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  • Mujeres representan 58 % de la migración hondureña, señala estudio que concluye son doblemente vulnerables

    Mujeres representan 58 % de la migración hondureña, señala estudio que concluye son doblemente vulnerables

    Las mujeres representan el 58 % de la migración hondureña y estas a su vez son doblemente vulnerables durante la travesía, señala un estudio presentado este martes en Tegucigalpa por la organización Acción Joven Honduras.

    El estudio Análisis de la situación de la salud sexual y salud reproductiva de las mujeres adolescentes y jóvenes migrantes hondureñas en tránsito establece que las féminas representan el 58 % de los flujos migratorios originados en el país centroamericano.

    Las hondureñas en el trayecto de la ruta migratoria son doblemente vulnerables, por su situación migratoria y por su condición de ser mujer, concluye el estudio.

    El estudio tiene como propósito identificar las necesidades que giran en torno a la salud sexual reproductiva y salud mental de las mujeres, adolescentes y niñas que se ven obligadas a iniciar la ruta migratoria y enfrentar, en condición de vulnerabilidad, los riesgos de la travesía.

    El equipo de investigadoras al realizar el recorrido con el grupo de mujeres migrantes -objeto del estudio- pudo constatar que la falta de planificación para huir de la violencia en el lugar de origen hace que los riesgos de la ruta migratoria se potencialicen, exponiendo no sólo la seguridad y la vida de las migrantes, sino también la violación a sus derechos sexuales reproductivos y su salud mental.

    En su efecto identifica necesidades y la pericia de la mujer para mitigar los riesgos, identifica niveles de conocimiento de las mujeres acerca de su salud sexual y salud reproductiva y derechos sexuales y reproductivos, describe la percepción de la mujer hondureña desde la interseccionalidad, compara el comportamiento de la sexualidad de hombres y mujeres en la ruta migratoria e identifica las causas de migración de las mujeres en torno a factores del género, busca generar herramientas, conciencia y otras acciones que mitiguen los riesgos de violencia sexual y reproductiva de esta población al momento de migrar.

    Resultados

    El estudio señala una serie de resultados entre los que destaca  la feminización de la migración como sinónimo de violencia de género, la misma figura como la principal causa de migración. Y hay que considerar que el 58 por ciento de los migrantes son mujeres.

    Dentro de la violencia estructural a la que se ven sometidas las mujeres migrantes, una de las expresiones más recurrentes en los testimonios de las víctimas es la violencia sexual, la cual no solamente es una manifestación física de la violencia, sino también una forma simbólica de ejercicio de poder en la que tanto el agresor como la víctima interpretan de diferentes formas, subraya.

    En este contexto, la violencia sexual se manifiesta no solamente como una dinámica de intercambio, sino que también es ejercida con medios coercitivos y dejan a la víctima sin poder de “decisión” o capacidad de “negociar”. Estas violencias impactan directamente en los cuerpos y en la psiquis de las mujeres migrantes a lo largo de la ruta migratoria, reflexiona.

    En la medida en que se van aproximando a los puntos fronterizos, su salud sexual y salud mental son aún más vulnerables y violentadas.

    En cuanto al nivel de conocimiento en salud sexual y derechos reproductivos de las mujeres migrantes hondureñas, el estudio evidenció que se les ha privado del acceso a la educación sexual integral en el país de origen. Los niveles de conocimiento están sujetos a este contexto y por ende se puede decir de forma deductiva que son bajos o nulos.

    En el marco de las relaciones sociales  predominan las relaciones de poder entre hombres y mujeres.

    Estas relaciones ponen a las mujeres en una situación de desigualdad y vulnerabilidad en el contexto de país y la ruta migratoria, enfrentando riesgos particulares como engaños, estafas, extorsiones, maltratos verbales, físicos, psicológicos, secuestros, violaciones y la trata con fines de explotación sexual.

    Conclusiones

    Las necesidades de las y los migrantes en la ruta migratoria son de distintas naturalezas, concluye el análisis.

    Existen necesidades fisiológicas insatisfechas que se experimentan de forma desigual a razón de características interseccionales marcadas principalmente por el género de la persona, añade.

    En este sentido, la mujer migrante presenta necesidades no solamente básicas como comer, dormir, higiene o seguridad, sino también necesidades que giran en torno a su salud sexual y reproductiva y salud mental, ya que algunas llevan condiciones como ser mujer madre o embarazada, mujer víctima de violencia doméstica, mujer víctima de abuso sexual y mujer víctima de extorsión, entre otras.

    En los múltiples escenarios socioambientales marcados por la violencia en los que se ve inmersa la población migrante, los mecanismos, estrategias o acciones que emplean para sobrellevar y hacer frente a los riesgos se caracterizan por ser rudimentarios, empíricos, improvisados y no siempre infalibles.

    En torno a las pericias en los escenarios en los que la salud sexual y reproductiva está vulnerada, las mujeres emplean acciones que en ocasiones logran prevenir algunas violencias, pero no siempre resultan acertadas, ya que, en los contextos de la ruta migratoria, el miedo y la resignación predisponen a ser víctima de violencia sexual, sobre todo porque los riesgos tienden a superar la capacidad de respuesta de las mujeres migrantes.

    Recomendaciones

    Finalmente, el informe vierte una serie de recomendaciones entre las que subraya que los consulados y organizaciones que trabajan con migración deben satisfacer el mínimo de necesidades insatisfechas y a su vez puedan facilitar la obtención de documentos identificatorios a las personas migrantes. Además, que puedan dar seguimiento a las solicitudes de estatus migratorio, sea de asilo o refugio.

    Que las organizaciones de sociedad civil y estatal adopten el enfoque de género y SSR en programas, iniciativas o proyectos que trabajan con la población migrante. Para dar una respuesta integral.

    Que el gobierno de Honduras lleve a cabo, a través de sus consulados en Guatemala y México, estrategias en alianza con los albergues para dignificar y mejorar los servicios que estos brindan, de manera diferenciada por género y aspectos interseccionales como sexo, diversidad sexual, mujeres embarazadas, niñez y adolescencia. Y que estos a su vez promuevan campañas preventivas de violencia sexual y una cultura de denuncia.

    Crear una política pública integral en materia de seguridad para mujeres que se encuentran en condiciones de vulnerabilidad por la violencia de género y que los mecanismos y estrategias que la misma contemple estén dirigidos a prevenir la violencia de género en todas sus expresiones.

    Que el gobierno de honduras brinde, a través de su currícula educativa, la educación integral en sexualidad como herramienta de empoderamiento y prevención de las violencias contra las mujeres, cierra. (RO)

  • Por qué las mujeres en Corea del Sur están en una ‘huelga de natalidad’

    Por qué las mujeres en Corea del Sur están en una ‘huelga de natalidad’

    Después de llevar más de un año intentando persuadir a las mujeres surcoreanas de tener hijos, Chung Hyun-back dice que hay una razón que destaca de su fracaso: “Nuestra cultura patriarcal”. Chung, a quien el gobierno anterior encomendó la tarea de revertir la caída en picada de la tasa de natalidad del país, sabe de primera mano lo duro que es ser mujer en Corea del Sur. Ella, en lugar de casarse y tener hijos, optó por su carrera profesional. Como Chung, millones de mujeres jóvenes han rechazado colectivamente la maternidad con la llamada “huelga de natalidad”.

    En 2022, una encuesta reveló que hay más mujeres que hombres —el 65 por ciento frente al 48 por ciento— que no quieren tener hijos. Están redoblando su apuesta al evitar directamente el matrimonio (y sus consabidas presiones). El otro término con el que se conoce en Corea del Sur la huelga de natalidad es “huelga matrimonial”.

    Esta tendencia está matando a Corea del Sur. Durante tres años consecutivos, el país ha registrado la tasa de fertilidad más baja del mundo: las mujeres en edad reproductiva tienen menos de un hijo de media. Alcanzó el “cruce de la muerte” cuando las muertes superaron a los nacimientos en 2020, casi una década antes de lo esperado.

    Chung Hyun-back, wearing a long winter coat, sits for a portrait outdoors against the backdrop of a fence and a tree with no leaves.
    Chung Hyun-back, quien fue ministra de Igualdad de Género de Corea del Sur entre 2017 y 2018, intentó sin éxito aumentar la tasa de fertilidad del país, que está en picada. Entre los obstáculos que dice que tienen la culpa está la “cultura patriarcal” del país.Credit…JeongMee Yoon para The New York Times

    Ahora, aproximadamente la mitad de las 228 ciudades, condados y distritos del país corren el riesgo de perder tantos habitantes que podrían desaparecer. Las guarderías y los jardines de infancia se están convirtiendo en residencias de mayores. Se cierran clínicas de obstetricia y ginecología y se abren funerarias. En la escuela primaria de Seoksan, en el área rural del condado de Gunwi, han pasado de tener 700 alumnos a tener 4. La última vez que lo visité, los niños ni siquiera podían formar un equipo de fútbol.

    Las generaciones de coreanos jóvenes tienen razones bien documentadas para no formar una familia, como los abrumadores costos de criar a los hijos, los precios prohibitivos de las viviendas, las pésimas perspectivas laborales y unos horarios de trabajo extenuantes. Pero son las mujeres las que, en especial, se han cansado de las expectativas imposibles que esta sociedad tradicionalista tiene puestas en las madres. Así que están renunciando.

    El presidente Yoon Suk-yeol, elegido el año pasado, ha dicho que el feminismo tiene la culpa de impedir las “relaciones sanas” entre los hombres y las mujeres. Pero lo ha entendido al revés: la igualdad de género es la solución al descenso de las tasas de natalidad. Muchas de las coreanas que rehúyen las citas, el matrimonio y el parto están hartas del sexismo generalizado, y furiosas por una cultura de chovinismo violento. Su reticencia a ser “máquinas de hacer bebés”, como leí en una de las pancartas de protesta, es una forma de represalia. “La huelga de natalidad es la venganza de las mujeres contra una sociedad que nos impone unas cargas imposibles y que no nos respeta”, dijo Jiny Kim, de 30 años, oficinista en Seúl que mantiene la intención de no tener hijos.

    Hacer la vida más justa y segura para las mujeres haría mucho por reducir la amenaza existencial del país. Sin embargo, este sueño feminista parece cada vez más improbable, ya que el gobierno conservador de Yoon defiende medidas regresivas que no hacen sino agravar el problema.

    La crisis demográfica de Corea del Sur habría sido inconcebible tiempo atrás: en la década de 1960, las mujeres tenían 6 hijos en promedio. Pero, en aras del desarrollo económico, el Estado llevó a cabo una campaña agresiva de control de la natalidad. En unos 20 años, las mujeres estaban teniendo menos hijos de la media necesaria —2,1— para la repoblación, una cifra que no ha hecho sino descender. Los últimos datos disponibles de la agencia estadística de Corea del Sur sitúan la tasa de fertilidad en 0,81 para 2021; en el tercer trimestre de 2022 era del 0,79.

    The imposing facade of a large brick building with several windows.
    Un hogar de ancianos en la ciudad de Gwangju, Corea del Sur, que solía ser una guardería.Credit…JeongMee Yoon para The New York Times

    En efecto, los últimos gobiernos se han alarmado ante una tasa que parece acercarse a cero. A lo largo de 16 años, se han invertido 280.000 wones (210.000 millones de dólares) en programas de fomento de la procreación, como un subsidio mensual para los padres de recién nacidos.

    Muchas mujeres siguen diciendo que no. No es de extrañar. Hay pocas formas de escapar de las sofocantes normas de género, ya sea en las directrices sobre el embarazo para que prepares ropa interior limpia para tu marido antes del parto, o trabajar en la cocina durante días para las ocasiones como el festival de la cosecha de Chuseok. Las mujeres casadas cargan con la mayor parte de las tareas domésticas y del cuidado de los hijos, que exprimen hasta tal punto a las nuevas madres que muchas renuncian a sus ambiciones profesionales. Incluso en los hogares con dobles ingresos, las esposas dedican más de tres horas diarias a estas tareas, frente a unos 54 minutos de sus maridos.

    La discriminación de las empresas contra las madres trabajadoras también es absurdamente común. En un caso muy sonado, el principal fabricante de fórmula para lactantes fue acusado de presionar a las empleadas para que dejaran el trabajo tras quedar embarazadas.

    Y la violencia de género está “escandalosamente extendida”, según Human Rights Watch. En 2021, una mujer fue víctima de asesinato o intento de asesinato cada 1,4 días o menos, según Korea Women’s Hotline. Las mujeres se refieren con el término “ruptura segura” a acabar con una relación sin que se produzcan reacciones agresivas.

    Sin embargo, las mujeres no han aceptado con pasividad la masculinidad tóxica. Se han organizado con campañas muy ruidosas, desde el exitoso movimiento #MeToo en Asia a grupos como “4B”, que se traduce como “Los cuatro noes: no a las citas, no al sexo, no al matrimonio y no a la crianza de los hijos”. Los movimientos feministas del país han logrado la despenalización del aborto y penas más duras para una epidemia de uso delictivo de cámaras ocultas con fines pornográficos.

    Sin embargo, muchas coreanas se han declarado víctimas del activismo femenino. El presidente Yoon llegó al poder el año pasado aprovechando ese resentimiento. Se hizo eco de los mensajes subrepticios de los defensores de los derechos de los hombres: declaró que ya no existía el sexismo estructural en Corea del Sur y prometió castigos más severos para las denuncias falsas de agresiones sexuales.

    El gobierno de Yoon está eliminando el término “igualdad de género” de los manuales escolares del próximo año, y ha cancelado la financiación de los programas que combaten el sexismo cotidiano. “Si la igualdad de género y el feminismo les parecen tan importantes, deberían hacerlo con su propio dinero y su tiempo”, dijo un legislador de su partido.

    El gobierno también está trabajando para desmantelar su propia sede para el empoderamiento de las mujeres: el Ministerio de Igualdad de Género. Creado en 2001, ha sido transformador para normalizar la baja por paternidad y para ayudar a las mujeres a alcanzar la antigüedad laboral.

    Las declaraciones de la ministra de Igualdad de Género del gobierno de Yoon ejemplifican su abandono de las mujeres. En septiembre, Kim Hyun-sook negó que la misoginia tuviera algo que ver cuando un trabajador del metro de Seúl apuñaló mortalmente a una compañera en un baño del metro después de acosarla durante años. Kim también declaró al principio que la violación y el asesinato en un campus de una estudiante universitaria, el pasado mes de junio, no era violencia contra las mujeres, y que no debía utilizarse para avivar “conflictos de género”.

    Image

    An expansive room with wooden floors, bright lights and elderly people in wheel chairs getting care from staff members.
    Una residencia para personas mayores y clínica de rehabilitación en Paju, Corea del Sur, que solía ser un salón de bodas.Credit…JeongMee Yoon para The New York Times
    Hasta ahora, ninguna de las medidas aplicadas por los sucesivos gobiernos ha invertido las tendencias respecto al matrimonio y la maternidad. Peor aún, el actual gobierno parece estar socavando activamente los esfuerzos que dieron esperanzas a las mujeres. “Se trata de una regresión histórica”, dice Chung, ministra de Igualdad de Género entre 2017 y 2018. La sociedad no puede poner fin a la huelga de natalidad sin reconocer las reivindicaciones de las mujeres, dice.

    Motivar a las coreanas para que vuelvan a considerar casarse y tener hijos conlleva infundir capacidad de acción e igualdad en cada aspecto de sus vidas. Un enfoque feminista eliminaría los obstáculos a la maternidad simplemente al aplicar las leyes vigentes contra la discriminación en el lugar de trabajo. Desestigmatizaría los nacimientos fuera del matrimonio y haría que las tareas domésticas fueran responsabilidad de todos. Condenaría la violencia de género como algo reprobable. Un enfoque feminista admitiría que existe un problema sistémico.

    Es evidente que, en los países donde el reparto de tareas en el cuidado de los hijos está muy desproporcionado, o que carecen de permisos por paternidad remunerados a nivel nacional, como Japón y Estados Unidos, las tasas de fertilidad también van en descenso. Lo mismo ocurre en China, donde las mujeres, inspiradas por Corea del Sur, han puesto en marcha su propio movimiento de los “Cuatro noes”; los datos de su gobierno divulgados este mes revelan que su población también está disminuyendo. Sin embargo, los países donde los padres son más cooperativos y existen buenas políticas familiares, como Suecia, o que reconocen la diversidad de las parejas, como Francia, han tenido más éxito a la hora de estabilizar o incluso aumentar sus tasas de natalidad.

    Las Naciones Unidas prevé que la población de Corea del Sur, de 51 millones de habitantes, se habrá reducido a la mitad antes de que acabe el siglo. Lo que está en juego es la supervivencia de la nación.

    Hawon Jung (@allyjung) es autora de Flowers of Fire: The Inside Story of South Korea’s Feminist Movement and What It Means for Women’s Rights Worldwide, de próxima publicación, y fue reportera de Agence France-Presse en Seúl. Vive entre Corea del Sur y Alemania.

  • Con mural en la UNAM, realizan homenaje a Yaretzi tras morir por choque del Metro en Línea 3

    Con mural en la UNAM, realizan homenaje a Yaretzi tras morir por choque del Metro en Línea 3

    En el marco del inicio del semestre 2023-2, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y la comunidad de la Facultad de Artes y Diseño (FAD) rindieron un homenaje a la alumna de Artes Visuales, Yaretzi Adriana Hernández Fragoso, fallecida en el lamentable accidente ocurrido hace unas semanas en el metro de la Ciudad de México.

  • Ser las víctimas y buscar a las víctimas

    Ser las víctimas y buscar a las víctimas

    Alegre y espontánea es como define Denisse a Yajaira. Lo cuenta, toma aire, calla unos segundos y sostiene el llanto. Yajaira Isabel Herrera era su vecina y tenía 24 años cuando encontró su cuerpo en una morgue de la ciudad de Medellín, en el departamento colombiano de Antioquia. A la joven, que duró cuatro días desaparecida, la asesinó su expareja de un disparo por la espalda.

    Dennisse Partidas, de 43 años, conoció a Yajaira hace cuatro años cuando emigró a Medellín, desde Barquisimeto, Venezuela. A la capital antioqueña llegó sin nada porque lo que tenía lo vendió para comenzar de cero en Colombia junto a sus hijos de 27, 17 y 13 años.

    Un par de pisos encima del suyo vivía Yajaira sola. Sus dos hijos iban a visitarla de manera periódica. Como era oriunda de la costa Caribe, en la ciudad no tenía un núcleo cercano aparte de sus hijos. Con el tiempo, entre Dennisse, su hija mayor y Yajaira nació una amistad basada en el apoyo mutuo. Recuerda de manera especial una ocasión en la que Yajaira se enteró de que sus vecinas no tenían comida para el día: “Me regaló huevitos y arrocito. Una comidita para que tuviera mientras resolvía”. Esa red de cuidados siente que fue lo que la motivó para ir en una búsqueda incansable tan pronto supo de su desaparición.

    Yajaira desapareció el 8 de julio de 2022, una semana después de su cumpleaños. Tras pasar días sin noticias de su paradero, Denisse inició una travesía por encontrarla. Caminó por más de una hora, fue a hospitales y finalmente llegó a Medicina Legal. Su peor presentimiento se hizo realidad y allí la encontró. Fue la primera en reconocer el cuerpo y en avisar a la familia. “Lo primero que pensé fue en sus niños que la estaban esperando. Yo la veía como una hija. Para mí fue muy duro”, evoca con la voz quebrada.

    En medio de la incertidumbre y las nulas respuesta por parte de las entidades competentes, Denisse encontró a Buscarlas Hasta Encontrarlas (BHE), una estrategia del movimiento político feminista Estamos Listas que, a través de diferentes herramientas, acompaña y hace seguimiento de la desaparición de niñas y jóvenes en Medellín y los municipios aledaños. En estos años, su labor se ha vuelto cada día más imprescindible y BHE se han convertido en una articulación clave para las familias de las víctimas.

    A la par, han sido testigos de los numerosos obstáculos que tienen que sortear quienes buscan a sus amigas, hermanas, y madres desaparecidas. Según menciona Gihorama Aristizabal, una de las voluntarias que integra la iniciativa, uno de los principales retos en estos procesos es superar la desinformación que en muchos casos también se extiende desde la misma institucionalidad. La activista explica que es muy común que las entidades repliquen el mito de 72 horas que dicta que se debe esperar alrededor de tres días para reportar una desaparición.

    Incluso cuenta que muchas veces a los familiares no les explican que existe un mecanismo de búsqueda urgente que resulta vital en esas situaciones. Aristizabal detalla que, si bien no en todos los casos de desaparición las mujeres son asesinadas, la violencia machista se materializa de otras formas, como la violencia sexual y psicológica. De hecho, señala que hay casos que ni siquiera logran resolverse.

    Recuerda la historia de Leidy Andrea Restrepo Goez, quien lleva desaparecida seis meses, y la de Luz Leidy Vanegas, desaparecida el 1 de enero de 2020. En ningún caso hay información clara sobre qué pasó con las mujeres. Ante un panorama cada día más trágico, Aristizabal hace un llamado al Estado inoperante: “Buscarlas Hasta Encontrarlas existe para recordarles a las instituciones que no están haciendo su trabajo y que nosotras tenemos que denunciar todas las barreras que les ponen a las familias. Deberían poner todos los mecanismos existentes al servicio de la búsqueda”, reclama Aristizabal, y añade que es urgente que, a la hora de investigar el fenómeno de la desaparición, el componente de género sea tenido en cuenta de manera particular. Precisamente, una lucha feminizada, donde la mayoría de quienes asumen la búsqueda de sus familiares han sido mujeres.

    Luego del feminicidio de Yajaira, Denisse ha tenido que tramitar el duelo del crimen y la zozobra que implica vivir en una ciudad donde a diario desaparecen y matan mujeres. “Me siento como traumatizada. Ahora mi niña sale hacia el colegio y me da mucho miedo que alguien la suba a un carro y no vuelva a verla. Medellín es muy violenta para las mujeres”, dice. Los datos respaldan su miedo. Solo en lo corrido del 2023, en Medellín se han registrado 15 homicidios de mujeres, entre ellas una mujer transgénero. En el 2022, la cifra ascendió a 27 homicidios, de los cuales 14 de ellos fueron tipificados como feminicidios y, en todo el país, Medicina Legal registró 594 denuncias de mujeres desaparecidas.

    Ante el doloroso panorama, diferentes movimientos de mujeres y oenegés feministas han exigido medidas urgentes y políticas públicas eficientes que permitan afrontarlo estructuralmente. Una de esas voces ha sido la de Dora Saldarriaga, concejala por el movimiento Estamos Listas y quien impulsó la declaración de crisis humanitaria por violencia machista en Medellín hace dos años. A través de esta, instaba al Alcalde Daniel Quintero a implementar acciones urgentes, pero la respuesta gubernamental ha sido insuficiente. La concejala habla de la necesidad de poner en marcha iniciativas como el seguimiento a las medidas de protección sobre violencia intrafamiliar y asignar presupuesto amplio que fortalezca los instrumentos ya existentes como la línea 123 mujer. A los diferentes tipos de violencia que sufren las mujeres, se le suma la imposibilidad de garantías reales de justicia. En el caso del feminicidio de Yajaira, ya han pasado seis meses y el proceso no muestra avances sustanciales y la información que reciben sus seres queridos es mínima. A esto se le suman las dificultades económicas de la familia que obstaculiza su asistencia a diligencias judiciales, lo que ha redundado en una posibilidad de libertad para el feminicida. Y eso se ha vuelto un temor latente para Dennisse: “Si lo liberan, no sé con qué intenciones salga. En especial porque fui de las primeras que dije que él tenía algo que ver. Yo lo intuí”.

    Carmen, hermana de Yajaira y quien junto Dennisse ha estado al frente del caso, sostiene que el feminicidio impactó profundamente a su familia. “Dos niños quedaron huérfanos, mi mamá está muy desorientada. Fue muy doloroso e inesperado. Lo único que pedimos es que se haga justicia, es nuestro mayor deseo”. Una exigencia apremiante en un país como Colombia donde la impunidad en delitos como el feminicidio ronda el 90%, de acuerdo con ONU Mujeres.

    Dennisse va más lejos y afirma que no va a estar en paz hasta que la justicia llegue para Yajaira. “Si tuviera la plata, me iría hasta allá donde está llevando el caso y haría todo para que el crimen se esclarezca y sepamos la verdad”, indica con decisión. Para Denisse, lograr justicia en el caso de Yajaira es una deuda con la amiga que le enseñó el poder de la unión entre mujeres.

  • El síndrome de la mujer perfecta: la ‘superwoman’ que (siempre) puede con todo

    El síndrome de la mujer perfecta: la ‘superwoman’ que (siempre) puede con todo

    El ‘síndrome de la mujer perfecta’ o de ‘la Supermujer’ afecta desde hace unos años cada vez a más mujeres. No identificado como trastorno, se trata de una situación cada vez más común en las mujeres en España generada por la sociedad en la que vivimos, en la que se premia excesivamente el éxito en todas las facetas de la vida, tanto en el terreno personal como en el profesional.

    Tal y como explica la doctora psicología clínica y de la salud, Judit March, «son mujeres que deben ser muy buenas en su trabajo, deben ser las mejores madres, las mejores esposas, las mejores amigas, siempre disponibles y siempre anhelando ser la mejor versión de sí mismas en todos los contextos de la vida, son mujeres orientadas al éxito que presentan dificultades en darse permiso al poderse equivocar o a pensar un poco más en ellas mismas».

    ‘Las mujeres perfectas’ son mujeres que han luchado siempre para conseguir ser valoradas y respetadas por una sociedad cada vez más crítica y exigente con ellas. Sobre la base de la experiencia de Judit March, «se trata de mujeres con un profundo sentimiento de soledad, que sienten que no reciben el apoyo que necesitarían ante una situación complicada, a las que casi nadie les pregunta cómo están o si necesitan algo».

    «Suelen ser mujeres luchadoras, mujeres cansadas de proponer y de aportar ideas, cansadas de tirar del carro, mujeres con iniciativa tanto en el terreno personal como en el profesional. Son mujeres de todas las edades y de todas las condiciones, a las que su entorno está acostumbrado a que lleven ellas la iniciativa y que hagan y deshagan a su criterio. Han ido generando en los demás la imagen de poder con todo, adoptando un papel de mujer perfecta, quizá porque no han tenido más remedio que procurar serlo».

    Leonor Cabrera, terapeuta y coach, que también ve este síndrome cada vez más en su consulta explica que «la vida se convierte para ellas en una carrera continua, donde lo que cuenta es resolver de forma rápida y efectiva los problemas propios y los de las personas que las rodean. Para ello, es necesario detectar pronto lo que los demás esperan y necesitan de ellas. Esta es la mejor manera de especializarse, de ser vista, de ser admirada y de conseguir ese éxito que, al fin y al cabo, se convierte en motor de vida, en un objetivo en sí mismo, no en una consecuencia del trabajo bien hecho».

    ¿Cómo cambiar?

    Leonor Cabrera, explica que «la única manera que conozco es parar, relativizar el hacer y dejar una especie de vacío para que surja el ser. En el movimiento continuo, en la carrera, es muy difícil pararnos a mirar quiénes somos en realidad, qué queremos, qué deseamos. Ahí sólo somos capaces de seguir con la inercia, la inercia de ser perfectas.

    «El mejor antídoto que conozco para el síndrome de la mujer perfecta es abandonar por unos días esa carrera, echarse a un lado del camino y observar qué sucede, qué se mueve, qué queremos, qué no queremos, qué nos lleva a no poder parar», reconoce la coach.

    Por su parte, Judit March nos indica que «cuando estas mujeres ya no pueden tirar más del carro debido a diferentes circunstancias, a causa de una enfermedad o simplemente por agotamiento, entonces tienen que tomar la decisión de detenerse y elegir, porque es imposible tener todo y hacerlo todo muy bien. Y es entonces cuando aparece el miedo a perder la condición de ser ‘mujer perfecta’ y tienen que dejar de mirarse en el espejo de su ‘imagen ideal’, una imagen y un rol que se ha ido forjando a lo largo del tiempo en su imaginario y en el de los demás».

    Asegura que «las Supermujeres acostumbran a establecer estándares que son anormalmente altos, fuera de su alcance o de lo razonable. Tienden a esforzarse hacia objetivos imposibles y tienen la tendencia a medir su autoestima en términos de productividad y de logros tangibles. Desafortunadamente, al hacerlo, estas Supermujeres están generando más estrés en sus vidas y multiplicando las posibilidades de desarrollar problemas psicológicos como la ansiedad o la depresión».

    La solución pasa por «aprender a decir que no, se debe de aprender a pedir ayuda, a no quererlo controlar todo. Debemos de aprender a prestarle atención a aquella niña que tuvo que salir adelante, que tuvo que cuidar de sus padres cuando no tocaba, que fue más madura y responsable que el resto. Hay que aprender a mirar a la niña, a cuidarla y a mimarla» dice la psicóloga y concluye, «todo luchador necesita su hora de descanso, porque incluso la persona más fuerte necesita descansar».

  • Inclusión de las mujeres en logística y transporte: los beneficios laborales de la diversidad

    Inclusión de las mujeres en logística y transporte: los beneficios laborales de la diversidad

    La industria del transporte y logística ha dado grandes pasos en los últimos años con la incorporación de soluciones tecnológicas que han revolucionado la manera en que la cadena de suministro se conecta en el mundo. Sin embargo, desde las operaciones hasta las altas cúpulas corporativas, el transporte y la logística siguen siendo un mundo predominantemente masculino. La inclusión femenina en todo el abanico de cargos laborales en el negocio logístico puede entregar grandes beneficios, desde “nuevas habilidades, frescos puntos de vista y diferentes soluciones, desarrollar nuevas maneras de trabajar de manera más eficiente y facilitar la disrupción de modelos de negocios existentes”, según revela un estudio realizado por la consultora Ti dedicado a la inclusión de las mujeres en logística y transporte –al cual MundoMaritimo accedió de manera exclusiva.

    “Una representación más amplia de las mujeres en este campo laboral puede incluso redituar en sueldos más altos tanto para ellas como para sus pares masculinos. Consecuentemente, enfocarse en reducir la brecha de género debiera ser evaluado por los líderes de negocios como una ruta para una mayor productividad y por políticos como una manera de aumentar la actividad económica, competitividad y, por supuesto, aumentar las contribuciones impositivas”, destaca el texto respecto de los beneficios de negocios y económicos de aumentar la presencia de mujeres en cargos laborales. Según un proyecto de investigación del Instituto Europeo para la Paridad de Género citado en el estudio de Ti, con la equidad de género en la industria logística y de transporte, habría un aumento en el PIB de 6,1-9,6% al 2050, equivalente a €1,95- €3,15 trillones, producto del incremento de plazas laborales, el 70% de las cuales habrían sido ocupadas por mujeres. Así, al 2050, las exportaciones habrían crecido en un 1,6- 2,3% y las importaciones disminuirían en 0,4-0,7%.

    Atractivo femenino

    No, no se trata de coquetería de mujeres, sino de cómo atraerlas a ellas hacia una industria que no ha hecho esfuerzos por reclutar profesionales femeninas más allá de cargos administrativos. Los desafíos son sociales y sectoriales. Primero, se deben derribar las barreras y estereotipos y luego desplegar el abanico de oportunidades.

    Los impedimentos son los mismos de siempre: educación y cultura. Para que las mujeres lleguen al mundo laboral, primero deben acceder a la educación y preparación académica que les permita ejercer estos trabajos, por lo que la reducción de la brecha educacional es clave para el siguiente paso que es la paridad laboral. Otro obstáculo cultural, donde el cuidado no remunerado de menores de edad y adultos mayores recae exclusivamente en ellas, lo que obliga a mujeres a no adentrarse en el campo laboral o limitarse a trabajos informales o de media jornada.

    Inversión en talento

    La verdadera inclusión laboral no solo atrae talento femenino, sino que además invierte en educar futuras generaciones y en retener a quienes han forjado una opción profesional en un sector que tradicionalmente ha ignorado el aporte de las mujeres. Por eso, se requieren importantes cambios estructurales para la retención y proyección profesional. El reporte de Ti destaca la importancia de la colaboración entre la propia industria y la institucionalidad para proveer un escenario que cuente con cambios legislativos respecto de la discriminación y permisos de maternidad, flexibilidad laboral para el cuidado no remunerado, soporte en la crianza, mejora en las instalaciones de transporte y cambios en los diseños de camiones (para el caso de transporte terrestre), automatización y digitalización en función de trabajos físicos, junto con programas de entrenamiento para el desarrollo de carrera, calificación técnica para el desarrollo de cargos, programas de reinserción laboral (tras prolongadas ausencias), mentoría respecto de estereotipos de género y orientación para crecimiento laboral.

    Por MundoMaritimo

  • Crece delito de extorsión contra mujeres en México

    Crece delito de extorsión contra mujeres en México

    El delito de extorsión en donde las víctimas fueron mujeres creció 12 por ciento, entre 2021 y 2022, al pasar de 3 mil 359 a 3 mil 765 personas afectadas por este delito, de acuerdo con el informe del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP).

    En mayo del año pasado se alcanzó la cifra más alta de mujeres extorsionadas en el país, desde enero de 2015, con 400 casos, de acuerdo con el reporte del organismo.

    El 2022 inició con 236 mujeres extorsionadas en enero, con 261 en febrero, en marzo fueron 335, al mes siguiente 394 y luego del pico en mayo, comenzó un descenso de 361 casos en junio y 275 al mes siguiente.

    En agosto fueron 336 víctimas de extorsión, en septiembre 287, en octubre hubo 317 casos, 268 en noviembre y cerró el año con 295 personas afectadas.

    En lo que va de los primeros cuatro años de la presente administración, el delito de extorsión mantiene una tendencia a la alza, con 3 mil 172 casos en 2019, 2 mil 864 en 20202 y 3 mil 359 mujeres víctimas de este ilícito en 2021.

    El Estado de México es la entidad que presenta la mayor cantidad de mujeres extorsionadas durante el año pasado, con mil 238 casos, lo que representa el 32.8 por ciento del total nacional de 3 mil 765 víctimas.

    Le sigue Veracruz con 358 mujeres extorsionadas, Jalisco con 296, Guanajuato 283 y Nuevo León con 282 víctimas, en los cinco primeros lugares de entidades afectadas por este ilícito.

    Al hacer la medición de la extorsión en las entidades, por cada 100 mil mujeres, Zacatecas es la entidad más peligrosa al registrar 25 casos por esa tasa de población.

    Le sigue Baja California con 17.23 casos por cada 100 mil mujeres, el Estado de México con 13.62 casos, Colima con 13.05 y Nuevo León con 9.78 casos.

     

  • “Basta de impunidad”: otras sobrevivientes de ataques con ácido exigen justicia

    “Basta de impunidad”: otras sobrevivientes de ataques con ácido exigen justicia

    Sobrevivientes de ataques con ácido exigen a las autoridades de México poner un alto a la impunidad que rodea sus casos y otorgar justicia a todas las mujeres víctimas de esta violencia extrema.Agrupadas en un frente común, decenas de mujeres que han sobrevivido a este tipo de agresión se pronunciaron ante la postura de la Fiscalía del Estado de Oaxaca, que estuvo a punto de conceder arresto domiciliario a Juan Vera Carrizal, exdiputado local del PRI señalado de ser el autor intelectual del ataque con ácido en contra de la saxofonista oaxaqueña María Elena Ríos.

    Aunque esa resolución se echó para atrás por los reclamos de mujeres, organizaciones de la sociedad civil, legisladoras y hasta por la intervención del presidente Andrés Manuel López Obrador, otras sobrevivientes ven como un riesgo latente que las fiscalías consideren estas decisiones porque “transmiten un mensaje de indiferencia e impunidad”.

    “Están abriendo puertas para que se sigan cometiendo más de estos crímenes. Por eso, en un grito desesperado, decimos ¡ya basta! y exigimos que el Estado mexicano nos haga justicia. Exigimos un alto a la impunidad”, dijo en entrevista Carmen Sánchez, sobreviviente de ataque con ácido y directora de la fundación que lleva su nombre.

    Impunidad, la constante

    La Fundación Carmen Sánchez MX, que brinda apoyo a mujeres que han enfrentado la llamada violencia ácida, registra 34 casos de mujeres atacadas con ácido en México. Solo en uno se ha sentenciado al agresor a una pena de ocho años de prisión.

    Sin embargo, considera la activista, se trata de una sentencia que no corresponde con el delito cometido, debido a que antes de que se aprobara la tipificación del delito de feminicidio en grado de tentativa, la mayoría de las autoridades clasificaban estas agresiones como “lesiones menores, que sanan antes de 30 días”.

    Ahora han logrado que algunas carpetas de investigación sobre los ataques con ácido se reclasifiquen como tentativa de feminicidio, un logro, dice Carmen, de las mujeres que no han cedido en su búsqueda de justicia.

    “La realidad es que las mujeres que sobrevivimos a un ataque con ácido no solo nos tenemos que enfrentar a la violencia machista del hombre que intentó asesinarnos, sino también a la violencia e indiferencia institucional, a la impunidad del Estado, a la revictimización social”, lamenta.

    Por ello, ante el primer intento de una fiscalía para liberar a un agresor, aunque no se trate de su caso, crece el miedo en las sobrevivientes.

    En esta fundación han identificado que casi todas las mujeres agredidas con ácido tenían entre 20 y 30 años al momento del ataque, y los intentos de feminicidio los cometieron sus parejas o exparejas.

    “Nos intentan asesinar en los lugares que creemos seguros: la propia casa, el trabajo o en el trayecto de la casa al trabajo”, expone.

    El caso de Carmen Sánchez

    Tenía 30 años cuando en 2014 la atacaron con ácido. El 20 de febrero de 2023 se cumple el noveno aniversario de este evento traumático que, aunque no logró arrebatarle la vida, la hirió profundamente.

    Ahora, Carmen Sánchez tiene 39 años y continúa demandando justicia. Siete años después de la agresión, la Fiscalía del Estado de México, donde se cometió el intento de feminicidio en su contra, detuvo a su agresor y todavía no recibe una sentencia.

    “Desde 2014 yo he emprendido una lucha, es una lucha dolorosa. Han pasado ya casi nueve años y, sin embargo, no he logrado obtener justicia”, lamenta Carmen.

    Su caso está plagado de irregularidades. Primero, el Ministerio Público minimizó la agresión al considerar que eran lesiones menores. Después, la carpeta de investigación de su caso se “extravió” por cuatro años, hasta que la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) intervino y la fiscalía mexiquense retomó el caso.

    Carmen sigue luchando. Este viernes 27 de enero se realizó una audiencia y, por fin, declaró su agresor. Otras citas previas habían sido pospuestas.

    “El Ministerio Público se da el gusto de no presentarse a las audiencias y cancelarlas, y después llamarme y decirme: ‘Pero, señora Carmen, lo tenemos detenido, cuál es su preocupación’», sostiene.

    La preocupación, dice Carmen, es similar en todas las sobrevivientes; temen que sus agresores queden o sigan libres y concreten lo que no lograron antes: asesinarlas. Como María Elena Ríos, ellas también viven con miedo.

    “Estos agresores nos iban a matar. Nos han dejado con vida, pero eso no es un privilegio”, subraya.

    A Carmen, por ejemplo, la familia de su agresor la ha amenazado y acosado. Además, denuncia, en dos ocasiones han querido ingresar al departamento donde vive con sus hijas.

    Por eso desea que el Poder Judicial del Estado de México juzgue debidamente y sentencie a su agresor.

    “Estoy a punto de obtener la sentencia y, con lo que está pasando con María Elena Ríos, tengo muchísimo miedo. Yo espero que el Estado de México deje un precedente de no repetición sobre los ataques con ácido, que no le abran la puerta a más personas que quieran seguir quemando a mujeres y que no les tiemble la mano para dar la sentencia ejemplar”, exige.

  • Mujeres, más propensas a ser víctimas de sextorsión a cambio de servicios públicos

    Mujeres, más propensas a ser víctimas de sextorsión a cambio de servicios públicos

    En México, las mujeres son más propensas que los hombres a ser víctimas de extorsión para acceder a los servicios de salud y educación, a sufrir “sextorsión” (cuando son coaccionadas para brindar “favores sexuales” a cambio de recibir servicios públicos), además de que son ellas quienes más sufren violencia de género y delitos sexuales, lo que aumenta su vulnerabilidad a actos de corrupción en la búsqueda de acceso a la justicia, de acuerdo con el Sistema Nacional Anticorrupción y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo.

    Datos del más reciente informe “Mujeres ante la corrupción” agregan que existen altos índices de corrupción en el Poder Judicial que impiden que los feminicidios sean juzgados o sancionados de la manera adecuada.

    “En este sentido, juzgar la muerte violenta de una mujer o feminicidio como homicidio común deriva en impunidad. Los actos de corrupción que se presentan en el proceso para denunciar, investigar y sancionar un feminicidio son el pago de sobornos, el tráfico de influencias o la complicidad con los criminales.”

    Por otra parte, el texto señala que “la hipótesis de que las mujeres son menos corruptas que los hombres no es cierta” y que se basa en estereotipos de género, no en hechos.

    “Si bien se ha notado una disminución de la corrupción cuando hay mayor participación de mujeres, ésta no se debe a que las mujeres sean menos corruptas que los hombres, sino que al abrir la participación al cien por ciento de la población (en lugar de sólo 50 por ciento que representan los hombres), es más posible toparse con personas adversas a la corrupción”, indica el reporte.

    Según el documento, que cita distintos estudios, “al tener las mujeres asignado por los roles de género el trabajo de cuidado, entre cuyas responsabilidades está la atención de la salud, ellas sean más vulnerables al pago de sobornos para acceder a servicios de esta naturaleza”.

    Añade que los roles de género que ubican a las mujeres en el ámbito privado, comunitario y reproductivo, y a los hombres en el público y productivo, así como de mayor valor sociocultural definen, asimismo, una relación desigual de poder en el ámbito público; esto no obstante la cada vez mayor participación de mujeres en este espacio, tanto en el trabajo remunerado, la política y la economía.

    “Sin embargo, lo anterior no se ha traducido en una mayor participación de varones en el ámbito privado y en las responsabilidades de crianza y cuidado de otras personas, por ejemplo. Esto genera desigualdades, vulnerabilidades y tensiones que impactan de manera particular la relación mujeres-género-corrupción”.

    Entre otros puntos, el documento plantea que es evidente la necesidad de que las políticas anticorrupción y las instancias públicas y de la sociedad civil involucradas transversalicen la perspectiva de género en todo su trabajo.

  • Estamos Listas, el movimiento de mujeres que busca llegar al Congreso en Colombia

    Estamos Listas, el movimiento de mujeres que busca llegar al Congreso en Colombia

    “¿Y ustedes sí están listas?” La pregunta que durante años escucharon muchas mujeres en Colombia cuando buscaban presentarse a cargos políticos ha encontrado una respuesta contundente en un movimiento feminista que, por primera vez en la historia del país, se postula al Congreso. Lo llamaron Estamos Listas como una afirmación a ese cuestionamiento hecho tantas veces con sorna. “Claro que estamos listas para gobernar este país”, dice Magaly del Carmen Belálcazar, una mujer campesina de la Amazonia colombiana que integra este movimiento sin filiación a ningún partido.

    Esta ambientalista que lleva años defendiendo la igualdad de tierras para las mujeres y el medio ambiente en el sur del país, dice que estaba lista hace tiempo, pero solo ahora se atreve a hacerlo desde lo electoral. “Todo lo que hacemos nosotras es política, desde la siembra, la cosecha, la movilización social. Al entrar al movimiento empecé a reflexionar por qué si somos las que defendemos el territorio y la vida cedimos a que otros decidan por nosotras”, dice a EL PAÍS.

    Estamos Listas surgió en Medellín en 2017, pocos meses después del plebiscito por la paz en el que triunfó el ‘No’ a los Acuerdos entre el gobierno y las FARC. Esa tristeza que les produjo el resultado a un grupo de mujeres de la ciudad, que en Colombia se conoce como plebitusa, las hizo tomar una decisión: ocuparían más espacios de poder de la vida política para incidir en las decisiones clave de Medellín. Reunieron a más de 2.000 mujeres y se postularon de forma colectiva al Concejo de la ciudad.

    Mientras una de ellas, Dora Saldarriaga, conquistó un escaño en ese espacio de política local, desde otras regiones comenzaron a pedir entrada al movimiento. La imagen, que consta de una búha con las alas abiertas y los colores violeta y amarillo y del árbol guayacán tradicional de Medellín y representa la lucha de las mujeres, se ha ido haciendo conocida desde entonces en todo el país. En 2021, decidieron constituirse como un movimiento de carácter nacional, recogieron 90.000 firmas y obtuvieron el aval de la Registraduría Nacional para postularse a las elecciones a Senado el próximo 13 de marzo.

    En Colombia hay una “subrepresentación de mujeres en el Congreso”, asegura el informe Mujeres y hombres: brechas de género en Colombia, de ONU Mujeres, la Consejería Presidencial para la Mujer y el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), que presenta un panorama detallado sobre la situación económica, educativa y de violencia contra las mujeres en Colombia entre los años 2008 y 2019. La desigualdad es evidente en la Cámara de Representantes (Cámara baja), donde de los 171 escaños solo 32 son ocupados por mujeres; algo similar al Senado, que de 108 asientos, solo tiene 23 ocupados por mujeres.

    “En el Congreso colombiano la tasa de representación de mujeres es del 19,7%, 10 puntos porcentuales por debajo del promedio de representación de América Latina y el Caribe, que se ubica en el 29,7%. También se halla lejos del promedio mundial de 24,5%, por ende se sitúa en el lugar 119 de la clasificación internacional de la Unión Interparlamentaria (IPU, 2020). En consecuencia, el Congreso de Colombia está lejos de la cuota del 30% establecida por el propio país, y más lejos aún de la paridad que plantean los ODS a nivel mundial”, dice el documento.

    “Es el primer movimiento feminista definido y organizado como feminista que hace esta gran apuesta sin ningún tipo de partido ni alianza y por fuera de las coaliciones de centro y de izquierda”, explica Marta Restrepo, una de sus fundadoras. Esta trabajadora social reivindica la diversidad de feminismos, un tema que ha estado en el centro de la discusión en las elecciones en Colombia después de que el candidato de izquierda Gustavo Petro dijera que solo reconoce el feminismo popular y criticara el “feminismo intelectual de las ciudades”.

    “Más allá de dar esa discusión en la voz de un hombre, nosotras demostramos que sí podemos trabajar juntas. En nuestro movimiento hay mujeres campesinas, con doctorado, madres cabeza de familia, otras haciendo sus estudios universitarios”, dice Restrepo. Hasta ahora son 1.700 mujeres afiliadas que están en 150 lugares de Colombia y 28 países.

    De la misma manera que lo hicieron al Concejo de Medellín, cualquiera de las 1.700 mujeres se podía postular a la lista del Congreso. La selección se hacía de forma plural y a través de una votación digital y según los votos que obtenía cada una se establecía el orden de la lista. Magaly fue una de las que obtuvo un espacio. “En Colombia es complicado participar en política sin ser hijo o hija de un cacique o sin tener un padrino. Por eso que una mujer campesina como yo se pueda postular habla de la importancia del trabajo colectivo de este movimiento”.

    Magaly Belálcazar, candidata al Senado por el movimiento de Estamos Listas
    Magaly Belálcazar, candidata al Senado por el movimiento de Estamos ListasESTAMOS LISTAS

    Así confeccionaron una lista de 11 candidatas. “Son mujeres en toda su diversidad, disidentes sexuales, afrodescendientes, palenqueras [descendientes de esclavos], y departamentos subrepresentados en el Congreso, de zonas a las que los políticos tradicionales solo van a pedir votos en campaña”, dice Restrepo.

    Pero también hay algunos hombres. Para ser avalado, el movimiento debía cumplir la cuota de género que se exige en el país, pero esta vez a la inversa. “Son cinco hombres que son aliados y están ahí al final de lista sin reclamar protagonismo”, recuerda la fundadora. Y son también de diversos orígenes: hay un padre de familia o un músico, entre otros.

    Aunque se definen como movimiento feminista no reivindican solo una “agenda netamente mujerista” en el Congreso. Señalan que la agenda es de una nueva humanidad que pone en el centro el cuidado de la vida de todas las personas. “Creemos que las mujeres no se emancipan solas sino con sus comunidades”, agrega Restrepo.

    En el centro de su agenda está la búsqueda de redistribución económica y de poder, pero apuestan fuertemente a la implementación de los acuerdos de paz en un país en el que la guerra ha dejado millones de víctimas, muchas de ellas mujeres. “Para nosotras es importante defender la tenencia de la tierra y la desmilitarización del cuerpo de las mujeres porque de donde yo vengo una vaca tiene más derechos que una mujer”, dice Belálcazar.

    El feminismo se ha convertido pues en un tema determinante de la actual política colombiana. “Hay un movimiento feminista creciente en el país por mujeres integrado en su mayoría por jóvenes, disidentes sexualmente. El país está maduro para abordar la igualdad de derechos entre quienes estamos históricamente excluidas”, concluye Restrepo.