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  • Las madres mexicanas, en constante olvido por el Estado

    Las madres mexicanas, en constante olvido por el Estado

    En México los abusos, ausencias y violencias que sufren las mujeres día con día exponen las carencias que tienen los Poderes del Estado para protegerlas, situación que se agrava si se trata de madres de familia.

    Especialistas en derecho analizaron en el foro “Maternidades ante el poder punitivo del Estado” las dificultades que las madres mexicanas enfrentan para tener acceso a vivienda, educación y salud, entre otros servicios básicos, y para proveerlos a quienes dependen económicamente de ellas, como suspadres, esposos, concubinos e hijos.

    La magistrada Taissia Cruz Parcero, directora del Instituto Federal de Defensoría Pública (IFDP); Corina Giacomello, profesora investigadora del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Autónoma de Chiapas, e Irene Spigno, directora de la Academia Interamericana de Derechos Humanos de la Universidad Autónoma de Coahuila, coincidieron en que el papel de las mujeres en la sociedad mexicana y latinoamericana es constantemente olvidado por los órganos del Estado.

    Vieron con preocupación que, de cara a las elecciones de junio próximo, ningún aspirante presidencial, dos de ellas mujeres, ha mostrado la intención de hacer propuestas de políticas públicas encaminadas a proteger al sector femenino del país.

    Alertaron que la agenda común de los candidatos presidenciales apunta al punitivismo, con la defensa de medidas como la prisión preventiva oficiosa, pues esto no acaba con las problemáticas que aquejan a la sociedad y específicamente a las mujeres.

    Maternidades en prisión

    Taissia Cruz abordó los problemas que viven las mujeres privadas de la libertad y destacó que desde hace 150 años se tiene conocimiento de que las cárceles no están pensadas para las mujeres con hijos, por lo que la pena de prisión no es una medida adecuada cuando se trata de ellas.

    “Los componentes de género tienen impactos diferenciados en las mujeres privadas de la libertad, pues a la sanción legal, como consecuencia jurídica del delito, se suma el estigma de la sanción social que para ellas resulta trascendente, en especial cuando tienen a su cargo la responsabilidad primaria de la crianza o de las labores de cuidados de niños y adolescentes, personas adultas mayores y personas con discapacidad”, señaló.

    Afirmó que las políticas públicas para combatir la pobreza han sido insuficientes, pues la desigualdad económica, la brecha salarial y la falta de acceso a la seguridad social afectan de manera desproporcionada a las mujeres, pues, según datos de OXFAM Internacional, son ellas quienes asumen entre dos y 10 veces más el trabajo de cuidados no remunerado, así como las tareas del hogar en comparación con los hombres.

    Sheinbaum y Gálvez. Política punitiva. Foto: Especial

    Refirió que la Encuesta Nacional de Población Privada de la Libertad (Enpol) 2021 contaba 12 mil 568 mujeres en prisión en México, entre ellas dos mil 326 recluidas en centros penitenciarios ubicados en entidades distintas a su lugar de origen y 5.8% de ellas, con sus hijos viviendo en prisión.

    Reconoció que desde la academia se han documentado problemas estructurales en el encarcelamiento de mujeres, pues los centros penitenciarios no visibilizan sus necesidades especiales, no tienen espacios dignos y adecuados para embarazadas, el posparto, la lactancia y la crianza; hay falta de productos de gestión menstrual; falta de protección de los derechos reproductivos de las mujeres en prisión, en particular el de interrupción legal del embarazo.

    De acuerdo con la juzgadora, las estadísticas apuntan a que 50% de los hijos de madres en prisión están al cuidado de sus abuelas maternas, mientras que sólo 20% están a cargo de sus padres biológicos.

    Citó el informe Mujeres privadas de la libertad en las Américas, publicado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en 2023, que señala que el encarcelamiento de mujeres a escala mundial ha crecido en 6.9%, debido, sobre todo, al endurecimiento de las políticas antidrogas y a la falta de enfoque de género en la justicia.

    Otros factores identificados por la CIDH sobre qué lleva a una madre de familia o mujer cuidadora a delinquir son la pobreza, el patriarcado, los estereotipos sexistas, la discriminación histórica y la violencia de género.

    “El sistema penal claramente se ensaña con las mujeres, los avances legislativos y los focos de carácter institucional siguen planteando más retos que realidades. En tanto no se logre que los enfoques de género e interseccionalidades estén en el centro de la toma de decisiones tanto administrativas como jurisdiccionales, al visibilizar las violencias que ocurren en los casos de madres criminalizadas e identificar las vulnerabilidades que las intersectan, podemos avanzar hacia un sistema punitivo penitenciario con enfoque de derechos humanos en los que la maternidad no sea un factor que agrave la, de por sí presente, violencia institucional; desde mi punto de vista, ninguna madre con niños y adolescentes a su cuidado debería de estar en prisión”, apuntó.

    La directora del IFDP refirió que la CIDH hizo énfasis en la carga psicológica adicional que representa para las madres o cuidadoras no poder seguir manteniendo a las personas que dependen de ellas ni poder aportar económicamente ante las escasas y precarias oportunidades laborales que tienen dentro de las prisiones mexicanas, problemática que fue reportada por Proceso en su edición mensual (número 11) y que se evidencia por el incremento de muertes de mujeres dentro del Centro Federal de Readaptación Social 16 (Cefereso 16) CPS Femenil de Morelos, en un periodo de seis meses, que han sido catalogadas como suicidios sin que hasta el momento las autoridades hayan entregado a las familias o sus representantes legales alguna evidencia de que tuvieran algún problema de salud mental que las llevara a quitarse la vida.

    En cambio, el IFDP y organizaciones como CEA Justicia han documentado que, dentro de este penal femenil federal, único en su tipo, existen diversas violaciones a los derechos de las internas, incluidas las que murieron en estas condiciones, y malos tratos que llegan a ser considerados como tortura, entre otros.

    Maternidad y adicciones

    Corina Giacomello analizó las barreras que enfrentan las madres que padecen de una adicción a las drogas, víctimas de diversas formas de discriminación, estigma y autoestigma.

    “El uso dependiente de sustancias sí implica una relación de pérdida de control, de pérdida de poder sobre la sustancia y puede comprometer, no en todos los casos, la posibilidad del autocuidado y del cuidado de otras personas”, comentó.

    De acuerdo con el trabajo de investigación que ha realizado la profesora en 11 países del mundo, las mujeres en tratamiento contra la adicción a las drogas reconocen que su situación se agrava más por razón de su género.

    Madres de familia, un sector que requiere apoyo. Foto: Daniel Augusto/Cuartoscuro.

    “De los riesgos identificados de las mujeres que consumen drogas hay dos que se diferencian de los de los hombres: el miedo a perder a los hijos, por lo que prefieren no decir que usan sustancias y, por otro lado, el riesgo a involucrarse en criminalidad y en trabajo sexual”, explicó.

    “Son situaciones de mucha vulnerabilidad y violencia y también de mucho autoestigma, autoasco y autodenigración, de considerar que se lo merecen, que eso les pasa, porque eso es lo que ellas valen”.

    En el caso de las mexicanas, también se agrega el miedo a ser asesinada o desaparecida.

    La especialista indicó que, en la mayoría de los países, incluido México, una constante es que los lugares destinados a albergar o apoyar mujeres víctimas de violencia no dan espacios a aquellas mujeres que consumen drogas.

    “Para que una mujer llegue a tocar la puerta de un refugio, ésto hay detrás: décadas de violencia, cantidad de barreras superadas, miedos, conseguir el dinero para llegar al lugar y que una vez que llegue a ese lugar la respuesta institucional sea ‘vete a tratar y luego regresas’; es una violencia simbólica institucional que pone en riesgo la vida de las personas”, reprochó.

    Giacomello indicó que en los estudios que ha realizado en México sobre los sitios dedicados a dar tratamiento para las adicciones, los más comunes son los conocidos como “anexos”, lugares que la especialista calificó como terribles por las condiciones en las que viven las personas que van a tratarse ahí e indicó que, afortunadamente, en estos sitios no aceptan a las mujeres con sus hijos.

    “Hay que tratar de romper estigmas sobre quiénes tenemos derecho a ser madres y quiénes no, preguntarse qué quiere decir elegir ser madre y si hay maternidades más válidas que otras y la respuesta por supuesto es no, no la hay cuando miramos a las prisiones ni la hay cuando miramos a las mujeres que usan sustancias”, enfatizó.

    “Si un día dejamos de ser mamás, el Estado penal se cae, no hay comida en las prisiones, se acaba la atención a hombres que usan sustancias, a mujeres que usan sustancias, se acaba la búsqueda de personas desaparecidas, se cae el país, se cae el mundo y es por eso que la economía del cuidado es un tema que debería de estar en la agenda de aquí en adelante en nuestro país y en la agenda, por supuesto, que nos espera después de junio”.

    Madres buscadoras

    Irene Spigno detalló las barreras, estereotipos y estigmas que enfrentan las madres buscadoras en México, mismos que son perpetuados por el Estado.

    “La mayoría de las personas que buscan a sus seres queridos desaparecidos son mujeres y son mamás que obviamente se enfrentan todas las barreras, estereotipos, perjuicios estigmas que el Estado se encarga de perpetuar”, dijo.

    Expuso que, desde el momento en que una madre denuncia la desaparición de su hija joven, las autoridades suelen responder que ‘seguramente se fue con el novio’, pese al contexto de violaciones graves de derechos y de violencia generalizada contra las mujeres; y si la madre denuncia la desaparición de su hijo joven, la respuesta es que seguramente estaba metido en el crimen organizado.

    Por ello, la abogada indicó que las fiscalías deben mejorar el trabajo que realizan sobre este tema para dar debido seguimiento a las investigaciones que se inician cuando una persona es víctima de desaparición, pues la situación ha llegado al punto en el que desde la academia los familiares de personas desaparecidas han recibido capacitación para conocer sus derechos y cómo hacerlos valer ante las autoridades.

    “Es grave que las víctimas tengan que impulsar y hacer el trabajo que corresponde a las instituciones en materia de desapariciones”, agregó.

    Maternidad pese a todo

    Gabriela Cruz, mujer de origen oaxaqueño, es uno de los miles de ejemplos de las diferentes barreras que tienen que librar las mujeres que deciden ejercer su maternidad pese a sus propias circunstancias.

    Gabriela estuvo presa por delitos contra la salud en la modalidad de transporte, de 2012 a 2019, cuando entró a la cárcel era madre de una niña y un bebé que nació con parálisis cerebral y afirma que por el delito por el que fue procesada “no tenía derecho a casi nada”.

    Su historia parece fragmentos de la vida de diferentes mujeres que han sufrido violencia institucional y el repudio social como consecuencia de sus decisiones.

    “Me negaron la apelación, me negaron el amparo directo por no haber ‘pensado antes de cometer un delito’”, lamenta.

    Gabriela Cruz vivía en una comunidad de Oaxaca en la que se dedicaba a las labores del hogar, trabajo por el que no ganaba mucho.

    Era madre soltera y cuando se dio cuenta de que su bebé no sostenía su cabeza, no comía ni se movía se dio cuenta de que necesitaría ayuda.

    “Busqué medios de apoyo, medios de ayuda y me fueron negados por ser madre soltera y entonces el único apoyo supuestamente que pude encontrar fue cuando me dijeron ‘transporta algo y yo te pago para que puedas llevar a tu hijo al médico’”, contó.

    “Lamentablemente me detuvieron, estuve en prisión, mi hijo quedó al cuidado de mi mamá, pero después de un tiempo ella tuvo una situación similar a la mía y también estuvo en prisión, entonces yo tuve que mantener a mi hijo en prisión conmigo”.

    Cuando Gabriela fue procesada su hija mayor ingresó a una casa hogar cristiana ubicada frente al reclusorio donde ella estaba, mientras que su hijo de tres años se quedó a vivir con ella en la celda que compartía con otras seis mujeres y que sólo tenía una cama de concreto de tamaño individual.

    “Al principio el director no quería que mi hijo estuviera ahí, pero quien se había quedado con él después de que detuvieron a mi mamá me lo regresó ya muy mal porque no lo podía cuidar adecuadamente ya que por su enfermedad se le tenía que dar de comer en la boca, cambiarle los pañales; como su enfermedad es progresiva se le tenían que hacer varios movimientos en el cuerpo para retrasar el avance”, relató.

    “El director me dijo que no quería niños que además ni siquiera había nacido ahí y tenía más de tres años y yo le dije que a menos que él me dijera quién lo iba a cuidar y hacerse cargo de él, yo no iba a dejar que el niño se fuera”.

    Mujeres en reclusión. Foto: José Manuel Jiménez

    Este enfrentamiento con el director del reclusorio ocasionó que éste ordenara que su hijo no recibiera atención médica pese a que el niño requería de terapias de rehabilitación a las que Gabriela intentó, por todos los medios, que le permitieran acudir custodiada o con cualquier otra medida de seguridad.

    “Mandé escrito al juez donde le decía que estaba arrepentida, pero que mi hijo necesitaba atención y que me pusieran en arraigo domiciliario o alguna alternativa para llevar a mi hijo a sus rehabilitaciones y me respondió: ‘Eso debiste haber pensado antes de estar en la cárcel’.

    “Me negaron todas las instancias, mi hijo estuvo conmigo sin buena alimentación, sin atención médica porque ahí si te enfermas, nada más te pueden dar analgésicos y si necesitas otro tipo de atención, tú la tienes que financiar”, detalló.

    Dentro de la cárcel las mujeres del penal donde estaba Gabriela no podían recibir cualquier alimento porque las autoridades se cuidaban de que no fueran productos que pudieran fermentarse para hacer bebidas alcohólicas, esta medida también afectaba a las que tenían hijos pequeños ahí dentro.

    “De la ropa también estábamos restringidos, no podíamos tapar las puertas; aunque estuviera calando el frío mi hijo se dormía aquí pegado a mí para que no nos fuéramos a caer de la camita”, comentó.

    “No podía pasar ningún juguete, carreola, nada, una vez una institución que daba equinoterapias fue a la cárcel y me acerqué a comentarles de mi hijo y me donaron una silla de ruedas, pero el director hizo que esas personas se quedaran afuera esperando porque no les permitía el paso con la silla de ruedas.

    “Una de las compañeras tenía el número del secretario de Seguridad Pública y tuve que hablar con él para que dejara pasar la silla porque mi hijo estaba creciendo, yo lo tenía en un portabebé en el que ya no cabía”.

    Cuando el reclusorio cambió de director, la situación para los niños que vivían ahí con sus madres cambió, pues les permitieron ingresar frutas que debían consumir en un horario asignado y en un área específica.

    “Si tu hijo no tenía hambre, tenías que darle a la fuerza porque era el único momento para darle de comer una fruta”, recordó.

    El DIF estatal le ofreció apoyo para su hijo, esto significaba que Gabriela debía dejarlo ir con personal de la institución y volver a verlo hasta que ella recuperara su libertad.

    “Fue un momento difícil porque nunca sabes cómo ser madre, no sabes cuál es lo bueno para tu hijo y cuál es lo malo, en mi cabeza pasaron un montón de cosas, pero también ves la situación que está viviendo y digo ‘mi hijo no está preso, yo soy la que está presa, yo soy la que está viviendo en una situación pagando un delito y como no es un preso y necesita la atención, ser libre, que lo lleven al médico’, no sé si hice bien o mal, fueron momentos de confusión, hubo tiempos que no podía ni comer por estar pensando en eso y tomé la decisión de liberar a mi hijo, que él se fuera y yo me quedara ahí, fue cuando nació el insomnio”.

    El hijo de Gabriela permaneció cerca de un año en el DIF Oaxaca, pues su madre obtuvo la libertad anticipada de la condena de 10 años que había recibido.

    Al salir de la cárcel Gabriela se enfrentó a otras dificultades con las que ella no contaba, la falta de dinero, un lugar donde vivir, alimentos, falta de papeles.

    Se tardó un mes en recuperar a su hijo, pero al buscar lugares para vivir fue discriminada por ser madre soltera y por el tipo de delito por el que fue sentenciada, pues la gente de su pueblo tenía miedo de que utilizara los inmuebles como lugar de almacenamiento de drogas o como casa de citas.

    “Tuve que irme del pueblo un tiempo para encontrar un lugar donde no me conocieran”, explicó.

    Para que sus hijos pudieran ir a la escuela o para conseguir un trabajo, Gabriela debía tener actas de nacimiento e identificación oficial. Sin embargo, cada acta costaba 300 pesos, dinero que no tenía y el Instituto Nacional Electoral (INE) le negaba expedir su identificación porque aún tenía suspendidos sus derechos político-electorales (votar y ser votado).

    “Batallé mucho para tener mi identificación, el INE le mandó un oficio al juez de mi caso y éste respondió que yo todavía no era apta para tener INE porque tenía suspendidos mis derechos políticos, así que me fui para las oficinas del Instituto y exigí que me dieran mi identificación sólo para eso, para identificarme, sin derecho a votar y sólo así me la dieron”, relató.

    Su mamá obtuvo un cambio de medida y en 2020 se convirtió en la primera mujer indígena en portar un brazalete electrónico.

    Aunque el juez ordenó que la renta del dispositivo debía correr a cuenta del Estado, las autoridades lo rechazaron.

    Fue la empresa privada la que decidió otorgarlo libre de costo, pero las condiciones del poblado en el que viven provocaron diversos problemas con el dispositivo, pues se enfrentaron a cortes de electricidad o sobrecalentamiento del mismo por las malas instalaciones en las que lo conectaban para cargarlo.

    Para evitar sufrir discriminación, la madre de Gabriela tenía que envolver el dispositivo en una venda, lo que causó que cuando se lo quitaron, su pierna quedó reducida.

    Actualmente Gabriela intenta seguir con las terapias de su hijo en casa, pues llevarlo a Oaxaca implica pagar entre 800 o mil pesos dos veces por semana, dinero que no tiene.

    Sin embargo, la mujer ha utilizado su experiencia para colaborar con EmeEquis Justicia para realizar diversos estudios por los que recibe un pago, aunque éste no es un sueldo constante.

  • ONU reconoce tenacidad y amor de madres buscadoras en México

    ONU reconoce tenacidad y amor de madres buscadoras en México

    La Oficina en México del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ONU-DH) pidió a actores políticos que participan en el proceso rumbo a las elecciones del 2 de junio realizar propuestas para madres buscadoras e impulsar políticas de Estado en materia de desaparición.

    “En poco más de tres semanas se celebrarán elecciones federales, estatales y municipales en México, por lo que alentamos a todos los actores políticos a escuchar con atención y respeto la voz de las madres buscadoras, realizar propuestas e impulsar una política de Estado en materia de desaparición de personas”, señaló el organismo en un comunicado.

    El pronunciamiento de la ONU-DH ocurre días después de la polémica que surgió porque el Gobierno de la Ciudad de México descalificó a Cecilia Flores, líder de madres buscadoras de desaparecidos, por denunciar una presunta fosa clandestina en la capital mexicana.

    En ocasión del Día de las Madres, el organismo de Naciones Unidas reconoció la “tenacidad y amor” que impulsa a las mamás que buscan a las hijas y los hijos y expresó su respeto y admiración a las hija e hijos que exigen reencontrarse con su madres que ha sido desaparecida.

    “Para ellas y ellos, el Día de las Madres ha adquirido un significado distinto, que precisa de respuestas puntuales, tangibles, certeras e impostergables”, acotó la ONU-DH.

    Recordó que este es un tema “doloroso y complejo” que amerita la convergencia de voluntades y abandonar de forma inequívoca toda pretensión de instrumentalizar el dolor de las familias.

    Reafirmó el derecho a la participación de las madres buscadoras en los procesos de búsqueda, investigación, memoria y reparación.

    No obstante, señaló que para una efectiva participación, “resulta crucial garantizar plenamente los derechos de las madres buscadoras a la seguridad y al disfrute del más alto nivel posible de salud física y mental”.

    Flores, considerada por la BBC de Londres entre las 100 mujeres más influyentes del mundo, denunció la semana pasada el hallazgo de un presunto crematorio clandestino en una ladera del volcán Xaltepec, entre las alcaldías Iztapalapa y Tláhuac, en el suroriente de Ciudad de México.

    El jefe de Gobierno capitalino, Martí Batres, aseveró que “se encontraron algunos restos óseos”, pero “de acuerdo con los peritos, pertenecientes a animales caninos”, mientras que los documentos de identidad abandonados en el predio pertenecen a personas vivas.

    El hecho representó un nuevo choque entre madres buscadoras y el Gobierno de López Obrador, a quien acusan de minimizar la crisis de desapariciones en México, con más de 110 mil personas no localizadas desde que hay registro, según el censo oficial, cuestionado por el mandatario.

    Con información de EFE

  • Ni cocinan, ni escriben: las mujeres son invisibles también en los libros de cocina

    Ni cocinan, ni escriben: las mujeres son invisibles también en los libros de cocina

    Libro Mujeres en la Gastronomía
    Portada del ensayo ‘Mujeres en la alta gastronomía: Una historia de las chefas’, de Óscar Caballero, editado por RBA Libros.

    Llega la Feria del Libro y uno de los libros de gastronomía más vendidos sigue siendo el 1080 Recetas de Cocina de Simone Ortega (Alianza Editorial). La gente joven lo compra envuelta en esa nostalgia que impregna la infancia “era el libro que tenía mi abuela en la cocina” y las madres lo rescatan de la estantería para regalárselo a sus hijos soñando que algún día se independicen y aprendan a cocinar. Junto a Simone Ortega, el libro de la Marquesa de Parabere (La Cocina Completa) es otro clásico [se puede llamar así a un libro con más de 70 años de existencia] reeditado en 2022 por la editorial Espasa-Calpe. Ambos libros son recetarios de cocina tradicional, ideados y escritos por mujeres. Pero más allá de estos, si hablamos de ‘recetas de toda la vida’, el top ventas, no nos engañemos, siguen siendo los libros de Karlos Arguiñano [en plural, porque novedad que saca, novedad que se coloca entre los más vendidos de no ficción].

    Si buscamos libros escritos por mujeres o que nos cuenten la historia de las mujeres más importantes del mundo de la gastronomía, el resultado va a ser: algunos libritos de cocina tradicional, unos cuantos, de repostería casera, varios ensayos y libros de narrativa culinaria, y, lo que más, libros sobre nutrición, estilo de vida y, en los últimos dos años, manuales para sacarle el mayor provecho a tu airfryer. Estos últimos escritos, en su gran mayoría, por las influencers de moda. Hemos recorrido las librerías de Madrid. Especializadas y generalistas. Nos hemos dirigido a las secciones de cocina y nos hemos encontrado con una realidad: el 80% de los libros editados en 2023 (quitando los de los influencers) están escritos por hombres, hay pocos que hablen de mujeres en la gastronomía y escasos ejemplares que muestren la cocina de las mujeres en la alta restauración. Una vez más, hay que preguntarse, ¿y las mujeres? Ni escriben, ni cocinan.

    En las secciones de grandes chefs hay solo tres libros con firma e historia de mujer. Uno, el bellísimo libro de Carme Ruscalleda, editado por Planeta Gastro, coescrito con la periodista Rosa Rivas, e ilustrado por el fotógrafo Carles Allende: Felicidad. Aunque Ruscalleda ha sacado varios libros en los últimos años, el último La Sartén por el Mangoun manual de cocina de temporada, fácil y utilísimo; por primera vez la chef decidió narrar su historia. Antes de cerrar definitivamente su restaurante en Sant Pau (con tres Estrellas Michelin) decidió rascar en su memoria, perfilar su vida y contarla de manera natural y espontánea, como es ella. Pero, el libro no es el típico manual que se hacen los chefs para lucir su cocina y persona. No. En estas páginas encontrarás un trocito de la historia de la gastronomía de los últimos 30 años narrados en primera persona, comprenderás qué significa la dieta mediterránea, qué es la cocina de proximidad… Sin duda, un librazo que ha pasado desapercibido y que, sin embargo, debería de estar entre las joyas de nuestra librería.

    Portada de 'Felicidad', libro de Carme Ruscalleda (Planeta Gastro). Imagen proporcionada por la editorial.
    Portada de ‘Felicidad’, libro de Carme Ruscalleda (Planeta Gastro). Imagen proporcionada por la editorial.

    Junto al de Ruscalleda, encontramos uno de los pocos ejemplares que quedan del último libro de Begoña Rodrigo, El Sabor de la Elegancia (Montagud Editores). Sí, es cierto, que el primer libro de la cocinera de La Salita fue un recetario, editado por Temas de Hoy, que se publicó a raíz de su victoria en el programa Top Chef: Las recetas de Begoña Rodrigo (hoy descatalogado). De aquel recetario oportunista a la verdad de una de las cocineras más respetadas y aplaudidas de nuestro paísEl Sabor de la Elegancia es un libro voluminoso, de tapa dura, un manual de exposición, con bellas ilustraciones y limpias fotografías, en el que se encontrará la verdad de esta cocinera, sus primeros pasos en los fogones y el arranque de su restaurante, hoy, referencia en Valencia. Al igual que ocurre con el de Ruscalleda, este libro también es una reflexión y una generosa entrega de los platos que han conseguido culminar a esta cocinera como una de las voces de la gastronomía más importantes de nuestro país.

    Algo parecido hizo Fina Puigdevall con su libro Anima. Para quien no la conozca, que espero que sean pocos, dirige el restaurante Les Cols de Olot (Girona). Una masía familiar convertida en uno de los grandes templos de la gastronomía en España. Su libro, también editado por Montagud, con más de 380 páginas, formato biblia, voluminoso e incómodo, guarda la reflexión, filosofía y manera de entender la cocina de Fina. Sinceramente, no es un libro comercial ni creo que fuera la intención del editor, pero tampoco es un libro fácil de leer. Sin embargo, si la intención es hacer una biblioteca que nos hable de mujeres en la gastronomía, este es un imprescindible.

    Portada de 'El sabor de la elegancia', de Begoña Rodrigo (Montagud Editores). Imagen proporcionada por la editorial.
    Portada de ‘El sabor de la elegancia’, de Begoña Rodrigo (Montagud Editores). Imagen proporcionada por la editorial.

    Pero para saber quién es quién en la gastronomía, hay que irse a la sección de ensayos y hacerse con otros dos ejemplares, ambos escritos por hombres: Ellas son ChefsLas Grandes Damas de la Cocina Contemporánea y sus mejores recetas (Nerea Editorial) escrito por Gilles Pudlowski. Un precioso libro ilustrado que recorre la vida y la cocina de 36 de las cocinas que han revolucionado el panorama culinario de Europa. Entre ellas, dos españolas: Elena Arzak y Carme Ruscalleda. Sin duda, si uno quiere saber quiénes eran las mujeres que hace 20 años ya estaban alzando la voz en la cocina, hay que hacerse con este ejemplar y también con la última publicación del historiador y periodista Óscar Caballero, Mujeres en la Gastronomía, editado por RBA. La fina pluma del autor cincela con maestría los perfiles de las grandes damas de la cocina, desde la primera mujer en obtener una estrella Michelín a las que hoy en día son los pilares de la alta cocina mundial. Un ensayo, a ratos sesudo, a otros, ligero y anecdótico, que nos lanza preguntas incómodas como: ¿Parir platos o guisar hijos? Y que se esfuerza por poner nombre y apellido a esas madres que tanto mencionan los grandes chefs (hombres), y no se olvida de quienes han hecho que la gastronomía sea hoy una parte indiscutible de la cultura de un país, léase: las ya mencionadas Elena Arzak, Carme Ruscalleda o Fina Puigdevall, a Reine Sammut, Flora Mikula, Virgine Basselot o Andrée Rosier, entre otras.

    Portada de 'Anima', de Fina Puigdevall (Montagud Editores). Imagen proporcionada por la editorial.
    Portada de ‘Anima’, de Fina Puigdevall (Montagud Editores). Imagen proporcionada por la editorial.

    “Se han buscado mil razones para explicar la ausencia de mujeres en alta restauración —escribe Oscar Caballero en su libro—. Una, evidente y general, es esa misma ausencia en la cúspide, en otros sectores de la sociedad (…) Pero si se trata de particularizar, los motivos de que las mujeres tengan escasa presencia en cocina, varían con las épocas. Son recurrentes la pesadez del material en cocinas públicas, el machismo del sector, la falta de vestuarios separados, en restaurantes gastronómicos. Sin olvidar el aura militar del equipo de cocina que codificó Auguste Escoffier, no en vano denominado ‘brigada’. Y cuya estructura jerárquica y en cierto modo rutinaria fue una anticipación de la cadena de montaje de la industria. Un mundo forjado por hombres. Para hombres. Y en el que por consiguiente no habría espacio mental para mujeres (…)”

  • Mujeres en la Segunda Guerra Mundial, una perspectiva de género

    Mujeres en la Segunda Guerra Mundial, una perspectiva de género

    La historia y, sobre todo, la historia militar ha sido tradicionalmente una historia de hombres. Una historia que dejaba a las mujeres y a los niños como personajes secundarios, una especie de telón de fondo, un premio o una musa. De hecho, en los setenta, la investigación histórica llegó a preguntarse si las mujeres tenían historia. Hicieron incluso un congreso, que llevaba, literalmente, ese pensamiento como título. Pero resulta que sí tenían historia. Incluso una historia militar.

    Mujeres del ATA

    Las mujeres del Transporte Auxiliar Aéreo (ATA), como Maureen Dunlop, tenían como misión primordial llevar los aviones desde sus plantas de producción hasta los aeródromos militares. Foto: Getty.

    La mujer, en realidad, siempre había participado en la guerra y el ejército, de una forma u otra. Casi siempre como víctimas o madres desconsoladasLa violación siempre ha sido un arma de guerra, aunque no se ha reconocido como tal, y como crimen de guerra, hasta periodos muy recientes. Hasta 2008, en concreto, por parte del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, aunque ya desde los años 90 lo había intentado «controlar», sobre todo tras la guerra de Yugoslavia en la que los crímenes que habían salido a la luz escandalizaron a la opinión internacional.

    Víctimas y también protagonistas

    La Segunda Guerra Mundial no fue una excepción: las mujeres «de consuelo», violadas y prostituidas por los japoneses; las mujeres rurales británicas, que acogieron a los niños de las grandes ciudades; las ejecutadas durante los procesos de invasiónlas judías, gitanas o lesbianas recluidas y asesinadas en los campos de concentración. Incluso en la liberación, las violaciones, por parte de los aliados, fueron frecuentes, no solo a las colaboracionistas o alemanas, sino a toda la población, incluso las mujeres liberadas de los campos de concentración. No fue una realidad escasa, pero tampoco la única. La desesperación es un incentivo poderoso, como también lo era la sed de aventuras para poder jugar un rol más activo.

    Dos mujeres del ejército de Essex

    Dos mujeres del ejército de Essex arando los campos en junio de 1941. Gran Bretaña tendió a incorporar a las mujeres en tareas alejadas de los frentes de batalla. Foto: Getty.

    De hecho, tenemos ejemplos de la participación «profesional» de las mujeres en la guerra desde que podemos recordar. Artemisia de Caria dirigió sus barcos en la batalla de Salamina, aunque, eso sí, de parte de los persas, y Fu Hao dirigió ejércitos para el emperador chino en el siglo XII. Los romanos, para su sorpresa, tuvieron que enfrentarse a varias líderes guerreras, como Boudica, Teuta o Zenobia. Otros nombres son más que conocidos, como Juana de Arco o María Pita, que acuchilló ingleses en el sitio de La Coruña y luego peleó por su reconocimiento militar, o Inés Suárez, conquistadora española en América junto con Pedro de Valdivia. Incluso en grupo, como las sármatas, las Onna-bugeisha o las guerreras Dahomey.

    Daniel Delgado

    Podríamos seguir dando ejemplos, a lo largo y ancho del mundo y la historia, y probablemente llenaríamos libros enteros. Sin embargo, es cierto que siempre habían tenido ese aire de excepción que confirma la regla, mujeres que habían tenido que camuflarse dentro de la norma de la exclusión de la mujer en la guerra. Eran mujeres fácilmente invisibilizables, en general, bajo esa etiqueta, cuyas historias y circunstancias se han tenido que ir recuperando en los últimos años. El cambio gradual a partir de la Primera Guerra Mundial, que se consolidó en la Segunda, fue justamente cambiar eso y empezar a incorporar a la mujer de forma oficial y abierta, y en todos los ámbitos posibles. Si bien no fue un proceso fácil ni homogéneo, sí que fue imparable.

    Las precursoras

    No surgieron espontáneamente y de la nada los cambios y la participación femenina en la Segunda Guerra Mundial. Eran la culminación de un largo periodo desde finales del siglo XIX, cuajado de guerras como la ruso-japonesa, la Revolución rusa, la Primera Guerra Mundial o la guerra civil española. En ellas, las mujeres ya habían jugado un papel importante y pelearon por no tener que hacerlo desde la inferioridad.

    Más allá de la creación de la Cruz Roja, en el siglo XIX, mujeres como Florence Nightingale o Vera Gedroitz habían revolucionado la forma de entender el cuidado de los enfermos en las guerras, con nuevas ideas sobre la higiene y los hospitales de campaña. Las mujeres también habían trabajado en las fábricas de munición, en pésimas condiciones y cobrando menos que los hombres, pero sufriendo igual las enfermedades y accidentes. No solo eso: su trabajo en las fábricas se complementó con su participación en los deportes, muchas veces con partidos benéficos. El éxito de equipos como el británico Dick, Kerr’s Ladies llegó a reunir a más de 50.000 espectadores en un partido.

    Florence Nightingale

    Florence Nightingale. Foto: Getty.Getty Images

    Quizá Gerda Taro hubiera llegado a cubrir la Segunda Guerra Mundial, cámara en mano, si no hubiera muerto en la guerra civil española. Fue la primera periodista de guerra, la que abrió camino para que otras pudieran colarse en los conflictos posteriores y demostrar su valía. Mary Olive Edis fue un caso parecido, ya que accedió, como fotógrafa, a los escenarios de la Primera Guerra Mundial. Mujeres como Louise de Bettignies y Edith Cavell fueron inspiración y modelo para las mujeres que participaron luego en las redes de evasión en la Segunda Guerra Mundial. Ambas murieron, ejecutadas, por su trabajo y sus ideales.

    Incluso algunas habían participado en el frente, en Rusia, con el conocido como Batallón de la Muerte, exclusivamente femenino, o las milicianas españolas entre 1936 y 1937. Otras tuvieron que disfrazarse y ocultar su género, como la británica Dorothy Lawrence, aunque fue descubierta y juzgada, o alistarse en ejércitos extranjeros, como Flora Sandes, que combatió en el ejército serbio, uno de los pocos que dejaban a las mujeres alistarse oficialmente. También empezaron a crearse algunas organizaciones cercanas al ejército, como el Women’s Army Auxiliary Corps (WAAC), que, si bien tuvieron funciones de servicio y trabajo más bien doméstico, fueron el germen de la mayor integración femenina en el ejército en la Segunda Guerra Mundial.

    Mujeres primera línea combate

    Las mujeres también se incorporaron a tareas de primera línea de combate, labores de espionaje, etc., además de como médicas y enfermeras. Foto: Getty.

    Su labor e iniciativa fue fundamental para allanar el camino a las mujeres, tanto en la Segunda Guerra Mundial como en las épocas posteriores. La creación de una nueva conciencia política entre mediados del siglo XIX y mediados del XX supuso un cambio global tan rápido y significativo que es complicado pensar en otra época igual en este sentido.

    En el frente y retaguardia

    En España, las milicianas habían sido un ejemplo temprano de combate, aunque en un ejército poco regularizado. Además, su participación fue breve, de apenas unos meses, antes de que hubiera una fuerte campaña para que se retiraran del frente. Rusia, sin embargo, fue pionera en mandar a las mujeres a primera línea, y durante ambas guerras mundiales hubo mujeres participando como soldados pero, quizá, los casos más conocidos sean justamente los de la Segunda Guerra Mundial, como los de la francotiradora Lyudmila Pavlichenko, o las aviadoras conocidas como «las brujas de la noche». Mientras, otros países, como Gran Bretaña, tendieron a incorporar a las mujeres en el ejército, pero en misiones, en teoría, alejadas del combate, como en el caso de la WAAF (Women’s Auxiliary Air Force), que se insertaron dentro de la RAF británica. En este último caso hay que destacar lo de «en teoría», ya que, al ser los aeródromos un objetivo básico en los bombardeos alemanes, murieron unas doscientas mujeres de esta organización solo en su primer año de funcionamiento.

    María Lara Martínez

    Además, las mujeres participaron como médicas y enfermeras, atendiendo a los soldados heridos y arriesgando sus propias vidas, siguiendo los frentes y operaciones o en hospitales de campaña. No era un trabajo seguro y, en algunos escenarios, se convirtieron en objetivos preferentes, como en el caso del frente del Pacífico. Tristemente famoso es el caso de Vivian Bullwinkel, única superviviente de la masacre de una veintena de enfermeras por parte de los japoneses tras un naufragio en la isla de Bangka. Eso sí, no todas ayudaron a salvar vidas, y tenemos el ejemplo de Pauline Kneissler, que llevó a cabo su labor como enfermera en los campos de exterminio, y organizó el asesinato de miles de personas.

    Teniente coronel australiana Vivian Bullwinkel

    La teniente coronel australiana Vivian Bullwinkel, única enfermera superviviente de la masacre de la isla de Bangka. Foto: ASC.

    Esa fue parte fundamental del otro lado de la historia, uno más turbio y oscuro, de la labor femenina, más allá de la sangre del combate, ya que fueron fundamentales en el mantenimiento del orden del régimen nazi en la retaguardia y en su sistema de represión y exterminio. Fueron, por ejemplo, crueles guardianas en los campos de concentración, como Irma Grese o Maria Mandel, «la bestia de Auschwitz». Las mujeres demostraron que, más allá de estereotipos de dulzura y cuidados, podían ser heroicas y podían también matar, ser crueles y cometer crímenes de guerra.

    Fueron también clave en las distintas organizaciones de la resistencia y evasión en los países ocupados por los nazis, como la red de la Comète, organizada por Andrée de Jongh y en que participaron numerosas mujeres, hasta las staffettas partisanas, expertas en el contrabando y la entrega de mensajes. Su rol doméstico en la sociedad cuadraba bien con las tareas de alojamiento, mensajería y avituallamiento. Esto las hizo fundamentales, pero facilitó que se olvidara, en parte, su papel posteriormente. El espionaje también fue cosa de mujeres, a veces camufladas bajo su fama en distintos ámbitos, como ocurrió con Coco Chanel y Joséphine Baker (en bandos opuestos), pero también mujeres que, en su momento, eran anónimas, como Nancy Wake y Noor Inayat Khan.

    Cantante Joséphine Baker

    Las mujeres también ejercieron labores de espionaje, como la cantante Joséphine Baker, a la que en la imagen de arriba vemos actuando para las tropas británicas. Foto: Getty.

    El mundo en el que estalló la Segunda Guerra Mundial era, además, un mundo inmerso en un profundo proceso de cambio social, tanto en el ámbito de los derechos de la mujer como en el antirracismo y anticolonialismo. Las mujeres habían luchado por acceder a la educación superior, y el movimiento sufragista había ido sumando logros, aun con —o quizá por— el parón que había supuesto la Primera Guerra Mundial. Así pues, las primeras mujeres con cargos políticos pudieron votar a favor o en contra de la entrada en la guerra, y las mujeres habían ido accediendo tímidamente a una agencia política impensable un siglo antes.

    Henar L. Senovilla

    Dentro de esta agencia política, las posiciones fueron contrapuestas. Las suffragettes británicas, por ejemplo, se habían posicionado claramente a favor del esfuerzo bélico en la Primera Guerra Mundial y, de hecho, llevaron a cabo campañas, como la de la Pluma Blanca, para avergonzar a los que no se habían alistado. En cambio, otras mujeres y políticas mantuvieron su compromiso con el pacifismo en ambas guerras, como la americana Emily Greene Balch, que fundó la Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad, o la también americana Jeannette Pickering Rankin, la primera mujer elegida para la Cámara de Representantes, que votó en contra de la entrada de Estados Unidos en ambas guerras mundiales.

    La Primera Guerra Mundial también había sido un hito en la incorporación de la mujer al mundo laboral o, más bien, en el reconocimiento de ciertos derechos y de su capacidad de realizar ciertas labores. No olvidemos que, aunque ignoradas y mal pagadas, las mujeres habían sido siempre parte de la fuerza de trabajo. Sin embargo, su desempeño en las fábricas durante la Segunda Guerra Mundial, que dejó iconos como los carteles de «Rosie la remachadora», el famosísimo de «We can do it», o como la portada del Post de Norman Rockwell, consolidó una tendencia que podía haber sido temporal.

    Cartel de propaganda 'We can do it'

    El cartel de propaganda «We can do it» fue lanzado en 1943 para levantar la moral de las trabajadoras de la Westinghouse Electric. Foto: ASC.

    Se rompía, así, una larga tradición de dicotomía entre las escasas mujeres que participaban activamente en la guerra y la imagen de la mujer como víctima de la misma. Una dicotomía que, sin embargo, por su enorme valor simbólico sí se mantuvo hasta cierto punto en la propaganda de guerra, en los carteles y las imágenes, aunque uniendo una tercera, la de la mujer como amenaza. Los carteles en los que la mujer era representada como una prostituta, portadora de enfermedades venéreas, además de como espía, se volvieron habituales. De hecho, un cartel llegó a representarlas como peores que Hitler. Santas y madres o prostitutas y perversas, pese a todos los cambios.

    El caso es que las mujeres, en este momento, ya no solo eran soldados o víctimas. En un mundo en transformación, había mucho más. También eran políticas, espías, periodistas o científicas. De hecho, aunque se suela olvidar, una mujer estaba presente en el Día D, en el mismo desembarco de Normandía: la periodista Martha Gellhorn, que tuvo que colarse en uno de los barcos, fingiendo ser enfermera y luego camillero. También estuvo presente en Dachau, documentando el horror de primera mano.

    Luna G. Alijarcio

    Investigadores y científicas

    La labor en la investigación científica y tecnológica fue fundamental. Hedy Lamarr, quizá más conocida por ser la primera actriz que representó un orgasmo en pantalla, trabajó durante este periodo creando un sistema de guía por radio para los torpedos, además de en los saltos de frecuencia, investigaciones que fueron la base fundamental para la actual tecnología WiFi. En el equipo de Turing, que descifró la máquina Enigma, también participaron Joan Clarke y Rosalind HudsonTambién modelaron la propaganda, desde ambos bandos, pero quizá sean más conocidas las obras de Leni Riefenstahl o Margherita Sarfatti que, pese a haber contribuido al triunfo de Mussolini, tuvo que exiliarse de Italia, ya que era judía.

    El triunfo de la voluntad

    La película propagandística El triunfo de la voluntad (1953), de Leni Riefenstahl. Foto: Album.

    Son muchos nombres. Muchas mujeres trabajando en campos diversos, que marcaron el rumbo de la guerra o plantaron semillas para avances posteriores ¿Por qué nos suenan tan pocos de ellos? Quizá porque, volviendo al principio, siempre hemos visto la guerra y la historia como algo masculino, como un oficio de hombres, así que hemos pasado de largo, ignorándolas. En ciencia se acuñó un término, el de «efecto Mateo», para describir el fenómeno de cómo tendemos a atribuir al hombre más famoso todos los méritos de cualquier invento o avance cercano. Sin embargo, a él se une el «efecto Matilda», que describe como, además, todo será atribuido automáticamente a un hombre (¿cuántas veces hemos pensado quién inventó el kevlar o los limpiaparabrisas? ¿Por qué conocemos a Einstein pero no a Mileva Marić?).

    Asimismo, el final de la guerra marcó también una campaña de «regreso al hogar», en la propaganda, las revistas y la literatura. Una invisibilización del papel de las mujeres y un intento de revertir el grado de agencia y participación. En este caso, la constancia de ese hecho, unida a la reflexión sobre las consecuencias y limitaciones del sufragio femenino llevó a lo que se conoce como la «Segunda Ola del feminismo». Esta supuso una reflexión sobre los roles de género (y el mismo concepto de género), el sistema social y el origen de la discriminación, desde distintos campos, de la sociología y la historia a la antropología y la filosofía de la ciencia.

    Laura Marcos

    El regreso a la normalidad

    La Segunda Guerra Mundial acabó. Hubo fiestas, huidas clandestinas, besos en las calles y reencuentros. Y gente que no volvió. Y el mundo intentó recuperar la normalidad. Sin embargo, no resultó sencillo. Hubo horror en los juicios, lo que complicó cerrar los ojos ante la brutalidad de la guerra, la represión y la discriminación. Aunque, quizá sí se cerraron los ojos para mantener un discurso en blanco y negro ante las violaciones cometidas tras la guerra con las mujeres alemanas (se calcula que más de 800.000 fueron violadas por los soldados aliados al final de la guerra y en el periodo posterior de ocupación), o lo poco que se reconocieron los crímenes japoneses sobre las mujeres «de consuelo». Incluso en los territorios liberados del dominio alemán, las mujeres que antes habían sufrido a manos de los nazis tuvieron que ver cómo los soldados aliados se comportaban de una forma menos caballerosa de lo que se ha vendido luego. Y, más tarde, vivir con el estigma que supusieron las violaciones, además de con su recuerdo.

    El castigo a las mujeres colaboracionistas, al igual que a las «rojas» en el franquismo con aceite de ricino y rapados, fue habitual, como una muestra clara de humillación basada en el género. En ocasiones ni siquiera eran colaboracionistas, sino prostitutas o mujeres que se habían visto obligadas a sobrevivir mediante su cuerpo.

    Fotografía de Robert Capa en Chartres en julio de 1944 en la que se ve a una joven con el pelo rapado

    Fotografía de Robert Capa en Chartres, julio de 1944, en la que se ve a una joven con el pelo rapado, a la que acusan de haber mantenido relaciones sexuales con un militar alemán. Foto: Shutterstock.

    Por otro lado, las mujeres no estaban demasiado dispuestas a volver a casa. Años después, Betty Friedan se preguntaba por qué, pese a parecer todo tan perfecto, las amas de casa, con sus electrodomésticos, su derecho al voto y sin los sacrificios de la guerra, se deprimían tanto. En su libro La mística de la feminidad, analizó el enorme esfuerzo de propaganda que se había hecho para devolver a las mujeres al hogar, devolver sus puestos de trabajo a los hombres e intentar volver a un statu quo anterior a las guerras. Pero era imposible. Las mujeres habían visto el horror del frente, habían arriesgado la vida, habían manejado y fabricado munición, volado aviones, habían fotografiado la guerra, se habían posicionado. También habían muerto y matado. Las cosas, habían cambiado para siempre en la vida de la mujer.

    No en vano, el sufragio femenino se extendió tras las Guerras Mundiales. Mientras Inglaterra o Estados Unidos lo concedieron en el periodo de entreguerras, Italia y Francia lo hicieron entre 1944 y 1946. Otros países tuvieron que esperar hasta la descolonización. Aun así, Suiza no alcanzó una igualdad real en el voto, en todo su territorio, hasta 1971. También la legislación laboral fue igualando derechos y sueldos, y lo mismo pasó con su incorporación al ejército.

    Sarah Romero

    Más allá de la decisión de estas mujeres de cambiar su propia vida y su propio periodo histórico, también supusieron un cambio trascendental en la historia. De repente, tocaba pensar por qué no lo habían hecho antes y por qué se les pedía que no lo volvieran a hacer. Tocaba deconstruir prejuicios y repensarse, desde la política y la academia.

    Solo una mirada distinta, más curiosa, más atenta, con menos prejuicios, podría cambiar la forma de concebir la historia o el papel social de la mujer. Un paso enormemente importante para la historia militar en particular, y la historia en general, fue centrarse en que lo realmente importante de las guerras, más allá de los movimientos de tropas, las estrategias y los generales, más allá de las historias épicas, es su capacidad para afectar a poblaciones enteras a corto y largo plazo, así como los cambios sociales que provoca en todos los aspectos de la vida, incluso en las relaciones de género. Y, por eso, es tan importante fijarnos en ellas. Porque siempre estuvieron, incluso en la guerra.

  • Crean Consultorio Laboral para mujeres

    Crean Consultorio Laboral para mujeres

    Tras detectar dificultades en el acceso del género femenino a la justicia en materia de trabajo, la Red de Mujeres Sindicalistas puso en marcha el Consultorio Laboral, el cual brindará asesoría jurídica gratuita a las empleadas de las industrias electrónica, automotriz y aeroespacial, call centers y de sectores estratégicos del T-MEC.

    Claudia Domínguez, abogada consultora de la red, señaló que es el sector femenino el que se enfrentan a un viacrucis cuando se trata de casos de acoso u hostigamiento sexual, porque no hay una actuación judicial que las proteja y que inmediatamente dicte que el agresor no esté dentro del centro de trabajo, o que no esté cerca del domicilio de la víctima.

    Reconoció que si bien se les ha brindado capacitación a los procuradores del trabajo y defensores de oficio; en los hechos, apuntó, en el nuevo modelo de justicia laboral las mujeres trabajadoras reclaman no ser atendidas, de lo complejo que es la discriminación por la condición de ser mujer, no hay en el ámbito de lo judicial una cultura de investigación sobre estos hechos.

    Agregó que hasta el momento no existe precedente en materia laboral donde la defensa haya solicitado al juez alguna medida de protección frente a los casos de discriminación, violencia o acoso contra las mujeres.

    De acuerdo con el Inegi, 66 mil 581 mujeres renunciaron a su empleo en 2022 como consecuencia de la violencia en el ámbito laboral, y más de 27.9 por ciento han experimentado algún acto violento en sus lugares de trabajo.

  • El equipo de natación artística de México conquista la medalla de oro en el Mundial de París

    El equipo de natación artística de México conquista la medalla de oro en el Mundial de París

    México se acostumbra al éxito en la natación artística. El escuadrón artístico de natación ha ganado la medalla de oro durante el Mundial de la especialidad en París, ciudad que albergará los Juegos Olímpicos. Las mexicanas deslumbraron en la alberca por encima de las potencias de China, España, Francia y Estados Unidos. Así, coleccionan otro logro como los éxitos en los Juegos Centroamericanos, los Panamericanos y el Mundial en Egipto.

    El equipo de las sirenas de oro lo componen Nuria Diosdado, Joana Jiménez, Regina Alférez, María Fernanda Arellano, Itzamary González, Luisa Rodríguez, Jessica Sobrino y Pamela Toscano. Las mexicanas se quedaron con la mejor calificación de los jueces (273.5379), por encima de las chinas (269.5396) y las españolas (253.6042). El oro significa un impulso brutal para las nadadoras que consiguieron devolver a México a unos Juegos Olímpicos en la prueba de natación artística, con equipo completo, desde Atlanta 1996.

    En mayo de 2023 las mexicanas dieron la campanada mundial. El conjunto acuático ganó una inédita medalla de oro en una Copa del Mundo organizada en Egipto. No se quedó en eso, al final la delegación obtuvo tres preseas doradas y otro bronce. Lo nunca antes visto. Lo que sí estaba visto era la falta de apoyo a los deportistas en México. Las comandadas por Nuria Diosdado, referente mexicana, batallaron por obtener recursos debido a un conflicto de la federación de natación que, en resumen, era gobernado por la federación internacional debido a casos de corrupción del presidente mexicano Kiril Todorov. Ese lío provocó otro más: que la responsable del deporte, Ana Guevara, cerrara el grifo de los recursos económicos para todos los nadadores. Ni becas, ni recursos. Las deportistas tuvieron que recurrir a sus patrocinadores personales, al apoyo del Ejército mexicano (donde les otorgan becas por rendimiento deportivo) y a empresas. Una de ellas fue Telmex, de Carlos Slim, quien las cobijó para triunfar en Egipto. Además, se dispusieron a vender toallas y trajes de baño conmemorativos para solventar sus gastos. Esa inversión cosechó los triunfos en Egipto.

    Nuria Diosdado, Joana Jiménez, Regina Alferez, María Fernanda Arellano, Itzamary González, Luisa Rodríguez, Jessica Sobrino y Pamela Toscano tras ganar el oro, este viernes en el Mundial de Natación Artística.
    Nuria Diosdado, Joana Jiménez, Regina Alferez, María Fernanda Arellano, Itzamary González, Luisa Rodríguez, Jessica Sobrino y Pamela Toscano tras ganar el oro, este viernes en el Mundial de Natación Artística.ADAM PRETTY (GETTY IMAGES)

    Guevara las atacó desde el primer momento. “Por mí que vendan calzones o Tupperware, pero las atletas de nado artístico son deudoras. Les hemos dado 40 millones y no los han justificado”, contó a W Radio. Conforme pasaron los meses, Guevara no reculó y mantuvo sus ácidos comentarios. Las becas no regresaron a las nadadoras hasta que ganaron una demanda en la justicia mexicana, en junio pasado, obligó a la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade) a devolverles el dinero que por ley les correspondía.

    “¡Buenas tardes México! Estrenamos la alberca olímpica con medalla de oro en equipo técnico. Cantar el himno nacional aquí fue increíble”, escribió Diosdado en sus redes sociales. Desde el despacho de la Conade, han evitado hacer eco o felicitar a las nadadoras tras su triunfo. Tampoco lo ha hecho Guevara, exatleta mundial. “Siempre orgullosa de estas grandes atletas. Mis respetos y que sigan los éxitos rumbo a París”, apuntó

    Las nadadoras, tras la polémica, han intentado cerrar el asunto para dedicarse de lleno a su preparación olímpica. La apuesta les ha salido con este oro que las pone en la lista de candidatas a pelear el podio en París. Faltan tres meses en el calendario para que las nadadoras mexicanas se presenten en la piscina más observada de todo el mundo, el Centro Acuático en Siena-Saint Denis.

  • ¿Dónde ver el documental de la transgresora Pola Weiss?

    ¿Dónde ver el documental de la transgresora Pola Weiss?

    Pola Weiss, pionera en el videoarte y la videodanza, se caracterizó por ser una visionaria que nunca le temió a la experimentación y siempre buscó ser transgresora, este espíritu disruptivo se plasma en el documental Pola Weiss, de la directora mexicana Alejandra Arrieta, quien durante año y medio investigó el archivo de la creadora para desentrañar su vida.

    “Pensamos el documental como si fuera una gran pieza de Pola Weiss, donde siguiendo su estética y forma de experimentación visual pudiéramos permitir que sus propios videos cuenten su historia contextualizando con los propios testimonios. Otro aspecto importante fue el archivo personal de la artista, nos basamos en la narrativa de sus diarios y en lo que pudimos recuperar de ahí, sus cartas, fotos, para contar su versión, porque se ha escrito de ella y se ha hablado sobre su muerte y demás, pero nunca se ha podido contar su propia versión”, explicó en entrevista con La Razón Alejandra Arrieta.

    Alejandra Arrieta
    Alejandra ArrietaEspecial

    ¿Cuándo y dónde ver el documental?

    El documental, que requirió de un año y medio de investigación en el archivo de la artista, que en 2014 fue donado al Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC), se centra en las aportaciones que hizo Pola Weiss en el mundo del arte, pero también en cuanto al feminismo, fue una mujer rebelde y de espíritu libre.

    “Su vida tiene mucho de drama cinematográfico, pero era enfocarnos en las aportaciones que hizo a través de su arte y como un ejemplo feminista, por la manera en que vivió su vida, siguiendo ese norte todo lo demás si bien, es importante y suma, decidimos enfocarnos en destacar el legado de Pola”, abundó.

    Después de que el documental Pola Weiss se presentara en el Festival Internacional de Cine de Guanajuato y el Festival Internacional de Cine Documental de la Ciudad de Méxicoeste fin de semana tendrá funciones especiales en la Cineteca Nacional. Además el 11 de mayo habrá una proyección en la Cineteca Nacional de las Artes.

    Pola Weiss fue la primera persona en graduarse de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) con una tesis en video, la primera en México en hacer videoarte.

    AG

  • Hablemos de menopausia

    Hablemos de menopausia

    Te acercas a los 50. Estás más fuerte que nunca. Llena de energía. Con las ideas más claras. Tu trabajo va como un tiro. Las inseguridades que te han acompañado toda la vida se han ido haciendo pequeñas y, ahora que te empieza a dar igual lo que piensen los demás sobre ti, te preocupas mucho menos y te arriesgas mucho más. No estás segura del todo de saber lo que quieres, pero lo que no quieres lo tienes clarísimo. Quizá tus hijos ronden la veintena y empiece el proceso de independizarse, tú de ellos y ellos de ti. Puede ser raro, o difícil, pero también te ayuda a recuperar un eje, el tuyo propio.

    Pero te acercas a los 50. Y también puedes notar cosas raras en tu cuerpo. Kilos nuevos que no hay forma humana de quitar de ahí. Engordas con cualquier cosa. Unos calores muy intensos, que llegan como si fueran una ola, te abrasan… y se van. A veces son tan fuertes que, si pasan por la noche, ya no puedes dormir después. Otras, sientes que tú sola podrías iluminar una ciudad entera con la energía que desprendes. No quieres saber nada de sexo. Tienes unos sangrados enloquecidos, como si fueran hemorragias, cada vez que te viene la regla… hasta que deja de venir. O desaparece unos meses y luego vuelve, y luego desaparece de nuevo.

    La piel se te reseca. A veces sientes que empiezas a tener escamas, como los peces. Y no siempre recuerdas bien las cosas. Alguien te dice que eso se llama “niebla mental”. Pues muy bien. Tú lo que notas es que eres incapaz de concentrarte a pesar de que siempre has sido la más organizada y eficaz de la oficina y de tu grupo de amigas. Te enfadas, porque esa persona despistada no eres tú, nunca has sido tú. Te arrasa la mala leche. O la ansiedad. O la tristeza. Le pegas un grito a tus compañeros de trabajo, o a tu pareja, o a tu amiga del alma, sin venir a cuento. Lloras por cualquier cosa. Como si el síndrome premenstrual durara cada día del mes. Y, no sabes muy bien por qué, estás agotada.

    “En otras culturas, las mujeres, al llegar a esta edad, se convierten en referentes, en líderes”. Elena Anaya. Actriz, 48 años.
    “En otras culturas, las mujeres, al llegar a esta edad, se convierten en referentes, en líderes”. Elena Anaya. Actriz, 48 años.ISABEL MUÑOZ

    Te acercas a los 50, y te pasan algunas de estas cosas. O muchas. O quizá ninguna, pero sabes que, en breve, en un año, o dos, o tres, un ginecólogo (o ginecóloga, que son mayoría) te dirá que ya no eres fértil y que tus ovarios han dejado de tener actividad. Dejarás de tener la menstruación. Y piensas en cómo será, en cómo te sentirás. Si te ocurrirá como a tu amiga Patricia, que tiene muchos síntomas y va de médico en médico buscando sin éxito que alguien la escuche y la atienda en condiciones. O como a María, que no nota absolutamente nada y que está pletórica y se siente mejor que nunca. A saber. Tú, desde luego, sabes más bien poco. Porque cuando vas al médico, no te informa bien. También piensas más allá de los síntomas físicos. Es un cambio de ciclo que te hace reflexionar sobre cómo quieres pasar los años que te quedan. ¿Estás en el trabajo que quieres? ¿Con la pareja con la que realmente quieres estar? ¿Vives la vida que quieres vivir?

    Es probable que no hayas pensado mucho en ello hasta este momento. En el espejo ves la imagen de una mujer aún joven. Puede que hasta tengas niños pequeños. O adolescentes. La maternidad se ha retrasado y los 50 de ahora no son los de hace 30 o 40 años en casi ningún sentido. Pero a estos efectos da igual. La media de edad de la llegada de la menopausia para las mujeres españolas es de 50,5 años. Las hay precoces (antes de los 40), y mujeres que siguen menstruando con 59 años, pero no es lo habitual. En todo caso: siempre aparece. Y aún se vive muchas veces con vergüenza y rodeada de silencio.

    Hemos entrevistado para este reportaje a una docena de mujeres entre los 48 y los 57 años. Entre ellas, caras conocidas como las actrices Elena AnayaAitana Sánchez-Gijón y Sílvia Abril, la periodista Mamen Mendizábal y la alpinista e ingeniera Edurne Pasaban. Otras, más anónimas. Entre ellas una empresaria, una piloto de avión, una profesora de inglés y una coordinadora de proyectos de intervención social. Los primeros párrafos están elaborados a través de sus relatos y a partir de ellos queremos responder a estas preguntas: ¿Cómo se vive la menopausia en 2024? ¿Cómo nos hace sentir? ¿Sigue siendo un tabú? ¿Y un estigma? ¿Se asocia a la vejez? ¿Tienen las mujeres la información y atención médica que necesitan para abordar este ciclo vital con calma y tranquilidad?

    “Me siento en un periodo de emancipación, de asumir riesgos”. Aitana Sánchez-Gijón. Actriz, 55 años.
    “Me siento en un periodo de emancipación, de asumir riesgos”. Aitana Sánchez-Gijón. Actriz, 55 años.ISABEL MUÑOZ

    Muchas mujeres han declinado participar. Algunas, por pudor. Pero otras pensaban que podría afectar a sus carreras profesionales, que hablar de la menopausia puede ser un problema en ámbitos como la interpretación o la música. Y a algunas que aparecen en el reportaje las han regañado sus amigos o amigas: “¿Estás loca?”. “¿Cómo y por qué te expones a algo así?”. “No lo entiendo”.

    Las que hablan lo han hecho precisamente por eso, porque no debería ser ninguna locura reflexionar conjuntamente sobre una etapa vital que nos va a llegar a todas; porque ser o no capaces de gestar un hijo no debería definirnos; porque nadie en 2024 siente que esté entrando en la vejez a los 50 años solo por haber dejado de menstruar; y porque quieren hablar y que se hable de ello. Y que la gente lo lea.

    “No sabía nada de la menopausia hasta que apareció”

    Hay un punto de coincidencia entre las mujeres entrevistadas: casi ninguna se preparó o se informó antes de tener la menopausia sobre ese momento. Es algo que, de repente, llega. Y a partir de entonces, cada una lidia con ello como puede. Los médicos hablan poco y las mujeres, antes de que les pase, por lo general también. Así que no entienden muchas veces qué está pasando en su cuerpo. Otro consenso: esta falta de información es nefasta y lo complica todo.

    “Hay pocas cosas tan horribles y desempoderadoras como no entender lo que se cuece en tu cuerpo ni por qué razón”, escribe la obstetra Jen Gunter en su libro Manifiesto por la menopausia. “Se parece a emprender un descenso en canoa sin instrucciones y con una idea más o menos vaga de hacia dónde te diriges. Nadie te explica cómo llegar allí ni qué hacer para afrontar los obstáculos que encontrarás. La cultura del silencio que rodea a la menopausia es para echarse a llorar. Por lo visto, no hay nada tan ignominioso como una mujer que envejece”.

    La periodista Mamen Mendizábal se enfrentó a una menopausia no esperada a los 47 años. Con una falta de información total: “Mi madre murió hace mucho tiempo y no tenía referencias. Yo pensaba que tenía aún muchos años por delante con la menstruación. No piensas en ello porque tampoco nadie te habla de ello. Las madres te guían en el comienzo de la edad fértil, cuando empiezas a tener la regla. Te hablan, te cuentan, buscan soluciones contigo. Pero ¿quién te habla de la menopausia? Yo lo hago ahora con la gente que trabaja conmigo para que sepan lo que es”.

    “Que te aporten soluciones lo cambia todo, en lo físico y en lo emocional”. Mamen Mendizábal Periodista y presentadora, 48 años.
    “Que te aporten soluciones lo cambia todo, en lo físico y en lo emocional”. Mamen Mendizábal Periodista y presentadora, 48 años.ISABEL MUÑOZ

    Mendizábal y la actriz y humorista Sílvia Abril, cuando se les retiró la regla, llegaron a pensar que estaban embarazadas. “Cuando vi que era la menopausia, psicológicamente lo llevé mal”, relata Mendizábal. “Yo no había querido tener hijos, pero de forma voluntaria. A partir de ese momento, la libertad de elegir ya no existía. Pasé un proceso de duelo por la melancolía de lo que ya no puede ser. Fue duro. Si a eso le añades los cambios físicos que he tenido, los sofocos que me han impedido desarrollar mi trabajo con normalidad, mi vida con normalidad, cualquier cosa con normalidad, pues fue un proceso difícil”.

    “Yo me rebelé”, admite Abril, de 53 años. “Ahora creo que estoy en el mejor momento de mi vida en lo personal y en lo laboral. Me siento más en paz, más valiente, más luchadora y más sabia que nunca…, pero no ha sido así desde el principio”. Cuenta que al principio no afrontó nada bien la menopausia. Había sido madre a los 41 años y quería volver a serlo. “A los 45 me resistí a aceptar que no iba a pasar. Fue un momento de mucha convulsión interna, de rabia contra la naturaleza. Pero fue también un aprendizaje, un proceso de aceptación. Ahora me siento muy bien y hablo abiertamente de la menopausia en las redes sociales, en mi libro [Pérdidas de risa, historias de una mujer imperfecta, HarperCollins], en mis monólogos y con mis amigos”.

    Sobre la falta de información, un ejemplo muy gráfico. Patricia Fernández de Lis es la redactora jefa de Ciencia, Salud y Tecnología de EL PAÍS. Es alguien cuyo trabajo consiste, entre otras cosas, en leer constantemente publicaciones científicas y las últimas investigaciones médicas sobre cualquier asunto. A pesar de ello, sabía muy poco sobre el tema. Y empezó a transitar a ciegas por una menopausia complicada. “Lo viví de forma un poco traumática porque nadie me lo había contado y porque no entendía bien lo que me estaba pasando”, cuenta.

    “La sociedad aún identifica la menopausia con la vejez, y eso hace mucho daño”. Edurne Pasaban. Alpinista e ingeniera, 50 años.
    “La sociedad aún identifica la menopausia con la vejez, y eso hace mucho daño”. Edurne Pasaban. Alpinista e ingeniera, 50 años.ISABEL MUÑOZ

    Tantas menopausias como mujeres

    Los médicos y las protagonistas de este reportaje coinciden en algo esencial: hay tantas menopausias como mujeres. Pueden aparecer mil síntomas… o puede no aparecer ninguno. Se considera menopausia cuando una mujer lleva un año entero sin haber tenido la menstruación. Pero los síntomas pueden comenzar años antes, durante la época de transición, conocida como perimenopausia. Se puede sufrir una depresión, o una sintomatología fuerte si no se trata, o experimentar alivio y tranquilidad y casi euforia. Por eso muchas mujeres lamentan (e incluso se indignan) por los debates sobre si hay que medicalizar o no la menopausia, cuestionan los discursos que intentan establecer soluciones universales para algo que es muy personal, y se niegan a tener que dar explicaciones sobre si toman o no toman hormonas. Una vez más, también en esta etapa la mujer se sigue sintiendo juzgada. Al igual que tanto las mujeres que dan la teta a sus bebés como las que dan el biberón se sienten en algún momento cuestionadas por ello, durante la menopausia el discurso se traslada a si es adecuado tomar hormonas o no.

    “Yo creo que está bien no considerarla una enfermedad”, opina Mendizábal. “No lo es. Pero es un cambio que te acompaña y que a veces te hace pasarlo realmente muy mal. ¿Quién eres tú para valorar si la persona de al lado necesita medicación? Yo conozco mujeres que no han tenido ni un síntoma y que no se reconocen en mi discurso. Me parece fantástico. Pero su experiencia no es la mía. Paso la menopausia por el filtro del feminismo para reivindicar la normalidad, y que deje de asociarse con la vejez o el final de una vida plena. Pero nada más. Ningún colectivo me representa. En esto me represento solo yo”.

    “Creo que estoy en el mejor momento de mi vida en lo personal y en lo laboral”. Sílvia Abril. Actriz y humorista, 53 años.
    “Creo que estoy en el mejor momento de mi vida en lo personal y en lo laboral”. Sílvia Abril. Actriz y humorista, 53 años.ISABEL MUÑOZ

    Un artículo científico publicado en The Lancet alertaba a principios de marzo de los riesgos de una excesiva medicalización de la menopausia mientras sí reclamaba más información para las mujeres. El artículo encendió a algunas que, como Fernández de Lis, lo que han experimentado es lo contrario, y se generó un gran debate en las redes sociales. “Me pareció surrealista leer que había una excesiva medicalización cuando a mí en un año nadie me ha hecho caso”, lamenta la periodista. “Lo que deberían hacer las instituciones es crear unidades de atención integral a la salud de la mujer, facilitar el acceso a información, a tratamientos o a asistencia psicológica a las que lo necesitamos, y tener mucho cuidado con mensajes como este”. De hecho, una revisión científica publicada por la revista Cell en septiembre de 2023, que repasaba todo lo que se ha publicado sobre el tema, concluía que el 85% de las mujeres con síntomas de menopausia no recibe una terapia eficaz y resaltaba la importancia de profundizar en la investigación y acabar con las lagunas de conocimiento.

    “Se ha invertido muchísimo más dinero en investigar la Viagra masculina que en investigar sobre la menopausia femenina”, protesta Mendizábal. “Ha sido fundamental para la ciencia y las farmacéuticas que el hombre pueda seguir teniendo erecciones, pero mucho menos que las mujeres tengan una vida normal durante cuatro o cinco décadas”. “Creo que falta mucha investigación sobre la salud de la mujer”, añade Natalia Muñoz, de 48 años, coordinadora de proyectos de intervención social. “Vale, quitemos la palabra enfermedad de la ecuación. Pero cuando decimos que estamos mal, no estamos locas. Igual que si tienes mal la rodilla te tratan, pues esto debería ser igual”.

    “Falta mucha investigación sobre la salud de la mujer. Cuando decimos que estamos mal, no estamos locas”. Natalia Muñoz. Coordinadora de proyectos de intervención social, 48 años.
    “Falta mucha investigación sobre la salud de la mujer. Cuando decimos que estamos mal, no estamos locas”. Natalia Muñoz. Coordinadora de proyectos de intervención social, 48 años.ISABEL MUÑOZ

    “Llevo ocho años flipando en colores”

    Para entender un poco mejor de qué estamos hablando cuando hablamos de sintomatología severa, lo mejor es escucharlas a ellas: Mamen Mendizábal, de 48 años: “A mí me daban a lo largo del día igual 20 ataques de calor y me ponía a sudar desde la coronilla hasta la punta del pie. Durante un minuto, me anulaba. Un día estaba en el notario firmando un documento y me quedé paralizada. Otro día, iba conduciendo y pensaba: tengo que parar con urgencia, no puedo seguir. He tenido que salir de entrevistas que estaba grabando para que me diera el aire porque no podía más. Y todo esto te altera psicológicamente, porque pierdes la confianza en ti misma. Te genera muchísima inseguridad y te provoca un estado de hipersensibilidad permanente. Todo te duele, todo te ofende, todo te altera. Pierdes la paciencia, el sentido del humor. Perdí el sueño también. Yo siempre he trabajado mucho, pero he dormido muy bien. De pronto empecé a no dormir nada, y eso altera tu vida entera”.

    Patricia Fernández de Lis, de 51 años: “Me pasaba que de repente me veía repitiendo cosas que ya había dicho, o volviendo a editar un reportaje que ya había editado. En las reuniones del periódico, antes contaba los temas de memoria. Ahora me cuesta acordarme de muchos detalles. Son cosas que jamás me habían pasado. Empecé a no dormir nada, a tener unos sofocos horribles. De pronto, estaba en llamas y me quedaba sin aliento. Sentía dolor con las relaciones sexuales…, vamos, que me tocó todo. Por no decir que mi ginecóloga, cuando me contó que estaba ya en la menopausia, la frase que me dijo fue: ‘Ay, lo siento’. Como si fuera algo horrible. Y claro, eso también lo condiciona todo”.

    “Uno de los problemas es que no estás avisada de nada porque sigue siendo un tabú”. Mariló Cillanueva. Profesora de inglés y productora cultural, 51 años.
    “Uno de los problemas es que no estás avisada de nada porque sigue siendo un tabú”. Mariló Cillanueva. Profesora de inglés y productora cultural, 51 años.ISABEL MUÑOZ

    Natalia Muñoz, de 48 años: “A los 40 empecé a tener unos desarreglos menstruales muy fuertes y muchísimas hemorragias. No sabía lo que era. Estaba entrando en una premenopausia muy difícil. Me sentía devastada. No dormía por los sofocos. Tenía taquicardias. Estaba agotada y sobrepasada. Era incapaz de concentrarme en el trabajo. A veces no me venían las palabras y pensé incluso que podía estar teniendo algún tipo de deterioro cognitivo. Pero no era nada de eso: era la menopausia”.

    Mariló Cillanueva, profesora de inglés, de 51 años: “Yo llevo ocho años flipando en colores. Empecé a tener síntomas muy agudos de perimenopausia a los 42. Tenía reglas que duraban 15 días. Imagínate el desarreglo hormonal que supone eso. Luego llegaron los sofocos… y hasta hoy. Puedo estar hablando tranquilamente contigo y de repente empiezo a sudar, pero a sudar a lo loco, me empieza a sudar la cara y tengo que salir a la calle porque me muero. Puedo perfectamente acabar con la camiseta empapada del todo. Tengo muchas migrañas y muy fuertes. A mí la menopausia me ha paralizado a la hora de hacer muchas cosas. Y uno de los problemas es que no estás avisada”.

    “Los sofoquitos son así, hay que aguantar”

    ¿Cómo se han sentido estas mujeres con estos síntomas? Perdidas. La sanidad pública no les ha ofrecido respuestas. Tampoco se han sentido escuchadas. Cuando iban al médico, se sucedían frases como estas: “Tendrás que aguantar”. “Es normal”. “Los sofoquitos son así”. “Es una fase”. “Ya se te pasará en algún momento”. “Tu mejor amigo es el abanico”. “¿Qué quieres? Tienes la menopausia”.

    “Cuando llegué a la consulta de mi ginecólogo y le dije que me despertaba cuatro o cinco veces por la noche no solo empapada en sudor sino con un ataque de angustia, me respondió: ‘Es normal”, recuerda Mendizábal. “Pero ¿qué me estás contando?, yo no puedo vivir así. Cuando te falla tu ginecólogo, que al final es el especialista que recorre toda tu vida, es terrible porque solo te queda la pseudociencia o el herbolario. Me niego a normalizar una situación que a mujeres en edad laboral y con carreras en un momento álgido nos impide seguir adelante. ¿Cómo que ya se me pasarán los sofocos? ¿Cuándo? ¿En 20 años?”. Los sofocos, como todo lo relacionado con la menopausia, son muy variables en duración y en intensidad. Pueden durar meses, unos pocos años, o extenderse mucho en el tiempo. Sílvia Abril, por ejemplo, cuenta que su madre, de 77 años, los sigue padeciendo.

    “Nadie te contextualiza”, añade Muñoz. “Vas encontrando información a trompicones. En la sanidad pública cada vez te atiende una ginecóloga distinta. La mayoría son muy jóvenes, y apenas te escuchan cuando les hablas de la menopausia. Solo una, de unos 50 años, me miró a los ojos y me preguntó cómo estaba. Me dijo una cosa muy importante: ‘La menopausia no es una patología, pero eso no significa que no vaya acompañada en ocasiones de una sintomatología muy dura para la que hay que buscar soluciones’. Pero luego esa médica maravillosa no me tocó más”.

    Natalia Muñoz llora al recordar ese momento en el que se sintió escuchada. Y no ha sido la única. La vulnerabilidad extrema que sienten durante meses, o años, las mujeres con sintomatología complicada las deja a flor de piel.

    En la imagen, de izquierda a derecha, la periodista de EL PAÍS Patricia Fernández de Lis, la profesora y productora cultural Mariló Cillanueva y la montañera y alpinista Edurne Pasaban.
    En la imagen, de izquierda a derecha, la periodista de EL PAÍS Patricia Fernández de Lis, la profesora y productora cultural Mariló Cillanueva y la montañera y alpinista Edurne Pasaban.ISABEL MUÑOZ

    La ministra de Sanidad, Mónica García, asegura ser consciente del problema y dice que desde su cartera se quiere impulsar, como primer paso, que el Observatorio de Mujer y Salud, que ya existe, aborde la menopausia: “Tenemos que hacer un trabajo de visibilización y conocimiento y poner el tema en la agenda”.

    Ahora mismo, muchas mujeres no resuelven sus problemas médicos hasta que no pagan una consulta privada. Pero no todas pueden permitírselo. El factor económico es clave para que una mujer pueda abordar bien la menopausia. “Es una falta de responsabilidad del Estado con las mujeres increíble”, opina Mendizábal. “Hay una desigualdad sanitaria relacionada con el sexo que clama al cielo. En una sociedad envejecida como la española, vamos a ser una mayoría de mujeres con menopausia. Y que te aporten soluciones lo cambia todo, en lo físico y en lo emocional”.

    El informe WHI que lo puso todo patas arriba

    ¿Qué soluciones hay? Muchas. Muchísimas, de hecho. Por eso resulta tan desconcertante que a tantas mujeres les cueste tanto encontrarlas. Silvia P. González es una ginecóloga especializada en menopausia y calidad de vida, miembro de la junta directiva de la Asociación Española para el Estudio de la Menopausia. No atiende embarazos, ni partos. Se dedica casi solo a esto y defiende la necesidad de abordarlo con naturalidad, pero con respuestas científicas.

    ¿Qué ha pasado? ¿Cómo hemos llegado hasta este momento en el que gran parte de los ginecólogos no saben nada sobre la menopausia ni pueden orientar a las mujeres en condiciones? La respuesta está en un informe científico del año 2002, el informe WHI (Women’s Health Initiative), que concluyó que la terapia hormonal sustitutiva aumentaba el riesgo de padecer cáncer y accidentes cardiovasculares como ictus e infartos. Ese documento lo cambió todo… hasta hoy. “A partir de ahí, las mujeres dejaron de pedirla y los médicos, de prescribirla”, explica González. “Pero ya desde el principio se vio que las conclusiones no eran correctas. Era un estudio hecho en EE UU, con estrógenos equinos y gestágenos sintéticos, con mujeres mayores de 60 años, entre ellas obesas, hipertensas, fumadoras…, es decir, nada que ver con la práctica que hacíamos en Europa. Pero dio igual. A partir de ahí, la terapia hormonal no solo se dejó de prescribir, sino que otro efecto fue que se cerraron muchas unidades de menopausia de los hospitales, se dejó de hablar sobre el tema en las universidades… Ese informe tuvo efectos muy perniciosos. Y la investigación se paró.

    “Necesitamos información sobre lo que nos ocurre sin tutelas ni paternalismos”. Patricia Fernández de Lis. Periodista, 51 años.
    “Necesitamos información sobre lo que nos ocurre sin tutelas ni paternalismos”. Patricia Fernández de Lis. Periodista, 51 años.ISABEL MUÑOZ

    Han pasado ya 22 años, y desde entonces ha habido muchos estudios contrarrestando las conclusiones del WHI, pero con mucha menos difusión”. “Esto no quiere decir para nada que todo el mundo tenga que emplear hormonas”, prosigue González. “Cada mujer necesita un abordaje distinto. En algunos casos no estarán recomendadas por la razón médica que sea, en otros no serán necesarias… Lo que necesitan las mujeres es información y ser escuchadas, y luego decidir consensuadamente cuál es la mejor solución, si es que hace falta una. Hay tratamientos hormonales, no hormonales, fitoterapia cada vez más efectiva con evidencia científica, tratamientos con láser… Hay muchas, muchísimas opciones”. La doctora abre un armario lleno de suplementos para recuperar la libido, para la sequedad vaginal, para controlar el peso, para casi todo. “El problema es que cuando la medicina no se ocupa, llegan las redes con sus remedios caseros”, dice González. “Y eso sí que es peligroso. La gente a veces viene contando unas supuestas soluciones sin ningún fundamento que ha visto o escuchado en cualquier sitio”. González está dando charlas en empresas sobre la menopausia. Le hacen muchísimas preguntas. “Es interesante porque no solo van mujeres posmenopáusicas. También acuden jóvenes y varones, y está muy bien, porque así todo el mundo tiene información. Las más jóvenes saben lo que les va a pasar y los hombres entienden a sus parejas o a sus compañeras de trabajo”.

    ¿Sexo? No, gracias

    Muchas mujeres coinciden en que la libido, de repente, puede caer hasta el subsuelo por muy fogosa que haya sido la persona hasta ese momento. La alpinista Edurne Pasaban, de 50 años, explica que fue lo que más le sorprendió a ella. “Nunca hubiera creído que me iba a pasar algo así, la verdad. Hay cosas difíciles de aceptar, como que ya no vas a ser una chavala de 28 años nunca más, o que ya no podrás ser madre. Pero con algo como la falta de ganas de mantener relaciones sexuales, directamente no sabes qué hacer. Ni tú, ni tu pareja. Te desconcierta”.

    “Las mujeres en ocasiones ni son conscientes de que es algo que se puede tratar y de que no tienen por qué resignarse”, señala la ginecóloga Elena Carrillo de Albornoz, del Hospital Ruber Internacional, especialista en envejecimiento saludable. Y narra una conversación muy habitual en la consulta:

    —¿Qué tal todo?

    —Muy bien.

    —¿Y las relaciones sexuales?

    —Ah, no, ya no tengo. No tengo ganas y además me duele.

    —Pero entonces no está todo muy bien, ¿no?

    “Yo pregunto de forma más dirigida si hay problemas como sequedad vaginal, dolor al mantener relaciones sexuales o falta de libido porque son cuestiones que muchas veces quedan en el olvido”, explica Carrillo de Albornoz. “Todo el mundo te habla de los sofocos. De esto, no tanto. Y poder mantener relaciones sexuales placenteras y sin dolor es algo muy importante. Vamos a vivir muchos años con la menopausia, la esperanza de vida de la mujer en España es de 85 años; vivámoslos bien”.

    El duelo psicológico… y el renacer

    Edurne Pasaban cree que la sociedad aún identifica la menopausia con la vejez: “Y eso, cuando llegamos a esa etapa, nos hace mucho daño. Yo no me siento vieja en absoluto”.

    La palabra no ayuda. “Menopausia” no suena bien. Te lleva a algo que acaba, la menstruación. Por eso hay quien defiende, como la doctora Louann Brizendine en La mujer renovada que se cambie la conversación, que se hable de transición y de renovación. La psicoanalista Araceli Fuentes se refiere también a la carga, al peso que tiene el término. “Quizás el envejecimiento del cuerpo se ha volcado demasiado en el término menopausia”, sugiere.

    “Sientes que nadie te va a ver otra vez”, opina Irene Gómez, emprendedora y empresaria de 55 años, especializada en cultura empresarial y que organiza cursos sobre liderazgo femenino. “La sociedad da muchísima importancia a la belleza de la mujer, es lo que nos han enseñado. Y es incómodo enfrentarte al deterioro. Yo tengo amigas más jóvenes y me daba mucha vergüenza hablar de esto; es como si de repente, de un día para otro, te echaras 30 años encima. Tardé unos meses en poder compartirlo. Ahora lo hago, y con aparente naturalidad, pero es algo que me sigue revolviendo un poco. Mi cabeza lo ha aceptado y superado, pero mis tripas aún no han abrazado la menopausia”. Su visión, en todo caso, es optimista: “Me siento muy celebrada, en un momento en el que no dejas de recoger lo que has sembrado a lo largo de una vida”.

    “Es un momento clave de la vida, un cambio de ciclo. Si estás atenta te permite parar y pensar”. Ana Álvarez. Piloto de línea aérea, 57 años.
    “Es un momento clave de la vida, un cambio de ciclo. Si estás atenta te permite parar y pensar”. Ana Álvarez. Piloto de línea aérea, 57 años.ISABEL MUÑOZ

    Ana Álvarez es comandante en una línea aérea. Se hizo piloto cuando apenas había mujeres que lo fueran. Tiene 57 años y desprende una fuerza increíble. Ella tampoco ha sufrido síntomas invalidantes, pero sí ha experimentado muchos cambios emocionales: “Creo que estaba un poco harta de mí misma y hay momentos definitorios en la vida, como en el fondo es este, que si estás atento te permiten parar y pensar lo que quieres y lo que no y empezar a ser libre aunque sea ya en la segunda mitad de tu vida”.

    “Creo que la manera de abordarlo depende muchísimo del momento vital, emocional y laboral que estés viviendo”, reflexiona la actriz Aitana Sánchez-Gijón, de 55 años, que estos días actúa en el teatro Pavón de Madrid representando la obra La madre. “A mí me pilló separándome de mi pareja, del padre de mis hijos, rompiendo una estructura familiar de 22 años. Un cambio vital de una magnitud gigante, sin mucho tiempo para además pensar que estaba pasando la menopausia”.

    Explica que el duelo lo pasó antes, a los 43, cuando se quedó embarazada y lo perdió. Ahí cerró la puerta a la maternidad. “Pero creo que la menopausia tiene otros efectos de los que se habla poco. Yo tengo la sensación de que me pude separar gracias a ella, te ayuda a no seguir manteniendo situaciones que ya no funcionan. Es como si necesitaras quitarte peso, lastres. Físicamente no he notado prácticamente nada, pero para mí sí es un cambio de ciclo radical. También mi fase de maternaje, con dos hijos de 20 y 23 años, ha llegado a su fin tal como era. Y está bien que así sea. Es el final de la época reproductiva. Cierras una puerta, pero abres otras. Yo me siento en un periodo de emancipación. Hago espectáculos con un nivel de exigencia física como no había hecho antes. También miras hacia la vejez que te espera, piensas en la soledad. Es importante llenarte cada vez más de ti misma y tener una buena red, sobre todo de mujeres con las que poder hablar”. La red, las amigas, es también algo que ha salido en casi todas las conversaciones.

    “¿Por qué es tan importante seguir teniendo la regla o no?”, se pregunta Mendizábal. “¿Cuál es el problema de dejar de tenerla? ¿Por qué hay que sentirse orgulloso de tenerla? No puede ser algo definitorio de nuestra esencia. Yo estoy en el mejor momento de mi vida”. “A mí no me gusta la palabra ‘empoderada’ porque está en un registro que no me interesa”, dice Abril. “Pero es cierto que yo siento algo cada vez más parecido a eso. Una plenitud nueva con mi pareja, con el trabajo, con mi hija, con todo”.

    En el centro de la fotografía, con las manos en los bolsillos, la actriz Elena Anaya. Junto a ella (izquierda), su colega Aitana Sánchez-Gijón, y a la derecha, Silvia Abril. Sentadas, a la izquierda, Mamen Mendizábal, y a la derecha, Ana Álvarez. De pie, a la izquierda, Natalia Muñoz.
    En el centro de la fotografía, con las manos en los bolsillos, la actriz Elena Anaya. Junto a ella (izquierda), su colega Aitana Sánchez-Gijón, y a la derecha, Silvia Abril. Sentadas, a la izquierda, Mamen Mendizábal, y a la derecha, Ana Álvarez. De pie, a la izquierda, Natalia Muñoz.ISABEL MUÑOZ

    La actriz Elena Anaya tuvo a sus dos hijos con 41 y con 45 años. Ella tiene ahora 48. Es una madre reciente. El retraso en la maternidad ha provocado que cada vez sea más habitual casi enlazar el posparto con la menopausia, con el remolino hormonal y mental que puede generar. “Encontrar el equilibrio entre estas dos etapas de la vida es uno de mis retos”, dice. Aún no entra en la definición canónica de menopausia (un año sin regla), pero tiene ya síntomas y está viviendo el proceso con normalidad. ”No hay que tenerle miedo a un ciclo de la vida, ni a envejecer”, defiende la actriz, en plena promoción de la serie Las largas sombras, de Disney+. “En otras culturas, las mujeres cuando llegan a esta etapa vital se convierten en referentes, en líderes. Yo veo a Patti Smith encima de un escenario y hace saltar y vibrar hasta a los árboles. Una matrona amiga mía me dijo: ‘La menopausia es sexy’. Y me parece una bonita manera de enfocarlo. La belleza no está únicamente en la juventud. A mí me encanta ver la belleza de mujeres que se hacen mayores y lo viven con serenidad y alegría. Me parece maravilloso cumplir años, hacerse mayor, poder mirar la vida con perspectiva, apreciarla como un regalo”.

    Todas reivindican más investigación, más información, más acompañamiento en la sanidad pública, más normalidad. Para que los médicos estén más formados. Para que todas las mujeres puedan tener acceso a los nuevos tratamientos. Para que no sea un estigma. Las dos sesiones de fotos con Isabel Muñoz se convierten en un festival de risas y buen rollo. Abril no para de hacer chistes. “Aquí estamos las menopáusicas”, grita alguien.

    Mariló Cillanueva, la profesora de inglés, cuenta que se subió hace poco a un taxi. La conductora era mujer. “Joder con la menopausia”, arrancó enseguida la taxista. Y empezó a hablar y no paró.

    ✍🏻 Mónica Ceberio Belaza
  • Marjane Satrapi, autora de «Persépolis», premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades

    Marjane Satrapi, autora de «Persépolis», premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades

    La historietista, directora de cine y pintora de origen iraní, de 54 años, fue reconocida además por ser un «símbolo del compromiso cívico liderado por las mujeres», según el acta del jurado de este premio convocado por la Fundación Princesa de Asturias, la heredera al trono español, hecha pública este martes.

    La obra de Satrapi ganó amplitud mundial gracias a los diferentes volúmenes de su novela gráfica «Persépolis», en los que explica su historia personal así como los arrestos y ejecuciones que siguieron a la revolución integrista del ayatolá Jomeini en 1979.

    Su adaptación al cine, junto a Vincent Paronnaud, despertó el aplauso internacional y fue galardonada en 2007 con el Premio del Jurado en el Festival de Cannes, así como nominada al Oscar a la Mejor Película de animación en 2008, entre múltiples distinciones.

    De su extenso trabajo, el jurado del premio destacó su talento «para reinventar las relaciones entre arte y comunicación, como en su novela gráfica Persépolis, en la que plasma ejemplarmente la búsqueda de un mundo más justo e integrador».

    «Hoy se honra a todos los jóvenes que perdieron la vida y a los que continúan el combate por la libertad en Irán», celebró Satrapi en declaraciones recogidas por la Fundación, tras conocer que había sido premiada, lo que consideró un «gran honor».

    La artista quiso dedicar su además galardón al rapero Toomaj Salehi, «condenado a muerte hace unos días por cantar a la libertad», expresó.

    Compromiso

    Nacida en Irán en 1969, los padres de Satrapi la enviaron de adolescente al Liceo Francés de Viena, donde realizó parte de sus estudios, para tratar de alejarla del extremismo de la revolución. Después regresaría a Teherán, donde inició Bellas Artes, pero antes de graduarse se mudó a Francia.

    Allí se convertiría en una de las creadoras más destacadas del cómic internacional con obras como «Broderies» («Bordados», 2003) o «Poulet aux prunes» («Pollo con ciruelas», 2004), también adaptada al cine después.

    Muy comprometida con la democracia en su país, el año pasado coordinó el libro «Femme, vie, liberté» («Mujer, vida, libertad») en el que un grupo de artistas ilustraron las revueltas producidas en Irán a partir de la muerte en 2022 de la joven kurda iraní Mahsa Amini, fallecida bajo custodia policial tras ser detenida por llevar el velo mal colocado.

    La artista francoiraní Marjane Satrapi, durante una sesión fotográfica el 1 de noviembre de 2022 en París
    La artista francoiraní Marjane Satrapi, durante una sesión fotográfica el 1 de noviembre de 2022 en París © Joel Saget / AFP/Archivos

    «No hay nada peor que la indiferencia», había afirmado en una entrevista con la AFP en noviembre de 2022, sobre el apoyo internacional que podía brindarse a la lucha por los derechos en su país.

    También pintora, Satrapi ha diseñado un tapiz en forma de tríptico, con la Torre Eiffel y dos atletas portando la llama olímpica, para los Juegos que se celebrarán en París en 2024.

    Segundo de ocho

    El de Comunicación y Humanidades ha sido el segundo de los ocho galardones de esta edición de los premios, considerados los más prestigiosos del mundo iberoamericano, que anualmente, y a ritmo de uno por semana, otorga la Fundación Princesa de Asturias.

    El año pasado, en esta categoría, el reconocimiento fue para el profesor, escritor y filósofo italiano Nuccio Ordine, por su defensa de las humanidades y su compromiso con la educación.

    En otras ediciones también fueron premiados el periodista polaco y antiguo opositor al régimen comunista Adam Michnik, la Feria del Libro de Guadalajara (México) y el Hay Festival de literatura (Gales) o el grupo de humor argentino Les Luthiers.

    La periodista mexicana Alma Guillermoprieto o la fotógrafa Annie Leibovitz han sido otros de los ganadores.

    La serie de galardones de este año arrancó la semana pasada con el anuncio del Premio Princesa de Asturias de las Artes, que fue para el cantautor español Joan Manuel Serrat, voz esencial para generaciones de españoles y latinoamericanos, al que jurado distinguió «por el alcance de una trayectoria artística que trasciende la música».

    Estos premios, instituidos en 1981, están dotados con 50.000 euros (unos 53.600 dólares) y una escultura creada por el fallecido artista catalán Joan Miró.

    Los galardones, que toman su nombre del título de la heredera al trono de la Corona española, la princesa Leonor, son entregados por ella y los reyes Felipe VI y Letizia en octubre en una ceremonia en Oviedo, capital de Asturias.

  • Comparten prácticas de corresponsabilidad para impulsar la igualdad de género

    Comparten prácticas de corresponsabilidad para impulsar la igualdad de género

    En México, las mujeres enfrentan diversos desafíos en el ámbito laboral, desde menor participación en el mercado, asignación desigual de responsabilidades domésticas y de cuidado, brecha salarial, el empleo informal, y barreras para acceder a la protección social, que evidencian la falta de igualdad de género.

    Además, la violencia laboral, el acoso y el hostigamiento sexual, son un obstáculo importante para el pleno ejercicio de sus derechos.

    Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la igualdad de género sigue siendo un tema pendiente en los mercados laborales a nivel mundial.

    La falta de oportunidades, la discriminación y la brecha salarial son sólo algunas de las manifestaciones de esta desigualdad persistente.

    Prácticas de corresponsabilidad para fomentar la igualdad de género

    En este contexto, el Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres) llevó a cabo el foro “Compartiendo prácticas hacia la corresponsabilidad de la vida laboral, familiar y personal”, con el objetivo de fomentar la igualdad de género en el lugar de trabajo.

    Cabe decir que esta iniciativa busca generar un espacio de diálogo e intercambio de ideas para identificar medidas concretas que puedan implementarse en los centros laborales de la Administración Pública Federal (APF).

    Durante el foro, se destacó la importancia de promover la corresponsabilidad entre la vida laboral, familiar y personal es fundamental para avanzar hacia una cultura laboral más igualitaria; lo que implica reconocer y valorar el trabajo doméstico y de cuidado, redistribuir las responsabilidades de cuidado entre las familias, los mercados y el Estado, y reducir la carga de trabajo no remunerado de las mujeres.

    En este sentido, el coordinador de Planeación y Políticas de Recursos Humanos de la Secretaría de la Función Pública (SFP), Vicente Olguín Spíritu, compartió las acciones que lleva a cabo la dependencia para promover prácticas de corresponsabilidad.

    Permisos de lactancia materna y reducción de la jornada laboral

    Por su parte, Salvador Sánchez Estrada, director general de Recursos Humanos del Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (SNDIF), explicó las medidas que implementan como permisos de lactancia materna con reducción de la jornada laboral, uso de cuatro salas de lactancia, acceso a centros de desarrollo infantil para las y los trabajadores, permisos de paternidad, así como reducción de la jornada laboral los viernes, de conformidad con las disposiciones generales emitidas por la Secretaría de la Función Pública (SFP).

    En tanto, el coordinador del Sistema de Gestión de Igualdad de Género y No Discriminación del Tecnológico Nacional de México (TecNM), Juan Manuel Flores Granados, destacó que las medidas de lactancia, protección a la maternidad y licencias de paternidad se fortalecen con acciones de sensibilización del personal; además, el Sistema de Gestión permite ampliar las acciones también para el alumnado.

    Rafael Santiago Cortés, director de Recursos Humanos del Inmujeres, describió las acciones que implementa la institución a favor de la corresponsabilidad, como permisos para el cuidado de hijas e hijos por enfermedad, permiso de paternidad por 15 días, horarios escalonados, flexibilidad de horarios para salir temprano los viernes, o permisos para acudir a la escuela de las y los hijos para atender asuntos escolares, los cuales están incluidos en un Reglamento Interno de Trabajo.

    Finalmente, destacaron que eventos como este foro son pasos importantes hacia la igualdad de género en el ámbito laboral y la construcción de un futuro más justo e inclusivo para todas y todos.