Los países nórdicos a menudo están a la vanguardia en temas de derechos humanos, y en esta ocasión no es la excepción. Islandia acaba de aprobar una ley que exige a sus empresas pagar el mismo sueldo a hombres y mujeres.
Así, Islandia se convierte en el primer país en exigir igualdad salarial sin importar el género, nacionalidad, sexualidad o etnia del empleado.
De acuerdo con la agencia de noticias AP, toda empresa que tenga 25 empleados o más, deberá obtener una certificación que demuestre que hombres y mujeres ganan el mismo sueldo por el trabajo que realizan (sin importar su género).
Foto: Actitud FemLa certificación aplica para empresas públicas y privadas que deberán demostrar igualdad en los salarios.
Para 2022 Islandia espera erradicar la brecha salarial por género, como lo explicó el ministro de Asuntos Sociales e Igualdad; Thorsteinn Viglundsson:
Tenemos que asegurarnos en el lugar de trabajo y que es nuestra responsabilidad tomar todas las medidas para lograrlo.
Mientras tanto, en México la situación es vergonzosa. De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo, la brecha salarial de las mujeres respecto a los hombres es de entre 15 y 20 por ciento.
Sí, una mujer en México puede ganar hasta 20% menos que un hombre, solo por el hecho de ser mujer.
«Tomaban turnos e invitaban a otros para subir al autobús donde abusaban de mí», recuerda Norma Jiménez cuando habla de la tortura y el abuso sexual del que fue víctima en un operativo policial que reprimió duramente a manifestantes en San Salvador Atenco, en el Estado de México, el 3 y 4 de mayo de 2006, al protestar contra la construcción del aeropuerto internacional en esa población y en Texcoco, en la misma entidad.
Ahí se enfrentaron la Policía Federal, la Agencia de Seguridad Estatal del Estado de México, la Policía municipal y habitantes del pueblo. El saldo oficial fue de dos personas muertas y 207 detenidas, sin embargo, hubo más de 140 detenciones arbitrarias, así como vejaciones y violaciones sexuales contra unas 26 mujeres.
Norma e Italia Méndez son parte de esas mujeres, quienes junto a María del Sol Vázquez Reyes, sobreviviente de tortura sexual a manos de la extinta Agencia Veracruzana de Investigación, hoy pueden contar su historia fuera de prisión. Sus casos forman parte de una lista de 29 que fueron documentados en el informe ‘Mujeres con la frente en alto. Informe sobre la tortura sexual en México y la respuesta del Estado’, presentado por el Centro Prodh, un destacada organización de defensa de derechos humanos.
El principal hallazgo es demoledor: La tortura sexual en contra de las mujeres en México es perpetrada con excesiva frecuencia a manos de fuerzas de seguridad, tanto castrenses como civiles de los tres niveles (federal, estatal y municipal), especialmente la violación sexual.
«En 27 de los 29 casos que documentamos se utilizó la violación como herramienta fundamental para intimidar, someter y castigar a las mujeres. Todas sufrieron alguna forma de tortura sexual, hay un caso de mutilación genital, en dos casos se realizó la violación frente a familiares, se violó de manera tumultuaria», cuenta Araceli Olivos, coordinadora del informe.
El informe, además, destaca que en todos los casos hubo una detención arbitraria en supuesta flagrancia, sin que se les informara de los motivos; retención prolongada de las mujeres en instalaciones militares, policiales o no oficiales por más de 12 y hasta 72 horas; los ministerios públicos y jueces no cumplieron con sus obligaciones de verificar las alegaciones de tortura sexual; no se les brindó atención médica diferenciada o especializada; y el Poder Judicial Federal dictó sentencias a partir de pruebas ilícitas.
«El Poder Judicial es un gran cómplice de la tortura sexual, conforme lo que pudimos documentar, los jueces son absolutamente omisos y aceptan procesar judicialmente a las mujeres e incluso sentenciarlas a partir de las pruebas ilícitas que se generan después de la tortura sexual, sobre todo a partir del dicho de los perpetradores», explica Olivos a RT.
Tortura sexual con excesiva frecuencia
Los casos documentados tuvieron lugar en Baja California, Ciudad de México, Coahuila, Estado de México, Guerrero, Michoacán, Nuevo León, Quintana Roo, San Luis Potosí, Sonora, Tamaulipas y Veracruz, y las autoridades responsables fueron tanto las castrenses como civiles de los tres órdenes de Gobierno (federales, estatales y municipales).
Los casos que contempla el estudio se dan dentro de la implementación de una política de seguridad del combate contra el crimen organizado en México, por lo que abarca detenciones de entre 2006 y 2015.
«Los casos demuestran que en la política del combate contra el crimen organizado, la tortura es generalizada y la tortura sexual contra mujeres se comete con excesiva frecuencia», dice Olivos con contundencia.
De entre 112 casos de mujeres torturadas de los que en el Centro Prodh ha tenido conocimiento, los recogidos en el estudio se eligieron dadas las condiciones para documentar expedientes penales y corroborar las alegaciones de tortura y tortura sexual.
«Lo empezamos a principios de 2017 y concluimos con la presentación del informe, fue un trabajo que sostuvimos durante dos años en los que trabajamos constantemente con las mujeres que están en el Cefereso 16, en el penal de La Toma, en Barrientos y en Almoloya (todos centros de reclusión por delitos federales). Surgió a partir de una ola masiva de solicitudes de asesoría que recibimos en el Centro Prodh y nos decidimos a documentar estos 29 casos para hacer visible que la tortura sexual es una práctica que se comete por agentes del Estado en contra de las mujeres y, particularmente en esta etapa en México de la guerra contra el crimen organizado, no se habla nada del impacto que ha tenido en las mujeres», refiere la defensora de derechos humanos.
En 28 casos, las mujeres sufrieron abuso sexual, la mayoría mediante tocamientos o actos similares, o bien por haber sido obligadas a desnudarse parcial o totalmente frente a sus agresores; algunas fueron fotografiadas o grabadas. El único caso en el que no hubo tocamientos fue el de una mujer de entonces 52 años de edad, quien, no obstante, fue golpeada brutalmente en los pechos, recoge el documento.
México es un país donde mueren nueve mujeres al día y aproximadamente cada hora se denuncia una violación sexual. «Las mujeres tampoco estamos seguras a manos de agentes el Estado, todo lo contrario. Estos 29 casos demuestran que su vida y su integridad están en riesgo cuando están a manos de militares y policías», abunda Olivos.
En 28 de los casos hubo dos o más formas de tortura sexual. Respecto de los actos de violencia dirigidos a zonas sexualizadas, ocurrió en 10 casos, entre los cuales hay un caso de mutilación genital; el resto de las víctimas son mujeres a quienes, en más de una ocasión, se les aplicaron descargas eléctricas en la vulva, la vagina y/o los pechos.
Cómplices de la tortura
Para el centro de derechos humanos, el Poder Judicial mexicano ha dado una respuesta contundente al mantener presas a las mujeres. «Manda un mensaje de que la tortura funciona, pero la tortura es un crimen que incluso puede considerarse de lesa humanidad y está prohibida incluso en las guerras», dice la coordinadora de la investigación.
Este informe busca incidir judicialmente en los casos que aún están pendientes de sentencia y aquellos que están en apelación. A las mujeres se les acusa de distintas modalidades de delincuencia organizada; posesión, portación o acopio de armas reservadas para el uso exclusivo del Ejército, Armada y Fuerza Aérea; delitos contra la salud; secuestro: homicidio; robo y extorsión.
«Buscamos que públicamente se envíe un mensaje al Poder Judicial Federal, porque todas ellas están sujetas a procesos penales federales, para que dejen de omitir sus obligaciones y que su silencio deje de ser cómplice de la tortura sexual», concluye la también abogada del centro.
De las 29 mujeres, tres han sido excarceladas. La esperanza es que las restantes, al igual que Norma, Italia y María del Sol, den la batalla en libertad.
Hace poco, la usuaria de Twitter @_ElizabethMay pidió a sus seguidoras que retuitearan si «alguna vez habían tenido alguna experiencia negativa por parte de un hombre a raíz de haberle rechazado o ignorado».
«Este hilo comenzó porque un hombre que me mencionó insistió en que no hablo por todas las mujeres cuando comento el miedo que nos da rechazar a los hombres», escribió Elizabeth, una escritora afincada en Escocia. «Este hilo fue mi réplica».
Según inews.co.uk, el reciente tiroteo mortal en una escuela de Santa Fe impulsó a Elizabeth a abordar el tema del rechazo. «Santa Fe ha sido tan solo la más reciente de una larga lista de noticias en las que los medios culpan al rechazo de las mujeres de la locura asesina de un hombre», explicóElizabeth, «pero eso es una simplificación del problema. No es solo el rechazo. Es un aspecto tóxico de la cultura por el que las mujeres son vistas como premios, posesiones u objetos. No se tienen en cuenta sus deseos ni sentimientos».
Desde entonces, más de 19 000 personas han retuiteado el mensaje, y algunas han compartido con valentía sus propias experiencias.
Estas son 16 de las respuestas: Atención: en algunas de las historias se mencionan casos de acoso y agresión sexual.
Ya ha pasado un año desde el estallido del movimiento Me Too que se produjo tras las acusaciones contra el cineasta Harvey Weinstein. Desde entonces, el hashtag #metoo se ha usado unas 19 millones de veces para sacar a la luz casos de acoso sexual en el trabajo.
Las mujeres están alzando la voz. Se trata de una lucha con muchos frentes, pero se resume en que las mujeres buscan la igualdad económica y política con los hombres. Asimismo, cada vez se cuestionan más el capitalismo, el sistema que ha permitido y perpetuado esta subordinación.
Para comprender cómo es posible que a las mujeres se les haya negado sistemáticamente tantas cosas que el capitalismo sí que ha brindado a los hombres, es necesario retroceder a una época precapitalista.
Antes del capitalismo existía el feudalismo, una estructura social por la que la mayoría de la gente (los vasallos) trabajaban para los señores y respondían ante ellos a cambio de tierras y protección. El dinero se utilizaba poco o muy poco. Los señores no contrataban trabajadores. En vez de eso, había una subordinación personal que contaba con el beneplácito de la Iglesia. La gente estaba atada a las tierras en las que nacía y no existía la separación entre casa y trabajo que hoy se da por garantizada.
Cuando empezó la transición del feudalismo al capitalismo a comienzos del siglo XVII en Inglaterra antes de que se expandiera por todo el mundo, los más entusiastas prometieron que este sistema traería la ansiada libertad individual, igualdad, solidaridad social y democracia. El eslógan de la Revolución Francesa que derribó el feudalismo era «libertad, igualdad, fraternidad». La Revolución de Estados Unidos incorporó democracia al eslógan.
Para los hombres, el capitalismo significaba dejar de pertenecer a un señor, no estar atado a un territorio y huir de las rígidas jerarquías. Ahora podían ser libres para vender su trabajo a quienquiera que les apeteciera, sin obligaciones morales o religiosas por medio. Saboreaban haber escapado del feudalismo, pese a que solo fue para acabar atrapados en una relación de jefe y empleado.
Sin embargo, la mayoría de las mujeres quedaron excluidas de las ventajas limitadas que sí disfrutaban los hombres. El capitalismo no garantizó un sueldo digno a hombres y mujeres. La solución fue insistir en que las mujeres se quedaran en casa. El sueldo de un hombre más el cuidado del hogar de la mujer implicaba que ya no había necesidad de puestos de trabajo remunerados para mujeres. Los capitalistas también evitaban así pagar por el cuidado de los hijos que habrían tenido sus empleadas.
El capitalismo no garantizó un sueldo digno a hombres y mujeres. La solución fue insistir en que las mujeres se quedaran en casa.
Quedándose en casa, las mujeres hacían la comida, limpiaban los cuartos, la ropa, fregaban los platos, reparaban los muebles, cuidaban a los enfermos y a los niños. Trabajaban como vasallas. La vida de los hombres se movía durante el día entre el feudalismo en sus casas y el capitalismo en el trabajo. Al ser explotados por capitalistas en el trabajo, se ganaban el derecho a explotar a sus mujeres en casa.
La subordinación de las mujeres en casa es lo que creó muchas de las desigualdades, injusticias y demás abusos por los que están manifestándose las mujeres en la actualidad.
Durante el último siglo, muchísimas mujeres comenzaron a trabajar fuera de casa, empezando por las más pobres. La II Guerra Mundial provocó que ingentes cantidades de mujeres accedieran al mercado laboral. Luego, en los 70, la automoción y la globalización acabaron con la prolongada tradición de subir unos salarios reales en Estados Unidos.
Así pues, las mujeres accedieron al mercado laboral para llevar más dinero a casa y, al hacerlo, a menudo tenían que seguir cargando con la doble responsabilidad de trabajar tanto fuera de casa como en casa. Además, las mujeres tendieron a ser encasilladas en trabajos «de mujeres»: dependientas, enfermeras y profesoras, trabajos peor remunerados.
Y, mientras tanto, las mujeres han tenido que lidiar con las ansias competitivas de los hombres. Esto se ha manifestado en el propio esfuerzo por trasladar al mercado laboral la desigualdad existente en el cuidado del hogar. Tal y como evidencia cada vez más el movimiento Me Too, esto sigue sucediendo y los costes que acarrea son enormes.
Sin embargo, en su lucha por la igualdad, las mujeres se han acabado dando cuenta de que el problema no son los hombres, sino el sistema que ha colocado a hombres y mujeres en una posición económica desigual en su relación con los empleadores que infecta los demás aspectos de sus relaciones.
Existe un movimiento de mujeres que aspiran a algo más que a trabajar codo con codo con los hombres en un sistema capitalista que los siga sometiendo y explotando a ambos.
Es necesario reorganizar nuestro modo de gestionar los hogares y los negocios de un modo que no sea ni capitalista ni feudal. Los trabajos se pueden organizar a modo de comunidades democráticas. Una persona, un voto, para decidir los aspectos fundamentales del negocio. La premisa de estas «cooperativas de obreros» es que la democracia exigida en política se aplique también a la economía. Un cambio así liberaría a hombres y mujeres de estar atrapados en un sistema que no les sirve a ninguno de los dos.
Toda la información e imágenes son de huffingtonpost.
El hogar es el lugar más peligroso para las mujeres, según un nuevo reporte de la ONU. El estudio refleja que aproximadamente 87.000 mujeres fueron asesinadas el año pasado. El 58% de los casos fue a manos de su pareja o un familiar. Asia lidera la lista de casos, seguida de África, América, Europa y en último lugar, Oceanía.
Toda la información e imágenes son de CNN en español.
Cada día un promedio de 137 mujeres alrededor del mundo mueren a manos de su pareja o de un miembro de su familia, según una información dada a conocer por Naciones Unidas.
En un informe, el organismo concluye que «el hogar es el lugar más probable» donde las mujeres son asesinadas.
Más de la mitad de las 87.000 mujeres que fueron asesinadas en 2017 en el planeta fueron víctimas de ataques perpetrados por personas cercanas a ellas.
De ese número, aproximadamente 30.000 fueron asesinadas por su pareja, mientras que otras 20.000 lo fueron por un familiar.
Durante la temporada «100 Mujeres», de la BBC 100, quisimos investigar qué hay más allá de estos números.
Durante el pasado octubre, monitoreamos los reportes de muertes por violencia de género sucedidas el primer día del mes.
Aquí compartimos las historias de tres mujeres que fueron asesinadas y cómo fueron reportadas a las autoridades y en los medios.
Los asesinatos de hombres siguen siendo altos.
Uno de los datos recolectados por Naciones Unidas es que «los hombres tienen cuatro veces más posibilidades que las mujeres de perder la vida como resultado de un homicidio intencional».
Madres a la fuerza: las mujeres obligadas a cuidar a los hijos de los pandilleros de El Salvador
El informe anotó que ocho de cada diez homicidios a escala global tiene por víctima a un hombre.
Pero el mismo reporte señala que más de ocho de cada diez de las víctimas de homicidios perpetrados por la pareja o compañero íntimo son mujeres.
«La violencia de pareja sigue teniendo un impacto desproporcionadamente alto entre las mujeres», señaló el informe.
Un día, 21 países, 47 mujeres
Las estadísticas de la ONU resumen los hallazgos de 2017 basados en datos de homicidios proporcionados por fuentes gubernamentales. Las cifras de «asesinatos de mujeres y niñas relacionadas con el género», o «feminicidios», se recopilan utilizando los criterios de homicidio relacionado con la familia o la pareja.
En un monitoreo que se hizo a través de los medios alrededor del mundo, nuestros especialistas regionales contaron 47 homicidios de mujeres en 21 países por cuestiones de género.
La mayoría de esas muertes todavía están siendo investigadas.
Judith Chesang, 22, Kenia
El lunes 1 de octubre, Judith Chesang y su hermana Nancy estaban recogiendo una cosecha de sorgo.
Judith, madre de tres niños, se había separado poco tiempo antes de su esposo y había regresado al poblado donde vivían sus padres, en el norte del país.
Pocos después de que las dos hermanas comenzaran con sus labores en el campo, el exesposo llegó a la granja, la atacó y acabó con la vida de Judith.
La policía señaló que los pobladores de la villa acabaron luego con la vida del hombre.
En África se registra el mayor riesgo para las mujeres de morir a manos de sus parejas o de un miembro de su familia, con una tasa de 3,1 muertes por 100.000 habitantes, según el reporte de la ONU.
Sin embargo, Asia es el continente donde se concentra el mayor número absoluto de asesinatos de mujeres perpetrados por parejas o familiares, con un total de 20.000 muertes en 2017.
Neha Sharad Chaudury, 18, India
Neha Sharad Chaudury murió el día que cumplía 18 años debido a un supuesto «crimen de honor». Ella había salido con su novio y la BBC pudo comprobar que sus padres no aprobaban la relación.
Sus padres y otro hombre de la familia están acusados de haberla matado en su casa esa misma tarde.
La investigación continúa y las tres personas permanecen bajo custodia a la espera de un juicio.
La BBC también estableció a través del abogado de los tres implicados que van a rechazar los cargos en su contra.
Centenares de personas son asesinadas al año por enamorarse o casarse en contra de la voluntad familiar. Lo cierto es que estos llamados «crímenes de honor» a menudo no son reportados ni investigados.
Sandra Lucia Hammer Moura, 39, Brasil
Sandra Lucia Hammer Moura se casó con Augusto Aguiar Ribeiro a la edad de 16 años.
La pareja llevaba cinco meses separada cuando él la asesinó con una puñalada en el cuello, según confirmaron las autoridades locales a la BBC.
La policía de Jardim Taquari halló un video del esposo en su teléfono celular, en el que confesaba el crimen. En la grabación, anotó que Sandra había estado saliendo con otro hombre y él se había sentido traicionado.
En la grabación también se le escucha decir que él no será arrestado porque la pareja se reunirá en la «gloria del Señor». Augusto se ahorcó en la que había sido la habitación matrimonial.
El caso de Sandra resalta una forma de crimen conocido como «homicidio-suicidio», donde un individuo mata a una o más personas antes de suicidarse.
¿Qué se necesita para que se reporte el asesinato de una mujer?
Para recopilar estas historias, la red internacional de periodistas e investigadores de BBC Monitoring analizaron televisión, radio, medios impresos, internet y redes sociales de todo el mundo en busca de informes de mujeres asesinadas, aparentemente por motivos de género, en un único día, el 1 de octubre de 2018.
Rebecca Skippage, quien dirigió el proyecto para BBC Monitoring, descubrió que «la forma en que los medios informaron sobre las muertes revela una gran cantidad de información sobre cómo las mujeres son percibidas por las diferentes sociedades en todo el mundo».
Agregó: «Estábamos buscando muertes ocurridas en un día, pero buscamos las historias de ese día durante un mes. Encontramos que el retraso en los informes, el tono de la cobertura o la escasez de información a menudo contaban una historia más amplia sobre el estatus de la mujer en cada región».
Toda la información e imágenes son de bbc.
Link original: https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-46342533
El hogar es el lugar más peligroso para una mujer, según un estudio de Naciones Unidas que determinó que el número de mujeres asesinadas por una pareja o familiar está subiendo a nivel global.
Unas 50 mil mujeres murieron en todo el mundo el año pasado a manos de una pareja, expareja o familiar, lo que equivale a 137 por día o seis por hora, dio a conocer la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC).
«Aunque la vasta mayoría de víctimas de homicidio son hombres, las mujeres siguen pagando el precio más alto como resultado de la desigualdad de género, la discriminación y los estereotipos negativos», comentó el director ejecutivo de UNODC, Yury Fedotov, en un comunicado.
Pese a recientes campañas de alto perfil como #MeToo, en que las mujeres denunciaron públicamente el acoso sexual, aún tienen una probabilidad mucho más alta que los hombres de ser asesinadas por su pareja o miembros de su familia.
Muchas mujeres fueron asesinadas por parejas abusivas, mientras que otras fueron víctimas de las denominadas matanzas para salvaguardar el honor o disputas por dotes, agregó.
Las muertes a manos de parejas o familiares a menudo no son producto de ataques únicos, sino la culminación de abusos domésticos previos, según el reporte.
«Estos impactantes hallazgos demuestran las consecuencias devastadoras de la desigualdad de género que perpetúa la violencia contra la mujer», comentó Sarah Masters, directora del grupo de derechos Womankind Worldwide, a la Fundación Thomson Reuters.
El reporte de UNODC llama a realizar más acciones para combatir la violencia basada en el género, incluyendo una mayor coordinación entre la policía, médicos y servicios sociales, además de trabajos para asegurar servicios de respaldo especializados, donde estén disponibles, para mujeres en riesgo.
Los hombres también deberían estar involucrados en programas para combatir normas dañinas de género desde la educación en la infancia temprana en adelante, agregó.
Toda la información e imágenes son de El financiero.
La violencia de género más frecuente es la que ocurre en casa. Se le llama violencia doméstica y se puede expresar con sucesos que afectan emocionalmente a las mujeres y llegar incluso hasta su asesinato.
Hoy es 25 de noviembre y, como cada año, se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. La intención de esta fecha es visibilizar todos los tipos de violencia de género, hacer un llamado a escala global que evidencie y repruebe cualquier acto que atente contra los derechos humanos de las mujeres y niñas del mundo.
Muchos organismos de orden nacional e internacional han insistido en visibilizar la violencia doméstica y en particular el feminicidio íntimo, que refiere al asesinato cometido contra una mujer por su género en el que el agresor tuvo una relación íntima con la víctima (novio, esposo, compañero íntimo, padre de sus hijos o incluso un amigo(a) a quien le rechazó actividad íntima).
Siguiendo información de un estudio acerca de la violencia de género de Inmujeres (Instituto Nacional de las Mujeres), los feminicidios íntimos son la culminación o la etapa más grave de una serie de actos que violan los derechos humanos de las mujeres. Esta situación implica que, a diferencia de las víctimas de feminicidios generales, las víctimas de feminicidios íntimos fueron previamente violentadas emocional, física o sexualmente por sus agresores, que pueden ser parejas o exparejas.
Identificar los grados de la violencia es clave para evidenciarla, reprobarla y erradicarla. No es posible dar seguimiento si no se entiende cómo se presenta, cómo se desarrolla y cómo se intensifica, desde la perspectiva de las instituciones y en los órganos públicos, pero también entre quienes formamos parte de la sociedad.
Veamos:
Se distinguen los siguientes niveles que alertan que las mujeres están siendo víctimas de violencia:
Primer nivel: Recibir agresiones verbales, insultos, descalificaciones hacia nuestra persona, nuestro trabajo y nuestros ideales. Ser víctimas de agresiones físicas de intensidad leve o levísima, como moretes o golpes aislados.
Segundo nivel, intensificación de las agresiones: Forcejeo, lesiones moderadas como arañazos, pellizcos, golpes de mayor magnitud, jalón de cabello. La intensificación de violencia se evidencia con agresiones que implican sujeción y sometimiento de las víctimas.
Tercer nivel, condición crítica de la violencia: Lucha contra el agresor. Todas las agresiones de los niveles previos, pero de mayor magnitud, como luxaciones, esguinces, fracturas, heridas cortantes o quemaduras. La característica en las expresiones violentas de este grado es que son armadas y puede incluir disparos con armas de fuego. Los agresores actúan con total conocimiento de sus acciones y con total intención de dañar a las víctimas.
Cuarto nivel, el grado máximo de violencia: Las víctimas son agredidas de tal manera que se dañan sus órganos vitales y pierden la vida. El feminicidio íntimo o asesinato de las mujeres por razones de género cometido por sus parejas o exparejas es la máxima violación a los derechos humanos que precede a una serie de actos violentos en contra de las víctimas. Esto es, todas las mujeres víctimas de este delito fueron antes de eso víctimas de otras agresiones de tipo emocional, físico y sexual.
La violencia contra las mujeres y las niñas puede evitarse.
Todos desempeñamos un papel en prevenirla.
¿Cómo darse cuenta de la violencia de género doméstica desde “afuera”?
De acuerdo con ONU Mujeres, la mayor parte de las víctimas de violencia por parte de sus parejas no logran darse cuenta de que están siendo violentadas o tienen miedo del agresor o de que si denuncian las autoridades no las protejan.
Se sugiere que desde “afuera” de la pareja, los que estamos próximos, estemos alerta cuando observamos algunas características en el comportamiento de mujeres que podrían estar siendo víctimas de violencia doméstica.
1. Aislamiento y cambio de hábitos.
Cuando una mujer evita las ocasiones o medios para socializar, especialmente con personas del sexo opuesto. O cuando se nota dificultad o negación para frecuentar amigos o familiares.
Inventa excusas para justificar los comportamientos posesivos de su pareja y muestra miedo a contradecirlo y se presenta absorta a su pareja cuando están juntos, con desinterés involuntario de hablar con otras personas.
2. Inseguridad y vergüenza.
Imposibilidad total o parcial de la mujer para tomar decisiones ya sea por imposición o por la pérdida de confianza en sí mismas derivada de las descalificaciones por parte de su pareja. Las mujeres víctimas con regularidad soportan expresiones de humillación, descalificación o insulto.
Las manipulaciones o descalificaciones hacen que no quieran opinar acerca de ningún tema público. Las víctimas tienen dificultades para contar o expresar lo que les pasa por vergüenza, por ello, se muestran introvertidas o permanecen en silencio la mayor parte del tiempo.
3. Depresión y angustia.
Muchas veces presentan nulas ganas de vivir, indiferencia ante situaciones que antes les emocionaban e inestabilidad en sus emociones. Se miran tristes y deprimidas la mayor parte del tiempo, tienen actitudes de desprecio y repulsión a sí mismas.
Lloran con frecuencia y tienen crisis de ira en cualquier momento. Algunas víctimas también desarrollan miedo de que la gente se les acerque o les toquen, regularmente evitan también el contacto visual.
4. Acoso y codependencia.
Muchas de las mujeres maltratadas basan sus decisiones en la aprobación de sus agresores. Sin darse cuenta muchos de sus actos o decisiones de tipo personal son controladas por sus parejas.
Regularme reciben mensajes de texto o llamadas agresivas constantemente cuando no están con su pareja. Se sienten obligadas a dar explicaciones y muestras de dónde y con quién están. Se sienten intranquilas cuando no están con su pareja.
1 de cada 3 mujeres en el mundo que ha tenido una relación de pareja es víctima de violencia a lo largo de su vida.
De acuerdo con el estudio acerca de la violencia de género de Inmujeres, las estadísticas de violencia de género son muy altas en México y han mostrado tendencias crecientes. Destacan la importancia en el cambio de percepción para el diseño de políticas de seguridad, prevención y atención a las víctimas. Así como la urgencia de erradicar la normalización de la violencia de todo tipo.
Inmujeres y ONU Mujeres auxilian diariamente a las víctimas de cualquier tipo de violencia. Si tú estás sufriendo de maltrato y/o acoso doméstico, puedes contactar al personal de dichas instituciones para que te brinden apoyo. Si quieres ayudar a otra persona que está siendo violentada, puedes llamar a una línea de ayuda para que te brinden orientación profesional y puedas escuchar y respetar a la víctima y animarla a buscar apoyo. Aquí te dejo las ligas para acceder a sus portales web.
Cifras oficiales revelan que se mantiene una tendencia al alza de agresiones hacia las mujeres.
Con motivo del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, a conmemorarse el 25 de noviembre, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) expuso que de octubre del 2015 al mismo mes del 2016, 43.9% de las mujeres mayores de 15 años sufrió algún tipo de violencia por parte de sus parejas, una situación que ha prevalecido en los últimos 10 años.
Dicha situación la han vivido 59.4% de las mujeres separadas, divorciadas o viudas; 41.8% de las casadas o con pareja, y 35.1% de las mujeres solteras.
Conforme a la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (Endireh) 2016 del Inegi, la violencia emocional es la más recurrente, pues del total de mujeres consultadas, 40.1% ha vivido este tipo de maltrato a través de amenazas, insultos, humillaciones, entre otros.
Le siguen las agresiones económicas, con 20.9% del total. En el caso de las mujeres separadas es de 53.9%; le siguen las mujeres casadas, con 37.5% y muy cerca, con 34.3%, las mujeres solteras.
La violencia física ocupa el tercer lugar en cuanto a agresiones contra las mujeres, con 20.9%, de las cuales 32.7% son mujeres que vivieron esta situación con su última pareja; 17.3% mujeres casadas o con pareja, y 4.9% solteras.
El Inegi considera los abusos sexuales como el último tipo de violencia, con 6.5% del total. Nuevamente las mujeres separadas o viudas son las que más sufren de estas agresiones, con 15.7 por ciento. Le siguen las mujeres con pareja (4.8%) y, finalmente las mujeres solteras (2.7 por ciento).
Pese a que la violencia física y sexual son las menos reportadas por las entrevistadas, el organismo considera que son las que más secuelas dejan, principalmente por sus repercusiones tanto a nivel corporal como emocional.
El instituto señala, por otro lado, que 46% de las mujeres que han enfrentado violencia por parte de sus parejas o exparejas han padecido consecuencias emocionales, como depresión, nerviosismo, problemas de alimentación y de sueño.
Costos laborales
La Endireh 2016 también contempla otro tipo de costos para las mujeres, como es en el ámbito laboral. Sobre este tema, la encuesta estima que cada mujer perdió, en promedio, 29.7 días al año de trabajo remunerado y 27.8 de labores no remuneradas, a causa de la violencia.
En este sentido, el costo monetario por los días de trabajo perdidos entre octubre del 2015 y el mismo mes del 2016 fue de 4,434 millones de pesos.
Toda la información e imágenes son de EL Econimista
En el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, el Secretario General de la ONU, así como varios expertos de derechos humanos pidieron al mundo acabar con “la pandemia mundial” de asesinatos de mujeres y n cooperar para proteger sus garantías fundamentales en condiciones de igualdad.
“La violencia contra las mujeres y las niñas es una pandemia mundial, así como un agravio moral para todas ellas, un motivo de vergüenza para todas nuestras sociedades y un obstáculo importante para el desarrollo inclusivo, equitativo y sostenible. En esencia, es síntoma de una profunda falta de respeto, de que los hombres no reconocemos la igualdad y la dignidad inherentes a las mujeres”, aseguró el Secretario General en su mensaje oficial para el Día.
António Guterres aseguró que la violencia contra las mujeres no sólo perjudica a las víctimas, sino que también afecta a las familias y a la sociedad, y tiene una dimensión política importante, dado que está relacionada con el poder y control en nuestras sociedades.
“Vivimos en un mundo dominado por los hombres, y la vulnerabilidad de las mujeres a la violencia se debe a las múltiples formas en que las mantenemos en situación de desigualdad”, expresó.
Vivimos en un mundo dominado por los hombres, y la vulnerabilidad de las mujeres a la violencia se debe a las múltiples formas en que las mantenemos en situación de desigualdad.
La relatora especial de la ONU sobre la violencia contra la mujer y otros expertos en derechos humanos se hicieron eco a las palabras del Secretario, y pidieron a todos los Estados que pongan fin a feminicidio y toda violencia de género.
“Los datos tanto de los Estados como de las Naciones Unidas muestran que el 80 por ciento de las víctimas de todos los asesinatos que se producen en las parejas son mujeres”, se lee en un comunicado difundido por la Oficina de la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos.
Los expertos aseguran que si bien los movimientos #MeToo y #NiUnaMenos han roto el silencio y demostrado que la violencia contra las mujeres, las niñas y las adolescentes está sucediendo en nuestras comunidades, no han sido seguidos de las reformas adecuadas de las leyes y las políticas, ni han producido los resultados necesarios y cambios en la vida cotidiana de las mujeres.
“La violencia de género, incluida sus nuevas formas, entre ellas, la que se producen digitalmente, sigue sin ser castigada en todo el mundo. Como tales, los Estados deben cumplir con sus obligaciones internacionales y regionales en términos de su debida diligencia para investigar, identificar a los responsables y responsabilizarlos”, declararon, pidiendo también una mayor cooperación entre los mecanismos regionales e internacionales independientes.
Los expertos recalcaron que la distribución no consensual de contenido íntimo, una práctica conocida como «venganza porno», ya se ha utilizado como método de intimidación contra mujeres defensoras de derechos humanos, políticas, periodistas, blogueras, mueres jóvenes, pertenecientes a minorías étnicas, indígenas, afrodescendientes, LBTIQ, con discapacidades y otras mujeres de grupos marginados.
“Los intermediarios de internet (como Facebook, Google, Twitter, Instagram y otros), así como los Estados, comparten la responsabilidad conjunta de prevenir y abordar esa violencia cibernética contra las mujeres”, dijeron.
Discriminadas al querer participar
Los relatores y otros expertos resaltaron además que su exclusión en la toma de decisiones políticas y el liderazgo social ayuda a alimentar la miríada de otras violaciones a los derechos humanos que las mujeres enfrentan a diario, incluidos los actos de discriminación en el ámbito laboral, educacional, marital. También existe marginación en el derecho a la propiedad, la denegación de servicios y los derechos sexuales y reproductivos, incluido el aborto seguro y legal.
“Las prácticas nocivas como las desapariciones, la trata de personas con fines sexuales, la mutilación genital femenina, el matrimonio infantil y forzado y el secuestro de novias son todas formas de violencia de género que se ven agravadas por los estereotipos discriminatorios de género que impiden que las mujeres ejerzan su plena autonomía y disfruten de su dignidad como seres humanos”, dijeron.
Cuando los gobiernos nacionales no toman medidas para prevenir la violencia sexual y el acoso o no garantizan que los perpetradores sean responsables, los mecanismos internacionales y regionales deben estar dispuestos a exigirles cuentas.
Además, a medida que más mujeres participan en la política, todos los mecanismos internacionales y regionales han recibido información sobre diversas manifestaciones de violencia contra ellas, desde el acoso a través de las redes sociales a la cobertura sexista de los medios de comunicación, que en algunos casos llega hasta el femicidio en el ámbito local.
El desarrollo de herramientas concretas para identificar y abordar estas formas emergentes y crecientes de violencia contra las mujeres que ejercen sus derechos políticos es un componente crucial de la protección de la gobernabilidad democrática.
“Cuando los gobiernos nacionales no toman medidas para prevenir la violencia sexual y el acoso o no garantizan que los perpetradores sean responsables, los mecanismos internacionales y regionales deben estar dispuestos a exigirles cuentas”, añaden.
Este año, la campaña mundial de las Naciones Unidas ÚNETE, cuyo objetivo es poner fin a la violencia contra las mujeres y las niñas, destaca el apoyo de la organización a las víctimas y activistas con el tema “Pinta el mundo de naranja: #EscúchameTambién”.
El naranja es el color de la solidaridad en todas las actividades de esta campaña y la etiqueta #EscúchameTambién pretende enviar un mensaje claro: que se debe poner fin de inmediato a la violencia contra las mujeres y las niñas y que todas las personas tenemos que implicarnos para lograrlo.
Toda la información e imágenes son de Noticias ONU. https://news.un.org/es/story/2018/11/1446291