La Secretaría de Gobernación (Segob), a través del Banco Nacional de Datos e Información Sobre Casos de Violencia contra las Mujeres (Banavim), ubicó —entre 2007 y 2019— a 203 mil 896 agresores de mujeres en 74 municipios, cifra que corresponde a la mitad de victimarios que la institución ha identificado en el país.
Las localidades con más agresores están distribuidas en 25 estados de la República y representan 3% del territorio nacional —de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), México cuenta con 2 mil 473 municipios.
Los ayuntamientos con más agresores, según la Segob, son Aguascalientes, con 15 mil 105, le siguen Guadalajara, con 14 mil 467; Morelia, con 12 mil 977; Zapopan, con 9 mil 928; San Luis Potosí, con 9 mil 711; Centro, con 8 mil 823; Mérida, con 7 mil 361; Tuxtla Gutiérrez, con 6 mil 594; Othón P. Blanco, con 6 mil 314; Benito Juárez, con 5 mil 821, y Tlaquepaque, con 5 mil 318.
Especialistas consultadas refirieron que contar con esta información ayuda a crear políticas públicas para regiones específicas del país; sin embargo, criticaron que el Banavim es alimentado por los gobiernos municipales y no todos registran los ataques contra la población femenina.
Desestimaron que la violencia de género se concentre en sólo 74 localidades de la nación y llamaron a las autoridades a alimentar la información del banco nacional y otras bases de datos existentes, puesto que esa obligación quedó estipulada en la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia.
Por su parte, la Segob ha detectado que entidades como Jalisco, Chiapas, Colima, el Estado de México, Guanajuato, Hidalgo, Michoacán, Morelos, Nuevo León y Quintana Roo registran graves niveles de violencia contra la mujer, puesto que todas tienen al menos cuatro municipios considerados focos rojos.
Además, en el Banavim se observa que 91% de los agresores de mujeres ha ejercido violencia en el ámbito familiar, seguido del comunitario.
También muestra que los atacantes pueden tener desde 0 a 11 años, con 110 mil casos registrados, hasta más de 61 años, con 8 mil 77 casos.
Julia Escalante, directora en México del Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de la Mujer (Cladem), advirtió que los datos recopilados por Gobernación muestran algunos epicentros de la violencia de género, debido a que, por ejemplo, localidades como Aguascalientes y Yucatán no están en la lista de estados con más feminicidios.
“Lo que tienen en común estos municipios es justo este arraigo de la cultura conservadora, machista, y son lugares muy cerrados.
“Aguascalientes y Yucatán presumen tener bajos índices delictivos, pero pese a esto vemos que no es lo mismo para las mujeres y las situaciones que padecen”, aseveró.
La experta urgió a los tres niveles de gobierno a crear políticas públicas para frenar los ataques a mujeres en estas localidades, además de impedir que el problema se siga esparciendo.
Consideró necesario fomentar la cultura de la denuncia entre la población femenina para ayudar a nutrir las bases de datos.
“La mayoría de los casos de violencia doméstica no se denuncian por la poca credibilidad que la sociedad le da a las mujeres que han atravesado por una situación de este tipo.
“Debemos cambiar esto si queremos tener datos certeros que ayuden a intervenir en esos lugares riesgosos”.
Criticó que los estados de la República han hecho frente a la violencia de género de una manera desigual, ya que hay algunos en los que se han fortalecido las campañas en favor de la igualdad o se han creado instituciones para promoverla.
Critican rezago en bases de datos Aunque las expertas destacaron la importancia de tener información a nivel municipal sobre la violencia de género, lamentaron que las bases de datos sobre el tema no brindan una dimensión real del problema.
Desde su perspectiva, esto ha ocurrido porque las mismas autoridades municipales y estatales son las responsables de nutrir las estadísticas.
Ejemplificaron que en el caso del Banavim, la Secretaría de Gobernación únicamente ha identificado a mil 301 atacantes en la Ciudad de México y a 890 en Veracruz.
Estas cifras contrastan con los datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), pues esa institución coloca a Veracruz como la entidad con más carpetas de investigación abiertas por feminicidios en 2019.
“El Banavim ha sido un fracaso, pero no sólo eso, sino que hay un problema generalizado con las bases de datos. Cuando estás en campo te das cuenta de que es mucho más grave la violencia contra las mujeres que lo que los registros dicen”, aseveró María de la Luz Estrada, coordinadora del Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio.
Para la experta, se debe implementar un mecanismo para obligar a los municipios a realizar un mejor conteo de los casos de violencia de género y, a partir de eso, desarrollar medidas para enfrentar la situación.
“Es fundamental tener cifras precisas porque es un diagnóstico, permite dar cuenta de cuáles son esas violencias que ponen en riesgo a las mujeres en el país.
“A partir de eso se deben pensar políticas públicas que sean acertadas, con el objetivo de impedir que una agresión se intensifique y pueda culminar en un feminicidio”, aseguró.
La experta refirió que las agresiones en el ámbito familiar son las más comunes: “Se deberían implementar órdenes de protección efectivas, muchas veces la violencia de género se minimiza y sólo se implementan rondines policiacos, es decir, los policías van y se asoman y luego dejan desprotegidas a las mujeres, quienes incluso corren riesgo de perder su vida”.
«Sientes impotencia cuando alguien te agrede»
Un ejemplo de la violencia que las mujeres viven en la Ciudad de México es la situación que atravesó Lourdes Rojas en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Todo empezó como sucede en muchas otras ocasiones con otras miles de mujeres: la joven sintió un roce en su entrepierna y al final se dio cuenta que era la mano de un hombre.
En ese momento, ella viajaba en el transporte que la UNAM ofrece a sus estudiantes. El agresor deslizó su mano en los glúteos de Lourdes y en otras partes de su cuerpo.
Ella se sentía segura por el lugar en el que estaba, pero ni siquiera la máxima casa de estudios la salvó de ser víctima de una agresión.
En un inicio, la joven no le dio importancia a esta situación, puesto que el camión estaba lleno y consideró normal que el roce fuera producido por una bolsa o una mochila de la mujer que estaba a su lado.
Decidió quedarse en el mismo lugar, junto a un tubo, y sin hacer ninguna réplica aunque se sintiera incómoda.
“Pero cuando llegué a la biblioteca vi que un señor iba atrás de mí con su mano a la altura mis glúteos.
“Cuando lo confronté, él sólo dijo: ‘Perdón’, con el pretexto de que estaba sosteniendo su mochila y que por eso yo sentí cómo si alguien me hubiera tocado”, explicó Lourdes.
“¡Idiota!”, fue lo único que pudo decir la estudiante, al mismo tiempo que empujó a su agresor y salió del camión con lágrimas en los ojos.
“La verdad es que como mujer no sabes qué hacer ni qué decir en ese tipo de situaciones. En ese caso yo sólo pensé: ‘¿Por qué me pide perdón, si él sabe lo que hizo?’. Se siente una impotencia tremenda”, señaló.
Además de ser víctima de acoso, en esa ocasión a Lourdes también le sacaron su celular de su mochila y, aseguró, pudo haber sido el mismo hombre que la agredió en plenas instalaciones de su universidad.
El último álbum de Burna Boy, African Giant, ha sido incluido en la última lista de mejores discos del año en Billboard junto a otros nombres como Beyoncé o Taylor Swift. A pesar de que el trabajo del estelar artista nigeriano también ha recibido recientemente el premio Best African Act durante los últimos MTV Europa —celebrados en Sevilla—, lo cierto es que las mujeres africanas han pegado fuerte este 2019 con un montón de buenas producciones discográficas dignas de ser tenidas en cuenta en cualquier lista de éxitos. Desde Mali, Benin, Tanzania, Zimbabwe, Nigeria, Cabo Verde, Costa de Marfil, Túnez, Isla de la Reunión, Marruecos, Argelia, Camerún, Kenia, Zambia o las diferentes diásporas africanas en Europa, Estados Unidos o Australia, ellas han marcado el ritmo en la redacción de Wiriko durante el año que cerramos en pocos días.
LPs
Mayra Andrade – Manga (8 de febrero, Sony)
Cinco años después de su último álbum, Lovely Difficult, Mayra Andrade ha dejado que emergiera de forma natural y a fuego lento una nueva maravilla. Tras mudarse a Lisboa, su nueva base de operaciones, después de haber vivido en su Cuba natal, su Cabo Verde de raíz, Senegal, Angola, Alemania o Francia, Manga refleja una síntesis de influencias que lleva impresas en la voz y en el alma. Su 5º álbum de estudio, que incluye afrobeat, músicas urbanas y ritmos tradicionales cabo-verdianos cantados en portugués y crioulo, ha sido grabado entre París y Abidjan, y es una muestra de la paleta de colores rica y variada que emerge de una generación de caboverdianos esparcidos por el mundo, pero que llevan la estela de la tradición de sus orígenes. Andrade vuelve a demostrar una elegancia innata en su forma de componer e interpretar, dejando al aire que no precisa de grandes atributos para brillar.
Su canción The Chant invadió las pantallas de nuestros hogares gracias a un anuncio de coche, el del SEAT Arona. Radicados en Londres pero imponiendo los sonidos pop más frescos y urbanos de Ghana y Nigeria, Eno Williams y su banda Ibibio Sound Machine vuelven a mostrar la fuerza de su funk, post y electro-punk y R&B contemporáneo con su tercer álbum Doko Mien. Con los sintetizadores ochenteros como columna vertebral e influencias de Talking Heads, Prince y Tony Allen, Doko mien es un álbum sólido y consagrado a la pista de baile, que bien se puede concebir como un trabajo de “electropop retro”. 11 pistas que trazan un puente musical entre dos megaciudades contemporáneas —Lagos y Londres— a las que les unen más cosas de las que las separan.
Maya Kamaty – Pandiyé (28 de marzo)
Después de Santié Papang (2014), la cantante reunionesa regresa abriendo nuevos senderos a la música maloya. Hija de Gilbert Pounia, cantante y músico, fundador de la banda Ziskakan, y Any Grondin, narradora de renombre, la joven recoge sus experiencias en Montpellier o París, y sus giras por Estados Unidos, para retornarlas a la isla. Con influencias de Ibeyi, Portishead o Massive Attack, su propuesta funde el kayamb y la tradición maloya con los sonidos globales. Con mensajes explícitos sobre los “viejos monstruos” de la Reunión, o el daño causado por las malas lenguas en las redes sociales, ataca a los prejuicios y la xenofobia que parece calar en el mundo.
Djana Sissoko – By My Own (26 de abril)
Llevando sobre sus hombros el legado de una larga e incontable dinastía de griots malienses, Djana Sissoko, hija del reconocido músico Baba Sissoko, sigue los pasos de su progenitor y se une al clan Sissoko con su voz y su guitarra. Con tan solo 18 años, Djana debuta en el mundo discográfico reconociendo que “no es fácil sobrevivir por mí misma” un año después de haber brillado con un álbum brutal en dueto junto a su padre (Fasiya). En un interesante larga duración de diez pistas, la maliense afincada en la región italiana de Calabria canta en inglés e italiano un estilo visiblemente impregnado de blues y folk norteamericano en lo que se convierte en una de las producciones más relevantes del año de la diáspora africana en Europa.
Angelique Kidjo – Celia (19 abril, Verve y Universal Music France)
La cantante beninesa explora en las raíces africanas de la salsa gracias a un álbum homenaje a Celia Cruz. En este tributo sonoro a la “Reina de la Salsa”, Kidjo hace suyos diez de los temas que la cubana grabó durante la década de los cincuenta y sesenta junto a la Sonora Matancera. Registrado entre Nueva York y París, Celia no es sólo un álbum de versiones con temas como “La Vida es un Carnaval” o ” Bemba Colorá”, sino que Kidjo reinventa las canciones, se las lleva a su terreno y refleja los sonidos de la historia de la música africana y su influencia en la música de Cuba. Este trabajo es especial para la ganadora de tres premios Grammy. “De pequeña vi en directo a Celia Cruz en Benin y su energía y alegría cambió mi vida. Fue la primera vez que vi a una mujer poderosa en un escenario”, dijo recientemente la cantante. Dos grandes en un solo disco.
Turunesh – Coastal Cider (31 mayo, The Ancestors)
La de Turunesh es una música única. Descrita como Neo Ngoma & Swahili Soul, su sonido suave y delicado la sitúa como una excelente compositora de Neo-soul Afro. De origen tanzano y etíope, Turunesh, creció en Tanzania, y debuta este 2019 con su álbum ‘Coastal Cider’, un disco que fusiona sonidos e idiomas de África oriental y occidental, así como influencias Rnb e Indie. Con solo 21 años, el Jazz y el Blues occidental le sirven de base a la joven para tejer un discurso en kisuajili único que parecerá una rareza en Tanzania pero que se convierte en todo un icono sonoro para la diáspora africana. La portada del álbum es, además, toda una declaración de intenciones, en la que delata influencias como las del álbum ‘Résistance’ de los malienses Songhoy Blues.
Trash Kit – Horizon (5 de julio, Upset the Rhythm)
Trash Kit es un trio post-punk con orígenes en Zimbabwe pero asentado en Reino Unido que nos han sorprendido con un álbum elegante y original que combina crítica social y política con música de baile. Tercero de su carrera discográfica, el disco pone en la voz de Rachel Aggs, su cantante, la transmisión de mensajes que hablan de la realidad global contemporánea y que están marcados por la impetuosidad de la baterista Rachel Horwood. Dos mujeres y un hombre, el bajista Gill Partington, que tejen un discurso sonoro con la mbira como elemento primigenio y los polirritmos como lienzo, y que representan los sonidos, las inquietudes y la riqueza cultural de la diáspora.
Lady Donli – Enjoy your life (9 de agosto, Makiyayi)
Lo retro sigue teniendo impacto en el pop nigeriano contemporáneo. Prueba de ello es el álbum debut de Lady Donli, una joven de 22 años que acaba de irrumpir en el mercado musical global con este interesante larga duración de 15 pistas repleto de grandes ritmos. Un estilo lleno de optimismo y crónica social que destaca con su “adicta al cash (dinero)”, algo que describe muy bien la carrera por el dinero que se vive a un lado y otro del Planeta. Nacida en Cleveland, Ohio, criada en Abuja y ahora viviendo entre Londres y Lagos, Donli pertenece a una clase global y como tal, nos presenta un estilo repleto de hip-hop con beats electrónicos, melodías neo-soul e infusiones de funk psicodélico. ¡Nos encanta este álbum! ¡Disfruta tu vida!
Mah Damba – Hakili Kélé (13 septiembre, Buda Musique / Socadisc)
Hija del legendario griot maliense Baba Sissoko, Mah Damba es una de las voces femeninas más consolidadas de la tradición mandinga, tanto en África Occidental como en su Europa de adopción. Tras labrarse una carrera musical junto a su marido Mamaye Kouyaté (DEP) tras mudarse a París, debutó en solitario con À l’Ombre Du Grand Baobab en 2010, un álbum nutrido de colaboraciones que le permitió brillar más allá de la noble sombra de su padre y de su, hasta entonces, marido. Ahora, con Hakali Kélé, Mah Damba canta las penas y las alegrías de su Mali natal, denunciando la violencia y los conflictos étnicos que como cuenta en una reciente entrevista para RFI, “no son parte de nuestra cultura”.
Sampa The Great – The Return (13 septiembre, Rough Trip)
Carismática y desafiante a la ortodoxia occidental, la rapera Sampa The Great es una de las voces más reconocibles del hip hop contemporáneo, y escuchando su álbum debut con atención se entiende el por qué. Nacida en Zambia, criada en Botswana y residente en Australia, Sampa Tembo representa a una diáspora moderna y rompedora, que teje su discurso sonoro a través de varias influencias del África austral y el poliglotismo de sus letras sin complejos y pisando con mucha contundencia. En su The Return confirma un sonido distintivo que la ha llevado a ser reconocida como una de las artistas de R&B más cotizadas y potentes del momento. Ni más ni menos que 19 temas. ¡Suban el volumen de sus reproductores y disfruten(la)!
Aṣa – Lucid (11 octubre, Wagram Music)
Sin duda, uno de los lanzamientos más esperados del año, Lucid llega cinco años después de su Bed of Stone. Bukola Elemide, más conocida como Asa, confirma con este lanzamiento lo que ya sabíamos: que la suya es una propuesta fresca, elegante, intimista, transfronteriza y apta para todos los públicos. 4º en su carrera discográfica, el disco de 14 pistas vuelve a entronizarla como una de las voces más distinguibles y uno de los estilos más genuinos del Neo-Soul contemporáneo, un estilo con marcados matices de Pop, Folk y Reggae. Afincada en Francia, desde donde se produce este Lucid, Asa utiliza algo de Yoruba y mucho Inglés para cantarle al desamor, el autodescubrimiento, el empoderamiento, la alegría, el dolor o la identidad. Si la fórmula funcionó y la llevó a ser disco de platino en su primer álbum, ¿por qué no podría conseguirlo ahora?
Souad Massi – Oumniya (11 ocubre)
La argelina afincada en París, Souad Massi, presenta su 6º disco de estudio. Un trabajo donde el exilio y los mensajes políticos son temas centrales. Mezcla entre folk bereber, chanson française y fado portugués, Massi lleva la maleta de sus años junto a la banda Atakor —que enfrentó varias amenazas de muerte en Argelia— para explorar la traición y la pérdida en este Oumniya, un álbum donde se invoca al mismísimo Leonard Cohen. Con el acompañamiento de la maestría del oud, el maqam, el violín o la darbouka, Souad Massi ha tejido un disco de diez pistas donde muestra cómo la suya es una voz de narradora que cuenta, a través de su historia, la vida de tantas mujeres y hombres en embate contra políticas injustas y comportamientos abusivos.
El primer grupo de mujeres Gnawa de la historia viene golpeando fuerte con un larga duración para fanáticos del trance y las ceremonias sufíes. Con el gimbri (laúd bajo) y el qaraqab como elementos centrales de un estilo ribeteado por voces llenas de lamentos, Asmaâ Hamzaoui —hija del famoso maalem (maestro) Gnawa, Rachid Hamzaoui— pone en jaque un estilo dominado exclusivamente por hombres hasta la fecha. Y lo hace junto a su banda, Bnat Timbouktou (Las hijas de Tombuctú), que desde 2012 han entronizado a su líder como la instrumentista de gimbri más prominente del mundo. Benditas sean estas 11 pistas de su álbum debut, que dan buena muestra de por qué Asma y Bnat Timbouktou están dando tanto revuelo tanto en el mundo árabe del Norte de África, como en Occidente.
Vagabon – Vagabon (18 octubre, Nonesuch)
Tras su debut en 2017, la artista camerunesa afincada en Nueva York Laetitia Tamko —alias Vagabon— se erigió como la nueva voz del indie rock contemporáneo. Con su segundo álbum de estudio, vuelve con un sonido más cálido e intimista cuya voz camaleónica, nos seduce a golpe de minimalismo y melodías suaves en un álbum que iba a titularse “All the Women in Me”, pero que a último minuto acabó recibiendo el propio nombre de la artista, como prueba de haber encontrado su estilo más genuino. En su exitoso single de presentación (“Every Woman”), trabajó con el cineasta camerunés Lino Asana. Y hoy, ya es una auténtico ídolo para las mujeres africanas y afrodescendientes; así como para los cameruneses de habla inglesa, en constante pugna política dentro de sus fronteras.
Procedente de un campo de refugiados cerca de Tinduf, en Argelia, y residente en Barcelona, la cantante, compositora y activista Aziza Brahim vuelve a cantar las injusticias sociales que siguen padeciendo los saharauis en su tercer álbum con Glitterbeat, traducible como ‘Esta Generación’. Producido en Barcelona por Aziza junto a Amparo Sánchez (Amparanoia, Calexico), “Sahari” es su trabajo más atrevido. Su portada, es ya una declaración de intenciones: una niña exiliada posa con zapatos de ballet y un brillante tutú blanco en lo representa la resiliencia absoluta del Sáhara Occidental. Otro grito más en forma de canciones para la independencia de “la última colonia africana”.
EPs
Kandy Guira – Tek La Runda (5 abril, autoeditado)
La modelo, actriz, cómica y música Kandy Guira vuelve con un EP que significa su vuelta a la música tras su álbum dedicado a su madre en 2009, Mba. Hace una década que esta marfileña se asentó en Francia, donde ha colaborado con músicos como Cheick Tidiane Seck, Esperanza Spalding, Oumou Sangare o Amadou y Mariam, y tras explorar distintas facetas creativas y artísticas ha decidido tomar las riendas de su futuro con este “Tek La Runda”. Un disco compuesto por cuatro canciones en las que habla de la dificultad de ser mujer, del amor, la esperanza o la gratitud. Y lo hace con una mezcla de folk y afro-pop deliciosa. El álbum ha sido realizado en colaboración con el DJ y productor Clément Vicente.
Deena Abdelwahed – Khonnar Remixes (24 de mayo, inFinié)
La música urbana de Túnez tiene un nombre indiscutible: el de la DJ Deena Abdelwahed, una artista camaleónica que se ha hecho un lugar en la escena de club global. Tras el éxito rotundo de su álbum debut Khonnar con el que nos mostraba una puerta de entrada a los sonidos árabes del futuro; su techno futurista presenta una versión delirante y distópica del Túnez contemporáneo. Con este nuevo remix explora nuevos territorios en el espectro de la música electrónica a través de reinterpretaciones de sus propios temas. Una de esas mujeres que contribuyen a romper estereotipos sobre la mujer árabe en la era global.
Xenia Manasseh – Fallin’ Apart (3 octubre)
Voz emergente de la efervescente escena pop de Nairobi, Xenia Manasseh transita entre su Kenia natal y su Estados Unidos de adopción para nutrir el neo-soul y R&B africanos y llevarlos un poco más allá de sus fronteras. Cantando en inglés y kiswahili, Manasseh —que pertenece a una joven generación de músicos formados en Berklee como la de nuestra admirada fabulosa Lisa Oduor-Noah — se ha rodeado de raperos y talentos de todas partes del mundo para destilar los seis temas que conforman este EP debut. ¡Seguro que su trabajo dará mucho que hablar!
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* Gemma Solés i Coll – Experta en ciudades africanas, música y desarrollo. Le mueve la creatividad con la que construye futuro la juventud africana en contextos urbanos, especialmente en África del Este. Sus campos de trabajo son el periodismo escrito y radiofónico, los documentales y la gestión cultural. Cofundadora de Wiriko y coordinadora de Seres Urbanos (EL PAÍS), licenciada en Filosofía (UB), posgraduada en Estudios Africanos y Desarrollo (UPF) y máster en Culturas y Desarrollo en África (URV)
Presentación WMagazín Ternura, responsabilidad, épica, búsqueda y literatura fueron los temas sobre los que la Nobel de Literatura 2018, la polaca Olga Tokarczuk (Sulechów, Polonia, 1962) levantó su discurso de aceptación del premio, el 7 de diciembre de 2019. WMagazín publica integra esta clase magistral sobre literatura y problemas del mundo contemporáneo.
Olga Tokarczuk recuerda el poder de la escritura para contar, entender y unir la historia del día a día, de su fuerza y capacidad para reunir los fragmentos en que la dejan los seres humanos. La escritora ofreció una lección sobre cómo afrontar la vida y tratar de mejorarla si cada una de las personas e instituciones asumieran la responsabilidad de saber que cada gesto repercute en otras cosas.
Y todo ello bajo un gesto humano y pequeño pero que tiende a ser arrinconado: la ternura. La ternura en cada individuo, la ternura en el escritor, la ternura en el narrador de cada obra porque solo así se insufla vida a las cosas pequeñas que todos necesitamos.
Olga Tokarczuk obtuvo el Nobel «por una imaginación narrativa que con pasión enciclopédica representa el cruce de fronteras como una forma de vida». Se trata de la segunda escritora polaca que recibe el Nobel de Literatura (la primera fue la poeta Wislawa Szymborska, en 1996) y la decimoquinta mujer en la historia del premio.
En español puedes leer de Tokarczuk las novelas Los errantes (Traducción de Agata Orzeszek Sujak -Anagrama), llevada al catalán como Cos (traducción de Xavier Farré en Rata Books) y Sobre los huesos de los muertos(Traducción de Abel Murcia – Siruela).
Antes de reproducir completo el discurso seleccionamos algunas de sus ideas:
Carecemos de nuevas formas de contar la historia del mundo.
Creo que la narración en primera persona es muy característica de la óptica contemporánea, en la que el individuo desempeña el papel de centro subjetivo del mundo.
Lo que las narraciones en primera persona han hecho para la literatura y, en general, para la civilización humana no se puede sobrestimar: han reelaborado por completo la historia del mundo.
Cada vez más, el trabajo de género literario es como una especie de molde de pastel que produce resultados muy similares, su previsibilidad se considera una virtud, su banalidad es un logro. El lector sabe qué esperar y obtiene exactamente lo que quería.
Parece que lo que nos falta es la dimensión de la historia que es la parábola. Porque el héroe de la parábola es a la vez él mismo, una persona que vive bajo condiciones históricas y geográficas específicas, pero al mismo tiempo también va mucho más allá de esas circunstancias concretas.
Un buen libro no necesita defender su afiliación genérica. La división en géneros es el resultado de la comercialización de la literatura en su conjunto y el efecto de tratarla como un producto a la venta con toda la filosofía de la marca y la focalización y otros inventos similares del capitalismo contemporáneo.
La fabula interrumpida, creada hace mucho tiempo y bien conocida por las historias de Scherezade ahora ha regresado audazmente en serie alterando nuestra subjetividad y teniendo extraños efectos psicológicos, sacándonos de nuestras propias vidas e hipnotizándonos como un estimulante.
Internet es una historia, contada por un idiota, llena de ruido y furia.
La reacción a tal agotamiento con la ficción podría ser el enorme éxito de la no ficción, que en este gran caos informativo grita sobre nuestras cabezas: «Te diré la verdad, nada más que la verdad» y «Mi historia se basa en hechos”.
La ficción ha perdido la confianza de los lectores ya que mentir se ha convertido en un arma peligrosa de destrucción masiva, incluso si todavía es una herramienta primitiva.
Es la experiencia, y no cualquier evento, lo que constituye el material de nuestras vidas. (…) Creo que el mito cumple la función de esa estructura. Todo el mundo sabe que los mitos nunca sucedieron realmente, pero siempre están sucediendo.
Pero es posible que la novela y la literatura en general se estén convirtiendo ante nuestros ojos en algo realmente marginal en comparación con otras formas de narración. Que el peso de la imagen y de las nuevas formas de transmisión directa de la experiencia (cine, fotografía, realidad virtual) constituirá una alternativa viable a la lectura tradicional.
Solo la literatura es capaz de permitirnos profundizar en la vida de otro ser, comprender sus razones, compartir sus emociones y experimentar su destino.
El mundo se está muriendo y no lo notamos. No vemos que el mundo se está convirtiendo en una colección de cosas e incidentes, una extensión sin vida en la que nos movemos perdidos y solitarios (…) Y en un mundo así somos realmente zombies.
Hoy en día la historia debería ser mucho más multidimensional y complicada; después de todo, realmente sabemos mucho más, somos conscientes de las increíbles conexiones entre cosas que parecen estar muy separadas.
Me sigo preguntando si en estos días es posible encontrar las bases de una nueva historia que sea universal, integral, inclusiva, arraigada en la naturaleza, llena de contextos y al mismo tiempo comprensible.
También sueño con un nuevo tipo de narrador: un «Cuarta persona», que no es simplemente una construcción gramatical,
Deberíamos eliminar las categorías simplistas de literatura de alto y bajo nivel, popular y de nicho, y tomar la división en géneros muy a la ligera. Deberíamos abandonar la definición de «literatura nacional», sabiendo al igual que nosotros que el universo de la literatura es una sola cosa.
Creo que tenemos una redefinición por delante de lo que entendemos hoy en día por el concepto de realismo, y una búsqueda de uno nuevo que nos permita ir más allá de los límites de nuestro ego y penetrar en la pantalla de vidrio a través de la cual vemos el mundo. Porque en estos días la necesidad de la realidad es atendida por los medios de comunicación, los sitios de redes sociales y las relaciones indirectas en Internet. Quizás lo que inevitablemente nos espera es una especie de neo-surrealismo,
Volver a las estructuras compactas de la mitología podría traer una sensación de estabilidad ante la falta de especificidad en la que están viviendo hoy en día. Creo que los mitos son el material de construcción para nuestra psique, y no podemos ignorarlos (a lo sumo, podríamos desconocer su influencia).
Para eso me sirve la ternura, porque la ternura es el arte de personificar, de compartir sentimientos, y, por lo tanto, descubrir similitudes. Crear historias significa dar vida constantemente a las cosas, dar existencia a todas las pequeñas partes del mundo que están representadas por las experiencias humanas, las situaciones que las personas han sufrido y sus recuerdos. La ternura personaliza todo con lo que se relaciona, lo que hace posible darle una voz, darle el espacio y el tiempo para que exista y se exprese. Es gracias a la ternura que la tetera comienza a hablar.
La ternura es la forma más modesta de amor.
La ternura es una forma de mirar que muestra al mundo como vivo, interconectado, cooperando y codependiente de sí mismo.
La avaricia, la falta de respeto a la naturaleza, el egoísmo, la falta de imaginación, la rivalidad interminable y la falta de responsabilidad han reducido el mundo al estado de un objeto que se puede cortar en pedazos, agotar y destruir.
A continuación el discurso completo de Olga Tokarczuk en la Academia Sueca:
Olga Tokarczuk, ilustración de Niklas lmehed.
El narrador tierno
Por Olga Tokarczuk
1.
La primera fotografía de la cual fui consciente es una foto de mi madre antes de que ella me diera a luz. Desafortunadamente, es una fotografía en blanco y negro, lo que significa que muchos de los detalles se han perdido, convirtiéndose solo en formas grises. La luz es suave y lluviosa, probablemente una luz de primavera, la clase de luz que se filtra a través de una ventana, manteniendo la habitación con un brillo apenas perceptible. Mi madre está sentada al lado de nuestra vieja radio, como esas que tienen un ojo verde y dos diales, uno para regular el volumen y el otro para encontrar una estación radial. Esta radio luego se convirtió en mi gran compañera de la infancia; de ella aprendí sobre la existencia del cosmos. Al girar una perilla de ébano, los delicados sensores de las antenas se movieron y en su alcance cayeron todo tipo de estaciones diferentes: Varsovia, Londres, Luxemburgo y París. A veces, sin embargo, el sonido fallaba, como si entre Praga y Nueva York, o Moscú y Madrid, las antenas de las antenas tropezaran con agujeros negros. Cada vez que sucedía eso me temblaba la espalda. Creía que a través de esta radio diferentes sistemas solares y galaxias me hablaban, crepitaban y chirriaban y me enviaban información importante.
Cuando de niña miraba esa foto estaba segura de que mi madre me había estado buscando al girar el dial de nuestra radio. Como un radar sensible, penetró en los reinos infinitos del cosmos, tratando de averiguar cuándo llegaría y de dónde. Su corte de pelo y su atuendo (un gran cuello de barco) indican cuándo se tomó esta foto, es decir, a principios de los años sesenta. Mirando desde algún lugar fuera del marco, la mujer encorvada ve algo que no está al alcance para una persona que mira la foto después. Cuando era niña, imaginaba que lo que estaba sucediendo era que ella estaba mirando el tiempo. Nada sucede realmente en la imagen: es una fotografía de un estado, no un proceso. La mujer está triste, aparentemente perdida en sus pensamientos.
Cuando más tarde le pregunté acerca de esa tristeza, lo cual hice en numerosas ocasiones, siempre buscando la misma respuesta, mi madre dijo que estaba triste porque yo aún no había nacido, pero ya me extrañaba.
«¿Cómo puedes extrañarme cuando todavía no estoy allí?», le preguntaba.
Sabía que extrañas a alguien que has perdido, que el anhelo es un efecto de pérdida.
«Pero también puede funcionar al revés», respondió. «Extrañar a una persona significa que está allí».
Este breve intercambio, en algún lugar del campo del occidente de Polonia a finales de los años sesenta, un intercambio entre mi madre y yo, su pequeña hija, siempre ha permanecido en mi memoria y me ha dado una fuerza que me ha durado toda mi vida. Porque elevó mi existencia más allá de la materialidad ordinaria del mundo, más allá del azar, más allá de la causa y el efecto y las leyes de la probabilidad. Ella colocó mi existencia fuera del tiempo, en la dulce vecindad de la eternidad. En la mente de mi hijo entendí que había más de lo que había imaginado antes. Y que incluso si dijera: «Estoy perdido», entonces todavía comenzaría con las palabras «Yo soy», el conjunto de palabras más importantes y extrañas del mundo.
Y así, mi madre, una joven que nunca fue religiosa me dio algo que alguna vez se conoció como un alma, y me proporcionó el narrador más tierno del mundo.
2.
El mundo es un tejido que tejemos diariamente en los grandes telares de informaciones, debates, películas, libros, chismes, pequeñas anécdotas. Hoy, el alcance de estos telares es enorme: gracias a Internet, casi todos pueden participar en el proceso asumiendo la responsabilidad o no, con amor u odio, para bien o para mal. Cuando esta historia cambia, también lo hace el mundo. En este sentido, el mundo está hecho de palabras.
Por lo tanto, cómo pensamos sobre el mundo y, quizás aún más importante, cómo lo narramos tiene un significado masivo. Una cosa que sucede y no se dice deja de existir y perece. Este es un hecho bien conocido no solo por los historiadores, sino también (y quizás sobre todo) por todos los sectores políticos y tiranos. El que tiene y teje la historia está a cargo de su versión.
Hoy nuestro problema radica, al parecer, en el hecho de que todavía no tenemos narraciones listas no solo para el futuro, sino incluso para un ahora concreto, para las transformaciones ultrarrápidas del mundo de hoy. Nos falta el lenguaje, nos faltan los puntos de vista, las metáforas, los mitos y las nuevas fábulas. Sin embargo, vemos intentos frecuentes de aprovechar narraciones oxidadas y anacrónicas que no pueden encajar en el futuro, sin duda suponiendo que algo viejo es mejor que una nada nueva, o tratando de lidiar de esta manera con las limitaciones de nuestros propios horizontes. En una palabra, carecemos de nuevas formas de contar la historia del mundo.
Vivimos en una realidad de narraciones polifónicas en primera persona, y nos encontramos rodeados por ese ruido polifónico. Lo que quiero decir con primera persona es la clase de cuento que orbita estrechamente el yo de un cajero que, más o menos directamente, escribe sobre sí mismo y a través de ella. Hemos determinado que este tipo de punto de vista individualizado, esta voz del yo, es el más natural, humano y honesto, incluso si se abstiene desde una perspectiva más amplia. Narrar en primera persona es tejer un patrón absolutamente único; es tener un sentido de autonomía como individuo, ser consciente de ti mismo y de tu destino. Sin embargo, también significa construir una oposición entre el yo y el mundo, y esa oposición puede ser alienante a veces.
Creo que la narración en primera persona es muy característica de la óptica contemporánea en la que el individuo desempeña el papel de centro subjetivo del mundo. La civilización occidental se basa en gran medida y depende de ese descubrimiento del yo que constituye una de nuestras medidas más importantes. Aquí el hombre es el actor principal y su juicio, aunque es uno entre muchos, siempre se toma en serio. Las historias tejidas en primera persona parecen estar entre los mayores descubrimientos de la civilización humana; son leídas con reverencia, con plena confianza. Esta clase de historia, cuando vemos el mundo a través de los ojos de un yo que es diferente a cualquier otro, crea un vínculo especial con el narrador quien le pide a su oyente que se coloque en su posición única. Lo que las narraciones en primera persona han hecho para la literatura y, en general, para la civilización humana es reelaborar por completo la historia del mundo, de modo que ya no es un lugar para las acciones de héroes y deidades sobre las que no podemos tener influencia, sino más bien un lugar para personas como nosotros, con historias individuales. Es fácil identificarse con personas que son como nosotros, lo que genera entre el narrador de la historia y su lector u oyente una nueva variedad de comprensión emocional basada en la empatía. Y esto, por su propia naturaleza, reúne y elimina fronteras. Es muy fácil perder el rastro en una novela de las fronteras entre el yo del narrador y el yo del lector.
La «novela absorbente» en realidad cuenta con que esa frontera se difumine: el lector, a través de la empatía, se convierte en narrador por un periodo de tiempo. Así, la literatura se ha convertido en un campo para el intercambio de experiencias, un ágora donde todos pueden contar su propio destino o dar voz a su alter ego. Por lo tanto, es un espacio democrático: cualquiera puede hablar, todos pueden crear una voz que hable por sí misma. Nunca en la historia de la humanidad tantas personas han sido escritoras y narradoras. Solo tenemos que mirar las estadísticas.
Cada vez que voy a ferias de libros veo cuántos de los libros que se publican en el mundo de hoy tienen que ver precisamente con esto: el ser autor. El instinto de expresión puede ser tan fuerte como otros instintos que protegen nuestras vidas y se manifiesta más plenamente en el arte. Queremos que nos noten, queremos sentirnos excepcionales. Hay variedad de narrativas: «Te voy a contar mi historia», o «Te voy a contar la historia de mi familia», o incluso simplemente, «Te voy a contar dónde he estado». Comprende el género literario más popular de hoy. Este es un fenómeno a gran escala también porque hoy en día tenemos acceso universal a la escritura y muchas personas alcanzan la capacidad de expresarse en palabras e historias. Paradójicamente, sin embargo, esta situación es similar a un coro compuesto solo por solistas, voces compitiendo por llamar la atención, todos viajando por rutas similares, ahogándose unos a otros. Sabemos todo lo que hay que saber sobre ellos, podemos identificarnos con ellos y experimentar sus vidas como si fueran nuestras. Y sin embargo, notablemente a menudo, la experiencia lectora es incompleta y decepcionante ya que resulta que expresar un «yo» autoritario difícilmente garantiza la universalidad. Parece que lo que nos falta es la dimensión de la historia que es la parábola. Porque el héroe de la parábola es a la vez él mismo, una persona que vive bajo condiciones históricas y geográficas específicas, pero al mismo tiempo va mucho más allá de esas circunstancias concretas.
Cuando un lector sigue la historia de alguien escrita en una novela puede identificarse con el destino del personaje descrito y considerar su situación como si fuera la suya, mientras que en una parábola debe entregar completamente su distinción y convertirse en el Hombre común. En esta operación psicológica exigente la parábola universaliza nuestra experiencia y encuentra un denominador común para destinos muy diferentes. Que hayamos perdido de vista, en gran medida, la parábola es un testimonio de nuestra actual impotencia.
Quizás para no ahogarnos en la multiplicidad de títulos y apellidos comenzamos a dividir el cuerpo de leviatán de la literatura en géneros, que tratamos como las diferentes categorías de deportes, con escritores como sus jugadores especialmente entrenados.
La comercialización general del mercado literario ha llevado a una división en ramas: ahora hay ferias y festivales de este o aquel tipo de literatura, completamente separados, creando una clientela de lectores ansiosos por esconderse en una novela criminal, alguna fantasía o ciencia ficción. Una característica notable de esta situación es que lo que se suponía que ayudaría a los libreros y bibliotecarios a organizar en sus estantes la gran cantidad de libros publicados y a los lectores a orientarse en la inmensidad de la oferta, se convirtió en la creación de categorías abstractas no solo en las obras existentes. Cada vez más el trabajo de los géneros literarios es como una especie de molde de pastel que produce resultados muy similares, su previsibilidad se considera una virtud, su banalidad es un logro. El lector sabe qué esperar y obtiene exactamente lo que quería.
Siempre me he opuesto intuitivamente a tales órdenes, ya que conducen a la limitación de la libertad de autor, a una reticencia hacia la experimentación y una transgresión que de hecho es la cualidad esencial de la creación en general. Y excluyen completamente del proceso creativo cualquier excentricidad sin la cual el arte se perdería. Un buen libro no necesita defender su afiliación genérica. La división en géneros es el resultado de la comercialización de la literatura en su conjunto y el efecto de tratarla como un producto a la venta con toda la filosofía de la marca y la focalización y otros inventos similares responde al capitalismo contemporáneo.
Hoy podemos tener la gran satisfacción de ver el surgimiento de una forma completamente nueva de contar la historia del mundo que se muestra en las series de televisión cuya tarea oculta es inducirnos un trance. Por supuesto, este modo de narración ha existido durante mucho tiempo en los mitos y los cuentos homéricos. Heracles, Aquiles u Odiseo son, sin duda, los primeros héroes de las series. Pero nunca antes este modo ha ocupado tanto espacio o ejercido una influencia tan poderosa en la imaginación colectiva. Las dos primeras décadas del siglo XXI son propiedad indiscutible de las series.Su influencia en los modos de contar la historia del mundo (y, por lo tanto, en nuestra forma de entender esa historia también) es revolucionaria.
En la versión de hoy, la serie no solo ha extendido nuestra participación en la narrativa en la esfera temporal generando sus diversos tempos, ramificaciones y aspectos, sino que también ha introducido sus propias órdenes nuevas. Dado que en muchos casos su tarea es mantener la atención del espectador el mayor tiempo posible, la narrativa de la serie multiplica los hilos entrelazándolos de la manera más improbable, de modo que cuando se pierde, incluso, se remonta a la vieja técnica narrativa una vez comprometida por la ópera clásica, de la Deus ex machina. La creación de nuevos episodios a menudo implica la revisión total y ad-hoc de la psicología de los personajes para que sean adecuados para los eventos en desarrollo de la trama. Un personaje que comienza como gentil y reservado termina siendo vengativo y violento, un personaje secundario se convierte en protagonista, mientras que el personaje principal, al que ya nos hemos apegado, pierde importancia o en realidad desaparece por completo, para nuestra consternación.
La materialización potencial de otra temporada crea la necesidad de finales abiertos en los que no hay forma de que ocurran o resuenen completamente cosas misteriosas llamadas catarsis: catarsis, anteriormente la experiencia de la transformación interna, el cumplimiento y la satisfacción de haber participado en la acción de la cola. Tal complicación, en lugar de conclusión, el aplazamiento constante de la recompensa que es la catarsis, hace que el espectador sea dependiente. La fabula interrumpida creada hace mucho tiempo y bien conocida por las historias de Scherezade, ahora regresada audazmente en serie, alteran nuestra subjetividad y tiene extraños efectos psicológicos sacándonos de nuestras propias vidas e hipnotizándonos. Al mismo tiempo, la serie se inscribe en el ritmo nuevo, prolongado y desordenado del mundo, en su comunicación caótica, su inestabilidad y fluidez. Esta forma de contar historias es probablemente la que más creativamente busca una nueva fórmula hoy.
En ese sentido hay un trabajo concienzudo en la serie sobre las narrativas del futuro, sobre la estructura de la historia para que se adapte a nuestra nueva realidad. Pero, sobre todo, vivimos en un mundo de demasiados hechos contradictorios y mutuamente excluyentes, todos luchando entre sí con uñas y dientes.
Nuestros antepasados creían que el acceso al conocimiento no solo brindaría a las personas felicidad, bienestar, salud y riqueza, sino que también crearía una sociedad igualitaria y justa. Lo que faltaba en el mundo, en su opinión, era la sabiduría omnipresente que surgiría naturalmente de la información.
John Amos Comenius, el gran pedagogo del siglo XVII, acuñó el término «pansofismo», con el cual se refería a la idea de la omnisciencia potencial, el conocimiento universal que contendría en él toda la cognición posible. Esto también fue, y sobre todo, un sueño de información disponible para todos. ¿El acceso a los hechos sobre el mundo no transformaría a un campesino analfabeto en un individuo reflexivo consciente de sí mismo y del mundo? ¿El conocimiento al alcance de la mano no significará que las personas se volverán sensibles que dirigirán el progreso de sus vidas con ecuanimidad y sabiduría?
Cuando surgió Internet por primera vez, parecía que esta noción finalmente se realizaría de manera total. Wikipedia, que admiro y apoyo, podría haberle parecido a Comenius, como muchos filósofos de ideas afines, el cumplimiento del sueño de la humanidad: ahora podemos crear y recibir una enorme cantidad de hechos que se complementan y actualizan sin cesar y que son democráticamente accesibles para casi todos los lugares de la Tierra.
Un sueño cumplido es a menudo decepcionante. Resultó que no somos capaces de soportar esta enorme cantidad de información que, en lugar de unir, generalizar y liberar, ha diferenciado, dividido o encerrado en pequeñas burbujas individuales creando una multitud de historias que son incompatibles entre sí o, incluso, abiertamente hostiles unas hacia otras, y antagónicas.
Además, Internet, completamente y de manera irreflexiva, sujeta a los procesos del mercado y dedicada a los monopolistas controla cantidades gigantescas de datos utilizados no de manera pansófica para un acceso más amplio a la información, sino que, por el contrario, sirve, sobre todo, para programar el comportamiento de los usuarios, como aprendimos después del asunto Cambridge Analytica. En lugar de escuchar la armonía del mundo, hemos escuchado una cacofonía de sonidos, una estática insoportable en la que tratamos, desesperados, de escuchar una melodía más tranquila, incluso el ritmo más débil. La famosa cita de Shakespeare nunca ha sido más adecuada de lo que es para esta nueva realidad cacofónica: cada vez más, Internet es una historia, contada por un idiota, llena de ruido y furia.
La investigación por parte de politólogos desafortunadamente también contradice las intuiciones de John Amos Comenius, que se basaban en la convicción de que cuanto más universalmente disponible fuera la información sobre el mundo, más políticos se aprovecharían de la razón y tomarían decisiones importantes. Pero parece que el asunto no es tan simple. La información puede ser abrumadora, y su complejidad y ambigüedad dan lugar a todo tipo de mecanismos de defensa, desde la negación hasta la represión, incluso para escapar a los principios simples de simplificación, ideología, pensamiento partidista.
La categoría de noticias falsas, fake news, plantea nuevas preguntas sobre qué es la ficción. Los lectores que han sido engañados, desinformados o engañados repetidamente han comenzado a adquirir lentamente una idiosincrasia neurótica específica. La reacción a tal agotamiento con la ficción podría ser el enorme éxito de la no ficción, que en este gran caos informativo grita sobre nuestras cabezas: «Te diré la verdad, nada más que la verdad» y «M¡i historia se basa en hechos !”.
La ficción ha perdido la confianza de los lectores ya que mentir se ha convertido en un arma peligrosa de destrucción masiva, incluso si todavía es una herramienta primitiva. A menudo me hacen esta pregunta incrédula: «¿Es verdad lo que escribiste?». Y cada vez siento que esta pregunta es un presagio del final de la literatura.
Esta pregunta, inocente desde el punto de vista del lector, suena al oído del escritor verdaderamente apocalíptica. ¿Que se supone que debo decir? ¿Cómo voy a explicar el estado ontológico de Hans Castorp, Anna Karenina o Winnie the Pooh?
Considero que este tipo de curiosidad leída es una regresión de la civilización. Es un deterioro importante de nuestra capacidad multidimensional (concreta, histórica, pero también simbólica, mítica) para participar en la cadena de acontecimientos llamados nuestras vidas. La vida es creada por los acontecimientos, pero solo cuando somos capaces de interpretarlos, tratar de entenderlos y darles un significado, se transforman en experiencia. Los acontecimientos son hechos, pero la experiencia es algo inexpresablemente diferente. Es la experiencia, y no cualquier evento, lo que constituye el material de nuestras vidas. La experiencia es un hecho que ha sido interpretado y situado en la memoria. También se refiere a una cierta base que tenemos en nuestras mentes, a una estructura profunda de significados sobre la cual podemos desplegar nuestras propias vidas y examinarlas completa y cuidadosamente. Creo que el mito cumple la función de esa estructura. Todo el mundo sabe que los mitos nunca sucedieron realmente, pero siempre están sucediendo. Ahora continúan no solo a través de las aventuras de los héroes antiguos, sino que también se abren paso en las historias ubicuas y más populares de películas, juegos y literatura contemporáneas. Las vidas de los habitantes del Monte Olimpo han sido transferidas a la dinastía, y los actos heroicos de los héroes son atendidos por Lara Croft.
En esta ardiente división entre verdad y falsedad, los cuentos de nuestra experiencia que crea la literatura tienen su propia dimensión.
Nunca me ha entusiasmado particularmente ninguna distinción directa entre ficción y no ficción, a menos que comprendamos que esa distinción es declarativa y discrecional. En un mar de muchas definiciones de ficción, la que más me gusta es también la más antigua, y proviene de Aristóteles. La ficción es siempre un tipo de verdad.
También estoy convencida de la distinción entre historia real y trama hecha por el escritor y ensayista E.M. Forster. Dijo que cuando decimos: «El rey murió y luego la reina murió», es una historia. Pero cuando decimos: «El rey murió, y luego la reina murió de pena», eso es un complot. Toda ficcionalización implica una transición de la pregunta «¿Qué sucedió después?» a un intento de entenderlo basado en nuestra experiencia humana: «¿Por qué sucedió de esa manera?».
La literatura comienza con ese «por qué», incluso si tuviéramos que responder esa pregunta y otra vez con un «No sé» ordinario. Por lo tanto, la literatura plantea preguntas que no pueden ser respondidas con la ayuda de Wikipedia, ya que va más allá de la información y los acontecimientos refiriéndose directamente a nuestra experiencia.
Pero es posible que la novela y la literatura en general se estén convirtiendo ante nuestros ojos en algo realmente marginal en comparación con otras formas de narración; que el peso de la imagen y de las nuevas formas de transmisión directa de la experiencia (cine, fotografía, realidad virtual) constituirá una alternativa viable a la lectura tradicional. La lectura es un proceso psicológico y perceptivo bastante complicado. En pocas palabras: primero el contenido más elusivo se conceptualiza y verbaliza transformándose en signos y símbolos, y luego se «decodifica» de nuevo del lenguaje a la experiencia. Eso requiere una cierta competencia intelectual. Y, sobre todo, exige atención y concentración, habilidades cada vez más raras en el mundo extremadamente distractor de hoy.
La humanidad ha recorrido un largo camino en sus formas de comunicar y compartir experiencias personales, desde la oralidad, confiando en la palabra viva y la memoria humana, hasta la Revolución de Gutenberg, cuando las historias comenzaron a ser ampliamente mediadas por la escritura y de esta manera arregladas y codificadas. El mayor logro de este cambio fue que llegamos a identificar el pensamiento con el lenguaje, con la escritura. Hoy enfrentamos una revolución en una escala similar, cuando la experiencia se puede transmitir directamente, sin recurrir a la palabra impresa. Ya no es necesario llevar un diario de viaje cuando simplemente se puede tomar fotos y enviarlas a través de sitios de redes sociales directamente al mundo, de una vez y para todos.
No hay necesidad de escribir cartas, ya que es más fácil llamar. ¿Por qué escribir novelas gordas cuando puedes entrar en una serie de televisión? En lugar de salir a la ciudad con amigos, sería mejor jugar un juego. ¿Alcanzar una autobiografía? No tiene sentido, ya que estoy siguiendo la vida de las celebridades en Instagram y sé todo sobre ellas. Ni siquiera es la imagen la que más se opone hoy al texto, como pensamos en el siglo XX, preocupándonos por la influencia de la televisión y el cine. Es, en cambio, una dimensión diferente del mundo, que actúa directamente sobre nuestros sentidos.
3.
No quiero esbozar una visión general de la crisis al contar historias sobre el mundo. Pero a menudo me preocupa la sensación de que falta algo en el mundo que al experimentarlo a través de pantallas de vidrio y aplicaciones, de alguna manera se vuelve irreal, distante, bidimensional y extrañamente indescriptible, a pesar de encontrar cualquier información en particular es asombrosamente fácil. En estos días, las palabras preocupantes «alguien», «algo», «en algún lugar», «en algún momento» pueden parecer más arriesgadas sobre ideas muy específicas y definidas pronunciadas con total certeza, como «la tierra es plana», «las vacunas matan», «el cambio climático no tiene sentido» o «la democracia no está amenazada en ninguna parte del mundo». «En algún lugar» algunas personas se están ahogando al intentar cruzar el mar. «En algún lugar», por «algún» tiempo «Algún tipo de» guerra ha estado ocurriendo. En la avalancha de información, los mensajes individuales pierden sus contornos, se disipan en nuestra memoria, se vuelven irreales y se desvanecen.
La avalancha de estupidez, crueldad, discursos de odio e imágenes de violencia se contrarrestan desesperadamente con todo tipo de «buenas noticias», pero no ha sido así. La capacidad de controlar la dolorosa impresión, que encuentro difícil de expresar, de que hay algo mal en el mundo. Hoy en día, este sentimiento, una vez exclusivo de los poetas neuróticos, es como una epidemia de falta de definición, una forma de ansiedad que emana de todas las direcciones.
La literatura es una de las pocas esferas que intentan mantenernos cerca de los hechos concretos del mundo, su propia naturaleza siempre es psicológica, porque se enfoca en el razonamiento interno y los motivos de los personajes, revela su experiencia inaccesible a otra persona o simplemente provoca al lector a una interpretación psicológica de su conducta. Solo la literatura es capaz de permitirnos profundizar en la vida de otro ser, comprender sus razones, compartir sus emociones y experimentar su destino.
Una historia siempre da vueltas en torno al significado. Incluso si no lo expresa directamente, incluso cuando se niega deliberadamente a buscar significado, y se enfoca en la forma, en el experimento, cuando presenta una rebelión formal, buscando nuevos medios de expresión. Mientras leemos incluso la historia escrita de manera más conductista y moderada no podemos evitar hacer las preguntas: «¿Por qué está sucediendo esto?», «¿Qué significa?», «¿Cuál es el punto?», «¿A dónde lleva esto?». Es muy probable que nuestras mentes hayan evolucionado hacia la historia como un proceso de dar sentido a millones de estímulos que nos rodean, y que incluso cuando estamos dormidos continúan ideando implacablemente sus narraciones. Entonces, la historia es una forma de organizar una cantidad infinita de información dentro del tiempo, estableciendo su relación con el pasado, el presente y el futuro, revelando su recurrencia y organizándolo en categorías de causa y efecto. Tanto la mente como las emociones participan en este esfuerzo.
No es de extrañar que uno de los primeros descubrimientos realizados por las historias fue el Destino, además de aparecer siempre a las personas como algo aterrador e inhumano, de hecho introdujo el orden y la inmutabilidad en la realidad cotidiana.
4.
Señoras y señores: unos años más tarde, la mujer de la fotografía, mi madre, que me extrañaba aunque todavía no había nacido, me estaba leyendo cuentos de hadas.
En uno de ellos, de Hans Christian Andersen, una tetera que había arrojado al basurero se quejó de lo cruel que había sido tratada por la gente, tan pronto como se rompió su asa la desecharon. Pero si no fueran perfeccionistas, tan exigentes, podría haber sido útil para ellos. Otros objetos rotos recogieron su melodía y contaron historias verdaderamente épicas de sus pequeñas y modestas vidas como objetos.
Cuando era niña, escuchaba estos cuentos de hadas con las mejillas sonrojadas y lágrimas en los ojos. Creía profundamente que los objetos tenían sus propios problemas y emociones, así como una especie de vida social comparable a la humana. Los platos de la cómoda podían hablar entre sí, y las cucharas, cuchillos y tenedores en el cajón formaban una especie de familia. Del mismo modo, los animales eran criaturas misteriosas, sabias y conscientes de sí mismas con quienes siempre habíamos estado conectados por un vínculo espiritual y una similitud profundamente arraigada. Los ríos, los bosques y las carreteras también tuvieron su existencia: seres vivos que mapearon nuestro espacio y crearon un sentido de pertenencia, un enigmático Raumgeist. El paisaje que nos rodeaba también estaba vivo, al igual que el Sol y la Luna, y todos los cuerpos celestes, todo el mundo visible e invisible.
¿Cuándo comencé a tener dudas? Estoy tratando de encontrar el momento en mi vida cuando con solo pulsar un interruptor todo se volvió diferente, menos matizado, más simple. El susurro del mundo quedó en silencio, para ser reemplazado por el estruendo de la ciudad, el murmullo de las computadoras, el trueno de los aviones que sobrevolaban el cielo y el ruido blanco y agotador de los océanos de información.
En algún momento de nuestras vidas comenzamos a ver el mundo en pedazos, todo por separado, en pequeños trozos que son galaxias separadas entre sí, y la realidad en la que vivimos lo sigue afirmando: los médicos nos tratan por especialidades, nuestro almuerzo no tiene nada que ver con una enorme granja de ganado, o mi nuevo top con una fábrica en mal estado en algún lugar de Asia. Todo está separado de todo lo demás, todo vive aparte, sin ninguna conexión.
Para que sea más fácil para nosotros hacer frente a esto se nos dan números, etiquetas de nombre, tarjetas, identidades plásticas crudas que intentan reducirnos a usar una pequeña parte del todo, de lo que ya hemos dejado de percibir.
El mundo se está muriendo y no lo notamos. No vemos que el mundo se está convirtiendo en una colección de cosas e incidentes, una extensión sin vida en la que nos movemos perdidos y solitarios, arrojados aquí y allá por las decisiones de otra persona, limitados por un destino incomprensible, una sensación de ser el juguete de Las principales fuerzas de la historia o el azar. Nuestra espiritualidad se está desvaneciendo o se está volviendo superficial y ritualista. O bien, nos estamos convirtiendo en seguidores de fuerzas simples: físicas, sociales y económicas que nos mueven como si fuéramos zombies. Y en un mundo así somos realmente zombies.
Es por eso que anhelo ese otro mundo, el mundo de la tetera.
5.
Toda mi vida he estado fascinada por los sistemas de conexiones e influencias mutuas que generalmente desconocemos, pero que descubrimos por casualidad, como sorprendentes coincidencias o convergencias del destino, todos esos puentes, tuercas, pernos, juntas soldadas y conectores que seguí en vuelos. Me fascina asociar hechos y buscar orden. En la base, como estoy convencida, la mente del escritor es una mente sintética que recoge obstinadamente todas las pequeñas piezas en un intento de unirlas nuevamente para crear un todo universal.
¿Cómo vamos a escribir, cómo vamos a estructurar nuestra historia para que sea capaz de elevar esta gran forma de constelación del mundo?
Naturalmente, me doy cuenta de que es imposible volver al tipo de historia sobre el mundo que conocemos por mitos, fábulas y leyendas, que, comunicada oralmente, mantuvo el mundo en existencia. Hoy en día la historia debería ser mucho más multidimensional y complicada; después de todo, realmente sabemos mucho más, somos conscientes de las increíbles conexiones entre cosas que parecen estar muy separadas.
Echemos un vistazo de cerca a un momento particular en la historia del mundo.
Es el 3 de agosto de 1492 , el día en que una pequeña carabela llamada Santa María zarpará de un muelle en el puerto de Palos en España. El barco está al mando de Cristóbal Colón. El sol brilla, hay marineros. yendo y viniendo por el muelle, y hay estibadores cargando las últimas cajas de provisiones a bordo. Hace calor, pero una ligera brisa del oeste salva a las familias que se han despedido. Las gaviotas se pavonean de arriba abajo por la rampa de carga observando de cerca las actividades humanas.
El momento que ahora podemos ver a través del tiempo llevó a la muerte de 56 millones de los casi 60 millones de nativos americanos. En ese momento, representaban aproximadamente el 10 por ciento de la población total del mundo. Sin darse cuenta, los europeos les trajeron algunos regalos letales: enfermedades y bacterias a las que los habitantes indígenas de América no tenían resistencia. Además de eso vino la despiadada opresión y el asesinato. El exterminio continuó durante años y cambió la naturaleza de la tierra. Donde los frijoles, el maíz, las papas y los tomates habían crecido en campos cultivados que se regaron de una manera sofisticada, la vegetación silvestre regresó. En solo unos años, casi 150 millones de acres de tierra cultivable se convirtieron en jungla.
A medida que se regeneraba, la vegetación consumía grandes cantidades de dióxido de carbono, lo que debilitaba el efecto invernadero y, a su vez, redujo la temperatura global de la Tierra.
Una de las muchas hipótesis científicas para explicar el inicio de la edad de hielo menor que a finales del siglo XVI trajo un enfriamiento a largo plazo del clima en Europa.
La edad de hielo menor cambió la economía de Europa. Durante las décadas que siguieron, los largos inviernos congelados, los veranos frescos y las intensas precipitaciones redujeron el rendimiento de las formas tradicionales de agricultura. En Europa occidental, las pequeñas granjas familiares que producen alimentos para sus propias necesidades resultaron ineficientes. Se produjeron olas de hambruna y la necesidad de especializar la producción. Inglaterra y Holanda fueron la más afectada por el clima más frío. Como sus economías ya no podían depender de la agricultura, comenzaron a desarrollar el comercio y la industria. La amenaza de tormentas llevó a los holandeses a secar los pólderes y convertir las zonas pantanosas y las zonas marinas poco profundas en tierra. El cambio hacia el sur del rango donde se produce el bacalao, aunque catastrófico para Escandinavia, resultó ventajoso para Inglaterra y Holanda: permitió que estos países comenzaran a convertirse en potencias navales y comerciales. El enfriamiento significativo se sintió particularmente agudo en los países escandinavos. El contacto con Groenlandia e Islandia se interrumpió, los inviernos severos redujeron las cosechas y se iniciaron años de hambruna y escasez. Así que Suecia volvió su mirada codiciosa hacia el sur, embarcándose en una guerra contra Polonia (especialmente cuando el Mar Báltico se había congelado, lo que facilitaba marchar un ejército a través de él) e involucrarse en la Guerra de los Treinta Años en Europa.
Los esfuerzos de los científicos, tratando de establecer una mejor comprensión de nuestra realidad, demuestran que es un sistema de influencias mutuamente coherente y densamente conectado. Esto ya no es solo el famoso «efecto mariposa», que como sabemos implica la forma en que los cambios mínimos al comienzo de un proceso pueden conducir en el futuro a resultados tremendos e impredecibles, pero aquí tenemos un número infinito de mariposas y sus alas, en constante movimiento, una poderosa ola de vida que viaja a través del tiempo.
En mi opinión, el descubrimiento del «efecto mariposa» marca el final de la era de la fe inquebrantable en nuestra propia capacidad de ser efectivos, nuestra capacidad de controlar, y de la misma manera nuestro sentido de supremacía en el mundo. Esto no le quita a la humanidad nuestro poder para ser constructor, conquistador e inventor, pero ilustra que la realidad es más complicada de lo que la humanidad podría haber imaginado. Y que no somos más que una pequeña parte de estos procesos.
Tenemos cada vez más pruebas de la existencia de algunas dependencias espectaculares, a veces muy sorprendentes a escala mundial.
Estamos todos ―personas, plantas, animales y objetos― inmersos en un solo espacio, que se rige por las leyes de la física. Este espacio común tiene su forma, y dentro de él las leyes de la física esculpen un número infinito de formas que están incesantemente vinculadas entre sí. Nuestro sistema cardiovascular es como el sistema de una cuenca fluvial, la estructura de una hoja es como un sistema de transporte humano, el movimiento de las galaxias es como el torbellino de agua que fluye por nuestros lavabos. Las sociedades se desarrollan de manera similar a las colonias de bacterias. La escala micro y macro muestra un sistema interminable de similitudes. Nuestro discurso, pensamiento y creatividad no son algo abstracto, alejado del mundo, sino una continuación en otro nivel de sus interminables procesos de transformación.
6.
Me sigo preguntando si en estos días es posible encontrar las bases de una nueva historia que sea universal, integral, inclusiva, arraigada en la naturaleza, llena de contextos y al mismo tiempo comprensible.
¿Podría haber una historia que vaya más allá de lo poco comunicativo de uno mismo, revelando un mayor rango de realidad y mostrando las conexiones mutuas? ¿Sería capaz de mantener su distancia del punto central bien pisado, obvio y poco original de las opiniones comúnmente compartidas, y lograr mirar las cosas de manera periférica, lejos del centro?
También sueño con un nuevo tipo de narrador: un «Cuarta persona», que no es simplemente una construcción gramatical, por supuesto, sino que logra abarcar la perspectiva de cada uno de los personajes, además de tener la capacidad de Paso más allá del horizonte de cada uno de ellos, que ve más y tiene una visión más amplia, y que puede ignorar el tiempo. Oh sí, creo que la existencia de este narrador es posible. ¿Alguna vez te has preguntado quién es el maravilloso narrador de historias en la Biblia que grita en voz alta: «En el principio era la palabra»? ¿Quién es el narrador que describe la creación del mundo, su primer día, cuando el caos se separó del orden, quien sigue la serie sobre el origen del universo, quien conoce los pensamientos de Dios, es consciente de sus dudas y con un mano firme establece en papel la increíble frase: «¿Y Dios vio que era bueno»? ¿Quién es, quién sabe lo que Dios pensó?
Dejando de lado todas las dudas teológicas, podemos considerar esta figura de un narrador misterioso y tierno como milagrosa y significativa. Este es un punto de vista, una perspectiva desde donde se puede ver todo. Ver todo significa reconocer el hecho último de que todas las cosas que existen están mutuamente conectadas en un solo todo, incluso si las conexiones entre ellos aún no nos son conocidas. Verlo todo también significa un tipo de responsabilidad completamente diferente para el mundo, porque resulta obvio que cada gesto «aquí» está conectado a un gesto «allá», que una decisión tomada en una parte del mundo tendrá un efecto en otra parte de eso, y esa diferenciación entre «lo mío» y «lo tuyo» comienza a ser discutible.
Por lo tanto, podría ser mejor contar historias honestamente de una manera que active un sentido del todo en la mente del lector, que active la capacidad del lector para unir fragmentos en un solo diseño y descubrir constelaciones enteras en pequeñas partículas de eventos. Para contar una historia que deja en claro que todo el mundo y todos están inmersos en una noción común, que producimos minuciosamente en nuestras mentes con cada giro del planeta.
La literatura tiene el poder de hacer esto. Deberíamos eliminar las categorías simplistas de literatura de alto y bajo nivel, popular y de nicho, y tomar la división en géneros muy a la ligera. Deberíamos abandonar la definición de «literatura nacional», sabiendo al igual que nosotros que el universo de la literatura es una sola cosa, como la idea de unus mundus, una realidad psicológica común en la que nuestra experiencia humana está unida. El autor y el lector realizan roles equivalentes, el primero a fuerza de crear, el segundo haciendo una interpretación constante.
Tal vez deberíamos confiar en los fragmentos, ya que son fragmentos que crean constelaciones capaces de describir más, y de una manera más compleja, múltiples -dimensional. Nuestras historias podrían referirse entre sí de una manera infinita, y sus personajes centrales podrían entablar relaciones entre sí.
Creo que tenemos una redefinición por delante de lo que entendemos hoy en día por el concepto de realismo, y una búsqueda de uno nuevo que nos permita ir más allá de los límites de nuestro ego y penetrar en la pantalla de vidrio a través de la cual vemos el mundo. Porque en estos días la necesidad de la realidad es atendida por los medios de comunicación, los sitios de redes sociales y las relaciones indirectas en Internet. Quizás lo que inevitablemente nos espera es una especie de neo-surrealismo, algunos puntos de vista reorganizados que no temerán enfrentarse a una paradoja, e irán contra la corriente cuando se trata del simple orden de causa y -efecto. De hecho, nuestra realidad ya se ha vuelto surrealista. También estoy segura de que muchas historias requieren una reescritura en nuestros nuevos contextos intelectuales, inspirándose en nuevas teorías científicas. Pero me parece igualmente importante hacer referencia constante al mito y a todo el imaginario humano. Volver a las estructuras compactas de la mitología podría traer una sensación de estabilidad ante la falta de especificidad en la que están viviendo hoy en día. Creo que los mitos son el material de construcción para nuestra psique, y no podemos ignorarlos (a lo sumo, podríamos desconocer su influencia).
Sin duda pronto aparecerá un genio capaz de construir una narrativa completamente diferente e inimaginable en la actualidad, que todo lo esencial se acomodará. Este método de narración seguramente nos cambiará; dejaremos caer nuestras viejas y restrictivas perspectivas y nos abriremos a las nuevas que, de hecho, siempre han existido en algún lugar aquí, pero hemos estado ciegos ante ellas.
En el Doctor Faustus, Thomas Mann escribió sobre un compositor que ideó una nueva forma de música absoluta capaz de cambiar el pensamiento humano. Pero Mann no describió de qué dependería esta música, simplemente creó la idea imaginaria de cómo podría sonar. Quizás en eso se basa el papel de un artista: dar un anticipo de algo que podría existir y, por lo tanto, hacer que se vuelva imaginable. Y ser imaginado es la primera etapa de la existencia.
7.
Escribo ficción, pero nunca es pura fabricación. Cuando escribo, tengo que sentir todo dentro de mí. Tengo que dejar que todos los seres vivos y los objetos que aparecen en el libro me atraviesen, todo lo que es humano y más allá del ser humano, todo lo que está vivo y no está dotado de vida. Tengo que mirar de cerca cada cosa y persona, con la mayor solemnidad, y personificarlos dentro de mí, personalizarlos.
Para eso me sirve la ternura, porque la ternura es el arte de personificar, de compartir sentimientos, y por lo tanto sin fin descubriendo similitudes.Crear historias significa dar vida constantemente a las cosas, dar existencia a todas las pequeñas partes del mundo que están representadas por las experiencias humanas, las situaciones que las personas han sufrido y sus recuerdos. La ternura personaliza todo con lo que se relaciona, lo que hace posible darle una voz, darle el espacio y el tiempo para que exista y se exprese. Es gracias a la ternura que la tetera comienza a hablar.
La ternura es la forma más modesta de amor. Es el tipo de amor que no aparece en las Escrituras o en los evangelios, nadie lo jura, nadie lo cita. No tiene emblemas o símbolos especiales, ni conduce a la delincuencia ni a la envidia inmediata.
Aparece donde miramos de cerca y con cuidado a otro ser, a algo que no es nuestro «yo».
La ternura es espontánea y desinteresada; va mucho más allá del sentimiento de empatía. En cambio, es el compartir consciente, aunque quizás un poco melancólico, del destino común. La ternura es una profunda preocupación emocional por otro ser, su fragilidad, su naturaleza única y su falta de inmunidad al sufrimiento y los efectos del tiempo. La ternura percibe los lazos que nos conectan, las similitudes y la similitud entre nosotros. Es una forma de mirar que muestra al mundo como vivo, vivo, interconectado, cooperando y codependiente de sí mismo.
La literatura se basa en la ternura hacia cualquier ser que no sea nosotros. Es el mecanismo psicológico básico de la novela. Gracias a esta herramienta milagrosa, el medio más sofisticado de comunicación humana, nuestra experiencia puede viajar a través del tiempo, llegando a aquellos que aún no han nacido, pero que algún día recurrirán a lo que hemos escrito, las historias que contamos sobre nosotros mismos y nuestro mundo.
No tengo idea de cómo será su vida, ni quiénes serán. A menudo pienso en ellos con un sentimiento de culpa y vergüenza.
La emergencia climática y la crisis política en la que ahora estamos tratando de encontrar nuestro camino, y que estamos ansiosos por oponernos al salvar al mundo, no han salido de la nada. A menudo olvidamos que no son solo el resultado de un giro del destino o del destino, sino de algunos movimientos y decisiones muy específicos, económicos, sociales y que tienen que ver con la perspectiva mundial (incluidos los religiosos). La avaricia, la falta de respeto a la naturaleza, el egoísmo, la falta de imaginación, la rivalidad interminable y la falta de responsabilidad han reducido el mundo al estado de un objeto que se puede cortar en pedazos, agotar y destruir.
Por eso creo que debo contar historias como si el mundo fuera una entidad viva y única, formándose constantemente ante nuestros ojos, y como si fuéramos una parte pequeña y al mismo tiempo poderosa de él.
Un informe de ONU Mujeres y el Instituto Kroc asegura que el 42 % de compromisos de género del acuerdo de paz con las FARC no han empezado a implementarse.
La paz en Colombia les llega más tarde a las mujeres. A tres años de la firma del acuerdo de paz entre el Gobierno y las extintas FARC, los avances en los compromisos con las mujeres «son insuficientes» y «tienen un mayor rezago». Adicionalmente, en algunos casos, las medidas pactadas para la igualdad de género ni siquiera han comenzado a implementarse. Así lo han señalado ONU Mujeres, el Instituto Kroc, la Federación Democrática Internacional de Mujeres FDIM y el Gobierno de Suecia en un informe.
De los 130 compromisos con perspectiva de género del acuerdo de paz, el 42% aún no han empezado a implementarse, agrega el informe Hacia la paz sostenible por el camino de la igualdad de género, que analiza el periodo comprendido entre septiembre de 2018 y agosto de 2019. Es decir, el manejo que ha dado el Gobierno de Iván Duque a los compromisos. “Más de la mitad debe completarse entre 2019 – 2026, lo cual confirma que muchos de ellos son acciones de largo plazo. No obstante, 28 de los compromisos que según el Plan Marco de Implementación deben completarse en 2019 no se han iniciado aún”.
El Gobierno ha respondido asegurando que «las mujeres y el género son el centro» de su política de paz. “El informe de la ONU ignoró los avances: no tiene en cuenta los índices de medición acordados por las partes y ni siquiera valora los programas en que la misma Organización participa”, ha dicho Emilio Archila, Alto Consejero para la Estabilización y la Consolidación.El capítulo de género en el proceso de paz es particularmente sensible.
Desde ese momento, la implementación de las medidas para las mujeres ha estado bajo la mira de la comunidad internacional. Por eso, estas entidades advierten que «pasa por un momento crítico de inflexión» y le hacen un llamamiento a pasar a la acción.
Asesinato de mujeres, la mayor preocupación
El mismo llamamiento hacen desde otros sectores de la sociedad civil. Claudia Mejía, de GPaz y Sisma Mujer, también señala la gravedad de los incumplimientos, particularmente los que afectan a la vida de las mujeres. “Tenemos una alta preocupación por los asesinatos de las líderes. Todos los sistemas de información coinciden en el incremento desproporcionado de los ataques contra las defensoras y aunque existe el Programa Integral de Garantías para las defensoras, a la fecha no contamos con los mecanismos que se requieren para su implementación”, dice Mejía. “Nos preocupa la falta de respuesta del Estado en lo que tiene que ver con el incumplimiento de estos marcos que podrían frenar los ataques a las mujeres”. De acuerdo con la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (OACNUDH), desde 2016 a septiembre 2019, han sido asesinados 320 defensores de derechos humanos, de los cuales 36 eran mujeres y seis pertenecían a la comunidad LGBT. Pero esas cifras han aumentado en 2019, según la Defensoría del Pueblo.
Las mujeres en la búsqueda de la verdad
SANTIAGO TORRADO
La guerra en Colombia golpeó de diversas formas a las mujeres. Por eso la perspectiva diferencial de género ha sido transversal para la Comisión de la Verdad, surgida de los acuerdos de paz, que en dos años debe entregar un informe final que arroje luces sobre los hechos de violencia más graves. En ese trabajo de esclarecimiento ha surgido la reflexión sobre cómo los esquemas patriarcales generaron un mayor desprecio por la vida y el cuerpo de algunas víctimas, explica la comisionada Marta Ruiz. La comisión organizó este jueves y viernes su cuarto Encuentro por la Verdad, dedicado a las poblaciones campesinas. El primero estuvo dedicado a las víctimas de violencias sexuales y el segundo a las familias buscadoras de desaparecidos, ambos con un marcado acento femenino. En el de esta semana también fue importante el papel de las mujeres campesinas, que han cargado en sus hombros el mayor peso del desplazamiento en un país con más de ocho millones de víctimas.
El temor es parte de la vida diaria de líderes como Maria Eugenia Alarcón que coordina la Red Nacional de Defensoras de Derechos Humanos. “Hay miedo, claro, porque hay actores armados que hacen un control de territorio y el Gobierno no está ofreciendo las garantías necesarias. A pesar de eso somos valientes. Pero en la medida en que la implementación de las medidas de género y las garantías para las defensoras tenga retraso, el riesgo que corremos será mucho mayor”, cuenta a EL PAÍS. Y recuerda que ya existe un plan de prevención que la Red ha probado en dos regiones de Colombia con apoyo de la comunidad internacional pero aún esperan que el Gobierno establezca un plan de acción para todo el país. “Solo pedimos que implemente el plan de acción. No pedimos medidas que requieren mayores costos presupuestales, son acciones concretas que ya hemos probado. Las mujeres víctimas estamos dejando un legado al mundo entero, pero si eso se valorara lo suficiente nos estarían garantizando lo que requerimos para seguir recomponiendo este país destruido por la guerra”, agregó Cruz, que fue víctima de violencia sexual durante el conflicto.
GPaz también ha hecho un análisis detallado del enfoque de género y aunque lo evalúa bajo la metodología de semáforo (el grueso de compromisos está en amarillo, otros en rojo y solo uno en verde) llega a conclusiones similares a las de ONU Mujeres y Kroc. Valoran que exista un plan de trabajo para los próximos años, una arquitectura institucional y normativa, pero exigen mayor celeridad al Gobierno para llevarlo a los hechos.
Claudia Mejía, que ha comparado el proceso de paz de Colombia con los de Centroamérica, Irlanda y Sudáfrica asegura que la correcta implementación del enfoque de género es garantía de una paz sostenible. «Si se garantizan que los procesos de participación política o de reincorporación hay mayores desarrollos de género, se construye una paz más perdurable. A mayor tierra para las mujeres, mayor posibilidad de que la sociedad rural salga de la pobreza», dice la experta.
La reincorporación de los excombatientes de las FARC era otro de los objetivos del proceso de paz. En este punto, ONU Mujeres y Kroc destacan que el Gobierno ha desarrollado algunas medidas con enfoque de género, pero muchas otras son autogestionadas por las excombatientes y la comunidad internacional. «Hay mecanismos y programas enunciados pero el Gobierno los está dilatando en el tiempo. Han hecho una lectura unilateral y una reinterpretación del acuerdo que socava su acción reparadora relacionada con las mujeres y la comunidad LGBTI», dice a EL PAÍS Sandra Ramírez, senadora del partido FARC, creado tras los acuerdos de paz.
En el mundo ocurren cerca de mil 500 ataques con ácido, de los cuales el 80 por ciento es contra mujeres, por lo cual la organización Acid Survivors Trust International (ASTI) los considera violencia de género. Además estima que el 60 por ciento de los ataques no se denuncia, “a menudo, por miedo o vergüenza”. En el caso mexicano ni siquiera hay estadísticas, y aún no hay tipificación del delito hasta que se publique la ley, pero su alcance sólo será en la capital del país.
En México, lesionar a mujeres con ácido no es delito a pesar de las graves secuelas que padecen, de por vida, las sobrevivientes. Tres meses después de que María Elena Ruiz Ortiz sufriera un ataque de este tipo en Huajuapan de León, Oaxaca, la joven saxofonista fue trasladada de urgencia –el pasado 12 de diciembre– al Hospital Nacional de Rehabilitación para Quemados (ubicado en la Ciudad de México).
Sometida ya a varias cirugías, María Elena presenta graves heridas en todo su cuerpo. Éste es el caso más reciente del que se tiene noticia, pero no todos los atentados se vuelven mediáticos y, al no existir estadísticas oficiales, es difícil saber cuántas mujeres han sido víctimas en el país.
En búsqueda de justicia, 10 sobrevivientes luchan porque estas agresiones se tipifiquen en la Ciudad de México, como un primer paso para enfrentar y castigar este tipo de violencia de género. La mayoría de ellas han decidido permanecer en el anonimato por miedo, pero han trabajado con la diputada local Alessandra Rojo de la Vega en una ley que sólo espera ser publicada para entrar en vigor.
Músicos y mujeres de organizaciones feministasa realizaron una manifestación en la que tocaron piezas instrumentales para exigir justicia por el ataque a la saxofonista mixteca María Elena Ríos. Foto: Armando Monroy, Cuartoscuro
Elena Ríos era egresada del Conservatorio de puebla y participante en el Primer Encuentro de Directores de Bandas de Oaxaca. Foto: Graciela López, Cuartoscuro
LA GRAVEDAD DE LAS LESIONES
Anabel Villanueva Martínez, cirujana plástica del hospital Ángeles Mocel, explica a Contralínea que, al sufrir un ataque por químicos –en este caso ácido–, las quemaduras se limitan al daño y la extensión donde cayó la sustancia; sin embargo, advierte que este tipo de heridas generan necrosis, es decir, se forma una especie de costra, se afectan las estructuras cutáneas y todo el tejido alcanzado por la sustancia muere.
En el mundo ocurren cerca de mil 500 ataques con ácido, de los cuales el 80 por ciento es contra mujeres, por lo cual la organización Acid Survivors Trust International (ASTI) los considera violencia de género. Además estima que el 60 por ciento de los ataques no se denuncia, “a menudo, por miedo o vergüenza”. En el caso mexicano ni siquiera hay estadísticas, y aún no hay tipificación del delito hasta que se publique la ley, pero su alcance sólo será en la capital del país.
Ante estos vacíos legales y la urgencia de visibilizar el tema, desde febrero de 2019 la diputada Rojo de la Vega mantiene contacto con las 10 víctimas. Muchas viven en el anonimato porque tienen miedo de alzar la voz, asegura en entrevista.
La integrante del Partido Verde agrega que normalmente los agresores son exparejas o gente cercana y están incitados por el odio, pasión o incluso por celos del tipo “si no eres mía no serás de nadie”.
Arrojar ácido nítrico –utilizado en la fabricación de fertilizantes, colorantes, perfumes y medicamentos–, ácido clorhídrico –componente activo de limpiadores de desagües domésticos– o ácido sulfúrico –limpiador de desagües y baterías de automóvil– es un acto premeditado que tiene la finalidad de desfigurar, lisiar o cegar a la víctima, señala el ASTI, con sede en Reino Unido. Aunque pocas veces, estos ataques también causan la muerte.
“Hay tres patrones que puede seguir el daño: puede ser continuo, cuando el líquido o sustancia ácida abarca regiones que están en continuidad; un daño por goteo, cuando hay salpicaduras con un patrón en gotas; o una combinación de ambos, que son los casos más severos y comunes”, explica la doctora Villanueva Martínez.
La especialista en microcirugía reconstructiva indica que es importante conocer el manejo de los ácidos, ya que el daño se limita a diferentes tiempos; sin embargo, en los casos de ataques a mujeres es complicado saber con exactitud cuál fue la sustancia utilizada.
“Para identificarla necesitaríamos tener un poco de residuos o restos para hacer un análisis químico, o tomar el PH del tejido dañado, y aun así no se sabría específicamente de qué sustancia se trata. También se podría inferir con la exploración clínica, porque los diferentes tipos de ácido dañan las estructuras a mayor profundidad.”
Por ejemplo, observa la doctora, “hay un ácido en específico que puede incluso erosionar o ir dañando el hueso, y cuando tenemos ese tipo de alteraciones inferimos que fue ese tipo de ácido el que lo causó; si hay un menor daño a las estructuras o es más superficial, se infiere que es otro tipo”.
Los ácidos nítrico, clorhídrico y sulfúrico son fuertes oxidantes, agentes corrosivos y deshidratantes; por lo tanto son peligrosamente abrasivos para los ojos, la piel y las membranas mucosas. Además, los vapores que expiden al contacto con la piel o los objetos pueden causar corrosión del tracto respiratorio, irritación, edema y bronquitis crónica.
Pese a los riesgos que implica su manejo y el aumento de los ataques contra mujeres, este tipo de productos se encuentran al alcance de toda la población con precios accesibles (aproximadamente 60 pesos el litro) y su venta no está regulada ni condicionada a la presentación de documentos o identificaciones que aseguren un uso legítimo para la sustancia, explica Alessandra Rojo de la Vega, quien además de ser legisladora es activista por los derechos de las mujeres.
Ante esta situación, la también presidenta de MUI México lanzó la iniciativa de ley en marzo pasado, que en primera instancia buscaba que las lesiones fueran tipificadas en razón de género, como lo es el feminicidio distinguido del homicidio.
Y es que, detalla, en los primeros ataques, las mujeres que se atrevían a denunciar se topaban con interpretaciones injustas: los médicos legistas les indicaba que las quemaduras eran menores a 15 días. Con esta clasificación no son perseguidas penalmente, cuando la realidad es que por años son atendidas clínicamente.
En entrevista, Rojo de la Vega expone que a raíz de la presentación de la iniciativa, otros legisladores se sumaron a la discusión y propusieron colocar como agravantes el uso de ácido o materiales corrosivos y, en razón de género, sancionar con hasta 12 años de cárcel a quien ataca de esa manera a una mujer.
María Elena Ríos, quién fue bañada en ácido por un posible empresario y ex diputado local. Foto: Graciela López, Cuartoscuro
La protesta se llevó a cabo de manera pacífica en las Oficinas Representativas de Oaxaca. Foto: Graciela López, Cuartoscuro
ATENCIÓN MÉDICA
Además del ataque a la saxofonista María Elena Ruiz Ortiz, otras mujeres enfrentan las secuelas de esta expresión extrema de odio. Tales son los casos de María del Carmen Sánchez, atacada por su expareja en 2014 al negarse a regresar con él; de Verónica y su hija Esmeralda, a quienes un grupo de hombres les arrojaron ácido en 2018 al salir de su domicilio (ubicado en Cuautlancingo, Puebla); y de Ana Saldaña Aguilar, agredida el año pasado cuando bajaba de su automóvil a las afueras de su casa.
En la Ciudad de México, las quemaduras con ácido resultado de este tipo de violencia de género pueden ser atendidas sólo en centros especializados, como el Hospital General Doctor Rubén Leñero, el Hospital General Balbuena o el Centro Nacional de Investigación y Atención de Quemados.
La doctora Villanueva Martínez explica que no todos los hospitales pueden atender a pacientes atacadas con ácido porque se requieren características especiales: desde el tipo de camas e instalaciones hasta flujos de aire, “porque cuando se pierde la barrera de la piel estamos susceptibles a todas las infecciones, al medio ambiente, además de ser pacientes que presentan mucho dolor”.
Asimismo, indica que los nosocomios que cuentan con un cirujano plástico también son ideales, ya que ellos son los especialistas capacitados en el manejo de las quemaduras.
Para la especialista, el sistema de salud mexicano requiere de una restructuración para que se entienda la necesidad de contar con todo lo necesario para que las pacientes se traten de manera adecuada, no sólo en las secuelas sino desde la primera atención médica que reciben tras el ataque.
Eso, indica, es “lo que va a hacer la diferencia en que la paciente tenga mayor o menor oportunidad de recuperarse, si bien no al ciento por ciento como todos quisiéramos, sí al mejor resultado posible. Si no tenemos todo el recurso no vamos a tener buenos resultados”.
Al respecto, la diputada del Congreso de capital Alessandra Rojo de la Vega explica que el primer punto de acuerdo aprobado –y establecido en la “Iniciativa con proyecto de decreto para reformar el Código Penal del Distrito Federal e incluir en el título de Delitos contra la Vida, la Integridad Corporal, la Dignidad y el Acceso a una Vida Libre de Violencia, un capítulo denominado Lesiones Cometidas contra la Mujer en Razón de su Género– está dirigido al sector salud con la indicación de atender a las víctimas “como lo que son: víctimas por ataques con razón de género”.
Asimismo, lo exhorta a proporcionar una atención integral a las sobrevivientes: física, psicológica y económica. “Es sumamente lamentable que ellas acudieran al sector salud por falta de recursos y que ese sector les dijera que su situación no era una prioridad, si no que era una cirugía estética. Lamentable, que encima de todo lo que han sufrido y han vivido tengan esa respuesta”.
EL DIFÍCIL TRATAMIENTO
En primera instancia, las víctimas de este tipo de ataques tienen que ser evaluadas para que los médicos determinen si las heridas son agudas o crónicas, explica la doctora Villanueva Martínez. En las agudas se neutraliza el ácido, para ello se tiene que irrigar abundantemente la zona con solución salina y, pasados 10 minutos, empieza la inactivación del ácido. “Hay áreas consideradas más graves y que requieren hospitalización, cuando es en cara, genitales, manos o se trata de niños”.
El manejo del paciente quemado resulta complejo, ya que requiere muchas veces la intervención de especialistas. La especialista señala que lo principal es dar analgesia, hacer un desbridamiento en caso de una quemadura extensa –ingresar a quirófano para quitar todo el tejido dañado o muerto–, para poder determinar si el paciente va a necesitar injertos, colgajos o algún otro tipo de manejo reconstructivo.
“Si nos referimos a los ataques de ácido en la cara, también está involucrado el ojo y puede haber quemaduras oculares. De éstas hay cuatro grados y dependen de la estructura que se dañó o que tan lesionadas están las estructuras oculares. Estas lesiones pueden provocar la pérdida de la visión. Lo más importante es el manejo de agudo en servicio de urgencias y, después de que ya se delimitó la extensión de la quemadura, se debe saber si va a haber manejo no sólo del cirujano plástico sino también del oftalmólogo u otro especialista”, detalla la doctora.
Para la recuperación a largo plazo, la especialista explica que primero se tienen que identificar las secuelas para saber si son estéticas, funcionales o ambas, que suele ser lo más frecuente.
“La secuela funcional es cuando, por ejemplo, hay quemaduras en el cuello y las pacientes no lo pueden extender o no lo pueden mover; cicatrices alrededor de los labios y boca que limitan la apertura oral, y eso hace que incluso la alimentación sea más complicada, o que se presente un daño en el pabellón auricular.”
Por ello, recalca la importancia de analizar el déficit que se tiene para hacer un diagnóstico y saber si en algunos lados se necesitarán injertos o transferir colgajos, no sólo locales sino con microcirugía para poder reconstruir zonas más grandes, como cuando el cuello no se puede extender o en el caso de las manos, para devolverles función.
Villanueva Martínez agrega que “el proceso reconstructivo es largo y va por etapas: en un solo procedimiento no se puede establecer toda la función, lo que lo vuelve bastante grave y complicado”.
La doctora observa que las cirugías reconstructivas dependen del tipo de procedimiento de cada paciente: hay algunos que las requieren cada tercer día, como en el caso de los aseos quirúrgicos porque se necesita estar lavando la zona para retirar el tejido muerto. En algunos casos, por la gravedad, “hay que ingresar al paciente cada 48 horas considerando lo que su condición demanda”.
Cuando se supera esa etapa, explica, ya se pueden realizar cirugías espaciadas: cada mes o cada 3 meses; pero eso va a depender de cada caso en particular y del diagnóstico que se haya hecho considerando la extensión, qué estructuras afectó, cuáles se perdieron y cuáles hay que reponer.
Asimismo, en este tipo de ataques las víctimas quedan con traumas no sólo físicos, sino también psicológicos que las puede llevar al aislamiento social, estrés postraumático o depresión. Por ello, Villanueva Martínez indica que el apoyo del psiquiatra, psicólogo y trabajadora social a la paciente se vuelve fundamental para que entienda que hubo un cambio y que ahora tiene necesidades especiales en el sentido de rehabilitación, como el uso de férulas y prendas de compresión.
“Debe entender que cambió la dinámica, pero que esto no representa que no se puede reintegrar a la sociedad, ya que al ser personas sociales necesitamos reintegrarnos a un medio (trabajo o familia). Al final, ésa es la idea de todo médico, que muchos pacientes se reintegren a lo que hacían o puedan ser nuevamente independientes.”
La doctora Villanueva Martínez advierte que el apoyo no sólo debe ser para el paciente, sino también para los padres, hijos o parejas, para quien vaya a ser el soporte directo.
PREVENIR LOS ATAQUES
La organización ASTI indica en su página web que los gobiernos nacionales tienen la máxima responsabilidad de introducir y aplicar leyes y políticas sobre la violencia con ácidos hacia mujeres y niñas.
Destaca también que los Estados deben prevenir la violencia hacia las mujeres y niñas. E indica que están obligados a proveer servicios integrales a las supervivientes de dicha violencia, según lo establecido en 1992 en el estándar de debida diligencia, por la Recomendación General No. 19 de la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer.
Asimismo, agrega que una de las razones del incremento de los ataques con ácidos es el bajo costo y fácil disponibilidad de las sustancias corrosivas; por ello, recalca la importancia de regular la compra y venta de los productos ácidos.
Por ello, la diputada Alessandra Rojo de la Vega refiere la urgencia de que se regule la venta de ácido pero no sólo en la Ciudad de México, sino a nivel federal. Además, de que se provea compensación a las víctimas de manera económica y psicológica por parte del gobierno, con la finalidad de ayudarlas a reconstruir sus vidas y reincorporarlas a la sociedad.
Otra iniciativa también se discute en el senado, promovida por el priísta Eruviel Ávila Villegas. Esta busca tipificar los ataques con ácido en el Código Penal Federal, al reformar los artículos 290, 291 y 292 con base en legislaciones de otros países.
Algunas medidas que plantea esa iniciativa para erradicar el problema son:
Determinar los trámites y condiciones de venta, compra, almacenamiento, transporte, embalaje, transporte y uso de ácidos fuertes de todo tipo.
Autorizar, por parte de las autoridades administrativas, la ubicación de los vendedores y distribuidores de ácido, con el fin de controlar cabalmente el uso de éste.
Determinar que los vendedores y distribuidores solo tienen permiso para vender y distribuir ácidos a los que proporcionen una documentación adecuada emitida por la autoridad competente.
Los vendedores y distribuidores están obligados a registrar toda la información relacionada con compras y clientes, así como para empacar y almacenar correctamente el ácido en botellas o recipientes seguros con etiquetas de advertencia.
Los compradores de ácido deben tener al menos 18 años de edad y deben proporcionar documentos suficientes que clarifiquen su ocupación profesional relevante para el uso de ácido y el propósito específico del ácido comprado.
Los compradores deberán mantener una factura de inspección durante el transporte.
Los almacenes utilizados para el resguardo de ácido deben estar ubicados lejos del centro de la ciudad, estar equipados con sistemas seguros de prevención y extinción de incendios, así como mantener registros de todo el ácido almacenado.
Los juguetes sin género son aquellos que no reproducen roles sexuales y fomentan el desarrollo de capacidades en igual medida en niños y niñas, además inculcan valores de igualdad. El objetivo que las compañías tienen detrás de estas propuestas es que, a través de los juguetes y el juego, los menores tengan conocimiento y se eduquen en equidad desde temprana edad.
En el pasado, los artículos de diversión estaban basados en una diferenciación muy marcada de roles y de estereotipos culturales; por ejemplo, las niñas jugaban con vajillas y servían el té, mientras los niños se dedicaban al futbol y los cochecitos.
Para que los pequeños compartan sus momentos de juego, algunas marcas de la industria de la juguetería han lanzado distintas propuestas. Ejemplo de estas acciones se ha reflejado en Tiendeo.com.co , la plataforma de servicios drive-to-store para el sector retail, desde donde se dio a conocer que, en 2019, la mitad de los principales catálogos digitales de juguetes comenzaron a tener propuestas en las que el género no importa.
Entre las firmas que ofrecen la opción de juguetes sin género se encuentra Mattel, que en septiembre pasado lanzó su propuesta Creatable World. Ésta es una colección de muñecos de género inclusivo que ofrecen la posibilidad de combinarlos a gusto de los niños, así que no hay etiquetas, sino que son una pieza con la que los pequeños pueden echar a volar su imaginación, dejando de lado los arquetipos de hombre y mujer. Otras empresas que se han sumado son Hasbro y Lego, las cuales han aprovechado algunos de sus productos emblemáticos para lanzar mensajes sociales y culturales.
Por ejemplo,la compañía danesa Legolanzó una líneallamada “Mujeres de la NASA”, una colección de cuatro minifiguras que representan a la astrónoma y educadora Nancy Grace Roman; la científica informática y emprendedora Margaret Hamilton; la astronauta y médicaSally Ride, y la astronauta, médica e ingeniera Mae Jemison.
Cuatro de las muchas mujeres que han marcado historia en la exploración y conocimiento del espacio. Cabe señalar que cuando los niños y niñas juegan con este tipo de juguetes, tienen una percepción distinta sobre lo que sucede a su alrededor.
De acuerdo con el estudio Percepciones de preescolares de comerciales de juguetes de género, de la psicóloga del desarrollo y profesora de Psicología de la Universidad Shenandoah en Virginia, Laura Zimmermann, los niños están buscando constantemente pistas sobre qué significa la identidad de género, y los juguetes deberían darles más cabida para ello y no limitarlos.
No es solo un empujón o un puñetazo. No es solo un tirón de pelo o una bofetada. No es solo un arañazo ni solo tiene que ver con las heridas sobre la piel. La violencia de género, esa que se ejerce sobre las mujeres solo por ser mujeres en cualquier parte del mundo y a cualquier hora, tiene múltiples formas. Ni las cifras oficiales de los países que las recogen —lo hacen 106, según ONU Mujeres— ni las globales computan el total de estas violencias ni las desgranan. La mayoría de ellas están presentes en las cifras oficiales por maltrato, aunque no se desagreguen: no solo no son excluyentes sino que, en su mayoría, son inherentes unas a otras. Cuando se habla de violencia machista se tiende a pensar en la física, la sexual o la psicológica. Y algunas pasan casi desapercibidas, como la violencia económica, la patrimonial o la social. De otras no se habla con regularidad en los países desarrollados, donde apenas ocurren, como los matrimonios forzosos o la mutilación genital femenina; y de ellas solo hay datos aproximados de los estados donde esas prácticas siguen extendidas. Organizaciones internacionales, cuerpos de seguridad y expertas coinciden: es imposible saber el número exacto, de cualquier violencia. Solo se conoce lo que se denuncia. La OMS estima que una de cada tres mujeres (35%) en el mundo ha sufrido violencia machista, física o sexual. También se calcula que solo denuncia una de cada tres. Aquí, un repaso a las distintas violencias y sus cifras [cuando las hay] en España.
Es la más fácil de reconocer, la más evidente y la que siempre recogen los datos. La produce cualquier acción que provoque daño en el cuerpo de la mujer —un empujón, un pellizco o un arañazo también son violencia física—. Su forma más extrema es el asesinato. Este año son 51 las mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas, 1.027 desde que se registran datos oficiales, en 2003. Además, en 2018 se interpusieron 166.620 denuncias por violencia de género; y el sistema Viogén, la herramienta de seguimiento de la policía para estos casos, registró hasta octubre de este año 513.308 víctimas y 570.387 casos (60.538 de ellos activos).
Tocamientos en bares y discotecas, roces sin permiso en el transporte público o una violación. Toda aquella intromisión no permitida en el cuerpo de una mujer, con o sin penetración, es violencia sexual. El pasado año, estos delitos fueron los que más crecieron: un 23,2%, según la Fiscalía. Los datos de Interior cifran en 1.702 los delitos de violación y en 12.109 las agresiones y abusos sin penetración en 2018. Y dos tendencias preocupantes para el Ministerio Fiscal: el aumento de las denuncias de violaciones grupales; y los datos de delitos contra la libertad sexual cometidos por menores, no por los números absolutos (648 casos) sino por el crecimiento, un 43% más que en 2017.
Amenazar, humillar, ridiculizar, aislar, hostigar… El maltrato psicológico puede llegar a ser tan sutil que no se perciba. Mina la confianza, destruye la autoestima, es repetitivo, tiende a intensificarse con el tiempo y se produce de dos maneras: activa (insultar o cuestionar de forma constante las acciones o sentimientos) o pasiva (ignorar a la pareja o imponer silencio, por ejemplo). Organizaciones internacionales describen multitud de consecuencias —tristeza, angustia, depresión, ansiedad, comportamientos de autolesión, consumo abusivo de drogas…— que pueden desembocar en el suicidio. Aunque no existen datos específicos de esta violencia [se engloban con los de violencia física], siempre acompañan, y casi siempre anteceden, a esa violencia.
La frase “te voy a quitar lo que más quieres” corresponde a esta violencia, la que ejercen los maltratadores contra terceras personas para hacer el mayor daño posible a su pareja o expareja. Pueden ser hijos e hijas, madres o padres, hermanas o hermanos. En España solo se contabilizan como víctimas de violencia machista, y desde 2013, los menores asesinados. Son 34 desde entonces, tres en lo que va de 2019.
Ejercer, de una u otra forma, control sobre el dinero para conseguir un menoscabo psicológico y mermar la independencia de la mujer es violencia económica. Según los últimos datos disponibles, en la Macroencuesta de violencia contra la mujer del Ministerio de Sanidad, de 2015, el 7,2% de las mujeres que han tenido pareja alguna vez han sufrido que él se negara a darle dinero para gastos del hogar; el 7,5% que se le impidiera tomar decisiones sobre la economía familiar o hacer compras libremente; y el 5,1% afirman que no las dejaban trabajar o estudiar fuera de casa. En España, este tipo de violencia se recoge en la ley de 2007, de medidas de prevención y protección integral contra la violencia de género, en la adhesión de España al Convenio de Estambul y en el Pacto de Estado contra la violencia de género y, aunque es común, no está aún muy reconocida socialmente y no existen datos actualizados.
Romper objetos de valor de la pareja, ocultarlos, impedir el acceso a documentos o a estancias de la casa, esconder el correo o documentación personal son algunos ejemplos de violencia patrimonial, una forma de violencia económica. En la ley de 2007, de medidas de prevención y protección integral contra la violencia de género, se recoge este tipo, en el artículo tres: «… que incluye la privación intencionada y no justificada legalmente de recursos, incluidos los patrimoniales, para el bienestar físico o psicológico de la víctima, de sus hijos o hijas o de las personas de ella dependientes, o la discriminación en la disposición de los recursos que le correspondan legalmente o el imposibilitar el acceso de la mujer al mercado laboral con el fin de generar dependencia económica».
En España, la brecha de género tiene una cifra oficial, del INE: la diferencia entre el sueldo de hombres y mujeres es del 22,34%. Pero no todo tiene que ver con el sueldo, los cargos que se ostentan o a los que se te tiene acceso también general desigualdad; por ejemplo, el último informe Científicas en cifras, del Ministerio de Ciencia e Innovación, cifró en un 21% los puestos de mayor responsabilidad científica que ocupan las mujeres. Y no sucede solo en la vida laboral, también en las pensiones existe desigualdad: la pensión promedio de una mujer el pasado año fue de 740,2 euros, para ellos fue de 1.162,3 euros.
No es un término reciente aunque solo ha empezado a tener atención social y mediática en los últimos años. Ya en 1993, la Declaración sobre la Eliminación de la violencia contra la mujer de la Asamblea General de la ONU la recogió; describió esa violencia como «la violencia física, sexual y psicológica perpetrada o tolerada por el Estado, dondequiera que ocurra». Y en su artículo cuatro añadía: «Los Estados deben condenar la violencia contra la mujer y no invocar ninguna costumbre, tradición o consideración religiosa para eludir su obligación de procurar eliminarla. Los Estados deben aplicar por todos los medios apropiados y sin demora una política encaminada a eliminar la violencia contra la mujer». Así, el daño institucional es toda aquella acción de organismos públicos que desprotege o daña a las mujeres: desde los recortes de presupuesto destinado a este fin a la falta de educación en perspectiva de género para los operadores jurídicos o la ausencia de credibilidad de las víctimas.
La trata y la prostitución están estrechamente relacionadas, como apunta la Oficina de las Naciones Unidas sobre la Droga y el Delito y la UE: “Las mujeres y niñas representan el 71% de las víctimas detectadas en todo el mundo y el 80% de las identificadas en Europa occidental. El 95% de ellas acaban explotadas por la prostitución, lo que pone de manifiesto la muy estrecha relación que hay entre la trata y la prostitución y un claro componente de género”. En España, —donde la prostitución es alegal a la espera de una nueva legislación de la que ya se hizo un borrador el pasado año y que prevé el Pacto de Estado—, se estima que la explotación sexual de mujeres mueve 3.700 millones de euros anuales. Interior registró, en 2017, 14.000 prostitutas en España, aunque cree que esa cifra puede ser el triple; y la policía estima que el 80% de ellas son víctimas forzadas, aunque no existen cifras oficiales.
El ciberacoso contempla múltiples formas que, además, van ampliándose según van cambiando las tecnologías. Puede ir desde el control de las redes sociales hasta la amenaza con publicar imágenes, vídeos o información personal sexual de la pareja. Ya ha sido recogido en varios documentos y estudios de diversos organismos, como la Delegación del Gobierno contra la violencia de género, que la define como una forma de violencia de género que limita la libertad, genera dominación y relaciones desiguales entre hombres y mujeres que tienen o han tenido una relación. «Supone una dominación sobre la víctima mediante estrategias humillantes que afectan a la privacidad e intimidad, además del daño que supone a su imagen pública», apuntó el organismo hace casi una década en uno de sus informes sobre esta cuestión. Y ya adelantaba que las mujeres eran víctimas de esta violencia con mayor asiduidad que los hombres. Sobre todo, en los últimos años, niñas y adolescentes. Según el último informe de Save the Children sobre la violencia en línea Violencia viral, de todas las denuncias en las que la víctima era menor de edad, 2.286 —con datos del Ministerio de Interior— el 65,44% eran niñas.
Aunque en España el aborto es legal durante las primeras 14 semanas de gestación, según la ley de plazos de 2010, nunca ha parado la presión sobre las mujeres que toman la decisión de interrumpir su embarazo por parte de distintos colectivos. El pasado septiembre, 62 organizaciones feministas, sindicales y civiles agrupadas en la Plataforma Pro-Derechos, denunciaron un hostigamiento creciente a las puertas de las clínicas que practican abortos y pidieron la creación de un nuevo tipo penal para actuar contra “los grupos antiderechos y antielección” que lo perpetran. Según sus datos, alrededor de 8.000 mujeres lo han sufrido desde que entró en vigor la ley de plazos.
La violencia social y simbólica es aquella ejercida por la sociedad, en su conjunto o desde distintas organizaciones, contra las mujeres. El machismo, construido socialmente, también se refuerza socialmente. Así, se considera violencia social acciones como la cosificación que se hace de ciertas mujeres, frases que minusvaloran, estereotipos sexistas, insultos, la culpabilización mediática o el vilipendio que en ocasiones se hace de las víctimas, sobre todo de violencia sexual, o el silencio ante abusos o agresiones de mayor o menor gravedad.
Las cifras globales son muy elevadas para algo que la Organización Internacional del Trabajo ya considera una forma de esclavitud moderna. Según datos de Unicef, alrededor de 650 millones de mujeres se han casado siendo niñas y, cada año lo hacen aproximadamente 12 millones más, aunque también apunta que la tendencia es a la baja. En España, los matrimonios forzosos apenas han tenido relevancia en la agenda pública y mediática porque apenas ocurrían —y los datos de matrimonios infantiles que registra el INE suponen alrededor de un 0,03% de todos los enlaces—, sin embargo, los movimientos migratorios, crecientes en los últimos años, han hecho que esta práctica aparezca en Europa. El pasado año, la Fundación de Mujeres Progresistas realizó un estudio con el objetivo de aproximarse a esta forma de violencia en España a través de reuniones y entrevistas con organizaciones y personal del tercer sector que trabajan con personas migrantes; pero no existen cifras oficiales.
Como ocurre con los matrimonios forzosos, la mutilación genital femenina no es una práctica habitual en España, por lo que no tiene cifras, aunque sí está recogida como delito en el Código Penal, desde 2003. En el mundo, los datos también tienden a la baja pero siguen siendo elevados: según las organizaciones internacionales, más de 200 millones de mujeres han sido sometidas a la mutilación genital, de ellas, al menos medio millón en Europa. Y se estima que tres millones de niñas están en situación de riesgo cada año en países, sobre todo, de Asia, África subsahariana y Oriente Próximo. Distintas asociaciones y entidades en España intentan contabilizar cuántas mujeres migrantes provenientes de culturas donde esta práctica sigue arraigada viven en España o cuántas niñas pertenecen a núcleos familiares que mantienen esa tradición, para valorar el riesgo. Una de ellas es la Fundación Wassu UAB, según sus datos, son alrededor de 70.000, un 5,2% más que en 2012.
Al igual que las dos violencias anteriores, los crímenes de honor no se recogen en España. Esa violencia, arraigada en algunos países de Asia y Oriente Medio, se traduce en el asesinato de una persona, normalmente una mujer, a manos de su familia. Dentro de esta violencia también se recogen los ataques con ácido, las mutilaciones o las privaciones de libertad. Creen que el desprestigio que ha causado a la familia por algo que ha hecho (tener relaciones sexuales con alguien que no acepta) o a lo que se ha negado (como a un matrimonio acordado) les da derecho a matarla, torturarla o aislarla. Los expertos apuntan a la dificultad de hacer un cálculo, global o por países, porque muchos de esos asesinatos no se denuncian como tales, a veces se reportan como suicidios o accidentes. La estimación del Fondo de Población de Naciones Unidas es de 5.000 mujeres asesinadas cada año.
Aunque el gobierno federal y la Cámara de Diputados no aceptan despenalizar el aborto, avalaron la posibilidad de perdonar a quienes están en reclusión por este delito y al personal médico o de partería acusado de ayudarlas.
El 11 de diciembre la Cámara de Diputados aprobó la Ley de Amnistía propuesta por el presidente Andrés Manuel López Obrador, un mecanismo para liberar a personas que hayan cometido delitos contra la salud, robo simple o sedición; a indígenas con irregularidades en sus procesos y a mujeres encarceladas por el delito de aborto y personal médico o de partería acusado de ayudarlas a interrumpir un embarazo.
Las y los legisladores agregaron que la amnistía también beneficiará a personas encarceladas por el delito de homicidio en razón de parentesco, un tema que no estaba previsto en la propuesta original de López Obrador.
En septiembre, cuando el Presidente propuso otorgar el perdón y liberar a las mujeres encarceladas por tener un aborto, voluntario o espontáneo, por medio de la amnistía, defensoras de los derechos de las mujeres insistieron en que la mejor forma de hacer justicia era acabar con la persecución y despenalizar este delito.
Organizaciones que participaron en los tres foros organizados por la Cámara de Diputados para analizar esta propuesta, como Las Libres, el Grupo de Acción por los Derechos Humanos y la Justicia Social, el Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE) y AsiLEGAL, señalaron las deficiencias de la iniciativa, por ejemplo, que se trata de una ley que solo aplica a casos del fuero federal.
Como muestra, de acuerdo con el Legislativo, no hay una sola mujer recluida en cárceles federales por el delito de aborto. Por otro lado, hasta octubre, se registraban 552 carpetas de investigación por este delito, casos que son procesados a nivel estatal, según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
Las agrupaciones alertaron que, aunque muchas mujeres tuvieron un parto fortuito, fueron encarceladas por homicidio en razón de parentesco, homicidio calificado, infanticidio u omisión de cuidados, delitos que no se contemplaron en la Ley de Amnistía, por ello consideraron que la mejor solución era despenalizar el aborto a nivel local. En respuesta a estas observaciones, la Cámara de Diputados agregó a la ley que también se beneficiará a las acusadas de cometer el delito de homicidio en razón de parentesco.
Sin embargo, hay un grupo de legisladores convencidos de que no es necesario despenalizar el aborto. Incluso en la sesión del miércoles 11 de diciembre, la diputada del Partido Encuentro Social (PES) Adriana Paulina Teissier Zavala propuso eliminar la posibilidad de dar amnistía por aborto. “Cómo podemos ser la Legislatura de la paridad y ser la que más ha legislado en materia de protección a la mujer y ahora damos un giro de 360 grados, por cierto, nada congruente, y hoy perdonamos a quienes no la valoran. Para mí algo es claro: quien no valora la vida no valora nada”, dijo. La propuesta de la diputada no prosperó. En la sesión, la legisladora de Morena Lorena Villavicencio Ayala consideró que con esta ley no se agota el tema de justicia para las mexicanas, por ello exhortó a la Comisión de Justicia de la Cámara de Diputados a dictaminar las iniciativas que ya existen para despenalizar el aborto en el Código Penal Federal.
Si bien para algunas diputadas esta norma es un instrumento de justicia y pacificación, al ser un modelo que puede replicarse en las entidades federativas, en el debate la diputada por el Partido de la Revolución Democrática (PRD) Guadalupe Almaguer Pardo dijo que esta afirmación era una mentira porque no se otorgará la libertad a mujeres víctimas del delito de aborto. “Falso de toda falsedad.
Hoy se pone a consideración esta amnistía, un proyecto de ley que en primera instancia pudiera verse como un avance en los procesos de justicia restaurativa. No podemos aceptar tal demagogia.
Debemos señalar que el Congreso únicamente puede otorgar amnistía por delitos del fuero federal”, afirmó. Para la diputada, si el Presidente de la República tuviera la intención de beneficiar a las mujeres, injustamente procesadas, promovería que los Congresos locales, con mayoría de Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), aprobaran las reformas legales para que ninguna esté en la cárcel sentenciada por decidir sobre su maternidad.
Si esta ley es avalada por el Senado, los jueces ordenarán a la Fiscalía General de la República el desistimiento de la acción penal en casos de aborto a nivel federal, de los cuales no hay registro; o bien, las personas interesadas o sus representantes legales podrán solicitar este beneficio a una comisión que el Ejecutivo federal deberá crear.
Ante el incremento de la violencia de género tanto en México como en el mundo, diversas mujeres decidieron resignificar el arte para expresar el dolor que sienten ante casos de desapariciones y feminicidio, pero también para mostrar la fuerza que tienen para organizarse y construir.
Con una manta que tiene como propósito cubrir toda la plancha del Zócalo de la Ciudad de México, exigieron un alto a las agresiones en contra de las mujeres de todas partes del mundo, a través de pintura, bordado, fotografía, poesía y cualquier técnica que exprese los sentimientos de niñas, mujeres y adultas mayores ante la violencia de género.
CIMACFOTO: Lucía Moguel
El proyecto, que será exhibido el 26 de enero de 2020 a la 10:00 hrs, reunirá cientos de retazos de tela de 70 x 70 centímetros, que serán unidos el día del evento para conformar la megamanta que ha servido a un proceso alternativo de sanación para muchas mujeres. Después del Zócalo se van a Tijuana en abril, en semana santa, para trabajar con casas de migrantes; después visitarán Quintana Roo.
La curadora de la obra, Marietta Bernstoff, aseguró en entrevista con Cimacnoticias, que esta forma de expresión y sanación se debe a que cuando haces arte “creas, sacas muchas cosas y sentimientos, pero en vez de golpear o ser violento, lo sacas a través de tus manos, y eso es lo que hacemos, expresar todo ese dolor que las mujeres sienten”.
Bernstoff, quien es originaria de Oaxaca, tiene una perspectiva muy clara de la relación que existe entre el cuerpo y el territorio, por lo que es importante cuidar no sólo a la Madre Tierra, sino a las niñas y mujeres de la violencia. “Estas mantas vienen de muchas partes como Veracruz, Quintana Roo, Chiapas y Oaxaca; pero también de otros países como Estado Unidos, Canadá, Francia, Alemania, España y Escocia porque no sólo México sufre; hay 53 afroamericanas desaparecidas, 20 nativo-americanas perdidas en Estado Unidos, y en España, los feminicidios están incrementando considerablemente”.
CIMACFOTO: Lucía Moguel
La manta de sanación convoca a cualquier mujer o niña que desee expresar, a través del arte, su sentir con respecto a tres temas: violencia contra las mujeres, violencia contra niñas y niños y violencia contra la Madre Tierra. Se puede utilizar cualquier técnica como pintura, bordado, fotografía, acuarela, etc; con la finalidad de mostrar que “si eres mujer no eres débil, porque cuando estamos juntas, nos protegemos unas a otras, cuando hablamos de problemas y estructuramos cosas concretas, se quedan en la memoria de la sociedad siempre, y eso es lo importante de este proyecto”, comenta Bernstoff.
“Agarrar hilo y aguja es como meditar”
Ivonne Ortiz estudió artes plásticas y es parte esencial de este proyecto. Colabora como maestra de aquellas mujeres que se han acercado a las instalaciones de “La Casa del Tiempo” de la Universidad Autónoma Metropolitana para aportar desde sus experiencias a la obra, pero también para sanar.
“El arte debe ser parte esencial de nuestra vida, creo que es algo que nos tiene que acompañar desde pequeños porque a veces no podemos decir con palabras lo que sentimos, ya sea positivo o negativo, y el arte, la música o la danza, son una herramienta para canalizarlos, es una manera de sanar muchas cosas”.
Guadalupe decidió replicar en su manta un dibujo que su hija le hizo. Habla del corazón de la naturaleza y del daño que le estamos haciendo día a día. “El dibujo es significativo porque es el corazón de la Madre Tierra que nos da todo pero no lo aprovechamos, no valoramos lo que da. A la manta le añadí la frase: “Desde la tierra hasta el cielo, somos uno”, porque yo perdí a un hijo y todo lo que le quiero decir, se lo digo con esta frase, le llega hasta el cielo”.
Ivonne señala que anteriormente a las mujeres se les enseñaba la técnica del bordado para “mantenernos ocupadas, tranquilas, lejos de los libros y atentas a crear nuestro ajuar de bodas como único propósito”, pero hoy resignifican el bordado y lo utilizan para protestar y exigir un alto a la violencia de género, a las desapariciones forzadas de sus hijos e hijas y para sanar, porque “ es una especie de meditación, es pensar lo que haces y eso es refrescante para el espíritu, por eso resulta sanador”.
Magali decidió bordar un rostro que represente la dualidad de la mujer. Por un lado, muestra la censura, el silencio y violencia a la que las mujeres y niñas se enfrentan, pero por el otro, decidió colocar un ojo y una boca abierta, gritando y rompiendo el silencio para expresar que “es muy importante que las mujeres digan lo que sienten y lo que les pasa. Me siento muy orgullosa de ser vocera y de ser un ejemplo para mi hija que también está haciendo su manta. Sientes un compromiso de género, pero también con la humanidad de decir que se puede levantar la voz de forma pacífica y creativa”:
Por su parte, Virginia expresó su solidaridad con el movimiento de mujeres. Su manta tiene la leyenda “camino a casa quiero ser libre, no valiente” porque aseguró, “no podemos ser libres, no podemos salir a las calles tranquilas. Yo tengo amigas, hijas, nietas y no sé si cuando me dicen que van a salir, van a regresar. Yo misma no sé si voy a tener la oportunidad de regresar a casa”.
CIMACFoto: Lucía Moguel
Las historias son muchas y varían de acuerdo al contexto de cada mujer que decide tomar el arte para expresar su sentir, pero también como proceso para poder sanar heridas y dejar esa manta como un cachito de memoria para que mujeres de otras generaciones no olviden lo que está pasando y puedan evitar que siga sucediendo.
Por demasiado tiempo, obras extraordinarias escritas por mujeres habían pasado desapercibidas. Este año, esa omisión sería imposible: la mejor producción literaria ha sido escrita por ellas.
Este año termina con el regreso a nuestras librerías de dos referentes de la literatura contemporánea. La editorial Adriana Hidalgo reivindica a la argentina Hebe Uhart con las más de mil páginas que suman Novelas completas y Cuentos completos. Y Alfaguara rescata la mejor novela de la mexicana Elena Garro, Los recuerdos del porvenir, incluyendo en el volumen textos de Gabriela Cabezón Cámara, Isabel Mellado, Lara Moreno, Guadalupe Nettel y Carolina Sanín, a modo de manifiesto colectivo hispanoamericano.
Si durante estos doce meses se ha acelerado exponencialmente la reconsideración de la importancia de las grandes creadoras del siglo XX ha sido, en buena parte, gracias a la visibilidad y el reconocimiento que han obtenido obras extraordinarias escritas por mujeres. Finalmente, han empezado a ocupar el lugar protagónico que merecen. La mayoría de los mejores libros publicados durante 2019 en nuestra lengua son de autoría femenina. Aunque pertenezcan a países, tendencias o géneros distintos, comparten un lenguaje de alta intensidad, con carga tanto poética como política, y el interés por las relaciones corporales y familiares, casi siempre atravesadas por la violencia.
Se trata de ficciones que denuncian la violencia de género o la desigualdad en las sociedades humanas y —explícita o implícitamente— en la esfera editorial y en la historia de la literatura. La cuarta ola feminista y el sentido común han empezado a coincidir. Gracias a la insistencia de los grupos activistas y a la conciencia de la academia y del resto de instituciones —políticas y mediáticas—, la reivindicación se ha vuelto tanto conciencia como tendencia. La industria de la edición ha tomado buena nota de ello. Y las escritoras emergentes se están beneficiando, con ambición, de la confianza que el nuevo ecosistema está depositando en ellas.
El libro más fascinante que he leído este año es La compañía, de Verónica Gerber Bicecci, un brillante ejercicio de apropiación y remix que, a partir de los fantasmas de una familia, se adentra en las ruinas de la minería en México. Está en sintonía con el último ensayo traducido de Donna J. Haraway, Seguir con el problema, porque tanto la escritora y artista mexicana como la pensadora estadounidense recurren a la hibridación de lenguajes, a la síntesis entre campos distintos del saber y a estrategias de la ficción especulativa para llegar al núcleo más creativo de nuestra época, el que ignora todas las fronteras.
Muy probablemente sean Nuestra parte de noche, de Mariana Enríquez, y Desierto sonoro, de Valeria Luiselli, las dos novelas extensas en español más importantes del año. Coinciden en la voluntad de recuperar, mediante relatos de viaje, la ambición formal y estructural de las grandes novelas latinoamericanas de la década de los sesenta. Pero difieren en sus estrategias: mientras que en el volumen de la argentina Enriquez, de género fantástico, predominan el narrador omnisciente y los diálogos clásicos; en el de la mexicana Luiselli, de corte realista, encontramos un sofisticado artefacto narrativo, con múltiples voces y planos. Comparten el foco en las complejas relaciones entre padres e hijos y la obsesión por los desaparecidos.
Sobre los mismos temas versan las tres breves primeras novelas que más han destacado este año en América Latina. A la madre de la protagonista de Cometierra, de la argentina Dolores Reyes, la ha matado su padre. En Nuestra piel muerta, de la ecuatoriana Natalia García Freire, Lucas dice: “Su cuerpo, padre, que ahora encogido se debe parecer más al mío de lo que los dos podemos imaginar. Como un espejo esta tierra. Yo de un lado. Usted del otro”. Y en Casas vacías, de la mexicana Brenda Navarro, leemos: “¿Qué es un desaparecido? Es un fantasma que te persigue como si fuera parte de una esquizofrenia”. Los supervivientes narran heridas profundas, en los tres casos, en primera persona. La desaparición y la muerte son, para ellos, las otras dos dimensiones de la vida.
El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes, de Tatiana Ţîbuleac, es otra novela poderosa que aborda el difícil diálogo familiar. El narrador acompaña durante sus últimos meses a su madre, enferma terminal, mientras construye un discurso inestable que oscila entre el odio y el lirismo. Que la narradora moldava haya logrado su reconocimiento internacional con ese libro —ganador del Premio de Literatura de la Unión Europa— señala que la maternidad, observada desde todos los puntos de vista posibles, es un viejo argumento universal que vive su mejor momento.
Los contrastes de las relaciones de pareja también son explorados en la literatura de nuestros tiempos algorítmicos. En los relatos de Mi marido es de otra especie, Yukiko Motoya —la escritora más premiada de la literatura japonesa actual— reactualiza la tradición kafkiana para diseccionar con distancia y muchísimo humor la institución del matrimonio. Y la canadiense Anne Carson, que ha pensado en serio la pasión desde la Antigüedad hasta hoy, firma una obra maestra, La belleza del marido. Pocas veces el amor, los celos, la infidelidad o la separación han llevado tan lejos el lenguaje poético: “Y de las verdaderas mentiras de la poesía / se filtró una pregunta. / ¿Qué une realmente a las palabras con las cosas? / No mucho, decidió mi marido / y procedió a usar el lenguaje / del modo en que según Homero suelen los dioses”.
Si en América Latina y otros países del mundo han brillado las ficciones escritas por autoras, en España han sido dos libros de ensayo los más comentados. Se trata de El infinito en un junco, de Irene Vallejo, un viaje muy libre y muy sabio y muy digresivo por el mundo del libro desde la creación de la Biblioteca de Alejandría hasta la caída del Imperio romano; y de El enemigo conoce el sistema, de Marta Peirano, una exploración incisiva y amena de las tácticas que usan los gigantes de internet para espiarnos, cuantificarnos y traficar con nuestros datos.
Son, a simple vista, dos obras antitéticas; pero yo las veo complementarias. En nuestras vidas negocian y conviven el papel y el código, las pieles y los píxeles. Las relaciones tóxicas y el machismo existen tanto en los hogares o los ámbitos laborales como en las redes sociales o la televisión. En la mayoría de los libros más influyentes de 2019 han predominado los cuerpos, la familia y los territorios físicos; pero es muy probable que ya estén escritos los que el próximo año abordarán también la otra mitad de lo real, la de los algoritmos y las pantallas.
Jorge Carrión (@jorgecarrion21) es escritor y crítico cultural. Su libro más reciente es Contra Amazon.