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  • Así ha afectado la COVID-19 a la salud reproductiva de las mujeres

    Así ha afectado la COVID-19 a la salud reproductiva de las mujeres

    La salud reproductiva de las mujeres se ha visto alterada como consecuencia de la carga psicológica de la pandemia del COVID-19, y las mujeres afectadas necesitan apoyo médico y psicológico adicional, según una investigación presentada en la conferencia anual de la Sociedad de Endocrinología británica en Edimburgo (Reino Unido).

    Los resultados indican que el estrés y los trastornos del sueño relacionados con la pandemia han tenido efectos adversos en los ciclos menstruales de las mujeres. Además, sugiere que son necesarios más estudios para establecer el impacto a largo plazo de la pandemia en la salud reproductiva femenina.

    La pandemia de COVID-19 ha tenido un efecto perjudicial en la vida de la población mundial. Las repercusiones negativas en la salud mental se han visto agravadas por los cambios significativos en el estilo de vida diario y en los hábitos de alimentación y ejercicio, señala el estudio.

    El estrés es un factor conocido que puede perturbar los ciclos menstruales de las mujeres al afectar a los niveles hormonales, además de provocar alteraciones del sueño y del peso corporal. Las hormonas del estrés pueden inhibir directamente la liberación de hormonas sexuales, mientras que las alteraciones del sueño se asocian a la infertilidad y el aumento de la grasa del vientre también se relaciona con la disfunción menstrual.

    Para investigar el impacto de la pandemia en la salud reproductiva, la doctora Michelle Maher, como parte de un equipo de investigación dirigido por la doctora Lisa Owens, en Dublín (Irlanda), encuestó a más de 1.300 mujeres en abril de 2021.

    Además de las medidas estándar de depresión, ansiedad y calidad del sueño, la encuesta también preguntó por sus ciclos menstruales. Las alteraciones menstruales incluían periodos irregulares, ausentes, dolorosos o abundantes y síntomas premenstruales.

    El 56% de las encuestadas informó de un cambio general en sus ciclos menstruales desde el comienzo de la pandemia, el 64% informó de un empeoramiento de los síntomas premenstruales y el 54% experimentó una reducción del deseo sexual.

    Las tasas de depresión severa, ansiedad y falta de sueño eran más del doble que las de los niveles prepandémicos para las mujeres en edad reproductiva. Las alteraciones del ciclo menstrual se asociaron a mayores niveles de angustia mental y falta de sueño entre las mujeres encuestadas.

    La doctora Michelle Maher afirma que los resultados «ponen de manifiesto la necesidad real de proporcionar una atención médica y un apoyo de salud mental adecuados a las mujeres afectadas por las alteraciones menstruales, dada la carga psicológica sin precedentes asociada a la pandemia».

    Este es el primer estudio que demuestra que las mujeres siguen experimentando alteraciones de la salud reproductiva un año después de la pandemia, y que esto se asocia con mayores niveles de angustia psicológica y falta de sueño. Las investigaciones posteriores contribuirán a una mayor comprensión del alcance de las alteraciones de la salud reproductiva y orientarán nuestra práctica y política sanitaria futuras.

    La doctora Maher advierte de que «este estudio se llevó a cabo en una fase relativamente temprana del programa de vacunación contra el COVID-19, por lo que la duración de la pandemia y la eficacia de la vacuna pueden influir en los resultados futuros, por lo que es necesario realizar más investigaciones con datos objetivos y medibles».

    El equipo planea ahora realizar estas encuestas a intervalos de 6 meses, para determinar el progreso e identificar cualquier efecto a largo plazo sobre la salud reproductiva y mental de las mujeres. Además de las encuestas, se recogerán mediciones más objetivas de la presión arterial, el peso, los niveles de hormonas sexuales y la ovulación de las mujeres participantes.

    «Animamos a las mujeres que experimenten cualquier trastorno reproductivo (periodos irregulares, ausencia de periodos, periodos dolorosos o abundantes, síndrome premenstrual o disminución del deseo sexual), así como trastornos de la salud mental (incluidos los síntomas de bajo estado de ánimo, ansiedad, estrés y falta de sueño) a que acudan a su médico de cabecera para que las asesore», aconseja.

    «Estamos planeando ofrecer apoyo a las mujeres afectadas por las anomalías del ciclo menstrual desarrollando talleres de apoyo psicológico en nuestro centro», avanza Maher.

    Toda la información e imágenes son de INFOSALUS.
    Link original:  https://www.infosalus.com/mujer/noticia-asi-afectado-covid-19-salud-reproductiva-mujeres-20211110075250.html

  • El 68% de las mujeres reconsideró su trayectoria profesional durante la pandemia

    El 68% de las mujeres reconsideró su trayectoria profesional durante la pandemia

    De acuerdo con una encuesta de Pearson, el 83% de las mujeres mexicanas están preocupadas por los efectos de la pandemia en su desarrollo y la gran mayoría se siente abrumada por el dilema de cuidar sus carreras y sus familias.

    Luego de que en uno de los peores momentos de la pandemia de covid-19 sólo 39% de las mujeres pudo seguir económicamente activa en México, dos tercios de las trabajadoras jóvenes prevé volver al trabajo remunerado o cambiarse de empleo en los próximos seis meses.

    Un estudio global de Pearson da señales de cómo será el retorno laboral femenino. Además, la violencia doméstica y las tareas de cuidados no sólo no se disiparon, sino que les preocupan y les afectan mucho más para encontrar un buen empleo.

    “Las mujeres de todo el mundo están dando pasos importantes para cambiar el perfil de sus carreras y mejorar sus perspectivas laborales, aun mientras la pandemia sigue afectando la economía mundial”, indica el reporte de la empresa especializada en aprendizaje y evaluación de la educación.

    La Encuesta Global de Estudiantes de Pearson cubrió a más de 6,000 mujeres de entre 20 y más de 70 años en Estados Unidos, Reino Unido, Brasil, India, México y China. Uno de los resultados generales es que “68% de las consultadas reconsideró su trayectoria profesional durante la pandemia”.

    El 48% de las mujeres encuestadas a nivel global prevé cambiar de trabajo o comenzar a trabajar en los próximos seis meses. Ese porcentaje para las mexicanas de entre 21 a 26 años fue de 62 por ciento. Según Pearson, “3 millones de mujeres en todo el mundo abandonaron la fuerza laboral durante la pandemia de covid-19”.

    En julio de 2019, el 45% de las mujeres en edad de trabajar era económicamente activa —es decir, tenía un trabajo remunerado o estaba activamente buscando uno—, lo que representaba casi 22.2 millones de mujeres. Esa porción era baja, significaba que la mayoría, 55%, no laboraba, según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE). Pero para el mismo mes de 2020, esta proporción cayó a 39%, poco más de 19.5 millones de mujeres seguían en su trabajo o intentando encontrar uno en medio de la pandemia.

    Las últimas cifras de la ENOE indican que para septiembre de 2021 el 43% de las mujeres en edad de trabajar era económicamente activa. Si bien hay una recuperación respecto a los meses de mayor afectación por la covid-19, los niveles para las trabajadoras siguen estando por debajo de lo registrado antes de la pandemia.

    A pesar de la violencia y la precariedad, van a volver

    Según el reporte de Pearson, el 90% de las mujeres consultadas en estos seis países “declaró que tomará al menos una acción en los próximos 12 meses, entre ellas buscar oportunidades alternativas, actualizar sus currículums o enviar nuevas solicitudes de empleo”.

    Pero el regreso o el salto a un mejor trabajo no será tan fácil. La mayor parte de las mujeres mexicanas perciben un deterioro en la economía y 83% está preocupada por los efectos de la pandemia en sus carreras en este momento y a largo plazo.

    Las consecuencias de haber dejado de trabajar el año pasado y éste son diferenciadas. Por supuesto, muchas dejaron de ganar dinero, el 46% de trabajadoras entre 56 y 74 años de edad en el país vio disminuidos sus ingresos. Pero algunas otras podrían además no estar actualizadas en las competencias que les pide ahora el mercado laboral. El burnout para quienes siguieron activas es otro resultado de todos estos meses.

    Otro obstáculo sigue siendo el machismo. Casi el 80% respondió que “cree que se les abren menos oportunidades en sus carreras que a los hombres”. Actualmente la tasa de hombres económicamente activos supera ligeramente el 75%, según la ENOE de septiembre.

    El trabajo del hogar y de cuidados, que realizan mayoritariamente las mujeres, es otro factor a tomar en cuenta a la hora de planear reactivarse o moverse de trabajo. “El 80% de las entrevistadas en México se sienten abrumadas por el dilema de cuidar sus carreras y sus familias”.

    La eterna decisión de “mi familia o mi carrera” les limita a crecer en sus trabajos, en puestos de mayor responsabilidad y remuneración, o a buscar trabajo. De esa manera, siguen siendo dependientes económicamente de sus parejas, lo cual, en un país en el que 10 mujeres son asesinadas al día, es algo preocupante.

    El 83% de las mujeres en México “percibe que la incertidumbre financiera de la pandemia expuso a las mujeres a la violencia doméstica, una impresión que coincide con las de sus pares de Estados Unidos (75%), Reino Unido (80%), Brasil (94%) e India (80%)”. Pero además, 66% de las mexicanas cree que “la pandemia dificulta la independencia financiera de las mujeres”.

    Pese a las dificultades que observan en su camino, el 88% de las mujeres que buscan trabajo desea mejorar sus habilidades profesionales y aumentar su capacidad de comunicación. Así que el 18% a nivel global está desarrollando competencias de liderazgo, 17% de gestión del tiempo y el mismo porcentaje está capacitándose para desarrollar un pensamiento crítico y creativo.

    Toda la información e imágenes son de EL ECONOMISTA.
    Link original: https://www.eleconomista.com.mx/

  • COP26: Las mujeres son las más afectadas por el cambio climático

    COP26: Las mujeres son las más afectadas por el cambio climático

    Mujeres de todo el orbe tomaron el estrado de la Conferencia sobre el Cambio Climático para denunciar que el calentamiento global no es neutral en cuanto al género. Por ejemplo, el 80% de los desplazados por desastres relacionados con el clima son mujeres. La lucha contra el cambio climático las necesita, especialmente cuando hoy se supo que los compromisos anunciados hasta ahora en la COP26 son tan mínimos que el planeta sigue camino de la catástrofe.

    Después de caminar casi 1300 kilómetros por toda Europa, Little Amal, una marioneta gigante que representa a una joven refugiada siria, llegó a Glasgow justo a tiempo para el Día de la Mujer en la Conferencia sobre el Cambio Climático, COP26.

    La obra de arte viviente de 3,5 metros de altura sorprendió a los asistentes de la sesión plenaria de este martes cuando subió las escaleras y se unió a la activista climática samoana Brianna Fruean, y se fundieron en un abrazo e intercambiaron regalos.

    Brianna le dio una flor, que representa la esperanza y luz, y Amal, una bolsa de semillas.

    «Ambas nos hemos embarcado en un viaje para llegar aquí, desde dos lugares muy diferentes, pero estamos conectadas por el hecho común de que vivimos en un mundo roto que ha marginado sistemáticamente a las mujeres y las niñas. Especialmente mujeres y niñas de comunidades vulnerables», dijo Fruean.

    La joven activista recordó a los participantes que el peso de la emergencia climática, que amplifica las desigualdades existentes, suele afectar más a las mujeres.

    «Amal trajo semillas para compartir físicamente, para inspirar; las semillas representan la esperanza. Lo bonito de las semillas es que hay que ser lo suficientemente desinteresado como para contentarse con el hecho de no comer el fruto o no tener las flores, pero sentir que ha merecido la pena sabiendo que tus hijos vivirán con su belleza», añadió utilizando las semillas como metáfora de las decisiones que se están tomando en la COP26 para el futuro de nuestro planeta.

    Fruean destacó que las semillas necesitan ser cultivadas y nutridas con agua para dar fruto y flores, invitando a los delegados a mantener su trabajo después de la conferencia.

    «Plantaré estas semillas cuando nuestros ministros estén preparados. Espero que en las negociaciones y en las salas seáis capaces de plantarlas y que, cuando salgamos de la COP, las cuidéis para que crezcan y se conviertan en el mundo hermoso que se merecen niñas como Amal, uno en el que todas las niñas estén seguras».

    Las sequías cada vez más agudas en Somalia han provocado el desplazamiento de la población, lo que ha socavado la seguridad alimentaria y ha dejado a las mujeres expuestas a la explotación sexual.

    OIM/Celeste Hibbert
    Las sequías cada vez más agudas en Somalia han provocado el desplazamiento de la población, lo que ha socavado la seguridad alimentaria y ha dejado a las mujeres expuestas a la explotación sexual.

    La relación entre la igualdad de género y la crisis climática

    Alok Sharma, presidente de la Conferencia, intervino brevemente, bajo la atenta mirada de la pequeña Amal y Brianna Fruean.

    «Hoy es el día del género porque el género y el clima están profundamente entrelazados. El impacto del cambio climático afecta a las mujeres y a las niñas de forma desproporcionada», dijo, instando a empoderar y apoyar a las mujeres.

    La pequeña Amal, y las niñas sirias a las que representa, no están solas en su tragedia: el 80% de las personas desplazadas por desastres y cambios relacionados con el clima en todo el mundo son mujeres y niñas.

    Desde tiempos ancestrales, las mujeres han tenido una relación especial con la naturaleza. Su contribución al bienestar y al desarrollo sostenible de sus comunidades es enorme, así como al mantenimiento de los ecosistemas, la diversidad biológica y los recursos naturales del planeta.

    Las mujeres de los países en desarrollo suelen ser las primeras en responder a la gestión del capital medioambiental que las rodea. Desde la recogida de agua para cocinar y limpiar, el uso de la tierra para pasto del ganado, a la búsqueda de alimentos en ríos y arrecifes, y la recogida de leña, las mujeres de todo el planeta utilizan e interactúan a diario con los recursos naturales y los ecosistemas.

    Según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y otras agencias de la ONU, también son las primeras en sentir los efectos del cambio climático cuando tienen que recorrer distancias cada vez más largas para encontrar lo que necesitan para alimentar a sus familias.

    Asimismo, aunque la degradación del medio ambiente tiene graves consecuencias para todos los seres humanos, afecta especialmente a los sectores más vulnerables de la sociedad, principalmente a las mujeres, cuya salud es más frágil durante el embarazo y la maternidad.

    Y a pesar de todo ello, el reconocimiento de lo que las mujeres aportan o pueden aportar a la supervivencia del planeta y al desarrollo sigue siendo limitado. La desigualdad de género y la exclusión social no hacen más que aumentar los efectos negativos de una gestión medioambiental insostenible y destructiva para las mujeres y las niñas.

    La persistencia de normas sociales y culturales discriminatorias, como el acceso desigual a la tierra, al agua y otros recursos, así como la falta de participación de las mujeres en las decisiones relativas a la planificación y la gestión de la naturaleza, hacen que a menudo se ignoren las enormes contribuciones que estas pueden hacer.

    Unas agricultoras llevan su última cosecha de arroz en bicicleta en Huế, (Vietnam).

    PNUD/Ho Ngoc Son
    Unas agricultoras llevan su última cosecha de arroz en bicicleta en Huế, (Vietnam).

    Una cuestión de “justicia”

    «Abordar el rápido cambio climático es una cuestión de justicia e igualdad con los más vulnerables y afectados, incluidas las comunidades indígenas, los países menos desarrollados y nuestro centro de atención hoy y todos los días: las mujeres», dijo la presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, a los delegados de la COP26 en otra de las sesiones plenarias.

    Pelosi, que señaló que había traído consigo la mayor delegación del Congreso hasta la fecha a una COP, anunció que para finales de año tienen previsto aprobar una legislación para duplicar la financiación internacional del clima.

    «Reconstruir mejor con las mujeres», añadió, dirigiéndose a las mujeres miembros de su delegación.

    Una de ellas era Alexandra Ocasio Cortez, conocida por ser la mujer más joven en el Congreso de Estados Unidos y por su militancia en la lucha contra el cambio climático.

    «El liderazgo que nos ha traído hasta aquí no será el que nos saque», respondiendo a la pregunta de Noticias ONU de por qué era importante para las mujeres participar en la lucha contra el cambio climático.

    Desde Guyana hasta el Ártico, el cambio climático afecta a las mujeres

    Immaculata Casimero, activista indígena de la nación Wapichan en Guyana, sabe mejor que nadie cómo el cambio climático afecta a las mujeres, y por eso trabaja por su empoderamiento en su comunidad.

    «Celebramos cursos de formación porque nos gustaría ver a más mujeres líderes. En las comunidades locales, la mayoría de las veces sólo hay hombres. Es el patriarcado y eso es algo que hay que derribar. Podemos liderar mejor que los hombres, lideramos en nuestros hogares, criamos a los niños. Toda la humanidad existe gracias a nosotras», dijo durante una entrevista con Noticias ONU.

    Casimero resaltó también que las mujeres indígenas, como transmisoras de los conocimientos tradicionales a las nuevas generaciones, tienen un papel extremadamente importante en la lucha contra el cambio climático.

    La crisis, que ya afecta a su comunidad de origen, se cobró este año varias hectáreas de cultivos de yuca, su principal fuente de ingresos, debido a las fuertes e inesperadas lluvias; lo que provocó también inseguridad alimentaria.

    «El sol calienta mucho más que antes, se puede sentir, y nuestra gente no sabe cómo adaptarse realmente al clima, porque cuando se supone que hay lluvia, hay sol y cuando se supone que hay sol, hay lluvia. Todo el sistema de cultivo y agricultura se ve alterado por el cambio climático y no tenemos otros recursos de los que depender», dijo.

    Al otro lado del mundo, el pueblo sami, un pueblo indígena ugrofinés que habita la región de Sapmi, que hoy abarca amplias zonas del norte de Noruega, Suecia y Finlandia, también sufre los efectos de la crisis climática en carne propia.

    «El cambio climático en el Ártico está ocurriendo muy rápido. El tiempo está cambiando y es muy inestable, nuestros inviernos son inestables, el hielo no se congela cuando debe hacerlo. Todo nuestro conocimiento tradicional sobre cómo gestionar el paisaje también está cambiando», describió la joven activista Maja Kristine Jama desde el pabellón indígena de la COP26.

    Su amiga, Elle Ravdna Nakkakajarvi, tuvo unas palabras para los líderes mundiales que asistían a la conferencia:

    «Escuchadnos de verdad, no digáis que nos vais a escuchar, no hagáis promesas vacías porque somos nosotras las que sufrimos el cambio climático en nuestros cuerpos y tenemos el conocimiento sobre las tierras y las aguas de nuestras zonas y podemos aportar soluciones. Nos merecemos que nos escuchen».

    Immaculata Casimero, de la nación wapichan en Guyana, es una líder indígena que trabaja en el empoderamiento de las mujeres en su comunidad.

    Noticias ONU//Laura Quinones
    Immaculata Casimero, de la nación wapichan en Guyana, es una líder indígena que trabaja en el empoderamiento de las mujeres en su comunidad.

    La ciencia lo confirma: no hacemos lo suficiente

    Hoy también se celebra el Día de la Ciencia en la Conferencia y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) ha presentado una análisis de su último “Informe sobre la brecha de emisiones” teniendo en cuenta las últimas promesas hechas desde que diera comienzo la conferencia.

    «No estamos haciendo lo suficiente, no estamos donde tenemos que estar y tenemos que dar un paso en firme con muchas más medidas y con urgencia y con más ambición (…) también hay una brecha de liderazgo que tenemos que ver que se cierre antes de que concluya” la COP26, destacó la directora ejecutiva del Programa, Inger Andersen.

    El informe señalaba originalmente que, con los actuales planes nacionales y compromisos, el mundo estaba camino de reducir alrededor del 7,8% de las emisiones anuales de efecto invernadero en 2030, una brecha enorme con respecto al 55% necesario para frenar el calentamiento global a los 1,5 grados centígrados.

    «En este momento, cuando revisamos lo que hemos conseguido de los compromisos, francamente, es como un elefante dando a luz a un ratón. Tenemos que pensar si eso es suficiente o si podemos estirar más», dijo al referirse a la actualización de los planes nacionales y los compromisos, que solo conseguirán que el mundo reduzca el 8% de las emisiones para el final de esta década.

    «Es muy bueno ver que los países asumen esto y las conversaciones que no se habían dado hasta este punto en París, y apreciamos y saludamos esto, pero no es bueno ver que las promesas son en general vagas, poco transparentes; algunas tratan sólo los gases de efecto invernadero otras sólo de carbono (…) son difíciles de calcular y contabilizar. Y, por supuesto, muchos de estas se quedan en el tintero más allá de 2030», añadió Andersen.

    Toda la información e imágenes son de ONU NOTICIAS.
    Link original: https://news.un.org/es/story/2021/11/1499772

  • Ser mujer, periodista y refugiada afgana: “Lo perdí todo, solo me queda mi voz”

    Ser mujer, periodista y refugiada afgana: “Lo perdí todo, solo me queda mi voz”

    Khadija Amín continua sus estudios de periodismo en España y lejos de sus hijos, mientras alza la voz por la libertad de prensa sepultada bajo el régimen talibán.

    Pasar de contar noticias a ser la noticia supuso el comienzo de un proceso cargado de angustia para Khadija Amín, periodista y refugiada afgana de 28 años que llegó el pasado 23 de agosto a España. Actualmente reside en Salamanca, donde consiguió continuar sus estudios de periodismo: “Poder volver a la universidad me llena de esperanza, me hace ver la luz en medio de tanta incertidumbre, siempre ha sido mi sueño ser periodista y ver que puedo continuar este camino aquí me alivia un poco mi dolor”. Desde que llegó, dice, se mira al espejo y se sorprende porque no se reconoce.

    Intenta comenzar de nuevo pese a los constantes recuerdos de una vida rota en su país natal, desde que el pasado 15 de agosto los talibanes entraron en Kabul y se hicieron con el control de Afganistán. “Mi día a día en España está bien y tengo mucha fe en todo lo que podré hacer por mi gente, pero me resulta insoportable estar tan lejos de los míos”, narra. Se le dibuja una sonrisa en el rostro cuando cuenta lo bien que se siente acogida por la sociedad española, cada día teje amistades y esto le ayuda a no sentirse sola. “No puedo expresar mi dolor a mi madre, ella sufre por mí, pero en Salamanca tengo muchos amigos que me escuchan”, aclara con cierta satisfacción.

    Ahora su rutina se centra en las clases y en participar en eventos y conferencias para que la situación de su país no caiga en el olvido. Se encuentra en un limbo entre la esperanza por lo que viene y la tristeza de no poder tener a sus hijos cerca, ni siquiera poder contactar con ellos. “El problema no es solo ser afgana, sino también ser mujer”.

    Su mirada no disimula la impotencia de una madre traicionada por el padre de sus hijos. Tenía los billetes y el salvoconducto preparado, pero su marido se negó a subir al avión y tampoco permitió que lo hicieran los tres hijos de Amín. Ella enseña sus fotos, uno tiene ocho años y los otros dos son gemelos de cuatro. “Ojalá algún día pueda verlos y contarles lo que ha pasado”, se derrumba.

    Ella carga con el peso de ser mujer en su país: la casaron cuando cumplió los 18 años en un matrimonio de conveniencia. Su marido lo eligió su padre. “Estuve seis años en casa sin hacer nada, solo atendiendo a mi marido y a las necesidades de la casa”. Cuenta que, de repente, se dio cuenta de que ella podía ser mucho más que ama de casa. Entonces fue cuando decidió formarse en periodismo y se convirtió en el rostro de las noticias en la televisión pública afgana (RTA).

    Antes de esta entrevista, Amín pudo exponer la situación de la prensa en Afganistán en una mesa redonda encuadrada en la Semana de Reporteros Sin Fronteras (RSF) en Nebrija: Periodismo amenazado. Es incapaz de centrarse en su testimonio personal, habla siempre en plural y aprovecha cada ocasión para recordar a los informadores que no pudieron huir de Afganistán.

    Cuando Kabul quedó en manos de los insurgentes, tras la caída del presidente Ashraf Ghani, recuerda que en la RTA le dijeron que las mujeres se tenían que ir a casa. “A los tres días sin trabajo, fui a preguntar al nuevo jefe talibán de la televisión pública afgana y me dijo: ‘No estás autorizada, las mujeres no podréis trabajar en los medios públicos’. Entonces decidí denunciarlo y no callarme”, relata.

    Lo primero que hicieron, asegura Amín, fue cambiar los puestos de dirección y expulsar de la plantilla a las mujeres. Según Reporteros Sin Fronteras, hasta la llegada de los talibanes había unas 700 mujeres periodistas y ahora son menos de 100. La imagen de Amín sentada en el plató presentando las noticias frente a otra de un presentador talibán sustituyéndola fue icónica y su madre le rogó que se marchara del país.

    RSF no tardó en comprobar su caso, había pruebas evidentes de que su vida corría peligro. Logró un salvoconducto para salir en uno de los aviones de evacuación españoles que aterrizó el 23 de agosto en Torrejón de Ardoz (Madrid). Amín es una de las 2.400 personas que han llegado a España durante las operaciones de evacuación, según datos de Moncloa.

    El periodismo como herramienta de empoderamiento

    “Decidí estudiar periodismo porque me permitía denunciar la situación de las mujeres. Me encantaba hacer reportajes sobre los derechos de la población femenina. Me inquietaba ver cómo nosotras desconocíamos nuestros derechos y, a través de la televisión, podía darles visibilidad”, asegura. Su sueño dio frutos y se convirtió en una referencia para las más jóvenes.

    Los derechos de las mujeres en Afganistán han sido motivo de profundas divisiones y conflictos siempre. Desde principios del siglo XXI, las afganas se han estado movilizando para lograr más libertad e igualdad. Pero, con los años, los esfuerzos para mejorar su situación han sido en vano, contarrestados por quienes se han empeñado en hacerlas retroceder. Amín hace hincapié en la experiencia de 20 años atrás e insiste en que los talibanes no han cambiado. Reclama la ayuda de los periodistas extranjeros y la comunidad internacional para exigir que respeten los derechos humanos en su país.

    Ante un público nutrido de estudiantes de periodismo, recordó que “en un día nueve periodistas murieron en Afganistán en un atentado talibán”. Se queja de que ya no existe la libertad de prensa: “Desde que los talibanes han tomado el poder, solo quieren que la televisión diga cosas positivas, no la realidad de lo que está ocurriendo”.

    Desde que los talibanes controlan los medios de comunicación se han registrado al menos 30 casos de violencia y vejaciones a periodistas. El 70 % de reporteros han dejado de trabajar y otros tantos están amenazados. Los periódicos impresos se han extinguido. En las redacciones de radios y televisiones se respira el miedo. Amín lamenta que haya profesionales de la información en paradero desconocido y muchos que se ocultan: “Cada día recibo mensajes y llamadas de colegas escondidos pidiéndome ayuda para salir. Es muy doloroso”.

    Afganistán se ha convertido en un lugar mucho más sombrío. Le provoca mucha rabia pensar que las jóvenes se quedarán sin poder continuar sus estudios y que las universitarias no podrán volver a clase. “Veo un futuro muy oscuro para las mujeres de mi país. Hemos luchado tanto… Y ahora volvemos a un callejón sin salida”. Teme que la incapacidad de gestión y la inexperiencia de los talibanes vuelva a sumir en el caos a un país que no consigue levantar cabeza.

    “Las principales víctimas de la pobreza serán las mujeres y las niñas”, reflexiona. Además, la llegada de los talibanes supondrá un retroceso en todo lo que han conseguido en materia de derechos. Según el último informe del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), Afganistán es el segundo país en el mundo que registra más mortalidad materna. Cada día mueren 900 niños y niñas menores de cinco años. La vida será difícil, especialmente para las jóvenes que, en su deseo de aprender y buscar nuevas oportunidades, se enfrentan a amenazas, dificultades y desafíos diarios. Y, pese a saberlo, la comunidad internacional ha dejado sola a la población afgana, denuncia.

    Amín logró alejarse de este devenir tan hostil, pero cada día se despierta con un vacío: “Perdí a mi familia, perdí a mis hijos, perdí mi identidad. Lo perdí todo, solo me queda mi voz”. Una que no quiere apagar. Quiere ser el altavoz, desde la distancia, de aquellos a quienes los talibanes se empeñan en silenciar. Sobre todo, de ellas porque sin mujeres reporteras no puede existir una información plural e igualitaria en Afganistán. Y como ella dice: “Los y las periodistas son la voz de la libertad”.

    Toda la información e imágenes son de EL PAÍS.
    Link original: https://elpais.com/planeta-futuro/que-mueve-a/2021-11-08/ser-mujer-periodista-y-refugiada-afgana-lo-perdi-todo-solo-me-queda-mi-voz.html

  • Desde acoso a feminicidios, lo que sufren empleadas en la Riviera Maya

    Desde acoso a feminicidios, lo que sufren empleadas en la Riviera Maya

    Llegan de otros estados y países en búsqueda de mejor vida, pero sufren abusos en los hoteles donde trabajan. Sus empleadores evitan las denuncias y amenazan con no volver a contratarlas.

    El carrito de limpieza de una camarista tenía dos horas en un pasillo de un exclusivo hotel en la Riviera Maya. Era 2010, ella trabajaba en el turno matutino y debió haber terminado de limpiar la habitación en 30 minutos, por muy sucio que estuviera, explican sus compañeras. Ningún trabajador o huésped que pasó por ahí sospechó que dentro del cuarto la trabajadora, originaria de Tabasco, estaba siendo violada y golpeada por un turista estadounidense. Fueron sus compañeras del siguiente turno quienes notaron la ausencia de la mujer, cuyo nombre se omitirá por seguridad y quien sigue trabajando como camarista.

    Al sobrevivir al ataque, avisó a los jefes y administradores del hotel, quienes ese mismo día mediaron la situación con una transferencia de 50 mil pesos a cambio de no denunciar el crimen con las autoridades, de acuerdo con testimonios recabados por EL UNIVERSAL. El turista volvió a su país y la mujer fue despedida del resort, según su dicho.

    Se envió un cuestionario al hotel; no se recibió respuesta.

    Abusos laborales, la constante a trabajadores de hoteles

    Delitos como el que ella sufrió quedan impunes. Sus historias no son anécdotas o casos aislados. La violencia contra las mujeres trabajadoras, que migran de otros estados, jóvenes y solas, en el sector turístico es constante: maltrato laboral, acoso de turistas e inseguridad en el lugar donde viven.

    EL UNIVERSAL realizó entrevistas con decenas de trabajadoras y extrabajadoras de hoteles y restaurantes de la Riviera Maya en los últimos cinco meses, habló con grupos de la sociedad civil, revisó denuncias de acoso y violación, habló con víctimas y sus familias, sindicatos, hoteles y abogados. Las mujeres que hablaron con este diario lo hicieron de manera anónima, pues muchas de ellas continúan trabajando ahí y temen represalias. Todas tienen al menos 10 años de experiencia en el ramo turístico.

    abuso_cam.jpgIlustración: Dante de la Vega

    Exhortan a Senado ratificar convenio de la OIT contra el acoso laboral

    Quintana Roo es el estado que más turistas recibe en el país; en 2019 fueron 17 millones y en 2020, a pesar de la pandemia, lo visitaron 7 millones. Tiene al menos 3 millones de cuartos disponibles por mes para turistas, de acuerdo con el Compendio Estadístico de Turismo del gobierno federal.

    La Riviera Maya y Cancún, tan sólo en 2019, generaron una derrama turística de más de 6 mil millones de dólares. Y, de acuerdo con datos del Inegi, es la zona donde más personas trabajan en el sector turístico del país.

    Violencia contra trabajadoras crece cada año

    De acuerdo con esta investigación, la violencia contra las trabajadoras en el sector turístico crece año con año. La mayoría de sus patrones no tienen protocolos para actuar en situaciones de acoso y, en muchos casos, desalientan a ejercer una denuncia.

    La violencia más común es el acoso, pero ha habido casos de asesinatos y feminicidios.

    Las mujeres entrevistadas en el contexto actual de violencia hablan de violaciones sexuales como el delito al que más se enfrentan y al que más le temen.

    Se revisaron los protocolos de las empresas hoteleras y restaurantes de todas las trabajadoras entrevistadas; de ocho firmas, sólo dos cuentan con planes de acción en caso de que una empleada sea víctima de alguna violencia en razón de ser mujer.

    Uno de los hoteles elaboró el documento luego del feminicidio de una empleada y el segundo, que se publicó hace unas semanas, pertenece a una compañía que cotiza en la bolsa de valores Nasdaq en Estados Unidos, por lo que está obligado a reportar los contextos sociales en los que operan sus empresas.

    Los casos que llegan a las manos del Estado no avanzan, salvo algunos que se vuelven mediáticos o generan protestas.

    Los datos más recientes del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) ubican a Quintana Roo con el mayor índice de violación sexual por cada 100 mil habitantes de todo el país, con 26.29 casos de enero a julio de 2021.

    En contraste, está entre los tres estados que menos llamadas al 911 registró en cuanto a incidentes violentos contra mujeres, con apenas 482, frente a Chihuahua, que reportó poco más de 32 mil llamadas en el mismo lapso. Quintana Roo es, además, el tercero con más feminicidios por cada 100 mil habitantes, con 1.72.

    Cancún, octavo municipio con más feminicidios en 2021

    El municipio de Benito Juárez, donde se ubica Cancún, resultó el séptimo más peligroso a nivel nacional, con ocho feminicidios hasta julio de 2021.

    Es el quinto estado con mayor cifra total de homicidios dolosos de mujeres, con 101 casos, y el tercero con más índice de mujeres víctimas de trata por cada 100 mil habitantes, con 0.83.

    Quintana Roo tiene 12 feminicidas sentenciados a la fecha, contra 70 homicidios dolosos de mujeres, 53 feminicidios y 43 carpetas por feminicidio de 2017 a julio de 2021, según datos de la fiscalía estatal.

    A pesar de haber solicitado los datos a la fiscalía estatal desglosados por feminicidios cometidos en hoteles, éstos no fueron proporcionados.

    El crimen organizado que opera en la zona ha derivado en una ola de inseguridad en varias comunidades, donde han ocurrido feminicidios de meseras, animadoras de hoteles, camaristas, turistas y, en general, mujeres que mayormente han emigrado de otras entidades o países en busca de mejor salario, y que al llegar a Quintana Roo descubren la indefensión en la que están por ser mujeres.

    Las colectivas, creadas a raíz de la organización feminista en el país, hablan de casos que no llegan a las autoridades por temor a la revictimización por la cultura machista, falta de confianza en los procesos de justicia institucional y, en algunos casos, por la situación migratoria de ciertas empleadas.

    Pese a los testimonios de trabajadores en hoteles, la fiscalía dijo tener conocimiento únicamente del caso de una mujer extranjera de 24 años agredida sexualmente en un hotel en Bacalar. Esa investigación se puede leer en el sitio de este diario.

    Empleadas, acosadas sexualmente

    “Hay de todo: huéspedes buenos, huéspedes que te saludan, pero otros que han violado. A mí, un huésped me cerró la puerta, salió encuerado y yo me escapé por la terraza.

    Afortunadamente estaba yo en el primer nivel [y salté], pero de no haber tenido la oportunidad, quién sabe qué hubiera pasado. En otra ocasión, otro huésped también me cerró la puerta y me escapé diciéndole que no”, contó Jazmín, una camarista originaria de Veracruz, quien ha trabajado en varios hoteles de Cancún y la Riviera Maya por más de una década.

    Empezó laborando en áreas comunes, bajo el sol, limpiando jardines y albercas. El jefe de esa división le regaló ropa interior.

    Le advertía que si tenían sexo le disminuiría la jornada, pero al rechazarlo comenzó a incrementarle el trabajo, negarle la hora de comida y a ordenarle que estuviera nueve horas bajo el sol, limpiando las albercas.

    “Tendría yo entonces 27 años, era 2008, y al momento de decirlo yo al ama de llaves, no le pareció al jefe y para que no fuera a acusarlo a Recursos Humanos me cambiaron de inmediato [a camarista] para que yo me quedara callada. En ese momento no lo entendí”, relató.

    La hija de Jazmín, de 19 años, también trabaja en la hotelería, pero en el área de lavandería de un famoso hotel de cadena que no desea hacer público por temor. La joven recientemente fue agredida sexualmente a punta de cuchillo en la esquina de su casa, estando embarazada. El agresor la obligó a practicarle sexo oral para no asesinarla tras quitarle su bolso. No denunció. Es el tipo de historias que las empleadas acostumbran relatar tras cuestionarlas sobre su cotidianidad laboral en los últimos meses.

    A Verónica, camarista de 40 años emigrada de la Ciudad de México, denunciar el acoso de un huésped le costó el puesto. “Lo tenía de huésped y el señor me dejaba 10 dólares diarios hasta que un día me dijo que si quería salir con él a divertirme, pero no acepté. Obviamente yo no sé hablar inglés, así que con señas me dijo, me enseñó el dinero y yo dije:

    ‘No, excuse me [lo siento]’; él me dijo: ‘No problem [no hay problema]’”, describió desde su casa en una colonia del municipio Solidaridad, donde se encuentran Playa del Carmen y otras zonas cercanas en las que vive la mayoría de las personas que llegan de todo México, Centroamérica y Sudamérica a trabajar en la hotelería con el propósito de ganar dólares. Los trabajadores viven en colonias populares donde rentan cuartos o casas, y viven separados de los turistas por la carretera Cancún-Tulum y los puentes peatonales de la zona. De 30 minutos a una hora de distancia de sus trabajos.

    “Me dijeron que por haber salido con el huésped no se me iba a dar contrato. Me quise asesorar, pero me dio miedo porque era mi segundo trabajo y no me quiero cerrar puertas, aquí pueden boletinar a la gente”, dijo en referencia a unas supuestas listas negras de empleados hechas por hoteleros y sindicatos.

    El secretario adjunto de la Confederación de Trabajadores de México (CTM) reconoció que es normal que exista una lista, que no es negra, que les sirve para verificar referencias, a la cual tienen acceso. No precisó quién más consulta dichos documentos.

    Toda la información e imágenes son de EL UNIVERSAL.
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  • SEP deberá incorporar perspectiva de género en planes y programas de estudio

    SEP deberá incorporar perspectiva de género en planes y programas de estudio

    Con el objetivo de fomentar e incluir la educación con perspectiva de género, como un eje transversal dentro de los planes y programas de estudio, el Pleno del Senado de la República avaló con 93 votos a favor y una abstención, reformar la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia. 

    En la fundamentación del dictamen, la presidenta de la Comisión Para la Igualdad de Género, senadora Martha Lucía Micher Camarena (Morena), comentó que con dicho dictamen se fortalece la formación integral de niñas, niños y adolescentes al fomentar valores y normas de comportamientos no sexistas. 

    La presidenta de la Comisión de Estudios Legislativos Segunda, senadora Ana Lilia Rivera Rivera (Morena) planteó que la discusión académica de los temas de perspectiva de género aporta a la formación de las y los jóvenes universitarios elementos para la desconstrucción de las diversas formas de discriminación imperantes en la sociedad. 

    De acuerdo con la senadora Josefina Vázquez Mota (PAN), desde los primeros años de vida de una persona debe aprenderse la equidad, el respeto, la igualdad de acceso a las oportunidades y el derecho a convivir en los mismos términos, pues “no van a cambiar estos patrones de pactos patriarcales, de machismo, de misoginia por ser mujeres”.

    Asimismo, la senadora Verónica Delgadillo García(MC) señaló que “si queremos construir un mundo diferente, un México donde ser mujer no sea una condición de peligro, necesitamos transformar las formas en las que estamos educando a las niñas y los niños en nuestro país”. 

    Fue la senadora Nancy De la Sierra Arámburo, del Grupo Plural, quien recalcó que los “feminicidas no nacen, se hacen”, sino que “son el producto de lo que no se ha hecho bien en la educación, ya que no hemos logrado instaurar sensibilidad y conciencia igualitaria de respeto y dignidad”. 

    El dictamen que se remitió a la Cámara de Diputados señala que la Secretaría de Educación Pública (SEP) establecerá el derecho de las mujeres, adolescentes y niñas a una vida libre de violencia y la educación con perspectiva de género, como ejes transversales de los planes y programas de estudio considerándolos como mecanismos de prevención, integración y desarrollo social. 

    Y es que el proyecto de decreto establece que la importancia de la discusión de los temas con perspectiva de género aporta a su formación elementos para la desconstrucción de las diversas formas de discriminación imperantes en la sociedad y les transmite valores de igualdad y respeto a las diferencias. 

    Toda la información e imágenes son de CANAL DEL CONGRESO.
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  • Sólo 2% de las mujeres violentadas recibió algún tipo de atención en 2019: Conavim

    Sólo 2% de las mujeres violentadas recibió algún tipo de atención en 2019: Conavim

    La titular de la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (Conavim) de la Secretaría de Gobernación, Fabiola Alanís Sámano, destacó que en 2019 sólo uno de cada cuatro asesinatos de mujeres se investigaron como feminicidios.

    El gobierno federal estima que durante 2019 sólo 2% de las mujeres que sufrieron violencia recibió algún tipo de atención, por lo que reconoció que existe un reto en toda la cadena de prevención, atención, sanción y erradicación de este tipo de agresiones y delitos que cada vez aumentan más en México.

    Durante la inauguración del foro virtual «El Acceso a la Justicia de las Mujeres«, convocado por el Poder Judicial del Estado de Coahuila, la titular de la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (Conavim) de la Secretaría de Gobernación, Fabiola Alanís Sámano, destacó también que sólo uno de cada cuatro asesinatos de mujeres se investigaron como feminicidios.

    Alanís Sámano indicó que durante 2019 hubo alrededor 2.8 millones de mujeres mayores de 15 años en todo el país que sufrieron violencia física por parte de sus parejas, según datos de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (Endireh).

    Sin embargo, reconoció que esta estimación de víctimas de violencia física, derivada de una proyección realizada con 2019, contrasta con la información del Banco Nacional de Violencia contra las Mujeres en México (Banavim), que concentra datos de mujeres atendidas por alguna institución en el país.

    Asimismo, señaló que, en el mismo año, cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) registraron un total de 3,840 asesinatos de mujeres, de los cuales únicamente 974 se investigaron como feminicidios, es decir, solo uno de cada cuatro asesinatos de mujeres, se investigaron como feminicidios.

    Suponiendo que los casos sentenciados corresponden todos a 2019, se tiene el registro de sólo 171 sentencias condenatorias por el delito de feminicidio, conforme a los datos del Censo Nacional de Impartición de Justicia Estatal, levantado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi)”,dijo la funcionaria.

    Por lo anterior, añadió que por cada 10 casos de feminicidio se tienen dos sentencias condenatorias o si con mayor autocritica, por cada 100 asesinatos de mujeres se tienen cuatro sentencias condenatorias en contra de feminicidas.

    “Con estos datos que vienen de fuentes oficiales, les quiero mostrar que tener entre un 2 y 4% de cobertura en la atención y tener alrededor de un 20 por ciento de feminicidios con sentencia o tener apenas 4% de los asesinatos de mujeres con sentencias por feminicidios, nos habla de un imp-ortante reto en toda la cadena de prevención, atención, sanción y erradicación de la violencia contra mujeres y niñas en México”, dijo Fabiola Alanís Sámano.

    Con estos datos, la funcionaria federal llamó a realizar esfuerzos adicionales para contribuir a prevenir y erradicar las violencias que viven las niñas y las mujeres, ya que, en virtud de la magnitud de la problemática de las violencias contra las mujeres, es necesario sumar esfuerzos para mostrar a la sociedad que cualquier acto de violencia contra las mujeres será juzgado con todo el peso de la ley.

    Toda la información e imágenes son de EL ECONOMISTA.
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  • Brecha de género laboral en México, estancada y de las más altas de la región

    Brecha de género laboral en México, estancada y de las más altas de la región

    Aunque hubo una mejora en la década pasada, a lo máximo que ha llegado México es que el 56% de las mujeres en edad de trabajar participe en el mercado laboral, pero la pandemia puso en jaque dicho avance.

    La participación laboral de las mujeres en México claramente se ha estancado, señala un informe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Mantener los roles de género y la discriminación las sigue excluyendo de un empleo o eternizándolas en trabajos de mala calidad, sin seguridad social y sin opción a retiro. Los ingresos de las trabajadoras mexicanas son apenas el 60% del de los hombres.

    El BID da cuenta de lo anterior en el reporte Cerrando brechas de género en el mundo del trabajo: Centroamérica, México, Panamá y República Dominicana. La investigación se centra en dicha región, denominada Mecapard, la cual “presenta amplias brechas de género que superan las del promedio de América Latina y el Caribe”.

    En este país, el 95% de las trabajadoras ocupadas en sectores de baja productividad no están afiliadas a ningún sistema de pensiones, según el informe. Compartimos el cuarto lugar de las tasas más elevadas de la zona con Guatemala. En primer lugar está Nicaragua (99%), le sigue República Dominicana (97%) y luego, Honduras (98%).

    Desde los años 90 la Mecapard había mostrado que iba tumbando las barreras que le impedían a las mujeres tener un empleo. En México, pasamos de una tasa de participación laboral de 38% en aquella década a cerca de 56% en 2020, pero no hemos avanzado más allá.

    “En los últimos años, los avances para cerrar las brechas de género en el mercado de trabajo han perdido impulso” y hay un gran riesgo de que se reviertan debido a la pandemia. Los empleos más afectados por la crisis sanitaria estaban ocupados en su mayoría por mujeres. Además, son más susceptibles a la automatización y digitalización.

    En la zona Mecapard, el 62% de las mujeres en edad de laborar tiene un trabajo remunerado. La tasa para Latinoamérica y el Caribe es de 67% y la de los países que integran la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) ha llegado a 74 por ciento.

    Trabajo de cuidados, empleo estable y sin sueldo

    El estudio señala que a lo largo de su vida, por diferentes razones, pero siempre por el trabajo de cuidados, las mujeres quedan fuera de los empleos. El BID segmentó a esta población en tres grupos etarios para analizar sus particularidades.

    El primero fue de 15 a 24 años. En dicho rango de edad “la participación laboral debería ser más pareja entre géneros”, pues el tiempo que dedican a su educación “compite de la misma forma con el que le dedican al trabajo”. Pero no es así, el 34% de las jóvenes en la Mecapard y el 62% de los hombres tienen un empleo.

    Otra diferencia en este grupo es que los jóvenes que dejan de estudiar lo hacen para laborar y generar ingresos; ellas, “para dedicarse al trabajo doméstico, al matrimonio o por embarazos”. No extraña que en México el 80% de las personas de menos de 29 años que no estudian y no tienen empleo es mujer.

    En el grupo de entre 24 y 54 años hay más mujeres y hombres laborando, principalmente más hombres. En esa etapa se toman decisiones como la de conformar una familia y aquí el tiempo para el trabajo remunerado compite con el trabajo doméstico no remunerado.

    El resultado es que en una pareja heterosexual es más probable que el hombre siga trabajando y ella no. El 54.5% de las mujeres con pareja tiene empleo contra 76% de las solteras.

    En el grupo etario de 55 a 64 años, las mujeres de la Mecapard van dejando de trabajar “y la brecha de género se amplía nuevamente” a 40 puntos porcentuales. En este periodo, además de que siguen encargándose de las tareas del hogar, “las oportunidades de inserción laboral se reducen para las mujeres”.

    ¿Como influye el nivel de estudios?

    Las mujeres con menos escolaridad participan menos en el mundo del trabajo pagado, sobre todo en Guatemala, Honduras y México. Sin embargo, para aquellas que tienen un alto nivel educativo “tampoco se han registrado cambios relevantes”. Son quienes tienen un nivel educativo intermedio quienes están logrando ser contratadas.

    Pero analizando de cerca a cada uno de esos tres grupos, se observan desventajas originadas por el género. El segmento de mujeres con menor nivel educativo labora mucho más en el comercio y los servicios a los hogares, que suelen estar en la informalidad y son susceptibles ante una crisis, como lo demostró la pandemia.

    Las mujeres que tienen un nivel medio superior o superior de educación encuentran trabajo principalmente en sectores de servicios calificados o de atención, como educación, salud y administración pública.

    Y aquéllas que se han profesionalizado y han estudiado más se enfrentan con el techo de cristal. En México, apenas un tercio de los puestos gerenciales o ejecutivos son ocupados por mujeres. En Nicaragua y El Salvador, la tasa llega a cerca del 55% para cargos ejecutivos.

    En toda la región Mecapard, México es el país donde hay menos personas trabajando en empresas dirigidas por mujeres, pues sólo el 2.5% labora bajo la directriz femenina. Belice es el país con el mayor porcentaje de población ocupada en compañías dirigidas por mujeres, pero apenas es el 21 por ciento.

    Propuestas del BID

    Los gobiernos deben invertir en el capital humano que representan las mujeres, dice el estudio. Para ello deben “reorientar el gasto público hacia la educación en las zonas de mayor rezago socioeconómico”.

    También aconseja “ampliar y mejorar los programas de transferencias monetarias condicionadas con el fin de aliviar las restricciones económicas de las familias e incentivar la inversión en el capital humano de los hijos”.

    En México existen los programas Jóvenes Construyendo el Futuro y Jóvenes Escribiendo el Futuro, dirigidos a esa población. Además de otros de autoempleo, como el de Sembrando vida, que cubre también a personas adultas.

    “Se ha probado que este tipo de programas ha sido eficaz para mejorar las tasas de asistencia y matriculación de los jóvenes en América Latina y el Caribe, y particularmente en algunos países de Mecapard”.

    Sin embargo, todas estas y otras estrategias deben tener una orientación de género. Por ejemplo, “introducir programas y medidas que promuevan una mayor participación de las mujeres en áreas de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas desde edades tempranas”.

    El aumento de la cobertura y la calidad de los servicios de cuidado infantil y de educación preescolar también aumentará la participación laboral femenina, sostiene el BID. La flexibilización laboral es otra política necesaria. También, los apoyos para que las mujeres regresen al trabajo luego de ser madres, como las pausas en la jornada para la lactancia.

    Toda la información e imágenes son de EL ECONOMISTA.
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  • Mujeres latinas en Estados Unidos enfrentan brecha salarial de casi 50%

    Mujeres latinas en Estados Unidos enfrentan brecha salarial de casi 50%

    La brecha de género es un problema persistente alrededor del mundo: las mujeres reciben menor paga por el mismo trabajo. En Estados Unidos esta situación se profundiza con otras condiciones raciales o étnicas; por cada dólar que gana un hombre blanco, su par mujer latina gana sólo 55 centavos de dólar.

    Para que las mujeres latinas en Estados Unidos ganaran el mismo dinero que sus pares hombres blancos ganaron en 2020 tendrían que trabajar 10 meses extra, de acuerdo con cifras del Centro Jurídico Nacional de la Mujer de dicho país.

    Los grupos de mujeres que enfrentan  una mayor desigualdad salarial son la población femenina negra y las latinas; con brechas de 37 y 45% respectivamente.

    Esto refleja que aunque la brecha salarial es una problemática que afecta a todas las mujeres, algunas son impactadas con mayor fuerza.

    En promedio general, sin considerar características raciales o de etnicidad, las mujeres en Estados Unidos reciben 82 centavos de dólar por cada dólar que gana un hombre blanco.

  • Talachas Girl: Mujeres que deconstruyen la segregación del trabajo

    Talachas Girl: Mujeres que deconstruyen la segregación del trabajo

    Alejandra Brauer es una mujer con herramientas, no sólo porque siempre carga con su taladro, sino porque ha sabido moverse en el ramo de la construcción como “plomera y albañila”, como ella misma se dice. Por medio de su proyecto autogestivo Talachas Girl, demuestra que la segregación del trabajo por sexo necesita quedarse en el pasado.

    “Soy de la Ciudad de México, crecí en la periferia, en Progreso Nacional, entre el Reclusorio Norte y Tlalnepantla. Siempre he sabido usar herramientas, porque soy lesbiana”, bromea mientras su voz se corta por caminar apresurada cargando sus instrumentos de trabajo.

    Incursionó en la construcción y la plomería por necesidad: “Tuve que salirme de mi casa porque vivía en una familia patriarcal, decidí independizarme y trabajar desde que estaba estudiando. A los 19 años comencé en una constructora y me fui haciendo una carrera dentro de la construcción, esto duró casi 12 años, hasta la pandemia”.

    Los días de confinamiento y un mercado creciente de personas que quieren mejorar sus hogares la llevaron a fundar Talachas Girl, que ahora es un referente en Instagram porque llama a otras a hacer trabajos masculinizados. En sus historias o en sus transmisiones en vivo, se le puede ver arreglando un lavabo, cambiando instalaciones de gas o resanando paredes.

    La intención no es “presumir”, explica Brauer, sino normalizar ver a las mujeres haciendo talachas, mostrar que la que quiera puede hacerlo. Al introducirse en un ambiente tradicionalmente masculino, Talachas Girl no intenta sofisticar la ocupación, sino crear ambientes laborales más incluyentes, horizontales, de trato digno.

    “Quiero que se conozca la mano de obra de las mujeres”: Alejandra Brauer, fundadora de Talachas Girl. Foto: Cortesía de Alejandra Brauer

     

    Una larga historia de segregación laboral
    Aunque estamos en la segunda década del siglo XXI, aún en las zonas más urbanizadas de México se observa la llamada segregación del trabajo por sexo. En términos más coloquiales, son aquellas reglas no escritas, pero sí establecidas en una sociedad donde se piensa que hay trabajos que sólo deben hacer las mujeres y trabajos que son sólo para hombres.

    “Esta segregación tiene su raíz en la división sexual del trabajo. Las mujeres en muchas sociedades han sido relegadas al trabajo del hogar, de cuidados, a la vida privada. Al integrarse al mercado laboral, los lugares donde se comienzan a emplear tienen que ver con esas actividades que ya hacían. Empieza a haber una segregación que forma espacios masculinos y femeninos”, explica Ana Escoto, sociodemógrafa.

    Leslie Lemus, doctora en ciencia social especializada en sociología del trabajo y los mercados laborales, añade que a este fenómeno también se le conoce como división sexual del trabajo.

    “A partir de la segunda mitad del siglo XX, las mujeres se vieron obligadas a salir al mercado laboral, algunas se vieron forzadas a hacerlo por crisis económicas, por la necesidad de un ingreso único en las familias monomaternales o por simple necesidad de autonomía”.

    No obstante, la urgencia o las condiciones económicas no han sido las únicas razones, pues elegir una ocupación y no otra, lo cual refuerza esa segregación del trabajo, también se da por una decisión personal, asegura Lemus.

    Alejandra y las chicas que han pasado por Talachas Girl han decidido empezar a borrar esa tradición.

    “En mis trabajos he sufrido discriminación por ser mujer, por ser joven y por ser morena. Yo siempre quise ser residente de obra o recibir los materiales en las obras, ya de plano almacenista, pero no lo logré. Me dieron otros puestos, incluso con muy buen sueldo, pero a mí lo que me gusta es ‘meter las manos’, yo soy así, de hacer las cosas por mí misma”, dice la fundadora de esta agrupación.

    Ella empezó al revés, explica, pues primero conoció la teoría de las reparaciones y después aprendió la práctica. Y aunque se siente orgullosa de este proyecto, reconoce que le alegra no estar sola.

    “Yo sé que no soy la única mujer en este giro. Tal vez soy más conocida, pero eso es por mis privilegios, por haber podido estudiar, por tener un teléfono, por saber usar las redes sociales”.

    Pero a pesar de los privilegios que las mujeres puedan tener, también existen desventajas frente a los hombres.

    “Es curioso cómo cuando un hombre llega a una profesión feminizada, eso le da estatus. No es lo mismo ‘la cocinera’ que ‘el chef’. Esto comienza a generar espacios de desigualdad, comienza a excluir a las mujeres y, donde logran entrar, se dan salarios más bajos, explotación y, lo que tenemos entonces, es que se repite la idea: aun en los espacios remunerados ellas son cuidadoras y atienden trabajos domésticos”, expone Ana Escoto, también profesora de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). El ejemplo más inmediato son las trabajadoras del hogar, las enfermeras, las profesoras.

    “Las mujeres en muchas sociedades han sido relegadas al trabajo del hogar, de cuidados, a la vida privada”Ana Escoto, sociodemógrafa y profesora de la UNAM. Foto: Cortesía de Ana Escoto.

     

    Las consecuencias de la división sexual del trabajo
    Entre las consecuencias que ha generado la segregación del trabajo por sexo está que las mujeres terminan haciendo dobles jornadas laborales: la del trabajo remunerado y la del hogar y/o cuidado de su familia que no les es retribuida económicamente.

    “Hay repercusiones en desgaste físico, mental y, en un futuro, tanto trabajo no les representa un ingreso digno o estable porque no han podido ahorrar; vivir alguna situación de dinámicas poco equitativas o hasta de violencia, pues las mujeres con mejores oportunidades pueden negociar de mejor manera la situación con su pareja o incluso tener recursos para irse”, explica Ana Escoto.

    La expansión de los servicios ha logrado mejoras en los sectores laborales, pero ganar dinero no es la única meta, pues las mujeres tienen empleo, pero la mayoría en contextos de informalidad, precarización, brechas salariales. Según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), 57.6% de las mujeres no tienen ni seguridad social, ahorro para el retiro ni la oportunidad de acceder a un programa de vivienda, por lo que su presente y futuro queda menos protegido.

    Las consecuencias son múltiples y pendientes de ser estudiadas, dice Leslie Lemus.

    “A veces podemos caer en una trampa de hipersignificar, de creer que la ocupación de las mujeres en trabajos masculinizados siempre va a significar que ellas están en situación desventajosa o que es una supermujer. Es necesario matizar cada experiencia”.

    De ahí que Talachas Girl priorice a ciertos sectores.

    “Tengo muchos contactos de colaboradoras, de morras que necesitan trabajo para comer, para alimentar a sus hijos, mujeres que han salido de la cárcel, que tienen VIH, que necesitan un ingreso. Este trabajo empodera. Tengo la posibilidad de darles preferencia hasta a las mujeres a las que les compro los materiales”, dice su fundadora.

    “Si aspiramos a un mundo menos violento en términos de género, este tipo de ejemplos interpela a ello”: Leslie Lemus, socióloga del trabajo por El Colegio de México. Foto: Cortesía de Leslie Lemus

    ¿Qué se necesita para terminar con la segregación del trabajo?
    Entre muchos otros factores, las nuevas tecnologías están borrando esa barrera que segrega, porque están democratizando el trabajo. Esto ya está sucediendo también en grandes urbes donde las mujeres han ido aumentando su escolaridad y tienen mayores oportunidades de insertarse en el mercado laboral, como ocurre en la Ciudad de México, pues de las 9 millones 209 mil 944 personas que residen ahí, 52.2% son mujeres y 47.8% hombres, y, de ellas, 55.6% participa activamente en la economía, según el Censo de Población y Vivienda 2020.

    En otro tipo de localidades, menos urbanizadas o con poco acceso a tecnologías con internet, es preciso hacer una distinción. Escoto apunta que algo que puede hacerse para mermar la segregación es revalorizar las actividades que hacen las mujeres y, a la vez, que los hombres no vean menos el cuidar de alguien, limpiar el hogar, trabajar en espacios tradicionalmente feminizados.

    “Hacen falta modelos de representación en ambos lados. No se trata sólo de poner cuotas por doquier, sino comenzar a naturalizar a hombres y mujeres en todos los trabajos. Esto se puede lograr tras una reforma educativa, hacer jornadas flexibles tanto para hombres como para mujeres, para que el trabajo de cuidados no recaiga sólo en ellas. Pensar sociedades más equitativas por medio de compromisos políticos y desde la iniciativa privada”, señala la académica de la UNAM.

    El libro Mujeres que saben soldar, de Cristina Herrera, con quien Lemus trabaja en una nueva investigación, estudia los procesos de transformación subjetiva en mujeres que realizan ocupaciones masculinizadas y quienes realizan ocupaciones feminizadas en espacios populares.

    Remodelación de entornos por Talachas Girl. Foto: Cortesía de Talachas Girl

    “El libro cierra con una hipótesis sobre la ‘desgenerización’, es decir, que cada vez el género importa menos, que la diferencia sexual no implica desigualdades, como comienza a ocurrir hoy por hoy y que las desigualdades no están atravesadas sólo por el género sino por otras consideraciones de clase, culturales, étnicas, de origen social”, dice la socióloga por El Colegio de México.

    A diferencia de Escoto, para Lemus los cambios no van a venir únicamente de decisiones de política económica o sociales, sino también de la experiencia de las personas y de los cambios culturales que se están produciendo desde abajo.

    “Hay que ver cómo están viviendo su experiencia las mujeres de carne y hueso para entender cómo podemos romper con esta segregación o transformarla”.

    Si en algo coinciden es en la importancia de tener más modelos femeninos en ámbitos masculinizados como el de la tecnología y la ciencia, y más modelos masculinos en el ámbito de la educación, la salud y los servicios sociales.

    “Los modelos benefician en tres sentidos: constituyen un referencia societal, que los trabajos no necesariamente tienen un género asignado, sino que dependen de capacidades físicas e intelectuales; para las mujeres, tener este tipo de referentes es un modo de reconocimiento social, escuchar a una mujer como las de Talachas Girl abona mucho a la autonomía, y tampoco hay que soslayar lo que implica para los varones, que empiezan a ver mujeres en su espacio de trabajo y observan lo que tienen en común con ellas, tener la apertura de enseñar, aprender. Si aspiramos a un mundo menos violento en términos de género, este tipo de ejemplos interpela a ello. Hay que buscar también a los modelos masculinos en ocupaciones feminizadas, porque encontrarlos es materializar la idea. Cuando tú le pones carne y hueso a una idea, es posible hacerla plausible”, reconoce Lemus.


    Talachas Girl ha construido uno de esos modelos y Alejandra lo sabe.

    “Mis clientas son las chavas de mi generación, las que ya se cambiaron el chip de que no hay género, que todo es un estigma, que están de acuerdo con el transfeminismo. Lo que yo quiero es que más mujeres se identifiquen conmigo. Me gustaría llegar a tener una escuela de estos oficios. Quiero que se conozca la mano de obra de las mujeres. Para que además de bailarina o enfermera, sepan que también pueden trabajar como electricista, plomera o albañila”.

    Cristina Salmerón, periodista independiente

    Toda la información e imágenes son de ARISTEGUI NOTICIAS.
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