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  • Cada madre, un posparto

    Cada madre, un posparto

    A Asun se le caía “la piel a tiras” dando el pecho. Silvia estaba en el paritorio con la niña en brazos y discutiendo por su “mala decisión” de no querer amamantar con la enfermera, que le dijo: “¿No quieres ser una buena madre?”. Cristina pasó una depresión posparto de varios meses, en los que era incapaz de coger a su bebé “con toda la culpa posterior”, de la que salió tras casi dos años de terapia. La de Clara duró casi cuatro y no tuvo que ver con su bebé sino con su pareja: tras una cesárea que la dejó “hecha polvo” y el suelo pélvico “hecho migas”, acabó separándose porque su marido “ya nunca más” la vio como antes. Para Ana S., sin embargo, la recuperación fue rápida: “Y a mi marido le he gustado más que nunca cuando he sido madre”.

    Nuria tuvo infectada la episiotomía y “lloraba de dolor” y de verse “aquello así”. Fátima, siendo madre primeriza y a pesar de un parto largo y cansado que terminó con espátulas, no tuvo ni “episiotomía ni desgarro”; ella se había dado a diario “masajes perineales en casa”. A Rocío le chocó lo “desatendido” que dejan lo que duele una cesárea: “Tienes una costura que te corta el cuerpo por la mitad, pero te mandan a casa como si te hubieses torcido un tobillo: con ibuprofeno y paracetamol”. Myriam creyó que iba “a volverse loca” con un bebé que estuvo llorando “casi cada minuto hasta que cumplió los seis meses”. Marta pudo dormir y descansar porque, “bendita” su hija, durmió desde el primer día “al menos tres horas seguidas”.

    El posparto está sembrado de sensaciones nuevas y puede ser un terremoto emocional y físico. La casuística es infinita —una misma mujer ha podido vivir pospartos muy distintos— y depende de un mosaico de factores: desde cuántos años tienen a si son primerizas, cómo era su vida antes del embarazo, si hubo complicaciones o, sobre todo, con qué red de apoyo cuenten. Pese a todas las repercusiones físicas, emocionales y psicológicas que puede tener para las madres, hasta hace poco el lapso que viene tras el parto ha estado cubierto por una capa de silencio encajado en la idea de que, fuese como fuese, así tenía que ser. Sin quejas.

    Eso, dice la psicóloga perinatal Diana Sánchez, “es fruto de una maternidad no atendida a nivel social”. Y del “modelo de maternidad feliz y fácil” que se ha mantenido y que tiene más exposición que nunca en las redes sociales a través de cuentas y vidas de actrices, cantantes, presentadoras o influencers con unas circunstancias que poco tienen que ver con la vida de la mayoría de las mujeres.

    También con más exposición que nunca chocan modelos de crianza, lactancia, sueño, colecho o cuidados: es el posparto como campo de batalla, en el que las mujeres están sometidas a un bombardeo de opiniones y consejos en redes y dentro de su propia familia, sobre cómo deben ser y sentirse después de dar a luz, y la opción que se siga se ha convertido en material de encendido debate público. Como la polémica que generó un mensaje en Instagram de la presentadora de televisión Cristina Pedroche al contar y mostrar cómo estaba su cuerpo tres semanas después del parto y cómo lo había logrado.

    La sociedad está cambiando, pero aún no lo hizo tanto como para que el posparto, feliz o amargo, sea algo de lo que se hable con libertad y sin culpa. Aquí lo hacen mujeres de todas las edades, con sus recuerdos y sus circunstancias.

    Marina R.: “Hay como un juicio social constante por parte de todo el mundo”

    Marina R. tuvo hace justo a un año a su primer hijo. Tiene 38 y vive “cabreada”. “Tengo a mi madre, la amo muchísimo y sin ella no sé qué haría porque mi novio es autónomo, pero me fríe con lo que cree que es criar, como si viviéramos en los ochenta”. Están también sus amigas, ninguna es madre: “Creen que puedo volver a mi vida de antes y dejar al niño tranquilamente. Hay como un juicio social constante sobre lo que haces o dejas de hacer por parte de todo el mundo”. E “internet”, se ríe, pero dice que hay días que ya no sabe si está “criando” o “haciéndolo todo mal”. “Cuando eres primeriza, si no tienes claras ciertas cosas, ya sea porque crees que es lo mejor o por cómo te viene la vida —yo no puedo dar de mamar, por ejemplo—, estás jodida, porque vas a encontrar 200 opiniones distintas para todo”.

    María Iranzo: “He podido crecer en mi carrera profesional porque tuve una red. Mi gran bendición ha sido mi madre”

    María Iranzo, el jueves, en Denia (Alicante).
    María Iranzo, el jueves, en Denia (Alicante).JOAQUIN DE HARO RODRIGUEZ

    María Iranzo es profesora en la Universidad de Valencia. Siempre quiso serlo, pero nunca hubiese podido sin la red de personas que tuvo cuando se convirtió en madre: primero, con 28. Tres años después, el tiempo que necesitó para acabar su tesis, volvió a dar a luz. “Mi gran bendición ha sido mi madre”. Había algo que esta mujer de 40 años tenía claro cuando decidió tener hijos: no quería convertirse en alguien que solo tiene hijos. “Tenía ansiedad laboral. Eran justo los años en que puedes empezar a hacer tu carrera, pensaba en el techo de cristal…”.

    Con el primero, Iranzo, periodista, trabajaba en Canal Nou. Se incorporó a los cinco meses y decidió parar de dar el pecho. Fue su marido, entonces en paro, quien se ocupó del bebé y del biberón: “Todo el mundo te dice que en el posparto la prioridad son los hijos, y lo siento, pero yo no quería sentirme una vaca lechera ordeñándome por los baños”. Con el segundo, fue ella quien estaba en paro y no quiso parar la lactancia: “Andaba haciendo cursos, en clase, pero tengo un pilar que es mi madre. Sabía que había una franja de dos o tres horas entre toma y toma. Ese era el tiempo para mí, las usé para seguir formándome y avanzar, y mi madre me lo traía cuando tocaba darle la teta. Siempre he sido completamente independiente, tuve durante meses todo el cuerpo enfocado ahí. Hubo nerviosismo, ansiedad. Luis y Álvaro [sus hijos] son lo mejor de mi vida. Pero es clave para la felicidad de la familia que estés feliz contigo misma”.

    Ana Martínez: “Me puse a llorar, entré en un hoyo negro del que no salía y estuve mes y medio llorando”

    Ana Martínez, el miércoles en su casa de Madrid.
    Ana Martínez, el miércoles en su casa de Madrid.ÁLVARO GARCÍA

    La recuperación física de Ana Martínez fue rapidísima, “incluso siendo una cesárea, que, por cierto, es la única cirugía mayor de la que se espera que te recuperes al día siguiente”. Lo peor pasó cinco días después de parir: “Me puse a llorar, entré en un hoyo negro del que no salía y estuve mes y medio llorando”. No fue una depresión posparto. Eso le dijo su matrona: “No quería que nadie me apartara de mi bebé, y me dijeron que eso era un signo claro de que no lo era. Esa profesional, de la pública, me ayudó mucho, a mí y a mi pareja, estuvo hablando con él de lo importante que era cuidarme a mí”. ¿Qué fue? “Una mezcla hormonal y lo que supone dar a luz”. Fue madre tardía, tenía una vida en movimiento constante: viajar, salir, cenas, vivir en distintos países. “Me di cuenta de lo que suponía y me abrumó, pero la matrona, una psicóloga y mi pareja fueron quienes hicieron que no cayera en ese mes y medio”.

    Victoria: “Con la lactancia se complicó todo. Me vi a las 10 de la noche llegando a casa con un bebé y sin saber qué hacer”

    El día antes de ponerse de parto, Victoria estaba en el teatro. “Lo difícil vino después. Con la lactancia se complicó todo. Vuelve la inseguridad, en menos de 48 horas nos dieron el alta y me vi a las 10 de la noche con un bebé llegando a casa y sin saber qué hacer”. Recuerda “morir de dolor” con grietas en los pezones y entuertos durísimos (contracciones del útero tras el parto para reducir la matriz a su tamaño anterior), pero siguió: “Incluso llorando, porque ‘la lactancia materna es lo mejor para el bebe’, ¿y quién no le va a dar lo mejor a su bebé? Con los puntos no me podía casi ni sentar. Estuve una semana sin poder ir al baño porque nadie me dijo que me podía poder un laxante. Me decían que era normal, que aguantase”.

    A las dos semanas, la niña no subió de peso: “El discurso era ‘todo el día en la teta’ y si lo veis mal, suplementáis. Y empezaron todas las opiniones de que mi leche no era buena, de que no tenía suficiente…”. Al mes, habiendo suplementado, acabó en neonatos. “Estuvimos 10 días y ahí ya todas las enfermeras se dedicaron a ayudarnos, a animarme a mí para que siguiese, aunque fuese a ratos, con la lactancia, y salimos del hospital con un plan y una seguridad” que hasta entonces no habían tenido. Para Victoria “lo mejor” fue su pareja: “Me supo escuchar todo ese tiempo, fue lo que hizo que no se me fuese la cabeza”. Sin embargo, asegura que ha tardado “mucho tiempo” en dejar de sentirse mal por la lactancia: “Y por no poder cuidar de mi bebé al 100% los primeros días. Ahora creo que me ha curado que se destetó ella sola, cuando quiso, y poder ayudar a otras chicas a las que nadie les dijo nunca que podían estar cansadas y sentirse mal”.

    Inma Zamora: “Me obsesioné con mi deseo de no perder esa conexión entre mamá y bebé que tanto había visto en cuentas de Instagram”

    Inma Zamora en su casa, en Madrid, el miércoles.
    Inma Zamora en su casa, en Madrid, el miércoles.ÁLVARO GARCÍA

    A Inma Zamora “muchas obstrucciones y mastitis” la llevaron a estar a punto de abandonar la lactancia, pero quiso continuar porque le “daba miedo perder esos momentos” con sus hijos. “Me obsesioné con mi deseo de no perder esa conexión entre mamá y bebé que tanto había visto en cuentas de Instagram”. Ella lo consiguió, “pero otras muchas no y la frustración es tremenda y cruel”. Cree que es positivo hablar de “los aspectos negativos de la maternidad, que son muchos y variados, y no hacer del embarazo, parto o crianza, algo idílico que pueda llevar a decepciones”. Pero también que a veces “se demoniza a quienes sí expresan el lado idílico de la maternidad, bien porque no resultan creíbles o bien porque otras mujeres consideran que es mejor contar lo malo, porque representa a un número más elevado de mujeres”. La maternidad, dice, “tiene muchas sombras, pero también muchas luces”.

    Aurora García: “Estaba triste, nerviosa e irascible. Y me sentía muy culpable y la peor madre del mundo”

    Aurora García en su casa de Conil, en Cádiz, el viernes.
    Aurora García en su casa de Conil, en Cádiz, el viernes.JUAN CARLOS TORO

    Aurora García fue madre en 1993, “antes de lo previsto” y “sin planearlo”. Tenía 25 años y entonces los padres “tenían dos días por nacimiento”. Su hija nació un viernes, salió del hospital el domingo y el lunes su marido se fue a trabajar “a una consultora de esas con jornadas interminables” a la que ni se les “pasó por la imaginación” pedir unos días más para que la acompañara. “Y ahí me quedé yo, sola en mi casa, con una bebé de tres días, 25 años y en paro”, cuenta.

    Físicamente, se recuperó pronto: “Pero mientras mis amigas salían de fiesta, mi pareja trabajaba de sol a sol y todo el mundo seguía con su vida y su trabajo, yo pasaba los días en aquella casa de barrio, con una bebé muy buena y sin nada más que hacer que esperar a que el padre o cualquier otra persona adulta viniera para tener una conversación o salir con cualquier excusa y aparentar durante un rato ser la misma de antes”.

    Lloró, sola y con su pareja. Le daba miedo que su vida de aquel momento fuera su vida para siempre: “Estaba triste, nerviosa e irascible. Y me sentía muy culpable y la peor madre del mundo”. Poco a poco, la situación fue cambiando y empezó a llenar las horas “con formación y proyectos puntuales” hasta que empezó a trabajar de forma más estable “nada menos que tres años después del parto”.

    Nùria Barreda: “Mi primera hija, muerta de celos”

    Nùria Barreda, en Barcelona, la pasada semana.
    Nùria Barreda, en Barcelona, la pasada semana.MASSIMILIANO MINOCRI

    Cuando llega el segundo, y dependiendo de la edad del primero, la situación se puede complicar. Le ocurrió a Nùria Barreda, que había sido madre por primera vez en 2017, con 33 años; el siguiente nació en el pico de la pandemia de covid, el 17 de marzo de 2020, lo que dificultó aún más las cosas. “La recuperación de la cesárea fue inmensamente mejor que la primera. Anímicamente, era un cóctel de emociones, estaba contenta y feliz a la vez que triste porque no sabía cuándo mis padres y hermanas, que viven en Girona, podrían conocer al niño. A todo esto, se le sumaba que mi hija, muerta de celos, no tenía cole y no podía salir a la calle. No llevaba pañal hacía tiempo y volvió a hacerse pipí como dos o tres veces al día”. Pudo marcharse a casa de sus padres, en Girona, después de consultar con los Mossos d’Esquadra, y “poco a poco” su mente “se tranquilizó y el posparto fue bien”. Su recuerdo es el de “felicidad y tristeza a partes iguales”.

    Lídia López: “Cuando nos dijeron que algo le pasaba a la niña, mi marido directamente pidió hablar con un psicólogo, algo que nunca sucedió”

    Lídia López en su casa, en Madrid, el miércoles.
    Lídia López en su casa, en Madrid, el miércoles.ÁLVARO GARCÍA

    Lídia López, de 36, tuvo un embarazo, y un parto, “feliz” con una cesárea programada. A los dos días, notaron que su bebé tenía “las córneas opacas” y empezó “una procesión de traslados” a dos hospitales distintos de Madrid. Tenía un glaucoma congénito bilateral. Ella se olvidó “totalmente” de sus 24 grapas y durmió donde pudo, incluidas sillas o sofás. “Las enfermeras que iban tocando en cada turno me daban trucos de cómo debía poner a la niña a mamar. Fue una locura”, cuenta. Su salud pasó a un “segundo plano” y no se recuperó de la cesárea hasta ocho meses después.

    “Ante un diagnóstico como el de mi hija, el cuerpo se olvida del dolor y molestias que provocan una operación como es una cesárea para priorizar el cuidado de tu recién nacido”, asegura. E insiste en la falta de ayuda psicológica: “Cuando nos dijeron que algo le pasaba a la niña, mi marido directamente pidió hablar con un psicólogo, algo que nunca sucedió y que nunca nos han ofrecido en la sanidad pública”.

    Graciela Rock: “Sentí que abandonaba a mi primera hija”

    Graciela Rock en un parque de Sant Just Desvern (Barcelona) el viernes.
    Graciela Rock en un parque de Sant Just Desvern (Barcelona) el viernes.MASSIMILIANO MINOCRI

    Graciela Rock vive en Barcelona, tiene 38 años, dos hijas y es mexicana. La primera nació en Barcelona en un parto “complicado” por cuestiones médicas previas que tienen que ver con su columna. A mitad de la cesárea, tras muchas horas intentando un parto natural, se dieron cuenta de que la anestesia no le estaba haciendo efecto, pero minuto después, al salir la niña, comprobaron que ambas estaban anestesiadas. A pesar de todo, el apoyo de su pareja y de su madre, que había viajado desde México, hizo su vuelta a casa después de varios días en neonatos “superfeliz”.

    Se incorporó a trabajar a los tres meses. Lo hacía en Barcelona, pero para una empresa mexicana “y las bajas de maternidad allí no son las de España”. Se sintió “muy cuidada y muy apoyada”. Pero el recuerdo de aquella anestesia hizo que decidieran que la segunda nacería en México. La experiencia “médica” del parto dice que fue bien, pero no después: “Era Navidad, estuvimos en familia, vino mi suegro. Fue superabrumador, con mucha sensación de ansiedad. Creí que el proceso iba a ser mejor, pero fue muy complicado”. Y a todo ello, se sumaron los celos: “Mi pareja estaba siempre con la mayor para que no tuviera celos, pero yo sentí que abandonaba a mi primera hija, fue muy difícil, con sentimientos encontrados, culpa”.

    La soledad

    Graciela, Núria, Lídia, Aurora, Myriam, Cristina, María, Ana… Sus vidas son distintas, lo fueron sus partos y sus pospartos. Y hay, sin embargo, algo que las une. Algo de lo que prácticamente todas hablan en algún momento: la soledad. Incluso cuando, como Rebeca, tuvo el “privilegio de estar tan acompañada”, por su pareja, por su familia, por sus amigos, que “se han acoplado a la situación”. “Y a pesar de eso, hay momentos, por el cambio tan heavy que supone la maternidad, que hay una punzada de soledad”.

    Dice la psicóloga Diana Sánchez que hoy se vive la maternidad con mucha más soledad que antes, “cuando se criaba de forma más parecida a una tribu porque la familia estaba cerca”, porque “los cambios sociales y laborales hacen que toda esa estructura se haya hecho más individual”.

    La consecuencia de esa soledad y las complicaciones que puedan surgir de cuidar a un bebé, de sí misma y de una casa, hacen que, dependiendo de las circunstancias, haya mujeres que no puedan con todo: “Y que tampoco lo cuenten porque están acostumbradas a ese imperativo que es el rol de que es lo que nos toca, y que tenemos que poder hacerlo todo, a la vez, y solas. Y estar contentas”. Y no es así ni debería serlo.

  • El cambio climático no lo descubrió un hombre: fue la científica (y sufragista) Eunice Foote

    El cambio climático no lo descubrió un hombre: fue la científica (y sufragista) Eunice Foote

    Aunque los libros de ciencia no hablen de ella, hubiera pasado a la historia como la madre del cambio climático. Se trata de Eunice Newton Foote, una sufragista con un desbordante amor por el conocimiento que, gracias a cuatro termómetros, dos cilindros de vidrio y una bomba de vacío, sentó precedente en su ámbito.

    Nuestra protagonista nació el 17 de julio de 1819, en un pequeño pueblo llamado Goshen (Connecticut). Su familia estaba formada por su padre —agricultor y empresario—, su madre —ama de casa—, sus seis hermanas y sus cinco hermanos.

    En el año 1841, la investigadora se casó con Elisha Foote, con el que además de su vida también compartió vocación. Las semillas de esta inclinación por la ciencia brotaron en el Seminario Femenino de Troy, donde se le impartieron sus primeras materias relacionadas con biología y química.

    Además de investigadora, Foote también destacó por su labor sufragista. Formó parte del Comité Editorial para la Convención de Seneca Falls de 1848 —uno de los primeros actos en EE. UU. que abogaba por el feminismo— y firmó, junto a su marido, la Declaración de Seneca Falls que amparaba los derechos civiles, sociales, políticos y religiosos de las mujeres.

    La desgracia del olvido

    Era la mañana del 23 de agosto de 1856, cientos de científicos, inventores y expertos se congregaron en Albany, Nueva York, para asistir a la 8º Reunión Anual de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia. Allí, varios profesionales del campo compartirían y debatirían sus investigaciones.

    En este evento, un informe se coló entre las decenas de reportes y no fue hasta el año 2010 cuando se le confirió el mérito científico que merecía. Titulado Circumstances Affecting the Heat of Sun’s Rays, este estudio hablaba sobre el efecto invernadero —un fenómeno para entonces desconocido— y lo firmaba, para sorpresa de todos, una mujer. 

    Debido a las restricciones de la época, toda mujer tenía vetado el acceso a exposiciones de aquel tipo, por lo que tuvo que ser Joseph Henry, profesor en la Smithsonian Institution, quien presentara la investigación. Curiosamente, ni el paper de Foote ni la aportación de Henry aparecieron en las actas de aquella conferencia.

    Al año siguiente, el periodista David A. Wells reseñó el trabajo de Foote y escribió lo subsecuente: «A continuación, el profesor Henry leyó un artículo de la señora Eunice Foote, precediéndolo con unas pocas palabras en las que dijo ‘que la ciencia no era de ningún país ni de ningún sexo. La esfera de la mujer abarca no solo lo bello y lo útil, sino lo verdadero’».

    Pese a esta crónica, no se encontró cita alguna del trabajo de Eunice Foote en la publicación que John Tyndall elaboró tres años después, cuyos experimentos —más sofisticados que los de nuestra protagonista— discurrían que las moléculas de gases como el metano, el dióxido de carbono o el vapor de agua bloquean la radiación infrarroja.

    No obstante, escapa de nuestro conocimiento si Tyndall conocía o no el trabajo de la científica, ya que el Atlántico separaba a ambos pensadores y las comunicaciones de la época no destacaban por su excelencia.

    Como en casa en ningún lado

    El ingenio era algo que caracterizaba a Foote y para confirmarlo no hacía falta más que fijarse en su singular experimento. Utilizando cuatro termómetros, dos cilindros de vidrio y una bomba de vacío, consiguió retener los gases que componen la atmósfera y los expuso tanto al sol de manera directa como a la sombra.

    Cuando estudió el cambio de las temperaturas, descubrió que el CO₂ y el vapor de agua absorbían una cantidad de calor suficiente como para que esta pudiera afectar el clima: «Una atmósfera de [CO₂] le daría a nuestra Tierra una temperatura alta; y si, como algunos suponen, en un período de su historia, el aire se había mezclado con él en una proporción mayor que en la actualidad, […] de ello debió de resultar una temperatura necesariamente mayor».

    Adelantada a su tiempo, Foote fue la primera en teorizar sobre lo que hoy conocemos como cambio climático y, como muchas otras mujeres, fue arrancada del gran éxito que ello le hubiera conferido en la época.

  • Vietnam: un país sin mujeres

    Vietnam: un país sin mujeres

    En Vietnam faltan mujeres. Este es un hecho que copa incluso las conversaciones de las madres vietnamitas que se reúnen por las tardes a hablar de sus hijos. Hace unos años, una de las mayores preocupaciones era que una hija de 20 o 25 años aún no estuviera casada. Pero, ahora, la preocupación de las madres se centra cada vez más en sus hijos varones.

    Ya hay 1,2 millones más de niños que de niñas entre los vietnamitas de 0 a 19 años, según el censo nacional de 2019, unas cifras que reflejan una gran desigualdad. Vietnam es uno de los pocos países, junto a China  e India , con esta problemática.

    Socialmente, las consecuencias son dramáticas para los hombres que no encuentran mujeres, pero sobre todo para las mujeres que, como un «bien» disputado, están algunas veces a mayores presiones.

    Se prefiere a los hijos varones

    El estudio «Distribución de género en Vietnam», de 2018, nombra algunas razones por las que hoy en día viven en Vietnam más niños que niñas.

    En primer lugar, el desequilibrio es resultado de la preferencia de la sociedad por los chicos. El confucianismo, dominante en Vietnam, defiende roles de género estrictamente separados y la subordinación de la mujer al hombre. Así, al casarse, las mujeres pasan a formar parte de la familia del hombre y, por tanto, se dan por «perdidas» para su propia familia. Además, los padres dependen de sus hijos -o, más bien, de sus hijos varones- para mantenerse en la tercera edad, ya que el sistema de pensiones es incierto.

    A pesar de que el Gobierno prohibió en 2003 las ecografías para identificar el sexo, hoy en día, el 83 por ciento de las mujeres embarazadas ya lo conocen antes del nacimiento, según el Perfil de Igualdad de Género por Países publicado en 2021 por Naciones Unidas. .

    Por otro lado, el Gobierno vietnamita adoptó una política de dos hijos en 1988, pero no se aplica con rigidez. Como todas las familias quieren un hijo varón para continuar su linaje, aumenta el aborto de fetos  femeninos, sobre todo en el segundo o tercer embarazo.

    «Las mujeres vietnamitas están sometidas a una presión extrema para tener un hijo varón. Si no lo consiguen, es probable que sus maridos y familias las traten mal, sobre todo en las zonas rurales», afirma a DW Khuat Thu Hong, director del Instituto de Estudios para el Desarrollo Social de Hanói

    Tráfico y inestabilidad

    Las mujeres son cada vez más víctimas de «matrimonios forzados, tráfico de seres humanos y otras formas de violencia «, según el estudio «Distribución de género en Vietnam», de Tran Thi Bich Ngoc y otros autores. Además, aumentan la prostitución y otras formas de explotación sexual .

    Según la ONU, el excedente relativo de hombres jóvenes en la columna de edad de 20 a 39 años crecerá del 3,5 actual al 10 por ciento en 2059, lo que significa que, estadísticamente, uno de cada diez hombres con edad suficiente para buscar pareja no podrá encontrar una mujer.

    Leyes fuertes, pero un Estado del bienestar débil

    Para reducir la desigualdad de género se necesita todo un paquete de medidas, explica Khuat Thu Hong a DW. Al fin y al cabo, se trata de cambiar una impronta cultural secular. Se necesitan leyes, educación y un Estado de bienestar más robusto.

    Tras las leyes de Igualdad de 2006 y de 2013, cuando incluso se dio rango constitucional a la prohibición de la discriminación de género, el Ejecutivo está aplicando ahora un segundo plan para promover la igualdad en esta materia. Así que Khuat Thu Hong está convencido de que «hay una fuerte voluntad política». La concienciación sobre el tema, dice, también ha crecido significativamente.

    Pero las leyes y la concienciación por sí solas no bastan. Algo tiene que cambiar también en el material del plano. «Hasta que no mejoremos el sistema social, el cambio no podrá ir muy lejos», dice Khuat Thu Hong, aunque cree que, pese a los obstáculos, ya hay un cambio en la dirección correcta: la desigualdad en la distribución de género al nacer. Alcanzó su punto máximo entre 2003 y 2013 y ha ido disminuyendo lentamente en los últimos años. Ahora, es necesario reforzar esa tendencia.

  • Violencia digital en México afecta más a mujeres y genera mayor consciencia entre ellas

    Violencia digital en México afecta más a mujeres y genera mayor consciencia entre ellas

    En los espacios digitales, como en los físicos, ocurren cosas que transforman las vidas de las personas. En México, 8 de cada 10 mayores de seis años utilizan internet y, en promedio, los internautas pasan cuatro horas y media navegando en plataformas o redes sociales.

    Acceder efectivamente a la conectividad es ya un derecho humano. En internet encuentras amigos, pareja, empleos, te comunicas con personas que viven en el otro lado del mundo de manera instantánea, conoces sobre lo que pasa en el mundo, pides ayuda en situaciones de emergencia, ves películas y ganas dinero.

    Por otro lado, en internet también puedes experimentar agresiones. La violencia digital es real y, a modo de espejo, refleja las estructuras que se viven en los espacios físicos: la discriminación para ciertos grupos poblacionales, el acoso escolar o las desigualdades por género.

    En México, 1 de cada 2 internautas ha experimentado acoso digital o conoce a alguien que lo ha vivido. Las mujeres y las personas de la comunidad LGBTQ+ son dos de los grupos que más agresiones digitales sufren, 95 y 75% de la población en esos grupos ha sido afectada por agresiones en línea, de acuerdo con la encuesta sobre ciberacoso levantada por Bumble en conjunto con Ipsos.

    En línea con una prevalencia mayor de agresiones, las mujeres también son más conscientes que los hombres acerca de la violencia digital. Mientras 93% de las mexicanas cree que ocurre frecuentemente, para los hombres la cifra es de 81 por ciento.

    La encuesta reveló que en todos los tipos de agresiones en línea, las mujeres son más conscientes. La brecha más amplia se presentó en el rubro de «body shaming» o las humillaciones e insultos relacionados con la corporalidad o talla de las personas. El 79% de las mujeres perciben que esta violencia existe y sólo el 69% de los hombres están al tanto.

    Otro de los datos destacables es que mientras los insultos y el acoso sexual se perciben como agresiones frecuentes y muy frecuentes (9 de cada 10 personas lo consideran así), otras violencias como el «doxing» no son tan comunes, según la perspectiva de los encuestados.

    ¿Por qué importa?

    Ser blanco de agresiones en línea limita el ejercicio efectivo del derecho al internet y a una vida libre de violencia.

    «El ciberacoso es una forma implacable y cotidiana de violencia que hace que quienes la experimentan, principalmente mujeres, se sientan angustiadas, abusadas y vulnerables. Esto dificulta su presencia, voz y participación en el mundo digital», dijo Payton Iheme, Vicepresidenta Global de Políticas de Bumble durante la presentación de los resultados de la encuesta sobre violencia digital.

    Payton Iheme, Vicepresidenta Global de Políticas de Bumble

    La violencia digital tiene, además, un impacto importante en la vida cotidiana de las personas que la han experimentado. Muchos sobrevivientes han tenido que modificar sus hábitos de conectividad y muchos otros han enfrentado consecuencias negativas en su salud mental.

    En México, 8 de cada 10 personas experimentaron ansiedad o estrés después de alguna agresión en línea.

    Quienes han sufrio violencia digital también han tenido que cambiar la privacidad de sus redes, denunciar a través de las plataformas e incluso con las autoridades locales. Incluso algunos de los sobrevivientes dejaron de usar las redes sociales y apps o detuvieron el contacto con amigos y familiares.

    Para erradicar la violencia digital es fundamental que todos los sectores involucrados -autoridades locales y federales, plataformas, empresas y la sociedad- refuercen e interseccionen las acciones de prevención, monitoreo, seguimiento e impartición de justicia.

    Es fundamental desarrollar y aplicar regulaciones claras para la violencia didital, así como sistemas de informes efectivos, accesibilidad para la denuncia y difusión.

    En 2021, México aprobó a escala federal un paquete de modificaciones a la ley mejor conocido como Ley Olimpia, que nombra y regula la violencia digital. Pero el camino todavía es largo para que todas las mujeres estén seguran en los espacios digitales.

    «Forjar un espacio digital más amable y seguro para todos nunca ha sido tan importante», concluyó Payton Iheme.

  • Guerra con ‘g’ de género: al menos 222 mujeres han sido asesinadas y desaparecidas en México por fuerzas de seguridad

    Guerra con ‘g’ de género: al menos 222 mujeres han sido asesinadas y desaparecidas en México por fuerzas de seguridad

    F. es una mujer joven que, en mayo de 2019, encontró una billetera tirada en la calle, afuera de un casino en el estado de Michoacán.

    Ante el hallazgo, ella cuenta que su primer impulso fue buscar alguna identificación del propietario para contactarlo y devolvérsela. Y sí, la cartera contenía dos identificaciones en las que aparecía el mismo hombre retratado, aunque con nombres distintos, lo que a la joven le pareció extraño.

    Por eso abandonó la idea de regresar la billetera personalmente y, en cambio, se aproximó al policía que cuidaba el acceso al casino para pedirle que la entregara a su dueño en caso de que la requiriera.

    Devolver ese artículo de uso personal fue un acto de buena fe, de honestidad, pero un día después, cuando el dueño de la cartera tocó a la puerta de su vivienda, F. comenzó su largo arrepentimiento.

    “Me alarmó, ya que desconozco cómo conoció mi domicilio… él me dijo: ‘Soy la persona a la que le dejaste la cartera, ¿te puedo invitar a salir, para agradecerte?’. Yo le dije ‘no, gracias, no me interesa conocerlo’… entonces esa persona dijo que le gustaba mi camioneta y que iba a ser de él, mi camioneta estaba estacionada afuera de mi casa y se acercó al cristal del copiloto, le dio un golpe con algo y lo quebró. Luego se fue”.

    A partir de entonces, F. sufrió el acoso de esa persona, a la que describe como un hombre obeso, bajo de estatura, con bigote y cabello muy corto, que comenzó a acudir reiteradamente a su vivienda para dejarle notas escritas en trozos de papel. Sin saber la joven cómo, esa persona también obtuvo su teléfono para hostigarla con mensajes de texto y llamadas, en una de las cuales, recuerda ella, “me dijo que a él nadie lo rechazaba, que tenía mucho dinero, que cómo una puta vieja como yo lo iba a rechazar”.

    F. decidió entonces presentar una denuncia ante la Fiscalía de Michoacán. Pero así como salió de las oficinas de dicho organismo, la joven recibió una nueva llamada de su agresor, quien le advirtió que ya estaba enterado de lo que acababa de hacer.

    La joven comenzó a sospechar que su acosador gozaba de un trato especial por parte de las autoridades de seguridad de Michoacán, que le proporcionaban información confidencial que él usaba para hostigarla. “Cambié de teléfono una y otra vez –recuerda–. Y teléfono que yo registraba en Fiscalía, para que pudieran contactarme, era teléfono que esa persona conseguía… se lo daban ahí.”

    Esa complicidad entre las autoridades y su acosador la confirmó meses después, en agosto de 2020, cuando un grupo de policías estatales la abordó mientras abría la puerta de su casa.

    Tras ponerle una navaja en el cuello, esos policías le advirtieron que estaban ahí por encargo de la persona a la que ella había denunciado y que su instrucción era matarla. Luego, la introdujeron a golpes a su propia vivienda.

    “Me dañaron –narra F.– me hicieron mucho daño físicamente y psicológicamente… son cosas muy difíciles de contar para mí… me quebraron tres costillas, me dejaron coágulos en el cerebro (por los golpes)… me violaron”.

    En México, autoridades han participado en desapariciones y asesinatos de mujeres.
    En México, autoridades han participado en desapariciones y asesinatos de mujeres.

    F. fue abandonada inconsciente dentro de su vivienda, luego de que los policías agresores la creyeran sin vida. Pero no: aunque con secuelas graves, ella sobrevivió al intento de feminicidio y hoy está lejos de su ciudad natal, puesto que, aun cuando denunció los hechos, los policías agresores siguen en el cargo y el hombre que la hostigaba, que los mandó a matarla, nunca fue investigado.

    Sin que sea una cifra definitiva, sino sólo una muestra de un universo no determinado de casos, a través de una búsqueda documental y hemerográfica, durante esta investigación fue posible identificar 222 mujeres que fueron víctimas de asesinatos y desapariciones en México, desde el año 2006 y hasta 2022, a manos de policías estatales, agentes federales, soldados y marinos, es decir, integrantes de las corporaciones que, al cobijo de la estrategia conocida como “guerra contra el crimen organizado”, ejercen sus funciones con amplia discrecionalidad. Tan amplia, que en ella caben actos criminales.

    De esas 222 víctimas, nueve lograron sobrevivir, F. es una de ellas.

    Mujeres se manifiestan ante la ola de violencia que hay en Michoacán.
    Protestas ante feminicidios en Michoacán.

    En el resto de los casos identificados, la violencia ejercida por la autoridad terminó en la muerte de las víctimas, en su desaparición e, incluso, en el extraño y cruel limbo que se abre entre ambos tipos de crímenes.

    El abanico de violencia

    Los casos identificados como parte de esta investigación evidencian que la violencia de las autoridades en contra de mujeres, en el marco de la guerra contra el crimen organizado, se ejerce como una demostración de poder y dominio sobre los cuerpos de las víctimas, así como sobre los territorios cuyo control reclaman los integrantes de las fuerzas públicas y, de esa forma, sobre las vidas de sus habitantes.

    Los 222 asesinatos, ejecuciones extrajudiciales y desapariciones de mujeres identificados en esta investigación ocurrieron en el marco de operaciones para prevenir la acción de grupos delictivos, lo mismo que en contextos de complicidad con dichos grupos.

    Además, el permiso tácito del Estado para que estas formas de violencia de género se practiquen, también traslada su ejercicio a otros ámbitos de la vida de los integrantes de corporaciones oficiales de seguridad, como sus casas, sus barrios y sus comunidades, es decir, a la vida de otras personas que terminan siendo víctimas del abuso de poder de los agentes agresores, fuera de acciones institucionales.

    Casos de muejeres asesinadas y desaparecidas por fuerzas de seguridad entre 2006 y 2022
    Casos de muejeres asesinadas y desaparecidas por fuerzas de seguridad entre 2006 y 2022 |

    En noviembre de 2020, Susana Cerón Zenteno, de 33 años de edad y empleada administrativa de la Secretaría de Seguridad Pública de Puebla, fue raptada presuntamente por su pareja sentimental, el policía estatal Efrén Hernández Romero, al que meses antes había conocido en la misma corporación.

    “Llegaron a la casa –narra su mamá, la señora Susana Zenteno–, entonces él empezó a pelear con ella, ella se metió a la casa, dejó su celular y este hombre entra, lo agarra, y ella le dice ‘dame mi celular’. Y este hombre se baja las escaleras y ella lo alcanza, pero él ya estaba en su camioneta. Entonces no le quiso dar el celular, ella abrió la puerta de la camioneta y él la jaló, cerró y se arrancó. Desde ese momento ya no supimos nada. Nada ya”.

    Aunque el rapto fue denunciado, las autoridades de Puebla no emprendieron ninguna acción para localizar a Susana, ni siquiera por ser empleada de la policía estatal, ni tampoco al agente que la privó de la libertad. “No la buscaron”–recuerda su madre con frustración–. “No hicieron nada, la verdad”.

    Doce días después, el cadáver de la joven madre fue encontrado en un lote baldío, con signos de tortura. Según los estudios forenses, su agresor la mantuvo con vida durante al menos ocho días y luego la asesinó, por lo que una búsqueda expedita de las autoridades hubiera tenido altas posibilidades de rescatarla con vida. Pero no fue así.

    “Ella era una muchacha muy alegre, nunca fue una persona problemática –recuerda su mamá, quien quedó a cargo de las tres hijas de Susana–. Ella era una buena mamá también, ¿por qué no voy a decirlo? Siempre fue una buena madre. Trabajaba siempre para sus hijas. Cuando pasó lo que pasó, la más niña tenía 5 años, la otra tenía 9 y la otra niña tenía 11… Ella era el sostén de la casa”.

    Violencia contra las mujeres en México
    Mujeres se manifiestan contra feminicidios en Puebla.

    En enero de 2021, dos meses después del feminicidio, el presunto agresor fue detenido en Chiapas, con papeles de identidad falsos con los que pretendía salir del país. Sin embargo, el cadáver de su víctima no fue suficiente prueba de su crimen y durante los siguientes dos años el agresor sólo enfrentó cargos por desaparición.

    No fue sino hasta marzo de 2023, más de dos años después del asesinato de Susana, que el Ministerio Público logró que el delito de feminicidio fuera también incluido en el juicio que hasta la fecha se sigue contra ese policía.

    Tal como informaron las fiscalías de justicia de todo el país, en respuesta a solicitudes de transparencia formuladas como parte de esta investigación, desde 2006 han sido procesados penalmente 51 agentes de fuerzas estatales o federales por los delitos de feminicidio y homicidio doloso de mujeres.

    Sin embargo, los registros administrativos en materia penal que difunden los tribunales de justicia de todo el país, a través del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, revelan que las fiscalías sólo reunieron evidencias suficientes para iniciar juicios penales contra tres uniformados, por feminicidios cometidos entre 2006 y 2019 (último año reportado). Contra el resto no se fincaron cargos ante ningún tribunal.

    De esos tres agentes contra los que sí se inició juicio, ninguno de ellos había recibido sentencia, hasta la última actualización que las autoridades realizaron a dichos datos.

    feminicidios en mexico

    Cientos de mujeres han sido asesinadas o desaparecidas por fuerzas federales.

    Silenciadas

    A Eva Alarcón se la llevaron en 2011, cuando tenía 43 años de edad. Fueron policías de la Fiscalía de Justicia de Guerrero, que operaban en contubernio con el crimen organizado, y lo hicieron en represalia por la lucha que ella libraba en defensa de los bosques de la sierra de Petatlán, valiosos para los grupos de poder que dominan dicho estado por su madera, por la posibilidad de sembrar enervantes en las tierras taladas y por servir como ruta segura para el trasiego de drogas y armas.

    Los policías se la llevaron junto con su compañero de lucha Marcial Bautista, con el que viajaba en un autobús de pasajeros hacia la Ciudad de México, donde ambos sostendrían una reunión con legisladores federales para analizar, entre otros temas, el incremento de las extorsiones del crimen organizado contra pobladores de la sierra.

    El caso de Eva muestra la forma en que la violencia es empleada para interferir y controlar la vida de comunidades enteras.

    “Mamá estudió hasta tercero de secundaria –recuerda Coral Rojas Alarcón, su hija–. Ella decía que (durante) todo su crecimiento tuvo hambre, no tenía para comer, había mucha pobreza y le costó mucho salir adelante. Pero desde muy pequeña fue muy lista: aprendió a hablar inglés perfectamente, era muy buena con los números y con los negocios y a los 15 años fue gerente de Hotel Cristal en Ixtapa-Zihuatanejo, tenía una inteligencia muy amplia, leía demasiado y en otros idiomas… Era una mujer muy libre y muy controvertida, siempre andaba haciendo revoluciones por todos lados”.

    Desde que fueron privados de la libertad, ambos están desaparecidos. Y si se sabe lo ocurrido, de hecho, es gracias a la inteligencia de Eva, ya que antes de que los policías la obligaran a bajar del autobús, ella logró esconder su teléfono celular y hacer señas a otra pasajera para que lo recuperara.

    Momentos después, esa señora usó el teléfono para comunicarse con Coral y avisarle de lo ocurrido, lo que permitió rápidamente identificar testigos de los hechos y, después, ubicar y detener al grupo de policías ministeriales, municipales y miembros del crimen organizado que cometieron el crimen.

    Sin embargo, ninguno de los procesados ha querido revelar el paradero de Eva y Marcial. Dicen que los mataron, pero la prueba definitiva de ello, sus cuerpos, no han sido localizados.

    “En Guerrero es común que participe gente del Estado en este tipo de crímenes, pero es muy difícil comprobarlo –advierte Coral–. Pero conmigo, pues, fue diferente porque tengo detenidos que comprueban que el Estado participó (en la desaparición de Eva y Marcial). Es un gran paso, es un gran avance haberlo logrado, haber comprobado que la misma policía estuvo involucrada, pero ¿de qué te sirve tener tanta gente detenida si a tu familiar no lo has encontrado? El objetivo es encontrar a tu familiar y si no lo encuentras es que no es bueno lo que tú has hecho, tu búsqueda no tiene final”.

    Sin ser una enumeración total, sino sólo una muestra ejemplificativa, en esta investigación se identificaron siete casos de asesinato y desaparición de mujeres, en represalia por su participación en movimientos políticos o en protestas civiles.

    feminicidios

    Protestas ante feminicidios y desapariciones en México.

    En 2020, por ejemplo, elementos de la Guardia Nacional dispararon contra el vehículo en el que viajaban Jéssica Silva Zamarripa y su esposo Jaime Torres Esquivel, ambos agricultores, tras participar en una manifestación en la presa La Boquilla, en Delicias, Chihuahua, de la que autoridades federales pretendían tomar agua, para pagar cuotas a las que México está obligado por el Tratado de Aguas Internacionales establecido con Estados Unidos en 1944.

    Tras la manifestación, en la que hubo jaloneos entre campesinos y uniformados, ambos bandos se retiraron de la presa, aunque usando la misma carretera, por lo que, en un momento en que la caravana de la Guardia Nacional interceptó a la de manifestantes, los agentes abrieron fuego.

    “La verdad yo no sentí los disparos –recuerda Jaime–, yo no sentí nada, yo cuando menos pensé, ya estaba ‘disparado’. No oí disparos, uno me pegó aquí atrás del oído y me imagino que ese fue el que me dejó aturdido, ni lo sentí… pero sí estaba consciente. Luego Jéssica me habló, ella, porque me dispararon primero a mí, y me dijo que me habían disparado, pero de ahí en más ya no la volví a ver, fue cuando le dispararon a ella”.

    Jéssica, de 34 años, murió de forma instantánea por un disparo que le entró por la nuca y se alojó en su tórax.

    Estrella Zamarripa fue asesinada por fuerzas federales
    Estrella Zamarripa fue asesinada por fuerzas federales.

    Inicialmente, la Guardia Nacional afirmó que sus elementos “repelieron una agresión” y seis elementos de la corporación fueron procesados, pero sólo a uno se le fincaron cargos por homicidio. Hasta la fecha, permanece sin sentencia.

    El limbo

    Susana Tapia Garibo fue secuestrada en 2016, cuando tenía 16 años de edad. La adolescente había salido junto con otros cuatro amigos varones, para festejar el cumpleaños de uno de ellos y, luego de la celebración, se detuvieron a desayunar en un puesto de la carretera. Ahí fueron interceptados y secuestrados por elementos de la policía estatal de Veracruz.

    “Había terminado la secundaria y ella decía que quería estudiar para ser veterinaria –recuerda su mamá, Carmen Garibo–. Después dijo que no, que iba a ser una ingeniera petroquímica, pero que ella iba a estudiar”.

    El video de una cámara de seguridad muestra el momento en que una patrulla de la policía estatal alcanzó a los jóvenes. Y, luego, otra cámara los captó ya detenidos, a bordo de la patrulla, mientras detrás de ellos va un policía conduciendo el auto en el que las víctimas se transportaban.

    “Desde esa fecha ya no los hemos visto –dice la señora Carmen– y pues la verdad ha sido un tiempo muy difícil, muy feo para nosotros porque pues, día a día, es estar con este dolor… Es algo que, así pasen los años, a mí nunca va a dejar de dolerme: recordar a mi hija”.

    Para eludir los cuestionamientos que este rapto generó dentro y fuera de Veracruz, luego de que la prensa difundió los videos que probaban la responsabilidad de la policía, las autoridades estatales primero fingieron la localización sin vida de las víctimas, aunque estudios forenses demostraron que los restos presentados inicialmente por las autoridades no eran de origen humano, sino de animales.

    Después, al quedar evidenciada esta fabricación, las autoridades de Veracruz decidieron revelar el lugar donde Susana y sus amigos, supuestamente, fueron ejecutados: un rancho en el que estaban enterrados cientos de fragmentos óseos, de un número indefinido de personas asesinadas por miembros del crimen organizado y por policías cómplices.

    La realidad, sin embargo, es que ahí sólo se localizó una mancha de sangre y un hueso, que correspondían a dos de los jóvenes secuestrados. Pero de Susana y sus otros dos amigos no se han identificado restos que comprueben su fallecimiento.

    A pesar de ello, con la presentación de esa fosa clandestina, los gobiernos estatal y federal dieron por localizadas sin vida a las cinco víctimas y concluyeron sus investigaciones.

    Así, para la autoridad, Susana no está desaparecida sino muerta. Pero para su mamá, ella no está muerta, sino desaparecida.

    Susana es y no es ambas cosas, al mismo tiempo.

    “Nosotros –señala la señora Carmen– no obtuvimos nada. Pero las autoridades dijeron ‘pues ya, el caso se tiene que cerrar’ y, pues, ¿qué hace uno?… Nosotros hubiéramos querido que hasta la fecha anduvieran buscando a los muchachos… Ha sido muy difícil, sólo con el hecho de estarlo hablando, es algo que duele”.

    De los 222 asesinatos y ejecuciones de mujeres, atribuidos a agentes estatales y federales durante el tiempo que ha durado la guerra contra el crimen organizado (e identificados en esta investigación), al menos 57 casos fueron perpetrados por dichas autoridades, en mancuerna con el crimen organizado.

    Eso quiere decir que uno de cada cuatro casos de asesinato o desaparición de mujeres a manos de autoridades fueron cometidos en un contexto de complicidad con grupos criminales.

    En contraste, en el caso de los hombres víctimas de este mismo tipo de hechos, esa proporción es mucho menor: sólo uno de cada diez fue atacado por autoridades en complicidad con grupos delictivos.

    Eso, lamentablemente, significa que cuando las autoridades se coaligan con organizaciones criminales para atacar a la ciudadanía, la probabilidad de sufrir esta violencia es 150% mayor para las mujeres, que para los hombres.

  • Organizaciones feministas llaman a aprobar reforma para reducir la jornada laboral

    Organizaciones feministas llaman a aprobar reforma para reducir la jornada laboral

    La reforma para reducir la jornada laboral es indispensable “para mejorar las condiciones de vida y garantizar los derechos de las personas trabajadoras en nuestro país”, pero “principalmente de las mujeres”, señala la Coordinadora Nacional de Defensoras de Derechos Humanos Laborales (CNDDHL).

    El cambio al artículo 123 de la Constitución que se impulsa en la Cámara de Diputados, con el cual se establecen dos días de descanso obligatorio por semana, beneficiaría en especial a las mujeres, pues es esa población la que fundamentalmente se encarga del trabajo del hogar y de cuidados no remunerado.

    Para el segundo trimestre de 2023, más de 15 millones de personas trabajaban 48 horas o más a la semana, según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE). De ellas, el 72% es hombre y el 28%, mujer.

    En tanto, del total de horas que toma el trabajo doméstico, las mujeres realizan el 74% de éstas y el 26%, los hombres, de acuerdo con la Cuenta Satélite del Trabajo No Remunerado de los Hogares de México.

    La aprobación de esta reforma ayudaría a “restablecer el equilibrio entre vida personal y trabajo” para ejercer “los derechos económicos, políticos, sociales y culturales de las trabajadoras en México”, para incidir en la agenda pública del país, apunta la coordinadora que aglutina a ocho organizaciones feministas.

    Pero no sólo se necesita el cambio legislativo, “sino que aseguren la aplicación de las leyes, que haya una responsabilidad del Estado para que la ejecución se haga de manera correcta. Nosotras seguiremos estando aquí para usar nuestra voz y acompañar a otras mujeres trabajadoras”, apunta Indira Solís, de la CNDDHL.

    La realidad de la sobrecarga laboral
    En el próximo periodo de sesiones del Congreso de la Unión, una de las reformas que más expectativas ha generado en los últimos meses es la de la reducción de la jornada laboral, cuyo dictamen fue avalado en comisiones de la Cámara de Diputados en abril pasado y tiene pendiente su discusión en el pleno. Con este cambio, el máximo legal pasaría de 48 a 40 horas de trabajo por semana.

    México es el país de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) con la mayor cantidad de tiempo invertido para el trabajo, con un promedio de 2,137 horas al año por persona; el promedio de la agrupación es de 1,726 horas anuales.

    Al analizar el componente de género en estas horas de trabajo, se observa que más de 1.6 millones de mujeres con hasta dos hijos o hijas laboran más de la jornada laboral permitida actualmente, que es de 48 horas a la semana. Para el caso de los hombres, la encuesta no permite hacer este cruce.

    Es urgente esta reforma, pero no para que las mujeres puedan dedicar más tiempo al trabajo que no les genera ingresos, señala en entrevista Indira Solís. “Las mujeres también necesitamos hacer uso de nuestro tiempo libre para participar en la cultura, en la vida pública” o tan sólo para descansar “y no solo regresar a cuidar hijos y limpiar casas”.

    El pronunciamiento proviene de trabajadoras de la maquila, conductoras, repartidoras, jornaleras y defensoras de derechos humanos en diferentes puntos del país. “Pero estamos abiertas a que otras voces y organizaciones se sumen, porque de lo que se trata es que todas las personas trabajadoras en espacios precarizados exijamos la aprobación de esta reforma”, explica.

    Una de las estrategias que seguirán es que, cada una de las organizaciones, realizará diferentes acciones locales para dar a conocer esta iniciativa. Por ejemplo, la Colectiva de Mujeres Rosa Luxemburgo, de Ciudad Juárez, Chihuahua “están llamando a la ciudadanía a que cada persona trabajadora le escriba a sus representantes en la Cámara de Diputados federal para empujar este proceso”.

    La coordinadora está integrada también por la Coalición de Trabajadoras y Trabajadores Migrantes Temporales Sinaloenses; el Colectivo Ollin Calli Tijuana, en Tijuana, Baja California; Conductores por Juárez; la Red Binacional de Mujeres Artesanas Niu Matat Napawika, en Puebla capital; la Unión de Jornaleros Agrícolas Gabriel Leyva Solano de Sinaloa, y el Proyecto de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, en Ciudad de México.

    Beneficios de reducir la jornada laboral
    La coordinadora señala también que uno de los grandes beneficios de apoyar y aprobar esta reforma tiene que ver con la productividad de las personas trabajadoras.

    “Al gozar de un descanso suficiente, se mejora la concentración y la atención en las tareas”. Esto repercute en una mayor “calidad en el trabajo, así como una mayor satisfacción y motivación, lo que mejora su bienestar emocional laboral”.

    A decir de la agrupación, nos hemos acostumbrado a decir que pasamos más de tiempo en el trabajo que con nuestras familias. Sin embargo, dedicarle tiempo a esa otra parte de ña vida “fortalece nuestros lazos afectivos, lo que contribuye, por ejemplo, al ejercicio de los derechos de las niñas, niños y adolescentes, e impacta positivamente en el tejido social de nuestro país”.

    Pero Indira Solís subraya que esta reforma debe ir acompañada de otros cambios, como la redistribución justa del trabajo del hogar y de cuidados.

    También de vigilancia e inspección, “de mecanismos estatales que den seguimiento a la correcta implementación de la reforma, así como posibles repercusiones en la totalidad de los derechos humanos laborales plasmados en el artículo 123 constitucional”.

  • El ‘feminicidio emocional’, la otra crisis que afecta a las latinoamericanas

    El ‘feminicidio emocional’, la otra crisis que afecta a las latinoamericanas

    Celos disfrazados de protección, bromas hirientes, control del tiempo, gritos y humillaciones son expresiones de un tipo de violencia de género que afecta masivamente a las mujeres latinoamericanas. Los datos son contundentes y muy similares. Podrán cambiar los platos típicos o el clima de un país a otro, pero los efectos del machismo estructural en la región se mantienen sin importar las fronteras.

    Algunos datos para dimensionar la prevalencia de la violencia psicológica: en México, el 51,6% de las mujeres se reconocen como víctimas, de acuerdo con la más reciente Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares que el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) presentó en agosto de 2022; en Colombia, la corporación Sisma Mujer también la ubica en primer lugar, con 54%, y la Encuesta de la UNESCO sobre Violencia a Jóvenes en Instituciones de Educación Superior de América Latina y el Caribe, presentada apenas en marzo 2023, reveló que 53% de las participantes la han sufrido en su entorno escolar.

    Perú tiene uno de los indicadores más preocupantes de la región, con casi seis de cada diez mujeres afectadas, según datos abiertos del Gobierno con corte a noviembre de 2022, aunque lo supera Guatemala, con 69%, de acuerdo al Análisis Rápido de Género realizado por ONU Mujeres y Care en 2021.

    Quizá cuando leyeron algunas de las formas en que se manifiesta llegó a su mente la tentación de pensar que no es tan grave. ¡Cuántas veces lo he escuchado! Pero las agresiones de género son un fenómeno progresivo y la violencia emocional es antesala de todas las demás, incluidas la sexual y física.

    Además, las cifras oficiales nunca alcanzarán a registrar el número de muertas en vida por el cotidiano abuso minimizado socialmente y normalizado incluso a nivel interior. Ellas, todas ellas, son víctimas de lo que llamo —con licencia y guardadas las proporciones— un “feminicidio emocional”. ¿Empezamos a hablar sobre esto?

    El reto está claro: no es fácil sospechar cuando esa familiar, colega o amiga es víctima. No hay moretones visibles ni marcas en la piel que levanten alarma, pero sí que hay huellas con profundas afectaciones en la salud mental, autoestima y autoconcepto. De hecho, algunas investigaciones científicas han demostrado que las agresiones psicológicas recurrentes son más difíciles de sanar que el trauma físico.

    Feminicidio emocional es un concepto inédito que desarrollo y documento como parte de mi tesis doctoral en la Universidad Panamericana de México. No es poco polémico: algunas veces me han cuestionado si al nombrar así los efectos de este tipo de violencia minimizo la enorme crisis feminicida que también flagela a nuestros países. Creo lo contrario, que nos permite generar alerta respecto al riesgo que hay de no actuar a tiempo. Y con tiempo, me refiero a desde la primera agresión.

    Se trata de un asunto global y la ONU lo tiene claro en su Agenda 2030. Cada día, 137 mujeres son asesinadas por miembros de su propia familia en todo el mundo, de acuerdo a la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito. Baja autoestima, inseguridad y sentimientos de culpa provocados por el violentador emocional son el inicio del riesgo feminicida en los tamizajes que aplican autoridades y academia.

    Aquí hay una clave para el análisis: el cuerpo se protege a sí mismo bloqueando aquello que le causa sufrimiento, es el instinto de supervivencia. Como el shock o desmayo que experimentamos ante un dolor físico insoportable, cuando el cuerpo emocional sufre, se resguarda. Esta reacción natural combinada con los nada naturales roles y estereotipos de género que mandatan sumisión y buena cara a las mujeres —ver Barbie, para referencias sencillas— son un cóctel peligroso.

    Una mujer desconectada de su propio cuerpo o que no puede fijar límites o expresar emociones juzgadas negativamente en la sociedad, como el enojo o la incomodidad, constituye una intersección de vulnerabilidad de urgente atención: normalicemos hablar de feminicidio emocional. ¡Aunque nos digan exageradas!

  • Se une sector empresarial por el clima e igualdad de género: Pacto Mundial de la ONU en México

    Se une sector empresarial por el clima e igualdad de género: Pacto Mundial de la ONU en México

    Los días 29 y 30 de agosto del presente año, Hilton Reforma en la Ciudad de México congregará a la comunidad mexicana de negocios para atender el Encuentro Empresarial por la Sostenibilidad; evento organizado por Pacto Mundial de la ONU en México. En este espacio de intercambio y aprendizaje, las empresas encaminarán sus estrategias para alcanzar la sostenibilidad. De esta maneram cientos de líderes y profesionales de diversas industrias, catalizarán la acción inmediata en el sector privado, en este momento crítico a mitad de camino hacia 2030.

    Específicamente el 29 de agosto, se realzarán dos firmas empresariales de alto nivel, en la que 12 empresas ratificarán su compromiso con la iniciativa Objetivos Basados en Ciencia (SBTi); además, 20 empresas suscribirán el acuerdo por los Principios para el Empoderamiento de las Mujeres (WEPs).

    Las empresas firmantes para con la iniciativa Objetivos Basados en Ciencia, son:

    • América Móvil
    • Bio Pappel
    • BOCAR GROUP
    • FibraHotel
    • Fibra Mty
    • Fibra Uno (FUNO)
    • GCC
    • Grupo Bimbo
    • Grupo Bolsa Mexicana de Valores
    • Grupo Rotoplas
    • Orbia
    • Softtek

    TE PUEDE INTERESAR: Prometen temas de valor en el Encuentro Empresarial del Pacto Mundial México

    En tanto, las 20 empresas que firmarán los Principios para el Empoderamiento de las Mujeres son:

    • Alpek
    • BBVA
    • Bayer de México
    • Bustamante + Freyre
    • Cummins
    • Empacadora San Marcos S.A. de C.V.
    • Fibra Danhos
    • Grupo Herdez
    • Grupo Libera
    • Grupo Salinas
    • Handel Mayer
    • HDI Seguros
    • KPMG México
    • Metalsa
    • Minera Pangea
    • Prepal
    • Revitaliza Consultores
    • Scania México
    • VESTA
    • Xcaret

    En este sentido, cada vez son más las empresas que emprendedn acciones en sostenibilidad;en donde Pacto Mundial de la ONU es punta de lanza para acelerar dicha transformación. Así, cientos de empresas se han reunido a través de los encuentros empresariales en Mérida, Guadalajara, Tijuana y Nuevo León.

    Los interesados pueden registrarse en la página de Pacto Mundial México:
    www.pactomundial.org.mx

  • Mujeres que deciden no ser madres: Desafíos, estigmas y resistencias en el mundo laboral

    Mujeres que deciden no ser madres: Desafíos, estigmas y resistencias en el mundo laboral

    “El capitalismo es pro natalista”, dice directa Irán Sosa Díaz, cofundadora de la comunidad Nunca Madres. Y luego abunda: “Es pro natalista con las mujeres blancas y eugenésica con las mujeres racializadas”.

    A las primeras se les hace creer que pueden ser mamás, trabajadoras y soportar dos, tres jornadas laborales, pero recibir un salario —un mal salario— por sólo uno de sus trabajos.

    En cambio, a las otras, las racializadas, de diferentes formas se les comunica que no deberían ser madres, mucho menos si son pobres. Pero una buena opción para ellas es trabajar —con peores salarios— cuidando de los hijos e hijas de las mujeres a quienes sí se les permite reproducirse.

    ¿Y las que no quieren ser mamás? Ellas deben tener algún problema en su vida para no desearlo, están mal y el sistema se los hará saber. “Nosotras, las que elegimos no maternar, no tenemos cabida en esta sociedad. No nos podemos nombrar, no tenemos inclusión en las políticas públicas ni en las políticas corporativas de las empresas”, dice la activista.

    De las más de 23.6 millones de mujeres con trabajo en el primer trimestre de 2023, más de 6.5 millones no tienen hijos o hijas, según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE). Es decir, el 28% no es madre, por lo tanto, es lo que llamarían “minoría”.

    Nunca Madres fue creada para acompañar a la mujeres y personas con capacidad de gestar en su proceso de toma de decisión de no tener hijos o hijas, así como para quienes ya la tomaron, explica Isabel Cortés, también fundadora de esta comunidad.

    “Pero son bienvenidas otras personas, por ejemplo, alguna madre a quien le parezca interesante el tema y quiere mostrarles a sus hijas, como parte de su crianza, que tienen varias opciones de vida”.

    La súper mujer

    Irán Sosa, en México, e Isabel Cortés, en Colombia, decidieron no ser madres desde hace mucho tiempo. “Pero no encontramos una comunidad que hablara de estos temas en nuestro idioma”, dice la mexicana.

    Pero además, “es súper importante contar con espacios seguros para nosotras y cualquier mujer”, porque las comunidades “que ya están creadas tiran medio mala onda y un poco de odio a las mamás, o a veces a las mismas crías. No, eso no puede ser”, agrega.

    “Reconocemos que las resistencias y las luchas son distintas para todas las mujeres. Algunas están por el aborto, otras contra la esterilización forzada y otras más en otros temas urgentes”.

    El tema de decidir no ser madre sigue siendo un tabú, dice Isabel Cortés. Mínimo, es un tema incómodo. “Uno de los objetivos de Nunca Madres es visibilizar esta decisión y que la conversación comience”, pero de otra forma a la que ha sido abordada. Hasta ahora, “quienes no queremos ser madres somos tildadas de egoístas, amargadas”.

    Otra parte de la conversación que hay que cambiar es donde se habla de la “súper mujer”. Isabel Cortés dice que la narrativa de la mujer que escoge su carrera por encima de la familia es relativamente nueva. Es “un arma en contra de quienes deciden no ser madres”.

    A finales del siglo pasado, hace el recuento, “nos vendieron la idea de que la mujer puede tenerlo todo. No solamente entrar al tema carrerista y alcanzar ciertos niveles en la industria”, hasta donde el techo de cristal les dé, “sino también ser esposa, madre, cuidar y manejar una familia”. Porque son las mujeres las administradoras del hogar.

    “Al sistema no le interesa que las mujeres dejen de tener hijas o hijos. Lo que la mujer puede o no puede hacer siempre ha ido según le conviene al sistema capitalista, es así es así de sencillo”.

    Pero ha sido el neoliberalismo el sistema que más ha explotado los cuerpos de las mujeres para reproducirse, para que se encarguen de cuidar a lo que ese mismo sistema llama o capital humano o consumidores sin que el Estado ni las empresas se hagan cargo, y para que además produzcan en el mercado laboral, coinciden las activistas.

    En ese contexto, cuando alguien se rebela a ser madre por propia elección tendrán un castigo.

    Las sanciones a la no maternidad

    “Cualquier decisión que tomes, la maternidad o la no maternidad, implica renuncias, las cuales traerán duelos. Por eso, lo más importante es acompañarnos”, dice Irán Sosa.

    También habrá sanciones. En el trabajo, “a las que decidimos no maternar nos piden que ayudemos a la compañera que sí es mamá. Nosotras no deberíamos asumir esa carga y no es contra las mamás”.

    Si la empresa o si el sistema no tiene quién le produzca al ritmo que quiere, “tiene que parar” o buscar otra solución que no sea delegarle su responsabilidad a una mujer sin hijos o hijas, dice. “Hace falta que las políticas corporativas consideren a las morras que han decidido no maternar”.

    En cuanto al Estado, la reforma constitucional para crear el sistema nacional de cuidados no ha sido aprobada. Y es cierto, expresa, hay que “colectivizar los cuidados, desde nuestra no maternidad podemos acompañar en la crianza a las mamás. Porque es suficiente ya con el antagonismo”.

    Sin embargo, tampoco las mujeres que no son madres pueden sostener lo que el Estado no sustenta. Mujeres madres o sin hijos o hijas “hemos subsidiado el trabajo del hogar y las tareas de cuidado”. Además, el trabajo de cuidados no sólo se ejerce hacia otras personas, es también para una misma.

    Luego, otra forma de penalización a las no madres es con los salarios, dice Isabel Cortés. “Es posible que se tome en cuenta que la trabajadora no tiene hijos para no subirle el sueldo o para no darle el ascenso, por esta idea de que no lo necesita, no tiene a quién mantener”.

    Es también común, agrega, “que nos digan que no somos madres, no podemos estar cansadas o no sabemos lo que es estar verdaderamente cansadas”. Las circunstancias de cada persona son distintas y medir el mundo con base en parámetros establecidos no ayuda a nadie, dicen las activistas.

    En los centros laborales hace falta mucha sensibilización e información para respetar las decisiones de vida de sus trabajadoras, concluyen.

     

  • FICM 2023: Esta es la Selección Oficial del Festival Internacional de Cine de Morelia

    FICM 2023: Esta es la Selección Oficial del Festival Internacional de Cine de Morelia

    Este 2023 se llevará a cabo la edición número 21 del Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM), un espacio que desde el año 2003 se ha dedicado a mostrar y reconocer a los creadores y sus trabajos más destacados dentro del cine mexicano en este año.

    Es por eso y siguiendo con su tradición de presentarla a finales del mes de agosto, que este viernes 25 el FICM reveló su ya famosa ‘Selección Oficial’, una lista conformada solo por películas, donde vemos a las películas que competirán este año.

    FICM 2023: Esta es la Selección oficial del Festival Internacional de Cine de Morelia
    FICM 2023: Esta es la Selección oficial del Festival Internacional de Cine de Morelia. Foto: FICM

    Este 2023 se realizará la edición número 21 del Festival Internacional de Cine de Morelia

    A diferencia de la selección del año pasado, este 2023 son 96 las películas que competirán en la 21ª edición del Festival Internacional de Cine de Morelia, el cual se realizará del 20 al 29 de octubre con muchas novedades y sorpresas.

    Primero que nada porque el FICM tendrá una versión híbrida, ya que contará con funciones presenciales en la ciudad de Morelia, en el estado de Michoacán, y también tendrá funciones virtuales que se podrán apreciar a través de Canal 22 y FilminLatino.

    FICM 2023: Esta es la Selección oficial del Festival Internacional de Cine de Morelia
    Imagen del FICM. Foto: FICM

    Las mujeres cada vez ocupan más espacios en el FICM

    Por otro lado, serán 11 los trabajos que competirán en la ‘Sección Michoacana’ (10 cortometrajes y 1 largometraje); 62 títulos en la ‘Sección de Cortometraje Mexicano’ (16 de animación, 17 de documental y 29 de ficción); 12 para la Sección de ‘Documental Mexicano’ y 11 en la ‘Sección de Largometraje Mexicano’.

    A través de un comunicado, el FICM indicó que de los trabajos que se inscribieron en su convocatoria, 27% fueron realizados por directoras. Asimismo, en esta ‘Selección Oficial’ podemos ver que el 45% de los títulos fueron dirigidos por mujeres.

    FICM 2023: Esta es la Selección oficial del Festival Internacional de Cine de Morelia
    Foto: Especial

    En fin, vamos a lo barrido y acá les dejamos los títulos que forman parte de la Selección Oficial del Festival Internacional de Cine de Morelia:

    SECCIÓN MICHOACANA

    Cortometraje

    1. Akryon | Fernando Llanos
    2. The Ballad of Tita and the Machines (El corrido de Tita y las máquinas) | Miguel Ángel Caballero
    3. Un campo que ya no huele a flores | César Flores Correa
    4. Does a Snail dream of Home? (¿Sueña el caracol en su hogar?) | Luis Armando Sosa Gil
    5. Entre dos luces | Bruno Aroesty
    6. El perro negro |  Ximena Rodríguez Juárez
    7. Sol | Marianed Soria, Sarah Greig
    8. La tierra llama | Miguel Valdés
    9. Traslado | Guillermo Aranda
    10. Veintiuno | Christopher Bedolla

    Largometraje Documental

    1. Tan cerca de las nubes | Manuel Cañibe

    SECCIÓN DE CORTOMETRAJE MEXICANO

    Animación

    1. Amanita | Carolina Revilla, Alexa Angeles
    2. Antes de entrar permita salir | Alejandro “Male” García Caballero
    3. Ark | Braulio Martínez
    4. Burnout | María de Lourdes Báez Reyes
    5. Camille | Denise Roldán Alcalá
    6. Cilindro | Erika Salazar
    7. Emme y sus días mutantes | Diego Acevedo
    8. Humo | Rita Basulto
    9. I Can’t Go On Like This by Aria Covamonas from Planet Earth (Ya no puedo seguir así por Aria Covamonas del planeta Tierra) | Aria Covamonas
    10. La canción del lago | Carlos Sallas, Ariana Navarrete
    11. La vieja y el cuervo | Lucía Bayardo
    12. Nube | Christian Arredondo Narváez, Diego Alonso Sánchez de la Barquera Estrada
    13. Nyanga | Medhin Tewolde Serrano
    14. Runa y las mortificaciones | Javiera Dolores Soledad
    15. Shell Shock | Emilio Ramírez Castro
    16. Trasiego | Amanda Woolrich

    Documental 

    1. África | Salvador Santana
    2. Ajá | Dennis Noel López Sosa
    3. Amor Ice | Katy Araiza
    4. Arkhé | Armando Navarro
    5. Bucan Tu Rhachhidu’ (Deja lo que te espanta) | Luna Marán
    6. Charrascas | Carlos Hernández Vázquez
    7. Cometa | Flavia Martínez
    8. Coronas negras | André Fara BIram Lo Sánchez
    9. Las estatuas | Natalia García Clark
    10. Lisboa nueva |  Elizabeth Beristain, Valentina Pelayo Atilano, Lourdes Hernández
    11. Mátalos a todos | Sebastián Molina Ruiz
    12. ¿Me olvidarás? | Sofía Landgrave Barbosa
    13. Neón Cortex | Bruno Varela
    14. Plataneros | Juan Garrafa
    15. Toda la noche vi crecer el fuego | Rodrigo Alonso Kahlo
    16. Tristeza tipo III | Itzanamí Vidales
    17. Últimos atardeceres en la tierra | Daniela Silva Solórzano

    Ficción 

    1. Ha | María Almendra Castro Camacho
    2. Apnea | Natalia Bermúdez
    3. Casa caída | Fernanda Labastida
    4. Casi invisible | Dalia Huerta Cano
    5. Chica de fábrica | Selma Cervantes
    6. Día 1 | Ana Montaño, Eduardo García
    7. El brillo de la luciérnaga | Augusto Reyes
    8. El color de la habitación | Iván Löwenberg
    9. El fuego que hemos construido | Fernanda Tovar Masvidal
    10. El hiato azul | Juan Romo
    11. Él, detrás del arma | Gabriel Esdras
    12. Extinción de la especie | Nicolasa Ruiz, Matthew Porterfield
    13. Glaciar | Eduardo Moreno Fernández
    14. In Freedom (En Libertad) | Jorge Sistos Moreno
    15. Jardín | María González de León
    16. La voz del rayo | Mariela Pérez-Campa
    17. Los cuerpos que se apagan | Satoru Montiel
    18. Los ojos de doña Lucy | Carlos Hinojosa, Gerardo Romero
    19. Luz de sol | Marco Aurelio Celis
    20. Maquinal | Nicolás Gutiérrez Wenhammar
    21. Plumaje | Matías Rodríguez Sfeir
    22. Retiro de la fuerza | Juan Daniel González Trujillo
    23. Revolución | Natalia García Agraz
    24. Santos inocentes | Luis Arrieta
    25. Sin lágrimas para llorar | Luis Fernando Puente
    26. Solo la luna comprenderá | Kim Torres
    27. The Broken Skateboard (La patineta rota) | Arturo Santana
    28. Totó | Andrea Ibarra Rocha
    29. Xquipi (Ombligo) | Juan Pablo Villalobos Díaz

    SECCIÓN DE DOCUMENTAL MEXICANO

    1. A través de Tola | Casandra Casasola
    2. Ch’ul be, senda sagrada | Humberto Gómez Pérez
    3. El eco | Tatiana Huezo
    4. La frontera invisible | Mariana Flores Villalba
    5. M20 Matamoros ejido 20 | Leonor Maldonado García
    6. Mil pinos | Sebastián Díaz
    7. Nómadas de la 57 | Alberto Arnaut, José María Castro Ibarra
    8. Sueño mexicano | Laura Plancarte
    9. Three sparks (Tres chispas) | Naomi Uman
    10. Una jauría llamada Ernesto | Everardo González
    11. La vida es un carnaval | Fernando Colin Roque
    12. Yurei (Fantasmas) | Sumie García Hirata

    SECCIÓN DE LARGOMETRAJE MEXICANO

    1. A cielo abierto | Mariana Arriaga, Santiago Arriaga
    2. Desaparecer por completo | Luis Javier Henaine
    3. Itu Ninu (Cumbres de maíz) | Itandehui Jansen
    4. Latido | Katina Medina Mora
    5. lumbrensueño | José Pablo Escamilla
    6. No voy a pedirle a nadie que me crea | Fernando Frías de la Parra
    7. Temporada de huracanes |  Elisa Miller
    8. Todo el silencio | Diego del Río
    9. Todos los incendios | Mauricio Calderón Rico
    10. Tótem | Lila Avilés
    11. Valentina o la serenidad | Ángeles Cruz