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  • Me encantaría vestirme libremente pero no puedo por el acoso

    Me encantaría vestirme libremente pero no puedo por el acoso

    Si eres hombre, no tienes que pensar en esto porque tal vez no has sentido el roce de una mano en tu trasero o detectado la mirada fija de alguien hacia tu pecho.

    Si eres hombre, probablemente no sabes la infinidad de formas que hay de molestar a una mujer en la calle, en el metro, el camión, las escaleras, de subirte a un taxi en modo alerta, temiendo que el conductor cambie de ruta o, peor: que intente violarte.

    Pero si eres mujer, seguramente, en algún momento has preferido simple y sencillamente renunciar a lucir tu cuerpo o a vestir como te da la gana porque sabes lo que te espera afuera.

    Te presentamos una serie de fotografías y testimonios de mujeres que viven en Ciudad de México y el área metropolitana que nos muestran cómo y por qué a veces renuncian a su feminidad, comodidad y gustos por algo que debería ser garantía: su seguridad.

    Susana Triana, universitaria

    ‪Usé esa falda y esa blusa para estar en mi escuela la semana pasada. Los días estaban soleados y a mí me gusta mucho usar falda. Sin embargo, para poder ir de camino a la escuela y regresar, tuve que usar los pants y la sudadera sobre mi ropa. ¿Por qué tuve que hacerlo? Tenía miedo, creo que como todas.

    ‪Unos días antes estaba por el centro de la alcaldía donde vivo, era mediodía y usaba otra falda, un coche me siguió. Tuve que correr a tomar el primer camión que pasara para poder estar a salvo. No es la primera vez que me pasa. ‬

    ‪El Miedo es el verdadero usuario del espacio público que deberíamos ocupar nosotras, las mujeres. Nos vemos obligadas a cambiar nuestra forma de vestir, usar audífonos para no escuchar lo que nos dicen en la calle, llevar las llaves en la mano (para hacer ese truco de ponérselas entre los dedos) y además, tenemos que poner cara de enojadas para que no confundan alguna sonrisa que se nos escape con coqueteo.‬

    ‪Tenemos que hacer todo esto para estar seguras y, aún así, no es suficiente.

    Olivia Zerón, periodista

    Todas las mujeres tenemos esa duda y no siempre es por vanidad. Lo que no contamos es que a veces no sabemos qué ponernos hasta para ir a la tienda. Yo he tenido que echarme encima un poncho, para no ir a comprar jamón vestida demasiado “algo” como para exponerme a una mirada o comentario lascivo.

    Lo mismo para ir al trabajo: la ropa que uso como conductora de noticias en televisión es incompatible con el transporte público. De los años que trabajé en el centro de la Ciudad de México, recuerdo ir en Metrobús muriendo de calor y sin poder descubrirme. Debajo de la gabardina llevaba el vestido que hubiera querido no tener que esconder y al que, al mismo tiempo, me negaba —y me niego— a renunciar.

    Desaparecer nuestros cuerpos es aún la estrategia para ir seguras. ¿Cómo nos rebelamos a eso? Una compañera de trabajo me presumió su nuevo aparato para dar toques: “Si me tocan en el metro lo usaré”. Estamos hartas de ir con miedo.

    Sofía Téllez, traductora

    A veces, cuando me visto, lo que hago es “equilibrar” lo que “enseño”. Digamos que tengo 2 puntos y eso es todo lo que puedo usar. Un escote vale un punto, una falda vale un punto, los tacones valen un punto y el pelo suelto vale un punto. Puedo traer tacones y escote, pero me recojo el pelo. Puedo traer falda y tacones, pero escote ya no.

    Es como un sistema que me sirve para no “pasarme”. Si traigo tacones, falda y escote es casi como si estuviera gritando: MOLÉSTENME. Entonces, me llevo los tacones en la bolsa, me pongo tenis y un suéter que cubra el escote.

    A veces, llegando a la oficina me “transformo” y ya me cambio como me hubiera gustado salir desde mi casa. A veces ya mejor me quedo como llegué. Es increíble que tengamos que pensar en todo esto. Estoy segura de que un hombre jamás tiene que considerar tantas variables al momento de escoger su vestimenta. 🙁

    Abril Alcalá, diputada

    Con el calorón a veces quería usar minifalda, a veces quería sentirme fresca, colorida y muy femenina. Sin embargo, llama demasiado la atención y se malinterpreta.

    Además, en el mundo de la política —que vive bajo la lupa del juicio público—, y en un “escenario» históricamente masculino y machista, es indispensable que te valoren por tu mente y no por tu físico.

    Por eso, “te das a respetar” —como se suele decir—, te cubres, te ocultas y a veces hasta te “masculinizas”. Te evitas el mal trago de que te falten al respeto, de que reduzcan tu inteligencia a un accesorio del “objeto físico” e incluso de ponerte en riesgo.

    Ana, oficinista

    Prefiero el bajo perfil. En compañía de mi siempre pesada y amplia mochila vieja me disfrazo de las miradas indeseadas. Uso metro, taxi y combi desde Ecatepec, por Ciudad de México, hasta Naucalpan.

    En ningún lado puedo ser yo. Si con el uniforme en el trabajo se me notan las piernas, me incomoda tener que estudiar los lugares donde puedo sentarme.

    En el espacio público soy una mujer arisca y malhumorada. Cuando viajo de regreso a casa, toca aclimatarse para evitar, con varias estrategias, que algún tipo me haga pasar un mal momento: vagón de mujeres, evitar escotes, taparse las curvas.

    Al regresar a casa voy alerta, con una posición erguida y quizá retadora al caminar, siempre vigilante. El miedo gana sobre mi deseo, aunque disfruto de aplicar mi creatividad en mi forma de vestir con las faldas, los vestidos, los colores, piel con maquillaje, uñas contrastantes; no me gusta pagar el precio de las miradas transgresoras.

    Renuncio a mi feminidad a cambio de seguridad. Me quiero viva.

    Margarita Mantilla, socióloga

    Con regularidad y, sobre todo, cuando sé que voy andar por las calles de la ciudad trasladándome por medio del transporte público, suelo usar calzado cómodo y pantalones. También, al usar blusa de botones procuro abrocharla para que el escote no se me vea.

    En temporada de calor me encantaría llevar vestido, falda o short, alpargatas o algún calzado fresco y alguna blusa o playera fresca, de tirantes y escote, pero sé que si lo hago es exponerme al acoso callejero. En mi bolsa nunca falta un bóxer en forma de gato y un gas pimienta.

    Si voy en el metro, procuro permanecer cerca de la palanca de emergencia. Al caminar sola por las calles de la ciudad, voy seria y atenta a todo lo que pasa a mi al rededor. No confío en ningún hombre extraño que se me acerque.

    Daniela Díaz, Cristina Salmerón, Carlos Carabaña, Sergio Rincón, Omar Bobadilla y Nadia Sanders contribuyeron a este trabajo.

    Toda la información e imágenes son de México.com
    Link original: https://www.mexico.com

  • La travesía de Agustina García

    La travesía de Agustina García

    Agustina García de Jesús toma el micrófono y sus palabras son como las piedras del Rey David: cantos pequeños y filosos que se clavan en la frente. Cuando habla, Agustina pone al país ante un espejo en el que nadie quiere verse: el destino violento de ser mujer, indígena y pobre.

    Agustina es bajita y menuda, los ojos negros, los labios gruesos, el rostro afilado. La escucho por primera vez el 21 de septiembre de 2014 en un acto por la libertad de los presos de las policías comunitarias de Guerrero y las autodefensas de Michoacán. El encuentro ocurre en el auditorio de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM), campus Colonia Del Valle, un barrio residencial de la capital del país. Ha desfilado una decena de oradores pero Agustina es, sin duda, la más poderosa.

    Su español es imperfecto, salpicado de errores gramaticales. Lo aprendió hasta la adolescencia: su lengua materna es el tu’un savi o mixteco. Desde Ayutla, en Guerrero, García de Jesús ha viajado más de ocho horas para reclamar la liberación de su esposo, Arturo Campos Herrera, quien era asesor general de la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias (CRAC-PC), la organización que construyó la Policía Comunitaria en la Sierra Mixteca.

    Arturo está acusado de secuestro agravado y delincuencia organizada. Agustina, sin embargo, asegura que su esposo está preso por dotar a las comunidades de la Sierra Mixteca de un sistema de justicia comunitaria y seguridad pública que redujo la criminalidad en la región.

    “No significa ser indígena quedar callados”, dice Agustina al borde del llanto. “Nos quitaban todo: violaciones, asaltos, homicidios. En nuestra zona, 98 homicidios en un año. [Con la Policía Comunitaria] bajó esa situación 99 por ciento. Y este es el coraje del gobierno, que no puede con la delincuencia. El gobierno quiere ser ciego, sordo y mudo. Queremos libertad nuestro marido. Su delito es organizar a la gente”.

    Arturo, su esposo, no sólo se opuso a la delincuencia. También a la tala clandestina y a los proyectos mineros. Hoy que escribo estas líneas, a fines de diciembre de 2016, Arturo Campos Herrera cumple tres años y 25 días preso sin sentencia.

    El encarcelamiento de Arturo transformó la vida de Agustina. La convirtió en portavoz de la causa de su liberación, en promotora de las policías comunitarias e incluso la llevó a anunciar su intención de ser la candidata presidencial del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).

    “Yo tengo mi orgullo, mi principio, mi dignidad. ¿Hasta cuándo vamos a vivir torturados? Yo sigo luchando. Tengo seis hijos que mantener pero seguiré camino hasta que Dios me quite la vida. El miedo ya se pasó de moda, compañeros. No más miedo”, dice Agustina casi al final de aquel discurso en la UACM.

    Yo soy Agustina
    Soy Agustina García de Jesús, indígena na’saavi o mixteca. Nací en Ahuexutla, municipio de Ayutla. Soy del año 1979, el 27 de agosto. Tengo siglos ya: cumplí los 37 [ríe]. Me casé de veintiuno año y a los veintidós tuve mi primera niña: Ita-Yuyu, que significa flor de rocío.

    Mi papá se llama Antonio y mi mamá María Lucía de Jesús. Fuimos seis hermanos, yo la segunda. Pero crecimos sin padre, porque el señor se fue cuando yo estaba bien pequeña. Sembrábamos lo que es frijol, maíz, calabaza, jamaica, naranja, piña, café. Allá nadie tiene terreno, lo llaman ejido. Si siguiera al corriente con mi cooperación me darían mi tierra, pero ahora no aporto nada.

    Yo nomás estudié la primaria en la Othón Salazar. En ese tiempo había muchos maestros. Ya no: ahora es multigrado y hay menos gente porque se mataban mucho. En vacación yo bajaba a Ayutla a trabajar: en diciembre es tiempo de picar jamaicas o deshojar mazorca. Con lo poquito que nos pagaban comprábamos cuaderno. En ese tiempo 25, 30 pesos. Mi idea era terminar la secundaria y seguir estudiando pero mi mamá no pudo con varios hijos y era mi obligación sacar a mi familia adelante.

    No quedaba de otra porque veía a mi mamita cómo sufría. Bajé a trabajar a Acapulco y allá estuve un buen rato. Regresaba a la comunidad en el tiempo de limpiar la milpa. Trabajo en casa, empleada doméstica y aprendiendo el español más que a fuerza, porque ¿cómo vamos a trabajar y cómo nos van a entender? Hemos sido burla de la gente de Ayutla porque no podíamos hablar bien. Indios nos decían.

    Donde me tocó trabajar era una muy mala persona. Me daba de comer lo que sobraba de un día antes y me pagaban 50 pesos la semana. Yo tenía 13, 14 años. Ahí tardé nomás un mes. Ponen cartulina: Solicito sirvienta. Me tocó peor todavía, los dos eran doctores y no me dejaba de comer. Aguanté como 15 días y fui a dar a una cocina económica.

    Regreso a Ayutla porque no tiene caso estar lejos ganando bien poquito. Vine a trabajar con la familia de Miguel Carrillo. Ahí sí tardé porque me trataban bien: me da mi cuarto para mí solita, la llave, mi privacidad. Sentía que sí tenía más la seguridad de que no me pase nada. Ganaba 150 o 200 pesos a la quincena, no me acuerdo, pero nunca sufrí de la comida.

    Ahí estaba cuando me junté con Arturo. En ese tiempo empieza a haber curso de derechos humanos. Mucho me gustaba ir a escuchar. No importaba caminar dos, tres horas [para] llegar donde va a haber cursos. Y ahí andaba Arturo. Enseñaban cómo defender su derecho. En ese tiempo entraban mucho los soldados y corríamos al monte porque intimidaba la gente.

    Los soldados hicieron su campamento cerca del río, ahí comían y dormían y espantaban a las muchachas. Muchas fueron violadas. Pero nunca nadie decía nada. Tenían mucho miedo a los soldados porque portaban sus armas. Hacían lo que ellos querían. De la naranja comían sin permiso del dueño y agarraban las gallinas. Había asaltos bien feo. Sonaba un disparo y sabíamos que habían matado a una persona.

    Años antes de que se formara la CRAC (Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias) sufríamos muchos asaltos, íbamos a la comunidad y paraban el carro a escopetazos, revisaban de pies a cabeza, debajo de los huaraches y todo te lo quitaban. Quitaban pañales, a Ita-Yuyu la revisaron 10 o 15 veces cuando era una bebé. Pensé mucho en ese rato: no quiero soltar a mi bebé. “Si no la suelta la mato”. Agarraban a mi niña de un pie como muñeca: “dame la bolsa o la aviento al barranco”. Tenía mucho coraje de los asaltantes porque violaban a las señoras que van en carro. Ellos están apuntándoles y los demás violando a las mujeres.

    En ese tiempo teníamos una pequeña tienda de abarrote. Vendía mi picada (sope). Compraba yo maíz y lo revendía. En eso sobrevivíamos. Arturo era taxista. No era su taxi, lo trabajaba, y lo asaltaron dos veces. “No esperemos que pase para empezar a hacer algo”, me dijo Arturo.

    Empieza a organizar y le apoyé al 100 por ciento. Ahí fue cuando empieza con la CRAC. Íbamos a San Luis Acatlán a escuchar su plática, cómo trabajaban y los beneficios que traía la CRAC. Arturo nunca fue policía, ni tampoco era su intención tener un cargo. Era el traductor de la comunidad.

    Hubo un tiempo que le dije: “o las comunidades o tu familia”, porque empezó a invertir tiempo completo en lugar de trabajar. Me dice: “Es que no estoy haciendo mal ni organizo a las personas para ir a matar ni a robar. Y para que nosotros podamos subir a vender sin necesidad de estar viendo de este lado y de este lado a que salgan los asaltante”. Y fue ahí cuando lavó mi coco y le dije “está bien, porque a muchas personas inocentes pierden la vida por no soltar lo que llevan”.

    Por eso para nosotros la CRAC es sagrado: porque no se organizan para matar o a secuestrar, o para hacer maldad como hace el gobierno con sus soldaditos. Hasta a mí me agarraba la loquera: voy contigo a las comunidades, quiero escuchar, le decía. Hacían rondines y Arturo decía “voy con los compañeros”. “Voy contigo”, le decía yo. Mucho me gustaba ponerme el uniforme y me daba un arma pequeña. Me decía “también corremos riesgo, si nos pasa algo a los dos, ¿y los niños?”

    La Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias de El Paraíso

    La Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias de El Paraíso se extendió a 120 comunidades.

    El desafío de la Sierra Mixteca
    El sacerdote Inocencio Silverio Maura, el padre Chencho, acudió en 1997 a la comunidad de La Concordia, en la Sierra Mixteca de Guerrero, a dar un curso de derechos humanos. Silverio Maura había sido alumno del Seminario Regional del Sureste, el seresure, que está en Tehuantepec, que formaba a sus alumnos en la Teología de la Liberación, la corriente más izquierdista de la Iglesia católica. Entre el alumnado del padre Chencho, además de catequistas, había un campesino, Arturo Campos Herrera. Era moreno y macizo, de cejas espesas y ojos caídos.

    Arturo Campos poseía una preciada joya entre el pueblo na’saavi o mixteco (se dice na’saavi cuando se habla del pueblo mixteco, y tu’un savi cuando se refiere a la lengua): hablaba español con fluidez. Se ofreció a llevar el curso a las comunidades indígenas de Ayutla. Campos Herrera convocaba a asamblea los domingos y lo repetía en tu’un savi.

    Arturo Campos Herrera había aprendido la lengua española como trabajador migrante. Después de estudiar la secundaria en la ciudad de Ayutla, salió a probar suerte. Fue pescador en la Laguna Madre, en Tamaulipas y luego operador de un toro mecánico, un oficio itinerante que lo llevó a las ferias de San Marcos, en Aguascalientes, y Texcoco, en el Estado de México.

    Cuando a mediados de los años noventa Campos Herrera volvió a su pueblo, San Felipe, le dieron el cargo de secretario y traductor del pueblo. Un hispanófono no sólo era útil para comunicarse con los mestizos de Ayutla. También era imprescindible para hablar con otros pueblos mixtecos, pues el tu’un savi tiene diversas variantes y puede ser que, de un municipio a otro, dos hablantes no se entiendan y deban recurrir al español como lengua franca.

    El curso de derechos humanos de Arturo Campos despertó entusiasmo entre las comunidades indígenas. Guerrero había sido un estado con una presencia militar importante desde el surgimiento de las guerrillas de Genaro Vázquez y Lucio Cabañas en las décadas de los sesenta y setenta. Aun cuando esos grupos guerrilleros desaparecieron o quedaron inactivos tras la represión de la Guerra Sucia, las violaciones a derechos humanos se siguieron documentando hasta la década de los noventa.

    Maribel Gutiérrez, periodista de El Sur de Acapulco, narró en el libro Violencia en Guerrero (1998) diversos casos donde ya no el ejército, sino elementos de la policía judicial del estado incursionaban en comunidades, golpeaban a los hombres e incluso quemaban viviendas. Su argumento era recurrente: buscaban guerrilleros o personas que sembraran mariguana o amapola.

    La represión más grave fue la masacre de Aguas Blancas, en Coyuca de Benítez, el 28 de junio de 1995. Policías del estado de Guerrero asesinaron a 17 personas e hirieron a otras 23, miembros de la Organización Campesina de la Sierra del Sur (OCSS) que se dirigían a un mitin en Atoyac de Álvarez. Tras el escándalo, en marzo de 1996, el gobernador Rubén Figueroa Alcocer pidió licencia. Lo sustituyó el entonces presidente del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en Guerrero, Ángel Aguirre Rivero.

    En el primer aniversario de la masacre, el 28 de junio de 1996, el grupo guerrillero Ejército Popular Revolucionario (EPR) apareció públicamente en Aguas Blancas. El 17 de febrero de 1997, otra organización armada, el Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI, una escisión del EPR) anunció que también operaba en Guerrero. De inmediato el ejército mexicano incrementó su presencia en la entidad, instaló campamentos en la Sierra Mixteca e incursionó en las comunidades.

    La represión alcanzó al municipio de Ayutla el 7 de junio de 1998. En la primaria Caritino Maldonado de la comunidad de El Charco se celebraba una reunión de autoridades comunitarias, en la que participaba una columna del ERPI integrada por cuatro combatientes (el propio ERPI lo ha reconocido así). El ejército mexicano rodeó la escuela y la tomó por asalto. Murieron once personas y cinco más quedaron heridas.

    La masacre de El Charco generó una ola de indignación en comunidades mixtecas de Ayutla. Arturo Campos Herrera pasó de ser un promotor de los derechos humanos a un dirigente social. Lo eligieron líder de la Organización Independiente de Pueblos Mixtecos y Tlapanecos (oipmt), la organización social más importante de la Sierra Mixteca.

    Una de las consecuencias más graves de la militarización se vería en 2002. La indígena me’paa Valentina Rosendo, entonces de 17 años de edad, fue vejada por ocho militares y violada por dos de ellos el 16 de febrero de 2002. La agresión sexual ocurrió después de que fuera interrogada sobre la presencia de supuestos guerrilleros en Barranca Bejuco, la comunidad donde residía. Arturo Campos acompañó a Valentina Rosendo desde el principio, la ayudó a poner su denuncia, llevó su problema a los medios de comunicación y la convirtió en un caso emblemático de los efectos de la presencia de las fuerzas armadas en la región. Otra indígena me’paa, Inés Fernández Ortega, realizó una denuncia similar ese mismo año.

    Con el paso de los años, se incrementó la actividad de grupos del crimen organizado y paramilitares que atacaron a dirigentes sociales. Uno de esos grupos, liderado por un pistolero conocido como El Cuche Blanco, mató al principal jefe del ERPI en la región, Omar Guerrero o el comandante Ramiro, el 4 de noviembre de 2009 en Ajuchitlán del Progreso. Una suerte similar corrió el sucesor de Arturo Campos Herrera al frente de la OIPMT, Raúl Lucas Lucía, quien en febrero de 2009 fue levantado en Ayutla y luego encontrado sin vida.

    * * *

    A un par de horas de Ayutla, desde 1995, funcionaba la Casa de Justicia de San Luis Acatlán, que era la sede de la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias y de la Policía Comunitaria (conocida por las siglas CRAC-PC). Cada comunidad contaba ya con algún tipo de Policía Comunitaria, pero sus funciones estaban acotadas a dirimir conflictos menores como, por ejemplo, sacar a los borrachos de las fiestas.

    A través de la CRAC estas policías crecieron y se organizaron: se formaron grupos estables de 10 o 12 elementos por comunidad, que empezaron a resguardar los caminos y a inhibir a los grupos de asaltantes. La CRAC también comenzó a procurar justicia. Si los comunitarios capturaban a un presunto delincuente, lo presentaban en la Casa de Justicia. Se le juzgaba en asamblea en un proceso oral, en donde lo más importante era la opinión de su comunidad de origen. Las penas consistían en trabajo comunitario y encarcelamientos cortos.

    Más que compurgar una pena, se buscaba un proceso de reeducación: que el preso reconociera su falta, hiciera lo posible por restaurar el daño y se reinsertara en la comunidad. El modelo gozó de tal aceptación que el congreso estatal emitió, en abril de 2011, la Ley 701, que reconocía a la CRAC y a sus detenciones y procesos judiciales como válidos y legales.

    Arturo Campos Herrera se propuso replicar ese modelo en la Sierra Mixteca. Empezó en 2010 un trabajo sigiloso, y puso una condición: sólo entraban a la CRAC pueblos en los que la mayoría de los habitantes estuviera de acuerdo con establecer la Policía Comunitaria. Los líderes de las comunidades ofrecieron una amnistía. A los delincuentes que tenían ubicados les trazaron una raya: no perseguirían antiguos delitos, pero a partir de la fundación de la Policía Comunitaria en la Sierra Mixteca, ni un robo, asesinato o violación más.

    El 22 de diciembre de 2012, 18 comunidades de la Sierra Mixteca de Ayutla anunciaron la fundación de la Casa de Justicia de El Paraíso. Las dos primeras semanas fueron de intensa movilización. Los delincuentes se desplazaron a otras regiones o dejaron de asaltar. La seguridad de los caminos en la Sierra Mixteca de Guerrero estaba, por primera vez, en las manos de sus propios habitantes.

    colonia Nuevo Horizonte

    Agustina García vive en la colonia Nuevo Horizonte con sus seis hijos. Desde que Arturo Campos está preso, ella corre el riesgo de perder su casa.

    * * *

    La fecha es importante: 22 de diciembre de 2012. Sólo 22 días después de la toma de protesta de Enrique Peña Nieto como presidente de la República. Su gobierno impulsaba las reformas que no habían podido concretar los tres presidentes anteriores. Peña Nieto había logrado que los dos principales partidos de oposición, el PAN y el PRD, se sumaran a la agenda reformista a través del Pacto por México. Parecía que, después de 25 años, nadie se opondría a las reformas estructurales.

    Hasta que se levantó Guerrero.

    En abril de 2013 los maestros de la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación de Guerrero (CETEG) se fueron a huelga y tomaron carreteras. Rechazaban la primera de esas reformas, la educativa, que ponía en riesgo su estabilidad laboral. A la CETEG se sumó la policía. Cientos de comunitarios marcharon al lado de los maestros empuñando sus armas. Con esta alianza con la CETEG, la Casa de Justicia de El Paraíso lanzó una señal: no se limitaría a la seguridad comunitaria sino que participaría en política estatal y nacional.

    El Paraíso creció con rapidez. Bajo su jurisdicción quedaron comunidades de los municipios de Tixtla, Tecoanapa, Huamuxtitlán, Olinalá, Atlixtan y Cualac. Y empezó a meterse en otros temas: prohibían que los taladores circularan por las carreteras donde ellos patrullaban. Y le advirtieron al gobierno que impedirían proyectos de minería a cielo abierto.

    Ángel Aguirre Rivero —quien había vuelto a la gubernatura en 2011, ahora como candidato del PRD— promovió que la CRAC se sometiera al gobierno estatal y se transformara en policía rural. La Casa de Justicia de El Paraíso se negó. Pero otro de los líderes, Eliseo Villar, coordinador de la Casa de Justicia de San Luis Acatlán, inició negociaciones.

    Aguirre exigió que todos los policías comunitarios fueran credencializados. Villar aceptó, pero Arturo Campos no. Aguirre pidió los itinerarios de sus recorridos. Una vez más Arturo Campos se negó. Finalmente, Aguirre les ofreció dinero. Millones. Campos Herrera los rechazó. Pero Eliseo Villar sí aceptó un millón de pesos mensuales, de acuerdo con una acusación de la propia CRAC efectuada el 31 de marzo de 2014 en Espino Blanco, que determinó la expulsión de Villar. Se le señaló que habría recibido hasta 8 millones de pesos del gobierno estatal.

    En el gobierno federal también hubo molestia con El Paraíso. Según recuerda el abogado Rogelio Teliz, del Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan, en una reunión en la Secretaría de Gobernación, a mediados de 2013, el entonces subsecretario de Gobierno, Luis Enrique Miranda Nava (hoy secretario de Desarrollo Social) les advirtió que si los policías comunitarios de El Paraíso no se credencializaban, el ejército los iba a desarmar a todos. Arturo Campos se negó una vez más. Temía que, si el gobierno controlaba a las policías comunitarias, éstas perderían su carácter autónomo y su credibilidad entre las comunidades indígenas.

    Eliseo Villar, coordinador de la Casa de Justicia de San Luis Acatlán —la casa matriz de la CRAC— sucumbió a la presión de Ángel Aguirre y desconoció a Arturo Campos y a la Casa de Justicia de El Paraíso. En teoría, si la Casa de Justicia de El Paraíso ya no era parte de la CRAC, entonces ya no operaba bajo el paraguas de la Ley 701. Sus detenciones eran ilegales. Las condiciones estaban puestas para que el gobierno le diera un golpe fulminante.

    Entrada del penal estatal de Ayutla de los Libres

    Entrada del penal estatal de Ayutla de los Libres, donde Arturo Campos está preso sin sentencia. Un mercado se instala a las puertas del reclusorio.

    El jardín de Agustina
    El barrio se llama Nuevo Horizonte y se ubica en la periferia de Ayutla de los Libres. En tiempo de secas, se abren surcos sedientos en las calles sin pavimentar donde se acumulan ramas y hojas de árboles. Una gallina se inclina a picar comida y un cerdo peludo y negro retoza a la sombra con el hocico amarrado. Agustina García de Jesús vive en la colindancia de Nuevo Horizonte con el barrio Siglo XXI.

    En su jardín Agustina ha cultivado diversas plantas, frutas y flores. Su apuesta más reciente es la moringa, una planta que, dice, baja los niveles de azúcar. Agustina plantó cuarenta semillas en bolsas de plástico negra, que ya germinaron. Cuando está bien de salud, Agustina baja al centro de Ayutla y las ofrece por la calle a 30 o 40 pesos.

    La venta de plantas es sólo una de sus maneras de ganarse la vida. También prepara tamales de elote, que sale a vender con alguna de sus hijas. Lava y plancha ajeno. Hace limpieza y trabajo doméstico —en las oficinas del Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan, por ejemplo— por 80 o 90 pesos la jornada. O se emplea en el duro oficio de chaponar: desyerbar terrenos con machete.

    A Agustina García de Jesús le agobia la pobreza hasta los huesos. Padece una enfermedad que la paraliza: se despierta con dolores insoportables en la espalda y un escalofrío que la pone a temblar. Se queda tirada en la hamaca. Agustina no sabe cuál es su padecimiento porque no tiene dinero para hacerse estudios médicos.

    Pero no se arredra. ¿Cuál es tu motor?, le pregunto, y contesta sin dudar: “mi orgullo”. “Ni con la vecina voy a pedirle de comer. Es más grande mi orgullo que yo”.

    Agustina tiene cinco hijas mujeres y un hijo varón. Son su sostén emocional cuando le dicen “te quiero”, cuando le soban la espalda en los momentos que la derriban los dolores. Pero son también —de manera indirecta— la causa de su sufrimiento más grande: porque “a veces no contamos ni para pasajes. Ellos gastan su pasaje del diario y eso es lo que nos está matando”.

    Además del jardín de su casa, Agustina tiene un jardín simbólico de flores de rocío, cascadas, luceros y fuentes. Los nombres de cinco de sus hijos evocan la naturaleza. Cuando nació la primera, hoy de 14 años, se habían puesto de moda nombres extranjeros: Alexander, Jésica (sic), Brayan. “Yo le dije a mi esposo: no voy a poner nombre que no conozco”. Por eso Agustina optó por el tu’un savi Ita-Yuyu, que significa flor de rocío.

    A partir de entonces casi todos recibieron nombres indígenas. A la segunda la llamó Nami: cascada. “No es cualquier cosa para nosotros”, me dice, “es llena de vida, transparente”. La tercera nació muy pequeñita. La llamó Kimy, que significa lucero, también en lengua tu’un savi, pero en una variante distinta a la que ella habla.

    “Luego nació mi niño, pero [es] el más jodido porque le puse el nombre de su papá”, bromea Agustina. Arturo va en cuarto de primaria y muestra un semblante adusto. Tiene nueve años y se toma en serio que es el hombre de la casa. Pareciera melancólico. Su rostro está salpicado de pequeñas manchas blancas. Al pasar de las horas, sin embargo, adquiere confianza, sonríe y me pone un reto: que le dicte palabras. Su ortografía es excelente.

    A la quinta niña le puso Xavi, que significa lluvia. La más pequeña nació de piel clarita y quería nombrarla Vico, nube en mixteco. Pero uno de sus padrinos le suplicó que le dejara ponerle nombre. La llamó Ameyalli, que en náhuatl significa fuente de agua.

    Se nota la diferencia de edades. Las tres niñas más grandes están en lo suyo, oyendo música o haciendo tareas, mientras que los tres más pequeños juegan con el fotógrafo Felipe Luna la tarde del martes 22 de noviembre de 2016. Xavi pide que le hagan cosquillas y se dobla a carcajadas. Felipe carga a Ameyalli de ambos brazos y la levanta al techo. Ameyalli no ha conocido a su padre en libertad. Lo metieron preso cuando ella tenía apenas cinco meses. De los seis es la más traviesa. Se escapa del kínder y va a su casa por un dulce. Agustina conversa con ella en tu’un savi y la regaña en español. Yo le pido que me enseñe su idioma.

    —¿Cómo se dice mamá en tu’un savi? —le pregunto

    —Agustina Campos García.

    —¿Y cómo se dice papá?

    —Arturo Campos García –me responde.

    (No contestó mi pregunta y confundió los apellidos de sus padres, pero me ha dado una respuesta desde el corazón).

    Ahora Agustina es madre no sólo de seis. Ella dice que tiene siete hijos. Porque Arturo Campos Herrera, su esposo, cuenta también como hijo. Le debe llevar despensa, porque en prisión “le dan tortilla contadita”. Y si la cárcel es dura, es más duro aún estar libre para decirle a los hijos que no hay dinero para comer o para pagar las cuotas escolares.

    Y sin dinero no se puede comprar el gas y hay que ir a recoger leña al cerro: un viaje de tres horas para poder preparar la comida del día. Al dolor de ser pobre se suman los hostigamientos. Agustina recuerda que hace más o menos un año, hacia las dos de la madrugada, arrojaron una antorcha a su casa, que chamuscó una parte del techo.

    La lluvia altera sus vidas. La vivienda de Agustina tiene piso de tierra y, aunque el techo es de loza, seguro es de mala calidad porque en verano se trasmina el agua, y esas filtraciones han echado a perder documentos y los obligan a salir de casa, colgar las hamacas y dormir en el jardín, debajo de un tejabán de lámina de asbesto.

    Ese jardín condensa el vínculo de Agustina con la tierra. Además de moringa, ha sembrado carambola, limones, piñas, yacas, “la fruta de los seis sabores”, granada, guayaba roja, un papayo, chaya, níspero, maracuya (así le dicen en la Mixteca de Guerrero, maracuya, sin acento); un guanábano, palma de coco; un árbol de cacao, hierba de muitle para la anemia y sábila para la caída del cabello.

    Tiene además jengibre. Agustina García de Jesús afirma que previene el cáncer. En la región, agrega, cuando no hay café se bebe té de jengibre, y cuando no hay chile verde se come esta raíz a mordidas porque pica sabroso.

    Pero una vez más la sombra de la pobreza oscurece la luz de este espacio. Desde que metieron a Arturo a la cárcel, Agustina dejó de pagar la mensualidad del terreno. La pareja ya había comprado el otro lote donde levantaron su casa, pero con el montonal de hijos optaron por comprar el jardín de al lado donde, algún día, los escuincles podrían hacer sus viviendas. Mientras tanto, Agustina sembró esa huerta que la hace feliz.

    La cárcel lo ha cambiado todo. Alimentar a seis hijos y un marido preso fue la prioridad. Tras tres años de deudas cualquier día podrán llegar los acreedores a tirar sus árboles, pisotear sus flores y arrebatarle su jardín.

    Cada comunidad de la Sierra Mixteca aportó grupos de 12 policías para resguardar los caminos de asaltos y secuestros del crimen organizado.

    Guerra en El Paraíso
    Bastó un día de guerra para tomar El Paraíso. Sobre el aire volaban helicópteros. Los caminos se poblaron de autobuses artillados, tanquetas Hummer, camionetas blindadas. Según los cálculos de la CRAC, en el cerco sobre la Casa de Justicia participaron unos 250 vehículos militares y policiacos y cientos de elementos entre soldados, marinos, policías federales, estatales y ministeriales. Quizá haya sido la batalla más desigual librada por el Estado mexicano porque enfrente tenía a 29 policías comunitarios armados con escopetas artesanales que custodiaban a 43 personas retenidas.

    Al fragor de los golpes y las amenazas (la Comisión de los Derechos Humanos del Estado de Guerrero relató estas y otras vejaciones en la recomendación 021/2015), los policías comunitarios firmaron declaraciones autoinculpatorias en donde decían que Arturo Campos Herrera y Nestora Salgado (comandanta de la Policía Comunitaria en Olinalá) los obligaban a pedir 10 mil pesos a cada presunto infractor.

    El mismo 21 de agosto, en un retén militar, detuvieron a Nestora Salgado. A partir de entonces tanto Salgado como Campos Herrera quedarían bajo el mismo proceso. La policía de Nestora había detenido a Katia Spinoso Bolaños y Pedro Gil Apreza Salmerón, por presuntos actos de narcomenudeo. La madre de Spinoso afirmó haber entregado 20 mil pesos para la liberación de su hija, la mitad a Arturo Campos.

    Campos Herrera no estaba en El Paraíso la noche del 21 de agosto, durante el operativo policiaco-militar. Al otro día encabezó una movilización para exigir la libertad de sus compañeros. Al frente de un grupo de indígenas tomó el palacio municipal de Ayutla, desarmó a los policías municipales y retuvo al juez Julio Obregón Flores. A Arturo Campos lo acusaron de secuestro agravado: un delito más grave que la privación ilegal de la libertad porque implica el cobro de un rescate y, por lo tanto, un beneficio económico.

    El 1 de diciembre de 2013 Arturo Campos acudió a la alameda Granados Maldonado de Chilpancingo, capital de Guerrero, tomó la palabra y exigió la liberación de sus compañeros comunitarios (quedaban 12 en la cárcel). Al término del acto se subió a una camioneta. A los pocos minutos policías que habían levantado un retén le marcaron el alto y lo arrestaron.

    En ese momento empezaron también las violaciones al debido proceso de Campos Herrera. Fue detenido sin que se le exhibiera su orden de aprehensión, lo que la convirtió en una detención irregular. Se le trasladó al penal de Acapulco y de ahí, sin orden de un juez, fue llevado al Centro Federal de Readaptación Social (CEFERESO) de El Altiplano, antes Almoloya, la cárcel donde recluyen a los delincuentes de mayor peligrosidad en el país.

    Su estancia en El Altiplano recuerda las fotografías y los relatos de Abu Ghraib, la cárcel iraquí que dirigía la CIA. Lo cuenta su esposa Agustina García: “Lo torturaban con perros para que confesara que viene de delincuencia organizada”. El reportero de El Sur, Jacob Morales, lo resumió en una nota publicada el 21 de agosto de 2015, basado en testimonios de Campos:

    “Una vez que llegó ahí durante tres meses fue encerrado en una celda, jamás distinguió el día de la noche. A su llegada al penal lo humillaron. Le colocaron un perro a unos cinco centímetros de la cabeza que ladraba al tiempo que alguien lo atormentaba diciendo que el animal lo iba a matar. La primera vez que vio la luz del día, la disfrutó sólo una hora en el patio del penal. Cuando llovía no tenía derecho de salir y permanecía encerrado en la celda”.

    Se sumaron más violaciones. Su abogado Rogelio Teliz las enumera. A Arturo Campos Herrera se le debió permitir que eligiera un abogado de su confianza. En cambio, le asignaron un abogado de oficio que desconocía su lengua y usos y costumbres. Tampoco se le permitió comunicarse con su familia.

    Para Agustina García ese fue el inicio de un calvario judicial: “El gobierno es muy astuto para que los testigos no se presenten. Siempre que los llaman a careos no van, porque [ahí se demostraría que] Arturo no es culpable. Hay delitos que los abogados los tumban, pero como ha sido luchador social desde hace más de 20 años, cae un proceso, y vuelve a haber otro proceso y así lo llevan. No hay fecha para que sea liberado”, dijo Agustina en noviembre pasado.

    Un ejemplo es la causa penal 29/2015-I por secuestro agravado. La acusación toma como prueba las declaraciones de Katya Spinoso Bolaños y su madre: afirman que habían entregado dinero a Arturo. Pero no consta en el expediente ningún otro medio de prueba sobre extorsión o entrega de recursos. Jurídicamente la sola imputación de los agraviados no debería ser suficiente si no está vinculada a otras pruebas.

    Por esa misma acusación, Nestora Salgado obtuvo su libertad en marzo de 2016 por falta de elementos. No se acreditó el delito de secuestro ni sus agravantes. La autoridad aceptó que las detenciones las hizo como autoridad amparada por la Ley 701. ¿Por qué entonces Nestora está libre y Campos seguía preso al cierre de esta edición? La respuesta es política: Nestora Salgado, pocos días después de obtener su libertad, se marchó a Estados Unidos y no ha vuelto a Olinalá. Arturo Campos no aceptaría un destierro:

    —¿Te ofrecieron libertad a cambio de que no siguieras en la Policía Comunitaria?—le pregunté a Campos el 23 de noviembre, en una entrevista que le hice en el penal de Ayutla, a donde fue trasladado el 7 de junio de 2015.

    —Al parecer a los abogados les dijeron que nos convencieran. Nos querían mandar a otro lugar, que no estuviéramos aquí en Guerrero. Me lo dijeron los abogados después: “yo sé que no te íbamos a convencer”. No quiero que diga el gobierno “tienen que ceder y a cambio les damos la libertad a sus compas”. No estoy de acuerdo.

    El abogado Rogelio Teliz lo sintetiza: el gobierno sabe de la capacidad de Arturo Campos para organizar a las comunidades de la Sierra Mixteca y por eso no lo sueltan. Menos después de la crisis política por la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, que provocó la caída del gobernador Ángel Aguirre.

    La causa penal 196/2014-I, por secuestro agravado en perjuicio de los 43 que estaban retenidos en la Casa de Justicia de El Paraíso, también se tambalea: porque supuestamente Arturo Campos, Gonzalo Molina y Nestora Salgado ordenaban a sus policías comunitarios que exigieran 30 mil pesos a los infractores. En el argot jurídico estos son testigos de oídas, a quienes no les consta lo que dicen. Otra prueba endeble.

    Las detenciones de la Policía Comunitaria eran legales. La Ley 701, en el artículo 35 afirma que la justicia indígena persigue “abatir la delincuencia, erradicar la impunidad y rehabilitar y reintegrar socialmente a los trasgresores”, y afirma que “el estado de Guerrero reconoce la existencia del sistema de justicia indígena de la Costa-Montaña y al Consejo Regional de Autoridades Comunitarias para todos los efectos legales a que haya lugar […] La CRAC y la Policía Comunitaria formarán parte del Sistema Estatal de Seguridad Pública”.

    A más de tres años de su detención, Arturo Campos Herrera no tiene sentencia. El equipo jurídico de Tlachinollan ha combatido las acusaciones, los testigos se han retractado, pero él sigue en la cárcel. Consultado al respecto, el gobierno de Guerrero negó cualquier acto de revancha contra Arturo Campos Herrera:

    “Al gobernador Héctor Astudillo no lo sigue un ánimo persecutorio. Siempre estará cuidando que todos los procesos legales se hagan conforme a derecho y al debido proceso, pero nunca lo persigue un afán persecutorio a personas que se han convertido en líderes sociales”, le dijo a Gatopardo Roberto Álvarez Heredia, portavoz del Grupo de Coordinación Guerrero.

    Rogelio Teliz, abogado del Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan.

    Rogelio Teliz, abogado del Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan, dirige la defensa jurídica de Arturo Campos Herrera.

    La candidata
    El fotógrafo Felipe Luna y yo estuvimos en Ayutla la tercera semana de noviembre de 2016 para elaborar este perfil de Agustina García. Una semana después, el 30 de ese mes, volvimos a verla, pero ahora en la Ciudad de México. Agustina había citado a una conferencia de prensa. Quería ser la candidata presidencial del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y el Congreso Nacional Indígena (CNI). La apoyaba, en principio, una antigua organización de izquierda, el Partido Obrero Socialista (POS), que había iniciado la campaña por la liberación de Arturo Campos Herrera y Nestora Salgado.

    La mañana del 30 de noviembre de 2016, en la sala de conferencias del Centro Nacional de Comunicación Social (CENCOS), en la colonia Roma de la Ciudad de México, Agustina García habló ante los medios de comunicación: denunció la represión a las policías comunitarias, las violaciones al debido proceso durante el juicio contra su esposo, dijo con orgullo que sus hijos eran buenos estudiantes, y ofreció que, si el EZLN elegía a otra aspirante, ella la apoyaría.

    De blusa bordada, escapulario al cuello, pantalones de mezclilla, Agustina García habló en español con su acento mixteco y me pareció que no había perdido una pizca de la poderosa oratoria que le conocí dos años atrás cuando la escuché por primera vez exigir la libertad de su esposo. Al otro día, las noticias sobre Agustina estaban en las páginas de La Jornada y Milenio y en el portal Animal Político. Esa mañana ella misma presidió un mitin en Ayutla, a las puertas del penal donde estaba recluido Campos Herrera, que cumplía tres años en la cárcel. Era su primer mitin como precandidata presidencial.

    Pero esa ola duró poco tiempo para Agustina García. La llamé el 24 de diciembre y me dijo que había declinado a su aspiración. Su salud se había agravado, me dijo, y ponerse de pie le implicaba demasiado esfuerzo. Consulté a los representantes del POS y me dieron más información: se había retirado la precandidatura de Agustina por dos razones: por seguridad y por la completa indiferencia del EZLN.

    “En los casi dos meses que han transcurrido desde el lanzamiento de la precandidatura de Agustina, ni el Ejército Zapatista ni el Congreso Nacional Indígena dieron señal alguna de considerarla”.

    “Por otra parte, Agustina ha sido hostigada y acosada por personas que no hemos podido identificar desde que se lanzó como precandidata. Recibe constantemente llamadas de números desconocidos en las que la amenazan con secuestrarla y asesinarla, a ella y a su familia. Es seguida y vigilada constantemente en sus trayectos diarios así como en los linderos de su casa”, expresó el POS en un comunicado del 28 de diciembre de 2016.

    Pienso que la historia de Agustina García de Jesús muestra el desafío de ser mujer, indígena, pobre y disidente en México: trabajadora doméstica, vendedora de tamales y ama de casa, se convirtió en activista y portavoz de la libertad de su esposo, y soñó con ser candidata presidencial. Su sueño, sin embargo, despertó a la realidad: una dolencia que ni siquiera sabe cuál es le ha minado las fuerzas; las policías comunitarias ya no están ahí para defenderla, y resultó ser invisible aun para el EZLN, una organización que se ha reivindicado indigenista.

    La Casa de Justicia de El Paraíso tuvo nueve meses de vida (de diciembre de 2012 a agosto de 2013) antes de que sus líderes fueran encarcelados. De ese desafío de la Sierra Mixteca, sin embargo, queda el liderazgo femenino de Agustina García de Jesús: un testimonio de orgullo y resistencia incluso en las condiciones de mayor adversidad.

    *Carlos Bravo Regidor y Homero Campa, del CIDE, coordinaron la investigación y editaron este texto.

    Toda la información e imágenes son de GATOPARDO.
    Link original: https://gatopardo.com/

  • Chiapas aprobó “Ley Olimpia” para combatir violencia sexual digital

    Chiapas aprobó “Ley Olimpia” para combatir violencia sexual digital

    Actualización

    La iniciativa promovida por el Frente Nacional para la Sororidad a través de la diputada Aida Guadalupe Jiménez fue aprobada en sesión extraordinaria este domingo en el Congreso de Chiapas.

    De tal modo, delitos digitales de índole sexual como la distribución de contenido íntimo sin consentimiento será perseguido por el estado.

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    Los congresos locales de Yucatán y Puebla ya aprobaron reformas a sus leyes para combatir la violencia digital de índole sexual, mejor conocida como “pornovenganza”. Ahora Chiapas podría seguir a esta corriente que busca combatir la difusión sin consentimiento de contenido íntimo y mercados digitales de explotación sexual.

    De acuerdo con el Frente Nacional para la Sororidad (FNS), en Chiapas se han encontrado en las redes más de 800 videos de niñas y mujeres que no dieron su consentimiento para hacerlos públicos. Es por eso que ahora la organización, dirigida por Olimpia Coral Melo, está buscando que este domingo 3 de marzo el Congreso de la entidad apruebe esta reforma conocida como “Ley Olimpia”.

    La iniciativa en Chiapas fue impulsada por Aida Guadalupe Jiménez, del grupo parlamentario del PRI, quien a su vez la recibió originalmente por parte del FNS, organización que trabajó un estudio y una campaña de prevención de este tipo de delitos digitales.

    “Hicimos un estudio sobre mercados de explotación sexual en internet, en donde encontramos más de 800 videos de mujeres chiapanecas, en donde están distribuidas sin consentimiento en tres diferentes plataformas digitales y además encontramos este famoso etnoporno: el hecho de que mujeres indígenas estaban amamantando a sus hijos y les tomaban las fotografías de sus pechos y las comercializaban”, explicó Melo a Plumas Atómicas.

    La aprobación de esta reforma sería el segundo logro del FNS en un congreso local, luego de que en diciembre del año pasado los legisladores de Puebla aprobaran la “Ley Olimpia”, una iniciativa que busca sancionar a quienes difundan imágenes, videos o audios con contenido sexual sin el consentimiento de las víctimas, conocidos en el mundo digital como “packs”.

    “Es importantísimo llegar a una aprobación. Ojalá las y los diputados de Chiapas consideren a la violencia digital en un proyecto integral. Es la voz de las sobrevivientes, es la voz de las víctimas de violencia digital y por supuesto que es un proyecto en el que nos dio voz la diputada Aida Guadalupe, pero es un proyecto de la sociedad civil”, agregó Melo.

    En la Ciudad de México, la “Ley Olimpia” está siendo impulsada por la diputada Alessandra Rojas de la Vega, del Partido Verde Ecologista; Federico Döring, del PAN, y Paula Soto, de Morena y presidenta de la Comisión para la Igualdad de Género.

    En tanto, Melo espera que se acaben las simulaciones por parte de los legisladores y las autoridades para verdaderamente atender este tipo de violencia en el país.

    Toda la información e imágenes son de Plumas atómicas.
    Link original: https://plumasatomicas.com/

  • La insólita decisión de frenar una carrera de mujeres porque estaban alcanzando a los hombres

    La insólita decisión de frenar una carrera de mujeres porque estaban alcanzando a los hombres

    Una de las más prestigiosas pruebas clásicas del ciclismo femenino tuvo que ser detenida luego que el grupo que lideraba la carrera estuviera a punto de alcanzar la prueba de hombres.
    En una decisión sin precedentes, los organizadores de la Omloop Het Nieuwsblad en Bélgica, prueba que da comienzo a la temporada de clásicas que se disputan por carreteras adoquinadas, se vieron obligador a frenar a la ciclista Nicole Hanselmann cuando rodaba escapada del pelotón.
    La carrera de hombres había salido 10 minutos antes, pero Hanselmann recortó ese tiempo en tan solo 35 kilómetros y cuando se disponía a alcanzar los vehículos de ayuda de los corredores masculinos la prueba femenina fue «neutralizada».

    La ciclista suiza había atacado en el kilómetro siete y contaba con una ventaja de unos dos minutos cuando se tuvo que detener en la carretera.

    Allí tuvo que esperar al resto del pelotón y dejar que volviera a aumentar la diferencia con respecto a la pruebas de hombres.

    «Mató mis chances»

    Los organizadores de la prueba de 123 kilómetros entre Gante y Ninove, que atraviesa cinco tramos adoquinados, permitieron a Hanselmann recuperar su ventaja una vez reanudada la carrera.

    https://www.instagram.com/p/BuhmXSzncxe/

    Pero la campeona suiza no pudo recuperar su impulso inicial y fue rápidamente alcanzada por el resto de ciclistas. Finalizó en el puesto 74.

    La ganadora fue la holandesa Chantal Blaak.

    «Tal vez las otras mujeres y yo fuimos demasiado rápidas o los hombres demasiado lentos», bromeó Hanselmann en su cuenta de Instagram después de la carrera.

    En declaraciones a Cycling News, la corredora reconoció que al acercarse tanto a los hombres no hubo más remedio que neutralizar la prueba de mujeres.

    «Fue un poco triste para mí porque me encontraba muy bien y cuando el pelotón vio que me había parado sintieron una motivación extra para atraparme».

    La holandesa Chantal Blaak fue la ganadora de la carrera.

    «Podíamos ver las ambulancias de la prueba de hombres. Pienso que estuvimos detenidos por cinco o siete minutos, simplemente mató mis chances».

    Entre los hombres resultó ganador el checo Zdenek Stybar.

    Toda la información e imágenes son de EL UNIVERSAL.
    Link original: https://www.eluniversal.com.mx/

  • El número de mujeres en cargos de alta dirección está en aumento a nivel mundial

    El número de mujeres en cargos de alta dirección está en aumento a nivel mundial

    Las empresas que están contratando mujeres para puestos de alta dirección a nivel mundial subió un 12 por ciento durante el último año, según cifras de Grant Thornton International.

    La investigación Mujeres Directivas de la firma menciona que las mujeres ocupan 29 por ciento de los cargos de liderazgo senior a nivel mundial, y aunque esto representa un aumento del 10 por ciento en los últimos 15 años, la mitad ocurrió apenas en los últimos 12 meses.

    “Estas cifras son increíblemente alentadoras y un indicio de que las empresas están empezando a tomar en serio la paridad de género”, aseguró en un comunicado la socia de Auditoría de Salles Sainz Grant Thornton, Verónica Galindo.

    Si bien el número de mujeres en la alta dirección está en aumento, explicó, la paridad de género se encuentra muy lejos de alcanzarse; ya que cuando se trata del rol de CEO o director general, solo 15 por ciento de las empresas a nivel mundial tienen una mujer que lidera el negocio.

    “Esperamos que el fuerte aumento de la representación de mujeres en puestos de alto nivel que estamos viendo este año no sea puramente una reacción automática al clima social actual, y que veamos un progreso similar en los próximos años».

    “Si queremos seguir viendo crecer la tendencia de la representación femenina en cargos senior, se deben tomar medidas más deliberadas, y los líderes desempeñarán un papel fundamental», puntualizó.

    Toda la información e imágenes son de Dinero en Imagen.
    Link original: https://www.dineroenimagen.com/

  • Estancias infantiles fomentan la inserción laboral de las mujeres: Coneval

    Estancias infantiles fomentan la inserción laboral de las mujeres: Coneval

    Con el esquema de estancias infantiles que estuvo vigente hasta hace unas semanas, las mamás tenían hasta 18% más posibilidades de incorporarse a un empleo, advierte el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).

    El programa tiene nuevo nombre y nuevas reglas de operación para evitar el desvío de dinero, denunciado por el gobierno federal. Sin embargo, organizaciones feministas y por los derechos de la infancia dudan que pueda tener el mismo éxito.

    La incredulidad y la crítica parten no sólo de la reducción presupuestal a las guarderías. Las especialistas opinan que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador entiende el cuidado de la infancia como una responsabilidad de las mujeres.

    Además, algunas mamás dudan que funcione la estrategia de entrega de recursos con la que ellas los recibirán directamente. “Conozco a muchas personas que no lo usarán” para ese fin, comenta Violeta Rojas. Sus dos hijos han asistido a esos centros de cuidado infantil.

    Más cuidados, más ingresos

    El jueves pasado desapareció el Programa de Estancias Infantiles para Apoyar a Madres Trabajadoras. Éste fue creado en 2007 y lo operaba la extinta Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol), dependencia señalada por un desvío millonario de recursos públicos.

    Lo sustituye el Programa de Apoyo para el Bienestar de las Niñas y Niños, Hijos de Madres Trabajadoras. Lo coordinará la nueva Secretaría del Bienestar.

    Quienes tengan niños de entre 1 y 3 años recibirán 1,600 pesos cada dos meses. A los papás de niños con discapacidad de entre 1 y 5 años les otorgarán 3,600 pesos bimestrales.

    En la última evaluación del anterior programa, el Coneval indica que las estancias infantiles promovían la participación de las mujeres en el mercado laboral, lo que les permitía mejorar sus ingresos.

    En el documento “Programa de Estancias Infantiles para Apoyar a Madres Trabajadoras, recuento de la evidencia de las evaluaciones 2007-2019”, señala también que al tener a sus hijos bajo el cuidado de alguien más, las mujeres podían trabajar seis horas más a la semana.

    Aclara que uno de los “retos” del programa era la falta de seguimiento para saber la calidad de los empleos que conseguían las mamás beneficiarias. Pero estima que ellas aumentaban sus ingresos 2%, al pasar de un salario promedio de 2,812 a 2,865 pesos mensuales.

    Y en sus hogares el ingreso promedio antes de entrar al programa era de 4,141 pesos. Después de incorporarse, subía en promedio a 5,312. Es decir,obtenían 28% más.

    Rechazo al cambio

    En el Grupo de Información en Reproducción Elegida (Gire) “estamos preocupadas. Lejos de fortalecer las estancias, (el gobierno federal) podría estar reduciendo su eficacia”, dice en entrevista Rebeca Ramos, coordinadora de Incidencia en Políticas Públicas de la agrupación.

    Para Nancy Ramírez, directora de Incidencia Política de Save the Children México, los posibles desvíos de recursos reportados por el Ejecutivo federal se deben a la mala gestión institucional, la poca transparencia y la falta de rendición de cuentas.

    En lugar de disminuir el dinero público para esos centros, afirma, el gobierno debió hacer “una reingeniería institucional” para garantizar el derecho de niñas y niños a recibir cuidados y educación inicial de calidad.

    El trabajo de cuidados “es indispensable para el sostenimiento de la vida” y no es responsabilidad exclusiva de las mujeres, han sostenido los integrantes de la asamblea consultiva del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred).

    Por otro lado, el discurso del gobierno federal, al señalar que los niños estarían mejor con sus abuelas, “refuerza la idea de que las mujeres tienen la obligación primaria de atender a los niños”, apunta Rebeca Ramos.

    Las estancias infantiles no sólo posibilitan que las mujeres desarrollen una vida profesional, también les ayuda a lograr independencia económica o realizar otras metas, explica Rebeca Ramos.

    Violeta Rojas, por ejemplo, trabajó y estudió mientras sus dos hijos eran atendidos en una estancia de la Sedesol. Además, esto le permitió tener movilidad, pues su hijo fue atendido en el Estado de México y cuando se mudó a Veracruz, allá inscribió a su hija.

    Si detectaron actos de corrupción, como padrones inflados o estancias inexistentes a las que, sin embargo, se les otorgaban miles de pesos, pudieron haber mejorado la operatividad, opina Rebeca Ramos, de Gire.

    En la nueva modalidad, advierte, no se puede asegurar que ese dinero lo utilicen para la educación de sus hijos. Se corre el riesgo de que sea usado para solventar otras necesidades.

    Además, según Violeta Rojas, aunque las estancias eran subsidiadas por el gobierno, es frecuente que los papás beneficiados aporten cuotas extra para completar el pago de los servicios. “Yo primero pagaba 400 pesos con mi niño, luego terminé pagando 800 al mes”, puntualiza.

    De esta manera, considera que el apoyo económico que recibirán los papás es insuficiente para costear las guarderías. Y sin presupuesto, el servicio que éstas otorgan se verá afectado, señala. “Hay un peligro real de que acaben cerrando”, advierte Rebeca Ramos, de Gire.

    Toda la información e imágenes son de EL ECONOMISTA.
    Link original: https://www.eleconomista.com.mx

  • Se siente 91% de mujeres inseguras en el transporte

    Se siente 91% de mujeres inseguras en el transporte

    En el transporte público de la Ciudad de México se vive un terrorismo en contra de la mujer, aseguró la investigadora del Colegio de México,Cintya Galicia, al participar en el coloquio Movilidad Sustentable en la Ciudad de México, organizado por el Congreso local.

    91% de las mujeres se siente insegura en el transporte público. 

    Durante su ponencia en la mesa «Derecho de la movilidad con equidad de género», la especialista comentó que encuestas de percepción de inseguridad en el transporte público arrojan que 91 por ciento de las mujeres se siente insegura.

    Agregó que al menos existen 52 carpetas de investigación que están integradas después del ejercicio de acceso a la justicia en el caso del Sistema de Transporte Colectivo (STC) Metro. Sin embargo, datos recabados por organizaciones no gubernamentales hablan de 129 quejas de intentos de secuestro en 2018.

    En el acto que se efectuó en las instalaciones del Congreso de la Ciudad de México, declaró que en el transporte público se da una violencia reiterativa, porque se registran delitos que van desde acoso, hostigamiento sexual y violaciones, hasta feminicidio.

    Opinó que la política de segregación que divide a hombres y mujeres en los llamados vagones rosas, fracasó, porque tendría que haberse acompañado por una política cultural que explique que es temporal y que tiene que ver con la protección de la integridad de ellas.

    Hay un mensaje horizontal de que aquí se puede violar, manosear y hasta asesinar, dándose una repetición para convertirlo es un espacio de miedo, que obliga a las mujeres a cambiar rutinas, vidas cotidianas y el uso del transporte público», detalló.

    Se requiere, dijo, de una campaña de protección para las mujeres en el espacio público, en las que ellas se sientan seguras en el transporte público.

    También es necesario capacitar a los policías en los protocolos de actuación en los casos en que se presente la violencia de género, porque son pocos, casi ninguno sabe qué hacer.

    Maestra en estudios de Género por el Colmex, comentó que, a 10 años de implementarse el programa de Transporte Seguro, debe realizarse una evaluación y medir los avances o los retrocesos que se han dado en la materia, con políticas desagregadas por sexo.

    La diputada federal Beatriz Rojas explicó que 53 por ciento de las mujeres se traslada en transporte público, contra 47 por ciento de los hombres, es decir, las mujeres usan más el transporte colectivo, y la edad de éstas oscila entre los 20 y 40 años.

    9 de cada 10 mujeres han sufrido abuso o acoso sexual en espacios públicos.   

    Mencionó que seis de cada 10 agresiones contra mujeres en la vía pública son de índole sexual; nueve de cada 10 mujeres no confían en viajar en el transporte público por el miedo a sufrir acoso, hostigamiento o violencia sexual.

    Abundó que nueve de cada 10 mujeres han sufrido actos de abuso y acoso sexual en el espacio público, particularmente en el transporte colectivo, mientras 44 por ciento de ellas refiere que ha sufrido al menos cuatro agresiones en un mismo periodo.

    Mencionó que, de las personas violentadas en el transporte público, al menos 30 por ciento ha sido amenazada y 20 por ciento han sido perseguidas ciertos trayectos para ser atacadas, y lo que es peor, las mujeres no denuncian porque desconfían de las autoridades, de tal manera que no hay acceso a la justicia.

    Toda la información e imágenes son de Excelsior.
    Link original: https://www.excelsior.com.mx

  • El otro drama de México: Desaparecer buscando a desaparecidos

    El otro drama de México: Desaparecer buscando a desaparecidos

    En busca de hundimientos de tierra que delaten cadáveres putrefactos, María Herrera, una anciana de 70 años, barre con una vara hojas secas en un cerro del poblado mexicano de Huitzuco con la férrea esperanza de encontrar, al menos, algún resto de sus cuatro hijos desaparecidos.

    “Recuerden que los cuerpos sueltan gases y hacen que la tierra se eleve y luego cuando se descomponen más se miran hundimientos”, indica, con la voz quebrada, a un centenar de personas que rastrean fosas clandestinasusando picos y palas, y que son parte de una brigada independiente en el convulso estado de Guerrero.

    Los reportes oficiales de desaparecidos en México aumentaron vertiginosamente desde diciembre de 2006, a la par de la militarización del combate contra el narcotráfico, y hoy suman más de 40 mil.

    Las estadísticas incluyen dos o más personas de una misma familia secuestradas en el mismo momento.

    Pero existe un subgrupo aún más trágico: aquellos que desaparecieron buscando a sus familiares previamente raptados.

    María Herrera, una mujer canosa de ojos pequeños y negros, es la cara más visible de esta veintena de familias que han muerto en vida más de una vez.

    María Herrera se convirtió en activista; busca a cuatro de sus hijos. Foto: AFP
    María Herrera se convirtió en activista; busca a cuatro de sus hijos. Foto: AFP

    Coincidencia fatal

    Tuvo ocho hijos en Pajuacarán, Michoacán, donde sólo se sobrevive de la agricultura o migrando a Estados Unidos, pero ellos cambiaron su historia. Incursionaron en la venta de vajilla y luego en el comercio de oro por todo el país.

    En uno de sus rutinarios viajes empresariales, en agosto de 2008, sus hijos más chicos, Raúl, de 19 años, y Jesús Salvador, de 24, llegaron a Guerrero cuando ocurría un sangriento ajuste de cuentas entre narcotraficantes.

    “Mis hermanos desconociendo esa información llegan a Atoyac de Álvarez”, Guerrero, junto con cinco empleados y alrededor de 1 millón de pesos en efectivo y oro, narra Juan Carlos, otro de los hijos de Herrera.

    Sospecha que un cártel local los confundió con delincuentes de un grupo rival y fueron detenidos en connivencia con policías locales.

    A pesar de los riesgos, la familia comenzó a buscar por su propia cuenta: contrataron investigadores privados, tocaron puertas gubernamentales. Nada funcionó y el padre, Guillermo Trujillo, murió de un infarto cerebral en febrero de 2009.

    La tragedia se ahondó cuando se quedaron sin dinero y entonces Luis Armando y Gustavo, de 25 y 27 años, padres de tres niños, decidieron retomar el negocio del oro.

    «Vamos a trabajar para buscar a nuestros hermanos porque igual la delincuencia se los lleva a diferentes partes y ojalá los encontremos», le dijo Gustavo a su madre, según ella recuerda.

    Técnicas de búsqueda

    El 22 de septiembre de 2010 Gustavo Trujillo Herrera se comunicó con su esposa desde Poza Rica, Veracruz. Fue el último día que supieron de él y de su hermano Armando.

    Descubrieron que, momentos después de esa llamada telefónica, ambos fueron detenidos por policías. Juan Carlos cree que cuando los uniformados descubrieron que buscaban a sus hermanos decidieron «desaparecerlos».

    La señora María y sus otros cuatro hijos, entre ellos una mujer, se mudaron al centro del país para concentrarse en las investigaciones. Dejaron atrás la casa familiar y en ella el enorme comedor en el que soñaba que siempre comerían sus ocho hijos, sus nueras y sus nietos.

    Suplicó ayuda incluso al ahora expresidente Felipe Calderón (2006-2012) en un acto público. Con el tiempo, perdió la esperanza de encontrarlos con vida.

    Años después, en 2016, hizo su primer rastreo en Veracruz.

    Desde entonces ha aprendido técnicas de búsqueda de cadáveres asesorada por antropólogos forenses, como clavar varillas de hierro en forma de T para saber si bajo la tierra hay gases fétidos producto de la descomposición.

    México es “una enorme fosa clandestina”, reconoce el subsecretario de Derechos Humanos, Alejandro Encinas. Cifras oficiales indican que se ha descubierto un millar de tumbas ilegales, y alrededor de 26 mil cadáveres que yacen en morgues no han sido identificados, según el presidente Andrés Manuel López Obrador.

    Su gobierno anunció este mes un plan para buscar a los desaparecidos, que incluye la creación de un nuevo instituto forense.

    «Seguiremos buscando, pero por Dios, que identifiquen a los que ya hemos hallado», suplica Herrera.

    “Creí que era un hueso”

    La trágica lista de pérdidas de María, que ahora se dedica a vender muñecos y uniformes en su empobrecido hogar, casi aumenta hace seis meses cuando un desconocido intentó atacar con un arma a Juan Carlos, de 41 años, quien logró escapar saltando la barda del patio de su casa.

    La magnitud del caso de la anciana motivó a un juez a ordenar que la Cancillería aceptara la competencia del Comité contra Desapariciones Forzadas de la ONU.

    Una de las jornadas de la Cuarta Brigada Nacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas, en la que participó la mujer entre enero y febrero, transcurrió en un cerro conocido como Antena de los Timbres, en Huitzuco.

    Es el mismo pueblo al que pertenecían los policías corruptos involucrados en la sonada desaparición de 43 estudiantes de magisterio en septiembre de 2014.

    Custodiados por policías federales en camionetas artilladas, los familiares descubrieron un cadáver que más tarde examinaron peritos.

    Con la fe renovada, Herrera inspeccionó con su vara entre matorrales de largas espinas. A su paso, encontró una formación rocosa blanquecina que brillaba con el fuerte sol.

    «Creí que era un hueso, pero es una piedra», susurró antes de aventarla decepcionada.

    Los familiares concluyeron esa jornada con las entrañas revueltas y ningún otro hallazgo, pero la brigada halló siete cadáveres y unos 100 restos humanos entre el 20 de enero y el 2 de febrero.

    “Cada vez que subimos a un lugar de estos tan inhóspitos implica un sufrimiento… ¿Quién escuchó sus gritos de dolor? ¿Quién escuchó sus últimas palabras? No hubo nadie, nadie que los escuchara”, dice Herrera mientras ahoga el llanto.

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  • ‘Barbie científica’: La argentina que reivindica en las redes el papel de las mujeres en la ciencia

    ‘Barbie científica’: La argentina que reivindica en las redes el papel de las mujeres en la ciencia

    Agostina Mileo, de 31 años, es una comunicadora científica y licenciada en Ciencias Ambientales con un doctorado en Historia, cuyo objetivo es reivindicar y poner en debate el rol que ocupa la mujer en los ámbitos de la ciencia argentina a través de las redes sociales.

    En junio de este año publicó su primer libro, ‘Que la ciencia te acompañeA luchar por tus derechos’, donde expresa, con una mirada crítica y diversa, la producción y comunicación del conocimiento actual.

    En el mundo virtual, Mileo pasó a ser conocida como la ‘Barbie científica’, en alusión a la muñeca infantil, y desde esa posición cuenta las noticias relacionadas a los últimos avances o temas de coyuntura nacional con la ciencia como disparador a través de canales como Instagram, Twitter y Facebook.

    En diálogo con este medio, Mileo recuerda sus primeros comienzos: «Desde 2012 venía haciendo un post en Facebook levantando noticias científicas de la semana con mi alter ego de la ‘Barbie científica’ y tenían buen recibimiento. Cuando salió mi libro este año, hice el Instagram, ya que las publicaciones dejaron de ser tan efectivas. Los videos cortos era la nueva moda. Entonces empecé a hacerlos en ese formato. Es un desafío mayor porque me da cierta vergüenza, pero tenía más sentido».

    La especialista explica que, entre las respuestas a sus videos, suele haber también un debate desde lo científico: «Me posiciono desde un lugar y doy mi punto de vista. Visibilizar la producción del conocimiento es el objetivo, pero la gente lo recibe como algo abierto a la intervención también. Suelen recomendarme ‘papers’ u otras teorías con un enfoque diferente y, a veces, igual de válidos».

    https://www.instagram.com/p/Bqh77pQF-te/

    La cuestión de género también fue decisiva para impulsar su carrera como divulgadora científica. Un trabajo de prensa en el área de Ciencia y Tecnología de un municipio años atrás fue su confirmación de que la mujer debía ocupar —al igual que los hombres— un rol central: «Me hacían organizar eventos, como a todas las mujeres que trabajaban ahí. Fue cuando entendí que en este rubro, me iban a subestimar por mi género».

    Mujeres y ciencia

    Mileo afirma que el sector de la ciencia en Argentina es especialmente expulsivo para las mujeres, siendo siempre mayoría en los escalafones más bajos, lo que dificulta su llegada a los principales cargos : «En puestos jerárquicos no llegamos ni al 25%. Hay una perdida de esas mujeres que ingresan a centros de investigación y que no llegan a tener buenas carreras por su género», opina.

    «La discriminación explícita existe, como los ‘papers’ que se envían a distintas revistas. Si vienen de un hombre, van a ser más aceptados. Hay una complicidad de los varones por mantenerse en ciertos estratos de poder y comulgar entre ellos para mantenerlo así», completa Mileo.

    El Instituto de Estadística de la organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, (UNESCO), en su último informe de 2017, brindó datos acerca de los puestos que ocupan las mujeres en la ciencia, a través de una investigación realizada a nivel mundial: concluyeron que sólo el 28% de los puestos científicos de investigadores son ocupados por mujeres.

    Desde 2017, la ‘Barbie científica’ es también coordinadora general de la campaña ‘MenstruAcción’, una iniciativa en común impulsada por legisladores de Buenos aires y distintas organizaciones y colectivos feministas para democratizar las políticas sanitarias de la menstruación que aún no contempla el Estado.

    «Es un factor de desigualdad de género y nos basamos en tres reclamos: la quita del IVA a los productos de gestión menstrual; su provisión gratuita en espacios comunitarios como escuelas, cárceles, universidades y hospitales y, por último, la realización de una investigación con datos oficiales al respecto», concluye la divulgadora. En Argentina, los métodos anticonceptivos (preservativos, pastillas, DIU, etc.) son entregados de forma gratuita por Ley.

    Toda la información e imágenes son de ACTUALIDAD RT.
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  • Reconocer derechos de mujeres, esencial para el desarrollo

    Reconocer derechos de mujeres, esencial para el desarrollo

    Desde principios del siglo XX, marzo ha sido un mes clave para las luchas por los derechos de las mujeres, quienes, a pesar de los persistentes obstáculos, han alcanzado enormes logros en la búsqueda por garantizar su autonomía física, económica y en la toma de decisiones.

    En América Latina y el Caribe las mujeres han sido capaces de sobrellevar obstáculos, organizarse y construir una mirada regional, a la vez que han participado activamente en los debates globales. A pesar de todos esos esfuerzos, la desigualdad de género continúa siendo un rasgo estructural de la región.

    En nuestros países, la discriminación y la violencia contra las mujeres se mantiene como problemática que se manifiesta en los hogares, en los espacios públicos, en los lugares de estudio y de trabajo y que impacta de manera decisiva en sus posibilidades de generar ingresos propios, emprender, superar la pobreza y desarrollarse profesional y personalmente.

    Hoy, en nuestro continente, la pobreza tiene aún rostro de mujer: por cada 100 hombres en esa condición hay 118 mujeres que no logran traspasar la línea de las privaciones. Un tercio de las latinoamericanas (29 por ciento) no logra generar ingresos y es económicamente dependiente. Además, cerca de la mitad no tiene vínculo con el mercado laboral.

    No obstante, más allá de los esfuerzos por reducir la brecha salarial en décadas recientes, las mujeres perciben salarios 16.1 por ciento menores a los de los hombres en la misma condición.

    Esta brecha se acentúa en las mujeres con mayores años de estudios.

    En materia de autonomía física, el fenómeno extremo del feminicidio ha sido imposible de detener en la región y tampoco muestra señales de disminución, a pesar de los importantes avances normativos y de política pública.

    Al menos 2 mil 795 mujeres fueron asesinadas en 2017 por razones de género en 23 países de la región, según datos oficiales recopilados por el Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe de la Cepal.

    La tasa de fecundidad en adolescentes es una de las más altas del mundo, solamente superada en países de África subsahariana. En general, las naciones latinoamericanas y caribeñas poseen una tasa de maternidad en adolescentes que está por encima de 12 por ciento, dato que tiende a ser más expresivo en el grupo de adolescentes de menores ingresos y menor nivel educativo.

    En cuanto a la autonomía en la toma de decisiones, algunos procesos electorales en la región han permitido contar con una mayor presencia de mujeres en los parlamentos. No obstante, las mujeres siguen subrepresentadas en los espacios de toma de decisión.

    Los datos más recientes muestran que ellas son solamente la cuarta parte entre los ministros de Estado y que su participación en los gabinetes suele concentrarse en carteras de carácter social y cultural, más que en las referidas a la materia económica.

    Además, según los indicadores para el seguimiento y monitoreo de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, la región cuenta con 29.2 por ciento de concejalas electas en gobiernos a escala local.

    En la Cepal tenemos la convicción de que la desigualdad de género, además de ser injusta, es profundamente ineficiente y es un obstáculo que conspira para alcanzar el desarrollo sostenible.

    Por ello, en esta nueva conmemoración del Día Internacional de la Mujer, insistimos en la urgencia de reconocer los derechos de las mujeres y la igualdad como elementos centrales y transversales de toda acción del Estado para fortalecer la democracia y para un desarrollo inclusivo y sostenible.

    Alicia Bárcena* Secretaria ejecutiva de la Cepal

    Toda la información e imágenes son de LA JORNADA.
    Link original: https://www.jornada.com.mx