de espacios de desarrollo y capacitación formados específicamente para mujeres se vuelven una tarea fundamental, que debe ayudar a cerrar la brecha de género en una de las industrias más prometedoras del 2020.
El número de las mujeres que han sido extorsionadas por llamadas telefónica registró un repunte de 40%. De enero a noviembre del 2019 este delito contabilizó dos mil 881 víctimas que, comparado con el mismo periodo del año 2018, sumó dos mil 58 ilícitos.
Los estados con mayor número de casos en 2019 son Estado de México con 718, Ciudad de México 310, Jalisco 304, Veracruz 214 y Nuevo León 158, de acuerdo con cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP).
El fin de semana pasado la politóloga Denise Dresser denunció que su madre de 83 años fue extorsionada para pagar por el supuesto secuestro de su hija. La también escritora lamentó que sigan las extorsiones y la impotencia por no saber a qué autoridad recurrir.
Para el politólogo Edgar Ortiz Arellano no existe estrategia en el tema, sólo buenas intenciones fragmentadas que no resuelven el problema de fondo y va a seguir creciendo de no detenerse este problema porque es un negocio a granel.
“El crimen organizado trata de expandir el negocio a todos los ámbitos de la sociedad, con altos y pocos recursos, mujeres, hombres, empresarios, asalariados, adultos mayores, es decir a granel, además por las condiciones de vulnerabilidad que sufren ciertos sectores del país como son las personas de la tercera edad, mujeres y grupos indígenas son más propensos a caer en las redes de la extorsión” asevero a 24 HORAS.
Resaltó que este delito es sumamente rentable porque le invierten pocos recursos, así como tiempo y las ganancias son amplias, además es una actividad fácil de ejecutar.
José Antonio Álvarez León, profesor del área de posgrado y política criminal en derecho de la Facultad de Estudios Superiores de Acatlán de la UNAM, comentó que este fenómeno se origina por dos cosas, un incauto, así como un celular, resaltó que como estrategia del móvil se opera de una manera sencilla.
“La mayor parte de las operaciones de extorsión se dan desde el interior de las prisiones y las autoridades no tienen un control sobre de estas, a pesar que se dice que los centros -de reclusión- tienen un control que margina la señal del teléfono, pues se ha evidenciado que dentro de los penales se pueden realizar este tipo de acciones”, consideró en una entrevista con este diario.
Manifestó que los controles que ponen las empresas telefónicas a los usuarios son rigurosos y formales, pero cuando se cambia número o son robados, las compañías no lo respetan porque ese número que se queda en resguardo a los dos días ya está circulando con otra persona.
“¿Qué quiere decir esto? Que ellos -la empresa- no tienen bajo resguardo un número que se congela y se vuelve a dar a otro usuario, es decir hay mil maneras de soltarlo y ponerlo a la venta, colocando un chip, o revenderlo”, detalló el académico.
“Las medidas para hacerlo es fácil, se requiere un incauto y un teléfono, ¿Cuál sería el remedio? que exista un verdadero control de registro de los números por la SCT y por las empresas telefónicas”, apuntó.