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  • Al ritmo de banda, mujeres mixes rompen con el estereotipo de que la música es cosa de hombres

    Al ritmo de banda, mujeres mixes rompen con el estereotipo de que la música es cosa de hombres

    Vestidas con faldas de colores y blusas floreadas, 40 mujeres de la sierra mixe interpretan música tradicional de Oaxaca y rompen con el estereotipo de que solo los hombres pueden tocar.

    En 2006, la maestra Leticia Gallardo, originaria Santa María Tlahuitoltepec, fundó la Banda Filarmónica Xaam Kiixi Xuxpëtë, que significa “Mujeres de viento florido”, conformada por niñas y jóvenes de la sierra mixe de Oaxaca.

    Leticia Gallardo explica que, en gran parte de la sierra mixe, “las comunidades tienen bandas filarmónicas que las representan y dan servicio en festividades o entierros. Esto viene haciéndose desde hace muchos años, pero hasta hace poco, era una actividad exclusiva para hombres”.

    Las oportunidades para que las mujeres participen en agrupaciones musicales en esta zona de Oaxaca comenzaron con la creación del Centro de Capacitación Musical y Desarrollo de la Cultura Mixe (CECAM), en 1977, donde Leticia estudió gracias a que su padre fue uno de los fundadores, y ello abrió camino a que más niñas pudieran acercarse.

    “Yo asistí a clases de solfeo en el CECAM desde muy niña y empecé a incorporarme en el ámbito de la música, que en ese entonces tenía muy poca participación de mujeres, porque en nuestras comunidades el rol que cumplimos es diferente y se cree que debemos dedicarnos solo a las labores del hogar”, cuenta Gallardo.

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    Foto: Facebook Crónicas en Oaxa California

    A pesar de las críticas por participar en un espacio que se pensaba como exclusivo para hombres, Leticia aprendió a tocar percusiones y el clarinete.

    A los 14 años, el director del CECAM la ayudó a obtener una beca para estudiar en la Escuela de Música “Vida y Movimiento” del Centro Cultural Ollin Yoliztli, donde aprendió violoncello y clarinete.

    Música contra la invisibilización de mujeres

    Mujeres de viento florido surgió hace 13 años, bajo la batuta de Leticia Gallardo, como una opción para mujeres, quienes continúan teniendo espacios reducidos de participación en la música tradicional de Oaxaca, y contra la invisibilización en la vida cultural frente a la abundancia de agrupaciones conformadas solo por hombres.

    La maestra Gallardo narra que, al principio, las mujeres comenzaron a animarse a aprender a tocar instrumentos como la flauta y clarinete. Poco a poco las músicas comenzaron a interesarse también por la tuba, el trombón, la trompeta y las percusiones.

    Al inicio, la banda estaba conformada por 12 niñas y jóvenes, y actualmente son 40 integrantes. “Lo importante es que, de alguna manera, Mujeres de viento florido sirvió como referencia y como inicio de un proceso para que las mujeres pudieran participar en el ámbito musical”.

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    Foto: Facebook Patricia Alcaraz

    Toda la información e imágenes son de Animal Político.
    Link original: https://www.animalpolitico.com/

  • Mi país debe proteger los derechos reproductivos de las mujeres

    Mi país debe proteger los derechos reproductivos de las mujeres

    La semana pasada inició la sesión legislativa en Tallahassee, Florida, en la que se considera un proyecto de ley que pretende prohibir los abortos a partir de las seis semanas —cuando la mayoría de las mujeres ni siquiera sospechan que están embarazadas—. Así que es necesario enviarles un mensaje a los representantes locales que quieren decidir por mí y por las mujeres de mi estado: el aborto legal y seguro no es, ni puede ser, una ficha política entre conservadores y liberales, demócratas o republicanos.

    El aborto es un asunto de salud pública, derechos humanos y desigualdad económica.

    Desde pequeña aprendí que no todas las personas —por género, clase o raza— recibimos el mismo trato por parte de las instituciones y los gobiernos. Puedo decirlo, porque a los 17 años fui obligada a vivir un proceso jurídico arbitrario, complicado y traumatizante: tuve que acudir con un juez de mi estado, Florida, para obtener la autorización legal que necesitaba para interrumpir un embarazo no deseado.

    Cuando me embaracé, no pude contarles a mis padres la angustia por la que atravesaba. Crecí en un hogar donde había violencia doméstica y sabía que tendría que lidiar sola con mi decisión de obtener un aborto. Pero no pensé que también me vería forzada a recorrer los frustrantes laberintos legales: por mi edad, debí acudir a una corte de Florida sin tener la aprobación de mis padres. El proceso jurídico tuvo un costo emocional muy alto, pero al final obtuve la aprobación de un juez. No recurrí, como miles de mujeres en algunas naciones de América Latina, a un aborto clandestino y potencialmente inseguro.

    En 1973, mi país hizo historia en el mundo cuando despenalizó la interrupción del embarazo a nivel nacional. Pero esa conquista hoy está en riesgo, en buena medida por el ambiente de polarización política que existe en el Estados Unidos de Donald Trump. En lo que va del año, según algunos informes, se han propuesto un mayor número de proyectos de ley en contra del aborto que en años anteriores.

    En la década de los setenta, el caso Roe contra Wade, que pedía que el aborto fuera permitido por cualquier razón, llegó a la Corte Suprema, en donde fue aprobado. Ese momento fue trascendental para las mujeres: un avance de enorme importancia para las estadounidenses, pero también una inspiración para las mujeres de América Latina y el resto del mundo.

    Así que no podemos retroceder: Estados Unidos debe proteger el derecho reproductivo de las mujeres y, mientras lo hace, será un modelo a seguir para los países de América Latina en los que el aborto legal y seguro todavía no es un derecho. Y es que en la región, menos del tres por ciento de las latinoamericanas viven en naciones en donde el aborto es legal en cualquier circunstancia.

    Algunos grupos extremistas en Estados Unidos y en distintos países del mundo están determinados a criminalizar a las mujeres que buscan asistencia médica cuando deciden interrumpir un embarazo. Así que soy una de las muchas mujeres que, en paralelo a la discusión parlamentaria en Florida, nos unimos a una campaña en inglés y en español de más de cincuenta organizaciones que exige que los representantes de mi estado no limiten el acceso al aborto. La campaña consiste en vallas publicitarias escritas en ambos idiomas localizadas en las autopistas que conducen hacia el capitolio de Tallahassee.

    Es la primera vez que hacemos un llamado político a favor de los derechos reproductivos de las mujeres con mensajes escritos en español. Era urgente hacerlo: las latinas en Florida son uno de los grupos más afectados por la falta de atención médica en casos de embarazos no deseados. La carencia de métodos contraceptivos asequibles, el acceso limitado a proveedores lingüística y culturalmente competentes, además de la falta de cobertura médica, son algunos de los retos que enfrentan las mujeres de las comunidades latinas.

    Esta cruzada bilingüe por una Florida más justa ocurre cuando algunos centros de salud controlados por grupos religiosos o por organismos contrarios a los derechos de las mujeres ganan influencia. Este tipo de acciones solo logran perpetuar el estigma, la vergüenza, el machismo y el silencio de las mujeres que han decidido optar por un aborto seguro, ya sea por complicaciones médicas, anomalías fetales, por haber sido víctimas de una violación o porque simplemente decidieron que no era el momento de convertirse en madres.

    Hoy comparto mi historia para hacer un llamado a los legisladores estadounidenses: a ellos les pido que dejen de ver el debate por el aborto como una discusión política o ideológica. Los legisladores de Estados Unidos deben considerar las cifras de nuestros vecinos países de América Latina que indican que prohibir el aborto no lo reduce ni lo evita.

    Mientras que el índice nacional de abortos en Estados Unidos llegó a su nivel más bajo desde que se despenalizó el aborto, en América Latina, el número de abortos permanece muy similar al de la década de los noventa. América Latina y el Caribe son hoy las regiones con las tasas anuales de aborto más altas del mundo.

    En los países latinoamericanos en los que el aborto está prohibido en cualquier circunstancia, como El Salvador, la tasa de interrupción de embarazos es mayor que en aquellos donde el procedimiento es legal y seguro. Una mujer que ha decidido interrumpir su embarazo lo hará de todos modos, aunque tenga que recurrir a métodos inseguros. Así que restringir el aborto no disminuye el número de abortos, pero sí reduce el número de muertes de mujeres. En Argentina, por ejemplo, la tasa más alta de mortalidad entre las mujeres ocurre a consecuencia de abortos inseguros.

    Por eso es importante recordarles a los legisladores de Florida que transiten por las carreteras y vean nuestras vallas en inglés y español que Estados Unidos debe resguardar una victoria legal que no tiene nada que ver con la ideología, sino con la salud de las mujeres y el respeto del derecho a nuestros cuerpos.

    Mientras protejamos esa conquista, seremos un faro de esperanza no solo para las mujeres estadounidenses, sino para nuestras vecinas al sur, quienes viven en una región en donde al menos 10 por ciento del total de las muertes maternas se debieron a abortos inseguros.

    Toda la información e imágenes son de Nytimes.
    Link original: https://www.nytimes.com

  • 7 libros para aprender sobre feminismo y derribar todos los mitos

    Feminismo es una palabra que ha sido estigmatizada con connotaciones peyorativas. Podemos encontrar cientos de comentarios demeritándolo, entre los “no creo en el feminismo, creo en el humanismo» y “las feministas odian a los hombres”, no paramos.

    Pero, ¿qué es realmente el feminismo? ¿Cómo puedes acercarte a él si no lo conoces y estás abrumada (o) con lo que se dice en Internet?

    No te daremos una definición, mejor te recomendaremos estos 7 libros que te ayudarán a comprender qué es el feminismo y por qué es importante luchar por él.

    1. Cómo ser mujer – Caitlin Morán

    Tener hijos, no tener hijos, el aborto, la ropa interior, el porno, la menstruación, la presión social de las mujeres sobre su cuerpo, el feminismo. Esta mujer no tiene filtros para hablar sobre temas tabú y lo hace de una forma muy divertida, pero al mismo tiempo te pone a pensar y a aprender de feminismo casi sin querer. Es súper recomendable porque es fácil de leer, es ligero y además de aprender te divertirás muchísimo.

    2. Los hombres me explican cosas – Rebecca Solnit

    Este libro es un compendio de ensayos acerca de la desigualdad y la violencia de género. Contiene los testimonios de la autora y el de otras mujeres que relatan cómo los hombres muestran autoridad para hablar de todos los temas, aun sin saber de ellos, y que las mujeres crecieron educadas para no cuestionar esa realidad.

    Ilustra con ejemplos reales el concepto mansplaining: cuando los hombres explican cosas a las mujeres de forma condescendiente, porque, sin importarles cuánto sabe la mujer sobre el tema, ellos asumen que saben más que ella #porquehombres.

    3. Ni una más – Frida Guerrera

    En México, las noticias sobre asesinatos de mujeres y niñas se han convertido en algo cotidiano, la violencia con la que se cometen estos crímenes acaparan la vida del país dejando a las mujeres en una situación vulnerable.

    Solo en enero de 2019, se perpetraron 304 feminicidios en el país.

    En este contexto, Frida Guerrera escribe Ni una más, un libro que además de relatar casos de feminicidio, comparte con nosotros los testimonios de los padres de las mujeres asesinadas, de los familiares de mujeres desaparecidas, experiencias de mujeres que sobrevivieron a la violencia de género y una guía con instituciones donde pueden acudir las víctimas de violencia.

    4. El cuento de la criada – Margaret Atwood

    Es el libro en el que se basa la serie The Handmaid’s Tale que llegó a México a través de la señal de Paramount.

    Es una novela que se ubica en un futuro distópico donde el valor de las mujeres se mide por su fertilidad, las convierten en esclavas para reproducirse y repoblar el mundo. A las mujeres se les despoja de su nombre y su historia.

    Lo más interesante de este libro es que a pesar de ser ficción futurista, tristemente podría recordarte mucho a la realidad del siglo XXI, donde en algunos lugares aún se mide el valor de las mujeres por su capacidad reproductiva.

    5. Todas deberíamos ser feministas – Chimamanda Ngozi

    ¿Qué es el feminismo ahora? Es decir, sabemos que existía, pero este libro habla de cómo se ha transformado hasta ser lo que es hoy. Es interesante por cómo desmitifica el feminismo, y habla de temas importantes como la crianza de los hijos. Nadie mejor que Ngozi para hablar de la desigualdad: es una mujer africaca feminista. Con este libro te quedará más que claro por qué el feminismo es vital.

    6. Un libro para ellas – Bridget Christie

    Hay que decir que no es para todos, Bridget Christie es una gran humorista, pero para algunos puede parecer demasiado incisiva. Este libro desmitifica el feminismo con sarcasmo e ironía, pero habla de temas fuertese imprescindibles como la mutilación genital en mujeres y la disparidad salarial.

    7. Morder la manzana. La revolución será feminista o no será – Leticia Dolera

    Seguramente recuerdas a Leticia Dolera por su papel en Rec 3, pero Dolera es mucho más que una actriz y una directora, también se ha convertido en una importante voz a favor del feminismo en España y el mundo.

    En este libro explica por qué es feminista y por qué todas deberíamos serlo. También cuenta historias de mujeres que nos inspiran y alientan a despertar nuestra conciencia y a enseñar a las más jóvenes a ser feministas desde niñas.

    En una entrevista con Vogue Dolera dijo: “Mordamos la manzana como Eva. No dejemos que el relato patriarcal nos diga lo que es ser (o no) mujer.»

    Toda la información e imágenes son de México.com
    Link original: https://www.mexico.com

  • Detienen a los asesinos de Marielle Franco y todo conduce a Bolsonaro

    Detienen a los asesinos de Marielle Franco y todo conduce a Bolsonaro

    Detuvieron ayer a dos policías acusados de ser los ejecutores del asesinato de Marielle Franco. Uno de ellos vivía en el mismo edificio de Jair Bolsonaro.

    A 24 horas de que se cumpla el primer aniversario del crimen de la militante y concejala carioca, agentes de la División de Homicidios de la Policía Civil de Río de Janeiro, detuvieron al sargento de la Policía Militar (PM) Roni Lessa, acusado de ser el autor de los disparos, y a Elcio Vieira de Queiroz, que había sido expulsado de la PM, sospechoso de conducir el auto desde el cual fueron acribillados Marielle y su chofer, Anderson Gomes.

    Según relata el periodista Bruno Bimbi, corresponsal de TN en Brasil, “el primero había publicado en su perfil de Facebook una foto suya al lado del presidente Jair Bolsonaro. Al segundo, lo detuvieron en el condominio de lujo donde vive, en la avenida Lúcio Costa, de la Barra da Tijuca, casualmente el mismo donde residió hasta asumir la presidencia –oh, de nuevo– el presidente Jair Bolsonaro. Y esas son apenas dos de las muchas “coincidencias” que forman el rompecabezas del crimen: todas las pistas llevan a la familia presidencial. Una más: en la conferencia de prensa posterior a las detenciones, el comisario Giniton Lages confirmó al pasar que el hijo menor de Bolsonaro, Jair Renán, de 29 años, fue novio de la hija de Lessa, el asesino”.

    Durante el operativo se realizaron allanamientos a otros 34 inmuebles citados en la investigación judicial. En una de las propiedades, de un amigo de Lessa, fueron secuestradas armas desmontables, fusiles y municiones. En otros allanamientos, la policía se llevó armas, documentos, notebooks y celulares.

    Según relata el corresponsal de TeleSur en Brasil, Ignacio Lemus, “en el allanamiento del domicilio del amigo del policía militar Ronnie Lessa, detenido por supuesto asesinato de Marielle Franco, fue encontrado el mayor arsenal de armas de la historia de Río. Entre ellas, un fusil M27 de los Fusileros Navales de EEUU”.

    De acuerdo con la denuncia de las fiscales Simone Sibilio y Leticia Emile, del Grupo de Actuación Especial de Combate al Crimen Organizado, el asesinato de Marielle fue planeado hasta cada detalle durante tres meses y fue motivado por la actuación política de la concejal, que enfrentaba a las mafias policiales y denunciaba violaciones a los derechos humanos en las favelas. La policía comprobó, analizando sus archivos en la nube, que Ronnie hizo búsquedas en internet sobre los lugares frecuentados por la concejal y también por el diputado Marcelo Freixo, con quien ella había trabajado durante años antes de ser candidata. De acuerdo con los investigadores, la autoría material del crimen está esclarecida, pero aún no hay pruebas de quién la mandó a matar y por qué.

    Lo que se sabe hasta ahora es que los autores materiales del homicidio, detenidos ayer, formaban parte de la Oficina del Crimen, un grupo de sicarios vinculado a una milicia del barrio Rio das Pedras, de la zona oeste de Río, el mismo donde viven el chófer y testaferro de Flávio Bolsonaro, Fabrício de Queiroz, y otros asesores del hijo del presidente.

    El grupo de sicarios era comandado por el capitán Adriano Magalhães de Nóbrega, alias “Gordinho”, prófugo desde enero. Otro de los jefes de la banda sería el mayor de la Policía Militar Ronald Paulo Alves Pereira, alias “Tortuga”, detenido en enero y acusado por otros crímenes.

    Raimunda Veras Magalhães, madre del prófugo, fue hasta noviembre del año pasado asesora del hijo de Bolsonaro en la Asamblea Legislativa de Río de Janeiro, donde el joven senador era diputado provincial. Raimunda había sido una de las asesoras que, cada mes, depositaba parte de su sueldo en la cuenta bancaria del chofer Fabrício de Queiroz, investigado por movimientos bancarios compatibles con maniobras de lavado de dinero por más de 7 millones de reales y por un depósito sospechoso de 24 mil reales en la cuenta de la primera dama, Michelle Bolsonaro. La madre del jefe miliciano ganaba R$ 5.124,62 reales –el mismo sueldo de Danielle Mendonça de Nóbrega, esposa del prófugo y también asesora de Bolsonaro Jr.– y llegó a depositar R$ 4.600 en la cuenta del chófer y testaferro Queiroz, quien ya confesó ante la fiscalía que el dinero era para la campaña del hijo del presidente, aunque aseguró que Flávio desconocía el origen ilegal del dinero.

    Freixo, que lideró una Comisión Parlamentaria de Investigación (CPI) sobre las milicias en 2008, por la que fueron presos cientos de milicianos, inclusive políticos y jefes policiales. Marielle fue secretaria de la comisión y recibía las denuncias. Tanto el presidente como sus hijos han sido durante años defensores de las milicias. Durante los trabajos de la CPI, el diputado Flávio Bolsonaro dijo que las milicias llevaban “felicidad” a los territorios que controlan. En agosto de 2011, la jueza Patricia Acioli, que investigaba la acción de las milicias en la ciudad de São Gonçalo, fue asesinada con 21 tiros por once policías vinculados a la milicia, que fueron condenados.

    Uno de los condenados por el asesinato de la jueza –a 36 años de prisión– fue el teniente coronel Cláudio Luiz Silva de Oliveira, excomandante de la 9º BPM, del barrio Rocha Miranda, la misma donde trabajaba Lessa, el vecino de Bolsonaro preso hoy por el asesinato de Marielle. El círculo se cierra cada vez más. Cada pieza del rompecabezas del asesinato de Marielle lleva a una nueva pista de la relación de la familia presidencial con las milicias –contratos, manejo de dinero, cuentas bancarias, fotos, relaciones políticas, fiestas de cumpleaños– y, en particular, con los asesinos.

    Como ocurre desde el día del crimen, casi un año atrás, el presidente –entonces el único candidato presidencial que no repudió esa muerte– sigue en silencio.

    Toda la información e imágenes son de Pausa.
    Link original: http://www.pausa.com.ar

  • Cada vez más mujeres usan gas pimienta para defenderse

    Cada vez más mujeres usan gas pimienta para defenderse

    Para que las mujeres que habitan y transitan en la Ciudad de México puedan portar y en su caso, utilizar gas pimienta e inmovilizadores eléctricos para defenderse ante el incremento de violencia en su contra, el presidente de la Comisión de Puntos Constitucionales e Iniciativas Ciudadanas, Nazario Norberto Sánchez, presentó en tribuna una iniciativa para despenalizar el uso de estos cuando sean usados por mujeres.

    Señaló que esta medida es una petición ciudadana, para poderse defender de una agresión sin preocuparse porque hacen algo que va contra la ley.

    Recordó que el pasado mes de enero y febrero, la Procuraduría General de Justicia Capitalina inició 48 carpetas de investigación por presuntos secuestros de mujeres, la mayoría jóvenes, en el Sistema de Transporte Colectivo Metro.

    También destacó que ante las amenazas que las mujeres enfrentan día con día, como son los secuestros y agresiones sexuales, se ha fomentado la compra de inmovilizadores eléctricos, que parecen labiales, y diferentes envases de gas pimienta «pues es la manera que encuentran de defenderse de forma inmediata ante estos agresores».

    En ese sentido, destacó, que de acuerdo con el Centro Nacional de Información respecto a la Incidencia delictiva y llamadas de emergencia al 911 en el rubro de violencia contra las mujeres, 11 de las 16 alcaldías están en la lista de los 100 municipios con más casos de feminicidios.

    Apuntó que, en la capital, el uso de gas pimienta, no se encuentra regulado en nuestra legislación penal, lo cual, dijo, «es de gran preocupación debido a que cada vez más mujeres adquieren este tipo de productos con el fin de defenderse a sí mismas, muchas sin el conocimiento que podría configurarse respecto al Código Penal como premeditación, alevosía y ventaja”.

    Recordó que esta situación ya está regulada en nuestro país a través del Código Penal del Estado de Puebla, por lo cual se propone adicionar un Segundo y Tercer párrafo al artículo 251, del Código Penal para la Ciudad de México.

    La iniciativa, se turnó para su análisis y dictamen a la Comisión de Administración y Procuración de Justicia.

    Toda la información e imágenes son de Excelsior.
    Link original: https://www.excelsior.com.mx

  • Si en la ciudad las mujeres lo tienen difícil, en los pueblos mucho más

    Si en la ciudad las mujeres lo tienen difícil, en los pueblos mucho más

    A María Sánchez (Córdoba, 1989) no le tiembla la voz (ni el pulso) a la hora de decir y escribir que «los habitantes de los pueblos son ciudadanos de segunda». Y «si ya de por sí el medio rural no existe en nuestro día a día ni en nuestra narrativa, ¿qué pasa con sus mujeres? Son invisibles».

    Sánchez, que es veterinaria de campo, escritora, poeta, tuitera y autora del ensayo Tierra de mujeres (Seix Barral), está harta de que los pueblos sólo salgan en los medios por desastres, de que sus habitantes sigan siendo comparados con Los santos inocentes de Miguel Delibes y de que programas como España Directo o Aquí la Tierra simplifiquen a las personas del campo. También está harta de reportajes de pueblos fantasma, de que la gente piense que no se puede ser ganadera y hacerse las uñas… y de mucho más. Confiesa que le «encantaría montar una página recopilando titulares sobre el medio rural. Diría: ‘Así habláis de nosotros». Lo bueno es que esta imagen general se puede cambiar: «Basta con revisarse, que no pasa nada».

    Hostias, ¿por qué quería parecerme a mi padre y no a mi madre? ¿Por qué siempre he dado importancia a los hombres de mi familia y no a las mujeres?
    Ella misma ha tenido que revisarse. De pequeña, sus únicos referentes eran los hombres de su familia; su madre era justo lo que ella no quería ser. «Ha tenido que venir el feminismo a mi vida para darme cuenta de lo que pasaba… Hostias, ¿por qué quería parecerme a mi padre y no a mi madre? ¿Por qué siempre he dado importancia a los hombres de mi familia y no a las mujeres?», plantea. Ahora es cuando piensa «en lo injusta» que ha sido con su madre. «En mi adolescencia no la podía ni ver». Pero cuando entiendes las «circunstancias de cada persona y de dónde viene», cuando piensas que a esa persona «la quitaron del colegio para trabajar y siempre se le ha negado la capacidad de decidir», la perspectiva cambia mucho. «¿Vas a ir a decir a esa mujer cómo y cuándo tiene que hacer las cosas? Eso es muy paternalista y cada persona persona tiene sus tiempos», advierte.

    Lo que significa ser una mujer ‘fantasma’

    Algo parecido ocurre con «el feminismo rural; no le puedes exigir lo mismo que al feminismo urbano». «En un pueblo te conoce todo el mundo, hay otras dinámicas y otras formas de relacionarse», explica. Sánchez reconoce que el pasado 8 de marzo se quedó un poco decepcionada al ver tan «pocas» mujeres manifestándose en los pueblos, pero aclara: «No es lo mismo salir a la manifestación en Madrid, que no te conoce nadie, que en un pueblo, donde sales y ya llevas el letrero de ‘soy yo, soy feminista y estoy aquí reivindicando». «Tendría que haberlo visto al revés. Hay que sentirse orgulloso de esas mujeres, aunque fueran poquitas. Además este año van a ser más», celebra.

    No es lo mismo salir a la manifestación en Madrid, que no te conoce nadie, que en un pueblo, donde sales y ya llevas el letrero de ‘soy yo, soy feminista y estoy aquí reivindicando’.
    Las que se manifiesten serán mujeres que sienten el respaldo de las demás y que, juntas, reclamarán que la visibilización y la igualdad no sólo llegue a la urbe, sino al mundo rural. Porque las mujeres también trabajan en el campo, aunque no figuren. «En mi asociación [la Asociación de Criadores de Ganado Caprino de Raza Florida], somos prácticamente todo mujeres veterinarias y en la facultad el 90% son alumnas. Y aunque la mayoría de mujeres de campo no estén al mando, no tengan la titularidad, sí están ahí trabajando. No están ahí sólo para ayudar. Trabajan con el marido, con el padre, con el hermano…, pero luego no figuran. Son fantasmas», critica Sánchez.

    La cuestión de la titularidad compartida en las tierras de labriego es bastante sangrante. Por ejemplo, muchas agricultoras no entienden que, pese a trabajar mano a mano con su marido o con su padre, ellas no tengan derecho a presentar los papeles para recibir subvenciones de la Política Agrícola Común de la UE (PAC) porque sólo aparece el hombre como titular. «Es brutal», admite la veterinaria. «Tú y yo ahora estamos en una edad, en una sociedad y en una época en la que no nos importa pedir a nuestra pareja que estemos los dos en los documentos, aunque él haya heredado las tierras, porque las trabajamos los dos. Pero es distinto plantearle a una mujer de 50 años que se ha criado en un ambiente de machismo que le diga a su marido que ponga los papeles a su nombre». «Y dentro de las mujeres rurales, si hablamos de las inmigrantes hay que añadir otra capa más de invisibilización», lamenta.

    ‘Pues para ser de campo te gustan mucho los tacones’, me dicen. ¿Qué pasa? ¿Que soy menos mujer rural por arreglarme? Hay que romper esos tópicos y esas falsas postales.
    Es hora de quitarse la venda con los pueblos y sus mujeres. A María Sánchez le han llegado a decir: «Ah, ¿pero que usas Twitter? No serás tanto de campo entonces». O: «Pues para ser de campo te gustan mucho los tacones». «¿Qué pasa? ¿Que soy menos mujer rural por arreglarme? A mis ganaderas también se lo dicen. Tengo una ganadera del 93 muy coqueta. ¿Y qué pasa? ¿Que por trabajar en una granja no puede hacerse las uñas? Hay que romper esos tópicos y esas falsas postales», reclama.

    Qué puede aprender la ciudad del pueblo
    Consciente del problema de la despoblación rural en España, donde más de la mitad del territorio se considera desierto demográfico, María Sánchez propone «trabajar entre todos, ponernos cara a cara y ver qué necesita el campo». «Que no se decida desde un despacho en Madrid», sugiere.

    «No pretendo que haya un colegio en cada pueblo, pero sí que haya facilidades para que quien quiera irse allí a vivir tenga un autobús que lleve a los niños al colegio o tenga un pediatra», aclara. «Y creo que se puede. Miro a Francia, y allí hay mucha gente que se está yendo a los pueblos a vivir. Mi mejor amiga vive en Francia en un pueblo de 200 habitantes y es profesora». La autora está convencida de que «se vive mil veces mejor en un pueblo que en una ciudad». Y cita los inconvenientes de la capital: «La subida de los alquileres, la forma de relacionarse, el tráfico, la contaminación…».

    Se vive mil veces mejor en un pueblo que en una ciudad.
    «Quizá en las ciudades pueden aprender algo de cómo se vive en el pueblo», afirma. Por ejemplo, sororidad (aunque no se le llame por ese nombre). «Mi abuela que vive sola y apenas puede andar siempre tiene su puerta abierta. Si le pasa algo y no nos lo quiere contar por teléfono, nos llama la vecina para avisarnos de si se ha mareado o ha tenido que ir al médico», relata Sánchez. «Y también están las mujeres que van a casa de la vecina con su ollita caliente. Ese intercambio de alimentos, de productos del huerto, ese estar pendiente las unas de las otras es muy de pueblo», describe.

    La autora tiene puestas sus esperanzas en las nuevas generaciones, «en Greta [Thunberg] y en todos los jóvenes que se están manifestando contra el cambio climático». «Siempre somos muy paternalistas con los que vienen, pero en esto tenemos que aprender de ellos», opina. Y apoyarlos y darles los medios necesarios, claro. «En un estudio, el 80% de los niños reconocían imágenes de Pokémon y menos del 50% a los animales y los árboles de su área. ¿Cómo van a cuidar eso si no lo conocen?», denuncia.

     

    Por eso a María Sánchez le gustaría ver «más libros del medio rural escritos por mujeres», algo que hasta hace poco era casi inexistente. «Si nos han enseñado a avergonzarnos de dónde venimos, ¿cómo íbamos a ponerlo en valor y a reivindicarlo? Si las mujeres tuvieron que irse del colegio para trabajar en el campo y ni siquiera tenían un trabajo reconocido, ¿cómo se iban a plantear dedicarse a una labor cultural?», reflexiona.

    Lo que ella tiene claro es que Tierra de mujeres no existiría si no lo hubiera escrito una mujer y que sería muy, muy distinto si lo hubiera escrito un urbanita. Tendría «una visión paternalista, pobre, vacía, nostálgica, muy plana; esa es la literatura que siempre se ha escrito del campo», añade.

    Toda la información e imágenes son de Huffingtonpost.
    Link original: https://www.huffingtonpost.es

  • Alexa Moreno gana medalla de bronce en la Copa del Mundo

    Alexa Moreno gana medalla de bronce en la Copa del Mundo

    La gimnasta mexicana Alexa Moreno ganó medalla de bronce en la Copa del Mundo, que se realiza en Bakú, Azerbaiyán, y con ello logró su primer podio de la temporada.

    Después de dos ejecuciones, la mexicana tuvo una puntuación final de 14.249, que la ubicó en el tercer lugar.

    El oro fue para la estadunidense Jade Carey, con 14.766; y la plata para Oksana Chusovitina, con 14.450.

    Ésta es la segunda final del año de Alexa Moreno; la primera fue en la Copa del Mundo en Australia, donde se quedó con el cuarto sitio.

    Toda la información e imágenes son de MILENIO.
    Link original: https://www.milenio.com/

  • Datos y mapas sobre violencia feminicida

    Datos y mapas sobre violencia feminicida

    La categoría de feminicidio fue fundamental en estas últimas tres décadas no sólo para visibilizar que algunos asesinatos de mujeres son crímenes de odio, asesinatos de una mujer por el simple hecho de ser mujer.

    La categoría de feminicidio – así como la plantearon las académicas mexicanas que transitaron del concepto de femicidio a la categoría de feminicidio – se usa sobretodo para afirmar que la mano que mata no es solo la del victimario, sino de todo un contexto social que justifica y permite impunemente su reproducción.

    La categoría de feminicidio adquiere potencia política porque – ya desde la década de los noventa – afirmaba que es el Estado el primer responsable del asesinato si no pone en marcha medidas eficaces para contrarrestar la violencia contra las mujeres y de todos los cuerpos feminizados.

    “Fue el Estado”: ¿cuántas veces hemos escuchado, o leído, esta frase en los últimos años?

    Esta frase, nos llega hoy, con un eco mucho más violento, desde el desierto de Ciudad de Juárez.

    Hoy en dia, estamos corriendo el riesgo de perder esta densidad semántica y esta potencia política de la categoría y vaciarla de contenido: a menudo se crea un enorme escenario donde para visibilizar la violencia más extrema, miramos solo la masacre. Ponemos en relación el feminicidio con la criminalidad organizada, con las armas de fuego, con el espacio público, perdiendo de vista el entramado complejo de la telaraña que teje la violencia.

    ¿Quién mató Mariana Lima Buendía el 28 de junio de 2010 en su casa en el Estado de México? Su pareja, un policía judicial.

    ¿Quien mató Lesvy Berlín Rivera Osorio en la UNAM la tarde del 2 de mayo de 2017? Su novio, un joven de 29 años.

    En esta telaraña se construyen realidades a través de dos instrumentos muy eficaces desde un punto de vista comunicativo: los datos y los mapas. Cuando visualizamos un mapa, la imagen vuelve de inmediato realidad lo que estamos narrando. Cuando presentamos un dato, su presunta neutralidad nos da la seguridad de poder leer la realidad de manera clara.

    Vamos a ver que se esconde atrás esta cortina de humo.

    Los datos y los mapas

    No existe en México actualmente ninguna fuente de datos, ni privada, ni pública, ni construida por ciudadanas, ni por el gobierno, que pueda medir con precisión cuántos feminicidios -tal y como están definido en el código penal federal- han ocurrido en el país.

    Los datos que el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad pública mes con mes de incidencia delictiva de feminicidios lo único que refleja es el total de víctimas reportadas en averiguaciones previas o carpetas de investigación abiertas por lo que las procuradurías estatales consideraron fue un feminicidio en un mes específico. Es decir, cuántas víctimas hay en la investigaciones abiertas por lo que un ministerio público de un estado decidió era feminicidio.

    Además, en la actualidad la mayoría de los mapas incluyen solo el total de víctimas de homicidio reportadas por fuentes hemerográficas que la persona catalogando considera fue un feminicidio. La probabilidad de que un feminicidio sea observado y reportado por un periódico depende de dónde ocurre y de las características de la víctima. Es decir, no es igual de probable que el homicidio de una mujer en la Ciudad de México sea reportado por un periódico que el de una mujer en Chiapas, ni que el de una mujer universitaria sea reportado que el de una mujer en condición de calle, por ejemplo.

    Existen esfuerzos de georeferenciar datos de notas de prensa que no reportan feminicidios sino asesinatos de mujeres, ya que no se utilizan datos fidedignos para compararse con los datos de la prensa. Se reportan puntos georeferenciando el lugar en donde se encuentra el cuerpo y no el lugar del asesinato. Cuando los mapas no tienen posibilidad de lectura de los datos por escala municipal o estatal, de manera que se pueda acotar el fenómeno para su análisis, los riesgo son múltiples, citamos solo algunos: una patologización de la violencia al querer forzar patrones espaciales y de sujetos delictivos, el efecto de no sentirse involucrados con el problema, lo alejemos a una circunstancia que no tiene que ver con nosotras y nuestra experiencia de vida.

    Es necesario también problematizar el rol del así llamado ‘crimen organizado’ o aún peor llamado ‘narco’, ya que en la actualidad no tenemos métodos de análisis geoespacial de este fenómeno, tanto erradicado cuanto aparentemente normalizado.

    A través de los llamados mapas de densidad, se ubican puntos rojos -llamados hotspots o puntos de calor- que se agregan y desagregan conforme vayamos utilizando el zoom solo funciona para dar cuenta del ‘tamaño’ del problema a nivel nacional o zonal -en términos de zonas no definidas- y generar miedo y acciones desde la urgencia y la emergencia. Hay que tener responsabilidad en crear realidades a partir de los mapas.

    Sin embargo, hay maneras metodológicamente robustas para acercarnos a la magnitud del fenómeno usando también los registros de mortalidad que publica el INEGI, que son comparables entre los años y entre los distintos municipios y estados del país. Cómo por ejemplo hizo la investigación diagnóstica de la Cámara de Diputados publicada en 2006.

    Según la propuesta elaborada por Carolina Torreblanca de Data Cívica nos preguntamos, ¿qué dicen las cifras? Desde el 2000 hasta 2017, en México se registraron según cifras de mortalidad del INEGI 311,199 homicidios. De estos, 34,846, es decir el 11.2%  han sido de mujeres.

    Si bien a las mujeres las matan menos que a los hombres, también las matan de maneras diferentes. Mientras que una de cada tres mujeres es asesinada en la vivienda, solo uno de cada 10 hombres asesinados muere en el mismo lugar; Mientras que sólo en el .8% de los homicidios de hombres se reportó la existencia de violencia familiar, en el 5.2% de los de mujeres se registró su existencia. Cerca del 20% de las mujeres asesinadas en el periodo murieron ahorcadas o sofocada, pero solo poco más del 6% de los hombres murió igual.

    Hay dos violencias homicidas contra las mujeres en México: la primera aumenta y disminuye a la par que lo hace la tasa de homicidios de hombres, mientras que la segunda es constante, no cambia sin importar lo que ocurra en el país; esta última es la violencia feminicida.

    La academia hace un llamado a la prensa y a las instituciones en un encuentro abierto este sábado 16 de marzo, en la Casa Refugio Citlaltépetl, de 12 a 14 horas, para hablar de Datos y Mapas sobre Violencia Feminicida. ¿Qué estamos comunicando? Coordinadoras: Emanuela Borzacchiello y Giulia Marchese.

    La representación de las violencias feminicidas articula un campo narrativo de referencia a partir del cual se construirán políticas públicas y el Plan Nacional en contra del Feminicidio. Por lo tanto, todos los actores que se ocupan del tema tienen voz pública y, también, responsabilidad política.

    Expertas en violencia feminicida convocan medios de comunicación e instituciones a un encuentro para abrir y socializar algunas preguntas: ¿qué datos estamos citando? Antes de usar datos sobre el feminicidio, ¿cómo los verificamos? Las representaciones visuales, como los mapas, crean una realidad. Antes de usar un mapa, ¿cómo estamos comprobando los datos y la metodología que se usó para su construcción?

    Participan al encuentro:

    UNODC. United Nations Office on drugs and crime

    Ernestina Godoy Ramos, Procuradora General de Justicia de la Ciudad de México

    Marcela Lagarde y de los Ríos, antropóloga feminista y la primera que acuñó la categoría feminicidio

    Patricia Castañeda Salgado, académica CEIICH-UNAM

    Andrea Medina Rosas, abogada feminista y litigante en el caso “Campo Algodonero” frente a la CIDH.

    Angélica Lucía Damián Bernal, geógrafa feminista y coordinadora de la primera cartografía nacional del feminicidio en el Informe de la Cámara de Diputados sobre violencia feminicida 2006

    Carolina Torreblanca, analista de datos de Data Cívica.

    El encuentro es en Citlaltépetl 25, Hipódromo, 06170 Ciudad de México, CDMX.

    Toda la información e imágenes son de ANIMAL POLÍTICO.
    Link original: https://www.animalpolitico.com

  • Niñas, futuras mujeres, libres de violencia gracias a la educación

    Niñas, futuras mujeres, libres de violencia gracias a la educación

    Desde el 11 hasta el 22 de marzo está teniendo lugar en la sede de Naciones Unidas de Nueva York la 63 Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer (CCJSM), que es el principal órgano normativo mundial consagrado a la igualdad de género y al empoderamiento de las mujeres. Las sesiones de este año versan en torno a sistemas de protección social, acceso a servicios públicos e infraestructuras sostenibles para conseguir la igualdad de género y el empoderamiento de niñas y mujeres. Desde Entreculturas, estamos participando en estas sesiones con el convencimiento de que el sistema educativo y el entorno escolar es uno de los mejores sistemas de protección fundamentales y defendiendo que la educación desempeña un papel fundamental como palanca de desarrollo tanto individual como colectiva de las niñas con las que trabajamos cada día en programas como La luz de las niñas.

    Hoy en día, las niñas que ejercen su derecho a la educación son más numerosas que nunca. No solo aprenden a leer y a escribir, sino que con cada año que permanecen en la escuela tras finalizar la educación primaria, reducen sus posibilidades de contraer matrimonio a una edad demasiado temprana y generan capacidades para tomar decisiones propias sobre su futuro. También aumentan sus posibilidades de encontrar trabajo, llevar una vida sana, gozar de bienestar en general y ejercitar sus derechos de participación y liderazgo en la esfera pública como las ciudadanas que son.

    Sin embargo, aún hoy, a escala mundial, casi 15 millones de niñas son obligadas a contraer matrimonio antes de cumplir 18 años, esto es, unas 37.000 al día. Según datos ofrecidos de ONU, el 35% de las mujeres de todo el mundo ha sufrido violencia física y/o sexual a manos de sus parejas o a manos de otras personas.

    En las niñas confluyen dos condiciones que las hacen vulnerables a las situaciones de violencia: su género (ser mujeres) y su edad (la fase de desarrollo vital de infancia o de adolescencia en la que se encuentran). Estas condiciones y las prácticas nocivas asociadas a ellas comportan un riesgo de violencia en multitud de contextos socioeconómicos y culturales. Por tanto, la vida libre de violencia para las niñas y la igualdad de género son compromisos irrenunciables si queremos construir un mundo que no deje a nadie atrás.

    Con cada año que una niña permanece en la escuela tras finalizar la educación primaria, reduce las posibilidades de contraer matrimonio a una edad demasiado temprana

    Las ONG tenemos un papel muy destacable en estos espacios, ya que hemos influido en la concepción del marco de políticas mundiales con respecto al empoderamiento de las mujeres y de la igualdad de género —en 1995, la comunidad internacional acordó la Declaración de Pekín en la que se establecieron los objetivos a alcanzar en materia de igualdad y equidad en las próximas décadas—. En este sentido, las sesiones oficiales de las que estamos siendo testigos cuentan con la presencia de personal perteneciente a Ministerios de Igualdad y Servicios Sociales, Justicia de todo el mundo, están simultaneándose con eventos paralelos organizados por ONG y organizaciones internacionales que trabajan en torno a temas como la mutilación genital femenina, la educación de las niñas en zonas de conflicto o la detección y prevención de la violencia contra las niñas.

    De hecho, mientras escribimos, estamos participando en un evento paralelo sobre buenas prácticas y movilización de la sociedad civil en la lucha contra la violencia de género, organizado conjuntamente por las Misiones Permanentes de España, Andorra, Marruecos y Finlandia ante las Naciones Unidas, con figuras como la ministra marroquí de Familia, Solidaridad, Igualdad y Desarrollo Social, Bassima Hakkoui o la secretaria de Estado de Igualdad española, Soledad Murillo. Creemos que este es un espacio privilegiado de intercambio y aprendizaje sobre la vinculación de la sociedad civil con las instituciones públicas en torno a la lucha contra la violencia hacia las niñas en el marco multilateral que ofrece Naciones Unidas.

    En la Declaración que hemos presentado con motivo de la Comisión, denunciamos la débil capacidad institucional para acabar con esta realidad y la ausencia de mecanismos de denuncia y protección de las niñas. En la mayoría de los casos las niñas y adolescentes desconocen sus derechos, tienen miedo a ser estigmatizadas o dudan sobre cómo reportar los casos de violencia. Alertamos sobre determinadas normas discriminatorias, prácticas tradicionales y culturales de las comunidades y las familias con las que trabajamos y que son origen de desigualdad entre niños y niñas desde su nacimiento así como del maltrato que se ejerce contra las niñas. Roles tradicionales tóxicos que se replican y reproducen en los entornos patriarcales y patrones sociales de conducta que hacen que, mujeres y hombres, acepten y desarrollen actitudes y comportamientos violentos como algo natural.

    Por tanto, destacamos la responsabilidad de los Estados y de todos aquellos que nos sentimos concernidos por la situación de las niñas y jóvenes e insistimos en la necesidad y la urgencia de sumar esfuerzos para transformar las escuelas en espacios protectores y seguros, lo cual implica contar con infraestructuras escolares inclusivas, protectoras y adecuadas a las necesidades específicas de niñas y jóvenes.

    Es necesario además, promover con la comunidad escolar escuelas que establezcan programas orientados a la prevención, detección y actuación ante cualquier caso de violencia. El equipo docente debe estar formado en materia de igualdad de género y en prevención y detección de la violencia hacia las niñas.

    Toda la información e imágenes son de EL PAÍS.
    Link original: https://elpais.com

  • Judith Butler: “Necesitamos una sociedad en la que el feminicidio deje de encubrirse”

    Judith Butler: “Necesitamos una sociedad en la que el feminicidio deje de encubrirse”

    Una de las voces más sobresalientes en temas de género, feminismo y sexualidad, es sin duda la de Judith Butler. Filósofa estructuralista, de origen judío y nacida en Estados Unidos, ha publicado libros como El género en disputa, Feminismo y la subversión de la identidad y Cuerpos que importan, entre una obra vasta que se nutre de las teorías de Freud, Lacan y Foucault, así como de Simone de Beauvoir y los clásicos griegos. Butler ha cuestionado la formación de la identidad a partir de estructuras sociales de poder y la utilización de un lenguaje plagado de estereotipos y fórmulas que carecen de vigencia. Es el caso de conceptos como sexo, género y deseo, que obedecen a construcciones culturales que excluyen a quienes no responden a la norma establecida. La oportunidad de conversar con Judith Butler se dio durante su visita a México para impartir la Cátedra Julio Cortázar. Sobre el escritor argentino, dijo admirarlo, sobre todo, en su faceta de activista. “Leí muchas de sus novelas —Rayuela, desde luego—. Fue hace muchos años, aunque he vuelto a hacerlo. Pero esta vez leí más sobre su activismo, que fue muy impresionante. Me di cuenta de que fue parte del Segundo Tribunal Russell y quiso exponer los crímenes contra la humanidad cometidos en dictaduras, en Argentina, pero también en otros países. También sé que tenía mucho interés en Cuba y hubiera querido ver realizados los grandes principios del socialismo en el mundo y creía que era posible. Así que su valentía, su imaginación, su optimismo, son muy importantes para mí”. Además de su labor académica, Judith Butler es también una activista que lucha en defensa de los derechos humanos, de las mujeres y las minorías. Cuando le pregunto qué fue lo que detonó su interés en temas como género, feminismo y sexualidad, se remite a su infancia: “Nací en un mundo donde la gente me miraba como a una niña y me trataba como a una niña. Alrededor de los cinco o seis años me debatía en una lucha por la manera como me abordaban. Comencé a hacer preguntas sobre qué clase de niña podría ser, porque no me conformaba con la idea que me habían impuesto. Entendí que se me encasillaba en un género, eres niño o niña, y en el fondo sentía que no deberían llamarme así, no sabía qué quería decir la gente. Así que los temas de género fueron un problema desde que tenía cinco años. Más tarde, cuando comencé a leer libros sobre feminismo, entendí al género como una categoría. Lo que me resultó importante fue descubrir que no importa el sexo con el que naces, siempre puedes surgir de distintas maneras, como mujer, hombre u otra categoría, que no todo estaba fijo en cuanto al género. Y que la vida cultural que podías vivir en el cuerpo que tienes no está determinada por el sexo que se te asigna al nacer. Esa fue para mí una liberación y se convirtió en la base de mis reflexiones sobre lo que podríamos llamar las distinciones entre sexo y género”.

     En un entorno donde aún prevalece el racismo, ¿cómo has enfrentado el hecho de ser mujer, de origen judío y lesbiana? Me he sentido discriminada muchas veces. Por supuesto, entendí que me discriminaban como niña; no se me daban las mismas oportunidades que a mi hermano o a otros niños. Fui muy afortunada porque mis padres pensaban que yo podía tomar cualquier postura en la vida, así que me alentaron, especialmente en la universidad, y nunca me impusieron ningún límite. Me siento afortunada de que mi padre fuera un feminista avant la lettre, mucho antes de que se usara el término. En la comunidad judía, mi hermano tuvo su Bar Mitzvah, y yo no entendía por qué las mujeres no podían hacerlo. También me sentí discriminada por mi apariencia porque no me presentaba de un modo femenino convencional. Ahora bien, algunas mujeres son discriminadas porque se ven femeninas y otras porque no parecen femeninas. Hay cierta fobia por no cumplir con las normas convencionales de la sociedad.

    ¿Cómo han influido el autoritarismo y la represión en la construcción de una identidad sexual o de género?

    Es una pregunta muy importante, sobre todo en el contexto de Latinoamérica y otras áreas, que han vivido bajo dictaduras o regímenes autoritarios. Mi país está apenas entrando a esa historia. Tenemos un líder autoritario, quizá se convierta en un dictador, quizá no, pero pienso que bajo regímenes autoritarios la familia está más vigilada. Las mujeres deben cumplir con ciertos roles. Se espera que los hombres sean muy masculinos. Deben pelear por la nación, protegerla. Estos gobiernos se apoyan en la estructura de familias convencionales para poder reproducir la idea de nación y patriotismo que van de la mano con las formas del autoritarismo. La gente no está dispuesta a renunciar a sus libertades individuales a menos que considere que pertenecer a una nación es más importante, y pertenecer de una manera tan nacionalista supone renunciar a la libertad individual. Resulta paradójico que en sociedades donde se han ganado espacios de libertad la gente elije el regreso de líderes autoritarios y gobiernos represivos; por ejemplo, en el caso de Brasil. La propagación de la ideología anti género en Brasil ha sido muy importante para la popularidad de Bolsonaro y su elección. La ideología anti género sostiene que el concepto de género traerá caos. Aceptar la categoría de género, negar las diferencias entre sexos, atacar el matrimonio heterosexual o creer que las mujeres tienen la libertad de practicarse un aborto si así lo deciden, son formas de libertad o nuevas formas sociales que atacan no solo a la familia y a la heterosexualidad, sino a la Iglesia y su relación con el Estado. Pienso que los evangélicos de derecha tienen una idea fantasmagórica, una ilusión de lo que es la ideología género, y la propaganda genera un alto grado de miedo. Así, un autoritario llega al poder produciendo miedo en los ciudadanos, emerge un nacionalismo que tiende a resucitar la autoridad masculina, los privilegios del patriotismo, de la familia tradicional; niega la libertad sexual a las mujeres y la simple variación entre los seres humanos en las cuestiones de orientación sexual. Ser gay, bisexual o lesbiana, forma parte de nuestra historia de vida, y el autoritarismo trata de reprimir esta complejidad del ser humano que es inherente a nosotros. Ante estas condiciones de represión, solo nos queda convertimos en marginados. Por supuesto, las redes de respaldo y solidaridad en Brasil se están fortaleciendo y enlazando con gente de todo el mundo que trata de defender sus libertades, su complejidad individual como seres sexuales cuyos deseos no siempre se alinean con lo que quiere el Estado.

    ¿Qué consideraciones harías en cuanto a los avances del feminismo en el mundo occidental a diferencia de otras culturas como la musulmana?

    Hay muchas diferencias. Cuando pienso en Estados Unidos y los avances del feminismo, veo que las mujeres han comenzado a cerrar la brecha salarial, hay protección legal contra la discriminación. El acoso y la violación ya se consideran crímenes, y el castigo en la mayoría de los casos es serio, aunque no siempre. También veo que hay una reacción contra el feminismo, cierto miedo de que borre las diferencias entre hombres y mujeres o ataque a la familia tradicional. Sin embargo, muchas mujeres, aun en familias heterosexuales tradicionales, exigen más libertad e igualdad y no necesariamente quieren alejarse de la tradición, aunque las tradiciones cambian con el tiempo. Hay cierto miedo de que no existan normas culturales que regulen nuestra sexualidad o nuestro género, pero creo que son miedos extremos que no están basados en la realidad. Cuando hablamos de las mujeres y el Islam, o feminismo e Islam, hay un movimiento importante. Hay quienes dicen que no hay tal cosa como feminismo musulmán, porque si eres musulmana estás subordinada al hombre. Sin embargo, hay miles, y la batalla que están dando tiene que ver con un sentido de profunda pertenencia a su comunidad religiosa y el deseo de mayor libertad, más igualdad, más participación en la vida pública, más oportunidades en la esfera económica. Creo que es tiempo de que tengamos una mejor comprensión histórica de esta compleja religión y su relación con las mujeres, el feminismo y la homosexualidad, porque aunque pensemos en el Islam como homofóbico y mucha gente que practica el Islam se oponga a la homosexualidad, hay muchas historias de amor entre personas del mismo sexo en el Corán. Recientemente, hubo un uso político del Islam que lo hizo entrar en estos debates en una forma rígida. Tengo mucho interés en este problema y apenas he comenzado a estudiarlo, pero sé que es muy complejo.

    ¿Qué dirías sobre la situación de violencia y feminicidio que se vive actualmente en México?

    Creo que con “Ni una menos” y las grandes movilizaciones contra la violencia hacia las mujeres y personas trans hay una nueva pasión política y una nueva conciencia. Lo que me preocupa es que, por lo general, esta violencia la ejercen personas cercanas a la víctima: el esposo, el novio, alguien dentro de casa o en la comunidad. En el caso de los trans, a menudo son violentados en público por sus familias y amigos. Pero si no hay modo de reportarlo, si la autoridad está encubriendo el crimen o se rehúsa a investigar; si la policía es cómplice de los criminales, si ellos mismos cometen el crimen, y el Estado los está protegiendo o hace alianzas y negocios con ellos, no hay responsabilidad. Me parece que esto es lo más importante: construir una sociedad en la que crímenes como éste no se encubran. Mientras más se encubren, más gente, más hombres, sentirán que son libres para matar. Se crean fraternidades terribles, con leyes no habladas entre los hombres, que saben que pueden matar y no serán perseguidos. Es una suerte de estructura social que debe ser desmantelada. Y mientras más hombres se sumen a la campaña contra la violencia, será mejor. Sobre todo los que están en la escena pública, porque esto permitirá romper con la solidaridad entre ellos y mostrarles, a quienes matan o ven la violencia como un derecho natural, que no tienen el apoyo de todos los hombres. Creo que sería un pronunciamiento muy importante; me gustaría ver más de eso. Otra de tus preocupaciones es la migración, la vida precaria de los migrantes y otros grupos marginados.

    Sobre la caravana de Honduras, ¿crees que estas movilizaciones podrían contribuir a replantear nuevas políticas e incrementar los movimientos de solidaridad en la región?

    Creo que Estados Unidos debe darles la bienvenida, abrir las fronteras, entrenarlos para trabajar, darles un techo y conectarlos con comunidades de habla hispana que puedan ayudarlos a construir una vida en este país. Pienso también que nuestros movimientos de solidaridad deben volverse más internacionales y me preocupa cuando aceptamos el modelo impuesto por la nación: estos son los derechos de los gay o estos los de migrantes. Los derechos de los migrantes son transversales, están definidos por el cruce de fronteras, y de alguna manera también por nuestra resistencia a la violencia en las fronteras. Así que necesitamos cruzar las fronteras en nuestra mente y en nuestras alianzas para lograr una solidaridad más efectiva en estos temas.

    Volviendo a Cortázar y el mundo que nos abrió, ¿dirías que la literatura puede contribuir a una mejor comprensión de nuestra realidad?

    Muchos vivimos en desesperación o somos pesimistas sobre las posibilidades de cambio, y lo que hace la literatura es abrir mundos posibles, nuevos caminos para la imaginación. Precisamente ahora, cuando no podemos imaginar que las cosas sean distintas, la literatura tiende a reorganizar el tiempo y el espacio para nosotros, nos permite considerar personajes, acciones y mundos que quizá nunca imaginamos. Así que abrirnos a otros mundos posibles es una de las cosas más esperanzadoras que puede hacer la literatura.

    Toda la información e imágenes son de Milenio.
    Link original: https://www.milenio.com