Datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública revelaron que existió un aumento en el número de víctimas mujeres en delitos como secuestro, lesiones dolosas, trata y violencia de género.
La información sobre violencia contra las mujeres con corte al 31 de agosto del presente año detalló que existió un total de 85,667 víctimas por diferentes delitos.
De manera desagregada, se indicó que el secuestro fue el delito que tuvo un mayor incremento porcentual ya que de enero a agosto del 2023 se registró 147 víctimas, mientras que para el mismo lapso del 2022 fueron 108, es decir una diferencia de 36.1 por ciento.
El segundo delito que le siguió fue la violencia de género con un alza de 22%, para este año se registraron 4,377 víctimas y para el año pasado la cifra fue de 3,587.
El tercer delito con mayor crecimiento porcentual fue el de violencia familiar, ya que pasó de 183,758 entre enero y agosto del 2022 a 195,130 para el mismo periodo del presente año, lo que se traduce en un alza de 6.2 por ciento. En este delito el Secretariado Ejecutivo acotó que las cifras muestran delitos cometidos en contra de hombres y mujeres. No se desagrega sólo para mujeres.
Las víctimas de lesiones dolosas también registraron un incremento de 6.2%, pues para este año se registró un total de 47,028, mientras que para el 2022 se documentó un total de 45,125.
Otros delitos que registraron aumentos, pero de manera marginal fue el de trata de personas que para el presente año se registró un total de 447 víctimas, mientras que para el año pasado la cifra se ubicó en 445, es decir un alza de 0.4 por ciento.
La violación, pasó de 15,870 en el 2022 a 15,876 para el presente año, dicho de otro modo, hubo un incremento de 0.04 por ciento.
A la baja
Finalmente, los delitos que registraron descensos fue el feminicidio, entre enero y agosto sumaron un total de 572 víctimas de este delito, mientras que para el mismo lapso del 2022 fueron 637, una baja 10.2 por ciento.
Con lo que se refiere a los homicidios dolosos, las cifras del Secretariado Ejecutivo demostraron que hubo un descenso de 7.1% si se compara las cifras de este año con el anterior, pues para el primero se documentaron 1,740 y para el 2022 fueron 1,873.
Por otro lado, la titular de la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (Conavim), Fabiola Alanís Sámano indicó que, sin duda, uno de los grandes retos aún es hacer una reforma de gran calado para la procuración y administración de justicia.
Por su parte, subsecretario de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC), Luis Rodríguez Bucio, dijo que en lo que respecta a las tareas de investigación, desde las Mesas de Paz se da seguimiento a las carpetas de investigación en los casos de feminicidio y de otros delitos violentos contra las mujeres.
Las mujeres y los hombres tienen derecho a recibir una remuneración económica igualitaria, por el mismo trabajo que desempeñan; no obstante, la diferencia de salarios, también llamada “brecha salarial” sigue estando presente y lo que es peor, en algunas industrias se ha acrecentado.
Según datos de las Naciones Unidas, a nivel mundial, las mujeres ganan menos que los hombres, con una brecha salarial de género estimada alrededor del 20%, siendo una de las mayores injusticias sociales en el mundo laboral.
Además, refiere que la igualdad de género y el empoderamiento de mujeres y niñas siguen estancados debido a las desigualdades históricas y estructurales en las relaciones de poder entre mujeres y hombres.
En el caso de México, la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) que elabora el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), revela que el ingreso salarial promedio trimestral de los hombres fue de 29 mil 285 pesos; mientras que para las mujeres fue de 19 mil 081 pesos. Estas cifras ponen en evidencia que existe una brecha de más de 10 mil pesos al trimestre.
Cabe mencionar que en el 2020, la misma encuesta reportó que las trabajadoras ganaron en promedio 15 mil 062 pesos, mientras que los empleados del género masculino percibieron 24 mil 952 pesos. La diferencia de sueldos entre ambos grupos de trabajadores fue de 9 mil 890 pesos, cifra similar a la del año anterior.
Ambos escenarios demuestran que la brecha salarial de género se ha estancado a nivel nacional, a pesar de los esfuerzos para avanzar en el camino de la igualdad.
Desigualdad salarial, una forma de discriminación
De acuerdo con el Inegi, en agosto de este año, la tasa de participación femenina en la fuerza laboral fue del 46.6 por ciento.
Sin embargo, una mayor inclusión de mujeres en el mercado laboral, no significa que la brecha salarial de género se esté cerrando, por el contrario, como se mencionó antes, es un problema que persiste.
Las diferencias salariales a las que se enfrentan las mujeres han sido estudiadas por diversas organizaciones, desde diferentes perspectivas, y es considerada incluso, como una violación a los derechos humanos de las mujeres basada en discriminación de género.
Es importante mencionar que la brecha salarial es un problema que también impacta a las personas que tienen alguna discapacidad; al igual que a los grupos pertenecientes a alguna etnia.
De acuerdo con elInstituto Nacional de Estadística y Geografía, el ingreso promedio trimestral de las personas con alguna discapacidad fue de 16 mil 592 pesos; en tanto que entre las personas que tienen una deficiencia visual, el ingreso fue de 17 mil 272 pesos.
De igual manera, entre los trabajadores que presentan una dificultad para aprender, recordar o concentrarse, fue de 13 mil 118 pesos y quienes tienen dificultades para comunicarse percibieron 11 mil 144 pesos.
Por otra parte, las personas consideradas indígenas, percibieron un ingreso promedio trimestral monetario de 18 mil 428 pesos; es decir, 24.5% por debajo del promedio nacional.
En el caso de las personas que hablan alguna lengua indígena, el ingreso trimestral promedio fue de 13 mil 708 pesos; lo que evidencia que la brecha salarial si está relacionada con la discriminación por condición de raza, género, idioma, religión, origen social, discapacidad, edad, orientación sexual, entre otras.
La Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) disminuyó en 4 centímetros la estatura mínima que se pide a las mujeres que quieran ingresar al Ejército para laborar en sus unidades, dependencias e instalaciones.
En un decreto publicado en el Diario Oficial de la Federación se modificó el inciso C de la fracción IX del artículo 17 del Reglamento de Reclutamiento de Personal para el Ejército y la Fuerza Aérea Mexicanos, para fijar en 1.56 metros la estatura mínima que se requiere para formar parte del personal femenino que realiza labores operativas en estas fuerzas armadas.
La última reforma a este artículo, publicada el 24 de marzo de 2014, fijaba este requisito en 1.60 metros, sin embargo, el reglamento original, expedido en 2005, pedía a las reclutas una estatura mínima de 1.55 metros.
El decreto publicado este lunes está firmado por el presidente Andrés Manuel López Obrador y por el titular de Sedena, Luis Cresencio Sandoval González, y entrará en vigor a partir del martes 26 de septiembre.
El mensaje de texto que Cynthia Menchaca recibió este verano era del tipo que veía cada vez más y más: una mujer que vivía en Texas decía que había dejado una relación violenta solo para descubrir que estaba embarazada y que quería desesperadamente un aborto. La mujer se había enterado de que Menchaca podía enviarle pastillas abortivas desde México, donde el procedimiento ha sido despenalizado en varios estados.
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No obstante, la creciente demanda estadounidense de servicios de aborto no se limita a la entrega de medicamentos, según defensoras como Menchaca, que vive en el estado de Coahuila, en el noreste de México.
Clínicas en Tijuana y Ciudad de México, así como activistas en la ciudad de Hermosillo, al noroeste, dicen haber visto a mujeres cruzar la frontera desde Texas, Luisiana y Arizona en busca de acceso al aborto.
“Antes, las mujeres de Sonora acudían a Estados Unidos para acceder a abortos en las clínicas”, dijo Andrea Sánchez, una activista por el derecho al aborto, refiriéndose al estado mexicano que limita con Arizona. “Ahora las mujeres de Estados Unidos vienen a México”.
Más de un año después de que la Corte Suprema de Estados Unidos anuló Roe contra Wade, los activistas mexicanos por el derecho al aborto han visto un aumento de mujeres estadounidenses que cruzan la frontera para solicitar abortos, un movimiento que es señal de las políticas cambiantes de dos naciones que alguna vez mantuvieron posiciones muy diferentes sobre el procedimiento.
El aborto estuvo penalizado en México y gran parte de América Latina durante décadas con pocas excepciones, mientras que en Estados Unidos, el fallo Roe contra Wade de 1973 estableció un derecho constitucional al aborto.
Hoy, la Corte Suprema de México ha despenalizado el aborto en todo el país, haciéndolo legalmente accesible en instituciones federales y eliminando las sanciones federales para el procedimiento. Doce de los 32 estados del país también han despenalizado el aborto, y las activistas dicen que hay un ímpetu renovado para presionar a los funcionarios locales en los estados restantes.
En comparación, más de 20 estados estadounidenses actualmente prohíben o restringen el procedimiento después de las 18 semanas de embarazo o antes, y 14 estados prohíben completamente el procedimiento en casi todas las circunstancias.
Las activistas mexicanas, anticipando que la Corte Suprema podría revocar a Roe cuando aún estaba sopesando el caso, comenzaron a organizarse y establecieron un sistema clandestino, enviando miles de pastillas al norte y ayudando a las mujeres a viajar hacia el sur a través de la frontera. Dicen que las restricciones que por tanto tiempo existieron en América Latina las prepararon para manejar la actual afluencia de demanda.
“Obviamente, nosotras hace años ni pensábamos en un trabajo con Estados Unidos”, dijo Verónica Cruz, quien hace 20 años ayudó a fundar la organización por los derechos reproductivos Las Libres.
Añadió: “Pero frente a la emergencia, a las restricciones y teniendo nosotras un modelo, los recursos, como son las pastillas, y con nuestro territorio que va avanzando, pues era eso: había que construir esa solidaridad internacional”.
Verónica Cruz, quien ayudó a fundar una organización de derechos reproductivos en México, dijo que ha ayudado a aproximadamente 20.000 mujeres estadounidenses en 23 estados a conseguir píldoras abortivas.Credit…Marian Carrasquero para The New York Times
Inicialmente, Cruz planeó ayudar a transportar a mujeres de Estados Unidos a México, pero descubrió que era una carga económica muy grande tanto para su organización como para quienes buscaban abortos. En cambio, se ha concentrado en enviar mifepristona y misoprostol, el régimen de dos medicamentos para interrumpir un embarazo, al otro lado de la frontera para las mujeres estadounidenses, particularmente a aquellas que viven en estados que prohíben el procedimiento o prohíben a los proveedores recetar las píldoras.
En estudios estadounidenses, la combinación de estas píldoras provoca un aborto completo en más del 99 por ciento de las pacientes, y es tan segura como el procedimiento de aborto tradicional administrado por un médico en una clínica. Cada vez más evidencia procedente del extranjero sugiere que las píldoras abortivas son seguras, incluso entre mujeres que no tienen un médico que las aconseje.
Desde la revocación de Roe, Cruz dijo que ha ayudado a aproximadamente 20.000 mujeres en 23 estados a obtener las píldoras abortivas. Dijo que continuará ayudando a estas mujeres, incluso cuando ciertos estados tomen medidas para penalizar a quienes colaboren con los abortos.
Cruz dijo que creía que el régimen de dos medicamentos ha mejorado el acceso al aborto tanto en México como en Estados Unidos y, como resultado, ha proporcionado un medio para combatir la mortalidad materna.
Las activistas involucradas en el envío de las píldoras a Estados Unidos se negaron a especificar sus métodos de envío y entrega, aunque la mayoría dijo que está coordinando con activistas al otro lado de la frontera. Una organizadora en México, que solicitó el anonimato por temor a represalias, dijo que oculta el medicamento en accesorios electrónicos, ropa, peluches de animales o suplementos dietéticos cuando lo envía a estados que lo restringen.
Si bien la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA por su sigla en inglés) dijo que los fármacos abortivos se pueden entregar por correo, varios estados prohibieron este método de envío o exigen que los proveedores los entreguen en persona.
Carol Tobias, presidenta del Comité Nacional por el Derecho a la Vida, uno de los grupos antiaborto más grandes de Estados Unidos, dijo que no le sorprendía que las mujeres viajaran a México para abortar. Históricamente, los estadounidenses han cruzado la frontera para realizar diversos procedimientos, dijo.
Pero pidió una vigilancia más estricta en Estados Unidos para evitar que las personas entreguen píldoras abortivas por correo con facilidad. “Creo que es muy triste que a las mujeres les digan que la píldora abortiva es una forma fácil y segura de salir de una situación difícil”, dijo Tobias. “Es mucho más complicado que eso”.
No existen datos confiables sobre el aborto en México a nivel nacional, según expertos en salud pública. Las activistas por el derecho al aborto dicen que están enviando medicamentos principalmente al norte para ayudar a las estadounidenses, más que brindar acceso en el propio México.
A box containing mifepristone and misoprostol, medications often sent north to America. Las activistas por el derecho al aborto en México dicen que la mayor parte de su asistencia consiste en el envío de medicamentos, como mifepristona y misoprostol, a Estados Unidos.Credit…Marian Carrasquero para The New York Times
Luisa García, directora de las clínicas de Profem en Tijuana y Ciudad de México, dijo que normalmente solo veía a una paciente al mes que cruzaba la frontera hacia México, donde las clínicas ofrecen servicios de aborto a un precio más bajo que en Estados Unidos. Pero este año recibió al menos 80 llamadas de números estadounidenses solicitando una cita.
La situación era difícil de creer para García, dijo, pues Estados Unidos solía tener libertad y apertura respecto al aborto. Pero ahora, comentó, con los fallos de la corte las mujeres deben encontrar una forma de reubicar sus derechos sexuales y reproductivos.
García dijo que las estadounidenses ocasionalmente llegan solas a su clínica, nerviosas y hablando muy poco español. Algunas le han contado a su personal que viajaron a México en secreto, sin decírselo a sus familiares, que desaprueban el procedimiento.
Nicole Huberfeld, profesora de derecho sanitario en la Universidad de Boston, dijo que la decisión de cruzar la frontera para abortar muestra cuán desesperadas están muchas mujeres estadounidenses por hacerlo.
“Cuando vemos que más personas cruzan la frontera para recibir atención, eso demuestra que algo anda mal en Estados Unidos”, dijo Huberfield.
Las organizadoras mexicanas dicen que incluso en medio de recientes fallos sobre el derecho al aborto en México, el procedimiento todavía no está completamente disponible en todo el país. El fallo de la Corte Suprema de México no anuló las sanciones penales a nivel local, y las instituciones privadas o estatales aún pueden prohibirlo.
Los grupos antiaborto en México se opusieron rotundamente a la decisión del tribunal superior este mes.
Marcial Padilla, director de ConParticipación, con sede en México, dijo a la agencia católica de noticias ACI Prensa que la decisión de la Corte Suprema de México presionaría a los senadores para que “quiten la protección del derecho a la vida”.
Dijo que las recientes decisiones judiciales en México han trasmitido “que un hijo o una hija no merecen la misma protección de la ley antes de nacer que después de nacer”.
Algunas estadounidenses que buscaban servicios de aborto en México se sorprendieron al encontrar que al sur de la frontera todavía hay restricciones.
Vanessa Jiménez Ruvalcaba, una activista mexicana que abre su casa en el estado de Nuevo León, cerca de la frontera, para mujeres que buscan abortar, recibió una llamada en julio de un padre que viajó con su hija hasta allí desde Nebraska, donde está prohibido el aborto después de 12 semanas.
Pero Nuevo León solo permite el tratamiento en caso de incesto, violación o cuando la vida de la madre esté en peligro. Jiménez dijo que al padre y a la hija los rechazaron en una clínica antes de derivarlos a su organización, la Red Necesito Abortar.
Jiménez y sus compañeras activistas ayudaron a la joven a acceder finalmente a pastillas abortivas.
Incluso frente a las prohibiciones de aborto, los grupos mexicanos formaron un modelo conocido como “acompañamiento”, en el que distribuyen pastillas mientras brindan asesoramiento médico y apoyo psicológico a las mujeres.
Sánchez y su colega, Carolina Castillo, dijeron que han estado implementando el modelo en Sonora durante años. Ahora están respondiendo preguntas en las redes sociales de mujeres estadounidenses que temen enfrentar sanciones penales por buscar medicamentos para abortar en Estados Unidos. Dicen que las mujeres se sienten aliviadas de escuchar a organizadoras que han pasado años enfrentándose a tales restricciones.
“En México y Latinoamérica hemos estado viviendo durante muchos años en un contexto de penalización social y legal del aborto”, dijo Sánchez. “Por lo cual las mujeres hemos tenido que organizarnos”.
Emiliano Rodríguez Megacolaboró con investigación desde Ciudad de México.
Zolan Kanno-Youngs es corresponsal en la Casa Blanca y cubre una variedad de temas nacionales e internacionales de la Casa Blanca de Biden, incluida la seguridad nacional y el extremismo. Se unió al Times en 2019 como corresponsal de seguridad nacional. Más de Zolan Kanno-Youngs
Sujara Thakore no sabe cuántos años tiene, así que ignora a qué edad exactamente la casaron con un hombre malvado. Fue poco después de la primera regla, y ella calcula que tendría 13 o 14 años, según cuenta sentada en un sillón de la casa de Bangalore donde vive, en la India. Empezó entonces un infierno de violencia y abusos del que logró salvarse, huyendo, a pesar de muchos obstáculos. Nunca quiso volver a casarse. Hoy, cuatro décadas después, es una mujer serena que cultiva el sueño de construirse una casita en una mínima parcela de nueve por 12 metros que se ha comprado con los ahorros acumulados con su trabajo y, desde hace un tiempo, con su pequeño negocio de venta de mermeladas caseras.
Uno de cada 12 seres humanos es una mujer india. Son casi 700 millones, aproximadamente una sexta parte de las alrededor de 4.000 millones de mujeres del mundo. Thakore es una de ellas. Podrían ser más aún sin la infame lacra de los feminicidios, que llevó el equilibrio demográfico de la India a una innatural proporción de 927 mujeres por cada 1.000 hombres en el censo de 1991. En el de 2011, el más reciente, se registró un repunte hasta 940, todavía muy lejos de niveles naturales (586 millones sobre un total de 1.210 millones). Datos parciales más recientes señalan una ulterior mejora, pero los expertos advierten que es necesario un nuevo censo para tener un cuadro claro (se estima que ahora el total ha superado los 1.430 millones).
Abortos selectivos o directamente el asesinato de recién nacidas es solo la primera de una serie de injusticias que han venido sufriendo. Los datos retratan una situación dramática, desde los ínfimos índices de participación en el mercado de trabajo ―son un 23% de la fuerza laboral― o en la política ―un 13% del Parlamento― hasta los datos de la violencia que las golpea. La India se situó en el puesto 101 sobre 114 países analizados con datos completos en el Índice de Igualdad de Género publicado este año por la ONU. Más de medio siglo después de que una de ellas, Indira Gandhi, alcanzara el puesto de primera ministra, el camino por delante rumbo a la igualdad sigue siendo inmenso y tortuoso.
Algunas cosas se mueven. El actual auge económico y geopolítico de la India representa una oportunidad para su empoderamiento. Esta semana, el Gobierno de inspiración nacionalista hindú liderado por Narendra Modi ha presentado un proyecto de ley para reservar un tercio de los escaños en la Cámara baja y en las asambleas estatales a las mujeres. Ha quedado aprobado. Pero, significativamente, no podrá aplicarse pronto, sino solo después de que se complete un nuevo censo nacional.
El camino por delante es arduo. A continuación, un puñado de historias de mujeres de diferentes condiciones y edad, un mosaico de vidas que esbozan rasgos de una lucha colectiva para la igualdad tan grande como un doceavo de la humanidad.
SUJARA THAKORE
La violencia
Sujata Thakore, en la casa donde vive, en Bangalore.ANDREA RIZZI
Sujara Thakore cuenta que nació en una familia muy pobre. Su padre murió poco después, y ella de pequeña pasó hambre. Llegó a mendigar y comer pienso de ganado. De muy chiquitina ya pastoreaba animales para que le dieran dos comidas al día. Envuelta en un bonito sari de tonos verdes y azules, esta mujer dueña de un brillo especial en los ojos enhebra ese relato de miseria con serenidad y sonrisas.
Pero la miseria no fue su única tragedia. “Cuando, tras bajarme la regla, vino el padre de ese chaval para que me casara, yo dije que no quería, que era muy joven, que no estaba lista. Fui después a hablar con mi madre y ella me apoyaba, pero mis tíos no”, relata. Se consumaron las nupcias y empezó el horror de las palizas de un marido alcohólico que no hacía otra cosa que beber y pegarle.
A los pocos meses decidió que tenía que huir de aquello. De nuevo, no recibió apoyo de los hombres de su entorno. Los varones de la aldea le advirtieron de que si dejaba al marido quedaría proscrita en el pueblo. Sus hermanos la amenazaron con que irían a pegarles a los hombres de la familia dueña de la granja donde ella trabajaba si la acogían ahí. Al recordarlo, Thakore se conmueve.
También se conmueve, en el mismo momento, sentado a su lado, un hombre. Se llama Anil, y es uno de los hijos de los propietarios de esa granja. Cuenta que una mañana, en aquel entonces, se encontró a Sujara con el rostro desencajado, al lado del pozo. Pensó que ella quería tirarse. Ella dice que no, pero cuando le preguntaron qué hacía ahí, no supo contestar otra cosa que “mirar a los peces”.
La acogieron y la salvaron de esa cultura patriarcal y violenta que estuvo a punto de aniquilarla. Trabajó como empleada doméstica para los padres de Anil hasta que fallecieron. Ahora sigue viviendo en el piso de ellos en Bangalore, adonde se mudaron en los ochenta después de traspasar la granja. Ella aprendió a hacer mermeladas en la época rural, y ahora las prepara y vende en establecimientos de la ciudad.
“Mi business es mi alegría”, dice, de nuevo sonriente. Habla de su sueño de construirse una casita. Recuerda que, cuando huyó, durante 10 años no pudo tener contacto con su familia. Pero después se reanudaron los lazos, y ahora es la matriarca. Sus hermanos también progresaron. “Yo estoy sola, y viviendo. Tengo amigas. Las mujeres indias deben tener la valentía de no aceptar ciertas situaciones y estar de pie sobre sus propias piernas”.
Su progreso es un reflejo de algunas mejoras. El avance económico de los últimos lustros ha logrado sacar a muchas personas de la pobreza extrema. Pero un estudio publicado recientemente por la ONU señala que un 15% de la población, alrededor de 200 millones de personas, sigue hallándose en situación de pobreza multidimensional, calculada según varios parámetros socioeconómicos. Otro apunta a que un cuarto de las mujeres en edad reproductiva están desnutridas. Por otra parte, la violencia es una lacra incesante. Datos de 2021, los últimos disponibles, indican que se registraron unos 430.000 crímenes contra mujeres, la cifra más alta desde 2016.
Mientras Sujara habla, Anil escucha sentado a su lado. Se refiere a ella como “mi hermana”. Tanto es así, que su familia, los Thakore, le dieron no solo refugio, sino también el apellido.
RANI DESAI
Los servicios públicos
Rani Desai (izquierda) junto a su hija Priya (derecha) y a la doctora Ananya Siddaraniay en el centro médico de la fundación Anahat, en Bangalore.ANDREA RIZZI
Es mediodía y una veintena de pacientes aguarda su turno en la sala de espera del pequeño centro médico Anahat, en el corazón de Bangalore, una iniciativa privada fundada con donaciones que busca ofrecer servicios sanitarios gratuitos a aquellos que no son atendidos adecuadamente por la sanidad pública y no pueden permitirse la privada.
Rani Desai, de 68 años, cofundadora junto a su hija Priya, de 39, de la fundación que lleva el centro, cuenta que, según datos que recogieron sobre el terreno, un 70% de los habitantes de las barriadas pobres no acceden a la sanidad pública, aunque son conscientes de que existe. “Hay una mezcla de motivos, falta de confianza, escepticismo porque saben que hay saturación, que faltan medios, o que aunque logren ver al médico igual no tendrán medicinas. Aquí ofrecemos servicios básicos, una consulta médica, entregamos medicinas”, dice.
La gran mayoría de los pacientes que espera son mujeres. Los colores vivaces de sus saris contrarrestan el gris de las nubes que se intuyen en sus pensamientos. Rani y Priya explican que entre un 65% y un 70% de las personas atendidas en el centro son mujeres. No tienen una explicación clara de ese desequilibrio. Quizá influya que sean dos mujeres quienes lideran el centro, y que sea una mujer, Ananya Siddaraniay, de 27 años, la profesional que pasa consulta. Parece, en todo caso, una suerte de compensación a pequeña escala del gran desequilibrio de género en la atención médica pública. Un estudio publicado por el grupo BMJ que registró las citas de atención en un hospital de Nueva Delhi en 2016 refleja que dos tercios de ellas fueron para varones.
Antes de montar esta iniciativa, Desai vivía en Mumbai y trabajaba para Biocon, un gigante del sector de las biotecnologías. La India es un actor protagonista a escala mundial en el sector farmacéutico. Pero, como demuestran los 15.000 pacientes atendidos por Siddaraniay el año pasado, ello no significa que el acceso a los medicamentos sea sencillo.
Desai cuenta que la mayoría de las mujeres que acuden al centro no trabajan, en línea con las terribles estadísticas de participación femenina en el mercado laboral de la India, uno de los países más desiguales del mundo en el acceso al empleo.
Francis Rjayanathi, de 40 años, es una de ellas. Tiene una hija, dejó de estudiar a los 13 y es ama de casa. Su marido es conductor. Ella padece diabetes. “Casi la mitad de los pacientes tienen enfermedades metabólicas”, cuenta Desai. “Tenemos muchos casos de diabetes, de hipertensión. A menudo, los malos hábitos empeoran el estado de salud de estas personas. Por ejemplo, por lo general se espera que las mujeres preparen una cena caliente, pero, con el estilo de vida de estos hogares, con personas que acumulan varios empleos informales, eso a menudo significa que coman muy tarde y vayan directos a la cama”, explica.
Desai señala que la renta mensual de los hogares de sus pacientes se sitúa alrededor de las 15.000/17.000 rupias al mes (170/190 euros). Pese al auge reciente de la India, ella no ve grandes cambios. “Me parece que aunque haya crecimiento económico, no llega mucho al segmento social de estos pacientes. Tampoco veo mucho cambio cultural. En la consulta de salud mental que tenemos aflora mucho relato de violencia doméstica, adicciones. Muchas de estas personas viven en el mismo sitio desde hace generaciones, no se detecta una movilidad consistente hacia arriba”, dice Desai, quien se halla bajo tratamiento por cáncer y, sin embargo, ahí sigue al pie del cañón en el centro médico.
KAMINI SAWHNEY
La conciencia
Kamini Sawhney, directora del museo MAP de Bangalore, en una sala de la exposición ‘Visible/Invisible’.ANDREA RIZZI
Alumnas de una clase del instituto Basava de Bangalore siguen con atención una mañana cualquiera de septiembre las explicaciones acerca de Visible/Invisible. Con esta exposición se ha estrenado recientemente el Museo de Arte y Fotografía de la ciudad y que aborda la posición de la mujer en la sociedad india a través de su representación en el arte.
Kamini Sawhney, directora del museo, cuenta en su despacho la génesis de la idea. “Estábamos planificando nuestro estreno en 2020, cuando la pandemia golpeaba el mundo. Yo veía datos según los cuales la participación de la mujer en la fuerza laboral había caído al 20% en la India, un dato inferior al de Sri Lanka o Bangladés; que muchas niñas se habían salido del sistema educativo. Y vi un estudio que, con indicadores múltiples, señalaba este país como el más inseguro del mundo. Entonces pensamos, ¿por qué no abordamos la cuestión de género? No se habla lo suficiente de ello, y yo creo que los museos deben ser espacios catalizadores de cambio”.
El título de la exposición, cuenta Sawhney, nace de la paradoja de la extrema visibilidad de la mujer en el arte ―como objeto de representación por parte de artistas varones― “frente a su invisibilidad en el dominio público”. Ella considera que en la India se están produciendo algunos cambios, pero insuficientes. “La mujer está empezando a encontrar su voz, pero todavía no encuentra su espacio. Sigue habiendo estructuras jerárquicas y barreras invisibles que refuerzan desigualdades socioeconómicas”, dice.
La exposición reúne unas 130 obras, muchas de la colección del museo, otras comisionadas. Entre ellas, hay un sari con una inscripción tejida: “El deber de una esposa es servir a su marido”, según traduce Sawhney. “Está escrito dos veces, por si una no era suficiente”, dice.
Borrar ese antiguo legado es un reto descomunal. Aun así, la directora se declara optimista sobre las perspectivas de cambio. “Tengo que serlo, tengo que creer en las mujeres. Además, la circulación de la información que permite la revolución digital es un elemento a favor. La circulación de las ideas es empoderamiento”.
Mujeres musulmanas en una calle de Bangalore.ANDREA RIZZI
Entre las decenas de mujeres consultadas para este reportaje también hay musulmanas ―se estima que unos 170 millones de habitantes de la India pertenecen a esta religión―. Significativamente, entre ellas se detecta un temor a expresar abiertamente sus opiniones acerca del proyecto político nacionalista hindú que lleva adelante el primer ministro, Narendra Modi, de la mano de su partido, el BJP.
Asimismo, mujeres hindúes que no comulgan con la tesis de Modi y se reconocen más en el proyecto de una India inclusiva y secular encarnado por la Constitución de 1950 también son reticentes a la hora de expresar sus opiniones en público.
Es un claro reflejo del clima cada vez más tenso en el país. Es interesante notar cómo, en los testimonios recogidos, el marco de tensión sectario provoca fricción incluso dentro de una misma comunidad, por ejemplo, con la tensión entre los segmentos más duros y los moderados de la comunidad musulmana, conduciendo al desgarro de familias que cortan lazos por motivos políticos.
“Creo que los extremistas están monopolizando el discurso y muchos se están dejando arrastrar. Sigo pensando que la mayoría son moderados, pero no se atreven a hablar”, dice una mujer musulmana residente en Bangalore, quien relata que tiene amigos hindúes que le dicen: “Las cosas se pondrán mal, pero mi casa siempre estará abierta para ti”.
Otra, más joven, señala que entre sus amigos hindúes los hay que no se casarían de ninguna manera con una musulmana porque les preocupa cómo esto sería percibido. “Aunque no compartan ciertas ideas, no se atreven a ir en contra de la idea dominante”.
Las mujeres pertenecientes a las minorías en una India gobernada bajo la inspiración del nacionalismo hindú afrontan el riesgo de una doble discriminación. En los últimos años, la India ha ido cayendo en los índices internacionales de calidad democrática.
USHA KAPUR
Las diferencias de clase
Usha Kapur, en su casa, en Bangalore.ANDREA RIZZI
Usha Kapur nació en 1945 en Rawalpindi, en lo que hoy es Pakistán. Su familia se trasladó a la actual India con la partición del país. Ella cuenta que su padre decidió que estudiaría Medicina, y así fue. Recuerda que en su facultad alrededor del 40% eran alumnas, en un equilibrio de género bastante notable, considerando cómo estaban las cosas en muchos lugares del mundo en aquella época.
Tras terminar los estudios, halló trabajo como doctora en las Fuerzas Armadas. “No he sentido nunca que por ser mujer fuera discriminada en el ejército”, señala. Pero precisa que cree que muchos hombres se contienen en ciertas esferas públicas, pero luego en casa se portan de distinta manera. También considera que hay una enorme diferencia según la prosperidad de los hogares. “En los menos prósperos, las tratan muy mal”. Desde lo alto de su experiencia, cree que “hay un cierto progreso, porque hay más mujeres con estudios y que luchan por sus derechos”.
Hace unos años, celebró con sus compañeros el 50 aniversario de su promoción de Medicina. Dice que la mayoría de ellos se fue al extranjero, sobre todo a Estados Unidos y al Reino Unido, y que les va muy bien. Ella también emigró: trabajó un año en Libia cuando ya era madre, en un gesto que parece una afirmación de independencia. Pero luego volvió. Muchos otros, no. La India cuenta, según estimaciones recopiladas por la ONU, con la mayor diáspora del mundo, unos 18 millones de emigrantes. Tienen un alto grado de éxito. Entre las mujeres jóvenes con estudios superiores entrevistadas para este reportaje también se detecta la propensión a salir del país. La hemorragia de talento es otro reto en el largo y tortuoso camino hacia la igualdad en la India.
La Universidad Nacional Autónoma de México tiene la responsabilidad de vincularse todavía más con los grandes problemas de la sociedad, con el fin de devolverle una mejor versión de sí misma, formando a sus estudiantes en una atmósfera de respeto y cuidados mutuos, señaló la coordinadora de Humanidades de esta casa de estudios, Guadalupe Valencia García.
La socióloga e investigadora –una de las cinco mujeres que contienden por la Rectoría– afirmó en entrevista con La Jornada que, de llegar a ese cargo, trataría de negociar mayor presupuesto para la universidad y buscaría dialogar con el presidente de la República sobre temas de interés común, como el bienestar de los jóvenes.
Para la integrante de la Academia Mexicana de Ciencias y del Sistema Nacional de Investigadores, el momento actual es propicio para que se designe por primera vez a una mujer como rectora de la UNAM, y no por cuota de género, sino por capacidades, trayectoria y experiencia.
Como parte de sus propuestas de trabajo, Valencia sugirió hacer un análisis caso por caso de la situación salarial de los profesores de asignatura, con el objetivo de mejorarla; apostar por la prevención en temas de violencia de género –sin dejar de lado las sanciones– y mejorar las formas de la democracia universitaria.
–¿Cómo ve el actual modelo de impartición de clases en la UNAM?
–Hay una enorme diversidad de maneras de dar clase, siempre bajo la libertad de cátedra, y creo que merecen ser revisadas las formas en que estamos ejerciendo la docencia para mejorarlas donde haya que hacerlo. Nos lo exige un mundo muy cambiante, que para chicos de educación media superior, por ejemplo, nos puede obligar a tener contenidos más dinámicos y participativos.
Que sea un aprender a aprender, como lo decía el ex rector Pablo González Casanova, y echar mano de lo que algunos llaman la inteligencia colectiva: la manera en que podemos aprender juntos, unos de otros, sin quitarle al docente la responsabilidad que tiene frente a grupo.
–¿Qué puede hacerse en el tema de los profesores de asignatura?
–Es una situación que debe ser considerada para mejorar su situación laboral. Estoy segura de que debemos hacerlo, pero antes de eso, realizar un diagnóstico facultad por facultad para ver cuál es la situación de este tipo de profesores, que son la mayoría: más de 20 mil.
Tenemos que dar salidas diversas, de acuerdo con lo que nos encontremos, y lo haremos muy rápido, porque tenemos diagnósticos, estadísticas, cifras y estudios sobre la UNAM.
–¿Será necesario negociar más presupuesto para la universidad o es suficiente el que se recibe actualmente?
–La universidad ha mantenido su presupuesto, pero sólo aparentemente, porque con la inflación se ha mermado un poco. Creo que hay que ir a la Cámara y negociar más recursos, porque es en beneficio de todos. Tenemos un interés común, que es la nación y los jóvenes, entonces hay que platicarlo e intentarlo.
–¿Cuál sería su relación con el gobierno federal y otros poderes?
–Si llegara a ser rectora, una de las primeras cosas que haría sería buscar al señor Presidente para entablar una muy buena conversación en torno a nuestro interés común, que son nuestros jóvenes. Estoy segura de que podríamos llegar a acuerdos muy favorables para todos: la universidad, el país y la sociedad.
La coordinadora de Humanidades, Guadalupe Valencia García, propone “echar mano de la ‘inteligencia colectiva’: la manera en que podemos aprender juntos, unos de otros”. Foto Luis Castillo
–¿Debe la UNAM ser más tolerante a las críticas externas?
–A veces no difundimos tan ampliamente como debiéramos cuánto se cultiva aquí el pensamiento crítico y se investigan los grandes problemas sociales. Debemos comunicarnos mejor y encontrar los canales adecuados para decir lo que estamos haciendo, y se lo tenemos que decir a los gobiernos, al sector privado, a los campesinos, a los jóvenes. Tenemos que comunicar más y mejor.
–Por primera vez en México podría haber una presidente, ¿será también el momento en que haya una mujer rectora en la UNAM?
–Estimo que sí, es el momento, y no necesariamente por una cuota de género. Hay candidatas con proyecto claro, capacidades, trayectorias y experiencia para tomar las riendas de la universidad en el más alto cargo.
Las mujeres, además, podríamos incorporar otras dimensiones que muchos varones también pueden hacer, pero nosotras lo haríamos de manera especial: ciertas sensibilidades femeninas en las formas de gobernanza, de organización y gestión que pueden ser muy favorables.
–¿Le podría dar un giro distinto el que usted provenga del área de ciencias sociales y humanidades?
–Por supuesto que sí. Mi sello sería humanista, que instauremos un ethos universitario que se funde en gran medida en la ética de los cuidados colectivos y recíprocos. Abordar asuntos tan urgentes para su atención como todo tipo de violencias, la sustentabilidad y fenómenos que están dañando a la sociedad, como el racismo, el clasismo y la intolerancia.
La metáfora de que la UNAM es el espejo de la nación nos debe servir para proponer que –y es su responsabilidad– regresar a la nación una mejor versión de sí misma. Pero no por arte de magia, sino porque se construya un modelo ejemplar para la sociedad, basado en la ética, el cuidado mutuo y la solidaridad.
–¿La UNAM ha dejado de vincularse con la solución de los problemas sociales? Porque esa es una de las críticas que se le han hecho…
–Creo que podemos vincularnos mucho más y a eso nos encaminaremos si llego a la Rectoría. Pero desde luego estamos vinculados de muchas maneras: por la vía del servicio social –que debe ser reimpulsado y revalorado–, las prácticas profesionales, las clínicas de atención médica, las campañas de alfabetización. Pero podemos ir mucho más allá.
–¿Qué haría usted en materia de violencia de género?
–En estos últimos años de la gestión del rector Enrique Graue se dieron pasos muy importantes, como el protocolo de atención en la materia, la creación de la coordinación en este tema y la instalación de los comités de género en cada entidad, pero creo que se puede mirar creativamente de qué otras formas podemos avanzar más.
Yo estudiaría la posibilidad de que la coordinación pase a ser una secretaría, con mayores alcances y atribuciones; comunicar mejor cuántas denuncias hemos atendido y cuántos profesores, investigadores o estudiantes han sido castigados, y revisar la oferta de sanciones, porque a veces parece que no hay medianía entre dejar sin salario ocho días a un profesor o trabajador y rescindirlo.
Pero, sobre todo, tendríamos que hacer una titánica labor pedagógica preventiva, con talleres participativos y materias transversales que ya están en la UNAM, en temas de género y de interculturalidad. La sanción debe seguir existiendo, pero hay que apostarle más a la prevención.
–¿Estaría a favor de revisar cómo se toman las decisiones dentro de la universidad?
–Podemos hacer revisiones para mejorar algo que yo defiendo. Parto de la defensa de las formas de la democracia universitaria, sabiendo que son perfectibles. Tenemos que mejorar este sistema para que los órganos colegiados, como el Consejo Universitario, tengan un mayor nivel de legitimidad y mejorar nuestras formas democráticas.
–¿La UNAM puede crecer más?
–Creo que no pueden ingresar 200 mil estudiantes más cada año, definitivamente. La UNAM puede mantener el aumento en el ingreso como lo ha venido haciendo. Podemos buscar ampliar la matrícula de algunas carreras mediante la educación híbrida, en línea y a distancia, hasta donde nos sea posible, y aliarnos con gobiernos estatales para organizar un nuevo modelo de bachillerato de humanidades, artes y tecnología, con el sello y la supervisión de la UNAM, a la manera de las escuelas incorporadas.
En 1857, un grupo de mujeres trabajadoras se manifestó en Nueva York reclamando la mejora de sus condiciones laborales. Más de un siglo después, en 1977, la ONU declaró el 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer, reivindicando la lucha por la igualdad de derechos y condiciones sociales, laborales y políticas de las mujeres.
Sin embargo, los avances desde entonces han sido lentos, y aún queda mucho camino por recorrer. Aunque cada vez hay más mujeres ingenieras, abogadas y médicos, al ritmo que llevamos los expertos calculan que falta más de un siglo para que se cierre la brecha de género en el trabajo .
De ahí que la ONU ponga el foco en la innovación, el cambio tecnológico y la educación en la era digital como aspectos clave para alcanzar la igualdad de género.
A un siglo y pico de la paridad
En la actualidad existen múltiples indicadores que monitorizan los avances –que tan trabajosamente se van logrando– en materia de igualdad laboral entre mujeres y hombres. Elaborados por diferentes organismos, tanto estatales como internacionales, uno de los más significativos es el Índice Global de Brecha de Género del Foro Económico Mundial (WEF), cuyo último informe (junio de 2023) desgrana, entre otros temas, los avances en igualdad de oportunidades y participación económica entre mujeres y hombres.
La buena noticia es que en muchos de los países analizados (más de 140) hay notables mejoras. Lo malo es que la WEF estima que, al ritmo actual, se requerirán 131 años para alcanzar la paridad total. Estaríamos, pues, solo a medio camino de lograr la efectiva equiparación entre mujeres y hombres en el mundo del trabajo.
Uno de los elementos clave para ello es impulsar la incorporación de las mujeres a ocupaciones laborales de las cuales han estado excluidas, o siguen estándolo. Se requiere primero identificar qué profesiones cuentan ya con una significativa presencia femenina o incluso son lideradas por ellas.
Datos internacionales
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) identificó en 2020, en un estudio que abarcó un total de 120 países, cuatro áreas de mayoritaria participación femenina:
Los cuidados.
La sanidad.
La limpieza.
La educación.
Por contra, las profesiones que cuentan con una menor presencia femenina son las relacionadas con la minería, la protección y la seguridad, la ciencia y la ingeniería, y la logística. La OIT destaca, además, la existencia de un techo de cristal en el acceso de las mujeres a puestos de nivel directivo, ocupados aún por hombres en tres cuartas partes.
Datos europeos
En el ámbito europeo, los datos de Eurostat muestran cómo, a finales de 2022, el Top 5 de profesiones mayoritariamente desempeñadas por mujeres en los países de la UE son: el cuidado y la educación preescolar, los cuidados de enfermería, la educación (sobretodo a nivel primario), las labores de secretariado y el trabajo doméstico y de limpieza.
Las ocupaciones con menor presencia femenina pertenecen al sector del metal, la maquinaria, la construcción, así como el transporte y la conducción de camiones. Otro dato significativo es que, según datos de 2021, las mujeres en Europa ganan, de promedio, casi un 13 % menos que los hombres.
En el caso de España, según datos de 2022 del Instituto Nacional de Estadística, las mujeres predominan en los sectores sanitario, educativo y de comercio al por menor. Por la otra parte, hay más hombres realizando trabajos manuales y ocupan la mayoría de los puestos directivos, pese a que el nivel educativo de las mujeres es, en general, superior al de los hombres.
Estereotipos caducos pero arraigados
Se constata, pues, que hay profesiones en las que por razones sociales, culturales o políticas, la presencia femenina es es mucho más abultada que en otras (y viceversa). En algunos casos, ello evidencia la persistencia de estereotipos caducos, pero fuertemente arraigados.
Así, las mujeres estarían “naturalmente destinadas” a la realización de determinadas funciones: profesiones menos arriesgadas físicamente o con más bajo nivel de responsabilidad o de requerimientos de conocimientos técnicocientíficos. La consecuencia es que las mujeres acaban desempeñando ocupaciones con más precariedad laboral y peor remuneradas.
A lo anterior se suma que, a escala global, los niveles de participación en la actividad laboral de mujeres y hombres son muy dispares entre sí y en muchos países y ocupaciones es llamativamente superior el porcentaje de hombres trabajando. Esto ocurre tanto en el sector formal como informal del mercado de trabajo.
Esta circunstancia, además de inadmisible, es contraria a una lógica puramente económica. El Banco Mundial señaló en 2022 que existen sólidas evidencias de que el incremento de la participación de la mujer al mercado laboral se correlaciona positivamente con el incremento del producto interior bruto (PIB).
Crecen en presencia
En cualquier caso, y de forma general, cabe identificar como profesiones que cuentan con mayor (y creciente) presencia femenina:
Medicina y salud.
Educación: la enseñanza es un campo en el que las mujeres han estado presentes históricamente desde el nivel preescolar hasta la educación superior.
Derecho y justicia: en el ámbito legal, las mujeres han ganado terreno como abogadas, juezas y defensoras de derechos humanos.
Ciencias sociales y psicología: con una creciente participación laboral en la psicología, la sociología y el trabajo social.
Administración y gestión empresarial: sigue evidenciándose que la presencia de mujeres en puestos directivos y correspondientes a cuadros intermedios es significativamente inferior a la de los hombres.
Tecnología e ingeniería: aunque todavía existe una brecha de género en las carreras CTIM, cada vez más mujeres se incorporan a ellas.
Arte y diseño.
Periodismo y comunicación.
Emprendimiento: cada vez más mujeres lanzan sus propios negocios y empresas.
Ciencia e investigación.
Así pues, a nivel laboral, las mujeres continúan empoderándose, desafiando los roles tradicionales, y desmontando estereotipos y prejuicios todavía muy arraigados.
El camino que aún queda por recorrer requiere impulsar más decididamente los esfuerzos tendentes a acelerar el ritmo de avance, de forma que para 2057, cuando se cumplirán dos siglos desde el impulso inicial dado por aquellas mujeres trabajadoras pioneras que alzaron su voz contra la discriminación laboral por razón de género, estemos en condiciones de afirmar que, por fin, la brecha de género se ha cerrado.
✍🏼 Pelayo Benito García, Profesor de Recursos Humanos y Relaciones Laborales, UNIR – Universidad Internacional de La Rioja
Desde el sexenio de don Adolfo Ruiz Cortines no se hacía evidente el avance de la mujer en México en todos los órdenes. Pero no ha sido sino hasta con el movimiento lopezobradorista en que los “techos de cristal” (en el sector público) se han roto al por mayor. Desde criterios de paridad en el partido Morena (50/50) hasta la primer jefa de gobierno de CDMX electa democráticamente, y prácticamente un hecho que con la ayuda de la voluntad política del movimiento de regeneración nacional, México tendrá a su primera presidenta de su historia.
Pero ojo, que la valía de las mujeres no se limita a los referidos cargos públicos, sino que también en el sector privado, el social y la academia. Pero me permito ir mucho más allá, la capacidad de estas ya se está viendo reflejada en todas las mujeres, desde las más jóvenes hasta las de mayor edad, es decir, las votantes. En 2024, pero desde ya, demuestran y demostrarán su altísimo nivel de cultura política, no dejándose nunca más engastuzar por bajezas mediáticas como la de la campaña negra del 2006 contra AMLO, que en base a mentiras, bajezas y calumnias, pudieron entonces si engañar a muchas.
Hoy, su criterio renovado en temas políticos se verá claramente reflejado en su voto el año que entra, en la presidencia de entrada al tener (lo más seguro, si es que el llamado “frente” no cambia a su candidata) a dos mujeres como opción real en las boletas, y en las mamaparas darán un golpe de autoridad histórico.
El error es del mencionado “FEM”, que postuló a una señora infravalorando al pueblo elector, creyéndolo tan tonto cómo para que por el simple hecho de lanzar al mercado electoral un producto como Xochitl Gálvez, pensando que si habla con leperadas iba a identificarse con las mayorías. Es una ofensa para los mexicanos el pensarnos así de básicos.
En fin, que en el verano del 2024 los electores, pero fundamentalmente las mujeres, dejaran en claro con que se identifican y cual es su criterio al elegir entre dos opciones: una, que ha levantado polémica con sus dichos y acciones, y la otra, una doctora, en el más amplio sentido del término, una mujer que pondrá en alto al género femenino, no sólo mexicano, sino que en general, de todo el vastísimo mundo hispano.
El voto femenino pues, dará su golpe de autoridad el año que entra, a grado tal, que representará un hito para que a su vez los partidos políticos deban replantearse lo criterios al momento de elegir a sus candidatos para encargos de elección popular.
Un reciente estudio reveló que América Latina, además de ser conocida por su diversidad cultural y geográfica, también tiene un común denominador: la felicidad.
En este análisis, la mayoría de las mujeres de la región se considera feliz; sin embargo, el primer lugar los ocupan las colombianas, que tienen un 78% de alto nivel de satisfacción personal.
El Study on Women: lights and shadow fue realizado por la firma Provokers, que encuestó a más de 2.000 mujeres en diferentes países del continente, entre los que están Paraguay, Bolivia, Perú, Colombia y Chile.
Así mismo, uno de los aspectos en los que más se enfocó este estudio, es la diferencia generacional que se presenta en los distintos niveles de felicidad.
Pese a que Colombia es el país que lidera el listado general, la Generación Z, que está conformada por los jóvenes nacidos a mediados de la década de 1990, son quienes evidencian los niveles más bajos de felicidad en comparación con el promedio que presenta la totalidad de América Latina, que tiene un 52%.
En cuanto a las relaciones amorosas y sexuales, las nacidas en nuestro país también se destacan en este aspecto, ya que el 64% de las mujeres encuestadas declaró que tenían una vida sexual buena y placentera, superando considerablemente el promedio registrado en América Latina, que está situado en un 42 por ciento. Lo que refleja claramente que la satisfacción de ellas en las relaciones íntimas, contribuye en gran medida a la sensación general que tienen de bienestar.
Así mismo, el estudio también se enfocó en el tema de la comunidad LGBTIQ+ teniendo como punto de partida la relación que existe en cuanto a la adopción o la crianza de un hijo al interior de una pareja homosexual. En el tema de la crianza de los hijos, el 67% de las colombianas y el 61% del promedio de las mujeres encuestadas en América Latina tienen la certeza de que una pareja del mismo sexo puede criar a un menor igual o mejor que una pareja heterosexual.
Sin embargo, quedan en el tintero interrogantes sobre ¿cuáles podrían ser las razones detrás de la felicidad de las colombianas? En este caso se podrían explorar diversos factores que podrían contribuir con esta tendencia.
Algunos de ellos serían el clima agradable del país que sería uno de los factores que más podría influir en el estado de ánimo de sus habitantes, sobre todo en los climas más cálidos. Otros puntos a favor de las colombianas en esta encuesta y en su felicidad son la rica cultura del país, su música, sus danzas y la gastronomía, que siempre están contribuyendo a que las personas vivan un completo ambiente alegres y festivo.
Además, a todo esto se le suma la importancia de las relaciones interpersonales y familiares que se experimenta en la cultura colombiana. La cercanía que existe entre amigos y familiares es algo que puede contribuir en esa sensación de felicidad que hay entre las personas del país.
“Desde Provokers buscamos destacar estos hallazgos para visibilizar y alentar a la sociedad a seguir avanzando hacia la aceptación y la diversidad en todas las formas de amor y familia. Estos datos reflejan un cambio positivo en las actitudes y percepciones, especialmente entre las generaciones más jóvenes, y dan motivos para ser optimistas sobre el futuro en el marco del mes del día del Amor y la Amistad”, afirmó a El Colombiano, Rosalba Olivella, CEO de Provokers, quienes fueron los encargados de realizar este estudio.
Detrás de Colombia en este estudio se encuentra Chile y Bolivia con un 70%. Pero en general el análisis hecho por esta firma indica que un 84% de los encuestados se siente independiente y el 75% tiene una buena autoestima, lo que resulta un buen indicador para América Latina.
El Parlamento de Irán ha aprobado este miércoles un proyecto de ley que endurece las penas contra las mujeres y niñas que violen el estricto código de vestimenta en el país, incluida la obligatoriedad del uso del velo. La moción ha sido aprobada con 152 votos a favor, 34 en contra y siete abstenciones, del total de 201 diputados presentes. El texto legislativo debe ser ahora ratificado para su entrada en vigor por el Consejo de los Guardianes, un organismo compuesto por 12 miembros, seis juristas y seis clérigos, que revisa la legislación adoptada por el hemiciclo y tiene capacidad de veto sobre las decisiones tomadas allí.
La iniciativa avanza así pocos días después del primer aniversario de la muerte de Mahsa Amini, que se celebró en medio de enormes medidas de seguridad para evitar protestas como las que sacudieron el país el año pasado, en las que murieron 500 personas, se detuvo a otros 22.000 y en las que fueron ejecutados siete manifestantes, uno de ellos en público. Amini murió bajo custodia policial tras ser detenida precisamente por no llevar bien colocado el velo.
Muchas iraníes continúan sin usarlo a pesar de una represión que recurre ya a las confiscaciones de coches, la negación de servicios públicos, el cierre de negocios, castigos como limpiar cadáveres o el despliegue de patrullas que advierten a las mujeres de que se cubran en los lugares públicos.
La nueva ley tendrá un periodo “de prueba” de tres años y ha sido respaldada “tras numerosas revisiones expertas”, según el jefe de la Comisión Judicial y Legal del Parlamento iraní, Musa Ghazanfarabadi. El texto establece castigos para las mujeres que aparezcan sin velo en público como multas de hasta 1.800 euros, penas de cárcel de hasta cinco años, la confiscación de automóviles y la prohibición de conducir, además de deducciones de salario, prestaciones laborales o la prohibición de acceder a servicios bancarios.
Las penas no afectan solo a las mujeres que no se cubran, sino que además se castigará a mujeres y niñas que muestren en espacios públicos o en las redes sociales “desnudez de alguna parte del cuerpo o lleven ropa fina o ajustada”. Prohíbe así el uso de pantalones rotos, mangas cortas o bermudas, entre otros, y establece el despido de trabajadoras que incumplan estas normas.
Expertos de la ONU han descrito la ley como “una forma de apartheid de género, ya que las autoridades parecen gobernar a través de una discriminación sistemática con la intención de someter a las mujeres y niñas”. “El proyecto viola además derechos fundamentales, incluidos los de participación en la vida cultural, la prohibición de la discriminación de género y la libertad de opinión y expresión”, han denunciado.
El presidente iraní, Ebhraim Raisí, describió la semana pasada la muerte de Amini como “un incidente” y reiteró sus acusaciones contra países occidentales por una “guerra híbrida” contra Teherán por este suceso. El mandatario aseguró este martes, durante su intervención en la Asamblea General de Naciones Unidas, que su “mayor objetivo” es liderar la lucha contra el terrorismo en la región y confirmó su interés en “interactuar con la comunidad internacional bajo el principio de justicia” para facilitar la paz en Oriente Próximo.